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ESTUDIOS OCASIONALES CENTRO DE INVESTIGACIONES SOCIOJURIDICAS CclJUS Anilisis de la situacion carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo Siete estudios de caso Directora Olga Lucia Gaitén Garcia Investigadores principales Ana Marfa Peléez Merino Chistopher Strawn Libardo José Ariza Higuera Manuel Alejandro Iturralde Sanchez Maribel Lagos Enriquez Asistentes de investigacién Elena Ambrosi Federico Guzman Duque Guillermo Garrido yal WV couciencias EDICIONES UNIANDES Facultad de Derecho Contenido I. Introduccion Il, Cércel, Derecho y politicas piiblicas en Colombia A. La Politica Penitenciaria en la Legislacién 1. El Cédigo Carcelario de 1964 2. El Cédigo Penitenciario y Carcelario de 1993 3. La Reforma Penal en curso: el Proyecto de Reforma al Cédigo Penitenciario y Carcelario B. La politica penitenciaria en los planes de desarrollo C. La jurisprudencia constitucional y los derechos de los reclusos 1. El Estado y los reclusos: la relacién de sujecién y los derechos de los individuos dentro de la cércel a. Los derechos de los reclusos y su vigencia dentro de la carcel b. La responsabilidad del Estado en relacién con los derechos de los reclusos c. Amanera de conclusi6n: el estado de cosas inconstitucional III. Carcel y realidad en Colombia A. Perspectivas de andlisis de la crisis carcelaria: evaluacién de los diagnésticos realizados 1. Explicaciones de la crisis carcelaria a, Incidencia de la legislacién y de Ia politica criminal b. Deficiente funcionamiento interno de las cdrceles c. La selectividad del sistema penal d, Estado de cosas inconstitucional 2. Alcances y limites de los diagnésticos sobre el sistema penitenciario nacional B. El trabajo de campo 1. Objetivos, hipstesis y descripcién de los instrumentos utilizados C. Los estudios de caso: resultados 1, Santa Fe de Bogoté a. La Carcel Nacional Modelo b. La Unidad de Salud Mental de la Cércel Modelo c. Penitenciaria Central de Colombia La Picota d, Las Casas Fiscales de La Picota e. La Cércel Distrital 10 10 10 12 13 17 18 20 27 29 31 31 33 33 33 33 34 34 35 35 37 37 37 53 65 76 82 2. Cali a. La Reclusién de mujeres El Buen Pastor 3, Medellin a. La Carcel del Distrito Judicial Bellavista IV. A manera de conclusion A. Orden y violencia carcelarios: un sistema de muiltiples y complejas causalidades . Mecanismos de control y dominacion al interior de las prisiones 0 la produccién interna de orden y desorden, convivencia y violencia . La conversién del encierro en pena corporal . Recomendaciones 92 101 101 113 113 114 117 17 I. Introduccion Enel Ambito nacional, las investigacio- nes acerca de la situacién de las carceles, adelantadas por iniciativa de las entida- des gubernamentales y estatales involu- cradas en el tema, asi como los estudios propiciados por centros académicos, han colocado sus respectivos énfasis, hasta el presente, en el andlisis de la normativi- dad existente, en las escasas y dispares medidas de politica criminal adoptadas de manera contradictoria en el suceder de las administraciones, y también en las. indagaciones de corte estadistico de la poblacién reclusa y de aspectos presu- puestarios. Entre los extremos de la in- vestigacién formal normativa y los estu- dios centrados en el perfil de la poblaci6n carcelaria, la exploracién de las dinami- cas internas de control y establecimiento de mecanismos de poder al interior de Jos centros de reclusién, toda esa muilti- ple interaccién y circulacién de micro- poderes ejercidos individual, grupal y co- lectivamente, han escapado al interés de los investigadores. De igual manera, las condiciones rea- les de subsistencia de los internos, las miiltiples estrategias de supervivencia implementadas, las repercusiones con- cretas de la prision sobre la vida perso- nal y familiar de los reclusos, las condi- ciones generales y particulares de la mis- ma, el desarrollo o pardlisis efectivas de las estrategias educativas, recreativas y de capacitacién laboral asi como de asis- tencia médica y psicol6gica adelantadas por las autoridades de las carceles, per- manecieron més 0 menos sin estudio. Como consecuencia de lo anterior, las medidas y acciones recomendadas han asumido tradicionalmente diversos su- puestos no corroborados acerca de pre- suntos y probables estados de control y grados de ejecucién de programas que, en la practica, no existian o distaban mucho de responder a ciertas funciones asignadas tedricamente a guardianes, funcionarios administrativos y directo- res, Una exploracién pormenorizada que permitiera captar las voces de los reclu- sos, los guardianes y funcionarios admi- nistrativos, el personal asistencial médi- co y paramédico en general, y a través suyo, acceder a ese continente de las rea- les condiciones cotidianas bajo las cua- les se desenvuelve la oscura vida de los reclusos y sus guardianes, era aquello de Jo cual se carecia del modo mas flagran- te en el panorama de estudios e investi- gaciones disponibles en Colombia y que resulta indispensable e impostergable a la hora de disefiar medidas especificas y estrategias que puedan tener una opor- tunidad de funcionamiento efectivo. Asflas cosas, permaneciendo anclados en lo que pudiera denominarse como las exterioridades de la prisién, limitandose a aquellos registros cuantitativos secre- tados por el propio sistema penitencia- rio, que si bien, ponian el acento en as- pectos relevantes como lasuperpoblacién carcelaria y la crénica insuficiencia de recursos, las investigaciones Ilevadas a cabo dejaban en la oscuridad distintas tealidades de la vida del encierro peni- tenciario, en especial, las condiciones cuasi infrahumanas de la mayorfa de los centros de reclusién, las cuales en el cur- so de la presente investigacién emergen en todo su dramatismo. Sélo bajo este tipo de aproximaciones formales y cuan- titativas, que forzosamente dejaban por fuera un conocimiento detallado de di- chas condiciones, result6 posible en el pais, durante largo tiempo, el suminis- tro de un discutible y precario soporte Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES « CIJUS - JUNIO DE 2000 cognoscitivo a los centros gubernamen- tales y estatales de decisién en materia de politica criminal y penitenciaria, con base en el cual resultaron admisibles ar- gumentaciones provistas de algtin piso de plausibilidad que favorecfan medidas de creciente y expansiva criminalizacién de toda suerte de conductas, mas 0 me- nos perturbadoras, y de otras considera- das como contravencionales. Bajo este supuesto conocimiento de la situacién penitenciaria, fundado de modo privilegiado en comparaciones es- tadisticas, que arrojaban tasas porcentua- les de poblacién reclusa respecto de la poblacién nacional, porcentualmente in- feriores a las existentes en otros pafses, result6 en la préctica viable revestir de cierta sensatez el adentrarse en una di- némica general de confiar, sin pruebas en contrario, en las supuestas capacidades de reclusién y de resocializacién como justificativo necesario a la expansién de los tipos criminales. Con fundamento en estos mismos supuestos, resulté también posible el asumir una linea de politica legislativa criminal que, al vaivén de co- yunturas especificas de la realidad, ex- tendié hasta amplitudes temporales ex- tremas la duracién de las sanciones penales maximas y minimas. De estama- nera, el sistema penitenciario, continué permaneciendo en cierta zona penum- brosa de presunciones y supuestos no contrastados, que le permitfa fungir como una especie de recurso comodin, de solucién aparente, para arrojar en sus profundidades diversas tareas propias de lacompetencia de politicas de seguridad ciudadana, de convivencia social, de redistribuci6n del gasto social y de crea- cién de empleo. Permaneciendo indiscutible en sus su- puestos reales de funcionamiento y bajo el manto de un conocimiento mayorita- riamente cuantitativo, el sistema peniten- ciario colombiano terminé por convertir- se, de alguna manera, en un sustituto penalizador de numerosos problemas sociales, pendientes de solucién. De allf entonces, el girar en redondo de una casi inexistente politica criminal que se man- tuvo centrada, apenas, en el continuo ensanchamiento de una capacidad numé- rica de absorcién practicamente imposi- ble en condiciones de relativo respeto de las libertades y derechos de los reclusos, no suspendibies atin bajo la situacién de privacién de la libertad. EI trabajo de campo de un grupo de investigadores orientados en sus labores de observacién por las premisas de la investigacién cualitativa, y con el apoyo financiero de Colciencias, se encamind, justamente, a suplir este vacio, y median- te una aproximacién detallada y minu- ciosa a las condiciones reales en las que se desarrolla el dia a dia de las prisiones, relativizar radicalmente muchos de esos indiscutidos supuestos. De esta manera, se acudié a la estrate- gia de los estudios de caso, por medio de Ta utilizacion de instrumentos cualita- tivos', En cuanto a los primeros, se plan- te6, en el proyecto, el estudio de seis ti- pos de centros carcelarios, seleccionados segtin el tipo de reclusos que albergan y a variable regional. Inicialmente, los seis tipos de cércel escogidos fueron los si- guientes: carcel de internos en detencin preventiva, penitenciarfa, reclusién de mujeres, anexo psiquidtrico, casa fiscal y pabellén de maxima seguridad. Las ciu- dades fueron Bogoté, Cali y Medellin. 1. Los instrumentos cualitativos empleados fueron la entrevista en profundidad y la observaci6n del sitio visitado, la cual estuvo acompafiada de la elaboracién de un diario de campo. Andflisis de a situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 Es necesario resaltar que fue imposi- ble la visita al Pabellén de Maxima y de Alta Seguridad en Envigado, pues las autoridades carcelarias y judiciales, en reiteradas ocasiones, negaron el permiso de entrada. En su defecto, se decidié vi- sitar la Cércel Distrital de Bogota, por ser uno de los pocos centros penitenciarios que no ha presentado, en los tiltimos afios, problemas de amotinamiento y de violencia manifiesta. De esta forma, se quiso contrastar este caso, con la situa- cién de otros establecimientos mas pro- blematicos. En sintesis, los establecimientos peni- tenciarios estudiados son: en Bogoté, la Carcel Nacional Modelo, la Unidad de Salud Mental de la Modelo, la Peniten- ciarfa Central de Colombia La Picota, las Casas Fiscales de La Picota y la Cércel Distrital. La Carcel de Bellavista en Medellin y la Reclusién de Mujeres el Buen Pastor en Cali. Los resultados de este esfuerzo son el objeto de esta publicacién. En la primera parte, el lector encontrard, entonces, el estudio de la legislacién nacional y de las politicas publicas en materia penitencia- tia, de las dos uiltimas décadas. Igualmen- te, un andlisis de la jurisprudencia cons- titucional nacional desde 1992. Es nece- sario precisar que los resultados comple- tos de la investigacion se encuentran con- signados en un extenso informe, este do- cumento contiene un extracto de las prin- cipales conclusiones® La segunda parte esta dedicada a la presentaci6n del trabajo de campo y de los resultados del mismo, por cada cen- tro carcelario visitado. Se consideré opor- tuno antes de entrar a describir la situa- cién en las diferentes carceles, presentar al lector un andlisis critico de los princi- pales estudios y diagnésticos del sistema penitenciario, realizados en Colombia Por tiltimo, a manera de conclusiones, se hard una sintesis de los puntos mas Algidos observados en los establecimien- tos penitenciarios. Estos hacen referencia a la organizacién del espacio y del tiem- po en las cérceles, a las relaciones de po- der que en ellas se encontraron y a las condiciones de vida de la poblacién car- celaria. Finalmente, con base en los resultados de Ia labor investigativa, se presentan algunas sugerencias, en forma de reco- mendaciones tanto de politica criminal, en general, como de politica penitencia- ria, en particular. 2. Cijus, Facultad de Derecho. Andlisis de la Situacién Carcelaria en Colombia: Un Enfoque Cualitativ. Siete estudios de Caso. Informe Final de Investigacién. Uniandes, Bogoté, febrero del 2000. En este informe, el lector encontrara un acépite dedicado al estudio de las normas del derecho internacional sobre el Ambito carcelario, que no fue posible incluir en esta publicacién, por razones de espacio. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 IL. Céircel, Derecho y politicas publicas en Colombia “Admitamos que la ley esté destinada a definir infracciones, que el aparato penal tenga como fin reducirlas y que la prisién sea el instru- mento de esta represién. Entonces hay que levantar un acta de fraca- 50. O ms bien (...) hay que asombrarse de que desde hace 150 afios Ia proclamacién del fracaso de la prisién haya ido siempre acompariada de su mantenimiento”. (Foucault, Michel) A. La Politica Penitenciaria en la Legislacién 1. El Cédigo Carcelario de 1964 Vigente hasta 1993 y compuesto de nueve titulos, el Cédigo Carcelario de 1964 se organiza alrededor de dos ejes. En primer lugar, se encuentran las nor- mas que se ocupan de la organizacién ins- titucional del sistema penitenciario, de- terminando competencias nacionales y territoriales, clasificando los centros car- celarios y definiendo el régimen del per- sonal a cargo del mismo. En segundo lu- gar, estdn las normas que se ocupan del régimen interno, el cual consiste basica- mente en Ja reglamentacién de la conduc- ta de los reclusos. Centrado en la definicién de las ins- tancias y funciones del aparato estatal y en el control del comportamiento de los internos, el cédigo no tiene un espacio apropiado para la definicién de los dere- chos de los reclusos. Como se verd, més alld de ello, el codigo establece una es- tructura jerarquica que conduce a una diferenciacién excesiva entre el rango dado a la administracién y aquel asigna- do al interno. Es asi como, cuando el cédigo se ocu- pa del recluso lo hace como objeto de una regla de conducta, a la cual debe obede- cer y cuya falta de acatamiento implica una sancién. La relacién que existe entre el Estado y el prisionero es, de esta ma- nera, basicamente disciplinaria. En esta relaci6n el Estado es el sujeto, mientras que el interno es sélo el objeto hacia el cual se dirige la accién del primero. Esta funcién de objeto que juega el pre- so est acompafiada de la condicién de no titular de derechos. Los rechusos s6lo acceden al distrute de los derechos como una recompensa de la administracién carcelaria a su buena conducta, 0 en si- tuaciones extremas. En este contexto, puede afirmarse que los derechos de los reclusos no son derechos y que la exis- tencia de los mismos es apenas una ex- cepcién. El abuso en el ejercicio del poder dis- ciplinario esta prescrito y reglado en de-. talle. Contrariando el principio de pro- porcionalidad, a faltas leves se le asignen sanciones excesivas. A titulo de ejemplo, entre las conductas que pueden dar Iu- gar a la imposicién de hasta un mes de aislamiento se encuentran dar gritos o lanzar imprecaciones subversivas, ocu- parse en juegos prohibidos, abandonar el Iecho durante la noche, no ir al trabajo y la actitud insolente ante la guardia. En franca oposicién al principio de legali- dad, las infracciones no previstas se san- cionardn en forma andloga a la estableci- Aneélisis de ta situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 da (articulo 296). A pesar del caracter se- vero de estas sanciones, no requieren ser impuestas por el director o el consejo de disciplina, sino que el comandante de guardia puede tomarse esa atribucién y luego dar aviso a sus superiores (articu- lo 150). Desprovistos de derechos, sometidos a la arbitrariedad, los presos tampoco pueden actuar o protestar en defensa de sus intereses. El régimen disciplinario prohibe de manera absoluta las peticio- nes y los reclamos colectivos, asi como dar gritos o lanzar consignas subversivas, lo cual puede ser respondido con un mes de aislamiento (artfculos 137 y 294). No obstante lo anterior, existen apartes en el cédigo orientados a defender el interés de los reclusos. Asi, el articulo 55 ordena a los directores de establecimientos carcelarios subordinar toda la organiza- cién del ente a su cargo a la readaptacién social. 