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Desfile puertorriqueto 1 el entierro de Cortijo (6 de octubre de 1982) edgardo rodriguez julia Primera edicién: 1983 ‘Séptima edicion: 2006 Portada y disefio grifico: José A. Peléez Cuidado de la edici6n: Carmen Rivera l2coa Fotogrifias: Cortesia de Luis Ramos, El Nuevo Dfa © Ediciones Huracéin, Inc. Calle Baldorioty de Castro # 874 Rio Piedras, Puerto Rico 00925 Tel. 787-763-7407 Fax 787-753-1486 Correo electrénico: edhucan@caribe.net Impreso por Panamericana Formas ¢ Impresos S.A. Quien slo actia como impresor. Impreso en Colombia Printed in Colombia Niimero de eatélogo Biblioteca del Congreso / Library of Congress Catalog Number: 83-80312 ISBN: 0-940238-21-7 Para Radamés Sanchez, “auténtico” de Villa Palmeras, a quien le debo muchas de estas lineas. on a Elena, cortaron a Elena, 4 Elena y la llevaron a . Su madre loraba ;Cémo no iba a _ Morar! Si era su bijita querida y ela llevaron al hospital. —Manuel A. Jiménez Elena toma bombén —bon toma bombén Elena... Yo lo traigo de limén, también lo traigo de canela... —Rafael Cepeda Chumalacatera, maguinolandera Ob, ob, ob, ob, maguinolandera, Dora Margot Fuego a la jicotea para que suelte 4 Doroi Fuego a la jicotea para que suelte 4 Dorotea Esa negrita estd endiablé como yegua Esa mamota patea. —Rafael Cortijo Si el entierto es el fin de la vida —en él se cumple la distancia definiciva entre el muerto y os deudos— el velorio es el reino de las emocio- ‘nes conflictivas, el espacio donde el desordenado tiempo interior no se decide entre acatar la muerte o negarla, ello por la engafiosa estad{a de €5e muerto que atin no se ha convertido en tecuerdo; un cadéver de cuerpo presente es una resencia inquietante, precisamente por el hecho de que la ausencia no acaba de cumplirse del todo. Desperté del suefio de la metafisica cuando el taxi me dejé en la entrada, co serd salida?, del Caserio Lloréns Torres; esa tierra de nadie que se llama la Calle Providencia abajo, y que tiene dos fronteras al sur, la de Baldorioty y la de Eduardo Conde, toca fensttextremo norte la calle Lofza; jde Sunoco ala Lofzal, de la Villa Palmeras proletaria que sabe a afio 1934 pasamos a una Loiza con sabor atin més antiguo —se me antoja que sabe a 1927— y Pienso que la Baldorioty cruza estas dos coordena- das del todavia mas venerable Cangrejos para destacar que el desarrollismo mufiocista pasé por ‘este pals. La Providencia abajo es calle de caserio, via de falansterio mufiocista; La Providencia arriba, hacia Villa Palmeras, es calle de barrio 12 proletario; ya se perfila que esta crénica serd el encuentro de muchos cruces histéricos. Pero bajandome del taxi simplemente me encontré, de frente, con una temible extensién mitica: La luz de la Providencia, 'chacho, abi no me paro yo ni pa’ los guardias. Los cuentos son terribles: la Providencia de Lloréns es ambito de eso que los marxistas clasifican bajo el signo de lumpen; mi madre pequefio-burguesa hablaria de séteres; no ¢s lo mismo, pero, para todos los efectos del miedo al otro, saben igual. El prejuicio de clases : Por algo vineen ¢dénde demonios dejo el carro ahi en Lloréns? Traspasar este corredor mitico de vio- lencia es casi asegurarse una caffona a manos de algin reco de bejuco desesperado. Mi pana, ese Tenguaje es como la cifra de una distancia insalva- ble entre mi condicién y la de ellos. Mano, estode la lucha de clases si que va en serio. Con mi perfil decimonénico mallorquin y mis corsos bigotes de punta al ojo entré al superantro, al caserio que sélo recientemente ha sido superado —por Manuel A. Pérez y Monacillos— como signo mitico de toda la criminalidad sobre la faz de Borinquen Bella, El nombre de un poeta de segunda aunque versificador genial ha sufrido un irdnico desplazamiento: El caserio, esa antiutopia, creada por el welfare state muiiocista, comparte con el mito la virtud de la connotacién a la vez orrosa y perfecta. jAsi también es el prejuicio!, 13 ‘en su concrecién (mira aquél por donde Ja peineta espetada en el afro...) ya la vez (apresuro el paso, se trata de llegar vivo al también yo : Unblan- o de cara mofletuda, bigotes de punta al ojo y €s uma presencia perturbadora en también ellos son capaces de leerme, ya tienen lefdo: ese tiene cara de mamao... Mera, diez chavos... Puse vox de negrero mallor- in y le grité, eso si, entre dientes... No tengo... , como se dirfa en la Madre Patria, y pen- que todo ello es por algo més que un nombre de poeta: Si nos salimos de los cursos de Litera- ‘tura Puertorriquefia y del manual de Manrique Cabrera, Lioréns Torres significa seca, tumbe, ‘Marvin Santiago que se Ja patea, caflona, cuqueo, grille, perico y las terribles marcas de los alacr ‘nes. Santo Dios, Virgen Pura, el sitio si que tiene ‘mala fama, como ditia mi madre. Pero algo mis que Ja mala fama se nos revela aqui: Vivete la ironia; el blanquito picaro ha bautizado todas las. ‘eonnotaciones de la titereria; pero él se ha esfu- mado un poco en la transaccién lingiiistica: ] signo, ese significante (Lloréns Torres) prefiado de significados terribles, casi ha logrado borrar, cual burlin palimpsesto, todos los vestigios que evocan la vida rumbosa, protoripica y original del primero de esos cursilones abogados independen- tistas que luego