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k39 ‘SF FLACSO DOCUMENTO DE TRABAJO PROGRAMA FLACSO-SANTIAGO DE CHILE NUMERO 159, Octubre 1982 2 : oases : $092 7 FEMINISMO ¥ PARTICIPACION POLITICA EN CHILE*, Julieta Kirkwood #/ Este documento es una versién resumida de los resultados de la investigacién realizada bajo el auspicio y con el apoyo de 1a UNESCO, Divisién Derechos Humanos y de la Paz y de la cual FLACSO ha publicado un primer volumen: "Ser politica en Chile: las feministas y los partidos’ , Documento de Tra bajo NP143, Marzo, 1982. Esta Serie de Documentos es editada por el Programa de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, (FLACSO), en Santiago de Chile. Las opiniones que en los documentos se pre- sentan, asi como los anflisis e interpretaciones que en ellos se contienen, son de la responsabilidad exclusiva de sus au- tores y no refleja necesariamente los puntos de vista de la Facultad. A. Presentaci6n ..ssseeseccssaceeeee B. Cuestiones teéricas.. C. Pepiodizacién..... iT It. III. Iv. TeneDELECeE| Los inicios.s.ssseeeeeeeeesees, La crisis y la cafda......... El silencio feminista..... Perfodo post-golpe 1973: 1a oposicién feminista al autoritarismo... Bibliografia., 26 40 43 A partir dei reconocimiento de que no sélo 1a historia de 1a opresién de la mujer es invisible, sino que también lo es la historia de su lucha y rebeldia, el documento intenta relevar las formas y sentidos en que las mujeres, colectivamente, han asumia- > “eAjcanién de su condicién en Chile. En una primera aproximacién se ha intentado relacionar la diversidad de las expr: siones hist6ricas del feminismo con los contenidos reales de la politica: poder, lucha, fuerza, conci- liacién. Desde alli, se analizar4 las formas en que las femi- nistas han elaborado la posibilidad de oponerse a su dominacién en ciertos momentos muy definidos de su trayectoria: inicios y ascenso; crisis y caida, silencio y posterior renacimiento de la idea y de la accién feminista. A. Presentacién Los parrafos que siguen son una sintesis de un trabajo mas amplio que hemos realizado en tex movimiento feminista chileno en sus diversos momentos, expre- a las velaciones entre el siones y dimensiones politicas y, las formulaciones referidas Vv a la mujer desde e1 4mbito de la politica giobal}/, El objetivo general de dicha investigacién es contribuir a otorgar "visibilidad" a la historia de la opresién de la mujer en Chile y, relevar la historia de las luchas y los esfuerzos que las mujeres colectivamente han emprendido en busca de su artée sntivioa y socicl. Dentro de la orientacién feminista que nos gufa y que ex- Plicitaremos m4s adelante, reflexionarcmos sobre la naturaleza y significado de las retaciones que ha establecido el movimiento feminista chileno con el proceso polftico social. M4s preci- samente, intentarenos relacionar la diversidad de las expresiones histéricas del feminismo en Chile, con los contenidos reales de la politica: poder, lucha, fuerza, conciliacién y violencia y, desde la ocurre reia de esa rolacién o desde su no ocurrencia, trataremcs de analizar las formas en que las feministas han ela- borado y valorado - prdvtica, moral y éticamente -, 1a posibi- lidad de oponerse a su doriinacién en tanto género cultural. En el. trabajo de investigacién que mencionamos, se realiz6 un ampiio recuento socio-histérico del movimiento feminista en Chile en los momentos m&s significativos de su desarrollo. 2/ Julieta Kirkwood B.: "Ser polstica en Chile: las deministas y, los partidos, Documerto de Trabajo FLACSO, Santiago, N°142, 982, Para las necesidades de brevedad de esta presentacién, hemos optado por hacer una seleccién de los temas que apare~ cieron nfs significativos al andlisis, tratando de escapar al riesgo de esquematizar en extremo esa historia. Creemos que el conocimiento de 10s procesos histéricos de constitucién del movimiento feminista trasciende al puro interés particular de su medio nacional, para aportar elemen- tos a la comprensién de la protesta feminista en tanto fenémeno cultural universal. Tal como ha sido demostrado por varias feninistas en di- versas regiones socio-culturales2/, las mujeres hemos heredado una historia general y una historia de 1a polftica en particular, narrada y constituida s6lo por los hombres, lo que ha supuesto una cierta desviaeién que nos ha dejado en el silencio e invi- sibles frente a la historia, Entre otras cosas, ello ha significado para las mujeres, alcanzar conciencia politica a través de ideas, acciones y orga- nizaciones constituidas por el poder y la cultura masculina y en sus términos. Términos que incluyen, desde las formas del len- guaje y 1a expresién de contenidos, hasta las formas de organi- zacién que se van a considerar posibles y apropiadas para ellas. Hasta ahora, y m4s que frecuentemente, esta situacién ha determinado las modalidades de la participacién femenina en el “mundo de lo politico” y ha determinado, también, 1a aceptacién de las formas que va a asumir la participacién de la mujer en las organizaciones politicas masculinas: construir bases de apoyo; 2/ Especialmente ver Sheila Rowbotham "Feminismo y revolucién" Tribuna feminista, Ed. Debate, Madrid 1978. complementariedad de sus labores; realizacién obediente de las instructivas y directivas de las jerarqufas y, constituirse en movilizacién “explosiva’ o detonante en algunas reivindicaciones muy ligadas a la problem4tica de la familia y su entorno (huelgas de hambre, tomas de terreno para vivienda, ete.), En general actividades totalmente ajenas a la formulacién de politicas y toma de decisiones. Asi, un primer paso para superar el peso de la historiogra- fia masculina en la conciencia y en la praxis politica femenina, habr4 de ser, junto con mostrar esas caracteristicas de masculi- nidad, reconocer, tornar "visible, todo lo registrado y experi- mentado por las mujeres que hubieron de luchar por alcanzar su espacio en el mundo politico?’, Es decir, como dicen las femi- nistas radicales, “ver y hacer ver, lo que otros estén haciendo invisible". Las més de las veces, los orfgenes de los logros actuales en la condicién de 1a mujer son desconocidos, descorporizados y no identificables. La historia global sistem4ticamente ha ol- vidado, cuando no ha desvirtuado, el origen de las concepciones que cambiaron la vida de las mujeres, haciendo olvidar, también que cada uno de esos logros han supuesto luchas, resistencias titénicas, voluntad. Con ello se ha mantenido en 1a opacidad todo aquello a que se refiere Foucauli toda situacién de poder conlleva intentos de contra poder; 3/ La entrada a los partidos polfticos masculinos por parte de las mujeres es una entrada muy reciente y restringida, que se posibilita una vez logrado el voto municipal, a par- tir de 1931. todo esfuerzo por imponer una determinada legalidad, coexiste, simulténea y automdtica con una o varias “ilegalidades**/. Lo que podrfa traducirse en que, desde que existe la opresién fe- menina, coexiste también la posibilidad - realizada o no; ex- presada o no; traducida a los sucesivos ropajes histérico cul- turales, de la rebeldia femenina. Historizar, entonces, las demandas politicas feministas, es mostrar la existencia de esa otra legalidad, de ese contra- poder 0, porqué no, de esa fuerza que constituye el propio in- tento de las mujeres para conseguir su propia liberacién. Es mostrar - no importa cudn lejos o cu&n cerca hayan estado de conseguirlo - su "presencia", su “visibilidad". Y es también, mostrar la transformacién en sujeto de un grupo social especi- fico que no ha sido atin totalmente identificado como tal, ni por los otros, ni por si mismo: de un grupo considerado afin como objeto receptor de politicas bien o mal formuladas para su atri- buida humanidad. Ahora bien, un grupo oprimido se torna sujeto de su "contra~ cultura" cuando ha tomado conciencia de sf mismo, cuando le ha surgido la necesidad de su propia identidad. £1 surgimiento de una necesidad no es un hecho puramente arbitrario; puesto que la humanidad sélo se plantea los problemas que puede resolver. Entonces, el surgimiento de necesidad de 1a identidad surge primero como conciencia de su carencia; pero, adem&s, como con- ciencia de la posibilidad de su propia resolucién. Recuperar la historia politica de las mujeres en Chile, hoy, es recuperar las distintas expresiones de esa carencia para el grupo social const:itufdo por las mujeres y es, al mismo tiempo 4/ Michel Foucault: "Un didlogo sobre el poder y otras conver- saciones", Alianz= Fd., Madrid, 1981. recuperar las formas y modos en que - siempre en tanto grupo - las mujeres intentaron resolver dicha carencia. Cuestiones teéricas El feminismo es revolucionario. Esto es hoy asi para la casi totalidad del movimiento, como lo es también, m4s all4 de dugas razonables para muchos de los mAs penetrante filésofos de nuestro tiempo. Esta condicién revolucionaria imprimir4 un determinado sello, tanto a los objetivos, propédsitos