2. El Cédigo Penitenciario y Carcelario de 1993 Contrario a lo que pudiera esperarse de una codificacién expedida luego de la promulgacién de la Constituci6n de 1991, el Codigo Penitenciario y Carcelario (Ley 65 de 1993) no se distancia sustancial- mente de su antecesor, el Codigo Carce- lario de 1964. Es asf como la nueva norma- tividad no recoge toda la potencia transformadora que en este campo trans- porta la Constitucién de 1991. Inclusive, en algunos casos, la redaccién de las normas contintia siendo literalmente la misma. De la misma manera que el Codigo de 1964, el Cédigo de 1993 se organiza alre- dedor de dos ejes principales: La defini- cién de Ja estructura institucional y el régimen de personal, y el régimen peni- tenciario 0, lo que es lo mismo, la nor- matividad que regula la conducta de los. internos. El estatuto de 1993 ha sido enriqueci- do con algunos titulos adicionales, pero que no modifican en lo sustancial la orientacién de la ley. El titulo I, dedicado alasnormas rectoras, prevé algunos prin- cipios generales que orientan la aplica- cién del cédigo. Dentro de estas, cabe destacar el articulo 5, el cual establece que en los establecimientos de reclusién pre- valeceré el respeto a la dignidad huma- na, alas garantfas constitucionales y alos derechos humanos universalmente reco- nocidos. En la normatividad en estudio tampo- co se asigna un lugar especifico para la definicién de los derechos de los inter- nos, es decir, no existe una carta de dere- chos de los reclusos. Cuando son regula- dos el trabajo, la educacién o la salud, se hace como parte del régimen penitencia- rio que deben acatar los presos. De nuevo, el régimen disciplinario es proclive al abuso. El articulo 117 admite que las infracciones disciplinarias pue- dan ser previstas en el cédigo, el regla- mento general 0 en los reglamentos par- ticulares de cada establecimiento, lo cual abre las puertas a la inflacién en materia disciplinaria y al excesivo rigor. La mis- ma norma prevé la posibilidad de que el director del Inpec revoque las sanciones. Pero no es ésta una doble instancia, pro- piamente dicha, puesto que no se prevé un recurso de apelacién, sino la simple posibilidad de la revocatoria de oficio. Entre las novedades del cédigo de 1993, cabe sefialar la regulacién de los beneficios administrativos y del estado de emergencia penitenciario y carcelario. Tal y como se sefialé en el estudio del cédigo del 64, la Ley del 93 también esta caracterizada por un desequilibrio entre los derechos de los reclusos por un lado, y control y poderes de la administracién, por otro. Es claro que la balanza se incli- na a favor de los tiltimos. Andlisis de la situaci6n carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 3. La Reforma Penal en cur- so: el Proyecto de Reforma al Codigo Penitenciario y Carcelario® El estudio de la reforma al cédigo pe- nitenciario arrancé con un saldo en rojo, dada la ausencia de una politica crimi- nal y penitenciaria que orientara las mo- dificaciones. Tal vez esta sea su gran de- bilidad, la cual es compartida por los pro- yectos de reforma penal y de procedi- miento penal. A pesar de lo afirmado por el Fiscal General de la Nacién, no se puede consi- derar como constitutivo de una politica criminal y penitenciaria la sola presenta- cién de las razones que llevaron a la ela- boracién de los proyectos, ni Ia mera enunciacién de criterios aislados, orientadores de la reforma como, por ejem- plo, la idea de la pena como iiltima ratio. ‘Tampoco parece consistente creer que la discusién de cada una de las normas que componen el proyecto conducira a Ja formacién de una politica criminal‘. Los cédigos, por sf solos, no pueden ser el germen de una verdadera politica cri- minal. Por el contrario, el procedimiento adecuado, no sdlo desde el punto de vis- ta l6gico sino también practico, tendria que ver con ir de lo general alo particu lar: la deduccién de normas penales sus- tanciales y procedimentales, asi como penitenciarias, de la formulaci6n previa de una politica criminal y penitenciaria. No obstante, el proyecto acierta al par- tir del reconocimiento de la existencia de lacrisis carcelaria y asume que el mismo debe apuntar a resolverla. Sin embargo, ésta es entendida de manera incompleta, y por tanto, errénea, al definirla slo como el incumplimiento de la funcion de resocializacion que tiene la pena y la transformacién de las carceles en insti- tuciones criminégenas. El proyecto también acierta al sefialar a la Constitucién y a los derechos huma- nos como los principales criterios orien- tadores de la reforma. En un sentido si- milar, se afirma, también, que el eje de todo el sistema es el ser humano consi- derado en sus necesidades y potenciali dades para ser miembro titil de Ia socie- dad. Todo ello, sostiene el proyecto, apunta sustancialmente a lograr que los derechos humanos sean respetados en las crceles colombianas. Sin embargo, se observa en el proyec- to una distancia, e inclusive, una con- tradiccién entre la formulacién de los objetivos generales que lo orientan -la garantfa de los derechos humanos y la constitucionalizacin del régimen peri- tenciario- y la regulaci6n especffica que de los derechos humanos se hace en la iniciativa presentada al legislativo, pues la misma es no s6lo limitada, sino que no incluye derechos como el de la integridad personal y a no ser tortura- do, el derecho a la personalidad jurfdi- ca, el derecho a la intimidad y a la li- bertad de pensamiento, los derechos de la familia, de las mujeres y de los ni- ios, entre otros, todos ellos muy rele- vantes en la esfera carcelaria. Encuantoa la posible contradiccién en la que se puede incurrir en el proyecto, es necesario sefialar como no sélo no se incorporan a la legislacién los avances 3. Véase la Exposicién de motivos del proyecto de reforma del Cédigo Penal, Gaceta del Congreso, No. 139, 6 de agosto de 1998, p. 2, y Elementos para una reforma del sistema penal en Colombia. Relatoria de las Mesas regionales de trabajo. Mimeo, 1999, p. 1 4, El Fiscal General entiende que “con este proyecto se lograré la consecucién de una politica crimi- nal coherente”. Gaceta del Congreso, No. 139, 6 de agosto de 1998, p. 2 Andlisis de ta situaci6n carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES « CIJUS - JUNIO DE 2000 jurisprudenciales que se han dado lue- go de la promulgacién de la Carta del 91, sino que en algunos casos es menos garantista o més restrictiva de los de- rechos. Lo anterior puede apreciarse es- pecialmente en el articulo 6, el cual hace parte de las normas rectoras. La norma establece que los presos no pueden ejer- cer los derechos que hayan sido suspendidos ni los que hayan sido limitados. El proyecto coincide en lo primero con la jurisprudencia de la Corte Constitucional, pero al establecer que los presos no gozan de los derechos limitados, desconoce reiterados pro- nunciamientos de la Corte, entre otras las sentencias T-596/92 y T-153/98, sefialando, asf, una limitacién sustan- cial a la vigencia y aplicacién de los derechos humanos en las carceles. B. La politica penitenciaria en los planes de desarrollo El plan de desarrollo del gobierno del presidente Julio César Turbay (1979-1982) no contiene referencia alguna al tema de la justicia y, en consecuencia, tampoco ninguna previsin en relacién con las cérceles. Se trata, de esta manera, de un plan dedicado exclusivamente a temas de orden econémico y social, en el marco de un objetivo global: lograr la integracién nacional. Es esta una vision limitada del desarrollo, es decir, una aproximacién netamente econémica y propia de la épo- ca, segtin la cual, el sistema de justicia no es prioritario dentro de la realizacién de los objetivos de la sociedad como un todo. En el Plan de Desarrollo Cambio con Equidad del gobierno del presidente Belisario Betancourt (1983-1986), se de- dica un capitulo al tema de la justicia, bajo el nombre de Politica de justicia y segu- ridad ciudadana, el cual a su vez se ocu- pa del tema carcelario. De esta manera, el Plan contempla un diagnéstico basico de la situacién carcelaria enfocado a re- saltar la precariedad de las tareas de re- habilitacién del delincuente, lo cual con- duce a una tasa de reincidencia del 71%. Una vez establecido el diagnéstico, en el plan se procede a sefialar una serie de causas que explicarfan el problema: ca- rencia de una politica definida, recursos insuficientes, falta de capacitacién del personal a cargo, escasa coordinacién entre las entidades del sector y existen- cia de una actitud intolerante en la co- munidad frente a las personas que han pasado por una carcel. En respuesta a tal situaci6n, el Plan anuncia la revision de los tratamientos de readaptacién, la re- estructuracién de la Direccién Nacional de Prisiones y la evaluacién de las nor- mas carcelarias y del sistema carcelario como un todo. El diagnéstico de la situacién carcela- ria, en el Plan de Desarrollo de Econo- m(a Social del presidente Virgilio Barco (1987-1990), se reduce a presentar las ci- fras sobre el ntimero de sindicados en las cArceles del pats (72.08%) y el de conde- nados (27.92%), sin poner en evidencia las implicaciones que tal situacién con- lleva y dejando de lado la complejidad de la crisis carcelaria. De esta manera, en el Plan se procede a formular un progra- ma de bienestar para los reclusos, mejo- rando la cobertura y Ia calidad de los pro- gtamas de rehabilitacién. Resulta al menos sorprendente que en el contexto renovador de la preparacién de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, en el Plan de Desarrollo del go- bierno de César Gaviria, la Revolucién Pacifica (1990-1994), no se hiciera men- cién al tema de la justicia y menos atin al de las carceles. El Plan de desarrollo del gobierno del presidente Ernesto Samper, el Salto So- cial (1995-1998), se ocupa del tema de la violencia y de los problemas de la justi- cia -impunidad y congestién- dentro de Andlisis de ta situacién carcelaria en Colombia: un enfogue cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES CIJUS - JUNIO DE 2000 Jo que denomin6 condiciones del desa- rrollo. Enel plan se contempla, igualmen- te, una politica de justicia, derechos hu- manos y seguridad ciudadana. Sin hacer referencia a diagnéstico al- guno, en el aparte dedicado a la deten- cién, cumplimiento de la pena y rehabi- litacién se trazan las Iineas de una politi- ca penitenciaria y carcelaria, definiendo como su objeto la “prevencién del deli- to”, a través de la rehabilitacién y de la resocializacién. Como elementos de tal politica se preven: a) El disefio y desa- rrollo del sistema de tratamiento progre- sivo; b) la puesta en marcha de distintos sistemas de reinserci6n en cooperacién con el sector privado, y c) Ja actualiza- cién del censo penitenciario, a fin de en- frentar el problema del hacinamiento, redistribuyendo la poblacién reclusa, ace- lerando los procesos penales de los sin- dicados y elaborando un plan de cons- truccion y renovacién de los centros car- celarios. EI balance en cuanto a cumplimiento es, desafortunadamente, negativo, pues atin hoy el sistema progresivo se haya implementado escasamente en algunas de las carceles mas importantes del pafs, mientras que en otras simplemente no existe’. No se conoce de ningtin proceso de aceleracion significativa y de amplia cobertura que haya alcanzado el sistema judicial penal. Finalmente, los proyectos piloto de los Complejos Metropolitanos de Bogota y Antioquia, que buscaban enfrentar el problema del hacinamiento con la creacién de un ntimero considera- ble de cupos, no se construyeron. As/ las cosas, mientras se ha avanzado en la for- mulaci6n de un plan para el sistema pe- nitenciario, su eficacia ha resultado ser reducida. El Documento Conpes 2797 de 1995 es un desarrollo especffico del Plan Nacio- nal de Desarrollo el Salto Social y del Plan sectorial para la justicia Justicia para la gente (Documento Conpes 2744) y cons- tituye uno de los intentos més elabora- dos por disefiar una politica penitencia- tia en Colombia. Se evidencia en él una mayor atencién por parte del Departa- mento Nacional de Planeacion al tema carcelario. El supuesto basico del cual se parte es laafirmacién, segiin la cual, no ha existi- do una politica criminal comprensiva, por lo que se entiende que se ha venide actuando en respuesta a las coyunturas y con criterios dispares. De esta manera, las prioridades de inversin se han defi- nido sin contar con un proceso de planeacién a largo plazo En el documento se hace un diagnés- tico mas comprensivo de la situacién car- celaria, pues se incluyen como elemen- tos de la crisis, una critica a la capacidad del Inpec y los efectos del conflicto ar- mado en la situacién de violencia intracarcelaria. Partiendo de este diagnéstico se for- mulan los contenidos minimos de une politica penitenciaria, asf: mejoramiento de los procesos de planeacién y ejecucién del Inpec; conformacién de una red de informaci6n sobre la poblacién reclusa; reduccién de los niveles de delincuencia al interior de las cérceles; capacitacién del personal de guardia, a través del mejo- ramiento de la Escuela Penitenciaria, adopcién de una politica contra la co- rrupcién; fortalecimiento de los progra- mas de resocializacién; adopcién del sis- tema progresivo; ampliacién de la cober- tura asistencial y ocupacional; desconges- tidn a través de la redistribucién de los 5. Al respecto, puede verse el diagnéstico acerca de la situacién carcelaria presentado en este estudio, Andflisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 reclusos, y desarrollo de un plan de cons- trucci6n y adecuacién de centros carce- larios, dentro del cual se contempla la construccién de los complejos metropo- litanos de Bogoté y Antioquia. Finalmente, se crea un Comité Interins- titucional, compuesto por representantes del Inpec, el Ministerio de Justicia, Pla- neacién Nacional y el Ministerio de Ha- cienda, con el fin de hacer el seguimien- to y la evaluacién de las politicas esbo- zadas. Es evidente, que el Documento Conpes 2797 comporta un mayor grado de ela- boracién, en direccién al disefio de una politica penitenciaria. El diagnéstico es bastante comprensivo de los diferentes elementos que componen la crisis carce- laria, dentro de los cuales es tenido en cuenta, por primera vez, el tema de la violencia en las cérceles y la manera como el conflicto interno colombiano afecta los establecimientos penitenciarios. De la misma manera, son enunciados los dife- rentes objetivos hacia los cuales debe di- rigirse la politica penitenciaria en el con- texto actual asf como los programas que permitirfan alcanzarlos. Se crea, igual- mente, un mecanismo especifico de se- guimiento y