concibieron, y conciben, la poesia 4 como el perfecto baja bloomers, 0, como dirfanen Lloréns, baja panties. Lloréns Tortes, sefior a todo dril, cautiva més por su personalidad que por sus versos. Como poeta me parece al mismo tiempo mediocre y genial. De su obra prefiero la gracia de su picaresca rimada: el versificador fécil y sonoro corrompe la sacrosanta poesia dedicén- doles versos, a diestra y siniestra, lo mismo a sabrosonas jibaritas que a blanquitisimas y tutuf- simas reinas del Casino, jhijas de los Martinez Nadal y los Tous Sotos! Lloréns vale como barroco Don Juan jodedor de la poesta; mas parece personaje de ficcidn que figura hist6rica. Hay en Lloréns la gracia de no tomarse tan en serio; su concepcién de la poesia es casi cortesana, como la de un Quevedo o un Géngora. Antes dela poesia concebida tinicamente como signo desga- rrador de la interioridad, reind el poeta de oca- sién, ese bufén de corte que rescataba algo para la sinceridad mientras comprometia su verso, més por costumbre obligada que por conviccién, con la frivolidad de los poderosos... Mera, mano, una peseta... Sin duda habia llegado a Lloréns, el segundo cafioneo, esta vez con los ojos inyectados de sangre vidriosa (Vaya mi pana, alcobolado en Jos ojos...) y la nota altisima, Vaya inteligente, t4 bien, cuando repeti el No tengo patricio. gPor qué 10 lo podia creer?; lo de inteligente eta por los espejuelos y los bigotes de punta al ojo, y nadie se llame a engafio: para este galén, intelectual es 15 wnimo de pendejo. Apresuré el paso, Cortijo ‘me espera como tabla salvadora allé en el ‘comunal, ese edificio estilo fondos federa- yaise ve a mitad de camino entre la Lotza y ity; estd en la entrada, ya me lo advirtié axista, un poco sorprendido de que un espejue- ldo inteligente descendiera al averno de Lloréns Pata tocar el cadaver del conguero-timbalero Mayor, el gran Cortijo, hijo predilecto de la grey eangrejera Hay un tapin iremendo, mejor lo dejo “agi y camina, queda cerguita... Me habri dejado " @n la entrada imitando la costumbre de esos taxis- fas timoratos de Nueva York que no se arriesgan 4 transitar las calles del South Bronx o el Harlem Moreno? Anda al cari, el ghetto de Ia pobreza niuyorkina quizis ha establecido su presencia ate #radora. No entres el carro, mejor déjialo en el Parking del Ultimo Trolley y camina... Puro y Jodido prejuicio pequefio-burgués, dirin esos marxistas de Peugeot, Volvo y Mercedes Benz que jamés conocieron, como yo conoci, la formacién Sentimental de la 65 de Infanteria, aquel territorio apache del desarrollismo muiocista donde mis fronteras vitales fueron Capello y Buen Consejo, Lépez Sicardé y la Reptiblica de Colombia, Sabana Lana, la barriada Buldn y el Battio Colo, sin olvidarme de las parcelas Fali y las ejecutorias de Rata Maldonado, P. G. Davila y la perfectisima vocacién perdedora de P. J. Vifiales... La calle est dura... Me eduqué en el Colegio San José, pero 16 muchos de mis panas eran de la Repiblica de Colombia, incluyendo aquel nororio Paniagua que me adopté como el espejuelado residente de su rumbén de esquina de los viernes por la noche... Santo Cielo! jQué dirfa mi madre?!... Victima inocente del desclasamiento resultante de la movilidad implantada por el desarrollismo mu- fiocista (jQué horror, tanta palabreria sociolé- gica para decir que nos mudamos de un caserén de la plaza de Aguas Buenas a la 65 de Infanteria!) algo bueno saqué de todo ello: un individualismo feroz y una vocaciGn solitaria que trata a todas las tribus con igual ironia; ese desclasamiento me obligé a imaginar y observar; he ahi la semilla de mi vocacién literaria Lo tenia de frente, absolutamente de frente, pero quise preguntar, no queria equivocarme. Oiga, céste es el centro comunal?... Un cordial moreno cangrejero me confirma la atroz intui- cién: los fondos federales obligan a esas estructu- ras a mitad de camino entre los planteles elementales de asbestos y los cuarteles neobun- kers de la policia estatal... Chévere... Entré a un patio rodeado por esas verjas altas de barrotes que algun inventor de Paris Illinois disefié, sin saberlo, claro, para las acrobacias increibles de! caco puertorriquefio. Los de Lloréns también 7 que hay, mi pana, y vivere esas rejas enel lado interior de las ventanas, ;sabi- tl, que los de aqui si que conocen la Ia pobreza mordiéndose el rabo, y ahora sientas culpable, liberal impenitente, de sdejado el carro allé por el carajo, en la calle l frente a la casa de Orvil Miller. Fe, tranquilo vardn, que en Lloréns también las rejas de los temores middle class... morenos por todos lados y sélo una nt Blanc para escribir... No, el oficio de cro- dieciochesco me lo prohibe: ni siquiera una libreta, ni una grabadora, tampoco una cémara finox. Prefiero escribir la crénica pasindola s6lo Por el ojo y el vido, soy tercamente subdesarro- Mado, basta con escribir al otro dia, cuando la memoria atin conserva frescos los detalles, El filtro del cronista es la memoria, la personal y la colectiva, también los prejuicios, gpor qué no? Silvese lo que pueda salvarse entre el momento vivido y la crénica escrita, Se perder casi todo, laro, pero permanecerin las imagenes, los deta- Mles més empecinados, esos que no pueden renun- ‘iar al recuerdo a pesar de la traicién de la