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Nacionalidad España
Período Barroco
• 1 Biografía
• 2 Obra
• 3 El teatro cómico de Calderón
• 4 Los personajes de Calderón
• 5 La dramaturgia calderoniana
• 6 Lenguaje y estilo
• 7 Temas e ideología
• 8 La escuela dramática de Calderón
• 9 Obras más importantes
o 9.1 Piezas dramáticas datables
o 9.2 Dramas
o 9.3 Comedias
o 9.4 Autos sacramentales
o 9.5 Teatro breve (bailes, entremeses, jácaras y mojigangas)
o 9.6 Obras en colaboración
o 9.7 Obras atribuidas
• 10 Bibliografía
• 11 Enlaces externos
Biografía [editar]
Pedro Calderón de la Barca nació en Madrid, el 17 de enero de 1600. Su padre, Diego
Calderón, era secretario del Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda y se casó con
Ana María de Henao, de una noble familia alemana. Pedro fue el tercero de los cinco
hijos que el matrimonio alcanzó a tener y era, pues, de origen montañés e hidalgo
(Viveda, Cantabria).
Empezó a ir al colegio en 1605 en Valladolid, porque allí estaba la Corte, pero como
destacó en los estudios, el padre, de carácter autoritario, decidió destinarlo a ocupar una
capellanía que estaba reservada por la abuela a alguien de la familia que fuese
sacerdote. Con ese propósito pasó al Colegio Imperial de los jesuitas de Madrid en
1608, situado donde ahora se encuentra el Instituto San Isidro, y allí permaneció hasta
1613 estudiando gramática, latín, griego, y teología. Cuando llevaba dos años
estudiando en Madrid, falleció su madre, en 1610, y su padre casó en segundas nupcias;
este hecho le unió especialmente a sus hermanos José y Diego frente a su padre.
Continuó en la universidad de Alcalá, donde estudió lógica y retórica, y en 1615, al
fallecer su padre, pasó a la de Salamanca, donde se graduó de bachiller en derecho
canónico y civil, sin llegar a ordenarse como hubiera sido deseo del padre. En 1621
participó en el certamen poético habido con motivo de la beatificación de San Isidro y
posteriormente en el de su canonización, en 1622, y ganó un premio tercero.
Decidió abandonar los estudios religiosos por la carrera militar y llevó una vida algo
revuelta de pendencias y juego; también tuvo problemas en el ámbito familiar, pues el
testamento paterno obligaba al dramaturgo y a sus hermanos a pleitear con su madrastra
y a vender el cargo de su padre para pagar gastos. Acaso por esto tuvo que entrar al
servicio del duque de Frías, con el que viajó por Flandes y el norte de Italia entre 1623 y
1625. Es posible que las difíciles relaciones con su padre influyeran en su teatro, donde
es frecuente encontrar conflictos edípicos entre padres e hijos. El caso es que entre 1623
y 1625 participó en varias campañas bélicas, según su biógrafo Juan de Vera Tassis;
anduvo enredado en un homicidio y en 1625 marchó como soldado al servicio del
Condestable de Castilla. Su primera comedia conocida, Amor, honor y poder, fue
estrenada en Madrid con motivo de la visita de Carlos, príncipe de Gales, en 1623.
Se distinguió como soldado al servicio del Duque del Infantado durante el sitio de
Fuenterrabía (1638), y en la guerra de secesión de Cataluña (1640). De su vocación
militar guardó siempre buen recuerdo, como plasmó en unos famosos versos:
Este ejército que ves / vago al yelo y al calor, / la república mejor / y más
política es / del mundo, en que nadie espere / que ser preferido pueda / por la
nobleza que hereda, / sino por la que él adquiere; / porque aquí a la sangre
excede / el lugar que uno se hace / y sin mirar cómo nace / se mira cómo
procede. / Aquí la necesidad / no es infamia; y si es honrado, / pobre y desnudo
un soldado / tiene mejor cualidad / que el más galán y lucido; / porque aquí a lo
que sospecho / no adorna el vestido el pecho, / que el pecho adorna al vestido. /
Y así, de modestia llenos, / a los más viejos verás / tratando de ser lo más / y de
aparentar lo menos. / Aquí la más principal / hazaña es obedecer, / y el modo
cómo ha de ser / es ni pedir ni rehusar. / Aquí, en fin, la cortesía, / el buen trato,
la verdad, / la firmeza, la lealtad, / el honor, la bizarría, / el crédito, la
opinión, / la constancia, la paciencia, / la humildad y la obediencia, / fama,
honor y vida son / caudal de pobres soldados; / que en buena o mala fortuna /
la milicia no es más que una / religión de hombres honrados (P. Calderón,
Comedia famosa. Para vencer a amor, querer vencerle, Valencia, 1689, pero
escrita en 1650).
Por entonces se amplía el Palacio del Retiro y se construye un gran estanque de agua en
cuya isla central estrenará en 1640 Certamen de amor y celos. Pero, herido durante el
sitio de Lérida, obtuvo la licencia absoluta en 1642 y una pensión vitalicia. Estrena sus
obras más ambiciosas, las que requieren música (zarzuelas) y más escenografía.
Calderón es por entonces un discreto pero activo cortesano y llega a convertirse en un
personaje respetado e influyente, modelo para una generación entera de nuevos
dramaturgos e incluso para talentos tan grandes como los de Agustín Moreto y
Francisco Rojas Zorrilla, sus más importantes discípulos.
Sale de esta crisis interior y exterior al reabrirse los teatros en 1649 y al convertirse
durante unos años en secretario del Duque de Alba; además, ingresa en los terciarios
(Tercera orden de San Francisco) en 1650 y se ordena sacerdote en 1651. Poco después
(1653), obtuvo la capellanía que su padre tanto ansiaba para la familia, la de los Reyes
Nuevos de Toledo, y, aunque siguió escribiendo comedias y entremeses, desde entonces
dio prioridad a la composición de autos sacramentales, género teatral que perfeccionó y
llevó a su plenitud, pues se avenía muy bien con su talento natural amante de las
complejidades teológicas. Sigue componiendo espectáculos para los reyes en el Palacio
del Buen Retiro y para la fiesta teológica del Corpus, pero se decanta por los temas
mitológicos, huyendo así su fantasía de una realidad tan áspera como la que demuestra
la firma de la Paz de los Pirineos en 1659. Entonces ya era el dramaturgo más celebrado
de la corte y todavía en 1663 el rey siguió distinguiéndole al designarle como su
capellán de honor, hecho que le obligó a trasladar definitivamente su residencia a
Madrid; la muerte del monarca en 1665 marcó un cierto declive en el ritmo de su
producción dramática; se le nombra sin embargo capellán mayor de Carlos II en 1666.
