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CAPITULO 10 Rogers: la teoria centrada en la persona + Perspectiva general de la teoria centrada en la persona * Biografia de Carl Rogers La teoria centrada en la persona Supuestos basicos El sf mismo y la autorrealizaci6n La conciencia Convertise en persona Obsticulos para la salud psicoldgica + Psicoterapia Condiciones Proceso Resultados La persona del mafana * Filosofia de ta ciencia + Los estudios de Chicago Hipstesis Método Resultados Resumen de los resultados Investigacion relacionada Teorfa de la autodiserepancia Motivacién y biisqueda de metas personales Critica a la teoria de Rogers Concepto de humanidad > Conceptos clave re Ja escuela primaria de Oak Park, en Illinois, fue com- pafiero de Ernest Hemingway y de los hijos de Frank Lloyd Wright, pero nunca aspir6 a ser escritor o arquitecto. El queria ser agricultor, agricultor cientifico, para estudiar las plantas y los animales, su crecimiento y su desarrollo. Aunque procedfa de una familia numerosa, era muy ti- mido y carecia de habilidades sociales. Era un nifio sensible y se sentfa herido fécilmente por las burlas de sus compaiie- fos de clase y de sus hermanos. Al principio de la escuela secundaria, sus padres, espe- rando encontrar un ambiente més sano y religioso, traslada- ton a toda la familia a una granja a unos 68 kilémetros al este de Chicago. El traslado cumplié los objetivos de los padres. En este lugar aislado se crearon lazos estrechos entre Jos miembros de la familia, pero no con los nifios de otras familias de la zona. La lectura de la Biblia, el trabajo y el cuidado de los animales y las plantas en la granja ocupaban gran parte de su tiempo. Aunque estaba convencido de que sus padres cuidaban bien de sus hijos, también pensaba que es estaban dando una educacién muy restrictiva. La conse- cuencia de ello es que los nifios crecieron en un hogar con muy poca vida social y mucho trabajo pesado, Bailar, jugar alas cartas, beber refrescos e ir al teatro eran actividades prohibidas. Este entorno despert6 en el joven un interés cientifico porla agricultura y solfa tomar notas detalladas de sus obser- vaciones, gracias a las cuales pudo aprender las condiciones “necesarias y suficientes” para el crecimiento 6ptimo de plantas y animales. En la escuela secundaria y en la univer- sidad conserv6 su apasionado interés por la agricultura cien- tifica, sin embargo, nunca Ilegé a ser agricultor. Después de os afios en la universidad, cambié de rumbo y pasé de la agricultura al sacerdocio y, més adelante, a la psicologia. Pero la devocién por el método cientifico seguiria acom- pafiando a Carl Rogers durante toda su vida, y su investiga- cién sobre las condiciones “necesarias y suficientes” para el ‘crecimiento psicolégico humano fue uno de los motivos por los que recibié el premio Distinguished Scientific Contribu- tion Award otorgado por la American Psychological Asso- ciation, Perspectiva general de la teoria centrada en la persona ‘Aunque se le conoce, sobre todo, por ser el fundador de la {erapia centrada en el cliente, Carl Rogers desarrollé una teorfa humanista de la personalidad a partir de sus experien- vias con pacientes de psicoterapia. A diferencia de Freud, que era ante todo teérico y secundariamente terapeuta, Ro- gers fue un terapeuta consumado y un te6rico reticente (Ro- gers, 1959). Estaba mas interesado en ayudar a las personas ‘que en descubrir por qué se comportaban de una u otra ma- tera. Tendia més a preguntarse “,c6mo puedo ayudar a esta Biografia de Carl Rogers 183 persona a crecer y a desarrollarse?”, que a considerar la cuestién “,cudl es la causa de que esta persona se haya desarrollado de este modo?”, ‘Como muchos teéricos de la personalidad, Rogers cons- truy6 su teoria sobre los andamios que le proporcionaron sus experiencias como terapeuta. Sin embargo, por contraste con la mayoria de estos teéricos, necesitaba continuamente in- vestigacién empfrica para confirmar su teorfa de la persona- lidad y su enfoque terapéutico. Tal vez més que ningin otro te6rico-terapeuta, Rogers (1986) abog6 por un equilibrio entre los datos terapéuticos y los empiricos, que permitirian ampliar los conocimientos sobre el modo de sentir y pensar de los humanos. Aunque su teoria de la personalidad es rigurosa y cohe- rente, Rogers no estaba satisfecho con el concepto de teorfa. El preferia considerarse alguien que ayudaba a las personas y No un te6rico. Segdn él, las teorias son frfas y distantes, y le preocupaba que su teorfa pudiera implicar un cierto obje- tivo. En la década de 1950, a la mitad de su trayectoria profe- sional, Rogers fue invitado a escribir lo que entonces se de- nominé teoria de la personalidad “centrada en la persona”, y su descripcién original se encuentra en el volumen 3 de la Psicologia: el estudio de una ciencia (véase Rogers, 1959) de Sigmund Koch. Ya en aquel momento, Rogers se dio cuenta de que diez o veinte afios después sus teorfas serfan diferentes, pero lamentablemente, en el transcurso de esos afios, nunca Ileg6 a reformular de manera sistematica su teo- ria de la personalidad. Aunque muchas de sus experiencias posteriores alteraron algunas de aquellas primeras ideas, la versiOn definitiva de su teoria de la personalidad se apoya en esa base inicial descrita en detalle en la obra de Koch. Biografia de Carl Rogers Carl Ransom Rogers nacié el 8 de enero de 1902 en Oak Park, Illinois. Fue el cuarto de los seis hijos nacidos de Walter y Julia Cushing Rogers. Carl tuvo una relacién més estrecha ‘con su madre, pues durante su infancia el padre solia pasar largas temporadas fuera de casa trabajando como ingeniero civil. Walter y Julia Rogers eran muy religiosos, y Carl em- pez6 a interesarse en la Biblia, y empez6 a leer este y otros libros incluso antes de empezar la escuela primaria. Sus padres también le inculcaron el valor del trabajo, un valor que, a diferencia de la religién, cultivé durante toda su vida. Rogers tenfa la intenci6n de hacerse agricultor, y cuan- do concluyé la escuela secundaria ingresé en la Universidad de Wisconsin para estudiar agricultura. Sin embargo, perdié pronto el interés por esta materia y empez6 a interesarse por la religién. Hacia el tercer afio de universidad, Rogers parti- cipaba en diversas actividades religiosas en el campus y rea- liz6 un viaje de seis meses a China para asistir a un congreso sobre religiGn. Este viaje dejaria una impresién duradera en 184 Capitulo 10 Rogers: la teorfa centrada en la persona el joven ya que el contacto con otros lideres religiosos jve- nes lo llevaria a convertirse en un pensador mas liberal y lo encaminaria hacia la independencia de las ideas religiosas de sus padres, Estas experiencias con otros lideres también le dieron més confianza en s{ mismo al entablar relaciones so- ciales. Lo lamentable fue que, a su regreso del viaje, tenia una tilcera, Aungue la enfermedad le obligé a interrumpir sus estu- dios en la universidad, no le impidié seguir trabajando: du- ante el afio que tard6 en recuperarse estuvo haciendo diver- sas tareas en la granja y en un almacén de madera, antes de volver a Wisconsin, donde se afilié a una asociacion estu- diantil. Cuando volvié a la universidad, tenia mas confianza en s{ mismo y, en general, era un estudiante diferente en comparacién con el periodo anterior a su viaje a China. En 1924, Rogers entré en el Union Theological Semi- nary de Nueva York con la intencién de hacerse sacerdote. Mientras estaba en el seminario, se inscribié en varios cursos de psicologfa y educacién en la cercana Columbia Universi- ty. Alf conoceria la influencia del movimiento de educacién progresista de John Dewey, que en aquella época estaba muy extendido en la Facultad de Ciencias de la Educacién de Co- lumbia. Poco a poco, Rogers empez6 a sentirse decepciona- do con la postura doctrinaria de la obra religiosa. Aunque el Union Theological Seminary era bastante liberal, Rogers decidié que su deseo no era expresar un conjunto de creen- cias inamovibles, sino disponer de més libertad para explo- rar nuevas ideas. Finalmente, en otofio de 1926, dejé el semi- nario para estudiar de tiempo completo psicologia clinica y pedagégica en la Facultad de Ciencias de la