I.- MARCO CULTURAL:
EL PRIMER ARTE CRISTIANO.I.1.-Cambios en el mundo romano-heleni:
tico
Lig primeros nticleos cristianos se insertaron y se formaron
dentro de un entorno helenjstico. La mutua compenetracién de ambos
es un hecho que acontece de forma que los dos se sienten afectados.
Se admite generalmente hoy que el proceso de cristianizacién del
mundo de habla griega dentro del imperio romano no fue de ningtin
modo unilateral, pues significé a la vez la helenizacion del cristianis-
mo*. En este sentido, debemos entender que los agentes culturales se
interpenetran, modificandose mutuamente. En el caso del arte, pode-
mos bien observar que paulatinamente servird para releer trozos del
mensaje cristiano con mentalidad helenistica, que era la de la inmensa
mayoria de las primitivas comunidades cristianas.
Cant6é Rubio sefiala puntualmente que cl cristianismo se apro-
vecho de la memoria histérica, cultural y religiosa de los hombres del
area mediterrénea para, en una segunda lectura, reconducir los temas
al pensamiento evangélico. Desde pequeiio, el griego habia aprendi-
do, por ejemplo, que Atenea, a pesar de permanecer siempre virgen,
dio a luz a un nifio: Erecteo, por via excepcional y curiosa; su concep-
cin se produjo de un modo extrafio, cuando la diosa forcejeaba con-
tra un Hefaistos ardoroso. Este hecho preparaba maravillosamente a la
mentalidad helenistico-romana para recibir algo tan sensacional como
la Encarnacién de Cristo a partir de otra mujer, la cual tampoco por
ello perderia su virginidad*
JAEGER, W.. Cristianismo primitivo y paideia griega, (México, Fondo de Cultura Eeané-
mica, 1971), pp. 10 y ss.
‘Cir. CANTO RUBIO, J., Simbolos del Arte Cristiano, Salamanca, 1985, pp. 71 y ss. Sobre
la relaci6n entre la cultura y religién paganas con el cristianismo vid. RAHNER. H., Mytes
grecs et mystére chrétien, Paris, Payot, 1954.20 RAFAEL GARCIA MAHIQUES
Pero es mas importante sefialar el cambio profundo que se fue
operando en todo el mundo grecorromano, coincidente con la expan-
si6n del cristianismo. En el helenismo tardio se habian ido introdu-
ciendo formas de pensamiento orientales que tendfan a acentuar la
dualidad espiritu/materia. Religiones orientales, especialmente el
mazdefsmo persa 0 el culto de Mithra, que escindfan el universo entre
dos poderes inconciliables: el dualismo entre el bien y el mal, se
difundieron en el Occidente helenizado. Se sabe poco de la primitiva
filosofia predicada por Zoroastro en el S. VII a. C., pero su influencia
debié ser grande. Diversas doctrinas participantes del dualismo se
irfan difundiendo por los paises del Mediterraneo, en donde Alejan-
dria, gracias a su puerto, habia extendido relaciones comerciales, y
por ende culturales, con todo el Oriente, incluidas la India y China.
La consecuencia es que la naturaleza, necesaria a los griegos
para que el espiritu saque de ella la formula, base de toda belleza, esté
ahora cada vez mds infamada. La dualidad se establece entre el
mundo fisico, asiento del mal, y el mundo espiritual, el asiento del
bien. El mundo fisico no debera ya subsistir mds que para atestiguar
realidades espirituales y conferirles presencia visible. El axioma lati-
no mens sana in corpore sano, que resumia el modo clasico grecolati-
no de formular la estética, cae en crisis. Se empezaba a crear un arte
espiritualista con lento y progresivo desdén por Jo naturalista, un arte
antagénico del que habia reinado en el Mediterraneo clasico.