Fue alguna vez importunado por los moralistas que veían con malos ojos los
espectáculos teatrales y especialmente errado que lo hiciera un sacerdote como él. A
ellos les contestó altivamente de esta manera:
Al final de su vida sufrió algunas estrecheces económicas, pero con motivo del
Carnaval de 1680 compondrá su última comedia, Hado y divisa de Leónido y Marfisa;
falleció el 25 de mayo de 1681, dejando a medio terminar los autos sacramentales
encargados para ese año; su entierro fue austero y poco ostentoso, como deseaba en su
testamento: "Descubierto, por si mereciese satisfacer en parte las públicas vanidades de
mi mal gastada vida". Así dejaba huérfanos los teatros quien fue considerado uno de los
mejores escritores dramáticos de su época.
Obra [editar]
Por la gracia de Dios, Juan, / eres de linaje limpio, / más que el sol, pero
villano. / Lo uno y otro te digo; / aquello, porque no humilles / tanto tu orgullo y
tu brío, / que dejes, desconfïado, / de aspirar con cuerdo arbitrio / a ser más; lo
otro, porque / no vengas desvanecido / a ser menos. Igualmente / usa de
entrambos designios / con humildad; porque, siendo / humilde, con recto juicio /
acordarás lo mejor / y como tal, en olvido / pondrás cosas, que suceden / al
revés en los altivos. / ¡Cuántos, teniendo en el mundo / algún defecto consigo, /
le han borrado por humildes; / y cuántos, que no han tenido / defecto, se le han
hallado, / por estar ellos mal vistos! / Sé cortés sobre manera; / sé liberal y
esparcido, / que el sombrero y el dinero / son los que hacen los amigos; / y no
vale tanto el oro / que el sol engendra en el indio / suelo, y que conduce el
mar, / como ser uno bienquisto. / No hables mal de las mujeres; / la más
humilde, te digo, / que es digna de estimación; / porque al fin de ellas nacimos. /
No riñas por cualquier cosa; / que cuando en los pueblos miro / muchos, que a
reñir se enseñan, / mil veces entre mí digo: / "Aquesta escuela no es / la que ha
de ser". Pues colijo / que no ha de enseñarse a un hombre / con destreza, gala y
brío / a reñir, sino a por qué / ha de reñir; que yo afirmo / que, si hubiera un
maestro solo / que enseñara prevenido, / no el cómo, el por qué se riña, / todos
le dieran sus hijos.
En otras ocasiones aborda las pasiones amorosas que ciegan el alma, en especial los
celos patológicos que aborda en El mayor monstruo, los celos o en El médico de su
honra, entre otro dramas.
El alcalde de Zalamea. Detalle del monumento a Calderón de Madrid (J. Figueras, 1878).
Calderón destaca sobre todo como creador de esos personajes barrocos, íntimamente
desequilibrados por una pasión trágica, que aparecen en El príncipe constante, El
mágico prodigioso o La devoción de la cruz. Su personaje más conocido es el
desgarrado Segismundo de Polonia de La vida es sueño, considerada como la pieza
cumbre del teatro calderoniano. Esta obra, paradigma del género de comedias
filosóficas, recoge y dramatiza las cuestiones más trascendentales de su época: la
libertad o el poder de la voluntad frente al destino, el escepticismo ante las apariencias
sensibles, la precariedad de la existencia, considerada como un simple sueño y, en fin, la
consoladora idea de que, incluso en sueños, se puede todavía hacer el bien. Tiene esta
obra varias versiones hechas por él mismo. También se apunta en ella, aunque muy en
segundo plano, el tema de la educación, tan desarrollada posteriormente en el siglo
XVIII.
En cuanto a dramas filosóficos, su obra maestra es, sin duda, La vida es sueño; El
médico de su honra y El alcalde de Zalamea en cuanto al drama de honor, aunque hay
también piezas comparables como El pintor de su deshonra (h. 1648) o A secreto
agravio secreta venganza (1635).
El escondido y la tapada. Detalle del monumento a Calderón de Madrid (J. Figueras, 1878).
El secreto a voces y La dama duende son cimas en cuanto a comedia de enredo, con
otras muchas menos conocidas de capa y espada como El escondido y la tapada, No
hay burlas con el amor, Casa con dos puertas mala es de guardar o Mañanas de abril y
mayo, que anticipa el género de la comedia de figurón, aunque una pieza suya como
Guárdate del agua mansa posee ya uno, el estrafalario don Toribio de Cuadradillos.
Tienen carácter melodramático comedias como No hay cosa como callar (h. 1639), No
siempre lo peor es cierto (entre 1648 y 1650) o La niña de Gómez Arias (h. 1651), que
poseen una mayor introspección y se acercan al universo trágico.
Comedias palatinas son El galán fantasma (1629), Nadie fie su secreto, Manos blancas
no ofenden (h. 1640), o El secreto a voces (de la que se conserva un manuscrito
autógrafo de 1642).
Se acercó al drama histórico con piezas como La gran Cenobia (1625), La cisma de
Ingalaterra, Amar después de la muerte, o El tuzaní de la Alpujarra (1659) o El mayor
monstruo del mundo (1672).
Dramas filosóficos y simbólicos son La hija del aire en sus dos partes, donde se pinta la
ambición sin límites de la reina Semíramis, asesina de su marido Nino, y Las cadenas
del demonio (de atribución dudosa).
La Danza de la Muerte. Detalle del monumento a Calderón de Madrid (J. Figueras, 1878).
Calderón empezó a interesarse por las comedias mitológicas al sustituir a Lope de Vega
en 1635 como dramaturgo de cámara. Rápidamente se adaptó a las condiciones del gran
espectáculo cortesano con piezas como El mayor encanto amor, de ese año, y otras
cuales El golfo de las sirenas, El monstruo de los jardines, Fieras afemina amor, La
fiera, el rayo y la piedra (1652) o La púrpura de la rosa (1660) entre otras muchas. De
este género es la ópera Celos aun del aire matan, que el propio Calderón parodió en su
comedia burlesca Céfalo y Pocris.
Pero el género que monopolizó el maestro fue el de los autos sacramentales, desde los
de aire medievalizante como El gran teatro del mundo o El gran mercado del mundo a
los de pretexto mitológico, como Andrómeda y Perseo o Psiquis y Cupido. Otros: La
cena del rey Baltasar, La vida es sueño, El divino Orfeo (del que hizo dos versiones
separadas por casi treinta años), La nave del mercader (1674) etcétera. Calderón es el
maestro indiscutido de este género, en el que ya los personajes se han convertido en
puras abstracciones conceptuales o pasionales.
Compuso asimismo Calderón bastante teatro menor, por ejemplo entremeses como El
triunfo de Juan Rana.
Por otra parte, los personajes femeninos de Calderón son excesivamente hombrunos y
no poseen la feminidad y viveza natural de las mujeres de Lope, aunque cuando se trata
de mujeres investidas de autoridad este defecto se transforma en una virtud y
encontramos a auténticas encarnaciones de la ambición, como la reina Semíramis en las
dos partes de La hija del aire.
Asimismo Fernando, el príncipe constante, axclama así poco antes de morir consumido
por su propia voluntad:
Dramas [editar]
Monumento a Calderón de la Barca en la Plaza de Santa Ana (Madrid).