Educacién, Des- de aquel momento, nunca més volveria a dedicarse a la rel gion. Su vida tomaria un rumbo muy distinto:; el de la psico- logta y la pedagogia. En 1927, Rogers trabajé en el recién creado Institute for Child Guidance de la Ciudad de Nueva York mientras finali- zaba sus estudios de doctorado. En el instituto aprenderia las nociones del psicoanilisis freudiano, pero no se dejé influir demasiado por este, pese a haberlo utilizado durante un tiempo en la practica, También asistié a una conferencia de Alfred Adler que impresion6 a Rogers y a otros miembros del equipo docente con su argumento de que no era necesa- rio conocer en detalle el historial personal del paciente para hacer una psicoterapia. En 1931, Rogers obtuvo el titulo de doctor en la Univer- sidad de Columbia después de trasladarse a Nueva York para trabajar en la Rochester Society for the Prevention of Cruel- ty to Children. Durante esta primera etapa de su carrera pro- fesional, Rogers se dejé influir por las ideas de Otto Rank, que fue uno de los colegas mas cercanos de Freud antes de su expulsién del circulo de allegados de este. En 1936, Ro- gers invit6 a Rank a un seminario de tres dias de duracién en Rochester para que presentara su nuevo enfoque posfreudia- no de la psicoterapia. Las conferencias de Rank le ensefiaron que la terapia es una relaci6n entre el terapeuta y el cliente que favorece el crecimiento emocional, gracias a la empatia del terapeuta y su aceptacién incondicional del cliente. Rogers pas6 doce afios en Rochester haciendo un traba- Jo que podria haberle impedido desarrollar una carrera aca: démica satisfactoria. El albergaba el deseo de ser profesor universitario después de haber tenido experiencias grat cantes como docente en la Facultad de Ciencias de la Educa- cién y como profesor de sociologia en la Universidad de Rochester. Durante este periodo escribié su primer libro, El tratamiento clinico del nifio problemdtico (1939), cuya pu- blicacién le valié una oferta para trabajar como profesor en la Ohio State University. Pese a su aficién a la enseftanza, habria rechazado la oferta si su esposa no hubiera insistido en que la aceptara y si la Ohio State University no hubiera aceptado su condicién de empezar en el nivel mas alto, ocu- pando el cargo de catedratico, En 1940, a la edad de 38 afos, Rogers se trasladé a Columbus para empezar una nueva ca- rrera profesional. Presionado por sus estudiantes de doctorado de la Ohio State University, Rogers fue conceptualizando poco a poco sus ideas sobre psicoterapia, sin la intencién de que fueran \inicas y, desde luego, no polémicas. Estas ideas las expo dria en el libro Orientacién psicolégica y psicoterapia, ps blicado en 1942. En este libro, que fue una respuesta a los enfoques previos de la psicoterapia, Rogers restaba impor- tancia a las causas de los trastornos y la identificacién y cla sificacién de estos y destacaba, en cambio, la importancia del crecimiento interior del paciente (que Rogers lamé cliente”), En 1944, durante la Segunda Guerra Mundial, Rogers se traslad6 de nuevo a Nueva York para trabajar como director de servicios de orientaci6n psicolégica de la United Services Organization. Un aiio después acept6 un puesto en la Unie versidad de Chicago, donde creé un centro de orientacién Psicol6gica y donde tenga més libertad para realizar investi gaciones sobre el proceso y los resultados de la psicoterapi El periodo entre 1945 y 1957 en Chicago fue el més produc tivo y creativo de su carrera, Su terapia evolucioné, pasando de ser una terapia que daba mucha importancia a la metodo- logia, lo que a principios de la década de 1940 se Ilamé tée- nica “no directiva”, a ser una terapia centrada exclusivamen- te en la relaci6n cliente-terapeuta. Siempre con su enfoque cientifico, Rogers, junto con sus estudiantes y colegas, reali- 76 estudios innovadores sobre el proceso y la eficacia de la psicoterapia, Con la idea de expandir su investigaci6n y sus ideas ala psiquiatria, Rogers acepté un puesto en la Universidad de Wisconsin en 1957. Sin embargo, su estancia alli no fue sa- tisfactoria porque no consiguié unificar la psiquiatrfa y la Psicologia y porque sentia que algunos miembros de su pro- pio equipo de investigacién habjan adoptado una postura deshonesta y poco ética (Milton, 2002). Decepcionado con su trabajo en Wisconsin, Rogers se traslad6 a California, donde se incorporé al Western Behav- ioral Sciences Institute (WBSI) y se interesaria cada vez més en los grupos de encuentro. Rogers dimiti6 del WBSI cuando le parecié que estaba perdiendo su cardcter democritico y, junto con otros 75 miembros del instituto, creé el Center for Studies of the Per- son. Sigui6 trabajando con grupos de encuentro pero amplié sus métodos centrados en la persona a la ensefianza (incluida laformacién de médicos) y la politica internacional. En los litimos afios de su vida, dirigié grupos de trabajo en Hun- fia, Brasil, Sudéfrica y la antigua Uni6n Soviética (Gen- din, 1988). Murié el 4 de febrero de 1987, tras una opera- cién de cadera. La vida personal de Carl Rogers se caracteriz6 por el cambio constante y la apertura a nuevas experiencias. En su adolescencia fue un joven sumamente timido, no tuvo ami- ‘g0s {ntimos y era “socialmente incapaz para todo lo que no fueran contactos superticiales” (Rogers, 1973, p. 4). Sin em- fargo, tenfa una fantasia intensa, de la que él mismo diria més adelante que se habria podido considerar “esquizoide” (Rogers, 1980, p. 30). Su timidez y falta de habilidades so- ‘iales limitaron notablemente sus experiencias con las muje- . Cuando entré en la Universidad de Wisconsin por prime- fa vez solo tuvo valor suficiente para invitar a salir a una que habia conocido en la escuela primaria de Oak : Helen Elliott. Helen y Carl se casaron en 1924 y tuvie- dos nifios: David y Natalie. Pese a los problemas con las ‘ones sociales en su juventud, Rogers llegaria a ser un ado defensor de la idea de que la relaciGn interperso- entre dos individuos es una herramienta poderosa para var el crecimiento psicol6gico interior de ambas perso- . Pero el proceso no fue facil. Abandoné la religiGn de sus s para crear poco a poco una filosofia humanista y exis- ial que esperaba sirviera de puente entre el pensamiento ental y el occidental, Durante su larga trayectoria profesional, Rogers obtuvo iS muestras de reconocimiento. Fue el primer presi- de la American Association for Applied Psychology y ibuy6 a reconciliar de nuevo esta organizacién con la rican Psychologic Association (APA). Fue presidente la APA durante el aiio 1946-1947 y el primer presidente la American Academy of Psychotherapists. En 1956 gané primer premio a la mejor contribucién cientifica de la . Este galardén fue especialmente gratificante para Ro- porque destacaba sus dotes de investigador, las que liera de nifio trabajando como agricultor en Illinois yHara, 1995). En un principio, Rogers no consideré necesario formu- tna teorfa de la personalidad, pero por las presiones de miembros de su equipo de investigacién y también para isfacer una necesidad interior de explicar los fenémenos estaba observando, creé su propia teoria, que expres6 primera vez, de forma provisional, en su discurso presi- de la APA (Rogers, 1947). En el libro La terapia en el cliente (1951) haria una defensa més firme de La teoria centrada en la persona 185 la teorifa, que fue expuesta con mis detalle en las publicacio- nes de Koch (Rogers, 1959). No obstante, Rogers siguié in- sistiendo en que la teoria deberia seguir siendo provisional y que todo estudio de la teorfa de Ia personalidad de Rogers deberia plantearse a partir de esta idea. La teoria centrada en la persona Aunque el concepto de humanidad de Rogers no sufrié mo- dificaciones importantes desde principios de la década de 1940 hasta su muerte en 1987, su terapia y su teorfa cambia- ron de nombre varias veces. Los primeros afios, el enfoque de Rogers se conocié como “no directivo”, un desafortunado término que se asocié con su nombre durante demasiados afios. Mas adelante seria designado con otros términos como. “centrado en el cliente”, “centrado en la persona”, “centrado en el estudiante”, “centrado en el grupo” y “de persona a persona”. Usaremos el término