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a CUADERNOS ei Cedar Cd Mitos y ritos en Grecia Ricardo Olmos ‘Wi 27 ut) ll 1504. Atenea y Etesto (dotale del fiso del Partentn, obra de Fidias, mediados del sigiova. C., Museo Briténico, Londres) _ Indice MITOS Y RITOS EN GRECIA | Por Ricardo Olmos Investigador del Centro de Estudios Histéncos C.S1.C. Madhil Cémo llamaron los griegos al mito 4 Interpretaciones antiguas de la mitologia 6 Interpretaciones modernas de la mitologia. 8 Interpretaciones de la mitologia en el si- glo x 9 Imagen y mito 1 Mitos recuperados con las imagenes 12 Mitos y gestos: la autonomia de la imagen 13 Imagen y mito griegos y culturas circun- dantes..... 14 Mitos sobre el origen del cosmos y los dioses 5 14 Mitos sobre las cinco edades del hombre y el origen de la mujer 18 | Mitos de la contraposici6n entre la natura- leza y la cultura 18 Aspectos de la religién de la polis 29 El griego en ultramar........ 30 Bibliogratia 33 Textos I-VI MmTOS ¥ RTOS DE GRECIA/S Mitos y ritos en Grecia Ricardo Olmos Investigador de! Centro de Estudios Historicos C.S.1.C. Madrid lo que los griegos entendieron por mito a lo largo de su historia. Tal vez el intentarlo sea tna tarea Vana e ingenua y los dioses podtrian in- cluso castigar al mortal que pretendiera hacerlo, ‘como lo hicieron con el tén Prometeo por haber 10- bado y transiilido a los hombres uno de SUS $e oretos mas celosamente guardados, la posesion del fuego. Decian los griegos que incurria en hybris, que es como decir en soberbia, en desmesura, aquel mortal que pretendiera alcanzar lo que est ba més alld de la medida humana: Nada en exce- 80, condce tus propios limites, eran consignas es- Critas en e! santuario de Apolo en Delfos para sure- Guerdo por los hombyes. Veremos algun ejembo de hybris en el transcurso de estas paginas, pues esta nocién, de cardcter fundamentalmente limita- tivo, formé parte integrante de la vida y del pensa: miento griegos durante siglos. Por lo tanto no va- mos nosotros a intentar definir —como otros en vano han querido hacer— todos los significados y funciones del mito griego, pues no deseamos al canzar el castigo de los dioses 'No necesitaron los griegos expresar con una f6r- mula lo que entencan por mito para que éstefor- mara parte integrante de su comportamiento indi- vidual 0 colectivo. Su historia, como la de tantos ‘otros pueblos, no se comprende bien sin la presen- cia constante de un pensamiento mitico muy des- arrolado: el mito esta enraizado en aspectos tras- cendentales de su vida individual —nacimiento, boda, muerte— y de su existencia colectiva como pueden ser las fiestas sagradas de la ciudad 0 los fituales que conlleva la fundacién de una colonia Pero los griegos. poseyeron un especial instinto para transmit todo su complejo bagaje mitico me- diante una rica y desarrollada expresion plastica y oral. Puede hablarse de una verdadera poetica mi- tologica griega —en el sentido griego de poiesis como creacion— que impregna aqui y allé toda su Poesia épica y rca, el drama o su mismo pensa- miento filos6fico, y es el fundamento de la mayoria de sus creaciones pldsticas como la arquitectura, la escultura o la cerdmica. No se puede indagar en niinguno de estes campos sin encontrar de un modo u otro en la base de todos ellos el pensa- miento mtico. Historia mitica e historia real —que ‘es como decir espacio y tiempo miticos junto a es- ppacio y tiempo reales— se entremezolaron de un ‘modo inseparable a lo largo de la vida griega. Nun- ca se llegé a definiro a distinguir plenamente una esfera con relacién a la otra. Al contrario, juntas rea- lizaron gran parte de una misma andadura y juntas se complementaron. Tal vez por ello no encontra- ron los griegos la necesidad de precisar lo que era R ESULTA muy dificil encerrar en una definicion ‘A/MITOS ¥ RITOS DE GRECIA mito. Su presencia constanle les acompafiaba na- turalmente, sin precisar esta espontaneidad una juslificacién. Se debe sobre todo al racionalismo modemo el afan por definir el transito del mito al gos como 8i se tralara del paso inicidtico de un estadio inge: uo, primitvo del hombre a otro mas racional y avanzado; un transito de las tinieblas de lo irracio- nal hacia las fuentes de luz de la razon. Esta aven- tura compleja y apasionante de los origenes de lo que llamamos pensamiento occidental, proceso largo en el que continuamente se entremezclan am- bos tipos de verdades —la mitica y la l6gica— ha sido analzada desde ciersos angtlos por nume- Tosos autores (Nestle, 1975; Snell, 1965; Vernant, 1973). Pero fue sobre todo F. R. Dodds, professor regius —esto es, de la catedta real— de la Univer- sidad de Oxtord, quien, a finales de la década de los cincuenta, nos mosird en toda su sugestividad el peso del componente irracional en la cultura grie- Qa frente a toda una larga tradicién erudita euro ea de corte jiuminista que habla querido ver en aquélla la manifestacién serena e imperturbable de lo racional Cémo lamaron los griegos al mito En efecto, los marmoles del Partenén expuestos bajo la luz cenital de la sala Elgin del Museo Brita- nico de Londres, que narraban mitos y rituales de la ciudad ateniense, parecian demasiado frios y ra- Gionales a un joven visitante al que pregunté Dodds. Y, al igual que en los mitos griegos llama- dos etioldgicos 0 dal origen de sucesos, fue ésta la chispa que movi6 al profesor inglés para inda- geen la racionadad del arma grega, El mismo Jodds nos lo cuenta en el