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JUAN DIAZ DE BAEZA ‘ HISTORIA Dy Be dE GUERRA DE ESPANA CONTRA EL EMPERADOR NAPOLEON f MEXICO & LP) HISTORIA DE LA GUERRA DE USPARA CONTRA EL - EMPERADOR NAPOLEON, POR EL PRESBITERO D. Inan Dia; de Baga. NS r MEXICO. soe. rat SEG Conte ena nim. 10. CTO 7-AG- PROLOGO. te Rica y feliz la Espafia en el] reinado de Carlos III, se resintié mucho en el de Car- los IV de las debilidades de este monarea, y sobre todo de los efectos de la revolucion francesa. Despues de una guerra infructuo- sa contra el gobierno democratico de la na- cion vecina, dl cual habia decapitado al vir- tuoso Luis XVI, proclamando al mismo tiem- po las m4ximus mas contrarias y ofensivas 4 la autoridad de los reyes, tuvo que com- prar su quietid 4 costa de inmensos sacrifi- cios, porque los diferentes gobiernos que fue- ron succediéndose en aquel pafs, todos ven- dian su amistad 6 muy alto precio 4 la des- gobernada Espafia. Asi, sus tesoros, sus Iv PROLOGO. escuadras, y por Ultimo hasta sus ejércitos, todo estaba 4 disposicion del gobierno fran- cés. Pero, al cabo, pudo conservar la inte- gridad de su territorio, y regirse por sus pro- pias leyes, y por sus monarcas naturales, ya que no gozase de independencia su gobier- no, sometido 4 la voluntad de la Francia, hasta que el jefe de esta nacion, envanecido con sus conquistas y poderio, quiso dotar 4 _un individuo de su familia con el rico patri- monio de San Fernando. Cosa muy hacede- ta y facil parecid al que estaba acostumbra- do 4 dar la ley 4 todos los monarcas de la Europa; y 4 fines del afio 1807 empezé 4 po- ner en practica su proyecto, invadiendo en- gafiosamente con sus tropas el territorio es+ pafiol. Mas la nacion magndnima, que en medio de los desaciertos de su gobierno, na- da habia perdido de su dignidad, opuso al usurpador una resistencia que nos recuerda los tiempos de la invasion agarena. Dignos son, por cierto, de trasmitirse 4 la posteridad mas remota los esfuerzos, el va- lor, los hechos herdicos, la lealtad y la per- severancia de los espafioles en esta lucha, que de nuevo ha engrandecido su nombre, tan ilustre ya en la historia del mundo. Es- PROLOGO. v ta tarea Ja ha desempefiado dignisimamente el conde de Toreno en su ‘Historia del le- vantamiento, guerra y revolucion de Espa- fia.” La copia de materiales que tuvo 4 la vista este recomendable escritor, la claridad y la elocuencia de su estilo, unidas 4 lo cus- tizo y majestuoso de su diccion, las oportu- nas y profundas reflexiones con que enrique- ce la narracion, dan 4 su obra un interés y un mérito superior. Todo espafiol debiera "tener y conservar una obra tan preciosa, en que se pintan con los colores mas vivos las glorias de nuestra patria; lastima es que por ser bastante voluminosa, no esté su precio al alcance de las facultades de todos. Nosotros, con el fin de que se haga comun en Espafia una historia, que ningun espafiol debe ignorar, hemos procurado cefiirla 4 li- mites mas estrechos para que no sea gravoso su coste, siguiendo en la relacion de los su- cesos al conde de Toreno, aunque tambien 4 otros escritores, afiadiendo algunas particu- laridades de que tenemos noticia, sin omitir ningun hecho importante, ni circunstancia . notable, y haciendo por nuestra parte, si bien con economia, las observacionés que nos han parecido conducentes. Solo en la parte po- VI PROLOGO. litica, en que se estienden otros y especial- mente el sefior conde, cada uno segun su propésito, somos nosotros bastante concisos, para dar lugar 4 la narracion histérica, nues- tro principal