y teorfa del feminismo, como a las formas de accién y a las metodologias de conocimien- to que desarrollara el movimiento; e incidir&, obviamente, en los an&lisis que realice de su propio quehacer, de su proceso de desarrollo y, de su constitucién histérica. En su postura teérica, el feminismo es revolucionario en un doble sentido: Con la elaboracién del concepto de "patriarcado", trasciende al solo planteo de la diferenciacién y pugna de las clases sociales como finica rafz y origen de las relaciones so- ciales de opresién entre los humanos, apuntanto a la existencia de 1a opresién sexual: al dominio y 1a opresién cultural y ma- terial concreta de un sexo sobre otro. De este modo, enriquece y quita asf el cardcter restric- tivo al concepto de liberacién social y politica, haciéndolo extensivo a las mujeres, como grupo especifico, respecto de las cuales, y bajo enfoques mis globales de interpretacién histérica, se planteaba, anteriormente, formas muy difusas, sin mayor ela- boracién, de “emancipacién femenina”. En seguida, al considerar a la mujer como una “unidad", Producto de innumereblcs estructuras productivas, reproducti- vas y polfticas®/, revertird el anflisis de lo netamente feme~ nino mostrandolo, ahora, como una problem&tica extendida a la totalidad de la vida cotidiana. A través de su negativa a dejar fuera de la preocupacién social, los problemas indivi- duales y personales, dejar4 puesta en la conciencia social y colectiva su descubierta verdad: "lo personal es _— politico”. Desde alif, entonces, en la nueva imagen problematizada del mundo, se haré presente en "lo pfiblico", todo aquello que his- téricamente se desenvolvia en el circulo de "lo privado". Desde la biologia, pasando por la afectividad, la sexualidad, las formas de relacionarse socialmente; 1a economfa y la politica, la emergente-rebeldia femenina pondrd en evidencia los vacios de la teorfa y de la prdctica politica social protestataria o progresista vigente hasta su advenimiento. Ha surgido con ello, 1a posibilidad de "repensar" 1o poli- tico; de dar otra vuelta de la tuerca a la revolucién misma: mostrar& por una parte, 1a "secundariedad" con que pueden ser vividas las clases sociales bajo el peso de otras "sumisiones" que difuman los conflictos interclase. De otra parte, y junto con afirmar que hay algo més 2114 de las clases, no se queda el feminismo en plantear la nueva problematica solamente de y desde las mujeres, desde "lo femenino". Concerniendo a la totalidad social, demuestra que en las relaciones entre oprecores y oprimidos, ambos términos de la relacién se hayan pervertidos. La libera- cién femenina no consistiré ya, entonces, en un problema a re~ solver con la incorporacién al mundo de "las que no estén". S/ Juliet Mitchell, "La condicién de la mujer", Ed. Extempora- neos, México, 1974. Con su declaracién de que no'es suficiente romper los muros del hogar para incorporarse las mujeres al mundo social, pGblico y abrirse horizontes, el feminismo rechaza la posibilidad de rea~ lizar pequeiios ajustes de horarios y de roles al orden actual; pues eso no serfa otra cosa que la insercién en un Ambito-mundo ya definido por la masculinidad (el otro término en la rela- cién de opresién). La incorporacién de las mujeres al mundo seré, para el movimiento feminista, un “proceso transformador" del mundo. Se trata, entonces, de un mundo que est por hacerse y que no se construye sin destruir el antiguo El feminismo parte de la aseveracién de que hombres y mu- jeres estén "mal hechos" (Simone de Beauvoir) y deformados por obra de la cultura, en virtud de una agobiante relacién de po- der entre los sexos que ha originado victimas y opresores. En a salida de dicha condicién degradada, se afirma, la responsa- bilidad de la opresién le corresponde al opresor; en tanto la vesponsabilidad de la rebeldia, compete al oprimido. De allt, la fuerza y voluntad intrinsecas en 1a pretensién de autonomia de los movimientos politicos feministas como "sujetos" de su propia rebeldia, lo que no destruye ni invalida sus intenciones de globalidad del cambio politico social. En ciertas circunstancias muy definidas, una determinada imagen o concepeién del mundo se constituye en universalidad, en tanto da expresién al movimiento general de 1a sociedad, &/ El feminismo contemporaneo reaparece con fuerza en momentos en que impera una tremenda dislocacién ideolégica, una inquietante pérdida de perspectiva; en donde ya no todo puede ser explicado por la sola raz6én y donde, ain mAs, se sospecha la necesidad de explicaciones m4s subjetivas de parte de grandes cantidades de masas humanas. Es el rechazo a un mundo donde todo 8/ Sartre, Jean Paul: Critica de la razén dialéctica", tomo I, Bd. Rosada, Bs. As., 1963. aquello que no se explica por relaciones de clase, de trabajo, de produccién y mercado, tiende a no existir, a no ser que se le reduzea, como sea, a un Giltimo objetivismo material. Los movimientos sociales actuales se han beneficiado con esta nueva dimensionalidad gracias a la inclusién, en el debate social, de esta importante parcela de pensamiento y presencia colectiva que han significado tanto los aportes de los movimientos femi- nistas contemporéneos, de los movimientos estudiantiles de la década anterior, como de las reformulaciones de la "nueva izquier- da" constitufda a partir de los cuestionamientos a la ortodoxia politico-revolucionaria. Una revolucién se hace carne sélo cuando el proyecto polf- tico alternativo pone en cuestién y desacraliza los valores de la sociedad o de el orden anterior; y no es cosa de citar en detalle evidencias como la puesta en cuesti6én del absolutismo divino, 0 de la propiedad privada, que junto a la revolucién sexual marca hitos en la transformacién de Occidente. En cada perfodo, es cierto, hay modos de produecién que operan estruc- turando la sociedad y que se plasman en valores: sin embargo, en cada perfodo también surge la contestacién, la contra cul- tura filoséfica y préctica que devela a las formas sociales es- téticas, inméviles y las muestra como entidades sujetas al de- venir (Sartre) 1/ Es verdad que el absolutismo como prerrogativa divina del poder; la propiedad, con sus oscuras rafces de depredacién y explotacién de los otros; el sexismo con su cardcter perver- tidor de la naturaleza humana no se hubieran podido desarrollar sin la ayuda del consenso. Es necesario que todos, dominantes y exclufdos piensen que "lo que es" no puede ser de otra manera; en otras palabras, se requiere que el intelecto y la accién se 2/ Sartre, Ibidem. circunseriban al orden en obediencia ciega, y que todo intento de ruptura sea severamente castigado, desalentado. El feminismo contemporfneo, nacié con la evidencia del pa- triarcado a cuestas. Una prueba sobre la universidad del pa- triarcado, de sus mecanismos de defensa contra su cuestiona- miento o negacién, en tanto entidad opresora y opuesta al cam- bio, podemos hallarlo en los inicios mismos de los movimientos feministas radicales contempor4neos. Cuando a fines de los afios sesenta el movimiento estudian- til norteamericano, recogiendo el mayo francés, plantea "la revolucién, ahora", y se comienza a cribar todas las formas de relacién humana por este rasero, denunciandose todas las opre- siones y discriminacicnes del conocimiento, de los jévenes, de los estudiantes, de las razas no-blancas, de los marginados, de los ghetos, también, entonces, las primeras feministas radi- cales - que afin no lo eran - quisieron tocar su parte en 1a nueva partitura de la revolucién total. Y hubieran de comprobar, con estupefaccién, que los planteos revolucionarios, totales, no tenfan nada que ver con las mujeres: "El finico lugar de la mujer en el movimiento... es con las patitas abiertas", les dice el lider Carmichael. el lider, como sabemos, gufa y expresa a sus seguidores. Pero esa vez no hubo lagrimas: se dijo NO. Y¥ desde dentro de esa revolucién marginal, estudiantil, nacié una contra-cultura de enormes proyecciones que continuarfa creciendo afin después que el explosivo movimiento estudiantil de fines de los sesenta, no fue ya m&s que un p&lido recuerdo, Se habia hecho evidente el patriarcado. Desde ese momento se hizo también evidente la necesidad del feminismo de recuperar y descubrir la historia de la con- dicién femenina, Se did su lugar al movimiento sufragista; se buscé en é1 las razones de su posterior derrota y éstas siempre mostraron tener que ver con el hecho de que las mujeres no habfan elaborado su propia especificidad politica, que por mucho tiempo esperaron desde fuera la creacién de una teoria légica y estructurada para formar su movimiento; que permitieron que su discriminacién especffica apareciera disfrazada, poster- gada como secundaria, sin presionar ni exigir a la teorizacién y a la prfetica politica contestataria - por no provocar, div fae : e wotal! sionismo - que se pusiera de cara a su contenido sexista~. Casi universalmente se llegé a la misma evidencia: no im- portaba cuSnto hubiese costado, ni cuén larga hubiese sido la lucha sufragista, los movimientos feministas se habian disuelto justamente cuando se obtuvo el voto politico. Decfamos que el feminismo es revolucionario y que eso acarreaba consecuencias en el hacer y en el conocer. En lo que vespecta al juicio histérico, el feminismo mira y exige expli- caciones a su pasado. El feminismo no nacié hecho: se est4 haciendo, constitu- yéndose a si mismo en su propia accién; y se hace con la pers~ pectiva de su futuro virtual: ubicado en esa nueva forma de re- 8/ Atm mds, el subordinarse a otras teorfas que hablan "sobre las mujeres”, ~. definiéndolas y no desarrollando el propio conocimiento desde el interior del movimiento, ba significado renunciar a una contra-teoria, al contra discurso necesario para esclarecer la contradiccién. Jaciéu que exvity. tanto la diveviminacién se: que se ha constry*?