memoria... El centro comunal es pequefio. Me fequerda el anfiteatro de mi escuela superior; es tun salén donde se apretujan alrededor de tres- ientas personass Arriba, en el pequefio escenario, rodeado de coronas, esti el féretro, defendido del gentio por un muchachén de dieciséis afios ves- 18 tido con el uniforme de la Defensa Civil. Una valla de la misma agencia gubernamental esta- blece frente al atatid su autoridad initil; se intenta organizar el dolor, como si éste fuera una repen- tina inundacién, Ya veremos la inutilidad de tales gestos, la profecia cumplida serd el reverso del orden pretendido... También han puesto una soga, para marcar la fila que deberdn respetar las perso- nas que desfilen frente al atatid. Me uno a la fila, ya voy situandome en el sistema de los presentes; a la izquierda, frente al escenario, donde estaria el foso de la orquesta, se ha improvisado un pequefio recinto, también protegido por sogas, para los deudos més cercanos; alcanzo a ver, con el rabillo del ojo, la presencia matriarcal de Ruth Fernén- dez... {Como definir este pueblo? Definirlo es facil, pero jqué dificil es describirlo! Es pueblo pueblo, mi pueblo puertorriquefio en su diversi- dad més contradictoria: la jipata sefiora de mofo calza tenis para los juanetes de Juana; las perlitas de su grasoso sudor me recuerdan aquellas abne- gadas planchadoras y cocineras que pasaban los sibados por la calle de mi infancia, allé dirigién- dose al proletario culto evangélico... Ese mulato de camisa Truman comprada en La Avalancha parece ensimismado en esa mueca de fatalidad bajo el bigote, si, se nos fue Cortijo, zqué nos va quedando? La camisa de palmeras usada por fuera apenas disimula la severidad de sus musculos de muellero; la exaltacién tropical del color chinita at) ‘casi niega el oficio de su torso enor- ‘en la pobreza la moda no es siempre de la condicién social. ¢O es que se com- ‘camis6n de palmeras y playas crepuscu- vestirse con la arcadia utdpica de su Bella?... El sétere de champions y ove- xalta la emblemética del rumbén callejero as gafas oscuras que en mi adolescencia ‘signo seguro del moto, de estar moteao. ‘su camiseta roja y musculosa aparece el sijo de collares, los detentes de la santeria que a Obatald encomiendo mi espiritu y si las ochas permanecen conmigo entonces no jodiendas, galén... Bajo la corta visera de esa oFta maleva que evoca los palafreneros del hipé- omo Las Casas allé por el afio 1938, toda su “egritud de anchas narices y negro bembin se “encandila en el paso sinuoso que también evoca algo del achulado brinquito jodedor de los men de mi época; las sefias del narcisismo y el vacilon arrabalero permanecen aiin cuando revelan un Cambio... Mera que estas adolescentes cocolas van y vienen por todo el salén formando una tropilla ‘conspirativa, como siel velorio del gran Cortijo se tratara de un bailecito salsoso en el Centro Comu- nal, jelengue auspiciado por los ciudadanos para el mejoramiento del caserio... Oye mija, baja ese radio, respeta... Eso se lo dijo la Dofia Juana de los juanetes... La pizpireta mulatita que destaca la Sabrosura de su culito contento con esos mahones 20 cuya costura trasera Chardén abre los gajos de la nies, mira a la dofia como si no entendiera, pero a 1a vez baja el volumen del radio; es ella la capitana de la tropilla; nacida en el 1964 conoce s6lo la fama de Cortijo, que cuando yo naci Maelo estaba guardao, en chirola, on la nevera... Dé Ismael Rivera tiene el vago recuerdo de Los Cachimbos. Para ella Cortijo quizés s6lo fue el tio de Fe, Su Panasonic le otorga capitania... Ya estdn transmi- tiendo, 293 estd transmitiendo, estén alld fuera. Y se van como llegaron, atropellandose con prisa juvenil entre la gente, casi formando un solo cuer- po con voluntad tinica.. Esta generacién Marvin Santiago mediatiza su experiencia del entierro pegindole la oreja al Radio-Cassette Panasonic Stereo... No en balde esta generacién Wall Man recibié, en justo reconocimiento para las febri- les contradicciones de esta sociedad, el primer premio del concurso nacional Pac Man en la per- Sonita de yuna nifia de nueve afios del Caserio Lloréns Torrest... El movimiento dentro del cen- tro comunal es pausado y a la vez sonoro; se trata de un cansado velorio que ya entra en su crepés- culo, los murmullos de las conversaciones con- forman el sonido inequivoco de Ia noveleria.. Lo sacan alas diez, ya lleva tres dias...Se ve lo mas bien... La cosmética del cadaver esté bien, de tal valoracién se encarga la sensibilidad femenina. Pero también asusta esa cita a las diez con Ia se- puleura. Lleva tres dias de muerto y no lo entie- 2 ran; la muerte es la dilkima prisa del vivi is pendicnon cimncon clot Gono convertidos en cadaveres comenzamos a apestar 8 a memoria, Except los iamortales como Cor- tijo? No sé, quizés lo que llamamos inmortali- dad 5 el modo terrenal del infierno: janis salt de Ia necesiad es poco consuelo pars el avid, manecer entre los mortales mediante la fama péstuma es tan arriesgado como componer versos floridos para blanquitas de cutis Camay o Pal- ‘olive. Lloréns terminé crucificado por el equi ‘yor, lo mismo apunta hacia las caftonas de la ‘calle Providencia que hacia el soneto italiano. 