centrado en el cliente para hacer referencia a la terapia de Rogers y el término mas am- plio centrado en la persona para referimos a la teorta de la personalidad de Rogers. Enel capitulo 1 expusimos que las teorias bien formula- das se suelen expresar en una estructura si-entonces. De to- das las teorias estudiadas en este libro, la teorfa centrada en la persona de Rogers es la que més se acerca a esta condi- cién. Un ejemplo de estructura si-entonces seria: si se dan ciertas condiciones, entonces se producird un proceso; si es- te proceso se produce, entonces se pueden esperar ciertos resultados. La terapia nos ofrece un ejemplo mas especifico: sil terapeuta es congruente y comunica al cliente una valo- raci6n positiva incondicional y la empatfa adecuada, enton- ces se produciré el cambio terapéutico; si se produce el cam- bio terapéutico, entonces el cliente se aceptard mejor a sf mismo, ganaré autoconfianza, ete. (estudiaremos mas a fon- do la congruencia, la valoracién positiva incondicional y la empatia en el apartado sobre psicoterapia). Supuestos basicos {Cuiles son los supuestos basicos de la teorfa centrada en la persona? Rogers postulé dos grandes supuestos: la tendencia formativa y la tendencia realizadora. Tendencia formativa Segtin Rogers (1978, 1980), en toda la materia, orgénica e inorgénica, existe una tendencia a evolucionar desde formas més simples hasta formas més complejas, en todo el univer- so se desarrolla un proceso creativo, mas que destructivo. Es Jo que Rogers llamaria tendencia formativa, de la cual ofre- ci6 varios ejemplos presentes en la naturaleza. Por ejemplo, las galaxias complejas se forman a partir de una masa desor- denada, los cristales de los copos de nieve surgen de masas de vapor informe, los organismos complejos se desarrollan a 186 Capitulo 10 Rogers: Ia teorfa centrada en la persona partir de células sencillas y la conciencia humana evoluciona a partir de una inconciencia primitiva hasta convertirse en una conciencia bien organizada. Tendencia realizadora Un supuesto relacionado con el anterior pero més importante es la tendencia realizadora, una inclinacién que existe en todos los humanos (y otros animales y plantas) a desarrollar plenamente su potencial (Rogers, 1959, 1980). Esta tenden- cia es la tinica motivaci6n que tienen las personas. La nece- sidad de satisfacer el instinto de alimentarse de expresar emociones intensas cuando las sienten y de aceptarse a si mismas son ejemplos de realizaci6n, Dado que el individuo funciona como un organismo completo, en el proceso de rea- lizaci6n participa toda la persona, con sus aspectos fisiolégi- Co ¢ intelectual, racional y emocional, consciente e incons- ciente. La tendencia a la conservaci6n y mejora del organismo forma parte de la tendencia realizadora, La necesidad de conservacién es similar a los niveles inferiores de la jerar- quia de necesidades de Maslow (véase el capitulo 9). Incluye necesidades basicas como el alimento, el aire y la seguridad, pero también incluye la tendencia a oponerse al cambio y buscar un statu quo. La naturaleza conservadora se expres en el deseo de los individuos de proteger el concepto que tienen de sf mismos en un momento concreto. Las personas luchan contra las ideas nuevas, distorsionan las experiencias que no se adecuan a su ideal, los cambios les parecen dolo- rosos y el crecimiento aterrador. Aunque las personas tengan un fuerte deseo de mante- ner el statu quo, también estén dispuestas a aprender y a cambiar, a crecer y desarrollarse. Es lo que Rogers denomi- 1n6 la necesidad de mejora. Esta necesidad se observa en la voluntad de las personas de aprender cosas que no ofrecen una gratificacin inmediata. ,Qué puede motivar a un nifio a andar que no sea la necesidad de mejorar? Gateando puede satisfacer su necesidad de movilidad y andar se asocia con la posibilidad de caerse y sentir dolor. Seguin Rogers las perso- nas estén dispuestas a enfrentarse a la amenaza y al dolor gracias a una tendencia biol6gica del organismo a alcanzar st estado basico, Las necesidades de mejora se expresan de diversas for- ‘mas, entre ellas, la curiosidad, el humor, el autoandlisis, la amistad y la confianza en que es posible lograr el crecimien- to psicolégico. Los individuos disponen de la capacidad creativa para resolver problemas, para modificar el concepto (que tienen de sf mismos y ser cada vez mas aut6nomos. Los individuos perciben sus experiencias como realidad, y cono- cen su realidad mejor que cualquier otra persona. No necesi- tan que los dirijan, controlen, ordenen o manipulen para in- citarlos a su autorrealizacién, Latendencia realizadora no esté limitada a los humanos. Hay otros animales, ¢ incluso plantas, que también tienen una tendencia intrinseca a avanzar hacia el desarrollo p no de su potencial genético, siempre que se cumplan ci condiciones. Por ejemplo, para que una planta de pimien pueda desarrollar todo su potencial productivo, debe dis ner de agua, luz y una tierra nutriente. De manera sim la tendencia realizadora de los humanos se desarrolla so bajo ciertas condiciones. En forma similar, las personas: ben tener una relacién con una pareja que sea congru © auténtica, y que muestre empatia y una valoracién po tiva incondicional hacia ellos. Rogers (1961) subray6 tener una pareja que posea estas tres cualidades no es log Provoca que las personas avancen hacia un cambio persa constructivo, pero sf favorece el desarrollo de su innata a la autorrealizacién. Rogers sostenfa que si en una relacién estén presen las condiciones de congruencia, valoracién positiva is cional y empatia, se producird siempre un crecimiento psia l6gico; por este motivo, consideré que son condiciones nec sarias y suficientes pata la autorrealizacién de las p Aunque esta tendencia realizadora es comin a los huma las plantas y otros animales, solo los primeros tienen un eo cepto del si mismo y por tanto un poteneial de autor cién, El si mismo y la autorrealizacién Segiin Rogers (1959), los niffos empiezan a desarrollar vago concepto del sf mismo cuando una parte de sus riencias se personaliza y se distingue en su conciencia experiencia del “yo”. Los niios se van haciendo conscied de su propia identidad a medida que van distingui que sabe bien y lo que sabe mal, lo que les gusta y lo que entonces empiezan a valorar las experiencias como posit © negativas, usando como criterio la tendencia realizad ‘Como la alimentacién es un requisito para la realizaciéa,p 12 los nifios el alimento es algo positivo y el hambre negativo. También les parece positivo el sueiio, el aire f co, el contacto fisico y la salud, porque cada uno de es elementos es necesario para la realizaci6n. Una vez que los nifios han creado una identidad m mentaria, la tendencia realizadora del si mismo desarrollarse. La autorrealizacién es una parte de late cia realizadora y, por tanto, no es sin6nimo de ella. La dencia realizadora hace referencia a experiencias org micas, es decir, afecta a la totalidad de la persona, a partes consciente e inconsciente, fisiol6gica y cof mientras que la autorrealizacién es la tendencia a hacer lidad el sf mismo tal y como lo percibimos en nuestra ciencia. Cuando el organismo y el si mismo percibido es en armonfa, las dos tendencias realizadoras son ‘mente idénticas, pero cuando las experiencias organi de las personas no estén en armonfa con su idea co del si mismo, surge una diserepancia entre la tendencia lizadora y la tendencia a la autorrealizaci6n. Por ejemp un hombre tiene miedo de su esposa y este miedo es contra- fio a su percepcién del s{ mismo, entonces su tendencia rea lizadora y su autorrealizaci6n son incongruentes y ello hard que sienta un conflicto y una tensién interior. Rogers (1959) postulé la existencia de dos subsistemas dentro del si mis- mo: el concepto del st mismo y el si mismo ideal. El concepto del si mismo El concepto del si mismo incluye todos los aspectos de la existencia y las experiencias propias que el individuo perci- beensu conciencia (aunque no siempre con precisiGn); no es idéntico al sf mismo organismico, ya que algunas partes de ste si mismo organismico pueden estar fuera del alcance de laconciencia de la persona o puede ser que la persona sim- plemente