Comedias [editar]
Bibliografía [editar]
• Kurt & Roswitha Reichenberger: "Bibliographisches Handbuch der Calderón-
Forschung /Manual bibliográfico calderoniano (I): Die Calderón-Texte und ihre
Überlieferung durch Wichser". Kassel, Edition Reichenberger 1979. ISBN 3-
87816-023-2
Tirso de Molina
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De entre su actividad literaria, destaca sobre todo como autor teatral. Su dramaturgia
abarca principalmente la comedia de enredo, como Don Gil de las calzas verdes y obras
hagiográficas como la trilogía de La Santa Juana o La dama del olivar. Se le ha
atribuido tradicionalmente la creación del mito de don Juan en El burlador de Sevilla,
cuya primera versión podría ser de 1617, con la obra Tan largo me lo fiáis, editada en el
siglo XVII a nombre de Calderón y que parte de la crítica atribuye a Andrés de
Claramonte (no así otro sector de críticos, que la tienen como una versión emparentada
con un arquetipo común escrito por Tirso entre 1612 y 1625),1 en la que un noble
sevillano altera el orden social deshonrando a cuantas mujeres se le ofrecen. Finalmente
es castigado por la estatua funeraria de una de sus víctimas, el padre de una de las
damas burladas, arrastrándole a los infiernos sin que don Juan se arrepienta. También se
encuentra en discusión la autoría de El condenado por desconfiado, comedia de
bandoleros a lo divino. Fue el primer autor que dio profundidad psicológica a los
personajes femeninos, que llegan a ser protagonistas.
Contenido
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• 1 Biografía
• 2 Obra
o 2.1 Dramática
o 2.2 Prosa
• 3 Referencias
• 4 Enlaces externos
Biografía [editar]
Sus padres eran humildes sirvientes del Conde de Molina de Herrera. Blanca de los Ríos
sostuvo que Gabriel fue hijo natural del Duque de Osuna, pero esa tesis carece de
fundamento y hoy está completamente desacreditada, ya que de ser cierta Tirso hubiera
necesitado dispensa papal para entrar en la Orden de la Merced. Además el Duque de
Osuna era entonces muy viejo y se encontraba acreditado en Nápoles. Por otra parte, la
partida de nacimiento que alega doña Blanca es prácticamente ilegible y hace nacer a
Tirso en 1584. Luis Vázquez, en su "Gabriel Téllez nació en 1579. Nuevos hallazgos
documentales", en Homenaje a Tirso, L. Vázquez, ed., Madrid: Revista Estudios, 1981,
pp. 19-36, documenta que nació en 1579. Ninguno de sus enemigos contemporáneos,
por otra parte, le achacó ese origen.
Fue discípulo de Lope de Vega, a quien conoció como estudiante en Alcalá de Henares.
El 4 de noviembre de 1600 ingresa en la Orden de la Merced, tomando los hábitos el 21
de enero de 1601 en el monasterio de San Antolín de Guadalajara.
En 1612 vendió un lote de tres comedias, y se cree que ya había escrito antes una
primera versión de El vergonzoso en Palacio; de 1611 es La villana de La Sagra, de
hacia 1613 El castigo del penseque y la trilogía de La santa Juana, y de 1615 Don Gil
de las calzas verdes; todavía este año estrenó en el Corpus toledano el auto Los
hermanos parecidos. Ya por entonces, si bien cultivó también temas religiosos, sus
sátiras y comedias le habían granjeado problemas con las autoridades religiosas, lo que
lo llevó a retirarse entre 1614 y 1615 al monasterio de Estercuel, en Aragón. Acaso es
por ello que apenas figura en el Viaje del Parnaso de Cervantes. Entre 1616 y 1618
estuvo en Santo Domingo, donde fue profesor de teología durante tres años en su
universidad e intervino en asuntos de su Orden. Esto le permitirá conocer numerosas
historias de la Conquista que usará más tarde en sus obras. De vuelta ya en 1618, se
instala en Madrid, donde entre 1624 y 1633 aparecen las cinco Partes de sus comedias;
estas "profanas comedias" le costaron un gran escándalo y el destierro a Sevilla; en
1622 participa en el certamen poético con motivo de la canonización de San Isidro; en
1625 la Junta de Reformación creada a instancias del Conde-Duque de Olivares le
castiga con reclusión en el monasterio de Cuenca por escribir comedias profanas "y de
malos incentivos y ejemplos", y pide su destierro y excomunión mayor si reincide.
Entre 1632 y 1639 estuvo en Cataluña, donde fue nombrado definidor general y cronista
de su Orden; en este último cargo compone la Historia general de la Orden de la
Merced, que empieza en 1632 y termina en 1639. En este último año el pontífice
Urbano VIII le concedió el grado de maestro. Pero los enfrentamientos con miembros
de su propia Orden le llevan al destierro en Cuenca en 1640. Sus últimos años los pasa
en Soria en el Convento de Nuestra Señora de la Merced, en el que fue nombrado
comendador en 1645. Murió en Almazán en 1648.
Aunque una de las obras que se le atribuyen ha tenido una enorme influencia en la
cultura mundial como origen del mito de Don Juan, El burlador de Sevilla y convidado
de piedra, en su tiempo la versión más conocida de la obra fue la versión primigenia,
Tan largo me lo fiáis, realizada por el dramaturgo y actor Andrés de Claramonte,
también autor de La estrella de Sevilla.
Obra [editar]
Tirso de Molina.
Se han conservado unas sesenta piezas dramáticas de Tirso de Molina. Sin embargo,
según su propio testimonio en el prólogo a la Tercera Parte, sin duda alguna algo
exagerado, habría escrito en 1634 unas cuatrocientas, con lo que habría sido uno de los
dramaturgos más prolíficos del Siglo de Oro. La atribución de algunas de sus obras
presenta, sin embargo, todos los ingredientes del más intrincado de los rompecabezas
bibliográficos.
Destacó sobre todo en la comedia: Marta la Piadosa, Por el sótano y el torno, Don Gil
de las calzas verdes, La villana de Vallecas, y en la comedia palatina: El castigo del
penseque, El amor médico y sobre todo El vergonzoso en Palacio. Cultivó también las
obras religiosas, tanto autos sacramentales (El colmenero divino, Los hermanos
parecidos, No le arriendo la ganancia) como los dramas hagiográficos (Santo y sastre,
la trilogía La santa Juana); bíblicos (La mejor espigadora, sobre la historia de Ruth, La
vida y muerte de Herodes.
El estilo de sus obras es abiertamente conceptista, muy jugador del vocablo, y en sus
últimas obras algo culterano, pero siempre sobre fondo conceptista.