1Qué horror! A lo mejor alguna Leticia del Rosa- fio furura, de aqui a veinte afios, establezca un featro Rafael Cortijo para ser administrado por el hijo de Gonzalez Oliver, cumpliéndose asi una {Brotesca justicia poética de clases. Si Lloréns To- tres pas6 del Casino de Puerto Rico y Zoraida Tropical Martinez Nadal a la Calle Providencia abajo, es porque escribid el machista y clasista "Reina del Pueblo”: Los obreros quieren rei fa? Los obreros socialistas, comunistas, anar- iquisias, / quieren reina?...;Quieren reinal,,./ ishora mansos, ahora bumildes, en San Juan de Puerto Rico, / quieren reina, quieren reina! Pero qué frivolidad o duplicidad se puede con- cebir en TEL Negro Bembén", en “EI chivo de la fampana”, en "Con la punta del pie” 0 “Déjalo que suba"?, Mi conguero-timbalero mayor sin 2 duda tended avatares més justos y menos justi- cieros... El olor de un pueblo congregado en espa cio tan reducido, y en una feroz mafiana calurosa de octubre, oscila entre el sudor y Ia caca. No somos nada, es verdad, Cortijo lo prueba allé arriba, y yo avanzo en la fila para saludar por iitima vez a mi plenero mayor. Las dofias, mis noveleras que llorosas, no dejan el bembeteo, que si el cincer del pancreas, que si fue de momento, que si él se veia lo més bien... Mucho mofo segui- dot de Yiye Avila, para sorpresa mia, que el mula taje tiene aqui ciertos ejemplares que apuntan ‘més hacia la ruralia que hacia el litoral, mas hacia la décima que hacia la plena... Seguramente estas dofias jipatas son las descendientes de aquellos jtbaros acusados en el dieciocho de tener parientes ‘on la costa... Pero por momentos prevalecen los traseros cocolos, se impone el mamichulismo que acompafia siempre la presencia de los misicos... ‘Allé arriba est4 Cortijo... Orvil Miller me toca por laespalda... Eje, qué pas6... —Mina, conace « Cheo Feliciano, Cheo, te presento a Rodriguez Julid, un amigo escritor.. Vaya, mucho gusto... Cheo, el Cheo Feliciano, esa voz vinica, privilegiada, genial en el soneo y magistral en el bolero, como un Maelo perfectamente convertible... El Cheo del sexteto de Joe Cuba me estrecha la mano con st mirada franca e interrogante... Qué hago aqui El Cheo guitao, alejado de las drogas y Ia jodedera, bien casao, tranquilo y hasta un poco patriarcal, 23 respira ese sosiego s6lo dable a los hom Ey atcroe con peste cerca Gone ‘0scuras como corresponde a un velorio, la guaya- SB aces yscocile, nada de amariconadea bor dados penepés, ese cuello srigueftito, de colleras, plagado de cadenieas de oro de dieciocho quilates, $i sae, estoy quitao, pero hay que estar en algo mi Bente, es la vanidad, no es asi?, Cheo bolerista sentimental y sonero principalisimo después del ‘gran Maelo... Si, chévere, vaya mi compio... Antes de entrar se rumoraba que Cheo cantaria en el fentierro... Las més jovencitas no recuerdan a Cor- tijo, pero si saben de la voz meliflua y a la vex vaciladora de Cheo... Han venido al desfle de artistas faranduleros... Mira, abt llegé Orvil Miller. No soy aficionado a los ataides abiertos; hay algo siniestramente embarazoso en ese yacet de los cadveres. <0 es que mi timidez perduraria mis allé de la vida? En ello reniego del barroco Ahispiinico y catdlico; prefiero la puritana, proces- ‘ante, quizés yanqui, solemnidad abscracta del “ataid cerrado, Prefiero el pudor de esos gatos que ‘se esconden para morir. Me cautiva el pudor pos- “trero, Mori es tropezar con esa suprema desnu- “dex de Ia carne que preferit(a olvidar. Las células “Muertas nos obligan a una condicidn excesiva. “Mente patética, Exhibirel cadaver es, claro esté,e1 ‘memento mori por excelencia. La comunidad ea el cadaver sélo para permanecer con un cimiento de la muerte excesivamente imper- 24 fecto, Pero es decisivo para el barroco hispanico el testimonio de la materia al fin derrotada... ;No somos nada! Carrofta, Vanidad de Vanidades!... Polvo eres yen polvote convertinds... Me pasa con Jos cadaveres fo mismo que me ocurre con el milagro de Lourdes... Todo ello me parece una teologia degenerada, una escatologia decadente, espectacular y novelera.. Sin duda, semejante nelinacin perversa se la debemos a Ja truculen- cia jesuitica; ese barroco espectacular y contra- ‘reformista me vuelca dos veces el estémago, Pre- fiero un ingrediente gndstico en mi catolicismo: sino somos nada, por qué usar los malos trucos de la materia para conmover el alma? Y el es- piritismo me parece la mas repugnante de tales perversiones. Un espiritu siempre sometido a tina espectacularidad de feria por los caprichos purlones de la materia degenerada me pareceria el fraude maximo, la més cruel condena. Pero naci ‘en este Caribe hispénico y barroco, novelero € impresionable: La muerte exhibe en estas latiru- des todos sus carismas. Ese escorial permanente que es la cultura hispinica y barroca se concreta aqui en el cuerpo yacente de mi plenero mayor. Cortijo, Cortijo, un Cortijo silencioso que casi prefiero no mirar. Y es que la muerte de un Fnisico, ese silencio perfecto, resulta dos veces mis aterradora. La vida como sonido queda bur- Jada del modo més ejemplar. Pero ya veremos cémo la comunidad le busca la vueltaa este asunto 25, tan espinoso, el perfectisimo silencio de mi Cor- tijo...Barroco, barroco por todos lados y sélo una Mont Blanc para escribir: La cajacs.deungrisalgo tis que Finebe; por