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A Q U I E N D E B E

D A R S E C R E D I T O
J U A N

V A L E R A

A QUIN

DEBE

DARSE

CRDITO

Llamaron a la puerta. El mismo to Pedro sali a


abrir y se encontr cara a cara con su compadre Vicentico.
-Buenos das, compadre. Qu buen viento le trae a
usted por aqu? Qu se le ofrece a usted?
-Pues nada... Confo en su amistad de usted..., y espero...
-Desembuche usted, compadre.
-La verdad, yo he podado los olivos, tengo en mi
olivar lo menos cinco cargas de lea que quiero traerme
a casa y vengo a que me empreste usted su burro.
-Cunto lo siento, compadre! Parece que el demonio lo hace. Qu maldita casualidad! Esta maana se
fue mi chico a Crdoba, caballero en el burro. Hasta
dentro de seis o siete das no volver. Si no fuera por
esto podra usted contar con el burro como si fuese
suyo propio. Pero, qu diablos!, el burro estar ya lo
menos a cuatro leguas de aqu.

JUAN

VALERA

El pcaro del burro, que estaba en la caballeriza, se


puso entonces a rebuznar con grandes bros.
El que le peda prestado el burro dijo, con enojo:
-No crea yo, to Pedro, que usted fuese tan cicatero
que para no hacerme este pequeo servicio se valiese de
un engao. El burro est en casa.
-Oiga usted -replic el to Pedro-. Quien aqu debe
enojarse soy yo.
-Y por qu el enojo?
-Porque usted me quita el crdito y se lo da al burro.

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