no las admita. Por ejemplo, el estémago es parte 4 s{ mismo organismico, pero a menos que funcione mal y os cause preocupacién, es poco probable que lo incluyamos én nuestro concepto del s{ mismo. De modo similar, las per- sonas pueden negar ciertos aspectos de sf mismos, como la falta de honradez, cuando no son coherentes con su concepto de! s{ mismo. Por tanto, una vez que las personas han construido su con- cepto del si mismo, les resulta muy dificil cambiar y aprender las experiencias que no son coherentes con este concepto las suelen negar o aceptar solo en forma distorsionada, ‘Cuando nuestro concepto del sf mismo esti consolidado cambio resulta dificil, pero no imposible. Un ambiente de ‘xeptacién por parte de los demas favorece este cambio, ya permite a la persona reducir la ansiedad y la sensacién amenaza y admitir experiencias que antes rechazaba. El si mismo ideal El segundo subsistema del sf mismo es el sf mismo ideal, ie se define como Ia noci6n que un individuo tiene de sf La teoria centrada en la persona 187 ‘mismo tal y como desearfa ser. El si mismo ideal contiene todos los atributos, por lo general positivos, que las personas aspiran a poser. Cuando en una persona el s{ mismo ideal y el concepto del si mismo son muy diferentes, estamos ante una incongruencia y una personalidad enfermiza. Los in viduos psicolégicamente equilibrados perciben pocas dis- crepancias entre su concepto del sf mismo y lo que les gusta- ria ser. La conciencia Sin la conciencia, los conceptos del si mismo y el si mismo ideal no existirian. Rogers (1959) definié la conciencia co- mo “la representacién simbélica (no necesariamente verbal) de una cierta parte de nuestra experiencia” (p. 198). Con- ciencia y simbolizacién son, segtin Rogers, sinénimos. Niveles de conciencia Rogers (1959) reconoci6 tres niveles de conciencia, En pri- ‘mer lugar, algunas experiencias se producen por debajo del umbral de la conciencia, En tal caso las ignoramos 0 las ne- gamos. Un ejemplo de lo primero podria ser una mujer que camina por una calle transitada, actividad que conlleva di- ‘versos estimulos potenciales, sobre todo de tipo visual y so- noro; como no puede prestar atencién a todos ellos, ignora muchos. Un ejemplo de negacidn de experiencia podrfa ser una madre que, en realidad, nunca dese6 tener hijos y cuyo sentimiento de culpa provoca una dedicacién extrema a ellos; la ira y el rencor hacia los hijos podrfan permanecer cocultos durante afios y no llegar nunca a la conciencia de la ‘madre, pero aun asf formarian parte de su experiencia y afec- tarfan al comportamiento consciente con sus hijos. En segundo lugar, Rogers (1959) planteé la hipstesis de que ciertas experiencias se simbolizan fielmente y se admi- ten libremente en la estructura del s{ mismo. Estas experien- cias no suponen una amenaza y son coherentes con el con- cepto del sf mismo existente. Por ejemplo, si a un pianista que conffa plenamente en su capacidad para tocar el piano un amigo le dice que toca muy bien, el pianista podria oft estas palabras, simbolizarlas fielmente y admitirlas sin res- tricciones en su concepto del si mismo. El tercer nivel de conciencia incluye las experiencias que se perciben de manera distorsionada, Cuando una expe- riencia no es coherente con nuestro concepto del si mismo, Ja remodelamos o distorsionamos de modo que podamos in- corporarla a este concepto del si mismo. Si un competidor receloso dijera al pianista que toca muy bien, este podria reaccionar de una manera muy diferente a como lo hizo cuando escuché las mismas palabras de un amigo de con- fianza. Podria escuchar la observacién y distorsionar su sig- nificado, porque la siente como una amenaza. “;Por qué est intentando halagarme esta persona? No tiene sentido”. Sus experiencias quedan simbolizadas de manera incorrecta en 188 Capitulo 10, Rogers: la teoria centrada en la persona la conciencia y, de este modo, se pueden distorsionar para amoldarlas a un concepto del sf mismo existente que, en par- te, dice: “soy una persona que no confia en otros pianistas, sobre todo aquellos que intentan engailarme”” Negacién de experiencias positivas Nuestro ejemplo del pianista pone de relieve que las expe- riencias negativas 0 despectivas no son las tinicas que se distorsionan 0 se niegan a la conciencia; muchas personas tienen dificultades para aceptar los cumplidos sinceros y los comentarios positivos, aun cuando se los merecen. Un estu- diante que se siente incompetente y consigue una nota alta en una asignatura podria decirse a s{ mismo: “sé que esta nota deberfa ser una prueba de mi capacidad, pero de alguna ‘manera yo no lo siento asf. Esta asignatura era la mas facil de la carrera, Los otros estudiantes ni lo intentaron. La profeso- ra no sabia Jo que hacia’. Los halagos, incluso los sinceros, raras veces tienen un efecto positivo sobre el concepto del sf mismo del destinatario. Este puede distorsionarlos porque desconfia del emisor 0 negarlos porque no cree merecerlos. En todos los casos, un halago de otra persona también impli: cael derecho de esa persona a criticar o condenar y, por tanto, el halago conlleva una amenaza implicita (Rogers, 1961), Convertirse en persona Rogers (1959) analiz6 los procesos necesarios para conver- tirse en persona. Primero, un individuo debe tener un contac- 10, positivo 0 negativo, con otra persona. Este contacto es la experiencia mfnima necesaria para convertirse en persona. Para poder sobrevivir, un nifio debe tener algiin tipo de con- tacto con sus padres 0 su cuidador. Cuando los nifios (0 adultos) son conscientes de que otra persona tiene un cierto grado de consideracién hacia ellos, empiezan a apreciar esta valoraciGn positiva y a despreciar la negativa; es decir, la persona desarrolla una necesidad de sentirse querida, apreciada 0 aceptada por otras personas, lo que Rogers (1959) denominé necesidad de valoracién positiva. Si percibimos que otras personas, sobre todo las que son importantes para nosotros, nos quieren y aprecian, nuestra necesidad de valoracién positiva queda satisfecha, al ‘menos en parte. La valoracién positiva es una condicién previa para la autovaloracién positiva, que se define como la experiencia de apreciarse o valorarse a sf mismo. Rogers (1959) afirma- ba que recibir muestras de valoracién positiva por parte de los demés es necesario para la autovaloracién positiva, pero una vez que esta se ha consolidado, es independiente de la necesidad permanente de sentirse querido, Esta idea es bas- tante similar al supuesto de Maslow (véase el capitulo 9) segiin el cual debemos satisfacer nuestras necesidades de amor y pertenencia antes de que puedan activarse las necesi: dades de autoestima; pero una vez que empezamos a sentir- nos seguros y dignos de respeto, ya no necesitamos sey recibiendo el amor y la aprobacién de los demés. Por tanto, la fuente de autovaloracién positiva reside e las valoraciones positivas que recibimos de los demés, una vez consolidada, es auténoma y permanente. Roget (1959) lo expres6 afirmando que entonces la persona “se. convierte en cierto sentido en su propia relacién social mis importante” (p. 224). Obstaculos para la salud psicolégica No todos los individuos Ilegan a ser personas psicolégice ‘mente sanas: casi todos se encuentran con una serie de obs: téculos que dificultan la salud psicol6gica, como son las con diciones de valor, la incongruencia, las actitudes defensiv y la desorganizacién. Condiciones de valor En lugar de recibir muestras de valoracién positiva incondi cional, la mayorfa de las personas se ve sometidas a ciones de valor; es decir, perciben que sus padres, comp. ros 0 parejas los quieren o los aceptan solo si satisfacen sus expectativas y merecen su aprobacién. “Una condicién d valor surge cuando la valoracién positiva de alguien impor tante para nosotros es condicional, cuando sentimos que e algunos aspectos se nos aprecia y en otros no” (Rogers, 1959, p. 209). Las condiciones de valor se convierten en el criterio se gin el cual aceptamos o rechazamos nuestras experiencis Poco a poco incorporamos en nuestra estructura del si mis- ‘mo las actitudes que percibimos que los demas expresan hae cia nosotros, y pronto empezamos a evaluar nuestras riencias en funcién