> © sta, como todo lo ntorpa Cf a autoritaria, disei- maria, jerary:fa). Fx otres palabras, el fen que existe, lo que ha existido (pasado y presente), en nombre de ro ge es tomado como m4s veal que lo clavivad, es desde la supera- fatviarcal que se enjuiciargn los actos 1 > nismo juzga lo lo que todavi. En nuestro caso hemos analizads 1a procencia qué forna y medida los actos en tant. ocep nsablus de del senildo tots 2? excesivanente severa, ear preguntas a la que lo hace el fe cco Va, mis bien, en el sentido de mos- esti realidad hoys vista en et se. inisme trap tantas otras cmprender por ey para arse auténtica- coms tal, serfa za toma de decisiones polf- y consideran lov cuntenidos nismos de la politica: poder, > tue! 2, coufrontactén, conciliacién, akian a y negociacién. tos, no para esconderles o maquillarles el rostro, de- endo a dichos contenidos cczo “contaminantes" de la pureza era: y bondad que hab{a de apertay lo fenenino a la polftica, como su- cedié en ocasiones 0, confesando una apresurada inmadurez e inex- Pi riencia, come susedié en otras; sino considerar, por el con- trario, sus dimensiones reales para enfrentarlos en 1a misma rea- lidad de la que surgen, 9/ Merteau-Ponty. “Honanisie - soi" 6. Leviatén Re As 1956. El juicio feminista, sin embargo, es independiente de las motivaciones e intenciones de las actoras en los distintos momen- tos: se es responsable con respecto a los fines del movimiento por cada una de las acciones realizadas dentro de las opciones abiertas a la decisién en cada momento histérico. Y¥, a este respecto habré opciones exitosas y opciones fracasadas, de acuerdo a la virtua- lidad o el fin del feminismo. Sin embargo, conocer esas motiva- ciones e intencionalidades pueden proporeionarnos una clave im- portante para detectar los elementos que apoyan o desfavorecen el proyecto feminista. De acuerdo a las formulaciones generales sobre los propé- sitos de 1a investigacién a que hacemos referencia, el grueso de nuestro esfuerzo lo hemos referido a relevar las expresiones propias de las mujeres organizadas politica y auténomamente Esto nos llevé a caracterizar los perfodos de acuerdo a las con- tingencias en que las organizaciones de mujeres se vieron afec- tadas, con una doble intencién: por una parte, nos guiaba una finalidad descriptiva y explicativa del decurso feminista chi- leno como movimiento social; por otra, querfamos confrontar este proceso con el de otrus pases latinoamericanos, a fin de deter- minar si nuestra situacién era en cierto modo atipica y propia a la sola realidad chilena 0, si bien, guardando algunas espec: ficidades, correspondfa a un desarrollo comin al feminismo 1a~ tinoamericano, del mismo modo en que ciertos elementos polftico sociales permiten hablar de identidades latinoamericanas en los procesos globales. Los perfodes que hemos definido y que esbozaremos brevemente son: los inicios y el ascenso del feminismo, la crisis o cafda, el silencio y su posterior resurgimiento. C. Periodizacién I. Los inicios En 61 hemos considerado las primeras voces femeninas disi- dentes que se plantean reivindicando su condicién genérica. Es un perfodo que abarca desde los comienzos del siglo hasta la obtencién del voto politico (1900-1949). En este perfodo se crean diversas instituciones femeninas, agrupaciones, clubes, centros; se realizan acciones y reuniones nacionales e internacionales, por parte de los més variados grupos de mujeres y de los mis diversos origenes sociales, econd- micos y politicos. No son todos claramente feministas ni sufragis- tas; pero cada uno de ellos reivindica una parcela de los aspectos que competen al feminismo. Unos enfatizan la cultura y la educa- eién; otros, la politica social, el laicismo o la religién. Pero, todos traen la novedad de ser total o parcialmente, iniciativa de mujeres organizadas - en pequefios y no tan pequefios grupos - para ocuparse de su condicién Describiremos brevemente cada uno de estos grupos, los temas mds significativos que plantearon; las divergencias y oposiciones que encontraron, asi como los intereses que lograron conciliar para las futuras luchas de reivindicacién feminista. 1913, Centros Belen de Z4rraga. Surgen en Iquique, Antofagasta y en muchas de las oficinas salitreras de la zona Norte. Son li- bre-pensadores y anti-religiosos, aunque no se limitan a la lucha y practica del laicismo, Inscritos en lo que habré de ser mis tarde el feminismo de izquierda, se incorporaron al proceso de lucha social que se desarrollaba en la zona del salitre. Su surgimiento y proliferacién esté determinado por la abe confluencia de tres factores: 1. La gran concentracién y aislamiento de clase obrera y sus familias en oficinas, en el desierto, 1levé a que las mu- jeres tuvieran altos grados de participacién en las luchas obreras reivindicativa! : huelgas de cocinas apagadas, apoyo en concentra- ciones y condicién de soportar el peso de las huelgas. 2. Incide en mucho el interés especial que dentro de la formulacién politica popular, socialista y anarquista de la época, despertaba la problematica de 1a opresién de la mujer, asi como la "prioridad" otorgada a su emancipacién. En particular, es destacable el interés de Luis Emilio Recabarren, fundador del P.S.0., antecesor det PC. 10/ 4. El internacionalismo obrero de la época, que se expresd, para las mujeres de izquierda, en que se divulgara objetivamente los hechos, sucesos y planteos de las feministas en el mundo, cosa que la prensa nacional siempre oculté, desvirtué y atacé como "descabelladas locuras antinaturales". Estos factors: ir en una extraordinaria difusién y organizacién de los Centros: innumerables articulos difundidos pro-la emancipacién de la mujer y una enorme claridad en los plan- teos de la liberacién de la mujer, de los que citamos a modo de ejemplo: ~ mujer y trabajador oprimidos desde tiempos inmemoriales, - dificultad mayor para la mujer de tener conciencia de su situaci6n de explotacién, ~"naturalidad" con que falsamente se acepta esta opresién por parte de hombres y mujeres. La elaridad y compromiso con que el problema de la liberacién de la mujer fué asumido por el entonces P.0.S., determiné una 0/ Partido Obrere Socialista fundado en Iquique en 1912 por Luis Emilio Recabarren. - 15 - suerte de idealizacién a posteriori de la labor del Partido Obrero con respecto del movimiento feminista. Este debate que conecté tan tempranamente "lo feminista" con lo politico partidario de izquierda va a acarrear profundas implicaciones a todo el movimiento feminista progresista pos- terior, més no de 1a manera razonablemente esperada En efecto, toda la movilizacién de las mujeres de 1a pampa, su entusiasmo emancipatorio en conexién con los partidos prole- tarios y contestatarios, los que a su vez reconocian su condi- cién "ms oprimida que la del propio trabajador", llega con el pasar del desarrollo politico posterior a olvidarse de s{ misma, Este mismo planteo de 1913 no volver a aparecer en los fu- turos partidos proletarios - més desarrollados orgénica e ideo- légicamente - sino muy tangencialmente y, atin més, se producina, por el contrario, un rechazo al feminismo, afin cuando éste per- siste en reivindicar una opresién que ni el desarrollo ideolédgico y material han permitido superar. El planteo posterior enfatizar& los efectos socio politicos del sistema capitalista en la familia proletaria y dentro de ella, mencionaré a la mujer. En lo que nos interesa - la relacién entre feminismo y po- Aftica - veremos que aGn en el perfodo de ascenso en que se cons- tituye una s6lida organizacién feminista de izquierda, (Memch en 1936), tampoco esta persistird en constituirse en organizacién politica auténoma, que siga adelante en la linea reivindicacio- nista feminista, sino que, por el contrario, busca y permite su propia disolucién una vez alcanzado el voto. Al parecer, no estaba suficientemente reconocida la nece- - 16 - sidad de organismos propios, actuando con autonomfa, pero conver- giendo en el interés social global. Una primera explicacién provisoria’ a esta contradiccién - que delinea por una parte, claridad en el planteamiento del pro- blema femenino y en su relacién con el problema de 1a emancipa- cién social; necesidad de la organicidad feminista, emancipa- toria, y, por otra parte absoluta negacién de 1a autonomfa en la préctica politica partidaria, presentando como irreconciliable ser feminista o ser izquierdista - podria ser lo que llamaremos, por ahora, una "fantasia de la realizacién por invocacién" Lo decimos en el siguiente sentido: hay ocasiones en que se cree que por el hecho de estar planteado, o mis bien por haber sido planteado con claridad, un problema, éste ya est4 re~ suelto, y entonces no se considera necesario seguir en su ela- boracién: planteado, definido, se le atribuye un lugar en la re- solucién final y no se vuelve a su "revisién". Esta idea, esta suerte de escamoteo tan propia a la ideologia de izquierda con respecto de la problemitica femenina, se trasladar4 posteriormente, a todo el movimiento de las mujeres de izquierda. A Luis Emilio Recabarren, (creador del P.0.S.) el hecho de haber planteado oficialmente, desde la politica, con claridad y precisién, el problema de la mujer, le valié ser convertido en "simbolo" de una ya no més discutida “emancipacién femenina", en el pensamiento de todos los partidos y corrientes ideolégicas derivadas del Partido Obrero Socialista. ¥ es citado cuidadosamente en los programas y conmemoraciones que incluyen el vocablo "mujer". Pero; con ello no se est4 cumpliendo, con justicia, con el reconocimiento a su aporte, que fue destacar la naturaleza politica y revolucionaria de la emancipacién femenina, a7 present&ndola como una revolucién, como un proceso que habia de hacerse, y definirse dindmicamente en el tiempo. Frente a ello, es posible pensar que dicha fantasia de la vealizacién por invocacién obedece a: o bien, interesadamente se busca la no-elaboracién de la préctica politica de la emanci- pacién femenina, o bien, se trata de una falsa percepcién del problema. Desde un punto de vista feminista, las actuales teorias del Patriareado podrian explicarnos las razones por las que este es- camoteo o recurso de invocacién, opera tan eficaz y repetidamente. Por ahora, el hecho de no haber visto los partidos politicos en los sucesos histéricos relatados un "inicio" que habia de ser desarrollado desde las mujeres mismas con miras a su liberacién, seguira alimentando esta fantasia, con las 1i itaciones que in- troduce al andlisis politico y que, incluso hoy, se expresa en el siguiente aserto: el feminismo (o emancipacién) es un problema legitimo, que debe ser asumido; pero, que las mujeres se orga~ nicen separada y auténomamente, es una desviacién antipartidista y antimasculina. 1915. "Cfrculo de lectura de Sefioras". Este circulo se cons- tituye en Santiago (es el 1%en la capital), con una motivacién predominante en el campo de 1a cultura y la educacién. Es un afan casi exclusivo por incorporacién en el mundo cultural; pero en el mundo que ya es. En ning&n caso se propone finalidades de transformacién sino, el reclamo por el derecho de incorporacién (muchas de sus fundadoras de origen en la clase media educada, pasarén - 18 - luego a constituir el ler. Partido Civico Femenino de Chile). 1916. "Club de Sefioras". Surgido como una corriente dentro del Circulo, es constitufdo fundamentalmente por mujeres de la clase alta y orientado hacia ellas. £1 "Club" constituye la expresién organizada de 1a preocupacién de las mujeres de los sectores altos de la sociedad que advierten el peligro que encierra para el futuro de sus hijos y de su olase 1a evidencia de su propia ignorancia, al compararse con las mujeres de los estratos medios, donde ya habia médicos, abogados, etc. y que, en gran nfmero se han incorporado a la edueacién y a la cultura “sentimos el terror de que si 1a ignorancia de nuestra else se mantenia dos generaciones mis, nuestros nietos caerfan al pueblo y viceversa" ("Iris", 1916, discurso inicial en el C de S.). Con el andar del tiempo, las sefioras harfn suyo un cierto espfritu libertario que permitira una cierta "evolucién" dentro de la nueva generacién de mujeres y que dejar4 en claro (para si mismas) la condicién de "inutilidad" y de "accesorio" que ellas suponen para el mundo masculino de clase alta. La influencia de este grupo provoca una primera peticién en el Parlamento por el derecho al voto, en 1917. Tanto las mujeres del Cfrculo como del Club chocan con la reaccién adversa de parte de quienes las perciben como ame~ naza o "socovamiento moral" de los pilares sociales basicos: la familia, el rol de 1a mujer en su interior y, por tanto, el orden social existente. El ataque hacia ellas fue violento, no importando cuan alta fuese su clase. - 19 - Lo que ya es cierto, para todos los grupés que mencionamos, es la ‘universalidad’ de la opresién de la mujer. Para unas, es la evidencia de que el “saber' es poder, y que es poder mascu- lino para otras (B. de Z.) fue adem&s el reconocimiento del po- der de la ideologia confesional dominante en la reglamentacién de la vida sexual, de la pertenencia a clases y de la constitu- cién de 1a moral!’ desde ambas perspectivas procede un cuestio- namiento a "lo establecido” y una identificacién de lo estable- cido con el dominio masculino. 1919. Se ha iniciado un dedicido debate feminista que plaritea un primer proyecto de derechos civiles y politicos de la mujer. Se forma el ‘Consejo Nacional de Mujeres". 1922. Se hace idéntica peticién a la presidencia de la Repiblica, argumentando que el cardcter de la intervencién politica femenina sera "depuradora y nobilisima’. En general, las peticiones de este periodo, son de extraor~ dinaria humildad. Pero también se comienza a insinuar otro de los signos caracteristicos del feminismo chileno Si para las feministas de izquierda, 1a herehcia fue la concepeién de su insercién politica derivada de la “lectura” hecha por los partidos de izquierda de lo dicho y actuado por Recabarren, para el feminismo progresista (de Centro) y aquel que recuperé origenes conservadores en lo politico, 1a herencia va a ser la atribucién de caracteristicas mesianicas, depuradoras, a la accién "incontaminada" de las mujeres en 1a politica. Una suerte de feminismo moralizante, aire de "incorruptible" a la Robespierre que, junto con aterrar a mis de algin politico pro- gresista no prejuiciado contra lo femenino, dificultaré enorme- mente - si no terminaré por impedirla - 1a participacién en la LY/ Belen de Z4rraga: 9 Conferencias dadas en Santiago. Biblioteca de "La Raz6n", 1913. Santiago, Chile. politica real por parte de los grupos que lo sucederan: compro- miso politico y conciliacién no suelen ir juntos con un caracter depurador" 1919, Un grupo de mujeres laicas, catélicas moderadas, profe- sionales, escritoras, educadoras, constituyen el primer Partido femenino chileno con el objeto de luchar por la ampliacién y consecucién de los derechos civiles y politicos de la mujer, pero siempre, desde el irrestricto respeto a las normas de la cortesia. Esta extremada cautela, que puede explicarse por la violencia represiva del medio social y cultural de entonces, también sig- nifica, en cierto modo, una renuncia a emplear el lenguaje de su rebeldia, de la generacién de un contra lenguaje a que nos veferiamos anteriormente, para compartir por el contrario, el lenguaje del orden. Los rasgos politicos feministas mis importantes del Par- tido Civico Femenino son:12/ = Planteo sistem4tico de la lucha por derechos Civiles y politicos de la mujer. - Demandas por mejorar 1a condie: subsidios, fueros, atencién de salud mn social de la maternidad. = Proclama la independencia y autonomia religiosa y poli- tica del partido y la lucha feminista. - Discute la naturaleza del rechazo al feminismo, de parte de las mujeres. = Defiende el acceso a todos los cargos de trabajo para las mujeres. - A diferencia de las organizaciones feministas de otros paises, percibe el voto femenino subordinado a la educa- cién civica de la mujer. En este punto, opta por la al- ternativa de “primero educar, luego decidir", posicién que ayuda a mantener la distancia con la cosa politica. 12/ Su ideario aparece desarrollado én la Revista Oficial del “~ PCF:"Accién Femenina", cuya lera. edicién data en 1922. - 21 - - De acuérdo a lo anterior, presenta diversos proyectos de mejora de 1a condicién civil y juridica de la mujer. = Dentro del espfritu de "aprendizaje paulatino" para la vida politica, proponen que se conceda el voto Municipal a las mujeres, cosa que se logrard en 1931, pero incluso esta batalla posee un sesgo perturbador: la campafia por @l voto Municipal es justificada en el entendido de que la administracién comunal esté mis en el 4mbito femenino de la economia del hogar que del masculino, que lo deriva a hacer “politiqueria Ya en el feminismo del Partido Civico Femenino que ha re- cogido y hecho suya la vertiente “moralizante’, comienzan a aparecer estos rasgos de ‘antipolitica” y antipartidismo” fun- dados en valores éticos y morales absolutamente rigidos y con- denatorios. Este moralismo se ir4 agudizando en los perfodos posteriores a medida que se profundice la pugna y la comproba~ cién de que los partidos sélo ven en las mujeres un valor ins- trumental. La salida a la percibida manipulacién, no se enfo- cara como necesidad de actuar los partidos de mujeres en 1a po- Litica real, digamos disputando poder en el mismo terreno sino que se traducira en una negacién total del ‘partidismo de los hombres“, al que se opone un accionar politico utépico funda- mentado en el ‘bien comin", ascetismo y desprecio por el poder. 