Dramática [editar]
Prosa [editar]
Referencias [editar]
1. ↑ Robert Lauer, Tirso de Molina. Véase también Blanca Oteiza, «¿Conocemos
los textos verdaderos de Tirso de Molina?», en Ignacio Arellano y Blanca
Oteiza, Varia lección de Tirso de Molina (Actas del VIII Seminario del Centro
para la Edición de Clásicos Españoles), Madrid, Pamplona, Instituto de Estudios
Tirsianos, 2000, pp. 99-128, (Publicaciones del Instituto de Estudios Tirsianos,
6). Alicante, Edición digital de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2006
Lope de Vega
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Lope de Vega
Félix Lope de Vega y Carpio.
Nacionalidad España
• 1 Biografía
o 1.1 Juventud
o 1.2 Destierro
o 1.3 Vuelta a Castilla
o 1.4 Sacerdocio
o 1.5 Últimos años
• 2 Obra narrativa
o 2.1 La Arcadia
o 2.2 El peregrino en su patria
o 2.3 Pastores de Belén
o 2.4 La Dorotea
• 3 Obra lírica
o 3.1 Los romances
o 3.2 Rimas
o 3.3 Rimas sacras
o 3.4 La Filomena
o 3.5 La Circe
o 3.6 Triunfos divinos
o 3.7 Laurel de Apolo
o 3.8 La vega del Parnaso
o 3.9 Rimas humanas y divinas del licenciado Burguillos
o 3.10 La lírica en el teatro
• 4 Obra épica
o 4.1 La dragontea
o 4.2 Isidro
o 4.3 La hermosura de Angélica
o 4.4 Jerusalén conquistada
• 5 Obra dramática
o 5.1 La creación de la Comedia Nueva
o 5.2 Clasificación y principales obras dramáticas
o 5.3 La escuela dramática de Lope de Vega
• 6 Biógrafos
• 7 Lista de obras
• 8 Bibliografías
o 8.1 Sobre Lope de Vega
o 8.2 Ediciones de obras de Lope de Vega
• 9 Véase también
• 10 Enlaces externos
Biografía [editar]
Juventud [editar]
Félix Lope de Vega y Carpio, procedente de una familia humilde natural del valle de
Carriedo, en la montaña cántabra, fue hijo de Félix de Vega, bordador de profesión, y de
Francisca Fernández Flórez. No hay datos precisos sobre su madre. Se sabe, en cambio,
que tras una breve estancia en Valladolid, su padre se mudó a Madrid en 1561, atraído
quizá por las posibilidades de la recién estrenada capitalidad de la Villa y Corte. Sin
embargo, Lope de Vega afirmaría más tarde que su padre llegó a Madrid por una
aventura amorosa de la que le rescataría su futura madre. Así, el escritor sería fruto de la
reconciliación, y debería su existencia a los mismos celos que tanto analizaría en su
obra dramática.
Niño muy precoz, leía latín y castellano ya a los cinco años. A la misma edad compone
versos . Siempre de acuerdo con su testimonio, a los doce escribe comedias (Yo las
componía de once y doce años / de a cuatro actos y de a cuatro pliegos / porque cada
acto un pliego contenía). Es posible que su primera comedia, hoy perdida, se titulase El
verdadero amante. Su gran talento le lleva a la escuela del poeta y músico Vicente
Espinel, en Madrid, a quien siempre citó con veneración. Así el soneto: Aquesta pluma,
célebre maestro / que me pusisteis en las manos, cuando / los primeros caracteres
firmando / estaba, temeroso y poco diestro... Continúa su formación en el Estudio de la
Compañía de Jesús, que más tarde se convierte en Colegio Imperial (1574):
Destierro [editar]
Estudió por entonces gramática con los teatinos y matemáticas en la Academia Real y
sirvió de secretario al Marqués de las Navas; pero de todas estas ocupaciones le
distraían las continuas relaciones amorosas. Elena Osorio fue su primer gran amor, la
"Filis" de sus versos, separada entonces de su marido, el actor Cristóbal Calderón; Lope
pagaba sus favores con comedias para la compañía del padre de su amada, el empresario
teatral o autor Jerónimo Velázquez. En 1587 Elena aceptó casarse por conveniencia con
el noble Francisco Perrenot Granvela, sobrino del poderoso cardenal Granvela. Un
despechado Lope de Vega hizo entonces circular contra ella y su familia unos libelos:
El 29 de mayo del mismo año intentó reanudar su carrera militar alistándose en la Gran
Armada, en el galeón San Juan. Por entonces escribió un poema épico en octavas reales
al modo de Ludovico Ariosto: La hermosura de Angélica, que pasó desapercibido.
Tras cumplir los dos años de destierro del reino, Lope de Vega se trasladó a Toledo en
1590 y allí sirvió a don Francisco de Ribera Barroso, más tarde segundo marqués de
Malpica y, algún tiempo después, al quinto duque de Alba, don Antonio de Toledo y
Beamonte. Para esto se incorporó como gentilhombre de cámara a la corte ducal de
Alba de Tormes, donde vivió entre 1592 y 1595. En este lugar leyó el teatro de Juan del
Encina, del que tomó el personaje del gracioso o figura del donaire, perfeccionando aún
más su fórmula dramática. En el otoño de 1594, murió Isabel de Urbina de sobreparto o
puerperio. Escribió por entonces su novela pastoril La Arcadia, donde introdujo
numerosos poemas.
En diciembre de 1595, cumplió los ocho años de destierro de las Cortes y regresó a
Madrid. Al siguiente año, allí mismo, fue procesado por amancebamiento con la actriz
viuda Antonia Trillo. En 1598 se casó con Juana de Guardo, hija de un adinerado
abastecedor de carne de la Corte, lo que motivó las burlas de diversos ingenios (Luis de
Góngora, por ejemplo), ya que al parecer era una mujer vulgar y todos pensaban que
Lope se había casado por dinero ya que no era amor precisamente lo que le faltaba.
Tuvo con ella, sin embargo, un hijo muy querido, Carlos Félix, y tres hijas.
Durante bastantes años Lope se dividió entre los dos hogares y un número
indeterminado de amantes, muchas de ellas actrices, entre otras Jerónima de Burgos,
como da fe el proceso legal que se le abrió por andar amancebado en 1596 con Antonia
Trillo; también se conoce el nombre de otra amante, Marina de Aragón. Para sostener
este tren de vida y sustentar tantas relaciones e hijos legítimos e ilegítimos, Lope de
Vega hizo gala de una firmeza de voluntad poco común y tuvo que trabajar muchísimo,
prodigando una obra torrencial consistente, sobre todo, en poesía lírica y comedias,
impresas éstas muchas veces sin su venia, deturpadas y sin corregir.
A los treinta y ocho años pudo al fin corregir y editar parte de su obra sin los errores de
otros. Como primer escritor profesional de la literatura española, pleiteó para conseguir
derechos de autor sobre quienes imprimían sus comedias sin su permiso. Consiguió, al
menos, el derecho a la corrección de su propia obra.