objeto. Si se quiere, pues, no un diario de operaciones militares, sino pro- piamente la historia de una guerra, nos pare- ce que Ja publicamos completa, sin que deje- mos de tocar tambien en la parte politica los puntos principales. Ne este modo podrén nuestros lectores adquirir con poco gasto una noticia bastante estensa de la memorable guerra de los seis afios, y el conocimiento necesario de las ocurrencias politicas en uno de los periodos bajo este concepto mas im- portantes de la historia nacional. KTR BOT CAPITULO I. Proyectos de Napoleon sobre la Peninsula espaficla.—Tratado de Fontainebleau.—Entrada de los franceses en Espafia. Resvazre ya el empérador de los franceses & en- sefioreatse 4 todo trance de la Peninsula hispana; pa- rece que dl mismo tiempo de ajustar con C&rlos IV el tratado de Fontainebleau en 29 de Octubre de 1807, fluctuaba todavia en cuanto 4 los medios de llevar 4 cabo su propdsito. Estipulabase en aquel tratado la desmembracion de Portugal, dando en ple- Ba soberania la provincia de -Entre-Duero y Mifio, con Ia biudad de Oporto, 4S. M. el rey de Etruria, nieto de Carlos IV, con el titulo de rey de la Lusi- . tania septentrional; que poseerian tambien herédita- riamente sus descendientes; el reino de los Algarbes y la provincia del Alentejo al principe de lq Paz, con el titulo de prititipe de los Algarbef, en plena soberania para sf ysis descendientes heredlitaria- mente;'y quedando en depésito hasta la paz gené- z GUERRA DE ESPARA ral, las provincias de Beira, Tras—los-Montes, y Ia Estremadura portuguesa: el emperador de los france- ses salia garante, por el mismo tratado, 4 S. M. ek sey de Espaiia, de sus Estados del continente de Euro- pa situados al Mediodia de los Pirineos: y en articu- los separados se convino en que para la ocupacion de Portugal entrasen en Espaia 25.000 infantes y 3.000 caballos de tropas francesas, que en derechu- ran debian ir 4 Lisboa, reunidos con 11.000 espaiio- Tes, 8.000 de infanteria y 3.000 de caballeria: que otra division de 10.000 hombres de tropas espaiolas tomase posesion de la provincia de Entre-Duero y Miivo y de la ciudad de Oporto, y otra de 6.000 hom- - bres, tambien espaiioles, del Alentejo y de tos Al- gatbes. Asimismo se convino en que se reuniese en Bayona un everpo de 40.000 franceses, que debia pasar 4 Portugal, en el caso de que losingleses inten- tasen hacer algun desembarco en aguel reino: no de- bia entrar sin embargo en Espajia este cuerpo de tro- pas, hasta que las dos potencias contratantes se pu- siesen de acuerdo sobre este punte. Pero ya antes de la conclusion de este tratado, ha- bia atravesado el Bidasoa el dia 18 de Octubre, una division de tropas francesas, 4 la que siguieron inme- diatamente otras dos divisiones; y todas, mandadas por el general Junot, se dirigieron por Bérgos y Va- Madolid 4 Salamanca, donde entraron 4 mediados de Noviembre. Desde aquella ciudad tomaron por Ciu- dad-Rodrigo el camino de Lisboa, en cuya capital entraron el dia 30 del mismo mes; habiéndose em- barcado el 27 la famila real, y dadose 4 la vela el CONTRA NAPOLEON. 