13/ Esta utcpfa femenina, extremadamente rigida, ordenada, redefi- niré roles sexuales y sociales con una pureza y nitidez que ex- cluiré el azar y la creatividad. Naturalmente, esta utopia cul- mina en la exigencia al hombre de la misma‘inocencia” que en lo sexual se exige a la mujer. Busca la igualdad, pero en el nivel de menor grado de libertad. Postulan la validez y lucidez del feminismo en tanto erradicador de vicios y liberador de lacras sociales. El feminismo en el poder, haré andar bien la casa: Esta vertiente aparece mis clara en otra revista feminista de esa 6poca: "Mujeres de Anérica" que dirige Vera Zouroff. ~ 22 - cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa. El feminismo, en lugar de ser unbral de lu Libertad, corre el riesgo, en el devenir del Partido Civico Femenino de los inicios - y en cierta medida también en los que le seguirén m4s tarde - de transfor- marse en una agobiante, cerrada e inmévil utopfa moral. La desconsideracién que evidencian hacia el Partido Civico Femenino los organismos politicos partidarios, para nada obedece a esta declinacién tan poco libertaria. M4s bien, suelen usar el mismo lenguaje e idénticos conceptos, detractores y defensores. Parece haber consenso undnime en que el lugar de la mujer es el mundo de la moral. Esta caracteristica, - mis atenuada - también se evidenciaré en las organizaciones progresistas. Lo que mis sorprende, visto desde el hoy el conjunto del movimiento, es que no obstante la pureza moral, todas las organizaciones femeninas, desde muy tem- prano reivindican el derecho al divorcio. Claro que se le pone condiciones; pero, al fin y al cabo significa un alto grado de ruptura.Lt/ Lo importante del contenido moral del primer feminismo es la incidencia que le cupo en la posterior crisis, caida y si- lencio del feminismo. Como afirmabamos en el comienzo, las distintas opciones hechas en los inicios del movimiento, las formas en que se de- sarrollaron las luchas, los contenidos planteados y asumidos, tienen tanta importancia en el devenir del feminismo, como la oposicién que le ha interpuesto el sistema politico en cada mo- mento de la historia. 14/ El derecho al aborto sélo serd reivindicado unos afios mis tarde par el MENCH, en 71> “4coad= 42> loc “reinta. ~ 23 - No se crea sin embargo que el P.C.F. solamente enfatizaba la moral, Aunque, t21 vez en virtud de ella misma, asumié 1a defensa del pacifismo frente a ambas guerras mundiales; denun- cié el caracter perverso de los nazismos y fascismos, en espe- cial, sus proclamadas disposiciones atentatorias de la emanci- as tres k;"defendié la situacién laboral de pacién femenina las mujeres obreras, sus niveles infrahumanos de explotacién: la miseria y mortalidad infantil (de las m&s altas del mundo); plantea el derecho a sindicalizacién femenina, etc... ademas de la reivindicacién por el voto politico. En estos hechos, posteriormente se unirdn todas las agru- paciones foneninas desde la derecha a la izquierda, polf -icas y apoliticas en la FECHIF (Federacién de Instituciones Femeninas) y permanecerén formalmente unidas algunos afios después de lo- grado el voto en 1949. Pero es una unién formal; profundas con- tradicciones que tienen que ver con la politica, se han gestado al inter‘or del movimiento y serdn un factor mis que precipite la crisis y caida del movimiento feminista 1935. Se forma el MEMCH, que aglutind el feminismo progre- sista o de izquierda. Atin cuando sus declaraciones son de ab- soluta indezendencia de partidos, es posible visualizar un tras- fondo ideolégico de izquierda en el grado y tipo de las rei- vindicaciones que plantea el Movimiento de Emancipacién de la Mujer (Memch). Tiene en comin con el P.C.F., las reivindicaciones civiles, juridicas y politicas; la denuncia del fascismo: y-la guerra; el pasifismo. Sin embargo, la defensa de las mujeres como “clase trabajadora", asume ac& primera prioridad: se reivindica la obrera, la campesina; la miseria de la madre y el nifio; la ne- cesidad de un gobierno popular que recoja esas demandas. A di- ferencia del P.C.F., no hay en el Memch declaraciones antiparti. distas. En cuanto a la moral, aunque reivindica la familia, la probidad y el orden, reconoce determinantes politicos, so- ciales y econémicos detras de la condicién'viciosa' que afecta a las clases trabajadoras: la prostitucién, el alcoholismo tie- nen un origen social, declaran y, alli proponen la accién poli- tica. Emprenden campafias contra la miseria y las alzas de pre- cios; exigen derecho a métodos anticonceptivos y derecho al aborto para las mujeres “desamparadas "; organiza 2 Congresos Nacio- nales con representantes de las provincias y, montan una gran exposicién nacional de las actividades femeninas, sintesis de luchas y de logros. Tal vez el aporte mis significativo del Memch haya sido el reconocimiento de que las mujeres necesitaban realizar una "practica civica". Para ello alentaron la expresividad de las mujeres proporcionando lugares de encuentro, discusién y capa- citacién politica sistemitica. Se trataba de sacar a las mu- jeres de sus cuatro paredes e interesarlas practicamente en el mundo exterior. Lo politico y lo internacional era debatido en cientos de asambleas de una vez por semana. La prctica cf- vica integraba, en una comunidad de intereses, mujeres de las ms variadas procedencias: obreras, eapleadas, profesionales, duefias de casa. Desde las primeras experiencias de participacién electoral el Memch sefialaba a los partidos el peligro que significaba para la izquierda en su conjunto, la indiferencia ante el problema femenino. Afirma la necesidad de que se llame a las mujeres a luchar por sus reivindicaciones y que se busque despertar en ellas la conciencia de su inferior situacién social, econd- mica, juridica y politica, sefialando sus causas y sus efectos. Sie Pero, como se afirma en su diario, "La Mujer Nueva": "Nada de eso se ha hecho. Cam> si existiera el convencimiento que todo es indti", M&s adelante, como veremos, los partidos de izquierda sélo disputarén el voto de las mujeres en idéntico postulado de “de~ fensa de la familia", olvidando toda la conceptualizacién generada por los primeros movimientos feministas mencionados, los que se guardarin, muy dilufdos en sus respectivos departamentos femeninos. Pese a sus expresiones politicas, el Memch a través de "La Mujer Nueva" afirmara constantemente su no adseripeién a ideologias polfticas.48/ Al vespecto, es importante destacar que tanto el P.C.F., el Memch y tedas las organizaciones femeninas del perfodo, hasta afios después del voto, constantemente afirmaran la no identi- dad con partidos o ideologias politicas. Se expresa una rela- cién ambigua con la politica de parte de las mujeres de izquier- da y dezccha (derivamos su pertenencia de sus pronunciamientos y opeiores): todas la niegan; todas quieren representar a las mujeres al margen - formalmente - de los partidos politicos. No es de extrafiar entonces, 1a posicién enormemente contradic- toria de las mujeres con la politica y m&s aGn, con los partidos, Evidentenente, no se han asignado el derecho a realizar la po- 1fitica responsablemente. / La Mujer Nueva, érgano oficial del MEMCH, N°8, 1936. - 26 - II, La crisis y 1a cafda Quien viene a romper este esquema de ambiguedad en la re~ lacién feminismo y politica, es el segundo partido polftico fe- menino chileno, fundado en 1946, tres afios antes del voto po- 1itico, Sus principios siguen la linea del primer partido fe- minista, incorporando rasgos de populismo, progresismo, antio- lLigarquismo y, en cierto modo, anticlericalismo. Asi, se plan- tea el perfeccionamiento de la democracia via el mejoramiento de 1a condicién de 1a mujer; la igualdad civica y politica; rei- vindicaciones sociales en general, enfatizando en relacién madre- hijo, etc. En el plano internacional, las dirigentes aparecen muy influidas por el "justicialismo" expresado fundamentalmente denta ¢2) P.F.CH., habla : : gt6. s-con el Pevtico Femenino Avgentinod®/, por Eva Perén. Moria ce la Cov, pre! de semejanzas y parsic: Seria importante estudiar comparativamente ambas formas de expresién del feminismo de la época. Como quiera que sea, el PFCH retoma con gran {mpetu la cam- pafia para forma conciencia politica en la mujer, y lo hace con éxito, utilizando radios, foros piblicos. Sale a la calle. Los contenidos politicos e ideolégicos del PFCH, retoman los planteos feministas y producen una extrafia sintesis don los planteos del ahora candidato Ibafiez (1952) de un profundo popu- Lismo autoritario,~” A su erbjena de- purador: "La escoba", unen las mujeres del PFCH todo su agregado de pureza, redencién moral, superaci6én de la politiquerfa mas- culina: el PFCH se instala a la vera del Patriarcado depurador. La identidad con Ibafiez, el ex dictador, viene determinada por una mezcla de mfiltiples factores: sus postulados compartidos de "independencia moral", no compromiso con "la politiqueria" 16/ Entrevista personal con Merfa de 1a Cruz, Sept. 1982. 