evaluacién de la politica penitenciaria. El plan de desarrollo del gobierno del presidente Andrés Pastrana, Cambio para construir la paz (1998-2002), contem- pla, dentro de lo que denomina “Instru- mentos para construir la paz”, un capi- tulo dedicado al tema de la justicia, en el cual, a su vez, se prevé un aparte sobre el Sistema penitenciario y carcelario. En el plan se da cuenta, inicialmente, de la compleja situacion carcelaria y se la defi- ne como una “cotidianidad caética y de- primente” que vulnera la dignidad de los reclusos, la guardia y los funcionarios de la administracién. Paralelamente, se pone de presente la precaria prestacién de los servicios puiblicos, la existencia de minimos programas de atencién en edu- cacién, capacitacién y salud, y el alto vel de hacinamiento, el cual es entendi- do como la fuente principal de la proble- matica carcelaria. Para enfrentar esta situaci6n, se prevé un programa de atencién integral al in- terno, un plan de construccién y refac- cién carcelaria y la reforma del Inpec. Para el primero, se afirma, se requiere tener en cuenta las condiciones especifi- cas del interno, en especial sus necesida- des y sus potencialidades, y apunta a la humanizacién del internamiento carcela- rio y al enaltecimiento de la condicién del recluso. Como instrumento para brindar tal atenci6n, se prevé el fortalecimiento de la empresa de econom{a mixta Rena- cimiento, a fin de que se convierta en eje del trabajo y la capacitacién en las cérceles, Resulta facil observar cémo el tipo de diagnéstico elaborado es més compren- sivo de la situacién carcelaria, asi como el conjunto de respuestas que se le da a la misma. Pero la complejidad de la si- tuaci6n, se afirma, exige no sélo el desa- rrollo de programas que esti dentro de la drbita de accién del Inpec, sino tam- bién una politica de alternatividad penal que conduzca a la aplicacién de penas distintas a la reclusién. Igualmente, se reivindica la necesidad de un programa que garantice la celeridad en los proce- sos penales de los reclusos sindicados (47% de la poblacién carcelaria). Finalmente, queremos insistir en la carencia sistematica, en todos los planes de desarrollo, de una evaluaci6n seria de los resultados de las politicas derivadas de sus antecesores. Esta situacién permi- te aseverar la falta de continuidad en las politicas ptiblicas y, obviamente, las vi- siones parciales tanto de cada diagnésti- co, como del seguimiento del sector. En el caso de este tiltimo Plan, se afirma que ellono fue posible debido a que “el Salto Social” no conté desde un comienzo con mecanismos claros de evaluacién. Por otra parte, a pesar de haberse hecho, aio Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 tras afio, planes indicativos, no se conté con a informacién adecuada sobre todos los temas, y en otros simplemente no hubo informacién. Es preciso, en este punto, introducir las recientes decisiones de los organismos de planeacién econémica del gobierno, a fin de entender las dimensiones reales de la situacién del sector carcelario. De acuer- do con Planeacién Nacional, en un con- texto de escasez de recursos, el sistema carcelario ha sido privilegiado, pues se hizo el esfuerzo de mantener durante el periodo 1998-2002 los recursos que le fue- ron asignados durante el cuatrienio pa- sado. Otros sectores, por su parte, debie- ron someterse a recortes'. Puesto que los recursos del Inpec es- tdn sujetos a lo que se recaude por con- cepto del impuesto de registro de instru- mentos ptiblicos y de los rendimientos financieros de los depésitos judiciales’, enel contexto de la recesién que afecta a la economfa nacional, tales recaudos se verdn muy seguramente afectados. En este sentido, se ha puesto de presente c6mo el presupuesto del Inpec para el afio 1999 resulté finalmente reducido en un 18%8. Para el DNP, mantener formal- mente las fuentes de los recursos del Inpec, con plena conciencia de su reduc- ci6n real, es el maximo esfuerzo que se puede hacer para atender la crisis carce- laria. Todo gasto adicional, todo aumen- to real de los recursos del Inpec, queda por fuera de las posibilidades existentes. Seguin Planeacién Nacional, estos limi- tes no pueden ser superados, a pesar de los planteamientos de la Corte Constitu- cional. De esta manera, ante la sentencia T-153 de 1998, la cual establece que el gasto en las cérceles es atin més perento- rio que el gasto ptblico, la respuesta de Jos funcionarios de Planeaci6n es categ6- rica: “La Corte no se puede salir de la rea- lidad econémica del pais’. Es pertinente considerar, igualmente, los planes que hasta el presente ha ela- borado el Instituto Nacional Penitencia- rio y Carcelario, Inpec. Creado por el Decreto 2160 de 1992, el Inpec reempla- z6 a Ja antigua Direccién Nacional de Prisiones como entidad especificamente a cargo del manejo del sistema peniten- ciario. Aunque dentro de la érbita del Ministerio de Justicia, el Inpec tiene un mayor grado de independencia que su an- tecesora, pues ya no es objeto de control jerarquico por parte del Ministerio de Jus- ticia, sino tan sdlo de un control de tutela, Eneste marco institucional, el Inpec ha’ desarrollado en los tiltimos afios una la- bor orientada a avanzar en el proceso de planeacidn de los asuntos a su cargo. De esta manera, ha elaborado los pla- nes de desarrollo institucional “Hacia una gestién integral penitenciaria” (1995-1998) y “Humanizacién y mo- 6. Entrevista con una alta funcionaria del Departamento Nacional de Planeacién, Bogotd, agosto de 1999. 7. Ley 66 de 1998 y Ley 55 de 1995. 8, Ley 66 de 1993 y Ley 55 de 1995. 9. Situacién puesta de presente durante el estudio de la reforma penitenciaria, por el senador ponen- te Gustavo Guerra Lemoine. El Espectador, 4 de abril de 1999, p. 10a 10. Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario. Hacia una gestién integral penitenciaria. Plan de dese- rrollo institucional 1995-1998, Mimeo, Bogotd, mayo de 1996. > Andlisis de Ia situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 dernizacién del sistema penitenciario y carcelario” (1999-2002)". Estos planes no s6lo cumplen con los requisitos que les son exigibles en cuan- toa los elementos que componen su es tructura, a saber, objetivos, metas, estra- tegias, plan de accién, justificacién de gastos, etc,, sino que también parten de una consideracién bastante realista de la situacién. La perspectiva que plantean es de largo plazo y contemplan objetivos e instrumentos acordes con una visin hu- manista de las cérceles. Ello permite afir- mar que en estos documentos se desarro- lla una politica penitenciaria en el senti- do estricto del término. Sin embargo, no tiene los alcances de una politica de esta- do, dada la falta de credibilidad de la entidad que la elabora y la discontinui- dad en la direccién del Instituto. Estos planes tampoco han tenido la eficacia que era de esperarse en la orien- tacin de las actividades del Inpec deb do, como ya se anoté, a la falta de cont nuidad en la direccién de la entidad. Por otro lado, se observa una distancia noto- ria entre el plan -elaborado bésicamente por funcionarios de carrera del Inpec, cuya formacién es mas humanista y civi- lista- y las orientaciones que asume la institucién, cuando su direcci6n es encar- gada a un oficial de la Policia Nacional. En estos casos, es comin que el tema de Ia seguridad deje relegados a un segun- do plano todos los demés. En estas cir- cunstancias, un modelo de manejo ve cal de las carceles se vuelve prioritario, en perjuicio de la buisqueda de la pacifi- cacién de las cérceles a través de la parti- cipacién y del didlogo". C. La jurisprudencia consti- tucional y los derechos de los reclusos La consagracién en la Constitucién de 1991 de una amplia carta de derechos re- presenté un avance significativo y esperanzador. Este hecho es indiscutible. Sin embargo, la amplitud en la consagra- cién de los derechos contrasta con la es- trechez de su vigencia. El texto constitu- cional, como cualquier norma, no puede modificar por sf mismo las condiciones sociales; aunque es un paso indispensa- ble en esta tarea no es suficiente. Los in- tentos por Ilevar la Constitucién y sus derechos a la prisién representan un ejemplo dolorosamente ilustrativo del anterior fenémeno. En este sentido, es necesario diferenciar dos niveles distin- tos a la hora de evaluar la incidencia de los derechos constitucionales en la vida carcelaria. Por una parte, se encuentra el nivel puramente te6rico. En este plano se puede realizar una critica de la interpre- taci6n que la Corte ha hecho de las nor- mas constitucionales susceptibles de apli- carse a la situaci6n carcelaria; se pueden mencionar aciertos o debilidades, progre- 50s 0 regresiones, ventajas 0 desventajas. Por otra parte, se encuentra el nivel de la incidencia real de la aplicacién de la nor- mativa constitucional en la prisién. Aqui elandlisis no es tedrico sino practico. Este capitulo tiene por objeto desarrollar el primer nivel. De antemano se puede de- cir que la jurisprudencia de la Corte en este tema ha sido, con contadas excep- ciones, profundamente novedosa y que 11. Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, Humanizacin y moderuizacién del sistema penitencia- rio y carcelario, Plan de desarrollo institucional 1999-2002. Mimeo, Bogotd, febrero de 1999. 12. Entrevistas con altos funcionarios del Inpec, Bogoté, agosto de 1999. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 Ia distancia que separa la Constitucién de la cércel no est, asi parezca obvio, en la teorfa sino en la préctica. La misma distan- cia que separa lo posible de lo deseable. 1, ElEstado y los reclusos:la relacion de sujecion y los derechos de los individuos dentro de la carcel La situaci6n de las personas que estén privadas de su libertad en virtud de una decision judicial, posee una serie de ca- racteristicas especiales. De hecho, como se vera mas adelante, muchos de los de- rechos que habitualmente son considera- dos o catalogados como derechos de prestacién” se convierten en derechos de aplicacién inmediata. Esto implica, por un lado, que el Estado debe asumir tanto el cubrimiento como la satisfaccién de las necesidades basicas de los detenidos y, por otro, que es directamente responsa- ble por la omisién o incumplimiento de dichos deberes. Esta especial situacién ha sido denominada por la jurisprudencia como relacin de sujecién*, conceptualiza- cién doctrinaria que ha sido utilizada por Ia Corte Constitucional, tanto para deter- minar los elementos especificos como para trazar los limites que componen y circunscriben el mbito de actuacién es- tatal en esta materia’. La relacién en- tre el Estado y los reclusos no respon- de ala misma légica que impera en las relaciones entre el Estado y los parti- culares, pues mientras estas tltimas suponen la libertad del individuo para escoger y satisfacer ciertas necesidades, las primeras se basan precisamente en la inexistencia de este supuesto pues el Estado cuenta, en este caso especifico, con la posibilidad de modular o limi, tar los derechos de los reclusos'’. La pérdida de libertad supone la pérdida paralela de las posibilidades auténo- mas de satisfaccién, lo que conduce a una inversin de las funciones que has- ta ahora se venian definiendo: el Esta- do asume el deber de velar por la satis- faccién de los intereses personales de los individuos privados de su libertad. Ahora bien, las facultades excepcio- nales que adquiere el Estado para defi- nir el ambito de aplicacién de los dere- chos, son equilibradas al imponérsele, paralelamente, un mayor grado de responsabilidad y una serie de deberes y obligaciones que normalmente no se- tian exigibles directamente por parte de los particulares””. En este sentido, la 13. Los derechos de prestacisn, siguiendo a Alex, son aquellos que en tanto derechos subjetivos suponen relaciones trivalentes entre un titular del derecho fundamental, el Estado y una accién positi- va por parte de este tiltimo. En estas circunstancias, el titular tiene competencia para imponer judicial- mente el derecho. Al respecto véase, Alexy Robert. Teorit de los Derechos Fundamentales. Centro de Est- dios Constitucionales, Madrid, 1983, 14. Corte Constitucional, sentencia T-596 de 1992. Magistrado ponente: Ciro Angarita Baron; Corte Constitucional, sentencia C-318 de 1995. Magistrado ponente: Alejandro Martinez Caballero; Corte Constitucional, sentencia T-065 de 1995. Magistrado ponente: Alejandro Martinez Caballero. 15. Corte Constitucional, sentencia T-705 de 1996. Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Mufez. 16. Corte Constitucional, sentencia T-706 de 1996. Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Muftoz.. 17. Segiin la Corte Constitucional, “En una relacién jurfdica el predominio de una parte sobre la otra no impide la existencia de derechos y deberes para ambas partes. Este es el caso del interno en un centro penitenciario. Frente a la administracién, el preso se encuentra en tna relacidn especial de sujecién, Andlisis de la situncién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 metéfora utilizada por la Corte Consti- tucional, de la “insercién” del indivi- duo dentro de la administracién, des- cribe claramente la situacién de los re- clusos, quienes como consecuencia de la especial situacién en la que se en- cuentran, abandonan transitoriamente su espacio y condicién naturales para incorporarse a un aparato administra- tivo del cual forman parte, del cual de- penden y el cual a su vez los controla®. Las limitaciones a los derechos de los reclusos y las medidas que pueden ser adoptadas por el Estado y sus autorida- des penitenciarias deben cumplir, ade- més, con los siguientes requisitos. En pri- mer lugar, se debe observar ante todo la finalidad de la relacién de sujecién. Para la Corte Constitucional, esta relacién tie- ne como propésito fundamental el man- tenimiento del orden y seguridad dentro de las carceles, asi como la resocializacién. de los individuos recluidos en ellas"’. En segundo lugar, la existencia de poderes excepcionales en cabeza de la adminis- tracién, no implica la existencia de discrecionalidad absoluta e ilimitada para imponer medidas tendientes a limi- tar el ambito de aplicacion de los dere- chos de los reclusos. En este sentido, tanto las facultades como las medidas espect- ficas deben constar en una ley previa, lo que en tiltima instancia no es sino la apli- cacién estricta del principio de legalidad en esta materia. Con lo anterior se garanti- za, ademés, que en este aspecto no se pueda hablar de discrecionalidad regla- da, pues las autoridades carcelarias no pueden interpretar con amplitud las fa- cultades que el orden legal les asigna®. El tercer limite se refiere ya no a la fa- cultad concreta de las autoridades carce- larias para tomar medidas, sino a su na- turaleza. En este evento, no se pone en tela de juicio la competencia sino la apli- cacién de la misma en un caso concreto; es decir, aunque la administracién carce- laria tiene la facultad de restringir cier- tos derechos ~bajo los supuestos anterior- mente mencionados-no tiene la facultad para adoptar cualquier tipo de medida. En este sentido, es necesario que entre la medida adoptada y los hechos que la motivan exista una relacién de proporcio- nalidad, es decir, las medidas tienen que ser ejercidas conforme alos principios de disefiada y comandada por el Estado, el cual se sitia en una posicién preponderante, que se manifiesta enel poder disciplinario y cuyos limites estén determinados por el reconocimiento de los derechos del interno y por los correspondientes deberes estatales que se derivan de dicho reconocimiento”. Corte Constitucional, sentencia 1-596 de 1992. Magistrado ponente: Ciro Angarita Baréi 18. Desde otra perspectiva, siguiendo a Foucault, se puede hablar de sujecién, en sus propias pala- bras: “existen dos signitficados de la palabra sujeto: sujeto a alguien por el control y la dependencia, y el de ligado a su propia identidad por una conciencia 0 autoconocimiento”. Foucault, Michel El sujeto yel poder. Carpe Diem ediciones, Bogoté, 1991, p. 60. El primer significado de la palabra “sujeto” hace alusién precisamente y en teoria, al especial tipo de relacién del que se ha hablado hasta ahora: el cuerpo, el espacio, el tiempo y su ejercicio, son controlados y asumidos por un aparato de control, por una instancia externa al individuo. 