de aquellas. Si pereibimos que los d nos aceptan independientemente de nuestros actos, Hegare- mos a creer que su valoraci6n es incondicional. Pero si per cibimos que algunos de nuestros actos son aprobados otro desaprobados, advertimos que nuestro valor tiene condicio nes. Finalmente podemos llegar a creer que esas valoracio nes de los demas son coherentes con nuestra visi6n ne; del sf mismo, a ignorar nuestras propias percepciones sens riales y viscerales, y a distanciarnos paulatinamente de nue tro sf mismo real o si mismo organismico, Desde la primera infancia, casi todos aprendemos ah cer caso omiso de nuestras valoraciones organismicas y b car orientacién fuera de nosotros mismos, hasta tal punt que llegamos a introyectar los valores de los demi; es decir, Megamos a aceptar estas condiciones de valor, y ello genes incongruencia y desequilibrio. Los valores de otras p solo se pueden incorporar de forma distorsionada, de lo con trario podrfan provocar desequilibrios y conflictos en n tro sf mismo. Nuestras percepciones del concepto de nosotros mismo que tienen los demas se denominan valoraciones Pero estas valoraciones, positivas 0 negativas, no fomentan elequilibrio psicolégico, més bien nos impiden estar total- ‘mente abiertos a nuestras propias experiencias. Por ejemplo, ‘poxirfamos rechazar experiencias agradables porque creemos que otras personas no las aprueban. Cuando desconfiamos de nuestras propias experiencias, distorsionamos la percep- cién consciente de las mismas, y consolidamos la discrepan- cia entre nuestra valoraci6n organfsmica y los valores de los. demas que hemos introyectado. Como consecuencia de ello, sufrimos la incongruencia (Rogers, 1959), Incongruencia Hemos visto que el organismo y el si mismo son dos entida- des independientes que pueden ser o no congruentes entre si. Recordemos también que la realizaci6n es la tendencia del ‘organismo a desarrollarse plenamente, mientras que la auto- mealizacin es el deseo del si mismo percibido de alcanzar esa realizacién. A veces, estas dos tendencias no coinciden. El desequilibrio psicol6gico empieza cuando no somos capaces de reconocer nuestras experiencias organismicas co- mo experiencias propias; es decir, cuando no simbolizamos ‘correctamente las experiencias organismicas en nuestra con- ciencia porque estas parecen ser incoherentes con nuestro concepto del si mismo emergente, Esta incongruencia entre ‘uestro concepto del sf mismo y nuestra experiencia orga- ‘nismica provoca trastornos psicolégicos. Las condiciones de yalor que hemos vivido en la primera infancia generan un concepto del sf mismo falso, basado en distorsiones y nega- ciones. El concepto del sf mismo resultante incluye percep- ciones vagas que no estén en armonia con nuestras experien- cias organfsmicas, y esta incongruencia entre el sf mismo y laexpetiencia conduce a conductas discrepantes y aparente- mente incoherentes. Unas veces nuestros actos confirman 0 sefuerzan nuestra tendencia realizadora, y otras veces estos ‘actos buscan confirmar o reforzar un concepto del si mismo basado en las expectativas y valoraciones de los demas. Vulnerabilidad Cuanto mayor es la incongruencia entre mestro sf mismo percibido (el concepto del sf mismo) y ‘muestra experiencia organismica, més vulnerables somos. Rogers (1959) afirmaba que las personas son vulnerables ‘euando no son conscientes de la discrepancia entre su si mis- mo organismico y las experiencias que para ellos son impor- {antes. Al no ser conscientes de su incongruencia, las perso- fas vulnerables a menudo tienen conductas que resultan ‘incomprensibles no solo para los demés, sino también para ‘las mismas. Ansiedad y amenaza Mientras 1a vulnerabilidad existe cuando no somos conscientes de la incongruencia dentro de ‘nosotros mismos, Ia ansiedad y la amenaza aparecen cuando ‘somos conscientes de dicha incongruencia. Cuando percibi ‘mos vagamente que la discrepancia entre nuestra experien- La tteorfa centrada en la persona 189 cia organfsmica y nuestro concepto del si mismo puede ha- cerse consciente, sentimos ansiedad. Rogers (1959) definié la ansiedad como “un estado de inquietud o tensién cuya causa desconocemos” (p. 204). A medida que advertimos la incongruencia entre nuestra experiencia organismica y nues- tra percepcién del sf mismo, nuestra ansiedad empieza a evo- lucionar hasta convertirse en amenaza; es decir, la concien- cia de que nuestro sf mismo ha dejado de estar completo 0 de ser congruente. La ansiedad y la amenaza pueden suponer tun avance en el camino que nos conduce hacia el equilibrio psicolégico, ya que nos avisan de que nuestra experiencia organismica es incoherente con nuestro concepto del sf mis- mo. A pesar de ello, no son experiencias agradables. Actitud defensiva Para evitar esta incoherencia entre nuestra experiencia or ganismica y nuestro si mismo percibido, mostramos una actitud defensiva. Esta actitud defensiva es la proteccién del concepto del sf mismo contra la ansiedad y la amenaza, mediante la negacién o distorsién de las experiencias inco- herentes con el mismo (Rogers, 1959). El concepto del sf mismo es polifacético, ya que se compone de diversas afir- maciones autodescriptivas. Cuando una de nuestras expe- riencias es incoherente con alguna parte de nuestro concepto del si mismo, actuaremos de manera defensiva para proteger la estructura de este Las dos formas de defensa mas importantes son la dis torsién y la negacién. Con la distorsi6n tergiversamos una experiencia para que concuerde con algiin aspecto de nues- tro concepto del si mismo, Percibimos la experiencia en nuestra conciencia, pero no logramos comprender su verda- dero significado, Con la negacién nos oponemos a percibir una experiencia en nuestra conciencia o impedimos que se simbolice algtin aspecto de esta. La negacién no es tan usual ‘como la distorsién porque casi todas las experiencias se pue- den tergiversar 0 remodelar para adecuarlas @ nuestro con- cepto del sf mismo. Segtin Rogers (1959), la distorsién y la negacién cumplen el mismo objetivo: procurar que nuestra percepcién de las experiencias organismicas sea coherente con nuestro concepto del sf mismo, lo que nos permite igno- rar © reprimir experiencias que de otro modo provocarfan ansiedad o amenaza, Desorganizacién La mayoria de las personas adopta actitudes defensivas, pero a veces las defensas fallan y la conducta se hace desorgani zada o psicética. Pero, :por qué fallan nuestras defensas? Para responder a esta pregunta, debemos hacer un segui- miento de la conducta desorganizada, que tiene el mismo origen que cualquier otra actitud defensiva; es decir, una crepancia entre una experiencia organismica y nuestro con- cepto del si mismo. La negacién y la is. 190 Capitulo 10 Rogers: la teoria centrada en la persona impedir que los individuos normales reconozcan esta discre- pancia, pero cuando la incongruencia entre el sf mismo per- cibido y la experiencia organfsmica de una persona es dema- siado evidente o se produce de forma demasiado inesperada como para negarla o distorsionarla, la conducta de dicha persona se hace desorganizada. La desorganizacién puede surgir de manera repentina o aparecer de manera gradual a lo largo de un periodo. Resulta irénico que las personas que estan realizando una terapia son més propensas a la desorga- nizacién, sobre todo cuando el terapeuta interpreta correcta- mente su conducta ¢ insiste en que enfrentan las experien- cias de manera prematura (Rogers, 1959). Cuando se encuentran en estado de desorganizacién, las personas a veces tienen conductas incoherentes con su experiencia organismica y acordes con su concepto del si mismo alterado. Un ejemplo del primer caso podria ser una sefiora que antes era muy educada y remilgada y, de repente, empieza a usar expresiones soeces 0 escatolégicas. El se- gundo caso se podria ilustrar con un hombre que empieza a comportarse de manera confusa, incoherente y totalmente imprevisible, debido a que su concepto del s{ mismo ha per- dido coherencia y unidad. En ambos casos, la conducta sigue siendo coherente con el concepto del sf mismo de la persona, pero este concepto del sf mismo se ha roto y por ello la con- ducta parece extrafia y confusa. ‘Aunque la primera vez que