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PREFACIO DE LA INQUISICION A LA ETNOGRAFIA A quien quiere conocer al campesino de los regimenes antiguos y muy antiguos, no le faltan las grandes sintesis —regionales, na- Cionales, occidentales: pienso en los trabajos de Goubert, Poitrineau, Fourquin, Fossier, Duby, Bloch‘... Lo que falta a veces es la vi- n directa: el testimonio, sin intermediario, que ofrece el campe- 0 sobre sf mismo. Para el perfodo posterior a 1500, he pedido esa visién a memorialistas que han salido, el uno, de la nobleza campesina mds baja; el otro, del estrato més alfabetizado de los labradores ticos: el sefior de Gouberville hacia 1550, y Nicolds Rétif de La Bretonne dos siglos més tarde, me han invitado a considerar de cerca, en su compafifa, «ese mundo que hemos perdi- do» en que vivian los patanes de los presuntos «buenos tiempos sasados» 2, Me resultaba tentador profundizar la indagacién y buscar ros informes de ese tipo, més precisos y més introspectivos atin, -obre los campesinos de carne y hueso. Por suerte para nosotros, por gracia para ellos, en el siglo x1v del pleno demogréfico, un hom- concedié la palabra a los aldeanos, ¢ incluso a toda una aldea como Se trata, en nuestro caso, de una localidad de Occitania del Sur; o sabemos de sobra, dado que esta indagacién es de historia agra- francesa, que Occitania, volens nolens, estard en el hexdgono, y més a menudo de Jo que quisiera... El hombre en cuestién es Jac- es Fournier, obispo de Pamiers de 1317 a 1326. Este prelado li- Gdo, devorado por un celo inquisitorial, pertenece a las nuevas lites cccitanas que se harfan con el control del papado de Avignon. Seré 1 Véase infra, bibliograffa. 2 E. Le Roy Lapuris, 1972, e Histoire de la France rurale, dirigida por Dusy, vol. II (Ed. du Seuil). 15 papa en Comtat, mas tarde, bajo a nombre dc Renedictd EM. Me es sdlo célebre por sus yigorosas contribuciones a la teoria de la v9 re peatifica, Exndgrafo y policia, ‘fusante sa episcopado supe & cachar a los campesinos el condado de Foix y sobre todo a los de “ho Aritge: les hacia trager el pap "acl dolor y el agua de las tribe Jaciones; pero les torturaba poco, les jnterrogaba con minucia y tie’ po sobrado, @ fin de acosar entre ellos la herejia cdtara, © simpk mente la desviacién respecto al catolicismo oficial. Esta escucha ni ha Iegado en el grueso manuscrito latino que Jean Duvernoy restituido recientemente en edicién integra. ‘Asi se ha puesto a posicién de Jos historiadores, ¥ del piblico Jatinista, este testimoni de la tierra occitana sobre sf misma; testimonio que desborda co: mucho el estticto terreno del hostigamiento de la herejfa, Jacques Fournier habria podido xestringitse normalmente si s¢ limitado a su vocacién de inguisidor. Por encima de las precat tres voltimenes publicados por J. Duvern ‘ia vida material, de la soci od miera ciones anticataras, los jnteresan, en efecto, 4 Jas cuestiones de dad, de la familia y de la cultura campesina. ‘de vivencia que en Val dos se encuentra une dosis de detallismo y Jos archivos o incluso en Ja documentacién notari buscarfamos en o histérico debe 0 deberfa comenzar Por una ¢ Aunque con revedad, nuestro libro no falt dispensables algunas palabras para P o al_ menos tales. Fournier naci Sav Todo estudic tica de las fuentes. a esta regia. Primero son in sentar al «autor, Jacques Fournier. El autor. sonaje responsable de nuestras fuentes documen' al parecer, s precisiones; €0. durante el decenio 1280, sin m4 dun, en el norte del condado de Foix (actual ‘Ariége). ¢Exa hijo campesino, de panadero 0 de molinero? El oficio que sus bid atribuyeron de este modo a su guizé sino frato jmaginacién, m: g apellido «Fournier» * Sin embargo, hay algo cierto: nuesttO hombre no es «hi pumilde. Hasta el punto de que, ¢ cipe. Es de origen bastante yertido en papa, ‘consciente de la me joctidad de su Jinaje, rehusat segin cuenta, ‘dar su sobrina en matrimonio a ua prillante aris' crata que 1a queria como esposa: esd silla, dité en occitano famili no es digna de ese caballo. La familia conoce, sin embargo, ant incluso de Jacques Fournier, algunos episodios notables de ascen social; uno de los to, ‘Arnaud Novel, es jo ¢ 5 y 1966, No he utllizado Is traduccién, por ¢ de ciertos textos del Registro, ‘ado J. Duvernoy DOF {dos en este libro estén traduc — 3 J. Dovennoy, 196 parte excelente, ave he 4 Pars ca de 1966. Todos los textos FePr por mi del original latino. 