Se va a ir poco a poco edificando un mundo interior que se
opondré al mundo sensible de las sensaciones, como el espiritu se
opondré a la carne. El cristianismo se inscribe dentro de estos paraéme-
tros. Pero es conveniente matizar que el cristianismo tendra que
luchar contra la afirmacién demasiado categérica del dualismo. O
mejor, el cristianismo lucha en feroz competencia con las religiones
orientales tratando de ocupar el lugar y las influencias que éstas van
adquiriendo, tanto en Oriente como en Occidente. Sabemos asf que el
culto a Mithra, su gran rival, se extendié, sobre todo hacia el momen-
to del nacimiento de Jestis, desde Capadocia, Armenia y la Frigia
pOntica por todo el i imperio, Hegando incluso a Inglaterra y a la Ger-
mania. El mitraicismo, mas tarde bajo el nombre de maniquefsmo,
junto al gnosticismo, eran corrientes religiosas que actualizaban laLA ADORACION DE LOS MAGOS 21
herencia mazdeista. Fueron los grandes rivales del cristianismo duran-
te los primeros siglos de expansion de éste. Sus ideas incluso se intro-
ducfan en el cristianismo originando problemas graves de heterodo-
xia: aparecian las primeras herejias. Tan serio rival fue para los cris-
tianos el dualismo que incluso muchos emperadores romanos lo habj-
an adoptado: Cémods, Diocleciano o Juliano el Apéstata.
El maniqueismo era en realidad una corriente sincretista pre-
dicada por Manes en el S. III, que subrayaba el constante conflicto
que opone a Dios y a su eterno adversario, el Antidios; la luz y las
tinieblas; el bien y el mal. El gnosticismo puso también de manifiesto
la doble naturaleza -espiritual y ffsica- del hombre, e hizo del alma,
divina en su principio, una prisionera del malvado mundo sensible.
La consecuencia del dualismo, y en general de la influencia
oriental, en el arte del Imperio Romano es evidente: los emperadores
se divinizaban, se hacfan representar como dioses, a imitacién de los
reyes orientales. Se comienza a percibir nitidamente, y en particular
en el arte que crean los cristianos, un nuevo concepto estético. El cris-
tianismo, desde el S. III, va a producir un arte en el que se aprecia una
regresiOn paulatina, pero firme, del naturalismo y realismo plasticos,
perceptible simultaneamente también en el arte del Imperio.
Ahora bien, el primer arte cristiano viene a ser también expre-
sién de la integracién del cristianismo en Occidente ;Cémo se encar-
dina éste en el pensamiento y mundo cultural ocidentales? Compren-
der eso supone primero reconocer el largo camino recorrido por el
cristianismo antes de implantarse sélidamente en Roma: pasa por
Oriente, por las comunidades de Asia Menor, de Egipto y de Africa
del Norte, que lo impregnan de las multiples influencias que flotan en
el complejo mar del helenismo. Ello supone contacto y contagio
mutuo con corrientes del pensamiento en boga: la filosoffa neopitagé-
rica, la neoestoica y, sobretodo, la neoplaténica encabezada por
Plotino (204-270). Las ensefianzas de éste ultimo, filésofo nacido de
una familia romana asentada en Egipto, habrian fundamentado la for-
maci6n intelectual de San Agustin antes de su conversién y, a través
de ste, se proyectarian en el cristianismo. Hoy comprobamos que, en
realidad, el universo de los fildsofos tuvo su continuidad en el cristia-22 RAFAEL GARCIA MAHIQUES
nismo. Ello ser4 especialmente visible e importante a lo largo del S.
IV, cuando la fe cristiana, tolerada con Constantino, lega al rango de
religion oficial con Teodosio. En esta época sobresale la habilidad de
los padres de la Iglesia y de los primeros obispos, por preservar por
encima de todo la continuidad entre la sociedad antigua y el nuevo
orden. Intransigentes en todo lo relativo a la pureza de la doctrina, los
guias de la Iglesia se preocupan por adaptar la sociedad en que viven
a las exigencias del cristianismo.1.2.-La representacién figurada de ideas
E. tales circunstancias es donde cobra especial importancia la
imagen. La imagen cristiana hace su aparici6n entre las tiltimas déca-
das del S. II y comienzos del S. III. Esta aparece por primera vez, y
que por el momento sepamos, en el contexto funerario de catacumbas
y, simulténeamente también, en el contexto bautismal. En el primer
caso tenemos los ejemplos de las catacumbas més antiguas: Cappella
Greca, hipogeo individual que més tarde qued6 unido a la Catacumba
de Priscila; el hipogeo in Lucina, también unido posteriormente a la
Catacumba de San Callisto; y el vestibulo de los Flavianos, en la
Catacumba de Domitila. En cuanto a los primeros sarc6fagos esculpi-
dos en Roma y en Provenza, nos remontamos también al afio 213.
