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El marqus de Ut se haba presentado en su casa (la de Onofre Bouvilla) de improviso

para hacerle una proposicin poco comn: Quieres que te mee un perro? (...)
Al cabo de unos segundos, las luces se extinguieron, la sala qued sumida en la
oscuridad. Esta oscuridad al cabo de un rato fue traspasada por un haz de luz griscea
que cruzaba la sala de lado a lado e iba a chocar con la pared encalada. En esta pared,
situada en la parte correspondiente al escenario improvisado aparecieron al reflejarse en
ella el haz de luz unas formas de contornos imprecisos; parecan reproducciones de las
manchas de humedad que haba en el zagun. Luego las manchas empezaron a moverse
y se oyeron algunos murmullos en la concurrencia. Las manchas adquirieron
gradualmente una forma reconocible: los presentes vieron ante s un fox-terrier grande
como la pared entera que pareca observarles a ellos con la misma curiosidad con que
ellos lo miraban a l. Era como una fotografa, pero se mova como lo habra hecho un
perro vivo: sacaba la lengua y agitaba las orejas y la cola. Transcurridos unos segundos
el perro se puso de perfil a la sala, levant una de las patas traseras y empez a orinar.
Los presentes corrieron hacia la puerta para no quedar empapados. En la oscuridad total
que haba vuelto a aduearse de la sala la estampida acab en encontronazos,
coscorrones y cadas. Por fin volvi la luz y esto restableci la calma.

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