prélogo de su sugestivo libro. En esta vuelta al irracionalismo como valor cultural primordial del ser humano —y, en concre- to, del pensamiento griego— que de hecho se re- vitaiz6 a partir de F. Nietzsche en las tltimas dé- cadas de! pasado siglo, podremos hoy compren- der, seguramente mejor que en décadas anterio- Fes, muchas de las lavelas oscuras de la mitologia gtiega. Adquiere asi una nueva dimensién el mito en su relacién estrecha con la vida: veremos mas adelante ejemplos miticos de la apertura hacia la lo- Cura y hacia la posesién divina, como el fenémeno Mascara de Dioniso (éntora dtica de figuras negras, si- glowa.C,, Tarquinia) pesep rates. we ata del menadismo en el que determinados grupos de mujeres rompian con la norma de sometimiento co- tigiano y pasaban a pertenecer a la esfera del dios de la vegelacién y de la transformacién llamado Dioniso. Me parece significativo que los griegos se refiie- ran al mito con diversas palabras y no con un tér- ming Unico, lo que muestra una vez més la interre- lacién de éste, incapaz de verse contenido en un ccauce Uinico, con las miltiples facetas de la vida. Unas veces le llamaron épos 0 palabra épica, so- bre todo cuando se referian a las hazafias de los héroes del pasado, hechos que constituian un cau- dal inagotable de su repertorio mitico, en especial os poemas homéricos —la liada y la Odisea— y las leyendas contenidas en los llamados Cicios como el troyano y el de Tebas (Bemabé, 1979) Otras veces llamaron al mito simplemente logos, haciendo con ello referencia al cardcter oral de aquellas narraciones que circulaban de boca en boca entre las gentes: se cuenta, se dice, asi co- mienzan muchos incisos o narraciones miticas en Pausanias, el tardio Periegeta o guia que, en pleno siglo de nuestra era, nos fue desoribiendo rinoon por rino6n los monumentos ilustres de la Grecia ‘continental y sus {égoi, sus leyendas. Todavia Pau sanias, que fue un ciudadano culto de la plenitud del Imperio romano, nos habla con profunda vene- raci6n de todos esos viejos mitos y leyendas grie- gas. Mantenia viva la creencia en ellos, pues for- maban una parte integrante de su pasado hist6ri- coy vivian, en las tradiciones y relatos de cada lu- gat, con la lengua griega. Pueden estos /6go! —como algunos de Herédo- to 0 del mismo Pausanias— refefir historias de ca- racter menos serio 0 trascendente, mas anecdoti- co que el que esperamos del mito: los autores mo- demos llamarian a estas narraciones cuentos 0 Machen, En esta categoria encajarla una historia nitica como la de Perseo que recagemos entre los textos. Mucho antes de Pausanias, casi en los al- bores del pensamiento griego, un fildsofo presoora- tico como Herdcito, que florecié en los afios fina- les del sigio via. C., considerd en el légos tanto el pensamiento humano como el principio rector del Universo. En su valor mas racional o en su vertien- te mitica, en el arcaismo de Heracito 0 en la tardia época de Pausanias, el logos fue siempre para el Qriego la palabra viva. Se vio siempre acompafa- da de las connotaciones mas diversas. Nosotros no vamos a intentar defnir los limites entre uno y otro Y también, claro esta, los griegos utlizaron en este sentido la palabra mythos, que alguien podria estar fenlado en traduc mprecisamente como far bula, leyenda 0 cuento, pero que de hecho muchas veces no sabrlamos separar del idgos 0 discurso mas propiamente histérico. Herodoto introduce mu- chas veces estos mitas como relatos de sus histo- rias. No son menos veridicos —es decir menos his- t6ricos— para Herédoto algunos de esos relatos que hoy efectivamente llamariamos miticos que, or ejemplo, sus descripciones minuciosas de la batalla de Maratén 0 de Salamina, Mito y realidad G/MNTOS ¥ RITOS DE GAECA se entreveran en Herédoto y forman un todo mara- villoso y homogéneo. Con frecuencia Platén acude a los mitos para explicar aquellas realidacies mas profundas que no pueden alcanzarse mediante el mero discurtr \6- gico: recordemos los mitos de Er y de la Caverna en sendos pasajes de la Republica, donde el fid- sofo, como hacedor de mitos, abre la luz a sus concepeiones del origen, situacién y destino de la naturaleza humana. El mito de la caverna narra el proceso que puede llevar al hombre a conocer la \Verdad, la Belleza y el Bien por encima de las apa- Tiencias 0 las sombras de éstas ideas, que cons- tituyen nuestra realidad sensible, Recordemos ‘cémo en el Banquete acudié Platon a un mito para explicatnos el origen y la naturaleza ambivalente del verdadero amor, hijo de Poros y Penia, perso- nificaciones de! Recurso y la Pobreza. En un rin- ‘con de Grecia, Diétima, sacerdotisa de Mantinea, le cont6 esta historia un dia a Socrates (20 1 E), También el mismo Aristételes, quien fi 'as nor- mas del instrumento de la légica, llegé a confesar en la madurez de su vida que a medida que avan- zaba en edad mas le gustaban los mitos. Hemos visto en estas lineas precedentes algu- nas de las caracteristicas que acompararan al mito griego en toda su historia. La primera de ellas es el cardcter prioritariamente oral de la narraci6n mitica, una historia que por lo general se transmi- te y circula de boca en boca de los hombres. De esta oralidad se desprendera tanto su caracter co- mun como su individualidad. Como posesién co- munitaria, adquiriré su sentido en el marco de la ppélis griega, donde encuentra cobijo como simien- te tecunda transmitiendose al de generacion en generacién. Cada espacio