17/ Carlos Tbafiez, ganeral que encabeza dictadura entre 1927-1931; derrocado por movimiento civico y elegido por mayorfa absoluta en 1952. - 27 - - que es para ambos la realizacién del juego politico parlamen- tario partidario - se van a traducir en un profundo “antipar- tidismo" (a pesar de que ambos han creado los propios). En verdad, el ambiente politico de 1a época es bastante caético. Entre 1946 y 1953 se ha dado una grave y estéril divi- sién de las clases obreras populares; los comunistas han sido dejados fuera de la ley, se han clausurado partidos, diarios, se ha relegado a cientos de politicos. Es el fin del perfodo de Gobierno de Frente Popular (centro izquierda), donde 1a lucha se daba a dos bandos politicos (izquierda y derecha) de 1a cual numerosos sectores quedaban fuera. Los marginados de todos los sectores son arrastrados por el populismo Ibafiista. Este, in- cluso, lleva el apoyo de vastos sectores del P. Socialista (a excepcién del sector de Salvador Allende quien se presenta como su contendor electoral apoyado por el "Frente del Pueblo"). Es en este medio politico donde la presidenta del PFCH, Marfa de la Cruz es elegida senadora, con la primera mayoria en su circunseripeién. El apoyo ofrecido por las mujeres del PFCH a la candida- tura de Ibafiez, y el propio triunfo electoral, les valié ser inclufdas en el gobierno, a través del Ministerio de Educacién. Las vazones del apego al patriarca, de parte del feminismo de entonces, son uno de los rasgos m4s atractivos a analizar por el feminismo contemporéneo. Sin embargo, no podremos detenernos ahora en ello. El triunfo del PFCH se debié a una votacién mayoritariamente femenina (51% de los votos}2/, Para las mujeres del partido, 18/ Revista Vea, 7, 1°, 1953 = 28 - signific6 "una nueva era en las posibilidades de la mujer demos- trando que organizadas pueden enfrentar sin compromiso una con- tienda electoral". Vale decir, el PFCH est4 haciendo politica y tiene conciencia de ello. En efecto, en muy poco tiempo el PFCH, con éxito sorprendente, habia ocupado un lugar entre las fuerzas politicas y desde una perspectiva “declarada" feminista, de justicia social y de raigambre popular. Esto despierta re- celos de izquierdas y derechas. A partir del momento en que empez6 a realizar "la politica" el partido femenino tiene que enfrentarse con los adversarios politicos; realizar alianzas, sufrir divisiones internas, ini- ciar debates ideolégicos con otros grupos feministas y politicos y, es detractado y defendido. Al cabo de-un afio la situacién se ha agudizad Atacado por todos los partidos politicos tradicionales y organizados, desde la derecha a la izquierda, esta animadversién se traducira en una acusacién en el parlamento a su presidenta y senadora Maria de la Cruz. La acusacién (presentada por tres mujeres), denuncia compromisos ideolégicos con el justicialismo y comportamiento no-honorable de la senadora por conexién con importacién ilfcita de relojes. En el tiempo de parar la intromisién del partido femenino y de esta mujer de feminismo insolente en el honorable Senado, ella es desaforada por la mayorfa de sus miembros perma- nentes, desestimandose una recomendacién en contra interpuesta por la comisién parlanentaria investigadord?/. Sin analizar aqui los detalles, 1a justicia o injusticia del hecho, nos interesa destacar las implicancias que tuvo para 19/ Por primera vez en 1a historia del Senado, se desestimaba el informe de una Comisién. Ver: Felicitas Klimfel, "La Mujer Chilena", Santiago, Ed. A. Bello, 1962. = 29 - el feminismo esta concatenacién de hechos. La cafda de Marfa de la Cruz como senadora, signific6 la desercién de 1a gran mayorfa de las mujeres tanto miembras del partido como de fuera de 1, quienes sin comprender ni asumir que estas eran contingencias propias a toda organizacién polf- tica, Llegaron a aceptar que "no estaban preparadas" para la politica. Aceptaron y reconocieron una “innadurez" que las llevé de vuelta a casa. La conducta politica femenina, serd, en adelante, 1a pasiva responsabilidad de votar, o bien, en un plano de mayor compromiso, la militancia en los partidos "maduros" que se ofrecen a sus diversas expectativas ideolégicas. Pero, qué visién o imagen de la politica es ésta que no acepta ni perdona errores? La verdad es que, en parte, se vieron las feministas del PFCH atrapadas por la misma rigidez de sus principios. No me refiero tanto al hecho de la condena péblica, sino al hecho del abandono de 1a lucha y del campo politico que hicieron las mis- mas mujeres puesto que, luego del incidente, no volvié a presen- tarse partido alguno de mujeres hasta el dfa de hoy en nuestro pais. Nunca m&s - salvo Jos atisbos del feminismo actual: - qui- gieron asumir las mujeres e2 derecho y la voluntad de.hacer po- litica auténoma. De alii en adelante pasaron a integrar.y..sa- eralizar,.como Gnica manera "justa", “verdadera” de hacer. polf- tica, la polftica realizada desde los departamentos femeninos de los partidos tradicionales. Como decfa, la imposibilidad de realizacién préctica de 1a vigida postulacién moral femenina, produjo el abandono y desercién de las mujeres de sus partidos propios y este fra- - 30 - caso las hizo preferir el camino conocido de la decencia, del respeto a la honorabilidad femenina, de los limites puestos por el patriarcado a la dignidad de la mujer. Todo ello como con- dicién de su insercién en el sélido mundo construido de los po- liticos. El feminismo, en adelante, serd una multitud en re-~ tirada que cambiard su propia fuerza en confesién de inmadurez Porque no quiso - no pudo - tener el valor de mirarle 1a cara a su realidad humana, a su ser producto humano, no idealizable. Con ello, tiré por el sumidero presente y utopia y comenz6 la larga tarea de expiar la insolencia de declarse sujeto politico, sin que importara bajo qué bandera al fin lo hiciera Decfamos que las mujeres del partido femenino se ven atra- padas por sus péblicas postulaciones morales excluyentes, También incidié, en gran medida, el ataque concertado para su desarti- culacién de parte de la totalidad de los partidos polfticos. ¥ no s6lo por el antipartidismo declarado: los partidos necesi- taban los votos de las mujeres y no podfan ver con buenos ojos que éstos - y sobre todo los votos de las mujeres independientes (la absoluta mayorfa, cerca del 70%) - se desviaran hacia esa or- ganizacién, m&s que vagamente host{1, indeterminable en sus alian- zas y opciones, e ingobernable por los pasos conocidos de la politica y que tal vez, en un futuro no lejano se transformase en ejemplo y en acto de otros grupos, que pudiesen desencadenar fuerzas de efectos apenas sospechados, pero quizas intuidos y veferidos a la alteracién del orden natural de 1a politica y la casa. Prem@ditado o no, consciente o no, el golpe certero y bien administrado sumié en la pasividad civica a la totalidad de las mujeres, y las dejé muy uniformemente repartidas en mayorfas con- servadoras, autoritarias y minorfas de izquierda progresista, Se acepta que participen las mujeres en la politica, se la llama, se le dirige propayanua Jesue todus lus partidos; pero como alia~ da de trastienda, n> como contendora Lo ms impresionante, para quien intenta rescatar 1a his- toria de la mujer en su relacién con la politica, es esa suerte de secreto de familia que rodea las circunstancias que hemos narrado. Da la impresién de que se intenté - y por todas la mujeres participantes © testigos, amigas o enemigas - borrar no sélo el fracaso y el dolor de 1a cafda; sus miserias, sus heridas, sino que también, en su exceso de celo arrepentido, contrito, se bused también negar la caida misma. Y no sdélo la caida, sino también la trayectoria, negandola y recorriéndola en contrario exacto de sus actos, repetidos ahora en positivo. De ahi que sea frecuente que las histurias, los anflisis, lleguen hasta las luchas por el voto, el voto conseguido, el voto uti- lizado, celebrando su condiciéa de ciudadanas de plenos derechos. Desde entonces todo acercamiento de la mujer a la politica se haré a dos bandas: del orden o del cambio; desconfiando siempre de asambleas de mujeres independientes, o de grupos que recuer- den hermandadss peligrosas. Militantemente solas y aisladas, cada una buseara un