3 29 para Rio-Janeiro. Por donde se vé cuén grande era la impaciencia del emperador Napoleon por lle- var al cabo sus planes con respecto 4 la Peninsula. No se. sabia, sin embargo, 4 punto fijo cuales eran sus miras; aunque desde luego se vid con evidencia que no tenia 4nimo de cumplir con lo eatipulado en el tratado de 29 de Octubre, porque el general Ju- - Rot anuncié de oficioen 1° de Febrero siguiente & los portugueses, que el emperador Napoleon tomaba al Portugal bajo su proteccion, y queria que 4 nom- bre suyo gobernase todo el reino el mismo general; & pesar de que ya desde principios de Diciembre ha- bian ocupado las tropas espaiiolas las -provincias de- signadas en el tratado. Por otra parte, si bien el cuerpo de tropas que de- bia reunirse en Bayona, no podia entrar en Espaie, segun lo convenido, hasta que se pusiesen de acuer- ’ do los dos gabinetes; ya en el mes de Diciembre em- pezaron 4 entrar sin este requisito, de 27 & 28.000 hombres, infanteria y caballeria, mandados por el general Dupont, y 4 principios de Enero otro cuer- po de igual fuerza mandade por el mariscal Moncey; avanzando uno y otro ejército hacia Castilla, al mis- mo tiempo que-un euerpo de 12.000 hombres entra- ba por Cataluna. No se necesitaban mayores pruebas para que has- ta el mas preocupado en favor de Napoleon conociese su mala fé y segunda intencion. Con todo, resté- banos todavia ver mezclada la supercheria con la prefidia. Se presenté delante de Pamplona con tres batallones el general francés D’Armagnac, & quien 4 GUERRA DY ASPANA el virey de Navarra, marqués de Vallesantoro, per- mitié alojar la tropa dentro de la plaza. Alentado el francés con esta condescendencia del virey, pre- tendié que se acuartelasen en la ciudadela dos bata- Hones suizos; mas no se presté el- espaol 4 tan es- trafia demande, aunque coloreada con la poca con- finnza en'la fidelidad de aquella tropa. Frustrada pues su primera tentativa, recurrié D’Armagnac & Una estratajema indigna, no ya de un militar y ge- neral, sino de cualquiera persona que tuviese honor. Deintento se habia aposentado el jefe francés en- frente de la puerta principal de la ciudadela, y pa- ra llevar 4 cabo la traicion que meditaba, mandé que en la noche del 15al 16de Febrero de 1808, fuesen- entrando en sa casa con arias y 4 la deshilada algu- nos granaderos. Recibia sus raciones la tropa fran- cese en la ciudadela; y en la majiana del 16, por dis- posicion de D’ Armagnac, se presentaron 4 recogerlas algunos soldados escogidos, & quienes dirigia disfra- zado un jefe de batallon. Los soldados, -pretestan- do estar esperando al oficial, empezaron como 4 di- vertiree tirandose unos 4 otros pellas de nieve, pues estaba nevando: Con este fingido entretenimiento, jugueteando, corriendo y saltando, ocuparon algunos el puente levadizo, sin que los soldados espaiioles maliciasen ana vileza, cuya posibilidad ni aun se ocurria 4 su entendimiento prevenido por la lealtad de sus corazones. Colocados aquellos franceses en el puente, le pasaron de tropel los demas, desarma- ron 4 ios centinelns espafioles, se apoderaron de las armas del cuerpo de guardia, y facilitaron la entra-' CONTRA NAPOLEON. 5 da 4 los granaderos que se ocultaban en Ia posada de de D’Armagnac, tras de los cnales entré en seguida la demas tropa francesa. {Digna hazaiia, por cier- to, llevada 4 cima por un general, y mandada eje- cutar por un emperador! - Tambien 4 principios del mismo mes de Febrero ha- bia entrado por Catulaiia, sin permiso ni aun con cimiento del gobierno espaiiol, un cuerpo de tropas frahcesas de 12 4 13,000 hombres, entre infanteria y caballeria, mandades porel general Duhesme, el cual, despues de algunes contestaciones con el capi- tan general de aquel-principado, conde de Egpeleta, que se oponia 4 la marcha del francés hasta consultar 4 su corte, entré con su ejército el dia 13 en la ciu- dad de Barcelona, guarneciende.sin embargo los es- paitoles la ciudadela y el castillo de Monjuich. Si en estremo villana y ruin fué la conducta de loa franceses en Pamplona, no lo fué menos en la capital de Catalufia. Resuelto el general Dubesme & apoderarse de la ciudadela y de Monjuich, segun las intrucciones de su corte, hizo’esparcit la voz por la ciudad el dia 28, de que habia recibido.