En 1609 leyó y publicó su Arte nuevo de hacer comedias, obra teórica de carácter
capital, contraria a los preceptos neoaristotélicos, e ingresó en la "Cofradía de Esclavos
del Santísimo Sacramento" en el oratorio de Caballero de Gracia, a la que pertenecían
casi todos los escritores relevantes de Madrid. Entre ellos estaban Francisco de
Quevedo, que era amigo personal de Lope, y Miguel de Cervantes. Con éste último,
tuvo unas relaciones tirantes a causa de las alusiones antilopescas de la primera parte del
Don Quijote (1605). Al año siguiente, se adscribió al oratorio de la calle del Olivar.
Sacerdocio [editar]
Monumento a Lope, tocado con sotana, en Madrid (J. López Salaberry y M. Inurria,
1902).
Son fechas de una profunda crisis existencial, impulsada quizá por la muerte de
parientes próximos y que le inclinaba cada vez más hacia el sacerdocio. A esta
inspiración responden sus Rimas sacras y las numerosas obras devotas que empieza a
componer, así como la inspiración filosófica que asoma en sus últimos versos. Doña
Juana de Guardo sufría frecuentes enfermedades y en 1612 Carlos Félix murió de
fiebres. El 13 de agosto del año siguiente, falleció Juana de Guardo, al dar a luz a
Feliciana. Tantas desgracias afectaron emocionalmente a Lope, y el 24 de mayo de 1614
decidió al fin ordenarse de sacerdote. Lope medita profundamente sobre su vida y llega
a algunas conclusiones inquietantes: "Yo he nacido en dos extremos, que son amar y
aborrecer; no he tenido medio jamás... Yo estoy perdido, si en mi vida lo estuve, por
alma y cuerpo de mujer, y Dios sabe con qué sentimiento mío, porque no sé cómo ha de
ser ni durar esto, ni vivir sin gozarlo... (1616)
Se trata de la confesión de un Don Juan menos diabólico que el ser mítico pero más
humano y atormentado. La expresión literaria de esta crisis y sus arrepentimientos son
las Rimas sacras, publicadas en 1614; allí dice: "Si el cuerpo quiere ser tierra en la tierra
/ el alma quiere ser cielo en el cielo", dualismo irredento que constituye toda su esencia.
Las Rimas sacras constituyen un libro a la vez introspectivo en los sonetos (utiliza la
técnica de los ejercicios espirituales que aprendió en sus estudios con los jesuitas) como
devoto por los poemas dedicados a diversos santos o inspirados en la iconografía sacra,
entonces en pleno despliegue gracias a las recomendaciones emanadas del Concilio de
Trento. Le sorprendió entonces la revolución estética provocada por las Soledades de
Luis de Góngora y, si bien incrementó la tensión estética de su verso y empezaron a
aparecer bimembraciones al final de sus estrofas, tomó distancia del culteranismo
extremo y siguió cultivando su característica mezcla de conceptismo, culto casticismo
castellano y elegancia italiana. Además, zahirió la nueva estética y se burló de ella
cuando tuvo ocasión. Góngora reaccionó con sátiras a esta hostilidad, que el Fénix
planteaba siempre de forma indirecta, aprovechando cualquier rincón de sus comedias
para atacar, más que a Góngora mismo, a sus discípulos, modo inteligente de
enfrentarse a la nueva estética y que tiene que ver con su famosa concepción de la
sátira: "Pique sin odio, que si acaso infama / ni espere gloria ni pretenda fama". Por otra
parte tuvo que luchar con los desprecios de los preceptistas aristotélicos que vituperaban
su fórmula dramática como contraria a las tres unidades de acción, lugar y tiempo: los
poetas Cristóbal de Mesa y Cristóbal Suárez de Figueroa y, sobre todo, Pedro Torres
Rámila autor de una Spongia (1617), libelo destinado a denigrar no sólo el teatro de
Lope, sino también toda su obra narrativa, épica y lírica. Contra este folleto
respondieron furiosamente los amigos humanistas de Lope, encabezados por Francisco
López de Aguilar, que redactó por junio de 1618 una Expostulatio Spongiae a Petro
Hurriano Ramila nuper evulgatae. Pro Lupo a Vega Carpio, Poetarum Hispaniae
Principe. La obra contenía elogios a Lope de nada menos que Tomás Tamayo de
Vargas, Vicente Mariner, Luis Tribaldos de Toledo, Pedro de Padilla, Juan Luis de la
Cerda, Hortensio Félix Paravicino, Bartolomé Jiménez Patón, Francisco de Quevedo, el
Conde de Salinas, y Vicente Espinel, entre otros menos conocidos. Animado por estos
apoyos, Lope, aunque asediado por las críticas de culteranos y aristotélicos, prosigue
con sus intentos épicos. Tras el Polifemo de Góngora, ensaya la fábula mitológica
extensa con cuatro poemas: La Filomena (1621; donde ataca a Torres Rámila), La
Andrómeda (1621), La Circe (1624) y La rosa blanca (1624; blasón de la hija del
conde-duque, cuyo complicado origen mítico expone). Vuelve a la épica histórica con
La corona trágica (1627, en 600 octavas sobre la vida y muerte de María Estuardo).
Casa madrileña en la que vivió Lope desde 1610 hasta su muerte (1635). En la
actualidad es la Casa-Museo de Lope de Vega.
En sus últimos años de vida Lope de Vega se enamoró de Marta de Nevares, en lo que
puede considerarse "sacrilegio" dada su condición de sacerdote; era una mujer muy
bella y de ojos verdes, como declara Lope en los poemas que le compuso llamándola
"Amarilis" o "Marcia Leonarda", como en las Novelas que le destinó. En esta época de
su vida cultivó especialmente la poesía cómica y filosófica, desdoblándose en el poeta
heterónimo burlesco Tomé de Burguillos y meditando serenamente sobre la vejez y su
alocada juventud en romances como las famosas "barquillas".
Los últimos años de Lope fueron infelices a pesar de los honores que recibió del rey y
del papa. Sufrió que Marta se volviera ciega en 1626, y muriera loca, en 1628. Lope
Félix, hijo suyo con Micaela de Luján y que también tenía vocación poética, se ahogó
pescando perlas en 1634 en la isla Margarita. Su amada hija Antonia Clara, fue
secuestrada por un hidalgo, novio suyo, para colmo apellidado Tenorio. Feliciana, su
única hija legítima para ese entonces, había tenido dos hijos: una se hizo monja y el
otro, el capitán Luis Antonio de Usategui y Vega, murió en Milán al servicio del rey.
Sólo una hija natural suya, la monja Marcela, le sobrevivió.
Lope de Vega murió el 27 de agosto de 1635. Su muerte fue sentida por la mayoría de
los españoles. Doscientos autores le escribieron elogios que fueron publicados en
Madrid y Venecia. Durante su vida, sus obras obtuvieron una mítica reputación. "Es de
Lope" fue una frase utilizada frecuentemente para indicar que algo era excelente, lo que
no siempre ayudó a atribuir sus comedias correctamente. Al respecto cuenta su
discípulo Juan Pérez de Montalbán en su Fama póstuma a la vida y muerte del doctor
frey Lope de Vega Carpio (Madrid, 1636), impreso compuesto para enaltecer la
memoria del Fénix, que un hombre vio pasar un entierro magnífico diciendo que "era de
Lope", a lo cual apostilló Montalbán que "acertó dos veces". Cervantes, a pesar de su
antipatía por Lope, lo llamó "el monstruo de la naturaleza" por su fecundidad literaria.