19, Corte Constitucional, sentencia 1-706 de 1996. Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Mufioz. Un desarrollo completo de esta doctrina se encuentra en las sentencias T-424 de 1992. Magistrado ponente: Fabio Morén Diaz; T-596 de 1992. Magistrado ponente: Ciro Angarita Barén; T-219 de 1993. Magistrado ponente: Antonio Barrera Carbonell; 1-222 de 1993. Magistrado ponente: Jorge Arango Mejia; T-065 de 1995. Magistrado ponente: Alejandro Martinez Caballero; sentencia C-318 de 1995. Magistrado ponente: Alejandro Martinez Caballero. 20. Corte Constitucional, sentencia T-219 de 1993. Magistrado ponente: Antonio Barrera Carbonell. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES ¢ CIJUS - JUNIO DE 2000 razonabilidad y proporcionalidad. En efecto, la Corporacién ha sido enfatica en sefialar que el estado de derecho “no se queda en las puertas de la carcel”, no s6lo porque asf lo impone el orde- namiento juridico, sino porque la erra- dicacién de la arbitrariedad se convier- te en requisito necesario para lograr una verdadera resocializacién’'. a. Los derechos de los reclusos y su vigencia dentro de la carcel Como lo ha sefialado la Corte Consti- tucional “La carcel no es un sitio ajeno al derecho. Las personas recluidas en un establecimiento penitenciario no han sido eliminadas de la sociedad. La relacién especial de sometimiento que mantienen con el Estado no les quita su calidad de sujetos activos de derechos”. Esto quie- re decir, entre otras cosas, que si bien la pena impuesta al individuo supone, en principio, que éste no puede ejercer a ple- nitud sus derechos fundamentales, ello no implica la negaci6n ni la suspension absoluta de todos sus derechos funda- mentales. Por lo anterior, es necesario distinguir entre aquellos derechos que por su misma naturaleza se relacionan directamente con el carécter de la pena, de aquellos que no presentan este vincu- lo. También es necesario diferenciar aque- los derechos que sin estar relacionados intimamente con la pena, pueden ser li- mitados o su ejercicio restringido, con el fin de garantizar el eficaz funcionamien- to del sistema penitenciario. Asf, es claro que “durante el tiempo que dura Ja re- clusién, en términos generales, los inter- nos tienen algunos de sus derechos sus pendidos, limitados o plenamente vigen- tes, de acuerdo con la naturaleza misma del derecho que se trate’. A continua- cién, se analizarén los fallos més signifi- cativos que permiten ilustrar tanto la orientacién como los alcances de la ante- rior definicién. i. Los derechos con plena vigencia E] primer grupo de derechos, los Ila- mados derechos con plena vigencia, son aquellos que no pueden ser objeto de nin- gun tipo de limitacién. Los internos “tie- nen derechos fundamentales que disfru- tana plenitud y que, por ello, no son sus- ceptibles de limitacién”™. Como puede observarse, el libre ejercicio de estos de- rechos se fundamenta en el respeto por Jas garantias minimas consagradas en la Constitucién, lo que supone un afianz miento tedrico de la legitimidad del Esta- do: éste no puede desconocer los bienes 21. Corte Constitucional, sentencia T-706 de 1996. Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Musioz. 22. Corte Constitucional, sentencia T-596 de 1992. Magistrado ponente: Ciro Angarita Baron, 23. Corte Constitucional, sentencia T-222 de 1993. Magistrado ponente: Jorge Arango Mejia. Esta clasificacién ha sido mantenida a lo largo de la jurisprudencia de la Corte Constitucional. Ast, en la sentencia T-705 de 1996, la Corte records los siguiente: “Sin embargo, en razén de la situacién de privacién de la libertad, los derechos de los internos se encuentran sometidos a tres regimenes distin tos: (1) algunos derechos fundamentales se encuentran suspendidos (como es el caso del derecho a la libertad); (2) otros se encuentran limitados (como la libertad de expresién y el derecho alla intimidad); y, @) otros derechos tienen plena vigencia (como es el caso de los derechos a la vida, la integridad personal, etc.)”, Corte Constitucional, sentencia T-705 de 1996. Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Muftoz. 24, Corte Constitucional, sentencia T.-706 de 1996, Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Muftoz Anclisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 jurfdicos para cuya proteccién se encuen- tra instituido, lo que le prohtbe impartir penas que impliquen el desconocimien- to de la dignidad del recluso®. En este sentido, resulta significativa la doble li- mitacién a las posibles penas que recibe el interno. Por un lado, como principio general, operan las restricciones genera- les consagradas por la Constitucién, los tratados internacionales y la ley para la pena principal impuesta por el Estado. De otro, en lo que se refiere a las posibles sanciones 0 castigos que se le imponen al recluso, ya no como consecuencia del delito cometido, sino como resultado de una infraccién interna, esto es, como pro- ducto de una violacién del régimen dis- ciplinario interno, las autoridades carce- larias estén sometidas a los mismos lfmi- tes y principios®, En virtud de las consideraciones ante- riores, la esfera de proteccién de derechos tamente la vida del peticionario, lo que se conoce como el requisito de conexidad, necesario para exigir el cumplimiento de los derechos prestacionales. La labor del Estado va més alld del aspecto reactivo, es decir, atacar las manifestaciones con- cretas que afectan el derecho a la salud, pues ella implica también una labor pre- ventiva que consiste, ante todo, en pro- curar los medios para que los internos cuenten con la atencién medica necesa- tia”. En el caso de las personas privadas de su libertad es claro que la proceden- cia de la accién de tutela no depende de Ja demostracion que se haga de tal requi- ito, pues mientras se demuestre el sim- ple incumplimiento la tutela procede automaticamente. Esto quiere decir, en- tre otras muchas cosas, que el derecho a la salud merece proteccin inmediata y auténoma, y que el incumplimiento de los deberes® por parte del Estado se como la salud no se circunscribe a las convierte en un factor inmediato de proce- enfermedades graves o que afectan direc- dibilidad®. Con base en esta aproximacién, 25. Corte Constitucional, sentencia T-706 de 1996. Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Mufoz. En esta sentencia, aplicando la doctrina expuesta, la Corte resolvis el caso de un recluso que alegé la violacién genérica de sus derechos fundamentales, en especial el desconocimiento de su dignidad, como resultado de la mala alimentacién que recibia en el penal. La Corte manifest6 al respecto: “El derecho fundamental de las personas recluidas en establecimientos carcelarios o penitenciarios, a rec bir una alimentacién que responda, en cantidad y calidad, a prescripciones dietéticas o de higiene que garanticen, al menos, sus necesidades basicas de nutricién. El racionamiento alimentario, la pro de comida no apta para el consumo humano ~descompuesta antihigiénica-, o la alimentacién evi- dentemente desbalanceada, apareja un sufrimiento innecesario que constituye un tratamiento indigno o inhumano, a través del cual se compromete el minimo vital del recluso”. Corte Constitucional, sen- tencia T-605 de 1995. Magistrado ponente: Alejandro Martinez Caballero. 26. Corte Constitucional, sentencia T-596 de 1992. Magistrado ponente: Ciro Angarita Barén; T714 de 1996. Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Mutoz; C-656 de 1996. Magistrado ponente: Alejan- dro Martinez Caballero. 27. Enel mismo sentido puede consultarse la sentencia T-101 de 1997. Aunque la Corte neg6 la tutela al verificar que fue el producto de una actuacién temeraria por parte del peticionario, asegurs que “Esta Corporacidn ha sostenido que la administracién puiblica a través del sistema carcelario debe garantizar con el maximo de diligencia los derechos fundamentales de las personas limitadas en su libertad, en virtud del respeto debido a la dignidad humana de los presos”. Corte Constitucional, sentencia T-101 de 1997. Magistrado ponente: Fabio Morén Diaz. 28. Estos deberes son exigibles desde el momento mismo en que el individuo queda en manos del Estado, es decir, incluso antes de la reclusién fisica, Corte Constitucional, sentencia T-277 de 1994. Magistrado ponente: Carlos Gaviria Diaz. 29. Corte Constitucional, sentencia T-522 de 1992, Magistrado ponente: Alejandro Martinez Caballero. Aniélisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 la Corte ha concedido tutelas por la exis- tencia de letrinas deterioradas®, por la no-prestacién de atencién médica”, y ha legado hasta ordenar la creacién de un sistema de seguridad social exclusivo para los reclusos. Dentro de los derechos de los reclusos que de forma jurisprudencial han sido denominados como derechos intangibles oque rigen plenamente, esto es, derechos que permanecen incélumes a pesar de la especial situacién de su titular, se encuen- tra el derecho de peticién. En términos generales, la Corte mantiene su doctrina general en torno a la interpretacién y al- cances de este derecho”. Asi, ademas de asegurar que el niicleo esencial consiste en que el peticionario reciba una respues- ta pronta y efectiva, recuerda que el ejer- cicio del mismo “en modo alguno com- promete a la Administracién a adoptar resolucién favorable, pues ello—a menos que se trate de actos reglados, que sim- plemente reconozcan el cumplimiento de los requisitos exigidos por la ley al soli- citante, quien en tal evento puede recla- mar que se le conceda lo pedido- signit carfa inaceptable recorte a la facultad de disposicién de los asuntos que estén a cargo de la respectiva autoridad”®. Igualmente, el derecho al debido pro- ceso mantiene su vigencia plena dentro de la carcel. Los casos que la Corte Cons- titucional ha revisado, en este tema, tie- nen que ver fundamentalmente con las notificaciones que las autoridades judi- ciales hacen a los reclusos y con los pro- cedimientos administrativos internos de las cdrceles. De esta forma, la Corte ha asegurado que los reglamentos internos deben hacerse ptiblicos a través de me- dios idéneos*, asf como ha establecido el principio general, segiin el cual, las" notificaciones a los reclusos deben ser personales, especialmente aquellas re- lacionadas con el procedimiento de tute- la®, Igualmente, han revertido decisiones en donde se imponen sanciones absolu- tas ~prohibicion definitiva de visitas—sin ofr previamente al afectado”. 30. Corte Constitucional, sentencia T-596 de 1992. Magistrado ponente: Ciro Angarita barén. 31. Corte Constitucional, sentencia T-538 de 1993, Magistrado ponente: Simén Rodriguez Rodriguez. Esta posicién es reiterada en la sentencia T-654 de 1996. Magistrado ponente: Carlos Gaviria Diaz. 32. Corte Constitucional, sentencia T-706 de 1995. Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Mufioz. En la sentencia T-305 de 1997 la Corte reitera la linea general de jurisprudencia que ha mantenido en este tema, al asegurar que “La pena privativa de la libertad impuesta a una persona de conformidad con a ley no implica, en el Derecho colombiano, la pérdida del derecho fundamental de peticién en ‘cabeza del condenado”. Corte Constitucional, sentencia T-305 de 1997. Magistrado ponente: José Gregorio Hernandez Galindo. 38. Corte Constitucional, sentencia T-121 de 1995. Magistrado ponente: José Gregorio Herndndez Galindo. Por lo mismo la orientacién concreta de actos discrecionales como los traslados de internos, no queda comprendida bajo el Ambito de proteccién del derecho de peticién. 34. Corte Constitucional, sentencia T-065 de 1995. Magistrado ponente: Alejandro Martinez, Caballers, 35. Corte Constitucional, sentencia T-324 de 1995, Magistrado ponente: Alejandro Martinez Caballero. 36. Corte Constitucional, sentencia T-555 de 1995, Magistrado ponente: Carlos Gaviria Diaz. 37. Corte Constitucional, sentencia T-359 de 1997. Magistrado ponente: Jorge Arango Mejfa. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 ii. Los derechos limitables Del segundo grupo de derechos, esto es, los derechos limitables, hacen parte aquellos que al guardar una relacion es- trecha con la conservacién del orden in- terno, la disciplina y el funcionamiento del centro penitenciario, estén expuestos a sufrir limitaciones que, en todo caso, deben respetar el nticleo esencial del de- recho. Igualmente, es importante sefialar que la definicién del cardcter de vigen- cia plena, limitable o suspendible de cada uno de los derechos fundamentales con- sagrados en la Constitucién no es taxati- va. En este sentido, corresponde al juez de tutela definir, para cada caso concre- to, tanto la naturaleza del derecho como las limitaciones que admite, lo que per- mite un margen de movilidad relativa- mente amplio que en ocasiones produce efectos concretos no deseables. La tension entre razones de seguridad y disciplina y el derecho a la intimidad es uno de los ejemplos mas dramaticos de lo anterior. En circunstancias norma- les, resultarfa simplemente inadmisible el registro de las posesiones personales, o el supeditar el ejercicio de ciertos dere- chos al cumplimiento de determinados requisitos. No obstante, estas son exigen- cias que se dicen propias y esenciales del sistema penitenciario®, Al respecto, la Corte Constitucional ha sefialado que existen restricciones genéricas al derecho a la intimidad de los reclusos, restricciones que se desprenden de los principios y fun- ciones propias del sistema penitenciario. En Ifneas generales, el derecho a la in- timidad de los reclusos cede frente a la necesidad de adoptar medidas que ga- ranticen la vigencia de la disciplina y la seguridad dentro del penal; este derecho cobra plena vigencia, a su turno, en todo. aquello que no representa 0 constituya amenaza contra la disciplina y la seguri- dad del establecimiento. La anterior afir- macién, con toda la generalidad que lle- va incorporada, no da cuenta de las cir- cunstancias y de las posibles hipotesis que permitirfan o negarian una eventual limitaci6n de su ejercicio. La Corte ha sido enfética al sefialar que la inviolabi- lidad de la correspondencia® es una ga- rantia que mantiene su plena vigencia dentro de la cércel, por lo que tinicamen- te esta sujeta a las restricciones y limita- ciones que se predican en general para este derecho. De esta forma, sdlo cuando medie orden de autoridad judicial com- petente para interceptar o revisar comuni- caciones, es admisible una intervencién de Jas autoridades carcelarias en el ambito de ejercicio del derecho a la intimidad”. 38. Corte Constitucional, sentencia C-038 de 1994. Magistrado ponente: José Gregorio Herndndez Galindo. 