hombye, un compafiero, un ejecutivo, un militar © aventurero, un pare, un lider, un esclavo, un obrero que las ubique en la faréndula. Asi, despersonalizadas, serdn convoca- das a nuevas intenciones de seccién femenina, a colocar su grano de arena - participacién politica - en los proyectos definidos, inventados y sancionados m4s all4 de las cortinas. Para la to- talidad politica ya la suerte est4 echada y con aplicada preci- sién de marionetas nos ubicamos lado a lado de 1a lucha de clases. Cada una en su tamafio, a 1a medida de las ideologfas que nos fueron’ entregadas. ~32- III. El silencio feminista Varias veces en el transcurso de este trabajo nos hemos preguntado por qué esa enorme preocupacién de las primeras mu- jeres intelectuales y polfticas (profesoras, abogadas, historia- doras y atin duefas de casa) de la époea de los inicios y ascen- so del feminismo, por la problem&tica especifica de la mujer, es abandonada por las siguientes generaciones de mujeres polf- ticas progresistas, las que, practicamente no vuelven a plantear el tema de 1a opresién o la emnacipacién, salvo ritualmente, como plantedbamos en el anflisis del P.S.0. y los Centros feministas de izquierda Belén de 2arraga Que las mujeres de 1a derecha no lo planteasen, era asumir la consecuencia de 1a ideologfa del orden. Una vez provistas de la igualdad politica, y limadas las m4s ignominiosas diferen- cias civiles, culturales, el feminismo moral encontré en la dere- cha su dltimo reducto: guardianas de la patria, la familia, la propiedad. Las restantes reivindicaciones fueron para ellas de- leznables o inconvenientes (aborto, divorcio, liberacién sexual. Nos parecfa extraordinario que no se hubiese retomado el tema pese al enczme acceso relativo de algunas mujeres a la edu- cacién, a la cultura y, afin, a la vida politica partidaria en las Gltimas décadas. Era que ya no exist{ia opresién, que la igualdad politica se expresaba en la igualdad civil, en la vida cotidiana? Cualquier anflisis estad{stico demostraba inmediatamente lo con- trario: hay roles y trabajos, capacitaciones, acciones y decisio~ nes rigurosamente divididas por sexo. Mas extraordinario parecfa, afin, que no apareciese demanda femenina alguna - y por ningtin sector social - en momentos socio- politicos de auge y profundizacién democr&tica. Vale decir, en momentos en que se daba una ampliacién del sistema polftico (voto de menores de 21 afios y analfabetos), una ampliacién del sistema educacional, de salud, mejoramiento de 1a calidad de vida; incorporacién de nuevos grupos y sectores antes discrimi- nados,a la vida politica los jévenes y los campesinos. Por qué, en fin, el Gnico sector que no se expresaba como tal des- de su especificidad es el que constituye la mitad de la pobla- cién, las mujeres? Como hemos constatado, la demanda feminista no recurge ni desde movimientos de base, ni desde los sectores mis preparados académica 0 polfticamente. En otro trabajo que realizdramos para relevar la situacién de la investigacién de la mujer en Chile®2/, habfamos encontrado una respuesta tentativa a la ausencia de inquie- tud por el tema de la mujer. Alli sostenfamos que no es que no existiera preocupacién alguna sobre la condicién de la mujer Se la estudia, moderadamente, pero desde una perspectiva en que el verdadero protagonista de ese andlisis no es precisamente toma a is mujep con “otro” elemento la mujer ens - posible o no - de ser incorporade a un proceso de liberacién global, ya en marcha, ya elaborado, al cual, 1a mujer habia de sumarse posteriormente, y cuya forma de insercién dependeria ques fundamentalmente de su adscripcién o pertenencia a clases so- ciales y a la eventualidad de poseer una adecuada conciencia de clase. 20/ Notas J. Kirkwood B. sobre la "Investigacién de la mujer en Chile", Pwnencia presentada al seminario de PUC, Rio sobre docencia en Investigacién de la Mujer, 1981 La “Liberacién global" - que es el protagonista fundamental de este perfodo histérico - al que hemos designado, desde un punto de vista del feminismo como el "silencio", se ha planteado en politica, como un "saber Gltimo”, en el sentido de mostrarse como una teorfa ya hecha, acabada, y que debe ser llevada a la "praxis" por los sectores m4s conscientes de la sociedad: el pro- letariado y sus vanguardias politicas. Es, al mismo tiempo que una teoria, un proyecto global de emancipacién social que cierra filas en torno a su “unidad" y, que por la preservacién de esta misma unidad se reserva el dere- cho de definir la linea y de interpretar los hechos politicos y que, para evitar “debilitamientos en la lucha ideolégica" incluye y excluiré tajantemente 1a incorporacién de nuevas dudas, de nuevos temas, de nuevas reivindicaciones. Se coloca asi, a la doctrina, fuera del alcance de las llamadas "contradicciones secundarias", entre las cuales el pro- blema de la emancipacién de la mujer - antes principal, o al menos considerado - guard aplicado silencio, y las mujeres, sus vir- tuales sostenedoras, entregarén su laborioso afan a la gran causa social. Esta idea excluyente de “Liberacién", leida desde la pers~ pectiva de las demandas negadas, presenta los rasgos que Sartre denominara como “violencia idealista™@)/, 21/. Para.este punto y anterior, ver: Jean Paul Sartre, "Critica =" de 1a razén dialéctica", Ed. Losada, Bs. As. 1963, Tomo I. Simplificando los datos, desdefiando la incorporacién de detalles molestos, “insiguificantes” politicamente - por ej. no acepta analizar los problemas que significan 1a reproduccién de la fuerza de trabajo, ni se acepta incorporar demandas femeninas (planificacién familiar) en los pliegos sindicales - plantea ex- plicitamente cudles han de ser los temas validos y prioritarios para la liberacién global Dentro de los temas constitufdos por la liberacién, 1a mujer qued6 subordinada, : Como hemos visto en la historia de los inicios del movimien- to feminista, y como suele suceder en todos los movimientos 0 pro- cesos de liberacién politica social, el problema de la emaneipa- cién femenina, o liberacién de su opresiéh surge con mucha fuerza; pero luego del perfodo de elaboracién y creacién del socialismo democr&tico, este problema aparece como subordinado, esperando una eterna suerte de "segundo turno Esta "secundariedad" en la definicién y categorizacién del pro- blema femenino ha tenido vacios efectos posteriores: en primer lugar, el "silencio" que nos inquietaba. Las mujeres m4s cons- cientes polftica y socialmente, - en términos de liberacién y lucha dé clases - no se perciben a s{ mismas, primero, como mu- jeres, sujetos de reivindicacién propia, sino como "ciudadanas” - aunque aceptando "peculiaridades" jurfdicas que desmienten la igualdad - y, como miembros de una clase social determinante. Esta imagen politica configura toda una conducta de apoyo a la lucha que llevan los ciudadanos neutros - los hombres - a través de sus vanguardias - los partidos politicos - define todo un quehacer politico e intelectual de las mujeres. Pocas mujeres - y en esto acttia fuerte el sentido de culpa, que va a adquirir distintos ropajes en distintos momentos, pero siempre omnipresente - como decfa, muy pocas mujeres, har&n de la mujer el objeto de su inquietud o preocupacién politica o in- telectual; y cuando lo hacen, poquisimas, casi ninguna, se iden- tifica con ese objeto de an4lisis que son "Las mujeres", esas otras mujeres", las no incorporadas, las domésticas, las que no participan, las mujeres pobres. Se refieren a ellas del mismo modo que a los’ otros sectores desposefdos; y ven siempre, en términos absolutos, ms relacién entre hombres y mujeres de una misma clase social, que en la "con- dicién" oprimida de 1a mujer en las distintas clases sociales,cada una en su especificidad, obviamente. En el sector de las mujeres polfticas, conscientes, se te- nia la sensacién de que no existfa tal problema femenino. Se aceptaba que tal vez antes, remotamente, tal vez fuese cierta la subordinacién; pero que el problema de 1a condicién misma de igualdad entre los sexas' s6lo dependfa de"una"y en tanto tuviese igualdad de oportunidades educaciones. S610, como hemos dicho, se aceptaba la condicién sometida de las mujeres pobres en tanto pobres y en tanto sometida junto a la familia al sistema capi- talista. La lucha entonces es solamente la lucha de clases. En el plano politico, todavia hoy, en un perfodo en que la liberacién ha dejado de ser el protagonista de la historia, todas las conclusiones de encuentros y Congresos politicos de las mujeres mis politizadas, m4s de vanguardia, siguen conteniendo - con cambios de matices: de defensa y no de "desarrollo" - los mismos temarios, todavia ajenos a una reivindicacién femenina que no asuma ese carfcter secundario de "apoyo". Generalmente - hay algunas excepciones -, la justificacién de la movilizacién -37- de las mujeres en encuentros, Congresos, se identifican tan s6lo porque se ha antepuesto la palabra "mujer" para transformarlas m4gicamente en protesta femenina. Asi, se habla de "La mujer y la Constitucién (actas "institucionales"); la mujer y el mo- delo econémico; la mujer y el apoyo a la organizacién sindical; las mujeres y las ollas comunes", etc... Esta situacién (mujeres no _asumiendo papel protagénico en gu liberacién en el perfodo del “silencio"), podria explicarse tentativamente por algunas hipétesis . Las mujeres, en cuanto un producto social y cultural, estan situadas en los sectores m4s atrasados, retardatarios, de menor contestacién y més expuestos al control hegeménico de la dominacién (como lo define Juliet Mitchel, 1974, "estan en el fondo del pozo"). 