Esta nueva novela en la que Lope ensaya la novela bizantina o de aventuras –con la
peculiaridad de que todas ellas se desarrollan dentro de España– vio la luz en Sevilla a
principios de 1604. Tuvo un éxito inmediato (hay dos impresiones madrileñas y otras
dos barcelonesas de 1604 y 1605, otra de Bruselas de 1608 y una nueva edición
revisada de Madrid, 1618). El peregrino en su patria no presenta la riqueza poética de
la Arcadia. No porque el número de versos intercalados sea menor, sino porque muchos
de ellos son dramáticos: cuatro autos sacramentales, con sus loas, prólogos, canciones.
Entre los treinta y tantos poemas que introdujo en el relato bizantino no hay mucho que
destacar.
Pastores de Belén. Prosas y versos divinos apareció en Madrid en 1612. La obra gozó
de un notable éxito. En el mismo año vieron la luz nuevos impresos en Lérida y en
Pamplona. En vida del poeta saldrían seis nuevas ediciones. Estamos ante un declarado
contrafactum que vierte a materia sagrada aquella mezcla de prosas y versos amorosos
de la Arcadia de 1598. El cañamazo de la novela pastoril se aprovecha aquí para narrar
algunos episodios evangélicos relacionados con la Natividad del Señor. Al igual que la
Arcadia, contiene una amplia antología poética. Se han catalogado un total de 167
poemas de las formas métricas más variadas.
La Dorotea [editar]
Como otros ciclos poéticos, este de vejez lo abrió Lope con un texto en prosa, en este
caso dialogada, en el que insertó una variada antología poética. La Dorotea apareció en
1632. Probablemente no es casual que el primer poema que se oye en la acción en prosa
sea «A mis soledades voy» y que aparezca expresamente atribuido a Lope. La penúltima
de sus elegías, y la más celebrada, «Pobre barquilla mía», tiene como interlocutor al
frágil barquichuelo.
Lope denomina a esta obra "acción en prosa", y su modelo más evidente es el género
celestinesco. Evoca la historia de sus celosos amores por Elena Osorio desde la altura de
su edad adulta. El estilo es sencillo y natural, pero a veces se hace acopio, como en otras
obras de Lope, en particular los prólogos, de una pedregosa erudición de baratillo
tomada fundamentalmente de los repertorios enciclopédicos de la época, entre los cuales
tenía particular afición al Dictionarium historicum, geographicum, poeticum de Carolus
Stephanus (1596) y las inevitables Officina y Cornucopia de Jean Tixier, más conocido
como Ravisio Textor.
Lope pertenece y encabeza, con su eterno rival el cordobés Luis de Góngora, una precoz
generación poética que se da a conocer en la década que va de 1580 a 1590. Desde la
temprana edad de dieciocho o veinte años estos poetas empiezan a ser conocidos y
celebrados. Los autores –es obvio– no tuvieron mayor interés en controlar ni exigir nada
a los impresores. Son, en general, poetas jóvenes (Lope, Góngora, Pedro Liñán de
Riaza…), con menos de treinta años. Nadie se preocupó de reclamar su autoría, al
menos directamente. La crítica moderna se ha ocupado de dilucidar la autoría de tal o
cual romance, pero no ha hecho el esfuerzo necesario para intentar con seriedad
establecer el corpus romanceril de los distintos poetas. El de Lope se ha quedado en
vagas aproximaciones. Mucho se ha hablado sobre el sentido y el alcance de este
romancero de la generación de 1580, en el que Lope impone unas pautas recreadas por
otros muchos. El protagonismo de nuestro poeta fue reconocido desde el primer
momento. El nuevo romancero fue una fórmula literaria que caló rápidamente en la
sensibilidad social. Jóvenes que estaban llamados a ser genios creadores de larga
trayectoria propusieron a sus lectores y oyentes un feliz híbrido de convencional
fantasía y unas referencias en clave a amores y amoríos, favores y desdenes, gustos y
disgutos de la actividad erótica. Pero el exhibicionismo sentimental no se presenta en
ellos desnudo. Aparece, para mayor encanto, velado por la fantasía heroica de los
romances moriscos o por la melancolía pastoril. La añeja tradición de los romances
fronterizos, compuestos en su mayor parte en el siglo XV al hilo de los hechos
históricos a que aluden, reverdece a finales del siglo XVI en este género de moda. Los
moriscos fueron los primeros romances de moda compuestos por la generación de 1580
[vid. «Ensíllenme el asno rucio»; «Mira, Zaide, que te aviso»]. La moda del romancero
morisco fue sustituida por la pastoril, aunque hubo un tiempo de convivencia de ambas
[vid. «De pechos sobre una torre»; «Hortelano era Belardo»]». Cf. sobre este último
aspecto Francisco de Quevedo: Historia de la vida del buscón. Edición de Ignacio
Arellano. Madrid: Espasa, 2002, p. 129: «Item, advirtiendo que después que dejaron de
ser moros (aunque todavía conservan algunas reliquias) [los poetas] se han metido a
pastores, por lo cual andan los ganados flacos de beber sus lágrimas, chamuscados con
sus ánimas encendidas, y tan embebecidos en su música que no pacen, mandamos que
dejen el tal oficio, señalando ermitas a los amigos de soledad».
Rimas [editar]
La Filomena [editar]
En julio de 1621 apareció en Madrid La Filomena con otras diversas rimas, prosas y
versos. En ese mismo año conoció una nueva edición barcelonesa, obra del más
apasionado lopista entre los impresores catalanes: Sebastián de Cormellas. Volumen,
pues, misceláneo, en el que Lope ensaya, con esa permanente vocación experimental
que venimos señalando, dos géneros que han irrumpido con fuerza en el panorama
literario de su época: la novela y la fábula mitológica; y trata de dar la réplica a sus
máximos creadores y perpetuos rivales: Góngora y Cervantes. El poema que da título al
volumen se presenta en dos partes distintas en el metro (octavas frente a silvas), el
género (narrativa frente a fábula simbólica de polémica literaria) y la intención. La
primera parte, en tres cantos, narra la trágica historia de Filomena, violada y mutilada
por su cuñado Tereo, según el conocido relato ovidiano del libro VI de las
Metamorfosis. «Las fortunas de Diana», novela corta, no se halla exenta tampoco de
afán polémico y espíritu de emulación. Estamos ante un coletazo, casi último, de la
agria disputa que surgió a raíz de la publicación del Quijote. Primera parte (1605) y la
respuesta del círculo de Lope en el apócrifo, firmado por Alonso Fernández de
Avellaneda (1614). Pero no es nuestro objeto comentar el arte narrativo de las «Novelas
a Marcia Leonarda», sino señalar su dimensión lírica. Su núcleo principal es una nueva
entrega de romances pastoriles. «La Andrómeda» es un poema emparentado con «La
Filomena» aunque algo más breve: 704 versos en un único canto. Narra con su habitual
soltura, y con menos digresiones de las habituales, la historia de Perseo, la muerte de la
Medusa, el nacimiento de Pegaso, el surgimiento de la fuente de Hipocrena. Mucho más
interesantes son las epístolas poéticas que vienen a continuación, entre las que se
incluyen dos que no son de Lope.