qué insniecon el tae gris en la nota mortuoria? Un velo cubre todo el cadaver. El velo no nos deja olvidar ent las céluas muertas y nosotros permancce el 7 Acatamos la febril descomposicidn de las las; pero nos consuela pensar que elespiritual fin liberado debe ser algo asi, algo parecido a la texts vaporos del ul Como todo maertoes un asma potencia, el velo nos supiere la incd- moda ligereza del espiritu... Menos mal que ya Wo duermo con mosquiter.. “El bombén is ", aquella purisima concrecién, ahi teducido a ladelicadeza un tanto enn del bec fempobrecida imitacin de las antiguas mortajas. Pero Cortijo, segiin las dofas, se ve deo mas bien, Ta cosmétice se ha realizado a la perfeccién; la faeratia de a Lotza, tan distante de los yankoi- Ios y ascépticos cuidos de Ia Ehret, ha cumplido Bien su comes lconvencernos un po de es Aesibn que nos repte un pronuacamientoimpo- Cortijo.n0 ha muerto, ahi, en la caja, solo fsté dormido. Orvil Miller me comenta: Se ve Hereno, murié tranguilo, contento... Yo prefiero oe... jamas he disfrutado de ese busmeo: la cara, como si esa presencia ahi fuera la del E tisimo otro. Si, porque morir es convertirse otro perfecto, el inalcanzable. Detris de tal 26 rechazo al memento morila fracasada ilusién de que eso no me sucederé a mi, Miro a Orvil y recuerdo lo que he oido tantas veces: por el sem- blante en la caja sabremos cémo murié, si tuvo tuna muerte tranquila, sosegada, resignada, o se fue agarrindose del cuello de la vida que se escapa ‘como el agua entre los dedos. Para no asustar @ nadie queda dicho que no quiero exhibiciones. A mi que me velen con el ataid cerrado. Estar muerto, y ademés con cara de espanto, es algo desoladoramente bochornoso. ¥ de nada me ser- virdn los consuelos de esas dofias que siempre se maravillan ante la perfeccién de la cosmética. Qué bien se ve! Lo han preparado muy bien, no ‘parece... Aqut los preparan muy bien...Comosise tara de un sandwich cubano o un pifién de amatillos... Pero este oficio requiere algo més que preferencias, A pesar de la inclinaci6n ala mirada lateral, aqui me obligo a permanecer mirando el rostro de la muerte. Como no hay fuerte evoca- cién personal o terrible desgarramiento emocio- nal, mirar el rostro de un muerto famoso es ¢jercicio ideal para mi espicieu atribulado con la catistrofe de la muerte. Cortijo es, con excepcién de Albizu Campos, el muerto que més he mirado. Dofia Inés me prohibié mirar a Mufioz Marin. Husmear es curioseat con un afin picaro de cono- cimiento; los puertorriquefios somos grandes artistas de este verbo. ¥ cuando me viro, £4 esti detrés de mi? Nada menos que el Cheo Fe~ 27 liciano. Cheo se planta fren Hee pa ome ol aes one Iiento. Pero n0 es asi, ya lo sé, el gesto resulta engafioso: Esa mirada tan cercana a la ternus retende conciliarse, meramente alcanzar la re. Signaciin perfects, (En oros hombres que des- on frente al cadiver observé, una y otra el mismo gesto: un intento de precarva reconei, lacién con Is sdversad consumadisma dela Ioucrte Licg dela rebelia ate ln gran bess, es ZO, Por sacatar.. ). Cheo lo mira y se le di. ja una sonrisa. Mis acd de la muerte Cheo sabe ue Cortijo vivirs, pero, por ahora, que descan 5 en paz, viejo, y mira que de ti slo nos queda el perfume dela bonded Qué mis se ieee , Rafael2... Cheo levanta 1 Spite pats toar ls manor cfs ange A ia manos como si pretenders a ijo. Y ya cuando retira Sy dchate ayo cuisorane fernura del sonero. Reconoce que ese diminuto aii de rosario que Corto ene en ls aes er locado. Hay que respetar la perfec- Gh el cave: ChoFelictana devaeveicim u sitio, baja el tul y se cerci araerde quero exe perfecto, deque todoeste tio, Se retira complacido de esta iltima GOaversscén con el maestro. Las manos que onaron tantos cueros ahora lucen rabiosamente uietas. La muerte es un silencio acentuado por la 28 . si que tienen un rosario, sltima Tee ieee ninow an caraledc pst canto a las ochas de Africa. ¥ las manos de Menu- hin al morir no tendeén tancos callos. Le corres ponde al conguero el privilegio de evidenciar atin mis, n esos calls, la concreciin de su mésia proletaria, Sélo un instrumento que le cera consuelo al trabajo —primero el de la esclavitud, Iuego el aresaalyfnalmente el polesrio— e& capaz de cultivar calls lo mismo que repigues. Y bien que lo dijo Orvil: Cortijo murié screens zis contento, nada de aquelahisteriaen el oreo gue culmin6 con lt muerte en Harlem de Chano Pozo. Aquel conguero cubano, que le enseia Dizzy Gillespie los secreros de la sincopa Hoe bei, mucd de una pati en lyin bar de male muerte del febril Harlem moreno, rn lo por le caida de ona malign con un pusher i No, Cortijo ha muerto ilo, qui een ensuites Kecoans sjaleh Ulbednay lejos del vacilon autodestructivo. Siestoy muertoes po las cals eras del pénereaspatece dios con su rosario de cuentas perladas... A ver estas sed de los panas: Una de Pete El Conde — sonero favorito de Johnay Pacheco. Acé ee sonero mayor el Malo claseapartede verdad ua genio salido del rumbén de esquina. Y alli a ‘Willie Rosario, el misico favorito de los be s jiras de la Gabriela una vex pegd su De Barrio Obrero a la Quince un paso es... Y me pregunto si 29 sto de enviar flores no resulta algo incongruente yhasta gallego cuando se trata del ambiente musi ‘eal de los