GNGORA
Mientras por competir con tu cabello
Oro bruido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello.
Mientras a cada labio, por cogello,
Siguen ms ojos que al clavel temprano,
Mientras triunfa con desdn lozano
Del luciente cristal tu gentil cuello
Goza cuello, cabello, labio y frente,
Antes que lo que fue tu edad dorada
Oro, lilio, clavel, cristal luciente
No slo en plata o viola troncada
Se vuelva, ms t y ello juntamente
En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Gngora
Al tramontar del Sol, la ninfa ma,
de flores despojando el verde llano,
cuantas troncaba la hermosa mano,
tantas el blanco pie crecer haca.
Ondebale el viento que corra
el oro fino con error galano,
cual verde hoja del lamo lozano
se mueve al rojo despuntar del da;
mas luego que ci sus sienes bellas
d los varios despojos de su falda
(trmino puesto al oro y a la nieve),
jurar que luci ms su guirnalda
con ser de flores, la otra ser de estrellas,
que la que ilustra el cielo en luces nueve.
Gngora
La dulce boca que a gustar convida
Un humor entre perlas distilado,
Y a no invidiar aquel licor sagrado
Que a Jpiter ministra el garzn de Ida,
Amantes, no toquis, si queris vida;
Porque entre un labio y otro colorado
Amor est, de su veneno armado,
Cual entre flor y flor sierpe escondida.
No os engaen las rosas que a la Aurora
Diris que, aljofaradas y olorosas
Se le cayeron del purpreo seno;
Manzanas son de Tntalo, y no rosas,
Que pronto huyen del que incitan hora
Y slo del Amor queda el veneno.
Quevedo
rase un hombre a una nariz pegado,
rase una nariz superlativa,
rase una nariz sayn y escriba,
rase un peje espada muy barbado.
Lope de Vega
A una rosa
Con qu artificio tan divino sales
de esa camisa de esmeralda fina,
oh rosa celestial alejandrina,
coronada de granos orientales!
Ya en rubes te enciendes, ya en corales,
ya tu color a prpura se inclina
sentada en esa basa peregrina
que forman cinco puntas desiguales.
Bien haya tu divino autor, pues mueves
a su contemplacin el pensamiento,
o aun a pensar en nuestros aos breves.
As la verde edad se esparce al viento,
y as las esperanzas son aleves
que tienen en la tierra el fundamento...
Garcilaso
Lope de Vega.