érden para marchar & Cadiz, solo con.el intento de prevenir la descenfianza de los espaiioles, y que no columbra- sen la iniquidad que meditaba:. y aparentando que iba & pasar rdvista 4 las tropas antes de salir’ de la ciudad, ls mand6 fermar en la esplanada dela ciu- dadela, ooupando con algunos cuerpos otres puntos para dar el golpe com seguridad. Revistados algu- laos cuerpos, se acercé el general Lecchi. con mruchos oftcisles & caballo 4 le puerta prinsipal, de Ja ciuda- 6 GUERRA DE ESPARA dela, parandose en el puente levadizo. A este tiem- po avanzé uno de los cuerpos apostados al intento, se apoderé del puente atropellando al primer centi- nela, y entré precedido del general Lecchi y todo su acompajiamiento, y seguido despues por otros cuatro batallones, que todos juntos se hicieron por ultimo dueiios de la ciudadela. Habia en ella de guarnicion dos batallones de guardias espafiolas y walonas; pe- ro la mayor parte de los oficiales y soldados se ha- Tlaban en la ciudad sin ningun recelo, y cuando vol- vieron, no sin dificultad fueron admitidos por los fran- ceses, quienes por fin consiguieron que evacuasen la ciudadela. jInsigne felonia de un gobierno que se decia nuestro amigo y aliado! Quiso el general Duhesme apoderarse por los mis- mos medios del fuerte de Monjuich; pero se vié bur- lado en su tentativa por la vigilancia, lealtad y va- lor del héroe D. Mariano Alvarez, 4 quien verémos con el tiempo hacer en Gerona una de Jas defensas mas tenaces y gloriosas que se leen en los anales de la guerra. Recurrié entonces el general francés 4 las amenazas, haciendo saber al conde de Ezpeleta, que con arreglo 4 las intrucciones que tenia de su emperador, tomaria el punto 4 la fuerza, si no daba érden para que se le entregase. Ezpeleta la did, se despeché Alvarez; pero era militar, obedecié; y Mon- juich cayé en poder de los alevosos huéspedes, ami- gos y aliados. Hervia la sangre en los pechos de soldados y naturales; pero ni en la nobleza de los es- paiioles cabia imaginar siquiera tan enorme traicion para haberla prevenido, ni las autoridades habian re- CONTRA NAPOLEON. q cibido instruccion alguna del gobierno, atortolado él mismo, y falto de consejo con los hechos estraordi- narios, que rapidamente se iban succediendo unos & otros, y contrarios todos al tratado de 29 de Octubre en que confiaba. Porque con las mismas malas artes se apoderaron tambien los franceses de la importante plaza de Fi- gueras; y lo mismo intentaron hacer con la de San Sebastian, bien que el comandante general de Gui- ptizcoa, duque de Mahon, frustré con. fidelidad y valor sus intentos, hasta que la entregé por orden es- presa del principe de la Paz, generalisimo de los ejércitos espaiioles, 4 quien. consulté. Muy cuidadosa y acongojada andaba. con estas.co- sas la corte de Madrid, no acabando de comprender con. claridad cuales eran definitivamente las intencio- nes del empetador Napoleon, pues ya estaba conven- cida de que otro era su propésito que el de cumplir con el tratado de 29 de Octubre. El mismo Napo- leon daba margen 4 esta perplejidad con su conduc- ta,,6 de intento para confundir al gobierno espaiiol é imposibilitarle de tomar utedidas de precaucion y defensa, 4 -porque-tal vez"él mismo no habia to- mado todavia el iiltimo partido sobre el modo de rea- lizar su resolucion de dominar en Espaiia. Se ha- aba en Paris D. Eugenio