caserios, mi gente, que enviarle flores al Muerto es, como el dia de las madres, otra cursile- la mas a que nos obliga el testimonio de amor que siempre reclama la comunidad, la familia, la ighe- sia.o el parentesco, Es posible que Willie Rosario, on su cara de haber pasado por el lado oscuro del infierno que es el South Bronx, le regale a su mami un bizcocho con forma de coraz6n en el Dia elas Madres, todo envuelto en cellophane rojo y €0n un lazo digno del mejor rococé de secretaria. Es posible, cpor qué no? :Qué hay de malo en ello? No adoraba Pepe el Toro a su madrecita muerta? Pero hay algo mas perturbador, y me Fefiero a uno de aquellos tics permanentes de mi ‘Reurosis, uno de esos inicuos detalles aterradores ‘gue para el resto de la gente pasan por inocuos. Se tata de las mangas de los cadaveres. A los muer- fos las mangas siempre les quedan un poco largas. Ese detalle le afiade gravedad a la solernnidad, es €omo si no hubiera forma de evitar la elegancia un Poco aguacatona y gallega de los muertos vestidos on flus. En fin, abandona tu neurosis y observa, @ue estés frente a las coronas enviadas por los salseros mayores como el sefiorito de la Espafia franquista que hace guardia al lado del ataid de Trotsky. Si tienes el extratio privilegio de obser. Wary husmear justo al lado del cadaver, déjate de Pendejadas y mira... Esta sefiora con mofio de 30 culto husmea la cosmética del cadaver. El sudor de campesina que se le deposita en el bigote sin depilar es como el rocio de una vejez prematura impuesta por el trabajo. Seguramente se trata de la cocinera del comedor escolar mis cercano; ella recuerda a “Maria Teresa” y “El bombén de Elena” como si la Taberna India atin se transmi- tiera todos los viernes de siete a siete y media. Se retira del ataid apretando los labios y haciendo cachetes, con esa mueca de fatalidad que sélo es posible en la mujer puertorriquefia. Si, Cortijo, esté muerto dofia, y parece que fue ayer que tanta, fatalidad del vivir resultaba inconcebible... 1954... Cortijo no es sélo el iltimo de los grandes ple- neros —sin olvidarnos de Mon Rivera, por su- puesto— sino el sabor a plena de aquellos afios cincuenta que hoy nos parecen tan distantes, mas cercanos a los afios treinta de Canario que a estos afios ochenta apocalipticos. Pero saca la cuenta. En el 1954 estabas a veinte afios del 1934; en el 1984 estards a treinta afios fatales de aquellos programas en que el combo de Cortijo apareciaen la Taberna India de Reguerete y Floripondia. Naci en el 1946, a s6lo diez afios del comienzo de Ja Guerra Civil Espafiola... El 9 de octubre cumplo_ treinta y seis afios, y entonces tendré que expli- carle a mi hijo rockero que el primerisimo combo de Cortijo aiin usaba guaracheras... (Guaracheras? Si, aquellas mangas abombachadas de volantes que tanto us6 la rumberfa cubana, Eran algo ast 31 como el emblema perfecto de la antillania o el ‘tropicalismo mexicano. All4 por el 1954, exacta- Mente tenia yo ocho afitos, surgié aquel grupo de egros que causé una revolucin en la musica popular boricua implantando la agilidad del combo. También por esos afios el jazz liquidé la instrumentacién del Big Band. Pero mientras el jazz perdia el baile que lo caracterizé en la época swing, Cortijo retuvo a los bailadores, esos incér- Pretes gestuales del sabrosén cumbao plenero, De este modo la plena de Cortijo conservaba su Profundo arraigo popular; evité convertirse, como le ocurrié al jazz, en misica formal, mis hhecha para profesores de filosofia que asisten a conciertos que para bailadores de cabetes inquie- fos. Algo nos debe decir todo esto sobre el pro. fundo sentido comunitario que la misica popular atin conserva entre nosotros. Bueno, pues atris quedacon los cuarteros de trompeta asordinada y los dolientes trios sentimentales. La plena de na Yon de César Concepcién ya comenzaba a soner Gallega, anticuada. Rafael Mutioz ya era casi un Imito arteriosclerético, La orquesta de Pepito To. res parecia formada por negros almidonados @ ingenieros full time que practicaban su instru. mento mientras la dofia guisaba las habichuelas. Entonces llega Cortijo con una nueva presencia Social, la del mulataje inquieto que la movilidad traida por el desarrollismo muttocista posibilid, La plena proleraria de Canatio, la del barrio y el 32 arrabal, se convierte en musica del caserio, Para ‘esa nueva musica surge un nuevo medio: la televi- sién se convierte en el foco de luz que destaca no s6lo una nueva fisonomia musical, sino también una amenazante presencia social. El blanquitismo de los grandes clubes sociales y los salones de baile tiene que haber temblado ante esta nueva agrupacién formada casi exclusivamente por negros. Y ademds, la combinacién de miisica y baile, qué cafreria! Y lo peor, no usan papeles para tocar, no se ajustan a la formalidad musical de la orquesta de salén. {Qué horror! ¥ para colmo, ese carisma del baile y el showmanship es justa- mente lo que la televisién necesita. La préxima revolucién musical boricua habré que buscarla, diecisiete afios después, en el tiltimo polo de la movilidad mufiocista, y me refiero, claro esté, ala salsa niuyorkina. Dice mi amigo Radamés Sén- chez que el primer combo de Cortijo fue la per- fecta combinacién de talento y liderato, fendmeno. parecido