39. Antes de la expedici6n del actual c6cligo penitenciario y carcelario, la Corte se pronunci6 sobre la constitucionalidad de varios articulos del decreto 1817 de 1964. Estos articulos facultaban a las instan- cias administrativas de las cérceles para revisar discrecionalmente la correspondencia de los internos. A pesar de que la Corte se declaré inhibida por sustraccién de materia para conocer de la constitucio- nalidad de los mencionados articulos, sefialé que se “exige que cualquier registro a la correspondencia de los reclusos provenga de orden judicial, con lo cual el legistador ha retirado toda autorizacién al personal administrativo de las carceles para proceder en el enunciado sentido”. Corte Constitucional, sentencia C-038 de 1994. Magistrado ponente: José Gregorio Hernandez Galindo. 40. Corte Constitucional, sentencia T-538 de 1992, Magistrado ponente: Simén Rodriguez Rodriguez; ‘T-424de 1992. Magistrado ponente: Fabio Mordn Diaz; T-349 de 1993, Magistrado ponente: José Gregorio Heméndez Galindo, Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 La movilidad de la jurisprudencia en el tema del derecho a la intimidad puede apreciarse con mayor claridad en los ca- sos relacionados con visitas conyugales. Asi como la Corte ha avalado medidas que condicionan la efectividad de este derecho a la presentacién de un carnet, en donde se identifique plenamente a la persona que va a realizar una visita con- yugal, asegurando que tales medidas "no coartan el derecho constitucional a la in- timidad de que disponen los reclusos, porque la persona recluida conserva la libertad de escoger su pareja y de mante- ner relaciones sexuales, siempre y cuan- do cumpla con las exigencias de salubri- dad, orden y seguridad propias de los establecimientos carcelarios”*', y ha per- mitido limitaciones a la visita conyugal con base en las deficiencias locativas de un determinado establecimiento carcela- rio®, ha rechazado exigencias tales como Ja utilizacién de dispositivos intrauteri- nos de anticoncepcién, como requisito para la realizacion dela visita conyugal®. En este tiltimo caso, la restriccién que se venfa imponiendo al derecho a las visi- tas conyugales, fue estimada como una limitaci6n de la autonomia personal no admisible dentro del margen de limita- ciones imponibles al recluso. Las requisas son, quizd, el medio més comin que se utiliza para mantener el orden y la seguridad en las carceles. La Corte ha avalado medidas consistentes en desnudarse y flexionar piernas a les reclusos*. En estos casos, la evaluacion que la Corte hace de la constitucionali- dad de la medida esté marcada por su fin. Se puede observar claramente cémo una vertiente amplia de la jurispruden- cia de la Corte se concentra en el estudio de la finalidad de las medidas carcelarias impuestas y no en el significado e impli- caciones de la misma, desde el punto de vista de los derechos conculcados. De esta manera, se podria aseverar que sélo casos extremos conducirfan a una decisién en contra de las exigencias de seguridad. EI mismo tipo de justificacién -razo- nes de seguridad y buen funcionamien- to del sistema penitenciario— se presenta en casos en donde se plantean violacio- nesa la libertad de expresién. Aunque la importancia del derecho a la libertad de expresién es evidente, pues permite a los individuos manifestar sus desacuerdos, sus opiniones, sus ideas, sus particula- 41, Corte Constitucional, sentencia T-424 de 1992, 42. Corte Constitucional, sentencia 1-222 de 1993. Magistrado ponente: Jorge Arango Mejia. Esta decisién es reiterada en fallos posteriores, asi, en la sentencia T-501 de 1994 la Corte retoma la posicién que habia asumido en la sentencia T-222 de 1993, al sefialar que las restricciones a las visitas conyuga- les que se producen como consecuencia de la carencia de instalaciones fisicas, son legitimas. En cuanto alalegitimidad de las restricciones a las visitas cony gales por razones de seguridad, puede consultarse la sentencia T-065 de 1995. Magistrado ponente: Alejandro Martinez Caballero. 43, Corte Constitucional, sentencia T-273 de 1993. Magistrado ponente: Carlos Gaviria Diaz. 44, Corte Constitucional, sentencia T-317 de 1997. Magistrado ponente: Vladimiro Naranjo Mesa. En esta sentencia la Corte afirmé que “No puede considerarse una vulneracién o amenaza de la inte- gridad personal, fisica omental, la molestia que representa el tener que despojarse ocasionalmente de Ja ropa para someterse a una requisa, que como se anot6, es una medida normal al interior de cualquier establecimiento carcelario para mantener el orden y la seguridad interior. El hecho de que algunos internos puedan esconder en sus cuerpos armas y elementos prohibidos justifica entonces las flexiones de piernas que, segiin el actor, se realizan durante estos procedimientos’. Andlisis de In situaci6n carcetaria en Colontbia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 res visiones del mundo, la ausencia de canales que permitan hacerla efectiva en la vida carcelaria, aunque no exclusiva- mente, conduce a la utilizacién de me- didas de impacto. En la sentencia T-705 de 1996 la Corte admite que la libertad de expresion en virtud de la reclusién puede sufrir una limitacién importan- te. En principio, la limitacién se aplica a la forma, a los instrumentos que son utilizados para hacer efectivo el conte- nido que se quiere transmitir: “cierta- mente, si bien existe plena libertad so- bre el objeto o contenido de la comunica- cin ~dentro de los parémetros antes es- tablecidos-, lo cierto es que las autorida- des pueden, legitimamente, restringir la forma y los medios utilizados para trans- mitir tal contenido”. Sin embargo, no es clara la distincién entre la forma y el contenido, pues mu- chas veces la forma resulta inescindible del propésito; asf, es perfectamente po- sible que de una limitacién al medio se pase a una limitacién al contenido, Aun- que naturalmente no todos los medios son admisibles para expresar una idea, el énfasis en la evaluacién de la medida concreta que se adopta debe ser el resul- tado de la relacién entre el medio utili- zado, su justificacién y el contenido m mo que se quiere expresar. Las limitacio- nes genéricas que la Corte Constitucio- nal utiliza como factores para evaluar medidas concretas, resultan profunda- mente ambiguas, especialmente, cuando se acude a los propésitos mismos del tra- tamiento penitenciario: “adicionalmente, se exige que las medidas restrictivas es- tén encaminadas al cumplimiento de los fines para los cuales han sido instituidas las relaciones de especial sujecién en el Ambito carcelario, -la resocializacién de los internos y la conservacién de la segu- ridad carcelaria”*, Ast, parece que la Corte incorpora el concepto de “orden puiblico” en la eva- luacién de las restricciones impuestas a los reclusos. Aunque la anterior aclara- cién resulta mas plausible no queda cla- ro, sin embargo, qué tipo de relacién pue- de existir entre las limitaciones a la liber- tad de expresién y la resocializacion. Este intento por mantener la vigencia del de- recho a la libertad de expresién dentro de la cércel, se reitera en la sentencia T- 706 de 1996. En ella se rescata lo dicho en Ia sentencia T-705 del mismo ajo, al rei- terar la importancia que la libertad de informacion y de expresién tiene para la vida de los reclusos; en este sentido, el libre debate y la tolerancia que caracteri zan en el plano de la discusién politica e ideolégica a un Estado que se precia de ser liberal, no desaparecen en virtud de Ia privacién de la libertad fisica. Los re- clusos siguen manteniendo sus visiones politicas e ideolégicas: “En efecto, la de- mocracia y el pluralismo no se terminan en las puertas de la prisién. Por el con- trario, el interno debe ser considerado como un interlocutor valido que, pese a su situacion de privacién de la libertad, necesita estar informado y, puede, a su vez, manifestar sus opiniones y pensa- mientos y las informaciones que, confor- 45. Corte Constitucional, sentencia T-705 de 1996. Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Mutioz. 46, Ibidem. En esta misma sentencia se incorporan exigencias como el respeto al principio de legali- dad y la proporcionalidad de la medida: “Sin embargo, para que la autoridad administrativa pueda restringir uno de los aspectos indicados del derecho a la libertad de expresién, se requiere, ante todo, que la accién se encuentre amparada en una atribucién legal. Por ultimo, es necesario que tales medi- das resulten ttiles, necesarias y proporcionadas a la finalidad que se busca alcanzar. Si estas condicio- nes no se cumplen, la medida restrietiva del derecho serd ilegitima’. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES ¢ CIJUS - JUNIO DE 2000 me a éstos, considere pertinentes””. En este pronunciamiento, la Corte pareciera preservar su coherencia con las intencio- nes teéricas de la funcién de la pena, puesto que la reclusién no puede consti- tuir un atentado contra la libertad de con- ciencia, ni implicar restricciones a la for- ‘ma como los reclusos interpretan el mun- do y la sociedad’. En conclusién, la li- bertad de expresién de los reclusos no puede sufrir restricciones en su conteni- do; las limitaciones sélo pueden tener por objeto el medio que es utilizado para ha- cerla efectiva, siempre y cuando éste re- presente razonablemente un peligro in- minente contra la seguridad y disciplina del establecimiento carcelario. iti, Los derechos suspendidos Aquellos derechos que pierden vigen- cia en virtud de los efectos directos pro venientes de la pena impuesta son deno- minados jurisprudencialmente como de- rechos suspendidos. Estos derechos, principalmente la -libertad de locomo- cién y los derechos polfticos-, constitu- yen él objeto mismo de la pena, es decir, la pérdida de un bien o un derecho; por lo mismo, la distincién entre sindicados y condenados resulta relevante en el momento de hacerlos efectivos. Asf, en Jasentencia T-324 de 1994 la Corte aclaré que la reclusién no es sinénima de pér- dida inmediata de los derechos politicos “los detenidos privados de la libertad — atin no condenados- pueden ejercer el derecho al sufragio siempre y cuando retinan las condiciones exigidas por la ley para tal efecto”®. De esta forma, slo en virtud de una sentencia judicial conde- natoria se pueden establecer restricciones al ejercicio de los derechos politicos. Esto quiere decir, entre otras cosas, que para todas aquellas personas que se encuen- tra recluidas pero que atin no han sido condenadas, como es el caso de los sin- dicados, las restricciones al ejercicio del derecho al sufragio son inadmisibles. Los derechos politicos mantienen plena vi- gencia en el caso de los sindicados pues la presuncién de inocencia se mantiene inc6lume. Para lograr un equilibro 0 por Jo menos para aminorar las consecuen- cias de un efecto perverso y contradicto- rio del sistema penal, la Corte mantiene en toda su dimensién el respeto por el nticleo esencial del derecho: “El nticleo esencial del derecho al suftagio compren- de los siguientes aspectos: en primer tér- mino la libertad de elegir y ser elegido y, en segundo lugar, el derecho subjetivoa la actividad prestacional del Estado en- caminada a la organizacién efectiva ce las elecciones”” 47. Corte Constitucional, sentencia T-706 de 1995. Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Muficz. 48. La Corte Constitucional ha seftatado la imposibilidad de buscar otro objetivo: “La resocializacién, concebida como garantfa y centrada en la érbita de la autonomia del individuo, no consiste en la impo- sicidn estatal de un esquema prefijado de valores, sino en la creacidn de las bases de un autodesarrollo. libre y, en todo caso, como disposicién de los mediios y de las condiciones que impidan que la persona vea empeorado, a consecuencia de la intervencién penal, su estado general y sus opciones reales de socializacién. De esta manera, como garantia material del individuo, la funci6n resocializadora pro- movida por el Estado, encuentra su limite en la autonomia de la persona. Esta funcin no puede operar a costa deella”. Corte Constitucional, sentencia C-656 de 1996. Magistrado ponente: Alejandro Martinez. Caballero. 49. Corte Constitucional, sentencia T-324 de 1994. Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Muitez. 50. Ibider. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 iv, El trabajo y su relacién con la funcidn de la pena Una de las funciones principales de la pena es la resocializacién del individuo. Para lograr tal fin, el Estado debe garan- tizar las condiciones y poner en marcha los medios idéneos a fin de garantizar la efectiva realizacion y cumplimiento de dicho principio. En estas circunstancias, el derecho al trabajo de los individuos privados de la libertad adquiere un ca- racter especial. Nuevamente, el papel del Estado no se circunscribe a un deber ne- gativo de abstenerse de interferir, pues teniendo en cuenta que una de las prin- cipales funciones de la pena es la resocializacién y que el trabajo es el me- dio indispensable para lograrlo, dificil- mente el Estado podria abstenerse de garantizar el acceso a una forma de tra- bajo, sin al mismo tiempo desconocer el cardcter y la funcién de la pena. Por lo tanto, el Estado debe garantizar no sélola oportunidad sino el acceso efectivo a un medio de trabajo; laborar en la carcel no es un asunto de meritos™. Con todo, las deficiencias e imposibilidades practicas ~hacinamiento y falta de recursos—la pro- teccién del derecho al trabajo de los re- clusos se concentra en el amparo del puesto de trabajo adquirido, y no en la creacién de un cupo laboral. El argumen- to principal de la Corte para justificar la prohibicién de privar a los internos de su medio de trabajo, se basa en una rela- cién conceptual entre el derecho al tra- bajo -dadas las caracteristicas anotadas anteriormente- y el derecho a la libertad. En efecto, si el trabajo es un medio que sirve, entre otras cosas, para aminorar el tiempo de duracién de la pena, lo que en tiltimas se traduce en la oportunidad de obtener con mayor rapidez la libertad, si se ataca el medio se vulnera el fin: la li- bertad. En palabras de la Corte “El tra- bajo desarrollado por los presos es un medio indispensable ~junto con el estu- dio y la ensefianza- para alcanzar el fin resocializador de la pena, y hace parte integrante del nticleo esencial del dere- cho a la libertad, pues tiene la virtud de aminorar el tiempo de duracién de la pena a través de su rebajao redencién”™. La proteccién material del derecho al trabajo y sus medios de realizacion efec- tiva, permiten que se garantice a los re- clusos que el tiempo de trabajo realizado sea considerado plenamente para efectos de la redencién de pena por trabajo, es- tudo y ensefianza: “Es el trabajo efectioa y materialmente realizadoel parémetro a tomar en cuenta por parte de la autoridad ju cial para conceder la redencién de pena’, b. La responsabilidad del Estado en relacion con los derechos de los reclusos Una de las principales consecuencias derivadas de la especial relacién de sujecién 51, En palabras de la Corte Constitucional: “El trabajo, en el caso de los establecimientos carcelarios es, ademés de un instrumento resocializador del individuo autor de un delito, un mecanismo tendien- tea lograr la paz; es decir, tiene una doble funcién: no solo permite que el preso pueda rehabilitarse por medio del ejercicio de una actividad econémicamente productiva, sino que inclusive sirve para impe- dir queel infractor de la ley pueda incurrir en nuevos hechos punibles. Dentro del medio de vida de las, cérceles, el trabajo se convierte en una necesaria oportunidad para alcanzar la libertad”. Corte Consti- tucional, sentencia T-121 de 1993. Magistrado ponente: Viadimiro Naranjo Mesa. 52, Corte Constitucional, sentencia 1-601 de 1992. Magistrado ponent : Eduardo Cifuentes Muftoz. 