Izquierdo, comisionado del principe de la Paz, y encargado de promover sus im tereses; el misme que habia ajustado y firmado.el tra- tado de 29 de Octubre. Volvié Izquierdo 4 Madrid en esta coyuntura; y aunque nada se traslucié acerca del objeto. de su venida, parece, por las sefiales, que 2 8 GUERRA DE ESPANA su encargo eta presentar al gabinete de Madrid um proyecto, el mismo que remitié despues en 24 de Mar- zo desde Paris, donde habia vuelto; y que abraza- ba diferentes puntos, todos de la nvayor trascenden- cia; uno de ellos el cambio del Portugal, que debia reincorporarse 4 la Espaiia, por las provincias de la orilla izquierda del Ebro, que habian de agregarse al imperio francés. ‘Mas munca se hizo formalmen- te esta propuesta, sino que solo se preséentaron sus ba- ses al gobierno espaiiol, como si en un convenio real- mente se pensara; todo, no obstante, con gram pre- mura, con amenazas y altaneria, y entrande cadx dia mas tropas en el reino, y agolpandose otras en la frontera. Sin embargo, no hacia mucho que Napo- leon se habia quejado & Carlos IV de que no hubiese insistide en pedivle una princesa de su familia para es- post ‘del principe de Asturias; y al mismo tiempo le tegalaba quince caballos de-tiro; bien que en este re- galo vieron algunos una indirecta, que unos celebra- ban como un golpe de ingenio, y otros censurabar como una pueril petulancia, con que se indicaba 4 Carlos FV la necesidad de abandonar la Espaiia. La misma confusion, las mismas dudas que produ- ce naturalmente la Iectura de todos estos hechos, rei- naban -entoncés errel Animo del gobierno, ‘que veiea quebiantados tan descaradamente los tratados anterio- res. Grandes eran, empero, susinquietudes y recelos: miuyores atin los de toda la nacion, mas desconfiada todavia que el gobierno mismo, si bien no tan cuida- dosay desesperanzada, como & quittrarimaba el seti- timionte fatimo de su fuerza, de su valor, y de su dew CONTRA NAPOLEON. 9 cision contra el orgullo y las empresas de la Fran- cia, que pudieran atentar 4 su dignidad. Cierto, na- da sabian los pueblos de todos estos tratos y manejos; pocos sabian las infamias cometidas por los franceses en Navarra y Catulaiia; pero estaban de muy atras malisimamente animados contra la arrogancia fran- cesa: la lealtad espaiiola miraba ademas con horror 4 una nacion que habia decapitado 4 su rey bondado- so y justo, y su religiosidad 4 unos hombres que ha- bian sacrilegamente escarnecido, conculcado y pros- crito la religion de Jesucristo, y cometido las mas atroces crueldades con sus ministros. En nada ha- bia templado su aversion la conducta del emperador enesta parte; porque ademas de darles en ojos su am- bicion insaciable, que le habia conducido 4 pisar las coronas mas brillantes y poderosas por casi todas las capitales de nuestro continente, achacaban 4 poli- tica nada mas su composicion con la santa Sede en en los asuntos religiosos. Veian por otra parte inun- dada la Peninsula por los ejércitos de un monarca y de una nacion, de cuya fidelidad y principios religio- sos tenian tan mala idea; y todos los espaiioles, con poquisimas escepciones, temian, casi con seguridad, una gran felonia por parte de los franceses. Ellos mismos contribuian 4 confirmar estos temmores. Cuan- do se hablaba 4 los oficiales, del casamiento del prin- cipe de Asturias con una princesa de la familia de Na- poleon, respondian con maligna sonrisa: “Si, se va & celebrar una gran boda: Napoleon es el novio, y la Espaiia la novia.” La fiereza castellana era entonces

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