y cada tiempo concre- tos le otorgaran un significado siempre nuevo: el mito griego continuamente esté Vivo, como las pa- labras aladas de los héroes homéricos, pues se crea continuamente de nuevo en cada’ individuo Conereto que lo escucha, lo transmite y lo modifi Ga, Son caractrsticas de los mos griegos tanto Su perdurabilidad como su adaptabilidad a cada situacion hist6rica conereta, Los mitos griegos via- jan y se trasladan con los hombres que los llevan. Cada comunidad, y también cada hombre a su modo, los encarna e interpreta Interpretaciones antiguas de la mitologia El mito greco-tomano ha atraid inintertumpida- mente a las generaciones de los hombres —des- de la Anliguedad, la Edad Media y el Renacimiento hasta nuestros dias— con la misma fascinaci6n que lo hacia el canto de las sirenas en la Oaisea homérica. Ninguno de los marinos que con la nave pasara junto a las rocas donde moraban las La supuesta olotima de Mantinea (inales del siglo va.C, ‘Museo Nacional de Atenas) cas aves cantoras podia escapar a su irresistible poder de seduc- cién, Todos —menos el ingenio- so Ulises y sus marinos— su- ‘cumbieron a sus funestos can- tos. Asi ha ocurrido en nuestra historia con el viejo mito griego. Sobre todo en época moderna ‘cada generacion ha buscado en la mitologia giega una justia cién y un sentido propios. Las preguntas, de un modo u otto, han tratado de indagar en el por- qué del mito y en la inagotable fuerza poética de la creacién mi tica, en su lenguaje siempre car- gado de sugerencias. Las pers- Pectivas de enfoque y las res- puestas han ido variando con el tiempo, pero también dentro de una misma época se han pro- puesto interpretaciones harto di- ferentes y hasta dispares del mito griego. Ellenguaje ambiguo y plurivalente de la natracion mi- tica, envuella muchas veces en un cierto ambiente de poética y hasta de fascinacién magica, ha permitido a los autores especu- lar sobre sus significados legan- do en no pocas ocasiones mu- cho més alld. de Io que los mi mos gtiegos hubieran podido ja- mas imaginay. Este fendmeno ee daba ya en la misma antigdedad clasica. Du- rante la época helenistica y como consecuencia de la crisis de los ideales religiosos de la vieja p6- lis griega los fildsofos estoicos, los epictireos y los neopiaténicos interpretaron generalmente ol mito de una manera alegérica. Los dioses, por ejemplo, serfan simples personificaciones de fuerzas de la naturaleza que el hombre, en un momento tempra- noe inmaduro de la historia, comprendié a su propia medida De ahi que el mito y la religion griegas hubieran adquirido ese peril tan ritidamente humano, 8a acufacién tan marcadamer te antropomérfica. La fuerza 06: mica del amor era un nifo alado, con coronas de flores en las ma- ‘nos que aludian a su capacidad fecundadora 0 con cintas que mostraban su poder: con ellas ataban a los mortales. Desde an- tiguo se personificaban también conoeptos abstractos tales como la Fortuna, la Discordia, el Juego; 0 estados de la naturaleza como TOS Y AOS DE GAECWT los diferentes Vientos 0 la misma Galéne, que ex- presaba la calma benefactora y brillante do! mar © estados del cuerpo humano concebidos como fuerzas exteriores al hombre tales como la salud que encarnaron los griegos en Higia, companera en las imagenes y en ef culto del dios y héroe de la medicina Asclepio, el sueno (Hypnos) o la muer- te (Thénatos), dos hermanos que representaron como démones alados: al suefio como un adoles- cente, imberbe; a Thanatos, como el hermano ma: yor, mas adusto y barbado. Este marcado antro- ;omorfismo —en poesia y en imagenes— de la re- ligién griega clasica indujo a posteriori a los filé- ssofos a proponer su explicacion alegorica de la mi- tologia. El pasaje del Banquete de Platén que re- cogemos en los textos puede servir de ejemplo de esta tendencia a la personificacion alegorica de conceptos abstractos introducidos en un relato mi tico. Ortra de las tendencias mas significativas de la in- terpretacion helenistica del mito fue el evernerismo, que tomé este nombre de su principal representan- te, Evemero de Mesana, en el siglo va. C. Seguin este autor los dioses no habrian sido en sus orige- nes otra cosa que simples mortales que sobresa- lieron por sus beneficios a los hombres. Como con- secuencia de sus acciones memorables el tiempo acabaria heroizandolos y, divinizéndolos tras su muerte: asi lo fueron un dia Heracles y Asclepio. Responde en una gran medida esta concepcién a la deificacién de los monarcas helenisticos partien- s)TOS Y AITOS DE GRE do de! modelo mismo de Alejandro Magno. La vida incide aqui directamente en el devenir mitico, que se empapa del contexto social Interpretaciones modernas de la mitologi en el siglo XIX En 6poca modema el Romanticismo vio de nue~ vo en el mito —como lo hicieron los flésofos hele- nisticos— una alegorizacién de las fuerzas de la na- turaleza, Pero tambien —y aqui debemos apuntar los nombres de los mismos Winckelmann y Goe- the— se comprendié aquél de un modo puramen- te estético, como mera poesia y manifestacin de la belleza. Otros, como Max Miller, consideraron en los origenes de los mitos un estadio infantil o in- clugo una enfermedad del lenguaje. Una expresion erronea, heredada de un estadio anterior e imper- fecto del lenguaje, en un momento determinado lle- varia, segin Max Miller, a su interpretacién como: mito al no comprenderse su significado originario. ero la aportacion fundamental de este sabio ale- man