53. Corte Constitucional, sentencia 1-009 de 1993, Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Muitoz. Esta regla es confirmada en la sentencia T-121 de 1993. Magistrado ponente: Viadimiro Naranjo Mesa. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 que vincula al Estado y a los reclusos, es el aumento de la responsabilidad en cabe- za del ente politico. Aunque las implica ciones concretas de lo anterior no han sido tratadas por la Corte Constitucional con detenimiento, en algunos pronuncia- mientos se han definido los parémetros generales a partir de los cuales se puede establecer el cumplimiento 0 el incumpli- miento de los deberes que el Estado asu- me y su responsabilidad. Asf, desde el momento en que el individuo es privado de su libertad, como se vio anteriormente, queda inserto en la administraci6n, por lo que esta asume la responsabilidad de sa- tisfacer sus necesidades basicas y de garan- tizar la vigencia de sus derechos. En consecuencia, cualquier extralimi- tacién en la restriccién de derechos, o cualquier omision en el cumplimento de sus deberes, generan inmediatamente la responsabilidad patrimonial del Estado. En palabras de la Corte: “El recluso tiene restringido de manera especifica y direc- ta su derecho a la libertad y eso, sobre todo, en el plano puramente fisico, de lo cual resulta que el Estado es responsa- ble, inclusive patrimonialmente, por los dafios que cause al detenido 0 condena- do en relacién con derechos suyos no cobijados por la providencia judicial que ordena la privacién de la libertad ni ne- cesariamente afectados por la naturale- za misma de tal estado, y que también lo es por las omisiones que dé lugar a la vuineracién o amenaza de tales derechos por parte de las mismas autoridades carcelarias, de los guardianes o de los demas reclusos, pues tales daitos y vio- laciones de derechos son por definicién antijurfdicos (articulo 90 CP)"™. ‘Como se observa, la responsabilidad del Estado puede ser el producto de una omisién —incumplimiento de sus deberes de preservacién y garantfa de los dere- chos- 0 de una accién positiva -exceso en la restriccién de derechos- lo que incrementa el esténdar de diligencia es- tatal exigible en esta materia. Vale la pena resaltar un punto importante: como se ha sefialado hasta ahora, tanto el Estado como las autoridades carce-. arias tienen el deber de mantener unas condiciones de seguridad, orden y dis- ciplina dentro de las cérceles que per- mitan, por un lado, el normal funcio- namiento de la institucién y, por otro, el efectivo cumplimiento de la finalidad de la pena. Cuando estas condiciones no se presentan y crean el ambiente propicio para la vulneracién de los de- rechos de los reclusos, el Estado asume la responsabilidad por los actos come- tidos al amparo de dicha situacién. Es decir, cuando una omisién del Estado permite la realizacién de una acci6n antijurtdica, aquel se hace responsable asf tal accién no haya sido realizada por un funcionario publico, sino por un particular, en este caso, por otra perso- na privada de la libertad. Esta intensificacién de la responsabili- dad estatal se predica, igualmente, de los momentos previos a la reclusién. De esta forma, las autoridades carcelarias tienen a obligacién de actuar preventivamente para evitar dafios antijuridicos sin nece- sidad de peticién previa por parte de los posibles afectados. Asif, al estado le co- tresponden dos tipos de deberes: por una parte, debe actuar preventivamente para impedir la materializacién del dafio y, de otra, debe actuar positivamente para ase- gurar las condiciones necesarias al ejer- Cicioy respeto de los derechos fundamen- tales de los reclusos. 54, Corte Constitucional, sentencia T-247 de 1996. Magistrado ponente: José Gregorio Herndndez Galindo. Anilisis de la situacin carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 c. Amanera de conclusién: el estado de cosas inconstitucional Todo el desarrollo jurisprudencial que se acaba de describir concluye, provisio- nalmente, con un pronunciamiento que sintetiza de manera general el conjunto de la situaci6n analizada. En la sentencia 1-153 de 1998, la Corte Constitucional declaré la existencia de un “estado de cosas inconstitucional” en las cérceles del pats. Mds alld de la importancia doctri- naria de la sentencia, vale la pena resal- tar los principales ejes tematicos a partir de los cuales la Corte abordé el estudio del caso. En primer lugar, la Corte esgrime ra- zones de tipo legal y de manera genéri- ca, muestra la incidencia de las contra- dicciones relativas a la orientacién de la politica criminal para explicar el funcio- namiento deficiente de las carceles del pais, Segiin la Corte y los diferentes intervinientes en el proceso, la politica criminal en Colombia ha estado orienta- da al eficientismo y al uso excesivo de la pena privativa de la libertad, Otro factor importante en el andlisis de las razones de tipo legal y procedimen- tal que influye, de una w otra forma en la crisis, es la escasa participacién de los jueces de ejecucién de penas y medidas de seguridad. De hecho, segtin los dis- tintos documentos y testimonios citados en la sentencia, la inmensa mayoria de estos funcionarios judiciales no acude a los distintos centros de reclusi6n, lo que resulta atin mas problematico, si se tiene en cuenta que los mismos niegan, en muchas ocasiones, la concesién de subrogados penales con base en el ele- mento subjetivo. También se reconoce que el ntimero de jueces de ejecucién de penas y medidas de seguridad es bastan- te reducido para atender el gran namero de solicitudes que se les presentan. Final- mente, dentro de las razones de tipo le- gal se incluye la debilidad de la defenso- rfa ptiblica, pues se reconoce que los me- canismos de asistencia legal existentes no responden a las necesidades reales de los detenidos, a lo que se une el escaso inte- rés de los defensores por la situacién de sus apoderados. Por otra parte, en la sentencia se reco- noce ~y quizd este es uno de los princi- pales argumentos utilizados para funda- mentar la decisin adoptada-, que el pro- blema de las carceles en Colombia sélo puede ser explicado recurriendo ala his- toria. Ello significa que para la Corte, la crisis actual, lejos de ser una cuestién coyuntural, es la manifestacién de un problema profundo y de vasto alcance en el tiempo. En este sentido, resultan im- portantes las conclusiones suministradas por los distintos informes, que aseguran en términos generales que la politica cri minal instaurada -si es que se puede ha- blar estrictamente de la existencia de una “politica criminal” - es reactiva, pues los perfodos de relativa descongestién res- pondena intentos puntuales de limitado alcance. En sintesis, la inexistencia de una po- litica criminal, la negligencia e ineficacia de las ramas del poder piiblico y la des- bordante crisis social, han generado las 55. En efecto, segtin la lectura de la Corte, en los tiltimos afios las diferentes leyes expedidas sobre la materia (entre ellas, las leyes 30 de 1986, 40 de 1993, 228 de 1995, 292 de 1996, y 360 de 1997) han tenido como propésito fundamental la restriccién de derechos y la reduccién de los beneficios procesales. Un ejemplo sobresaliente de lo anterior lo constituye la llamada detencién preventiva, que es la tinica medida cautelar procedente en la mayoria de los delitos. La detencién preventiva convierte la priva- ion de la libertad en la regla y no en la excepcién, contribuyendo con ello, de modo notable, a la congestién carcelaria. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfogue cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES ¢ CIJUS - JUNIO DE 2000 condiciones para la existencia de tal es- tado de cosas en los establecimientos pe- nitenciarios. La falta de recursos, la exis- tencia de una infraestructura carcelaria deficiente, la mala ejecucién del presu- puesto y la corrupcién, entre otras razo- nes, han generado un sistema penitencia- rio obsoleto e inadecuado para atender las exigencias de salubridad, seguridad y resocializacién®. Este panorama desolador condujo a una decisién fuerte discursivamente, pero cuyos efectos no son concretos para Ia situacién actual; para dar respuesta a un problema bastante delicado, no sélo en términos normativos sino también politicos -no debe ser sencillo ordenar una excarcelacién masiva, fraccionada o inclusive individual”, la Corte opt6 por tomar una decisién cuyos efectos s6lo serén eventualmente verificables en unos cuantos afios. Hasta entonces, tanto el peticionario como los demas reclusos en Colombia, tendran que seguir sufriendo los inhumanos rigores del encierro a pe- sar de haber obtenido un pronunciamien- to favorable. Tan paradéjico resultado de un litigio constitucional, aparentemente, se basa en la creencia de que no es legiti- mo mantener a una persona por afios con tales condiciones, pero tampoco es posi- ble liberarla de sus padecimientos: debe continuar alli hasta que el sistema fun- cione. La velada creencia acerca de la imposibilidad de redimir la culpa de un sentenciado, hace que este deba aceptar un sufrimiento injustificable como parte integrante de su sentencia. El siguiente problema al que tendra que enfrentarse la Corte, se presentard una vez se haya cumplido el término sefialado en la pro- videncia para “reparar” el sistema peni- tenciario, pues los mtiltiples incidentes de desacato generados por un eventual incumplimiento no resolverdn en nada un estado de cosas que afectaré a los an- tiguos y nuevos residentes de las cdrce- les colombianas. 56. A las anteriores consideraciones, se suma un elemento indispensable para el analisis de las diné- ‘micas no estatales involucradas en el problema penitenciario: el funcionamiento real de las cérceles. La ausencia de un control estatal fuerte al interior de los centros penitenciarios ha generado las condicio- nes para el surgimiento de ciertos actores que mantienen una posicién de predominio y poderfo. 57. Eneste sentido, vale la pena recordar que la Corte Constitucional, en la sentencia C-556 de 1992, respaldé la declaratoria del estado de conmocién interior para impedir, por via de interpretacién. autentica del Cédigo de Procedimiento Penal, a excarcelacién masiva de la mayorfa de sindicados por vencimiento de términos. Dy Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 III. Carcel y realidad en Colombia A. Perspectivas de andlisis de la crisis carcelaria: evaluacion de los diagnosticos realizados Enlas tiltimas décadas, nuestro pais ha experimentado un incremento vertigino- so de la poblacién carcelaria*. Aunque historicamente pueden detectarse perfo- dos de mayor 0 menor intensidad del problema, la situaci6n general de las pri- siones colombianas siempre ha sido de- finida como “critica”. Aunque parece existir un relativo con- senso para afirmar que el sistema peni- tenciario y carcelario se encuentra en cri- sis, no existe claridad sobre el significa- do y contenido de este término. Dicha crisis ha sido atribuida a diversos facto- Tes que, a su vez, apuntan a distintas cau- sas y caracterfsticas de la misma. Final- mente, detrds de cada una de estas pers- pectivas se esconde una visién particu- lar sobre la funcién que deben cumplir, tanto el derecho penal, como el sistema penitenciario en la sociedad y respecto al individuo. Se puede decir que en los diagnésticos sobre carceles, elaborados hasta la fecha, prevalecen dos perspectivas de andlisis, las cuales en ocasiones pueden combinar- se: La primera, considera que la crisis y sus posibles soluciones deben ser busca- das al interior del sistema penal y peni- tenciario. La segunda perspectiva, la cual se ha visto enriquecida e intensificada a partir de la expedicién de la Constitucién de 1991 y su generoso discurso sobre los. derechos humanos y su proteccién, aso- cia la palabra crisis con la situacién real y concreta de los presos dentro de las car- celes, situacién en donde se evidencia la continua violacién de derechos humanos. Cada una de estas perspectivas presen- ta tendencias diferentes y, por ello, cada una responde a un enfoque metodol6gico y teGrico diferenciados. Asi, mientras que en la primera prima una metodologia cuantitativa, basada principalmente en la estadistica, en el andlisis del funciona- miento del sistema y en la formulacién de recomendaciones para adoptar deter- minadas politicas puiblicas®, en la segun- da prima la descripcién cualitativa de la situacién fisica y humana dentro de las 58. Segtin datos del Inpec, mientras que el promedio de poblacién reclusa en los afios ochenta osci- aba alrededor de las 28.000 personas, a partir de 1994, dicha poblacién ha aumentado gradualmente, hasta llegar ala cifra de 41.460 personas privadas de la libertad para 1997. 59. La Corte Constitucional en su sentencia T-153 de 1998, realiza un diagnéstico de la situacién carcelaria en el pais. Desde una perspectiva hist6rica, identifica cuatro etapas dentro del fenémeno de la ocupacién carcelaria en Colombia: la época del asentamiento entre'1938 y 1956; a época del desbor- de entre 1957 y 1975; la época del reposo, entre 1976 y 1994 y la época de alarma, que va desde 1995 hasta nuestros dias. 60. Dentro de este tipo de estudios se encuentra el realizado en 1989 por el Ministerio de Justicia y et de la Camara de Representantes de 1997. Aunque la metodologia basica de este estudio incluyé la observacién directa, también cont6 con el diligenciamiento del cuestionario de visita, en el cual se inclufan aspectos como: capacidad instalada, seccién alimentaria, poblacién, condiciones de vida, pro- ‘gramas educativos, recreativos y deportivos, sanidad, instalaciones locativas y tratamiento penitencia- rio, El andlisis se efectu6 en un grupo de centros carcelarios, representativo del 7% del total y los cuales Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 1, Explicaciones de la crisis carcelaria A partir de los enfoques anotados, tan- to cuantitativos, como cualitativos, se encontraron diversas explicaciones a la situacién de crisis carcelaria que vive el pats. Estas pueden organizarse en los te- mas que, a continuacién, se presentan. a. Incidencia de la legislacion y de la politica criminal En varios estudios se ha indicado que la solucién a muchos de los problemas carcelarios debe buscarse en un contexto més amplio que el de las cérceles y di- rectamente relacionado con la legislacién en materia penal y el planteamiento de a politica criminal. En este mismo senti- do, se afirma que el funcionamiento de lajusticia, o mejor, su ineficiencia (moro- sidad, congestion, impunidad), es una visién real pero parcial del problema, pues la dificil situacién que se vive en las carceles no es slo el producto de la in- eficacia de la justicia para resolver la si- tuaci6n jurfdica de quienes se encuentran en ellas, sino que responde a aspectos més complejos, determinados por una politica criminal represiva e improvisa- da, en la que prevalece la privacion de la libertad como recurso para combatir el problema de la delincuencia. Asimismo, se ha constatado que la cdrcel responde de forma minima a lo que la legislacién penal considera especialmente grave y perturbador del orden ptiblico™. b. Deficiente funcionamiento interno de'las carceles Otra de las aristas de la crisis carcela- ria la constituye el deficiente funciona- miento interno de los penales, reflejado enlas carencias de infraestructura, la de- ficiente administracién de los recursos, la falta de mantenimiento y la ausencia de programas de resocializacién en los centros de reclusi6n. Al respecto, ha he- cho curso la frase, segtin la cual, las car- celes colombianas son infames depdsitos de personas". c. La selectividad del sistema penal En la mayorfa de los informes analiza- dos se muestra cémo el sistema peniten- ciario se dirige fundamentalmente a per- seguir ciertos delitos particulares®, y cémo la poblacién reclusa es homogénea y muy poco variable en el tiempo; de esto se concluye que las prisiones son sitios privilegiados para el control de cierto tipo de delincuencia y de ciertos grupos so- ciales, lo cual demuestra la tendencia del sistema penal a operar selectivamente contra las clases mas desfavorecidas de nuestra sociedad”. 