Respecto al contexto bautismal s6lo poseemos el célebre baptisterio
de Dura-Europos (Siria), nico conjunto de pinturas en superficie
conservado de antes de la Paz de la Iglesia, y datable hacia el afio 230.
En esta época conocemos el hecho de la figuraci6n cristiana con
un campo de aplicacién bien definido, disponiendo de un programa
iconografico y funcional, que en mayor o menor grado supone una
convenci6n técita 0, incluso, directrices por parte de las autoridades
eclesidsticas. En su forma més elemental, la imagen es un simple jero-
glifico. Es lo que ocurre con el simbolo del pez, que alude directa-
mente a Jesucristo mediante una férmula de cariz criptografico. El pez
incluso se integra con otros motivos para expresar significados mas
elaborados (Fig. 1a). Las sepulturas cristianas comienzan a Ilenarse de
signos graficos alusivos a determinadas nociones mediante f6rmulas
convencionales sacadas del arte clasico, adaptadas a un nuevo signifi-
cado unas veces, como el caso del Buen Pastor y del Orante (Fig. 2),24 RAFAEL GARCIA MAHIQUES
1.- Signos graficos procedentes de inscripciones funerarias de la Catacumba de
Domitila, interpretados por Kirschbaum: a) Dos delfines, signo de Cristo, con el
ancora, simbolo de la esperanza; b) la carrera con el aro, simbolo del alma que
corre hacia la vida eterna; c) el celemin lleno de grano es el alma que ha dado
buena medida en obras; c) la paloma con un ramo en el pico alude al alma gozando
de la bienaventuranza.
elaboradas ex novo en otras (Fig 1). En cualquier caso se trata de un
hecho nuevo. El cristianismo, al igual que el judafsmo, tradicional-
mente resistentes a lo icénico, ceden ante el sugestivo mundo de las
imagenes, de moda quizds en aquellos momentos. Ambas religiones,
como demuestran los hechos, y aunque las razones exactas se nos
escapen bastante, hacen en este momento una llamada al arte con baseLA ADORACION DE LOS MAGOS 25
2.- Una de las bovedas de la Catacumba de los Santos Pedro y Marcelino. En el
centro, Cristo Doctor; en los recuadros del circulo, la Anunciacién, la Adoracion de
los Magos, los Magos ante /a estrella y el Bautismo; en los ovalos de los angulos
alternan el Buen Pastor y el Orante.
a la imagen. En el caso del cristianismo, la imagen se convertird en el
exponente universal de la religion.
La pintura monumental de los cristianos se conoce casi exclusi-
vamente por estas pinturas parietales. Durante el S. III, estas pinturas
dan idea de cémo era el arte de los mausoleos construidos en superfi-26 RAFAEL GARCIA MAHIQUES
cie. Ello es asf al considerar que la decoraci6n se limita siempre a una
cdmara funeraria o a un lucillo sepuleral, es decir, el equivalente sub-
terraneo de un monumento funerario individual. En realidad, las cata-
cumbas nunca recibieron decoracién pintada como tales, excepcién
hecha de un pequefio ntimero de cdmaras o de arcosolios que se haci-
an preparar los pocos cristianos adinerados de la época. Estos incluso
podian completar el arreglo de sus tumbas con sare6fagos esculpidos.
En las catacumbas romanas se pintan el techo y, a veces, las
paredes, que estén compartimentados por medio de lfneas rectas y
curvas. El estilo de estas decoraciones primitivas, de un trazo gracioso
y ligero, deriva de los usos de los decoradores romanos de fines del S.
