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IMPERIALISMO

A partir del principio del siglo XIX, la función económica se vuelve predominante, porque ella corresponde a la lógica
misma del capitalismo, que busca el control de las materias primas y de los mercados. Sin embargo, su carácter
nacional es todavía central en este periodo, y es Gran Bretaña el prototipo de este tipo de imperialismo. Las
conquistas coloniales de África en particular fueron características de la partición del Sur entre zonas de influencia y
explotación.

Es el capitalismo en su fase superior y última de desarrollo; es el capitalismo en descomposición, agonizante, umbral


de la revolución socialista. La peculiaridad distintiva fundamental del imperialismo respeto al período pre-
imperialista del capitalismo estriba en que el gran capital monopolista domina en las esferas económica, política e
ideológica. El objetivo de esta unión consiste en asegurar a los grandes monopolios beneficios extraordinariamente
elevados, en aplastar el movimiento obrero y la lucha de liberación nacional, en conservar y fortalecer los pilares del
régimen capitalista. De ahí que el imperialismo se denomine también capitalismo monopolista. Sus rasgos
económicos principales. Son estos:

1. La concentración de la producción y del capital ha llegado a un punto tan alto de desarrollo, que ha hecho
surgir los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica.

2. La fusión del capital bancario con el industrial, sobre cuya base surgen el capital y la oligarquía financieros.

3. La exportación de capitales, a diferencia de la de mercancías, adquiere singular importancia.

4. La formación de agrupaciones monopolistas internacionales de capitalistas, que se reparten el mundo.

5. La culminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes.

Bajo el imperialismo se conservan las bases generales del modo capitalista de producción, la propiedad de los
medios de producción fundamentales sigue en manos de un pequeño puñado de capitalistas o de sus agrupaciones,
los trabajadores son objeto de explotación, el estímulo principal de la producción capitalista continúa siendo el afán
de ganancias, la economía de los países capitalistas se desarrolla en las condiciones de la anarquía de la producción y
de la lucha competitiva, bajo el influjo de leyes económicas espontáneas.

La contradicción fundamental del imperialismo sigue siendo la del trabajo con el capital, cada vez más áspera dado
que el capital monopolista va aumentando la explotación y la opresión de las masas trabajadoras. Todas estas
contradicciones del imperialismo contemporáneo conducen a la formación de un torrente único democrático
general que une a la clase obrera, a los campesinos, a la pequeña burguesía, a la intelectualidad y a importantes
capas de la burguesía media nacional en un frente de lucha antimonopolista contra el yugo imperialista.

Es singularmente pesado el dominio que se impone a los pueblos de las colonias y de los países dependientes; un
profundo antagonismo separa los estados imperialistas de los países que han conquistado su independencia
nacional, de los pueblos que luchan por su liberación.

El factor decisivo que debilita al imperialismo en el periodo de la crisis general del capitalismo radica en el rápido
crecimiento del sistema socialista mundial. Ello hace que el sistema imperialista mundial se encuentre desgarrado
por hondas e incisivas contradicciones que corroen y destruyen al régimen capitalista, provocan su seria debilitación
y, finalmente, su hundimiento.

La experiencia histórica muestra que el capitalismo monopolista de Estado, en vez de reforzar el sistema capitalista
-como esperan la burguesía y sus defensores, acentúa más aun las contradicciones del capitalismo, lo socava de raíz.
Consolidado el régimen socialista gracias a la victoria de las revoluciones socialistas en varios países de Europa y
Asia, derribado el colonialismo por la lucha de liberación nacional de los pueblos de las colonias y de los países
dependientes.

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