al Wild Bunch dirigido por Sam Peckin- pah, con William Holden, Edmond O'Brien, Warren Oates, Ernest Borgnine, Robert Ryan, Jaime Sanchez y el Indio Fernandez haciendo de ‘mejicano cabrén. Cantidad y calidad, de eso se trata el genio, y en ello la combinacién de Cortijo como lider, Kito Vélez de arreglista y el Ismael Rivera sonero jamas ha sido superada en la misica popular puertorriquefia. Pero ahi no ter- ‘mina el asombro, la monstruosidad del talento 33 Sigue: El simpstico y arresmillao Martin eta ele} entral de In época Taberna India; vacisin oS Pinta de negrazo bembén, cual Louis Armstrong oricua, en aquelle festiva negrieud pre lsabele Zendn. Conociamos a cada uno de ellos por wna Soberana y definitiva peculiatidad. Antes de Ismael Rivera conocimos a Roy Rosario, el Regrito del papazo, maraquero y sonero lisico de Boaracheras que junto al Sammy Ayala del gira completaba la pareja de bailarines. Cortijo era el entro inamovible de Ia percusién, tanto en le Géscara de timbal como enel repique del cercerto Miguel Cruz, con una altanera sonrisa de bajista GHorme, sostenia la retaguardia ritmica. Kito Vélez sobresalia por los atreglos y el timbre de su trompeta, y porque era, junto al saxofonista flgctor Sancos, uno de los dos blancossolitarios combo. Maelo, en aquella época simplemente Asiael Rivera, llegé de la Panamericana para Sonear y completar el teio de bailarines, saccol Haende,zapato viejo! Rafael Ichier nos ofrecia su fundente pero siempre discreto ritmo de Hetlas. Luego del coro Sammy acentusba el Mambo con la chilleria de sus grititos. ¥ Bddie Pérez, la vocecica, era la vida del coro, Wademark de Cortijo con su sabrosén movi, Imiento de hombros, conoulto esguince segiin el je de Don Ramén Menéndez Pda. Ahi } intactos en la memoria, tan #05 en su individualidad y comunidad manic quizis el 34 como Pedro Infante, Chachita, El Pichi, Mante- quilla, Nelly Montiel y Katy Jurado enesa trilogia de Ia demagogia populista que también formé parte de nuestro aprendizaje del mundo, y me refiero a “Nosotros los Pobres”, “Ustedes los Ricos” y “Pepe el Toro”. Pero ademés de televi- siva la plena de Cortijo fue furiosamente disco- grifica. Los exaltados fiebris de esta misica identifican las épocas de aquel combo por las cardtulas de los discos que se sucedian vertigino- samente al poco tiempo de pegar en 45 los hits que no parecian cesar: “Déjalo que suba”, “El negco bembén”, "El satélite", "El chivo de la campana”, “Con la punta del pie Teresa”, “Qui- tate de la via Perico”. Calidad y cantidad, comuni- dad sonora e individualidad carismitica, he ahi las sefias definitorias del primer combo de Cortijo. Las mujeres se detienen més que los hombres ante el cadaver. Casi todos los hombres ladean la cabeza y siguen, percatindose de la terrible pre- sencia sélo de reojo. La mujer, en cambio, se cuadra frente a frente, confronta la muerte con la misma vocacién carnal que le posibilita la trucu- lencia de parir. Es la mujer la gran sacerdotisa del nacer y del morir. De ahi que si es cuestién de parir venga la comadrona, si se trata de ayudar a bien morir vengan esas enfermeras que saben casi todo lo que hay que saber sobre el gran momento: Negrita, pero si ella estd como muerta, es que no quiere dejarse ir, hablenle, récenle, diganle que ha 35 fido bnena,y asiedes verin cimo sevetrenquilita Ella oye 15 biblenle claro que oye. Siescustin vida o muerte, vengan las mujeres.. Los hom. bres ladeamos 1a cabeza, miramos de revjo, nos erturba la fatalidad de la carne. Sentimos ante | ‘muerte y la enfermedad el mismo asco que senti. Mos ante los pafiales sucios. Criados. para I fealeza del pavo, decimos ;fo! ante todo lo que {lege nuestra vanidad, es testicular Setpeteatin, Se tra, en ambos casos, de nega la escola, mos, més por crianza que por definicién, anti. @scatol6gicos consecuentes. Miro a Cortijo y noto, Para sorpresa mia, lachivita que no pude ver por Ia prisa del primer cutioseo. Pero ya estoy mis Seteno, ya puedo alcanzat a ver también ese lavel ‘que le han puesto bajo el tul, esas delicadas often- das que custodiarin mejor la buena Mismo que Maclo, se dejé la chiva después de Wiejo, se funked paca estar por la macere en Aueva movida de la salsa. Todos los lampiso: desde Johnay Pacheco hasta Eddie Palmien, at” faron del papazo o el recorte a navaja Tito Rodri. lo la Buez a la africania de los sete vero potro de a slsa con ls barbus y Le ocr {UM Poco canosos. Si no me creen comparen las 4 as de estos dos discos: “Descargas atthe Tssee Sats; Live Tico AU Stars", Tico ($) LP > y "Fania All Stars, Live at the Cheetah” 1y2) Fania (S) LP 00416, Enel primero los 36 misicos parecen profesores de contabilidad de la Interamericana, es decir, respetables aunque aguacatones, en el segundo la salsa parece haber sido hecha con el sofrito del Harlem moreno, los misicos comienzan a asumir las barbas, el pelo, la excentricidad maleva del musico negro de jazz. El primer disco es de mediados de los sesenta, el segundo del 1971; no ha pasado tanto tiempo; pero aqui se marca ya el transito del mambo-jazz de Tito Puente y Tito Rodriguez, de la sonoridad nueva de los trombones de Eddie Palmieri con su orquesta La Perfecta, al lumpenoide jaleo agre- sivo del guaguancé salsero, El Ismael Rivera del "Chivo de la