IL y comienzos del S. TI, tal como lo demuestran el Mausoleo de los
Nasones (160-180), 0 la ‘Casa de Diana’ en Ostia (195). Las figuras,
dentro de sus recuadros, se emplean como motivos decorativos inter-
cambiables, siendo lo frecuente la imagen del Buen Pastor y alegorias
del alma de los piadosos fieles mediante la figura del Orante. Se pre-
sentan también escenas tomadas de'las Escrituras (Fig. 2). Asf mismo,
las imagenes de los primeros sarcéfagos presentan una disposicién en
imagenes yuxtapuestas, perfectamente intercambiables, de forma
semejante a las disposiciones de las pinturas. Nos lo demuestra el Sar-
céfago del Fildsofo de Santa Marta Antiqua. En algin caso, como la
Historia de Jonas en uno de los sarcdfagos de Letran, ésta nos es pre-
sentada por episodios yuxtapuestos. Notamos en estas representacio-
nes que lo decorativo se impone sobre el sentido. Cierto aire indolen-
te, indiferente al detalle, a la expresién individual de la figura, carac-
teriza las representaciones. Se advierte como norma general que no
importa dar ninguna descripcién de los acontecimientos, limitandose
tan sdlo a sugerirlos, bastando para ello con indicar uno 0 dos rasgos
sobresalientes. En fin, estas escenas son todas esquematicas, es decir
imagenes-signo, con palabras de Grabar, cuyo objeto consiste en
sugerir el tema haciendo que el espectador piense el resto. Es evidente
que un signo icénico, en determinado contexto, permite unas abrevia-
ciones sorprendentes. Asf un pez con un canasto de panes, en la cripta
de Lucina, es una clara sugerencia eucaristica®
*Para mayor concrecidn vid. GRABAR, A., Las véas..., pp. 17-37.LA ADORACION DE LOS MAGOS: 27
El siglo III es justamente la época de Plotino. Sera el orden
neoplaténico el que a partir de ahora proporcionar4 unas ideas estéti-
cas que habran de servir de pauta a la estética cristiana. Plotino se
esfuerza en elevar la idea del artista a la categoria metaffsica de proto-
tipo perfecto y sublime. Rechaza el ataque de Platén a las artes, ya
que éstas no reflejan sélo lo visible, sino que se remontan a los princi-
pios, /ogoi, donde también la naturaleza tiene su origen, y ademas las
artes afiaden alli donde falta algo para la perfeccién, ya que ellas
poseen la belleza’. Para Plotino, Fidias no habfa creado su Zeus segtin
una realidad visible, sino tal como apareceria ante nosotros si quisiera
manifestarse.’
De este modo la Idea plotiniana, es decir la imagen, es una
visién viviente. La denomina eidos, que es, no algo puramente con-
ceptual, sino una ‘percepcién intelectual’. Se trata de una nocién que
sintetiza la Idea platénica con la morfé 0 Forma aristotélica, como
también habia hecho Cicer6n. Pero la imagen, a diferencia de la cogi-
tata species ciceroniana -la Idea confundida con la idea, en el sentido
de contenido de la conciencia humana-, es elevada a la categoria de
los valores metafisicos y objetivos. En fin, las eide plotinianas, repre-
sentaciones interiores del artista, son, o pueden ser, idénticas a los
principios en los que la naturaleza tiene su origen, y se revelan al
artista en un acto de contemplaci6n intelectual. Poseen una esencia
trascendental y supraindividual: la imagen que Fidias lleva en su inte-
rior no s6lo es la representacién de Zeus, sino su esencia. El arte, en
consecuencia, consiste en introducir una forma ideal en la materia.
También Aristételes habia dicho que la forma artistica preexiste en el
“PLOTINO, Enéadas V, 8, |.
*Para atender a las ideas estéticas de Plotino, vid. fundamentalmente PANOFSKY, E., idea.
Contribucién a la historia de la teorta del arte, especialmente el capitulo I, “La Antigiedad”,
(Macrid, Catedra, 1989), Una de las aportaciones mas recientes es MOSHE BARASCH,
Theories of Art. From Plato to Winckelmann, Nueva York, 1985 (ed. esp. Teorias del Arte.