2 Sourniers significa panadero. 16 La aldea actual de Montaillou. A Ia izquierda, en lo alto de la colina, restos del casti- lo; més a la derecha, en Ia ladera, la aldea, algo més abajo de donde estaban los habitats de 1300-1320, hoy desaparecidos (poco mds o menos entre el castillo y Ia aldes actual). Mas abajo, la torre de la iglesia parroquial. ¥ cerrando por la derecha I2s edificaciones ‘actuales, Ja capilla de la Virgen. (Foto Madeleine Le Roy Ladurie.} terciense de Fontfroide. Alentado por este «modelo», el joven Four- nier se hace, a su vez, monje cisterciense. «Sube» durante algiin tiempo hacia el Norte; le encontramos de estudiante, luego doctor, de la Universidad de Paris. En 1311 recoge la herencia de su parien- te: es elegido abad de Fontfroide. En 1317, ya conocido por su eru- dicién y su rigor, le hacen obispo de Pamiers; en este nuevo papel se hace notar por sus persecuciones inquisitoriales contra heréticos y desviacionistas diversos. En su ciudad episcopal mantiene relaciones correctas con los agentes del conde de Foix y del rey de Francia (hasta ese momento de su vida es profrancés entre los occitanos). En 1326, el papa Juan XXII le envia sus parabienes por los esfuerzos, coro- nados de éxito, que ha desplegado en Ja zona «apamea» * en la caza de heréticos: van unidos a un lote de indulgencias. La accién de Fournier en su diécesis no se limita a las persecuciones contra las tendencias heterodoxas. Asimismo, ha sabido agravar el peso de los diezmos agricolas: los ha impuesto sobre la produccién de quesos, de rébanos y de nabos que hasta entonces estaban dispensados de ellos. Pero otros destinos esperaban a nuestro hombre. En 1326 es nombrado obispo de Mirepoix, al este de Pamiers. Un bidgrafo po- dra preguntarse si no se trata de una caida en desgracia. En efecto, Jacques Fournier se ha vuelto odioso, en su anterior didcesis, por sus persecuciones obsesivas, manfacas y competentes contra sospe- chosos de toda Iaya. Pero Mirepoix cuenta con més parroquias que Pamiers: antes que una caida en desgracia se trata, al parecer, de una promocién relativamente dorada. La siguen algunas otras, es- plendentes: en 1327 Jacques Fournier se convierte en cardenal. En 1334 es elegido papa de Avignon con el nombre de Benedicto XII. Habéis elegido a un asno, diria con su habitual modestia a los gran- des electores. Sin embargo, nada més cefiir la tiara, este hombre modesto muestra sus capacidades, que no son escasas 5, Reacciona contra el nepotismo. Monje ascético, trata de moralizar las abadias. Intelectual torpe y rudo, obtiene pocos triunfos en politica extranjera. Pero en el terreno del dogma se siente a gusto. Corrige las fantasias teolégicas de su predecesor Juan XXII, relativas a la vision beati- fica después de la muerte. Respecto a la Virgen, se muestra meacu- lista, dicho de otra forma, hostil a la teorfa (que mds tarde triunfar4) de Ia inmaculada concepcién de Maria, Sus variadas intervenciones en materia de dogma coronan una larga carrera intelectual: a lo largo de su existencia, polemizé con fuerza, y no sin conformismo, contra los pensadores mds diversos desde el momento en que le pa- 4 «Apameas [Appaméen]: de Pamiers. 