afincado en Oxford fue la creacién de una mi- tologia comparada de los diferentes pueblos in- doeuropeos. Supo descubrir Max Maller en la ma- yoria de los mitos una manifestacion del impacto ue los fendmenos naturales —como el amanecer, la puesta del sol y los demas fendmenos celestes— pudieron dejar en el alma primitiva. Encaja bien todo ello, vemos, con la anterior herencia romanti- 120 can la cabeza de ‘Medusa (detalle de una idria atica, mediados del sigiova.C, Museo Briténico, res) Interior de una copa figuras negras: Heracles ‘con Nereo (mediados dal sigio wa. Museo Brténico, Londres) cca: para los romanticos el paisaje fue en gran me- dida un estado del alma. LI texto elegido de Max Muller recoge algunas de estas caracteristicas st faladas. Interpretaciones de la mitologia en el siglo xx: de la antropologia al estructuralismo in Enlas ultimas décadas del pasado siglo y en los albores de éste el influjo de la antropologia com parada se dej6 sentir profundamente en la interpre tacién de los origenes de la religion y, mas en con creto, de la mitologia griega como expresién de una mentalidad primitiva. Al ilustre profesor de Cam- bridge, sir James Frazer, debemos una ingente ret nin de materiales de corte etnogratico y folclérico que aplicé a la interpretacion de fos mitos griege Contados por Pausanias 0 por el mitégrafo Apoio- doro, a quienes traduce y ampliamente comenta. Asi, la historia de Deméter, que por las noches po- ria enel fuego a Demofonte, el peau de Ce: leo, para hacerlo inmortal —como mente Apolodoro en el primero de sus libros (|, V, 1)—, sive a Frazer como excusa para desplegar una inmensa erudici6n sobre ritos de nacimiento si- milares, extendidos entre pueblos tan diferentes y alejados en el tiempo y en el espacio como los es- coceses, los judios y los kafires de Aftica del Sur Fue Frazer, como Max Miller, un evolucionista, que consideraba en el mito un estadio magico, saivale, que sélo un largo camino de la civilizacién acaba ‘la por superer. El siglo xc ha indagado nuevas vias para la com- prensién del mito. De las huellas de Frazer surgira en Inglaterra, concretamente en Cambridge, la es: cuela del mito y ritual, cuya mas eximia represen tante fuera Jane Ellen Harrison, Seguin las propues- tas de esta escuela, todo mito habria nacido de un primitivo ritual. Muchos mitos podrian explicarse, ademas, como representaciones de rtuales colec: tivos: se empieza a entrever por primera vez la im- portancia de determinados ritos de iniciacion para explicar una vertiente importante de la mitologia griega. Aludiremos mas adelante a algunos mitos én relaci6n con rituales de iniciaci6n, como los lla- mados de paso o de trénsito, fecundos atin hoy en la explicacion de determinados ejemplos griegos, modelo que también por aquellos mismos anos propuso un antropélogo franoés, van Gennep, en Su Gonocido libro Les rites de passage (1909). En otro orden explicativo son conocidas las in- terpretaciones psicoanalticas de la escuela de S mund Freud en las que repetidamente se relacion6 el lenguaje de los mitos con el de los suefios. ZQuién no conoce la lectura que hizo Freud del mito de Edipo —que matt sin saberlo a su padre y cas6 después con su madre, en el famoso drama de So- focles— ahora como un universal escondido en los estratos mas profundos de la psique humana, como expresion sublimada de su libido, de su im- pulso sexual? Una narracién como la castracion de TOs ¥ AOS DE GAECIL Urano de la Teogonia de Hesiod, que recogemos en los textos, encajaria en este modelo de explica- ciiGn de la escuela psicoanalitica. Algo después de Freud, C.G. Jung, otro lustre psicoanalista que se inioié en su escuela, desarrolié la teoria de los ar- uetipos del inoonsciente colectivo como fuente in- rata de los mitos. En la estructura de nuestro in- consciente tendrlamos depositados, al modo de formas platonicas, imagenes primitivas de cardcter Universal que forman el tejido originario y mas ele- mental de los milos. Jung desoubre, por ejemplo, uno de estos arquetipos en el motivo del monstruo ¥,del héroe que consige iberar al mundo de suin- fiujo maligno. Numerosos mitos griegos de héroes benefactores, liberadores de males, como el de Perse, cuya version de Apolodoro recogemos, 0 los de Teseo 0 el de Heracles que relataremos mas abajo, fueron inmediatamente explicados por la es- Cueia de Jung dentro de este arquetipo. Paralelamente a los psicoanalistas se desarrola- ron en las primeras décadas de este siglo diversas, teorias sobre las formas del pensamiento primitvo, un pensamiento.preldgico e iracional, con unas funciones mentales muy espectficas dé las socie- dades inferiores, que L. Lévy Bruhl consider de- terminado por representaciones misticas y emocio- rales, oponiéndolo asi a un pensamiento racional y logico moderno basado en el principio de la. no ontradicoién, 0, simplemente, un pensamiento mi- tico en la propuesta del neokantiano . Cassirer, ‘que vio sobre todo en el mito un sistema simbélico caracterizado por su funcién expresiva, a diferen- Cia de! lenguaje comin al que corresponderia, por el contrario, una funcion intuitiva Mencién especial merecen aquellas teurias que tratan de establece’ la estructura interna, légica, de los mitos, como la que representa el antropdlogo francés Claude Lévy-Strauss, 0 la que con relacion a los cuentos realizo a principios de siglo el folclo- rista ruso Vladimir Propo. Frente a las posiciones primitivistas de Lévy-Bruhl, Lévy-Strauss