De Platén a Winckelmann, Madrid, Alianza, 1991). En relacién mas directa con la formu-
lacién neoplaténica de Ia imagen cristiana, un articulo de ANDRE GRABAR, resumido en el
apéndice “Plotino y el Arte”, en El Primer Arte Cristiano, (Madrid, Aguilar, 1967), pp. 287-
291. También puede confrontarse el tema con otras obras generales de historia de las ideas
estéticas, como RAYMOND BAYER, Historia de la Estética, (México, F.C.E., 1965), pp. 74
s.; también TATARKIEWICZ, W., Historia de la Esiética I. La Esiética Antigua,
Akal, 1987), pp. 327 y ss.28 RAFAEL GARCIA MAHIQUES
espiritu del creador, incluso antes de que ésta penetre en la materia,
pero el matiz plotiniano esta en que las imagenes pertenecientes al
mundo fenoménico, mds que formas encarnadas son Ideas imitadas.
Se desprende de todo esto que la interpretacién esencialmente
‘poiética’ de las artes figurativas, como la de Plotino, se opone a la
‘mimética’ de Platén. Pero también como en la de éste -que negaba la
validez del arte como algo no digno del esfuerzo-, hay un principio
peligroso para el desarrollo artistico: la imposibilidad de alcanzar la
elevada tarea de introducir un eidos en la materia reacia, porque el
espiritu tiende y aspira a elevarse sobre la materia. Asf un escultor
cincela la piedra hasta darle un aspecto bello, pero una belleza supe-
rior reside atin alli donde esta la Idea:*
.. ya que la belleza inherente al arte no penetra en la piedra,
sino que permanece inalterada en si misma, introduciéndose en
la piedra s6lo una belleza mas limitada, derivada de ella; y tam-
poco ésta permanece pura y tal y como la desearia el artista,
sino que se manifiesta tinicamente en la medida en que la pie-
dra puede obedecer al arte.
El camino que conduce a la Belleza inteligible va mds alld de la
obra de arte. Lo ojos del cuerpo, puestos en funcidn del principio, tie-
nen que cerrarse para que se abran los del alma para poder asi ver la
‘imagen invisible de lo informe’, la Belleza perfecta, puramente espi-
Titual. Para conseguirlo habra que ‘recogerse en sf mismo més alla de
las cosas de este mundo’. Sélo entonces, conmovido por el espectacu-
Jo que ha servido de punto de partida, se llegara al contacto con lo
inefable. Asi comenta:?
.. el que contempla la belleza corpérea no debe perderse en
ella, sino que ha de reconocer que ésta es s6lo una imagen, una
huella, una sombra, y volar con el pensamiento hacia aquello
cuya imagen representa ésta.
De este modo el arte no debe tener lugar mas que en la medida
en que da acceso al orden espiritual. Se justifica asi el desdén por la
*‘PLOTINO, Enéadas I. 6, 1.
*PLOTINO, Enéadas 1, 6, 8.LA ADORACION DE LOS MAGOS 29
observaci6n realista y su substitucién paulatina por la ordenacién abs-
tracta. E] arte no ser4 en adelante considerado como un medio de
reproducir y de representar por la via de la mimesis, no serd un medio
de mejorar y armonizar las apariencias eventuales del mundo para
extraer su belleza. E] arte es la ‘representaci6n figurada’ de ideas.
La ‘representacién figurada’ de las cosas se convierte en un
medio de conmover la sensibilidad, de crear estados nuevos de vida
interior, de los que Plotino precisa que ‘hace falta que las impresiones
exteriores vengan a estimularla’. El arte de los griegos no salfa del
cfreulo lticido de los sentidos y la raz6n; ahora se descubre la posibili-
dad de éste en tanto que escapa de la descripcién visible y de la expli-
caci6n ldgica, aquello que reina en el inconsciente, y donde Plotino
sittia el entusiasmo, el asombro, el abandono de sf mismo. Se inaugu-
ra asi el camino por el que marchardn también El Greco, Rembrandt,
Delacroix, Matisse y Kandinsky.