La Circe [editar]
Dentro de la campaña con la que Lope trata de proyectar su figura entre las altas esferas
y en los círculos literarios debe incluirse la publicación del Laurel de Apolo (1630). El
poema central, que da título al volumen, es el acta de unas cortes del Parnaso. Para esta
transcripción emplea como estrofa la silva. Se propuso Lope elogiar a los poetas de su
tiempo y así lo hizo. A lo largo de diez silvas, desfilan cerca de trescientos vates
españoles y portugueses, treinta y seis italianos y franceses y diez pintores ilustres.
Dentro del largo catálogo de poetas se insertan algunas fábulas mitológicas, dos de ellas
con su propio título identificativo (El baño de Diana, El Narciso). Aprovecha además
Lope para atacar indirectamente a su rival por el puesto de Cronista del Reino de
Castilla y León, José Pellicer de Salas y Tovar, quien era, además, uno de los
comentaristas de su gran enemigo, Luis de Góngora, cuyo estilo se critica también en el
Laurel de Apolo a través de sus malos seguidores. El volumen del Laurel de Apolo,
aunque ocupado en su mayor parte por el extenso poema que he descrito, tiene un
apéndice que no carece de interés. Allí encontramos La selva sin amor, égloga pastoril,
una silva, una epístola y un manojuelo de ocho sonetos, entre los que siempre se han
destacado las sátiras anticulteranas: "Boscán, tarde llegamos. ¿Hay posada...?".
Entre los poemarios de Lope, este presenta una historia muy peculiar. Su núcleo está
integrado por una serie de composiciones líricas de cierta extensión impresas como
pliegos sueltos o folletos de escasas páginas en los últimos años de la vida del poeta.
Lope pensó en dar a la imprenta El Parnaso, pero no llevó a efecto su propósito. El
nuevo poemario no vio la luz hasta que, muerto el autor, sus amigos y herederos lo
publicaron en 1637 en la Imprenta del Reino con el título de La vega del Parnaso. En
La vega se reunieron obras de muy distinto calado, intención e importancia. Se
incluyeron los impresos sueltos anteriores a 1633 que ya han sido mencionados. Se
recuperaron textos antiguos. Se acumularon poemas de ocasión de la última etapa de
Lope. Se agruparon también algunas obras escritas en los últimos meses de vida del
poeta. Esta mezcla de dramas y poemas líricos es enteramente ajena a los hábitos
editoriales de Lope. La vega del Parnaso constituye la penúltima revolución lírica de
Lope. En varios poemas emplea dos tipos de lira de seis versos. Con este metro busca
una expresión más escueta. Es un abandono momentáneo de su larga trayectoria de
poeta petrarquista y amoroso para intentar una poesía volcada hacia lo social que le
granjeara el respeto y el auxilio de la corte. Uno de los temas clave del poemario es la
conciencia de la muerte.
Con Lope de Vega, hacia 1585, el teatro español recupera su primitiva vocación lírica.
Al fin, los creadores de la comedia nueva son los mismos que han puesto de moda los
romances moriscos y pastoriles. Numerosas comedias de nuestro autor tienen su origen
en canciones de carácter tradicional.
Lope dedicó una parte considerable de los esfuerzos de sus mejores años a convertirse
en el poeta épico español. El primero publicado, La dragontea, tuvo en su aparición
notables problemas. El permiso para publicarlo le fue denegado por las autoridades
castellanas en 1598, razón por la que el libro hubo de imprimirse en Valencia.
Amparándose en este permiso valenciano, Lope pidió de nuevo la autorización para
publicarlo en Castilla. No sólo no se permitió la nueva edición, sino que se mandó
recoger los ejemplares que circulaban en el reino de Castilla. No cejó el poeta y,
disimulado tras «La hermosura de Angélica» y los doscientos sonetos, lo publicó en
Madrid en 1602. En las 732 octavas (5.856 versos) narra las correrías de sir Francis
Drake.
Isidro [editar]
Lo más vivo del poema hagiográfico Isidro (Madrid, 1599), sobre la vida del patrono de
Madrid, San Isidro Labrador, escrito en quintillas a lo largo de diez cantos son, sin
disputa, los fragmentos abundantes en que el poeta se acerca al universo rural en que se
mueve el santo; en efecto, Lope amó de todo corazón la vida sencilla de los campesinos
y ansió toda su vida el contacto directo con la naturaleza. Pero este poema biográfico es
algo más que eso, ya que se halla sólidamente documentado: leyó todo lo escrito
anteriormente sobre el santo y tuvo acceso a los papeles de la causa de beatificación
recogidos por el padre Domingo de Mendoza, comisario pontificio para la beatificación
de Isidro.
Lope de Vega creó el teatro clásico español del Siglo de Oro con una novedosa fórmula
dramática. En dicha fórmula mezclaba lo trágico y lo cómico, y rompía las tres unidades
que propugnaba la escuela de poética italiana (Ludovico Castelvetro, Francesco
Robortello) fundada en la Poética y la Retórica de Aristóteles: unidad de acción (que se
cuente una sola historia), unidad de tiempo (en 24 horas o un poco más) y de lugar (que
transcurra en un solo lugar o en sitios aledaños).
Por otra parte, domina el tema sobre la acción y la acción sobre la caracterización. Los
tres temas principales de su teatro son el amor, la fe y el honor, y se encuentra
entreverado de hermosos intermedios líricos, muchos de ellos de origen popular
(Romancero, lírica tradicional). Se escogen preferentemente los temas relacionados con
la honra ("mueven con fuerza a toda gente", escribe Lope) y se rehúye la sátira
demasiado descubierta.
Lope se cuidaba especialmente del público femenino, que podía hacer fracasar una
función, y recomendaba "engañar con la verdad" y hacer creer al público en desenlaces
que luego no ocurrían al menos hasta mitad de la tercera jornada; recomendaba algunos
trucos, como travestir a las actrices con disfraz varonil, cosa que excitaba la
imaginación libidinosa del público masculino y que en el futuro se extendería en el
teatro cómico universal como un ardid de guión habitual en la comedia de todos los
tiempos: la guerra de sexos, esto es, trastocar los roles masculino y femenino. Mujeres
impetuosas que se comportan como hombres y hombres indecisos que se comportan
como mujeres. Todos estos preceptos recomienda Lope a quienes quieren seguir su
fórmula dramática en su Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo (1609), escrito en
verso blanco salteado de pareados para una academia literaria.