Campana” da paso al Maelo barbudo, patriarca mandinga, de Los Cachimbos... Este buen sefior mulato, con los brazos de un artifice del bondo, mueve la cabeza lamentandose, aprieta los labios mis por miedo que por desconsuelo. ¢A quién le gusta morit? Este otro pasa casi apresu- rando el paso, pero aquel otro se planta ante el ataid y coloca las manos en la caja. Mira a Cortijo, quiere, lo mismo que Cheo Feliciano, lograr Ia ilusa y frégil paz interior de haberlo visto por Ultima vez, de haberle dedicado algin tierno pen- samiento. Cuando termina asienta con los ojos cerrados y sigue su camino. Una pareja, ella de veintiocho, él de treinta y tres, alzan a la parejita de tres y cuatro afios para que vean una muerte que apenas significa algo para sus ojos inocentes. Esos nifios crecerin y quizés jamés escuchen al ensamblaje en alguna fabrica de radios. Entonces, 37 ‘gran Cortijo. No has dicho que Cortijoes inmor- tal? Pero ocurre que este pais también echd su ‘memoria en el zafacin de las virtudes que nunca fuvo. El otro dia hablaba con un joven entusiasta del baloncesto. Me preguntaba: /Quién fue ese Pachin Vicéns?.. Aqui no se trata de Pachin Marin, sino de Pachin Vicéns... Pero ti vivirds Cortijo; aunque ya nadie te escuche ahj estari ru obra monumental, paciente aunque silenciosa, siempre dispuesta a resucitar. Ser iamortal no es continuar viviendo, sino, més bien, tener la cer- teza de la resurreccién. Para los salseros cocolos Gortijo es lo que fue para m{ Canario, un salto arriesgado de dos décadas; pero no te preocupes mi Cortijito, ya veris, no te negaremos del todo, a ppesar de esta jodida memoria histérica que slo se remonta al olvido... Los padres de los nifios se fueron contentos. Algiin dia les recordaran a esos hijos que ellos también fueron cuando chiquitos al entierro del gran Cortijo. El gesto de asomarlos a Ja muerte sirve para reafirmarse en la valia de los Propios recuerdos. ;Qué extrafio este laberinto que suefia con la inmortalidad! Son miles los disfraces de la misma afioranza... Més muecas de fatalidad, més miradas apresuradas con el rabillo del ojo, esta dofia le deja esa flor con una serena complicidad: sube el tul, coloca la flor y vuelve a faparlo con premura, como si estuviera repi- tiendo por millonésima vez una operacién de 38 sin que nadie me lo avisara o yo lo presintiera, aparecié Ismael Rivera, el gran Maelo, el sonero ‘mayor, el enorme compadre del soneo y el bembé. Maelo es de estatura mediana, fibroso, con esos miisculos de arrabal 0 caserfo que lo mismo le deben al titerismo infantil que al régimen dieté- tico a que obligan las substancias controladas. Un poco menos enjuto que el clasico enjillio puerto- rriquefio, su pecho parece un poco hundido por esa tendencia a la joroba del vaya mi panajodedor de caserio ;qué nota tienes! lumpen puertorri- quefio, La barba canosa le ha otorgedo, por fin, una serenidad de sabio carabali, condicién pare- cida a la de Charles Mingus durante sus tiltimos afios cancerosos. Las canas del afro ni se diga, como para convencer de las virtudes de la salsa a ¢sas chicas universitarias cuyos limites musicales son Daniel Vigliettiy Atahualpa Yupanqui. Estoy seguro que si les ensefio una foto del Ismael Rivera del primer combo me dirin: Pero si Maelo estd mejor abora; antes no estaba tan bueno. Es que las barbas abandonaron a mediados de los afios setenta la emblemética independentista- socialista-fidelista para insertarse en el ambiente de los jodedores de barrios, caserios y urbanizacio- nes més allé de la frontera que es la Avenida Campo Rico. Estos jodedores quizais empezaron a resperar las barbas cuando Eddie Palmieri se dejé uuna allé para el afio 1971. Pues si, el Maelo si que luce bien con su barba canosa de sabio congo. Pero 39 éste no es el que cantaba “Quitate de la Via" y tantos otros hits allé por los cincuenta y princi- pios de los sesenta. Tampoco es aquel cantante de Ja Panamericana que Cortijo trajo al primer combo revestido con la gloria del “Charlatin”, “La vieja en camisa” y “La saz6n de abuela” Entonces usaba un papazo perma-strate casi a raiz, peinao que luego se convertir{a en el recorte @ navaja Tito Rodriguez, Para aquel entonces Ismael Rivera tenfa, segin las valoraciones de la gente decente, una de las caras mis frescas que ha dado Puerto Ricoen toda su historia cafre; aquella sontisa y la parejeria del semblante eran puro Plantaje Avenida Puerto Rico de Villa Palmeras. Maelo ha cobrado gravedad con los afios, la barba claro que le queda bien, con ella podria pasar por Socidlogo de literarura caribefia a lo Bob Mar- quez... Primero tocé el tul y le dedicé una mirada tierna; pero ya no pudo mis y volvié a llorar sin compostura ni consuelo. Maelo, como todo autén- tico artista, tiene la sensibilidad a flor de piel; sus emociones pueden més que el pudor; bien que se inclina a dejarse levar por el dolor, quiere aban- donarse a la pena lo mismo que a su testimonio. Por eso levanta el tul y toca la cara de Cortijo, y cuando ya no puede més retira el vaporoso velo del espiritu y quiere probar la carne. Se echa a llorar, frente con frente, sobre el compadre muerto; le besa la frente, le toca los cachetes tiesos, quiere comérselo a dentelladas secas y

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