5 Y. Renouaan, Les Papes d'Avignon, Paris, 1954, ed. 1969, pp. 30-34; Guy Mowat, Les Papes d’Avignon (1305-1378), Paris, ed. 1949, pp. 68-83 B. Gunemain, La Cour pontificale d’Avignon, Paris, 1962, pp. 134.136. ae recia que se apartaban de Ja ortodoxia romana, Contra Joaquim Fiore, contra el maestro Eckart, contra Occam... Constructor, J gues Fournier inaugura en la capital del condado de Benascue * edificacién del palacio de los Papas; para la confeccidn de los fres invita a ésta al pintor Simone Martini, Pero volvamos a tiempos més antiguos. En la vida del fur ro Benedicto XII lo que nos interesa es el perfodo apameo. © mayor exactitud, Ja actividad de Jacques Fournier como aninet diocesano de un formidable tribunal inquisitorial. La existencia mi ma de este tribunal, sobre el terreno, entre 1318 y 1326, no es modo alguno un hecho légico. Desde luego, el condado de Foi en cuya parte meridional se desarrolla Ja waccién» de este libr habia sido durante més de cien afios la «tierra prometida del error, Los heréticos albigenses pululaban alli desde el siglo x11. Ya habé hecho estragos la Inquisicién, hacia 1240-1250, tras la cafda clam rosa de Montségur, tltimo bastién de los «cdtaros» (1244). Los i quisidores habfan aparecido de nuevo en la regién «fuxea» ( Foix) hacia 1265, Juego en 1272-1273. «En la llanura de Pamier: Ja represién habia hurgado entonces todos los escondrijos, verificad todas las creencias y castigado todas las defecciones» *, Més adelante, la herejia sigue pululando aquf y all. papa Bonifacio VIII crea la didcesis de Pamiers, que i y el bajo condado de Foix (sur Y norte); esta creacién administrativa tiende a permitir un control mds cémodo de la desviacién. Tras una relativa calma (que duraba hacia un cuarto de siglo) se producen dos nuevas ofensivas inquisitoriales: en 1298-1300, y en 1308-1309. En 1308, Geoffroy @Ablis, inquisidor de Carcasona, arresta, en le aldea de Montaillou, a toda la poblacién, excepto los nifios. Estos impulsos antiheréticos son obra del tribunal dominico de Carcasona, que es extrafio, en cuanto tal, a la nueva didcesis de Pamiers tanto como al tradicional condado de Foix. Los obispos apameos, pese a la misién que en Principio les es impartida, persis- ten mantenigndose tranquilos durante mucho tiempo; no dicen ni pio contra la herejia de sus fieles: el prelado Pelfort de Rabastens (1312-1317) esté demasiado ocupado en pelearse con sus candnigos; no tiene tiempo de velar por la ortodoxia de los pensamientos de su circunscripcién. Con Jacques Foutnier, su sucesor a partir de 1317, * Comtat Venaissin, antigua regién de Francia, entre el Rédano, el Du- Eee ¥ el monte Ventoux, con una extensién de 1.800 km? y con capital eo Carperitras. Hoy forma parte del departamento de Vauchie Enae 1250 Yensgh estuvo bajo Ia autoridad pontificia. Su nombre deriva ‘de la antigua Venayssinus, o Venascinus. [N. del T.] 8 J. M. Vinat, Le Tribunal... 18 las cosas van a cambiar: el nuevo obispo aprovecha una decisién del concilio de Viena (1312). Esta estipula que en adelante, en el tribu- nal de la Inquisicién, los poderes del obispo del lugar vendrdn a unirse, con vistas a una provechosa colaboracién, con los del maes- tro de obras dominico, que hasta entonces era el tinico que Hevaba el juego represivo. Jacques Fournier puede, por tanto, constituir en 1318 su propio «oficio» de inquisicién; lo dirigird & mismo en es- trecha unién con el hermano Gaillard de Pomiés, delegado por Jean de Beaune, responsable de la Inquisicidn de Carcasona. Pomits y Beaune son, los dos, dominicos. E] nuevo tribunal apameo se manifiesta muy activo durante toda la duracién del poder local de su fundador. Cuando Jacques Four- nier sea nombrado en 1326 para la sede episcopal de Mirepoix, la «oficina» de Pamiers no desaparecer4 por eso. Pero en virtud de la méxima Nada de celo, implicitamente preconizada por los pere- zosos continuadozes de nuestro obispo, la institucién represiva se adormece en el plano local. En adelante dejaré en paz a las pobla- ciones del condado de Foix. ;Tanto mejor para ellas! Sélo durante el episcopado de Fournier el tribunal prepara las documentaciones m4s tangibles para nosotros. gEn qué condiciones, bajo qué