2. Las mujeres intelectuales de nuestro pais, "compramos" el discurso liberador total, por una doble necesidad: justifi- cacién del "privilegio" que significaba "Liberarse" de funcio- nes "privativas" donésticas, por el recurso a la servidumbre (lo que significé no tanto una mala conciencia22/, sino el dejar de ver y analizar social y polfticamente el significado del tra- bajo doméstico y su adscripeién “natural” a la mujer). 3. Hay un rechazo espfireo (negandola) de la propia condi- cién subordinada, dependiente y pasiva (siempre detrés, en los anfiteatros, apoyando al "compafiero"). En ocasiones este rechazo a la discrimiancién (y se le encuentra en gran cantidad de estudios 22/ Por otra parte esta mala conciencia s6lo es absorbida por las mujeres intelectuales, jam4s por los hombres intelectuales o politicos que no "sufren" igualmente de verse “vividos" por otro ser humano, sea esposa, hija, "nana" o empleada doméstica se psicolégicos), se afirma en la creencia de ciertas facultades femeninas "propias y distintas", no desarrolladas ain: potencia~ lidades futuras, 4. Se cree poder sortear la discriminacién de la mujer veafirmando el valor de "la pareja" como unidad social. Como mito, es bastante insostenible en cuanto un cierto grado de liberacién sexual y moral, comenz6 a incidir en el aumento de las tasas de divorcio o separacién. $. Finalmente, también es preciso incluir el "miedo" a la responsabilidad que significa para 1a mujer asumir su inser- cién en el mundo moderno: independencia, incorporacién al pleno empleo, responsabilidad por su vida cotidiana, etc., en virtud de la fuerte incidencia de su socializacién tradicional. Decfamos que la categorizacién hecha del problema femenino en este perfodo, tenfa consecuencias no s6lo para la mujer, sino también para el propio proceso de liberacién. En verdad, para un proceso de liberacién, el hecho de NO incluir a las otras liberaciones (discriminaciones o sectores oprimidos), viene a significar su propia negacién. Porque la insercién asexuada de grupos de mujeres y la exclusién sexuada de otras, del pro- ceso de liberacién global, no solamente no contribuyé al proceso mismo de liberacién, sino que actfio en su contra. Las mujeres como grupo, siguieron siendo discriminadas, atomizadas, no-incor- poradas, mis adictas al orden, a 1a obediencia, a la autoridad y jerarqufa, que a una idea de cambio social. En suma, siguieron siendo mayoritariamente conservadoras. Y ese conservantismo se constituy6 en enfrentamiento frontal con el proyecto de libera- cién globai23/, 23/ Expresada en la movilizacién masiva de mujeres por las "cacerolas vacias" en contra del Gobierno de la Unidad Popular. La fecha de esa marcha did lugar al “dia nacional de la mujer" en el actual régimen (2.12.72). Liberacién global, liberacién de la Mujer, Autoritarismo Deefamos que no nos era posible entender el problema de la veivindicacién femenina como un desprendimiento puro y simple del proceso de liberacién. Asi como los movimientos estudian- tiles son algo m4s que un movimiento radicalizado de las clases medias al cual no se le conocer finicamente estudiando a la clase 1go media, el problema de 1a liberacién femenina es también mAs" que una derivacién mecdnica del proceso de cambio social total. Es verdad que hay un cierto paralelismo e interdependencia tedrica; pero en la prdctica, los procesos de Liberacién han sido contradictorios con la liberacién de la Mujer (Maria Marckus, marzo 1980). En un momento en que el protagonista principal es la li- beracién, el tema de la integracién a una sociedad en desarrollo pasa a ser prioritario. Este rasgo aparece en todos los estu- dios de la mujer de ese perfiodo: incorporacién a la vida urbana, definicién de la incorporacién efvica, a las profesiones, como estudiante. £1 problema real, desde una perspectiva feminista es que estos estudios, al no asumir la contradiccién entre Li- beracién global y femenina, proyectan una forma de integracién social de la mujer que implica una aceptacién de 1a desigualdad. Es una integracién subordinada a la nueva sociedad, legitimada por la propia accién y el conocimiento de las mujeres. Dado que el modo en que se constituyen socialmente los te- mas va a condicionar el conocimiento, todos los estudios de 1a mujer, y sus posibilidades de accién quedaron sesgadas por esa contradiccién entre liberacién e integracién subordinada. E1 planteo y la defensa de la co-educacién, ejemplificarfa el tipo de logros de los estudios de la época (sacraliza igualdades for- = 40 - males entre los sexos y desigualdades en la ensefianza de roles sexuales: educacién técnica y econonfa donéstica). IV. Perfodo post golpe 1973: la oposicién feminista al autori- tarismo Cuando se produce la quiebra del proceso democrdtico repu- blicano de Chile, a la realidad de 1a "Liberacién" seguira la realidad del "Autoritarismo". A la preocupacién por la suma, incorporacién e integracién de grupos, sectores e intereses miltiples - con la excepcién vista - al proceso de cambio social, suceder4 el repliegue, la defensa, la desarticulacién. A la preocupacién politica por la incorporacién, sucede una preocupacién por el andlisis politico en profundidad de las causas del fracaso politico de la democracia, junto con una ve-discusién de los contenidos del proyecto liberador y una re- valorizacién de la democracia El autoritarismo, que es ahora el nuevo protagonista, aparece como terrorifico 'tipo ideal' que en blanco y negro, nostraré la totalidad de lo negado. Las mujeres, si antes no valoraban cabalmente el sentido de la liberacién, aceptando una integracién subordinada, ahora frente al autoritarismo estan, en cierto modo, de cara a un fenémeno conocido: el autoritarismo como cultura es su experien- cia cotidiana. Ya, la recuperacién democratica no ser4 para las mujeres la re-aplicaci6n del modelo liberador conocido. Ahora, junto con percibir 1a "subordinacién" de su insercii anterior, incorporara - lucharé por su incorporacién - al "nuevo" proyecto liberador, todo un conjunto de dimensiones enriquéce- doras que ahora si, van a expresar la especificidad de 1a opre- sién de la mujer. Esta nueva suma se hace evidente, tanto en las posturas te6ricas y metodolégicas de los nuevos estudios de la mujer que, junto con abordar nuevos temas - opresién sexual, divisién sexual del trabajo, discusiones sobre el poder y la politica, la mujer y el autoritarismo, etc... - plantea también formas de conoci- miento distinto que se traducen en una redimensién del sujeto y objeto de estudio. Esta misma postura es valida para la accién politica femi- nista actual, Ya no se postula una separacién entre praxis de vanguardia y praxis de bases, donde unas piensan y "otras" actGan siguiendo y apoyando los "dictats" de una comisién po- litica. Tanto para el estudio como para la praxis politica femi~ nista se postula la {ntima articulacién y complementariedad entre el "reconocer": toma de conciencia de la opresién; el "conocer": an&lisis te6rico de causas, efectos y formas de ex- presién de la opresién de 1a mujer; y el "hacer": 1a praxis que conseientemente y orientada por la realidad opresiva, se aplica a su erradicacién. Por supuesto, esta nueva orientacién es absolutamente afin una orientacién minoritaria. AGn persiste con mucha fuerza el peso del actuar politico tradicional; sin embargo, la reivindi- cacién feminista - los atisbos de movimiento feminista actual ~ ha logrado por lo menos - en el interior de 1a oposicién po- litica -, el reconociniento de su validez como problemtica politica y, aunque muchos partidos o tendencias buscan incluir y subordinar la lucha ideolégica femenina al planteo global an- tiautoritario, en virtud de urgencias politicas, hay grupos fe- ministas que consistentemente trascienden directivas partidis- tas y defienden su autonomfa con profunda conviccién Estos grupos han re-asumido el derecho y el deber que sig- nifica la lucha polftica especifica sin subordinacién - aunque si en alianza - a ninguna otra categorfa. Y estén conscientes de que ello implica responsabilidad y fuerza = 43 - BIBLIOGRAFIA Caffarena, Elena: "Un capitulo en la historia del feminismo", Ed. Memch, 1952, Caffarena, Elena:"Luis Emilio Recabarren" en diario El Siglo, diciembre, 1953. 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