64. Los informes del Ministerio de Justicia, de la Cémara de Representantes y de la Defensoria del Pueblo coinciden en estos aspectos. 65. Cfi: Informes de la Defensoria del Pueblo y de la Camara de Representantes. 66. Cfr. Estudio de la Universidad Externado de Colombia. 67. Aesta conclusi6n llega de manera clara el estudio del Ministerio de Justicia, Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfogue cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 carceles y de los factores determinantes que la rodean, con claros objetivos de denun- cia. Lo anterior no quiere decir que ambas visionesno coincidan en explicaciones y en recomendaciones para abordar y resolver el problema. No obstante, es claro que tie- nen aproximaciones y objetivos distintos. Un claro ejemplo de diagnéstico de enfoque cuantitativo es el realizado por el Ministerio de Justicia en 1989, deno- minado Plan de Desarrollo y Rehabilitacion del Sistema Penitenciario NacionaP. Aun- que su desarrollo y andlisis van mucho més allé de un recuento estadifstico, la metodologia a partir de la cual fue desa- rrollado es, basicamente, de naturaleza estadistica®. Los principales elementos de andllisis incluyen por una parte, el per fil socioeconémico y juridico del deteni- do (que aborda variables como edad, sexo, nivel educativo, ocupacién, delito por el cual se encuentra detenido, si es sindicado o condenadao, tiempo de deten: cién o de condena), y por otra, Jas activi- dades y espacios de rehabilitaci6n (don- de se tenian en cuenta factores como ac- tividades de resocializacién, infraestruc- tura carcelaria, identificacién de proble- mas y de carencias basicas de los progra- mas e infraestructura penitenciarios). Dos diagnésticos realizados por enti- dades que tienen dentro de sus funcio- nes basicas velar por la proteccién y vi- gencia de los derechos humanos en Co- lombia, la Defensorfa del Pueblo y la Corte Constitucional, son representativos de la vertiente cualitativa. La Defensoria Delegada para la Politica Criminal y Pe- nitenciaria entreg6, en 1997, un informe sobre la situacién en materia criminal y penitenciaria que hacfa parte de las Me- morias que el Defensor del Pueblo pre- senté ese afio al Congreso®. Aunque di- cho informe estd basado en gran medida en soportes estadisticos, su principal ob- jetivo y forma de desarrollo es mostrar c6mo ia situacién de las carceles y el sis- tema penal colombiano, afectan de ma- nera concreta los derechos humanos de los reclusos. En cuanto ala Corte Constitucional, en. la sentencia T-153 de 1998, declaré la existencia de un “estado de cosas incons- titucional” en las cdrceles del pais. Para tomar su decisién, la Corte realiz6 ins- pecciones judiciales en las carceles afec- tadas por las tutelas. Como consecuen- cia de dicha observacién, se constataron las condiciones infrahumanas en que se encuentran los reclusos; dicha informa- cién hizo parte del diagnéstico, también documental y estadistico, que realizé la Corte y que fue determinante para tomar Ia decisién. albergan al 45% de la poblacién carcelaria. Camara de Representantes, Comision Segunda. Acta de Visita Inspection. Mimeo, Bogotd, mayo 28 de 1997. Un titimo ejemplo de estudios con enfoque predo- minantemente cuantitativo es el realizado por la Universidad Externado de Colombia. Centro de In- vestigaciones del Consultorio Juridico - Universidad Externado de Colombia. Fluctuaciones de la Potla- ci6n Penitenciaria en Colombia. Mimeo, Bogoté, 1993. 61. Ministerio de justicia. Plan de Desarrollo y Rehabilitacién del Sistema Penitenciario Nacional. Impren- ta Nacional de Colombia, Bogot4, 1989. 62. Se realizé una muestra representativa (con un margen de error del 2% y una contfiabilidad del 95%), de 1.700 reclusos, en 184 establecimientos carcelarios del pafs. La obtencién de la informaci6n se realiz6 a través de encuestas. 63. Defensoria del Pueblo. “Cuarto Informe del Defensor del Pueblo al Congreso de Colombia”.En Serie de Documentos, No. 11, Imprenta Nacional de Colombia, Bogoté, 1997. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 d. Estado de cosas inconstitucional Después de un profundo y detallado estudio acerca de la situaci6n carcelaria actual e histérica del pafs, la Corte Cons- titucional concluyé, en la sentencia arri- ba resefiada, que en las carceles colom- bianas se presenta un estado de cosas in- constitucional, cuyos elementos constitu- tivos son, basicamente, dos: la situacién generalizada de vulneracién de los dere- chos fundamentales en los establecimien- tos carcelarios y la carencia reiterada de una politica estatal, orientada a conjurar la situacién critica del sistema peniten- ciario. Esta tiltima es para la Corte de naturaleza estructural y no puede ser atri- buida, tnicamente, al Ministerio de Jus- ticia y al Inpec. De esta manera, la Corte concluye que la solucién no est, exclu- sivamente, en manos de las entidades demandadas, sino que exige la accién mancomunada de distintas entidades estatales. Este fallo resulta innovador y audaz, pues obliga a distintas instan- cias estatales, por medio de una accién de tutela, a destinar los recursos apro- piados para hacer frente a los diversos problemas que aquejan al sector y a ela- borar y desarrollar una politica peniten- ciaria seria y coherente, con el fin de garantizar los derechos humanos basi- cos de los internos. 2. Alcances y limites de los diagnésticos sobre el sistema penitenciario naciona Como puede observarse, se presenta una tendencia en los informes analiza- 68, Ello se evidencia en el caso de la Defensorfa del Pueblo y de la Corte Constituci dos, a privilegiar los aspectos cuantitati- vos, en detrimento de una visién més cualitativa. De esta manera, instrumen- tos tales como la observacién participan- te, las entrevistas con profundidad, las historias de vida, han sido dejados de Jado, no obstante ser ellos medios muy titiles para aproximarse al estudio del funcionamiento interno de los penales, desde una perspectiva etnografica y antropolégica. A partir de 1991, luego de la expedi- cién de la nueva Constitucién Politica, las posibilidades de estudios cualitativosen. Jas carceles, se han fortalecido®. Sin em- bargo, todos los diagnésticos menciona- dos han limitado sus andlisis al estudio de los fenémenos que inciden directa- mente en las respuestas que puede dar el sistema juridico. Se ha omitido, reite- radamente, el examen del funcionamien- toy de las dindmicas de poder al interior de las carceles; de la forma como se te- jen, cotidianamente, las relaciones entre Jos internos y entre éstos y la guardia y el cuerpo administrativo. En sintesis, se ha ignorado una perspectiva estructural e integral del fendmeno, orientada a pre- guntarse, también, acerca de la utilidad y funcién de lo carcelario en nuestra so- ‘ciedad. Una perspectiva similar ofrece serias posibilidades de éxito, tanto des- de un punto de vista estrictamente tecri- co, como practico, pues incorpora ele- mentos esenciales para la comprensién del fenémeno y para la aplicacién y el desarrollo de las recomendaciones, deri- vadas del estudio. Es esta, precisamente, la éptica quese adopté para el trabajo de campo, reali- zado en la presente investigaci6n. De esta manera, se pretende enriquecer con nue- vas voces la lectura de la crisis carcelaria nal, institucio- nes que realizaron observaciones detalladas en las prisiones para fundamentar sus anélisis, Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 en el pais y proponer caminos de salida viables, para la transformaci6n de la rea- lidad carcelaria nacional. B. El trabajo de campo Con el fin de desarrollar una perspec- tiva, en la que se privilegien los detalles de lo cotidiano en los centros de reclu- sin del pats, se disefié el trabajo de cam- po llevado a cabo en las tres principales ciudades del pafs: Bogota, Cali y Medellin. Se busc6, de esta manera, lograr una comprensién a profundidad de las rela- ciones de poder en los penales y una vi- sin de las condiciones especificas de cada centro visitado. En consecuencia, la aproximacién més adecuada es aquella derivada del enfoque cualitativo; por ello, el instrumento metodolégico utili- zado fue la observacién participante, acompafiada de un diario de campo y la entrevista a profundidad tanto del per- sonal administrativo, como de los reclu- sos. En esta medida, el lector entendera porqué las conclusiones no pueden dar lugar a generalizaciones, nia observacio- nes de carécter global acerca del sistema penitenciario en su conjunto. No obstan- te, las apreciaciones que se hagan, pue- den tener validez para entender otros casos. En este evento es preciso, sin em- bargo, contrastar datos a través de nue- vos estudios de casos”. Los establecimientos penitenciarios estudiados son: en Bogota, la Cércel Na- cional Modelo, la Unidad de Salud Men- tal de la Modelo, la Penitenciarfa Nacio- nal La Picota, las Casas Fiscales de La Pi- cota y la Cércel Distrital. La Carcel de Bellavista en Medellin y la Reclusién de Mujeres el Buen Pastor en Cali. 1. Objetivos, hipstesis y des- cripcion de los instrumen- tos utilizados Con el trabajo de campo planteado se buscé alcanzar los siguientes objetivos especificos: — Examinar la incidencia 0 la falta de eficacia de las distintas politicas y pro- gramas penitenciarios en la cotidianidad de las carceles visitadas. En los términos del proyecto, se traté de examinar el con- traste entre la generalidad a partir de la cual se elaboran las politicas y el detalle de la observacién en profundidad. — Estudiar la incidencia en las cdrceles del nuevo orden constitucional, reflejado, en la Carta Politica, en lajurisprudencia de Ia Corte Constitucional y en los tratados internacionales de derechos humanos. — Recoger las propuestas para mejo- rar la situacién de las carceles, de quie- nes viven o trabajan en ellas. Teniendo en cuenta que el andlisis cua- litativo y los estudios de caso suponen un disefio de investigacién flexible, esto es, abierto a las necesidades surgidas en el proceso mismo de investigacién, no se plantearon hipétesis en sentido estricto, sino interrogantes te6ricos y practicos, a manera de gufa para abordar el campo, eneste sentido, se adopts el enfoque de Ja teorfa fundamentada, la cual “es un método para descubrir teorias, concep- tos, hipétesis y proposiciones partiendo directamente de los datos, y no de su- puestos a priori, de otras investigaciones 0 de marcos tedricos existentes’. 69. Véase: Taylor, SJ y Bogdan, R. Introduccidn a los Métodos Cualitaticos de Investigacién. Paidiés, Bar- cetona, 1998 y Hammersley, M. y Atkinson, P. Etnografit, Paidés, Barcelona, 1994. 70. Taylor, SJ y Bogdan, R. Op. cit, p. 155 y ss. Andlisis de la situacion carcetaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 Ahora bien, lo anterior no significa que los investigadores deban llegar “tabola rasa” al campo. Por el contrario, la meto- dologfa exige una adecuada documenta- cién e informacion. Ello, se logré, obvia- mente, con la revision legislativa y jurisprudencial; con el seguimiento de las politicas, planes y programas guberna- mentales y con el estudio de los diferen- tes estudios sobre el medio carcelario, presentados en la primera parte de este informe. Este proceso de impregnacién sirvid de base para el planteamiento de las incégnitas de la investigacién’'. En consecuencia, la formulacién de interrogantes cumplié dos funciones esenciales: En primer lugar, servir de guia basica para orientar las entrevistas; en segundo lugar, ayudar en el procesa- miento de la informaci6n. Los interrogates esbozados fueron los siguientes: “— La vida en la cdrcel se rige por el derecho y la justicia del més fuerte, de tal manera que el poder estatal no impe- ra, sino que constituye una de las varias “legalidades” que alli existen. La légica de estas legalidades estd definida por las relaciones de poder derivadas del con- flicto social colombiano. De esta mane- ra, se podrian citar los micro-poderes propios de grupos guerrilleros, de gru- pos paramilitares, de narcotraficantes, entre otros, recluidos en los estableci- mientos penitenciarios. — En los centros penitenciarios, bie- nes, servicios y ciertos actos, normalmen- te fuera del comercio, tienen un precio, esto es, pueden ser cambiados por dine- rou otra contraprestacién. El imperio del dinero puede hacer que se reproduzcan y agudicen en la carcel las desigualda- des sociales. —La vida de la carcel resulta afectada por el conflicto armado. Las partes en- frentadas militarmente trasladan el con- flicto al penal. — En las cérceles se presentan recu- rrentes y graves violaciones de los dere- chos humanos. Los responsables pueden ser tanto los mismos reclusos, como las autoridades carcelarias. Estas tiltimas por accién 0 por omisién. — El sistema carcelario crea condicio- nes propicias para la reincidencia, en la medida en que las politicas de rehabili- tacin (los programas educativos y las actividades laborales) son inadecuadas, insuficientes o, simplemente, inexistentes. —Las condiciones de hacinamiento en las que viven los presos son contrarias a la dignidad humana. El hacinamiento afecta la salud mental de los presos y las predispone para actuar de manera vic lenta. La pena no consiste, entonces, so- Iamente en la privacién de la libertad, sino que funciona, cada vez més, como un castigo corporal. — En la carcel se da un tratamiento discriminatorio a los miembros de deter- minados grupos sociales, colocéndolos en situaciones de marginalidad crecien- te. Los homosexuales, los indfgenas, las personas de raza negra y de la tercera edad sufren, en mayor medida, los rigo- res de la carcel. — Las mujeres reclusas y sus hijos no reciben, en los penales, un trato adecua- do a su condicién. — La pena trasciende la persona del recluso. Los familiares de los presos tam- bién son victimas del sistema carcelario. — Las condiciones carcelarias y Ja si- tuacién laboral, colocan a los miembros de Ia guardia penitenciaria en una situa- cién critica. 