direccién se realizan estas maniobras minuciosas? A la cabeza del «oficio» estd, naturalmente, el propio Jacques Fournier. Inaccesible tanto a las stiplicas como a los sobornos. Habil en hacer aflorar la verdad. En hacer saltar a las corderas, como di- cen sus victimas. Capaz de distinguir en unos minutos a un herético de un catélico «correcto». Verdadero demonio inquisitorial, afirman los reos cuyos corazones sondea. Especie de Maigret obsesivo y com- pulsivo. Procede, y triunfa, gracias esencialmente a la habilidad tenaz y demonfaca que despliega en sus interrogatorios; raramente recurre a Jas torturas. Manfaco del detalle, asiste en persona a todas las se- siones de su propio tribunal; 0 poco menos. Quiere hacerlo todo, o al menos dirigitlo todo por sf mismo. Se niega a delegar respon- sabilidades en sus subordinados, en sus esctibientes 0 en sus nota- tios, como hacen, en repetidas ocasiones, los dems inquisidores, demasiado negligentes. Todo el Registre d’inguisition de Pamiers Hevaré, pues, la marca, 0 la riibrica, de su intervencién permanente. De ahi, entre otras razones, la extraordinaria calidad del documento. A su lado, el hermano Gaillard de Pomits, O. P.’”, desempefia el papel de ayudante, de vicario o de lugarteniente. Es telegado al se- gundo puesto debido a Ja prelacién local y a Ja fuerte personalidad del obispo del lugar. Algunos inquisidores de altos vuelos, como 7 «O.P»: de la orden de los Hermanos predicadores (= dominico) 19 Bernard Gui, Jean de Beaune y el normando Jean Duprat, ext res 2 la didcesis, vienen asimismo a honrar con su presencia de vez en cuando las sesiones mds graves del oficio apameo. Entre los asesores, tan pronto decorativos como activos, se encuentra tambi todo un surtido local y regional: canénigos, monjes de todo béb' y todo sayal, jueces y juristas arraigados en la cabeza de la diéce ‘A un nivel inferior, encargados de las tareas de la redaccién (p nunca de las de decisién), se agita la cuadrilla de notatios y d= escribanos: es decir, unos quince individuos. A su cabeza se des taca el escribano-cura Guillaume Barthe; y luego Jean Strabaud. y un tal Bataille de la Penne; y varios chupatintas 0 tascavitelas del condado de Foix. Finalmente, en el escalén més bajo, el personal c= escasa importancia que esté juramentado: comprende sargentos de nominados «servidores», mensajeros, carceleros flanqueados por svs inevitables esposas que hacen el papel de carceleras; también encom tramos, en este hormigueo subalterno, a soplones que a veces soa de alto copete, como Arnaud Sicre. Las «estadisticas» relativas a la actividad del oficio fueron com- piladas, y luego publicadas, en 1910, en una notable obra de J. M. Vi dal*, He aqui algunos elementos: son sugestivos en cuanto a las condiciones en que se elabord nuestro expediente: el tribunal inqui- sitorial apameo trabaja durante trescientos setenta dias, entre 1318 y 1325. Estas 370 jornadas dan lugar a 578 interrogatorios. Estos se descomponen en 418 comparecencias de reos y 160 de testigos. Estos centenares de sesiones conciernen en total a 98 causas 0 ex- pedientes. El récord de trabajo fue registrado en 1320 (106 jorna- das); por comparacién, hay que anotar 93 jornadas de trabajo en 1321, 55 en 1323, 43 en 1322, 42 en 1324, 22 en 1325. El oficio zesidié la mayor parte del tiempo en Pamiers; a veces también en tal o cual localidad del condado de Foix, segén los desplazamientos del obispo. Los 98 expedientes inquietaron o encausaron a 114 personas, en cuyo mimero predominan, con mayoria, los heréticos de tendencia albigense. Entre estas 114 personas, 94 comparecieron efectivamen- te. En el conjunto del grupo «inquietado» se cuentan algunos no- bles, algunos curas, notarios y, sobre todo, una masa abrumadora de gente humilde, campesinos, artesanos, comerciantes infimos. En- tre los 114 individuos procesados 0 inquietados se cuentan 48 mu- jeres. La mayoria, varones y hembras, es originaria de la regidn alta de Foix, o Sabarth?s, trabajada por la propaganda de los hermanos Authié (fueron misioneros cétaros, y residentes de la pequefia ciu- dad de Ax-les-Thermes); esta mayoria sabarthesiana se compone de 92 personas, hombres y mujeres. Entre ellos, nuestra aldea de Mon- 8 J. M. Vira, Le Tribunal... 