Las obras dramáticas de Lope fueron compuestas sólo para la escena y el autor no se
reservaba ninguna copia. El ejemplar sufría los cortes, adecuaciones, ampliaciones y
retoques de los actores, alguno de ellos escritores de comedias también.
Entre 1604 y 1647 se publican veinticinco tomos de Partes que recopilan las comedias
de Lope, aunque los primeros salieron a la luz sin el consentimiento del dramaturgo.
Éste sólo tomó las riendas de la edición de su propia obra a partir de la Parte IX (1617)
y hasta su muerte, cuando tenía en imprenta las partes XXI y XXII. Juan Pérez de
Montalbán, escritor de comedias discípulo suyo, afirma en su Fama póstuma que
escribió unas mil ochocientas comedias y cuatrocientos autos sacramentales, de las que
se ha perdido una gran parte. El propio autor fue más modesto y en sus obras estimó que
había escrito unas mil quinientas, lo que puede entenderse incluyendo incluso los autos
sacramentales y otras obras escénicas; pero aun así resulta una cifra muy crecida. Para
explicarlo Charles Vincent Aubrun ha supuesto que el dramaturgo sólo trazaba el plan y
componía algunas escenas sueltas, mientras que otros poetas y actores de su taller
completaban la obra; sin embargo los poetas de la época no tenían empacho en declarar
su autoría en obras en colaboración de hasta tres ingenios, así que no puede sostenerse
ese punto de vista, por más que la fama del autor hiciese prudente ocultar sus ayudas
para vender mejor la obra. Rennert y Castro hicieron un serio estudio que concluye que
la megalómana cifra anda exagerada y que se le pueden atribuir con firmeza 723 títulos,
de los cuales 78 son de atribución dudosa o errada y 219 se han perdido, así que el
repertorio dramático de Lope se reduciría a 426 piezas. No obstante Morley y Bruerton,
valiéndose, aunque no exclusivamente, de criterios métricos que después se han
comprobado muy seguros, estrecharon aún más los criterios y establecieron
indudablemente como suyas 316 comedias, 73 como dudosas y 87 que, comúnmente
atribuidas a Lope, no son suyas.
De todas éstas se reconocen como obras maestras, si bien en toda obra de Lope siempre
hay alguna escena que delata su genialidad, un par de docenas, entre las que se
encuentran Peribáñez y el comendador de Ocaña (1610), Fuenteovejuna (1612-1614),
La dama boba (1613), Amar sin saber a quién (1620-1622), El mejor alcalde, el rey
(1620-1623), El caballero de Olmedo (1620-1625), El castigo sin venganza (1631), El
perro del hortelano, El villano en su rincón, El duque de Viseo o Lo fingido verdadero.
El Caballero de Olmedo es una de sus obras más líricas, a la vez que trágica. Está
dividida en tres episodios, que se corresponden con el planteamiento el nudo y el
desenlace. Don Alonso (caballero de Olmedo) le pide ayuda a su criado Tello para
conquistar a Inés, de ese modo Tello entra en contacto con Fabia (dotada de rasgos
celestinescos) que ayuda a estos dos para que se "correspondan" y se lleguen a casar.
Sin embargo Rodrigo y su hermano Fernando tratarán de impedirlo. Por fatal desenlace,
Alonso muere cerca de un arroyo cuando se dirigía a Olmedo, aún siendo avisado por
sueños, etc. en manos de Rodrigo, pero Tello pide justicia al Rey, que los condena a
muerte.
Marcelino Menéndez Pelayo, uno de los primeros editores de su teatro, usando por
criterio la temática de estas obras y sus fuentes, en once bloques, aunque su
clasificación se presenta algo confusa porque a veces se puede clasificar en dos o más
categorías una misma comedia:
• Obras cómicas:
o Comedias de enredo que terminarán llamándose de capa y espada: La
dama boba, El rufián Castrucho, Los locos de Valencia, La viuda
valenciana, La discreta enamorada, El acero de Madrid, Las bizarrías
de Belisa
o Comedias palatinas, en las que el enredo se traslada al ambiente
cortesano y aristocrático, precedentes de la alta comedia: Servir a señor
discreto, El perro del hortelano, El villano en su rincón, la más filosófica
ce las tres
o Comedias pastoriles, en las que suele aparecer el autor bajo el nombre de
Belardo: El verdadero amante, La pastoral de Jacinto, Belardo furioso,
La Arcadia.
• Dramas:
o Dramas histórico-legendarios:
De tema estrictamente histórico: El esclavo de Roma, El nuevo
mundo descubierto por Colón, Don Juan de Austria en Flandes
Inspiradas en el Romancero como Las mocedades de Bernardo,
El bastardo Mudarra y Siete infantes de Lara, Las paces de los
reyes y judía de Toledo o del ciclo carolingio como La mocedad
de Roldán, El marqués de Mantua y Ursón y Valentín
Inspiradas en las crónicas, como El rey don Pedro en Madrid o
El infanzón de Illescas
Inspiradas en fuentes literarias independientes, como la comedia
morisca El remedio en la desdicha, sobre la historia de
Abindarráez y la hermosa Jarifa
Tragedias, correspondientes la mayoría a lo que llamamos drama
de honor: Fuente Ovejuna, Peribáñez y el comendador de Ocaña,
El mejor alcalde el Rey, La estrella de Sevilla, de dudosa autoría,
El castigo sin venganza y El caballero de Olmedo
Comedias mitológicas, como Las mujeres sin hombres, El
vellocino de oro, El marido más firme, sobre los mitos
respectivamente de las amazonas, Jasón y Orfeo
Bíblicas: La creación del mundo y primera culpa del hombre,
sobre Caín y Abel, Los trabajos de Jacob, La historia de Tobías,
La hermosa Ester
De santos: la trilogía dedicada al patrono de Madrid: San Isidro
labrador de Madrid, La niñez de San Isidro y La juventud de San
Isidro, La buena guarda
Autos, como La maya o La siega.
Biógrafos [editar]
Sobre Lope de Vega se han escrito muchos libros, de forma que ha llegado a
desarrollarse una rama entera de la Filología hispánica, el Lopismo. El primero en
hacerlo fue su discípulo, amigo íntimo y admirador Juan Pérez de Montalbán en su
Fama póstuma (1636). Otros escritores que lo han hecho son Cayetano Alberto de la
Barrera y Leirado (Madrid, 1890), Hugo Rennert y Américo Castro (Madrid, 1919),
Karl Vossler (Lope de Vega y su tiempo, Madrid, 1940), Luis Astrana Marín (La vida
azarosa de Lope de Vega, Barcelona, 1941), Joaquín de Entrambasaguas (Vivir y crear
de Lope de Vega, Madrid, 1946), Federico Carlos Sainz de Robles (El otro Lope de
Vega), Ramón Gómez de la Serna (Lope viviente) y Ángel Flores (Vida de Lope de
Vega)
Bibliografías [editar]
Sobre Lope de Vega [editar]