Cartas

Sin recordar hace cunto que no reciba una carta don banco, don luz,
y el joven Cespt, han escrito regularmente, aunque no s si puedan
contar las cartas de nmeros. Pero tampoco recuerdo cundo fue la
ltima vez que escrib a alguien, adems de para m.
Eso de escribir a oscuras con los ojos de la cara cerrados y los del alma
abiertos suena muy bien, como dices, creo que as se puede ver mejor
esa belleza habitual que a fuerza de vestirse con palabras se pone
guapa y nos atrae la vista para descubrirla en todo su sorprendente
esplendor. S que a veces no es necesario, pues tambin tiene lo suyo
as al natural, sin sus ropas de interpretaciones ni maquillajes de
subjetividad. Pero he de confesar que tambin disfruto mucho cuando se
viste de gala la cotidianeidad.
Tena tiempo sin escribir pensando en querer hacerlo. Normalmente se
trata de que no puedo evitar que las letras salgan a pasear. As en filita
india como nios pequeos de preescolar. Infantiles e inocentes con toda
esa energa, con llantos enrgicos o gritos de emocin. Pero hoy hoy
me conquistaste los ojos de nuevo, y la cara y la sonrisa, y esos
pensamientos que se agarran de las manos para jugar que son mi
mente. Te le en voz alta y se escuchaba muy bonito, as como guion de
pelcula extraa y artstica que tanto gusta, y que tanto me gusta a m.
Tus ojos? Tus ojos ven bonito Qu clase de alimento te permitir ver
tan bonito? Un montn de cosas hay en el men quiz ser que la
mayora se aderezan con lectura y reflexin, o que se sazonan con el
brillo invisible que algunas personas suelen agregar. Creo que es como
los batidos de frutas, muchos ocupan jugo de naranja para licuar, es
como un ingrediente base, aunque combinaciones hay para aventar.
No s qu tienen las cartas o qu historias contarn pero son como
as; si ese as que solo t puedes entender, Jorge. Ser que es
como cuando en las pelculas el protagonista se prueba varios disfraces
y hasta hace caras graciosas que en ocasiones suelen retratar. A lo
mejor escribir cartas es algo parecido. Como si fusemos amigos de la
vida y le pusiramos pelucas y sombreros que inevitablemente nos
harn rer. O tocar con los extremos de nuestra boca, esas orejas que
estn esperando escuchar los sonidos tan sanos y contagiosos que se
escapan cuando nos solemos alegrar.
No lo s. Una cucharada de uno, una cucharada del otro saborear sin
saturar el paladar. Pero la emocin no acaba. Y espero que as como lo
hiciste hoy, yo tambin te la pueda regalar.
Con gusto,

Dalia =)