20 taillou en Sabarthés proporciona, por sf sola, veinticinco acusados; delega, ademas, algunos testigos a la barra del tribunal. Ademés, tres reos proceden de la aldea de Prades, limitrofe de la anterior. En total, 28 personas, cada una de las cuales proporcioné un testimo- nio sustancial y a veces muy detallado, son originarias de la _mi- ntiscula comarca de Aillon (Prades + Montaillou), en la que tiene sus rafces nuestra monograffa. + El proceso canénico contra tal o cual reo, de Montaillou o de otra parte, viene provocado generalmente por una o varias dela Gones, seeuidas de una citacidn para comparecer ante el tribunal apameo. Esta es notificada al sospechoso (a domicilio y desde el pulpito) por el cura del lugar de residencia. En caso de que el in- dividuo asf convocado no se dirija por sf mismo a Pamiers para comparecer allf, el baile local (oficial del conde o del sefior) sirve de brazo secular. Convence al reo, lo escolta, si es necesario, hasta la cabeza de Ja didcesis. La comparecencia ante el tribunal del obispo se inicia con un juramento que el acusado presta sobre el libro de los Evangelios, Prosigue en forma de didlogo desigual. Jac- ques Fournier plantea las sucesivas preguntas y se hace precisar tal o cual punto o «detalles. El acusado responde y habla abundante- mente. Una declaracién puede ocupar facilmente de diez a veinte grandes folios de nuestro Registre 0 més. El proceso sigue su curso sin que necesariamente se prolongue el arresto del acusado. De inte- rrogatorio a interrogatorio puede estar encerrado en una de las prisiones apameas del obispo. Pero durante el mismo intervalo de tiempo puede gozar también de perfodos mds o menos largos de libertad provisional, durante los cuales se le prohfbe simplemente salir de los limites de su parroquia o de su didécesis. Por el contrario, lo medios de presién més variados vienen, Ilegado el caso, a agravar la detencién preventiva, cuando existe: tratan de Ievar al acusado por la senda de las confesiones. Al parecer, esas presiones no suelen ejercerse mediante Ja tortura, sino por la excomunién del reo; por su encierro en prisién estricta 0 muy estricta (celda estrecha, grille- tes en los pies, alimentacién a pan negro y agua). Sélo en un caso, que concietne al proceso amafiado que los agentes franceses obliga. ron a intentar contra los Ieprosos, Jacques Fournier hard torturar a sus victimas, a fin de obtener confesiones delirantes, absurdas: en- venenamiento de las fuentes mediante polvo de sapo, etc. En todos Jos demés casos que han proporcionado la sustancia de nuestro libro, el obispo se limita a acosar el desviacinismo real (y que suele reve- larse minimo desde nuestro punto de! vista). Las confesiones estén apovadas, inducidas por las descripciones que dan los reos de sus «episodios de la vida teal», cotidianos y sustanciales. Se corroboran mutuamente; cuando se contradicen, Jacques Fournier se esfuerza por que desaparezcan esas diferencias; exige precisiones a los diversos 21 acusados. Lo que anima a nuestro prelado es el ideal de una biisqueda (odiosa en este caso) sobre la verdad de los hechos. Para él, se trata de detectar los comportamientos culpables; se trata luego, desde su Optica, de salvar a las almas. Para alcanzar estas diversas metas, el obispo se muestra «puntilloso como un escoldstico»; no duda en enfrascarse en interminables discusiones. Se toma quince dias de su precioso tiempo para convencer al judio Baruch, denunciado ante su tribunal, del misterio de la Trinidad; ocho para hacerle ad- mitir Ja doble naturaleza de Cristo; en cuanto a la venida del Me- sfas, requiere tres semanas de