expuso sus ideas sobre la conducta desorganizada, en 1959, Rogers afirmé que estas eran atin mas provisionales que el resto de su teoria, no les haria correcciones significativas posteriormente. Nunca titu- bed en su desprecio por el uso de etiquetas diagndsticas para describir a las personas. Las clasificaciones tradicionales co- ‘mo las que contiene el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorder, Fourth Edition (DSM-IV) (American Psy- chiatric Association, 1994) nunca formaron parte del voca- bulario de la teorfa centrada en la persona. De hecho, Rogers nunca estuvo satisfecho con los términos “neurético” y “psi El comportamiento puede desorganizarse o incluso volverse psicético cuando las defensas no funcionan adecuadamente. cético”, y prefirié hablar de conductas “defensivas” y “dese organizadas”, términos que expresan con més exactitud la idea de que los trastornos psicolégicos se pueden representar como un continuo que abarca desde la més leve discrepancia entre el sf mismo y la experiencia hasta la méxima incon: gruencia. Psicoterapia En teorfa, la terapia centrada en el cliente parece muy senci- Ila; pero en la préctica resulta muy dificil. En pocas palabras, el enfoque centrado en el cliente sostiene que, para que las personas vulnerables 0 con problemas de ansiedad puedan crecer psicol6gicamente, deben entrar en contacto con ut terapeuta que sea congruente y que les proporcione un entor- no de aceptacién incondicional y empatia total. Y en ello, precisamente, esté la dificultad. Las cualidades de congruen- cia, valoraci6n positiva incondicional y comprensién empé tica en un terapeuta no son féciles de conseguii Como la teorfa centrada en la persona, el enfoque de la terapia centrada en el cliente se puede formular mediante la estructura si-entonces. Si las condiciones de congruencia, valoraci6n positiva incondicional y empatia por parte del te- rapeuta estan presentes en Ia relacién entre el cliente y el terapeuta, entonces se podré realizar el proceso de la terapia, Si el proceso de la terapia se realiza, entonces se pueden ¢s- perar ciertos resultados. La terapia rogeriana, pot tanto, puede formular en términos de condiciones, proceso y resul- tados. Condiciones Rogers (1959) postul6 que hay tres condiciones necesarias y suficientes para que se produzca el crecimiento terapéutico. Primero, el cliente debe entrar en contacto con un terapeuta congruente que debe mostrar empatfa y una valoracién posi- tiva incondicional hacia el cliente. A continuaci6n, el cliente debe percibir estas caracteristicas en el terapeuta. Y, por titi mo, el contacto entre cliente y terapeuta debe tener una cier- ta duracién. La hipotesis de Rogers es revolucionaria. En casi todas las psicoterapias, las condiciones primera y tercera estén presentes; es decir, el cliente 0 paciente busca ayuda motiva- do por algiin tipo de tensién, y la relacién entre el cliente y el terapeuta se prolonga durante un cierto periodo. La terapia centrada en el cliente es tinica por considerar que las condi- ciones de congruencia, valoracién positiva incondicional y escucha emptica del terapeuta son condiciones necesarias y suficientes (Rogers, 1957), Aunque las tres condiciones son necesarias para el creci- miento psicolégico, Rogers (1980) afirmaba que la congruen- cia es més importante que la valoracién positiva incondicio- nal o la empatia. La congruencia es una cualidad general que posee el terapeuta, mientras que las otras dos condiciones son actitudes o sentimientos especificos del terapeuta hacia un cliente conereto, Congruencia del terapeuta La primera condicién necesaria y suficiente para el cambio lerapéutico es que el terapeuta sea congruente. La congruen- cia existe cuando las experiencias organismicas de una per- sona corresponden a una conciencia de estas, y a una capaci dadyy disposicién para expresar abiertamente los sentimientos (Rogers, 1980). Ser congruente significa ser real o auténtico, formar un todo equilibrado, ser lo que uno verdaderamente «s. Rogers (1995) lo expres6 con estas palabras: En mis relaciones con personas he constatado que a largo plazo no sirve de nada actuar como si fuera algo que no soy |...]. No sitve de nada mostrarse tran- quilo y simpético cuando en realidad estoy enfadado y serio, No sirve de nada actuar como si fuera permi- sivo cuando realmente estoy sintiendo que deberia poner limites [...]. No sirve de nada actuar como si aceptara a otra persona cuando en realidad siento re- chazo (p. 9). Un terapeuta congruente, por tanto, no es simplemente tna persona amable y simpiitica, sino mas bien un ser huma- to con sentimientos de alegria, enfado, frustracién, confu- Sién, etc. Cuando aparecen estos sentimientos, no se niegan ti distorsionan, sino que fluyen de manera fécil en la con- ‘iencia y se expresan libremente. Un terapeuta congruente, por tanto, no debe ser ni pasivo ni distante y, sin duda, tam- poco “no carente de direccién”. Los terapeutas congruentes no son estiticos. Como la mayoria de las personas, estan expuestos de manera constan- tea nuevas experiencias organismicas, pero a diferencia de la mayoria, aceptan estas experiencias en su conciencia, lo que favorece su crecimiento psicol6gico. No llevan méscara, 10 intentan fingir una fachada agradable y evitan toda pre- Jensidn de simpatia y afecto cuando no sienten estas emocio- tes. Del mismo modo, no fingen enfado, agresividad o igno- fancia, ni ocultan sentimientos de alegria, entusiasmo 0 felicidad, Ademés, son capaces de armonizar los sentimien- tos con la conciencia, y ambos con la expresién sincera de ellos Dado que la congruencia implica (1) sentimientos, (2) ‘onciencia y (3) expresi6n, la incongruencia puede aparecer ‘enuno de los dos puntos que dividen estas tres experiencias En primer lugar, puede haber discrepancia entre los senti- mientos y la conciencia, Una persona puede estar enfadada y esto puede ser evidente para los demés; sin embargo, esta ersona puede no ser consciente del sentimiento. “No estoy ‘enfadada, {emo puedes decir que estoy enfadada?”. La se- funda fuente de incongruencia es una discrepancia entre la ‘onciencia de una experiencia y la capacidad o disposicién fara expresarla a los demas. “S€ que me aburre lo que esté Psicoterapia 191 diciendo, pero no me atrevo a verbalizar mi desinterés por- que mi cliente pensara que no soy un buen terapeuta”, Ro- gers (1961) afirmé que los terapeutas seriin més eficaces si comunican sentimientos auténticos, aun cuando esos senti- mientos sean negativos o amenazantes. Actuar de otra mane- ra serfa poco honesto, y los clientes detectarfan cualquier sefial de incongruencia, aunque no siempre de manera cons- ciente. Aunque la congruencia es un elemento necesario para una terapia satisfactoria, Rogers (1980) no afirmé que fuera necesario que el terapeuta actuara de manera congruente en todas sus relaciones fuera del proceso terapéutico. Una per- sona puede ser imperfecta y aun asf llegar a ser un psicotera- peuta eficaz. Ademés, un terapeuta no tiene que ser absoluta- mente congruente para favorecer el crecimiento interior de un cliente. Las condiciones de valoracién positiva incondi- cional y empatfa permiten cierto grado de congruencia. ‘Cuanto mis perciba el cliente estas cualidades en el terapeu- ta, més satisfactorio seré el proceso terapéutico Valoracién positiva incondicional La valoracién positiva es la necesidad de ser querido, apre- ciado o aceptado por otra persona. Cuando esta necesidad esti presente sin condiciones 0 reservas, estamos ante una valoracién positiva incondicional (Rogers, 1980). Los te- rapeutas tienen una valoraci6n positiva incondicional del cliente cuando “muestran una actitud amable, positiva y de aceptacién hacia su forma de ser” (Rogers, 1961, p. 62); una actitud no posesiva, sin juicios y sin reservas. Un terapeuta que tiene una valoracién positiva incondi- cional de un cliente mostraré una actitud amable y no pose- siva, sin llegar a ser demasiado efusivo o jovial. Una actitud amable y no posesiva significa mostrar interés por una perso- na sin asfixiarla o pretender poseerla, lo que se puede formu- lar de la siguiente manera: “como me intereso en ti, puedo Para ser eficaz, la terapia centrada en el cliente