afirma que e! pensamiento de los pueblos agrafos —mejor que primitivos— es perfectamente desinteresado e in- felectual, exactamente como lo hace un filésofo (Lévy-Strauss, 1987, 37). La narracién mitica en- Cierra en s{ misma un modelo légico, y es precisa- mente la estructura interna del mito —-donde se en- Cuentra su c6digo l6gico— la que confiere a aquel su significado. La teoria de Lévy-Strauss implica ‘ademas que en todas las culturas los mitos poseen una funcion similar, lo que no es aceptado por fi- nos intérpretes de la mitologia griega como Kirk, que abogan, con razin, por la multipicidad de fun- clones de los mitos griegos: no es posible reducir 2 un modelo funcional diico la enorme diversidad de los mitos. Cualquiera de las teorias anteriormen- te expuestas pecaria, por tanto, en el mejor de los casos, de unilateralidad Propp no se ocupé directamente del mito griego sino del cuento folclérico ruso. En su libro fun mental, La morfologia del cuento, publicado en 1928 y traducido a las lenguas occidentales unos treinta o mas afios despues de la edicion rusa —lo Que justifica su influjo muy reciente en autores ac- 10/MT08 ¥ TOS De GRECIA Heracles y el ledn de Nemnea (moneda griega de! sigiow a.C,, Fundacién Gulbenkian, Lisboa) Detalle de una hidhia dtica de figuras rojas: Heracles lucha con el le6n de Nemea, inicios del sigiova.C. tuales—, propuso Propp una lectura de la estruc- tura narrativa de los cuentos populares cuya accion redujo a un total de 31 funciones. Estas funciones —y No los personajes, que son intercambiables— constituyen’ los elementos constantes de todo Ccuento y confieren unidad de accién a la trama, La narracién de las Sirenas en la Odisea 0 el citado mito de Perseo —vednse los textos respectivos— oseen los ingredientes populares © magicos ca Tacteristicos de muchas colecciones de cuentos actuales. El método estructural de Propp, decimos, ha re- percutido recientemente en investigadores de la re- ligion griega que buscan establecer una gramética del proceso narrativo de los mitos, como en algun caso hace W. Burker, influido también por la vieja discusién funcionalista de la escuela del mito y ri tual de la antropologia comparada. El subtitulo de tuno de sus libros mas conocidos Homo Necans, La Antropoiogia del mito y ritual sacrificial de ka arr tigua Grecia, nos sugiere por si mismo una vuelta a vigjos problemas. Otra sintesis algo més recien- te, Estructura e historia en la Mitologia y Ritual Grie- gos (1979), insiste en la dimension histérica del ito que se incorpora y forma parte de la estructu- ra narratva Autor de vida fecunda y longeva, el franoés Geor- ge Dumézii fallecido en 1986, ha desarrollado unas Sugestivas propuestas funcionalistas ampliando con nuevos postulados a vieja teoria comparativa, defendida sobre todo en el siglo xX por Max Mi- ller. Los mitos griegos, védicos, iranios 0 latinos serviian como testimonio para reconstrui insttu- ciones indoeuropeas basadas en el esquema tr funcional de su sociedad: sacerdotal y real, guerre- ray artesanal. Muy influidas por el estructuralismo de Lévy-Strauss y por la tradicién sociologica fran cesa, se sitan las obras de P. Vidal-Naquel y de J.P. Vernant, que estudian el mito dentro de estruc turas institucionales y rtuales de la sociedad gre ga, como la caza, él sacrifcio, la tragedia. En esta linea —y en el estructuralismo— cabe tambien in cluir algunos de los trabajos del espanol José Ber. mejo. Otras aproximaciones al mito griego de estas il timas décadas han resucitado viejos postulados antropolégicos. Mas arriba aludiamos a la obra de Van Gennep, de 1909, sobre los ritos de transit. Propuso este autor bajo un esquemia comin la lec: tura de los ritas iniciaticos y de paso que cumpl- rian siempre con una estricta secuencia cronol6 co-temporal que comprenderia un primer estadio de separacion, un margen o limite entre dos esfe- ras 0 dos mundos diferentes, y un tercer estadio de agregacién donde el individuo participa de los be- neficios de este nuevo estado. Este modelo ha ser vido para expicar numerosos rituales y mitos gre gos de tipo césmico, individual y social: por ejem: plo, los de efebia —el paso del nifio a una socie- dad adulta— 0 los rituales de boda o de muerte con el paso aqui de la esfera de la vida, del aquer de, al 2mbito del mas alla regido por sus propias leyes. Desarollando esta linea, Angelo Brelich ha € tipo tribal —un resi- duo prehistérioo— en la Grecia clésica de los ado lescentes y de las virgenes, los paides y las par- thénoi (1969), con especial tratamiento de determi: nadas fiestas griegas, como en concreto las mis estudiado las ini mas Panateneas que se celebraban anualmente en ‘Atenas en honot ba nombre a la ciudad. Nos referiremos mas adelante a algunas de ellas cuando hablemos de la religion de la péiis. Imagen y mito La indagacién iconogrética ha abierto desde fi ales del pasado siglo perspectivas insospecha- das en la interpretacién de los mitos y de la religién oriega. Generalmente los fildlogas habian visto en la imagen un simple apoyo secundario, como un mero adorno de los textos al que acudian para ilus- trar tal 0 cual ejemplo literario. La misma arqueolo- gia clasioa no habia sabido desarrollar otra anda- ura independiente que no fuera apoyada en el dic tamen de las fuentes escritas: vivimos, hasta bien entrado e! siglo xx —podemos decir hasta nuestros la tradicion de la lamada arqueologia-fi- decimonénica. Pero ya en el siglo xix, en