comentarios, administrados a Baruch, que no pedia tanto. Al término de los procesos se infligen a los comparecientes di- versas penas (cdrcel mds o menos estricta, porte de cruces amarillas, peregrinaciones, confiscaciones de bienes). «Solamente» cinco ter- minan su vida en-la hoguera: de ellos, cuatro valdenses de Pamiers; y el relapso albigense Guillaume Fort, de Montaillou °. Realizados de esta forma, los procedimientos e interrogatorios de Jacques Fournier fueron transcritos en cierto mimero de voli- menes. De ellos, dos estén perdidos; uno de ellos contenfa las sen- tencias finales; por suerte, nos son conocidas gracias a Ja compila- cidn de Limborch. Subsiste, en cambio, un grueso registro in-folio, en pergamino, Durante su confeccién original, este documento pasd por tres estadios: primero, durante la escucha misma del interroga- torio y de la declaracién, un escribano redactaba deprisa el protocolo, o borrador. Este escribano no era otro que Guillaume Barthe, nota- rio episcopal, reemplazado ocasionalmente, en caso de ausencia, por uno u otro de sus colegas. Guillaume Barthe se encargaba, ademés, de redactar Juego, a partir de estas notas emitidas en vivo, la minuta, «sobre un registro de papel»... «Con frecuencia ésta era sometida al acusado que podfa mandar modificar en ella ciertos términos» ®. Finalmente, varios escribanos volvian a copiar con tranquilidad, sobre pergamino, los textos as{ minutados™. 9 No cuento en este némero a Guillaume Bélibaste, capturado a rafe de una denuncia. Seré condenado y quemado fuera de nuestra diécesis. 1 Todo esto segin J. M. Viva, Le Tribunal. 1 El establecimiento del texto final del Register Fournier, en Jatin (tal como se encuentra en el manusctito latino n° 4030 de Ja Biblioteca Vaticana), se ha realizado a través de las etapas que acabo de describir: plantea diversos proble- mas de éraduccién, Los acusados se expresaban generalmente en occitano (0 bien, en algunos casos probablemente poco numerosos, en gascén). Por lo tanto, Jos escribanos traducfan, en cierto momento, las palabras de los reos al latin, Esta operacién tenfa lugar, bien en el momento mismo de la anotacién (primer estadio}, en «traduccidn ‘simulténea», bien (més tarde) durante la redaccién de la minuta (segundo estadio). En’ efecto, ésta esté, grosso modo, conforme con el texto final (tercer estadio) que, aunque parezca imposible, esta en latin. Una traduccién en sentido inverso, puramente oral, sustituia al texto de Ja minuta en ef momento en que se lo daban a conocer a los acusa- 22 El volumen que nosotros poseemos no fue pasado completa- mente a limpio hasta después del nombramiento de Jacques Fournier para la sede episcopal de Mirepoix, en 1326. Lo cual demuestra hasta qué punto estaba preocupado el prelado conservar este tes- timonio de su obra de inquisicién apamea. El registro sigaié luego a Jacques Fournier, convertido en Benedicto XII, hasta su residen- cia en Avignon. De alli pasé a Ja Biblioteca Vaticana, donde todavia est4, entre los manuscritos latinos; su signatura es 4030. Desde hace un siglo, diversos. eruditos o historiadores han tra- bado conocimiento con e! gran documento apameo. Entre ellos figura el alemén Dillinger, célebre a la vez por sus conflictos con el pa- pado romano y por sus bellos estudios sobre la herejfa medieval. Figuran también varios eruditos franceses, de origen meridional con frecuencia: Charles Molinier, Mons. Douais, J. M. Vidal, a principios del siglo xx...; y muchos otros, luego. Los trabajos mas eruditos y amplios sobre el manvscrito mismo emanan de J. M. Vi- dal. La publicacién integra del registro se debe a J. Duvernoy (1965). No carece de defectos, agriamente denunciados por el padre Dondaine. Tiene sin embargo el inmenso mérito de existir. No dis- pensa de recurrir al original ®, El azar de las indagaciones de Fournier y la distribucién muy desigual de Ia herejia quiso que 28 acusados, conocidos por el Registre, sean originatios de