requiere de un terapeuta congruente que sienta empatia por el cliente y mal. lo contemple con una valoracién positiva incondi 192 Capitulo 10 Rogers: la teorfa centrada en la persona permitirte ser auténomo e independiente de mis valoraciones y restricciones; eres una persona con sentimientos y opinio- nes propios sobre lo que esté bien y lo que esté mal. El hecho de que sienta afecto por tino significa que tenga que guiarte para tomar decisiones, sino que puedo permitirte que seas ti mismo y que decidas qué es lo mejor para ti”. Este tipo de actitud permisiva hizo que la terapia de Rogers se ganara la inmerecida fama de ser una terapia pasiva 0 no directiva; sin embargo, un terapeuta centrado en el cliente debe implicarse de manera activa en su relacién con el cliente. Una valoraci6n positiva incondicional significa que los, terapeutas aceptan y aprecian a sus clientes sin restricciones © reservas, sea cual sea la conducta del cliente. Aunque los terapeutas pueden valorar unas conductas del cliente mas que otras, su valoracién positiva se mantiene constant y fir- me. La valoracién positiva incondicional también significa gue os terapeutas no juzgan a los clientes, ni aceptan algu- nos de sus actos y rechazan otros, La evaluacin externa, sea positiva © negativa, provoca una actitud defensiva en el cliente e impide su crecimiento psicolégico, Aunque el termino valoracién positiva incondicional puede sonar un poco complicado, las tres palabras son im- portantes. El término “valoracién” significa que existe un vinculo estrecho y que el terapeuta tiene consideracién por el cliente; mientras que la palabra “positiva” indica que la relaci6n esta orientada a desarrollar sentimientos de afecto; € “incondicional” sugiere que Ia valoraci6n positiva no de- pende de la conducta concreta del cliente y que este no tiene que gandrsela continuamente. Empatia La tercera condicién necesaria y suficiente para el creci- miento psicolégico es la empatfa. La empatia existe cuando el terapeuta percibe correctamente los sentimientos de sus clientes y es capaz de comunicar estas percepciones de tal modo que los clientes sepan que otra persona ha entrado en su mundo emocional sin prejuicios, proyecciones 0 evalua- ciones. Para Rogers (1980), la empatfa “significa vivir tem- poralmente en la vida de otros, moviéndose dentro de ella con delicadeza y sin emitir juicios” (p. 142). La empatfa no conlleva interpretar las intenciones de los clientes o descu- brir sus sentimientos inconscientes, lo que requeriria un marco de referencia externo y supondrfa una amenaza para los clientes. La empatia sugiere que un terapeuta percibe co- sas desde el punto de vista del cliente y que el cliente se siente seguro y no amenazado, Los terapeutas centrados en el cliente no dan por hecho que hay empatfa; comprueban que sus percepciones son co- rrectas contrastindolas con el cliente, “Entiendo que me quiere decir que esté muy resentido con su padre”. La inter- pretacién empética correcta suele ir seguida de una exclama- cidn del cliente del estilo de: “Sf, exacto! Estoy muy resen- tido con él”. La empatfa es una herramienta poderosa, que junto con la sinceridad y el afecto, facilita el crecimiento personal in- terior del cliente. {Cual es exactamente la funcién de la em patia en el cambio psicolégico? ;De qué manera un terapeu- ta empatico puede ayudar a un cliente a alcanzar el equilibrio y la salud psicolégica? Las palabras del propio Rogers (1980) ofrecen la mejor respuesta a estas preguntas. Cuando las personas se sienten comprendidas, perci- ben que tienen un contacto més cercano con una mayor variedad de experiencias propias. Esto les ofrece un referente ampliado que les puede servir para ‘comprenderse a sf mismas y para guiar su comporta- miento, Si la empatfa ha sido correcta y profunda, también podria desbloquear un flujo de experiencias y permitir que siguieran su curso sin inhibiciones (p. 156). La empatia es eficaz porque permite a los clientes escuchar. se a sf mismos y convertirse, en efecto, en sus propios ter peutas. La empatfa no debe confundirse con la compasién. El liltimo término sugiere un sentimiento por el cliente, mien- tras que la empatfa connota un sentimiento con el cliente, La compasi6n nunca es terapéutica porque procede de una evaluacién externa y, por lo general, genera un sentimiento de autocompasién en el propio cliente. La autocompasiénes una actitud nociva que amenaza al concepto positivo del mismo y crea un desequilibrio dentro de 1a estructura del sf mismo. Ademés, la empatfa no significa que el terapeuta tenga los mismos sentimientos que el cliente. Un terapeu ta no siente enfado, frustracién, confusién, resentimiento 9 atraccién al mismo tiempo que el cliente, sino que expe menta la intensidad del sentimiento del cliente, lo que pe te a este ser una persona independiente. Un terapeuta mues tra una reaccién emocional y cognitiva a los sentimientos del cliente, pero los sentimientos pertenecen al cliente, no al terapeuta. El terapeuta no se apropia de las experiencias del cliente, sino que es capaz de comunicarle una interpretaci de lo que se supone que es el cliente en ese momento con creto (Rogers, 1961). Proceso ‘Cuando las condiciones de congruencia, valoracién positiva incondicional y empatia estén presentes, se activard el proce- so de cambio terapéutico. Aunque cada psicoterapia es tie ca, segtin Rogers (1959) existen ciertas constantes caracte- risticas del proceso terapéutico. Etapas del cambio terapéutico El proceso de cambio constructivo de la personalidad puede considerarse un continuo de actitudes que abarca desde la més defensiva hasta la mas equilibrada. Rogers (1961) divi di6 este continuo en siete etapas arbitrarias. © La etapa J se caracteriza por una falta de disposicién para comunicar informacién sobre uno mismo. Las perso- nas en esta etapa no suelen buscar ayuda, pero si por algin ‘motivo inician una terapia, se muestran sumamente rigidos yreacios al cambio. No reconocen tener ningiin problema y rechazan todo tipo de sentimientos o emociones personales. En la etapa 2, los clientes se muestran algo menos rigi- dos. Hablan de hechos externos y de otras personas, pero siguen negando 0 no consiguen reconocer sus propios senti- tientos. No obstante, pueden hablar de sentimientos perso- nales como si estos fueran fendmenos objetivos. Cuando los clientes entran en la etapa 3 hablan con més libertad de sf mismos, aunque siguen haciéndolo como si se tratara de un objeto. “Me esfuerzo todo lo que puedo en el ‘tabajo, pero mi jefe sigue estando insatisfecho conmigo”. Los clientes hablan de sentimientos y emociones en pasado 0 futuro y evitan los sentimientos presentes. Se niegan a aceptar sus emociones, mantienen a distancia los sentimien- tos personales, perciben solo vagamente que pueden tomar decisiones por sf mismos y niegan su responsabilidad en ca- sitodas ellas. Los clientes que entran en la etapa 4 empiezan a hablar de sentimientos profundos, pero no de los que sienten en el presente. “Me enfadé muchisimo cuando mi profesor me aeus6 de copiar en un examen”. Cuando los clientes expre- san sentimientos del presente, se suelen sorprender de haber- Jos expresado. Niegan o distorsionan las experiencias, aun- que pueden reconocer vagamente que son capaces de sentir emociones en el momento actual. Empiezan a cuestionar ciertos valores de otras personas que han interiorizado, y ‘empiezan a ver la incongruencia entre su experiencia orga- aismica y su s{ mismo percibido. Aceptan mayores dosis de libertad y responsabilidad que en la etapa 3 y empiezan a permitirse a sf mismos participar timidamente en una rela- cin con el terapeuta. ‘Cuando los clientes Hegan a la etapa 5, ya han empeza- do. producirse un cambio y un crecimiento notables. Pue- dden expresar sentimientos del presente, aunque atin no han conseguido simbolizarlos con exactitud. Estin empezando a confiar en un espacio interno para evaluar sus sentimientos y adescubrir aspectos de si mismos que desconocian. Asimis- ‘mo, empiezan a diferenciar mejor sus sentimientos y com- prender mejor los matices entre ellos. Ademés, empiezan a tomar sus propias decisiones y a aceptar la responsabilidad derivada de estas. Las personas que aleanzan