na primera obra llamada Bild und Lied (Imagen y IMTOS ¥ PITOS DE GRECIAN Cancién), publicada en 1887, el aleman Carl Ro- bert —al que sin duda podemos considerar como Uno de los grandes eruditos en mitoiogia clasica— se dio cuenta de las grandes diferencias que me- dian entre e! lenguaje oral y el figurado. Uno y otro lenguaje poseen su propia esfera de autonomia, utilzan por separado sus propias leyes. Eneste contexto se han citado con frecuencia los juegos funerales en honor de Patroclo, del canto 23, de lalfada, Hacia el 570 a. C. pinta esta historia Cl- tias en un ftiso de la conocida cratera de volutas, de figuras negras que conocemos como Vaso Francois. Diomedes es el (nico de los contendien- tes en la carrera de carros que participa simulta- neamente en la narracion de ia ifada y en la pintu- ra de Ciltias. Los otros personajes, Hipotoonte, Da- masipo, Ulises y Automedonte, que fue auriga de ‘Aquiles, no concursan en el pasaje homeérico. Ni si- Quiera los dos primeros son héroes de la liada: son sus nombres parlantes —corredor de caballos, do- mador de caballos—, compuestos que hacen rela- cién a los caballos, al status del arist6crata que los, pposee. En Citias la propia imagen ha creado mito dos nuevos personajes se han introducido, me- diante sus nombres y la plasmacion de sus figuras negras en la estera del épos, del mito heroico, Mitos recuperados con las imagenes En una obra posterior —Hermenetitica arqueo- légica— Carl Robert sent6 las bases de la inter- pretacién iconogratica, influido seguramente por ‘2IMeTOS Y ATOS DE GREC Carrera en los funerales de Patroclo (dino del sigo v, ‘Museo Nacional de Atenas, izquietda). Heracles lucha on el gigante Anteo (crdtera de! sigloia.C. Museo dat Louvre, Paris) el modelo de W. Dilthey, el flésofo de Berlin que, frente al método positivista de todas las ciencias de la naturaleza, propuso la hermeneiitica como método propio de las ciencias del espiritu, de la historia, Desde Robert hasta nuestros dias se ha venido desarrollando la iconografia mitica olasioa con re- copilaciones ingentes de materiales, especialmen- te de ceramica y de relieves en tertacola y marmol Las imagenes nos permiten muchas veces aproxi- marnos a mitos perdiddos en la tradicién Iiteraria 0 a conslalar la antigiiedad de un motivo que por los texlos considerariamos mas modemnos. Asi ocurre on los fragmentos de un anfora protodtica del Mu- 90 de Berlin, de mediados del siglo via. C.: Peleo conduce al nifio Aquiles ante el centauro Quirén para que éste le eduque en el bosque y Ie inicie en las artes de la caza. El centauro se acerca a recibir al héroe y sostiene en sus hombros, como ser del bosque, una rama en la que cuelga su botin de aza: un leén, un oso y un jaball. Conociamos un detalle similar de la crianza de Aquiles por Apolo- doro, el tardio mitégrafo del siglo d, C. que en su Biblioteca (l{6) nos relata que Quirén alimento al niffio con entrarias de leones y jabalies y con mé- dula de osos. Antes del descubrimiento del vaso gfiego se suponia este detalle una invencién de los mitégrafos de época helenistica. Hoy el motivo se retrotae nada menos que al siglo vi a.C. y nos abre la posibiidad de que este detalle, tan crudo —que omite significativamente la mas noble narracién de la liada, donde Aquiles fue criado por su madre Te- tis, una ninfa del mar— figuraria en las mas exdti- cas y novelescas Ciprias, poema, hoy perdido, aproximadiamente costaneo del énfora ‘Cada uno de los ejemplos puede ser un caso su- gestivo: un énfora corinta tardia, de mediados del siglo wa. C., narra la insbiita historia que se cant6 tal vez en la Tebaida, otro de los grandes poemas épicos de arcaismo. El héroe griego Tideo, uno de los Siete contra Tebas de la tradicion mitica, ha irrumpido espada en mano en la habitacién donde la descocada Ismene estaba acostada en compa- fla del bello Periclimeno. El enfurecido Tideo va dar muerte a la blanca muchacha que, con el brazo ex- tendido, implora piedad. Su amante, caracterizado con la camaciones blancas como si fuera una mu- jer, huye empavorecido hacia la puerta. Sdlo el erro, mudo testigo de los hechos, permanece se- Teno bajo las patas del adornado lecho. Apenas s2- briamos nada de esta historia mitica si no poseyé- tamos esta representacn iguada del Museo de ‘ouve. Mitos y gestos: la autonomia de la imagen También las perspectivas y enfoques de la ico- nogratfa mitica han ido modificandose y enrique- ciéndose desde las primeras propuestas de Ro- bert. Se ha estudiado, por ejemplo, todo el univer- 0 mitico de los gestos, de tan profundo arraigo en la ceramica griega: los hemos visto en el anterior 4nfora corintia del Louvre expansivos y llenos de movimiento arcaico para expresar la sorpresa, el terror; muestran otras veces la pasion inmediata de los héroes como la tristeza o el amor repentino que entran y salen por la mirada; en el clasicismo ha- llaramos una patticipacién mas intima y callada ‘con ademanes interiares, como las exprasiones melanodlicas y tenues de las figuras del Partendn y de los vasos griegos coetaneos. Se ha analizado también el mado de la narracién arcaica, la llama- da pregnancia de la imagen: una figura aislada despliega por si misma todo un universo narratvo, independizandose muchas veces del resto del con texto. La imagen desarrolla su capacidad narrativa, imitica, de una manera auténoma Al igual que apuntébamos arriba para las lectu- ras sociales que experimenté el mito, sobre todo en