Montaillou y de Prades; de ellos, 25 son del mismo Montaillou. Esta circunstancia fue una catéstrofe para los aldeanos de este territorio. En cambio, ofrece todas sus posibilidades al historiador. En efecto, después de los trebajos de Redfield, de Wylie y de algunos otros, se sabe de sobra que la visién pedestre, a tas del suelo, de Ja sociedad campesina va de maravilla para la monograffa aldeana. Nuestra biisqueda no seré la excepcién de esta regla de oro: Ia aldea en cuestién, y que el azar de los docu- mentos ha escogido para nosotros, es Montaillou, a 1.300 metros de altitud, junto a las fuentes del Hers; al este del alto valle del ‘Aritge, y no lejos de él. Colgada sobre su planicie, Montaillou desempeiié hacia 1290-1320, época que consideran los interrogatorios dos, en lengua vulgar (= occitano), a fin de que eventualmente pudieran hacer insertar_modificaciones en aquélla. Sobre Jacques Fournier y sobre su Registre, véase K. Jacon, 1910; Dsruwcer, 1890; Douar, 1900; V. Moumaen, Etudes..., 1887; J. M. Vioat (Le Tribusal...) y J. M. Vipat, 1909, 1913 (bulario), 1913 (Cartas...), 1929, 1932. Véase también la New Catholic Encyclopedy, 1967, y el Dictionnaire Phistoire et de géographie ecelésiastiques, ditigido por A. Bavoattiant, 1935, en el articulo «Benoit XII>; la exposicién preliminar que acaba de’ leerse debe mucho a los grandes y hermosos trabajos de J. M. Vidal y de J. Du- vernoy. 23 de Jacques Fournier, papeles diversos: Ja comunidad sirve de refu- gio a la herejfa girévaga, que, derrotada en la baja regién, libra «un Ultimo combate» en el alto Ariége. La ganaderia local ofrece apoyo a la transhumancia hacia Catalufia; hacia las comarcas audesas o en direccién a Ja alta montafia pirenaica. Finalmente, para las devo- tas del culto mariano —y son numerosas— se celebra una peregri- nacién a la virgen. ‘ Quedémonos, primeramente, en la herejfa, problema crucial: las aldeas y pequefias villas de la baja regién, con Pamiers a la cabeza, estaban casi totalmente reconquistadas para la ortodoxia en la época considerada en este libro: Ja propaganda de las érdenes mendican- tes, las vejaciones policiales, habian limpiado, 0 poco menos, el absceso cétaro, es decir, valdense. Jacques Fournier, en la cabeza de su didcesis, podia permitirse dar ahora «los tltimos toques»: reprimfa a un cuarteto de homosexuales; hostigaba, incluso, a la som- bra de su catedral, al folldore de los aparecidos. Totalmente distinta era la situacién de Montaillou, aldea a la que, para este caso, hay que unir Ja zona circundante de la comarca de Aillon y la alta regign adyacente de] Sabarthés ¥. Lejos de policfas de cualquier laya, nues- tra aldea habfa ofrecido terreno fértil y al principio sin gran peligro, desde 1300, a la accién militante de los hermanos Authié, misio- neros de Ia reconquista cétara. Sin embargo, pronto se eché todo a perder. Tras algunas incursiones, devastadotas, como respuesta de los inquisidores de Carcasona ¥, Jacques Fournier teacciona a su vez duramente ante Ia situacién, intolerable para él, que habfan creado los Authié y que Ilega més all4 de la muerte de éstos; de 1319 a 1324, multiplica las convocatorias y los interrogatorios con Jos ha- bitantes de Ia aldea culpable; saca a Ja Juz toda una serie, local, de actividades heterodoxas que se escalonan desde el decenio 1290. Manfaco del detalle, esclarece, por encima de las creencias y de los desviacionismos, la vida misma de la comunidad. Ahi, al hilo de las investigaciones de Jacques Fournier, tenemos a Montaillou, en si y por si; yo simplemente las he reagrupado, reorganizado, en el espi- rita de la monografia aldeana. 2B El Sabarthés, es decir, el alto Ariége, al sur del paso de Ia Barre. 4 TTL, 97 [cf. pég. 28, nota al pie de pégina]: es en la Asuncin (25 de agosto) de 1308 cuando habrfa ocurrido Ia redada de las gentes de Mon- taillou por la Inquisicién de Carcasopa. 24

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