la etapa 6 experimentan un ‘crecimiento dréstico y un avance imeversible en el camino hacia la autorrealizacién. Permiten que entren libremente en su conciencia experiencias que antes negaban o distorsiona- ban. Son més congruentes y capaces de armonizar sus ex- petiencias del presente con la conciencia y la expresi6n abierta de estas. Ya no juzgan su conducta desde una pers- ectiva externa, sino que utilizan su sf mismo organismico como criterio para evaluar sus experiencias. Empiezan a de~ Psicoterapia 193 sarrollar una autovaloracién incondicional, lo que significa que sienten carifio y afecto verdaderos por la persona que egardn a ser. Un interesante hecho concomitante de esta etapa es la disminucién de tensién fisiolégica. Estas personas empiezan a conocer la experiencia de su sf mismo organismico com- pleto cuando sus miisculos se relajan, las lagrimas fluyen, la circulacién mejora y desaparecen los sintomas fisicos, En cierto sentido, la etapa 6 marca el fin de la terapia. Si la terapia finalizara en ese punto, los clientes seguirian avan- zando hacia la siguiente etapa. La etapa 7 puede producirse fuera del encuentro tera- péutico, porque el crecimiento en la etapa 6 parece ser irre- versible. Los clientes que llegan a la etapa 7 se convierten en individuos que funcionan plenamente, “personas del mafia- na” (concepto que trataremos en detalle en el apartado co- rrespondiente). Son capaces de extrapolar al mundo exterior las experiencias de la terapia. Tienen la seguridad de ser ellos mismos en todo momento, de poseer y sentir en profun- didad todas y cada una de sus experiencias, y de vivir esas experiencias en el presente. Su sf mismo organismico, ahora Lnificado con el concepto del sf mismo, se convierte en el lugar de evaluacién de sus experiencias. Las personas que Hegan a la etapa 7 disfrutan sabiendo que estas valoraciones pueden variar y que el cambio y el crecimiento continuarén. Ademés, logran ser congruentes, poseen una autovaloracién ositiva incondicional, y son capaces de mostrar carifio y ‘empatfa hacia los demés. Explicacién tedrica del cambio terapéutico {Qué formulacién tedrica puede explicar las dindmicas del cambio terapéutico? Rogers (1980) lo explica del siguiente ‘modo. Cuando las personas viven una experiencia de apre- ciacién y aceptacién incondicional de si mismos, se dan cuenta, tal vez por primera vez, de que son dignas de recibir amor. El ejemplo del terapeuta les permite apreciarse y acep- tarse a si mismas, tener una autovaloracién positiva incondi: cional. Cuando los clientes perciben que alguien los com- prende y se muestra empatico con ellos, se sienten libres para escucharse mejor a sf mismos, para sentir empatia por sus propios sentimientos. Como consecuencia de ello, cuan- do estas personas Ilegan a valorarse y a entenderse bien, la Percepcién que tienen de sf mismas se hace més congruente ccon sus experiencias organismicas. Ahora poseen las tres ca- racteristicas que debe poseer un buen terapeuta y, de hecho, legan a convertirse en su propio terapeuta. Resultados Si el proceso de cambio terapéutico se pone en marcha, se pueden esperar ciertos resultados observables. El resultado principal de una terapia centrada en el cliente es que el clien- te sea congruente y adopte una actitud menos defensiva y 194 Capitulo 10 Rogers: Ia teorfa centrada en la persona Teoria del cambio terapéutico de Rogers ‘Si se dan las siguientes condiciones: 1. Un cliente vulnerable o ansioso 2. se pone en contacto con un terapeuta que: 3. es congruente en su relacién con el cliente, 4. 5, . tiene una valoracién positiva incondicional del cliente, . ofrece una comprensién empstica del marco de referencia interno del cliente, y 6. el cliente percibe las condiciones 3, 4 5, las tres condiciones necesarias y suficientes para el crecimiento terapéutico; Entonces se produciré el cambio terapéutico, y el cliente: 1, Se vuelve més congruente; 2. tendré una actitud menos defensiva; 3. mostraré una mayor apertura a la experiencia; 4. tendré una visién més realista del mundo; 5, tendré una autovaloracién positiva; 6. reduciré la distancia entre el si mismo ideal y el sf mismo real; 7. sera menos vulnerable a la amenaza; 8. sentird menos ansiedad; 9. aceptard sus experiencias; 10. estard més dispuesto a aceptar a los demés; 11. ser mas congruente en sus relaciones con los demés. mas receptiva hacia las experiencias. El resto de resultados son una ampliacién légica de este resultado basico. La congruencia y la actitud menos defensiva hacen que los clientes tengan una imagen més clara de s{ mismos y una visién més realista del mundo: les resulta més fécil incorpo- rar experiencias al s{ mismo en el nivel simb6lico, son mas eficaces en la resolucién de problemas y tienen una valora- ci6n més positiva de sf mismos. Al ser mas realistas, tienen una idea mas precisa de su potencial, lo que les permite reducir la distancia entre el si mismo ideal y el sf mismo real. Por lo general, esta brecha se reduce porque ambas instancias muestran un cierto cambio. All ser més realistas, los clientes reducen sus expectativas de lo que deberfan ser o les gustarfa ser y, dado que tienen una valoracién més positiva de s{ mismos, mejora también su vi- sin de lo que son en realidad. Como su sf mismo ideal y su sf mismo real son més congruentes, los clientes sufren menos tensin fisiol6gica y psicolégica, son menos vulnerables a la amenaza, y sienten menos ansiedad. Tienden menos a buscar orientacién en los demés y a usar las opiniones y valores de estos como crite- rios para evaluar sus propias experiencias. Se hacen cada vez més aut6nomos y més dados a percibir que el centro de la evaluacién se encuentra en sf mismos. Ya no se sienten obli- gados a agradar a otras personas ni a satisfacer las expectati- vas externas. Se sienten lo bastante seguros para asumir co- mo propias un nmero cada vez mayor de experiencias, y 1o bastante satisfechos consigo mismos para disminuir sus ne- cesidades de negacién y distorsi6n. Sus relaciones con los demés también cambian, Estén més dispuestos a aceptar a los otros, les exigen menos, y simplemente les permiten que sean ellos mismos. Al dismi- nuir su necesidad de distorsionar la realidad, no sienten el deseo de obligar a los demas a satisfacer sus expectativas. as partes en negrita son las condiciones terapétias clave y los resultados principales Asimismo, los demas los perciben como personas més ma- duras, més agradables y més sociables. Su sinceridad, auto- valoracién positiva y comprensién empatica van més allé de la terapia y les resulta mAs facil participar en otras relaciones que faciliten el crecimiento (Rogers, 1959, 1961). En la tabla 10.1 se ilustra la teorfa de la terapia de Rogers. La persona del majiana El interés de Rogers por el individuo psicolégicamente equi- librado solo es comparable con el de Maslow (véase el cap tulo 9). Mientras que Maslow era ante todo un investigador, Rogers era sobre todo un psicoterapeuta cuyo interés porel equilibrio psicol6gico de las personas surgié de su teorfa ge- neral sobre la terapia. En 1951, Rogers expuso por primera vez brevemente las “caracterfsticas de la personalidad altera da”; més adelante ampliarfa el concepto de la persona ple namente funcional en un articulo inédito (Rogers, 1953). En 1959, su teorfa sobre la personalidad equilibrada fue in- cluida en la obra de Sigmund Koch, y él retoms el tema en varias ocasiones a principios de la década de 1960 (Rogers, 1961, 1962, 1963). Mas adelante, describié el mundo del majiana y la persona del maiiana (Rogers, 1980), {Qué tipo de persona surgirfa si se cumpliesen las tres condiciones terapéuticas necesarias y suficientes de con gruencia, valoracién positiva incondicional y empatia? Ro- gers (1961, 1962, 1980) enumerd varias de sus caracterfsticas En primer lugar, las personas psicolégicamente equili bradas seran més adaprables. Por tanto, desde un punto de vista evolutivo, tendrfan més probabilidades de sobrevivin, de ahi el término “personas del maftana”. No se adaptarfana un entorno estitico, pues advertirfan que acomodarse a una situacién invariable tiene pocas posibilidades de superviven- cia a largo plazo.

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