esta segunda mitad del siglo xx, también algu- Nos aulores que se ocupan de la iconografia han visto en las imagenes griegas —especialmente en sus vasos y esculturas— intenciones propagan- disticas y polticas, por ejemplo, de los duefios de los alfares en Atenas donde la variacién de deter- minados motivos se ha puesto en relacidn con el cambio politico que experimenta la tirania, a me- diados del siglo vi, hacia la instauraci6n y afian- zamiento del regimen democratico en los albores del siglo v: asi, a figura de los héroes —primero, Heracles, y enseguida el nuevo ideal ateniense que encarna Teseo— se remadela junto con la evolucién del pensamiento democratico de la ciu- dad. EI mismo programa iconograico del Parte- 1nén rebosa ideologia y exaltacion ateniense del momento imperialista de Pericles: a él nos referi- remos mas adelante Se ha examinado también la adaptacién de los MTOS Y PTOS DE GRECIA/1S ritos al gusto de los clontes ave encargan 0 a {queren las magenes y con alo se ha abi ol fio rego a usa vertonte nueva que nos sca de Greciay del helenaoenisme para civamos en una Spica Gutualaernte la eratacion de a mito Joga giega con as cutwras poréicas que ertan ‘Greer con ela me toaten per aero Ie ‘srusea yla mara boa, Son precsaments co ‘élagee los Que han estusact al process vivo y Gialoctico cela comprensin,asrilacon Teac ‘én ~o has echazo— por pare de os ets: ‘Ge fs mts tripriadas Gregos # raves de us Imagenes. Es ample y @ ver muy comple 1 Drogunla que se vendn plsrteando 1s srquedo {oe on ecas cos atmos ddcagas: Zoro erten 8 el eigena tdrbaro os eageres micas portacas de Groce a raves de fos broncos yn fee'vasos? Algunos han habaco ijstamer® 32 Un rooeso de banalzason de ls os par Coptores gona do unas iraganes edafas & Steaua, arquyendo que éste sea cl proceso nor ‘mal del nuevo poseedse no grego ano ert: Sar os renslesxnics on tad caso fepreser: fades. Esiantepetacion supone de hecho une ‘odemzacién del rocaso, al parallza’ caso ‘nigua con el eam do nano feo que cores tin Seo precio, cur una frag, ob una oR ta exdica que no puede Comprender, po emelo, Un jaron ching expuesto en vine Ge ura cae burguese de Ocederte, dagen y mito regs years crcandantes a conrasacén del neocon as cutuas ofeun- canoe nos va a comprence en su prtcidad (eh da mo y dela magen ea angus Sad\y soe lado e proceso de tentrpretanion Censlo que dla muy loos oe ern baraiza {ion Porgamos un sjmoo Barco que noe see fa pa aca ot tuene de Grsba a evo thes dela poerionta pommel € fea ero {ure ret con uma clr e apart Ger cur cot so vena rewpo.s gana Se ava noo de epreari agen fea que So trod cane vaso slenerte gonad tera ont eueten vo la sparse tepontra de a Nevo Vtsia daca ane tn adlecetedesnaso tye ta un cabal Se ia Gl epoca Stan gett de un jovn com yee oa Salo. soprendo ars la mrovsiaaparcon do ie dose que deacon dele are, se ereaeta dsusado Eines tre grog alee, del tolvo mo en eta rao fates. roan di, 20 ro puso 9 eed ci ud modo pare oro ce loser pra Sra’ eee ean ed agen pornos Sronmerns 3a esa rica el Be or nto do a tum Y por @ proeso sma en Sas repetotacone: powrsUnes se ala de {mba de un ham ase poses ests, coma a ‘ndean doy boca‘ bones coreeiadoe Et ‘Ba segment se proecaen a magn dlp. tee cavaso Nes, Weloa, 0849 tn oom asp Fargas, Museo de Fvenca heca @ 57040) 0 circa alas do ubaturba que accge, con ka Sirenca dl Baudo cele fra ona pera, al joe ‘must Et vaso glego ha servco, en la tamba l {user ineren pee eproseriar Un ro do vars {601 paso del at enteraco al rene oe lance Comolveames ono esquema de van Genre, 2 ‘epresena aqu el momento precsamente rier: 20, ls logada a ne que sopara ambas osras De ariel porsonsio dado. rresentade. como Nice, quo ra ge anspor a nat 9 amt me ‘eros y sbvenalral ela ost tos sobre el rigen del cosmos y tos doses as nara eaves al gon del coares y ce os doses, que scaceran ern lamp mbes parse: deren un énoea aera ge Ferasones dos homeres, cupan in ugar {iden &pensamionio da prmer arcane prego. igen cosmos y tsogeias so eneusrtan go rerarete teas ‘pia sor da 2 Aatoa hast lamba sia ene, Sun ong sera 9-sdoevopso Segura 32 fas naciones. Taber el aco greg pat {pa con rags muy coeretos en motes ese Strbo comon cogeica, En gla meds esas Hstoras conmogénicas ayuda a ear una orertacon del hore on su ‘preseason dal mundo, Farconan pues univer ‘mene a5 o Fa saad Sopestvarete 6 historador de as ‘elgonas Mica Eta — como tnmecele sauce). ear sce moscow {arma au mage mun Caos que emg tree ex age au coma a sepaeon el bover ‘isl oe i iaurlere™ se Yarstomaaqulen th tmunao rgancado. Otecen pues enos ics tn mous dance genera, a cous. xeican (pun dlc taray Sarai tr dears usted port so caon ye Catt sdo, me. da bv elo. Gosran adr eos mos do de in 65 cya mateadarte antapncay Sea, ‘Banos ca\ ono ya es con unas som tadres sucestas, Subjace cau comune uh tradeo Gabctto 6 trsenenve carter eh fresado coro use y ara cconioos Vag fet espct nts da Teopeia hes She recogen de un do oreo sere y 8 ‘ces bala hata de side Orbs poo {ss postreres canon @ angen cl unc con Gres tnracen en cit un mayer tna Papers Wea a es jones Ows9 ens nate de avs Netamari Sy ands que eos ol avo herisco Aanen Se Foca, que we ev SagoneC, ona tol Se su argos rss £068) Puro en boa 81 poeta mtco Geo. al compas de su cra, et ante ongen del mun, cue eos regi fam en neetos feces Pro vor do nue alas ones narace ag to Sige oi. Uae niga courage tsportanearant se convene toons gu Croan as Vasconcartls ocala Ge ogo sobre a sweeten ua. Cao ‘ag una lesa tras soeagea ae esos nas en ari ej Y atean edcheamete 8 esteblecmet Fete pati ene cas ‘aud a crdter ie naraiones de cosiin estan vncuadas, en ocasionas, a rules festvos ‘que ponon de manists as antes a superar en hranscurso ce la esta, £8 pooma dea crea ‘Sn babs Eruna Eh era centaco en la {as del nuow eho de Babson ye parece” se ‘2compafaba de una especie de blama fur, ‘Ghirodelo que procsartent sig de esti a ‘Moumento del escuela antopoléoica de Moy Pua la que nos eteramos mae arr, ra suse su Tools Tamer se ha senalada que f2sto8 mtos casmagents fomaban parte deer antamentos en ouraciones magicas Io que Go- ‘uments a gurtunconaidad dela naracn, su ardor uascondente,€ cusp enerme, enon: Sido como una devia del easmas Se ie to, e Tesaura rragearente @ raves de estos osmas dinamieos. del cosmos unwesal. Poste fermen, etext apacguaday erate cel lane pasaje de Apoiono Ge Ragas, lado y “eco {oo enlos texto con la cancn 06 Orie. as {Eooe marine oe serenan al escuchera, recinan Sus cabezasy busean ol sto, Hace hoy ya mas de Werea aos que os sto adores de a iteaura greg ver las racine eva Teogoniahesddica con al poema hia ds Ku ‘ats conoodo come £1 Asada en los Clos (Bamate, 1967, 146; Eurker Beemmer, 1867 19-65} Dotales muy concrete entre los mits oon sa per tare por ow {ay asgjes do a mfobogia gee prucban una {sb gal teydo miteo ae la Teogenta que 68 8 Bone Tove liga posiblemerte en ia mma Edad ‘Bronce, due la expansion comercial mice "ica ania cae oF pom onrauri, ati del sigio ma C, cuando o manda grago se Shee de nuevo al Meoieranaoy al Orta. Eneca liken ca teas ofertas Ge esas teogorae Tideo amenaza con su espada a Ismena (detalle de tun 4nfora corinta de ‘mediados del sigiow a.C. ‘Museo del Louvre, Paris) ppenetran en la iconogratia griega: el monstruoso Ti- fon lucharé con Zeus en un vaso Corintio del siglo v La idea basica de estas narraciones puede re- sumirse en la lucha de las dinastias divinas que son sucesivamente derrocadas hasta el estable cimiento definitivo de! dios de la Tempestad. Un primer dios celeste, Urano (Anu en los textos hiti- tas) es vencido y castrado por Cronos (Kumarbi) Pero a su vez Cronos pierde el poder: el dios de- vora uno tras otro a sus propios hijos, h al nacer Zeus —el dios de la temp . or engafio en lugar del nifo una piedra envuelta en pafiales que le hace vornitar todo lo que con anterioridad habia tragado. Otro poema hitita de origen hurrita, EI canfo de Ulikumm), Inspirara a su vez el famoso episodio de la lucha descomu- nal entre Zeus y Tifon de la Teogonia de Hesiodo. En el mito hitita el destronado Kumarbi copula con una roca y engendra a un monstruo de diorita —Ullikummi— que intentara derrocar el poder de los dioses. En el poema hitita no se conserva la lucha final del monstruo con el dios de la Tormen- ta, Tesub, pero se supone también el triunfo defi- nitivo de este ultimo, como en la version griega Se han descubierto ‘similitudes demasiado pun- ‘8/MITOS ¥ AIT GRECIA Victoria alada offece una ibacién a un tara de figuras rojas de Galera, Granada, i520 Argqueolgico tuales para poder negar una asociacién entre am- bos mitos: en el poema hitita, por ejemplo, los dio ses se reunen en el monte Casio, en Cilicia: pre cisamente en esta montaria se desarrollara la es- pantosa lucha de Zeus con Tifén, seguin la version del tardio mitégrafo Apoiodoro. Las similtudes no se ofrecen exclusivamente con la obra de Hesiodo: otras teogonias, como la Orf- ca, incluyen detalles muy similares con el poema hi- tita, pues aqui es Zeus —y no Cronos— quien de sempefa el papel de Kumarbi, cuando devora los genitales del primer rey, es decir, de Urano (Bur- kert, en Bremmer, 1987, 2) La literatura y la imagineria griega estén llenas de las representaciones misticas def cosmos en Gre- cia. No se reduce sélo pues a la Teogonia hesid- dica, si bien es éste el poera més directamente re lacionado con temas cosmogénicos. Estos mitos reflejan un sistema de representacién intutiva del espacio, sirven para ordenar el cosmos. Asi, el gic go de época homérica consideraba que la boveda del cielo estaba sostenida por uno de los diose primordiales, de la generacion divina anterior a la alimpica, condenado por Zeus a este trabajo eter- 10 y titanico. Se trata de Atlas ef astuto malvado varias y mundo. Al igual que Proteo y muchas inidades marinas, era Nereo conocedor y guardidn de los secr munales, juracién del castigo. At iente, en las mor tan, su hermano Promete bién etemamente atat fa, en este otro extreme una columna la imagineria onocemos vo Ne ionial tencia ahora con las olimpicas, mas propias del nuevo panteon griego. No creyeron los griegos en una creacién del mundo de la nada, sino tendieron a aceptar mas bien la representacion de que el espacio y el tiem- 0 Seguian un movimiento ciclico, circular (Guthrie, 1957, 63). La idea de un continuo retorno a lo que fue antes para recomenzar el proceso de nuevo subyace en algunas de las imagenes césmicas del hombre griego. La encontraremos en los pitagdri- cos —vinculada aqui al ciclo de las reencarnacio- Nes sucesivas— y en Platén. La naturaleza, en cconstante renovacion, engendradora, sera inspira- Cin de este sentimiento ciclico del tiempo y de la vida. En el canto VI de la lliada (vw. 119 ss.) Dio- medes, hijo de Tideo, preguila a Glauco su iden- tidad antes de enfrentarse a é! en el combate que da gloria a los varones: —

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