71. Véase: CIJUS, Facultad de Derecho, Andlisis de Ia Situacién Carcelaria en Colombia: un Enfoque Cualita- tivo, Siete Estudios de Cas Informe Final de Investigacién. Uniandes, Bogota, febrero del 2000, p. 990 Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 — Las politicas puiblicas en materia penitenciaria son inadecuadas, insufi- cientes, contraproducentes y desarticula- das. — La nueva normatividad, producto de la Constitucién de 1991, ha presenta- do una limitada incidencia en el mejora- miento cualitativo de las condiciones carcelarias. Con base enestas inquietudes, se tomé la decisién de llevar a cabo 21 entrevis- tas en cada uno de los centros seleccio- nados, salvo en la Unidad de Salud Men- tal, en donde se efectuaron sélo 11, dado su tamaiio, y a las siguientes personas: reso comtin con una permanencia corta en la cércel, preso comiin con varias en- tradas a la cércel, recluso homosexual, interno indigena, interno de raza negra, preso de nacionalidad extranjera, inter- no de la tercera edad (60 afios 0 mas), preso sindicado de guerrillero, preso sin- dicado de paramilitar, preso sindicado de narcotraficante, interno miembro de un comité de derechos humanos, interno If- der en el penal, director del estableci- miento penitenciario, miembro de la guardia con experiencia, trabajador so- cial, jefe de Sanidad, médico 0 enferme- ra, psicélogo o psiquiatra, asistente espi- ritual, asistente legal, familiar de algin detenido. Igualmente, se entrevistaron a cuatro jueces de ejecucién de penas, dos en Bo- got y uno en Cali y en Medellin, respec- tivamente. A manera de derrotero orientador de las entrevistas, se elaboraron dos cues- tionarios basicos, uno para los internos y otro para los funcionarios administrati- vos. Se disefiaron, igualmente, gufas para cada tipo de recluso y de funcionario. Por medio de las entrevista, se procuré, como arriba se sefial6, llegar a un cono- cimiento profundo de la cércel y de la manera cémo la vive y piensa el entre- vistado. En esa medida, los entrevistado- res desplegaron sus esfuerzos para esta- blecer una buena relacién con el entre- vistado, a fin de lograr cercania y con- fianza. La duracién promedio de cada entrevista fue de dos horas y media y se realizaron en un periodo de tiempo aproximado de dos meses y medio. Mien- tras ello fue posible, se grabaron las en- trevistas, en caso contrario, se tomaron notas sobre los aspectos més relevantes de las mismas. En cuanto a la observacién directa del establecimiento penitenciario, con ella se quiso hacer una fotografia rigurosa de todo el centro y de las actividades que allfse desarrollan. Los principales aspec- tos a observar fueron: instalaciones, in- fraestructura, celdas, pasillos, patios, ca- labozos, bafios, duchas, enfermeria, bi- Dlioteca, sala de televisién, capilla u otro lugar para la prdctica de cultos religio- s0s, sala o espacios para recibir la visita de abogados, de familiares 0 amigos y para la visita conyugal, cocina, comedor y caspetes, espacios para actividades educativas y recreativas, espacios para actividades deportivas, talleres, oficinas administrativas, dormitorios y espacios para la guardia. Un dia de visita en el penal: requisas, filas y el desarrollo dela visita misma. C. Los estudios de caso: resultados 1. Santa Fe de Bogota a. La Cércel Nacional Modelo La Carcel Nacional “La Modelo” fue construida en el afio de 1939. El penal cuenta con una estructura de cinco pa- bellones cada uno con cuatro plantas. Las plantas albergan 16 pasillos; en cada pa- sillo hay 30 celdas, lo que quiere decir que cada pabellén tiene una capacidad tedri- ca para albergar 480 internos. Ademas de Andlisis de la situacién carcetaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 los pabellones, la cdrcel Modelo cuenta con el érea de maxima seguridad que esta conformada por tres pasillos con capacidad cada uno para 10 internos. También se encuentra el drea de sani dad con capacidad de hospitalizacién de 25 internos; el patio de tercera edad que consta de un pasillo para albergar a 25 internos; el area del rancho con capacidad para 50 internos y el anexo psiquiatrico disefiado para admitir 100 internos. Por tiltimo, se encuentra Alta Seguridad que consta de cuatro plan- tas en cada una de las cuales hay 10 celdas. Segtin los datos generales sumi- nistrados por la direcci6n, la cércel tie- ne capacidad para 2400 internos y ac- tualmente estan detenidos 4000 lo que representa un hacinamiento de 1600 personas” La cdrcel esté anclada en la mitad de un populoso barrio y es custodiada des- de el costado sur por la iglesia del sec- tor. Alrededor de la carcel la vida del barrio se desarrolla con aparente tran- quilidad. La cércel y el letrero que anuncia a los visitantes los dias de vi- sita y lo que no pueden ingresar, se con- funden con las paredes blancas enmo- hecidas y htimedas que a la distancia se ven cubiertas por la ropa extendida de los reclusos que cuelga de las rejas de los pasillos. La entrada a la carcel esta en el cen- tro de la carrera. Junto a ella, se agol- pan dia a dia aquellos que quieren in- gresar a ella: los notificadores, los abo- gados, un visitante. Con la llegada casi rutinaria del “tren”, de los presos nue- vos, la rutina de cada dia se adapta. Entre el muro y el andén, los nuevos hacen una fila mientras depositan en el suelo una colchoneta, un colchén, una caja amarrada con una cabuya, man- 72. Cércel Nacional “La Modelo”, mimeo, 1999. teniendo en sus manos libres una bol- sa con jabén y en su hombro un par de cobijas. Algunos sélo llevan la ropa que traen puesta, mientras ven an- siosos a los que los ven entrar ala Cér- cel Modelo. En el norte de la cércel se concentra la mayor actividad. Aqui la cércel mo- delo se torna oscura y htimeda; las pe- redes enmohecidas, casi sin pintar, se unen con las pequefias ventanas altas que casi no permiten la entrada de luz, para oscurecer la carcel. La mafiana parece tarde y cuando Hlueve, el dia se transforma en noche. Algunos bombi- los y un par de luces de neén ilumi- nan el pasillo. El piso en mal estado se inunda por las goteras y los pasillos parecen gigantescos charcos que obli- gan a los reclusos a transitar pegados a a pared. En dfas normales, cuando no Hueve, los reclusos se mueven libre- mente por los pasillos; el denso transi- to obliga a tener cuidado para no cho- car con alguien. El aspecto general de este costado de la carcel permite concluir que no ha su- frido mayores transformaciones en los tltimos afios. De hecho, la mayoria de las paredes estén casi sin pintura y las que estan pintadas lo estén con figures de Simén Bolivar junto a Manuel Marulanda Vélez, de Camilo Torres y el Cura Pérez. Estos son los patios en donde estén recluidos los miembros de los grupos subversivos, aunque no ex- clusivamente ellos. También se encuen- tra la delincuencia comtin organizada, los grandes delincuentes urbanos orga- nizados. Los subversivos hacen notar su condicién. Desde las figuras y las frases alegéricas que se pintan en las paredes hasta las camisetas que los vis- ten con la figura de una mujer 0 de un Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 hombre encapuchados con un fusil en la mano que dicen FARC-EP, la presencia de la guerrilla se siente en el ambiente. En cada pasillo se encuentran cerca de 25 celdas, cada una de ellas con 2 6 4 planchones. Las celdas de este costado de la cdrcel conservan su estructura original: una angosta entrada y a la derecha un planchén de cemento que en algunas cel- das ha sido acondicionado por los pro- pios reclusos para ampliar su capacidad. En los pasillos se encuentran también neveras y algunas cocinetas utilizadas para la cocina independiente. En las di- minutas celdas duermen de tres a cinco personas. Unos en los planchones, otros duermen en el piso frente a la puerta y otros junto a ellos debajo del primer plan- chén. Los demés, los que se quedaron sin celda, duermen en los pasillos, en la ro- tonda y en el tuinel, un espacio bajo, os- curo y angosto que no se sabe para qué fue hecho. Los bajios en estos patios son sélo es- pacios en donde cae agua de forma in- termitente. No hay sanitarios ni duchas; el agua, cuando llega, es depositada en canecas para lavar los pasillos y la ropa de los reclusos que es extendida poste- riormente en las rejas; el olor a humedad y a ropa a medio secar es penetrante. Los baftos parecen letrinas, los sifones perma- necen casi siempre tapados y el agua se desborda por la rotonda llegando, en los peores momentos, a los pasillos. El agua cae por mangueras que los mismos re- clusos han acondicionado y las instala- ciones eléctricas se mezclan peligrosa- mente con los tubos y las mangueras. En el sur de la carcel modelo se pre- sentan los mayores contrastes. Por un lado, estan los patios 4 y 5 que son los patios en donde estan récluidas las per- sonas més pobres de la cércel; por otro, se encuentra el patio 3 en donde se en- cuentran los reclusos que gozan de cier- to nivel econémico y los extranjeros. En este costado de la carcel también se en- cuentra el pabellén de la tercera edad y el patio 6, el patio de seguridad. El pasi- llo que conduce al interior del costado sur de la carcel, sufre de las mismas caren- cias y deficiencias que su similar del nor- te; las paredes de este pasillo estan dete- rioradas y la ausencia de los rostros de los lideres guerrilleros 0 de las frases alegéricas que invitan ala celebracién de un aniversario del movimiento revolucio- nario, dejan ver con claridad el abando- no general en que se encuentran las pa- redes y la crcel en este costado. Después de cruzar la puerta que comu- nica a “guardia central” con el costado sur de la carcel, se encuentra la entrada al patio 3, el patio de la “grasa”, del di- nero. La entrada a este patio estd custo- diada por un guardia que mantiene la reja con Ilave. Existen casi las mismas cosas que se presentan en los patios 1 y 2, slo que en este patio son mas y mejores. El patio en general parece un gran caspete, adornado por siete u ocho mesas de bi- lar, miscelaneas, panaderias, pastelerias, lavanderias y en general todos aquellos servicios que puedan resultar necesarios para hacer de la vida en la cdrcel una vida sino mas cémoda, menos dura. Sin em- bargo, fenémenos como el hacinamiento se encuentran presentes. A unos escasos metros del patio 3 se encuentran los patios 4 y 5. Las personas que estén recluidas all, son quienes su- fren con mayor rigor las inclemencias de la cércel. Las celdas son diminutas y al- bergan cuatro personas como minimo. En este patio las condiciones de reclusién son especialmente drésticas: el servicio de agua sélo llega dos veces al dfa, cada 12horas. E] agua cae directamente de un tubo al que los reclusos hicieron varias perforaciones para improvisar duchas co- munales. Los reclusos se organizan de tal forma que mientras unos reciben el agua los demés se estén enjabonando, en un ri- tual circular para aprovechar la llegada del agua. Los retretes son agujeros en el suelo, Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 huecos que se perforan de piso a pisoy que finalizan en una caneca que deposita los desechos en la primera planta. Aunque parezca increible, sélo hay un sanitario ade- cuado para todos los reclusos que viven en este patio. El lado sur de la cércel se carac- teriza por la coexistencia de espacios en- contrados y opuestos. El patio de tercera edad “el lado amable de la cércel” es un ejemplo deello. El pabellon de tercera edad es relativamente pequefio si se le compara con los grandes patios de la carcel. La en- trada es custodiada por el monitor del pa- bellén y desde el inicio se percibe una at- mésfera de cierta tranquilidad. i. Las condiciones de la Carcel Modelo La pena privativa de la libertad, te6ri- camente, no debe implicar sufrimiento fi- sico, ni carencias o privaciones excesivas. No obstante, en su ejecucién practica, la reclusién se acompaiia de un sinntimero de privaciones y dolores, no contempla- dos, obviamente, en Ia ley. Estos castigos paralelos y simultaneos se articulan con la pena principal para producir un efec~ to devastador en los individuos. Laatencién de salud El érea destinada a sanidad, que fue reducida para dar cabida al pabellén de maxima seguridad, tiene capacidad para 16 internos, lo que se traduce en 16 ca- mas sin colchén. A todas luces es insufi- ciente el cubrimiento que puede propor- cionar la carcel teniendo en cuenta la magnitud de la poblacién carcelaria. Las condiciones fisicas del pabellén de sani: dad son muy precarias. No existen los mi- nimos implementos para suministrar un trato digno a los reclusos, ni mucho me- nos para brindar una atencién médica eficiente. Las camas, agolpadas unas con otras sin ninguna diferenciacién, son cu- biertas por tablas, por colchonetas impro- visadas, por cobijas que los mismos re- clusos han tenido que conseguir. El pa- norama que ofrece el lugar, oscuro, hui- medo, apenas adornado por unos cuan- tos afiches de personajes sacados de les tiras cémicas, por calendarios, con los reclusos acostados y solitarios en sus ca- mas sufriendo su enfermedad, muestra toda la inclemencia del lugar. Junto a las camas y apenas separado por unos cuan- tos metros, se encuentran los bafios. Un interno que impulsa lentamente su silla de ruedas, describe con dolor el lugar, al decir que en sanidad “uno se enferma més de lo que estaba”. Con todo, existe un malestar comtin en torno a Ia atencién que la carcel brinca en materia de salud”, Para algunos s6lo se atienden las urgencias: “Porque esos manes vienen convencidos de que el de- lincuente sélo se enferma de pufialadas, y es inmune al resto. Uno le dice “estey enfermo” y ahf mismo le dicen zdénde tiene la sangre?”. Laeducaci6n y el trabajo en la Catrcel Mode- lo: “De que talleres... de que educativas... mera pantalla, lo que es pantalla”. El Cédigo Penitenciario y Carcelario establece como uno de los fines esencia- les de la pena la resocializacién, es decir, la reinsercién social del individuo a tra- 73. Algunos internos, ante la insuficiencia del servicio de la cércel asumen su propio cuidado y atencién, ya sea por medio de médicos particulares 0 confiando en lo que consigan sus propios compa- fieros: “Como vuelvo y le repito, hay un sdlo médico en el dia para atender a cuatro mil, hermano. Entonces cémo van a hacer para hacerle un examen a cada persona, Y eso que este patio es uno de los ms afortunados, porque aqui todos nos regalamos pa’ ayudar al que esta enfermo” Interno patio 4 Andlisis de a situacin carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 vés de su capacitacién educativa y labo- ral’, Las instalaciones ffsicas resultan in- suficientes para atender la demanda po- tencial de servicios educativos y no se cuenta con el personal suficiente. Para la mayoria de los reclusos dos intereses re- sultan fundamentales: conseguir dinero para subsistir dentro de la carcel, para mantener a su familia y descontar pen: “20 es que usted que cree? ;Qué uno en- tra aqui y alguien se va hacer cargo de la familia?, Qué el Estado le va a decir ‘no hombre tranquilo que mientras usted este preso nosotros respondemos por su fa- milia?’. Qué va”, Para otros, es tanta la ru- tina que van a educativas “a cambiar de paisaje”. Ahora bien, el trabajo formal que ofrece la cércel modelo no permite satisfa- cer las necesidades econémicas que la mis- ma carcel crea. Los destruidos talleres de la crcel tienen un cupo limitado: “En este momento hay ciento ochenta y dos inter- nos con orden para trabajar en el taller”. Los reclusos a pesar del interés que puedan manifestar inicialmente por aprender una labor que les permita, como fuerza productiva, vincularse con poste- tioridad a la sociedad, no encuentran es- pacios suficientes”, Ademés, aquellos que pudieron conseguir un cupo en los talleres no reciben mayor ayuda o capa- citaci6n. Los materiales, las herramien- tas, uniformes y cuidados que exigen las labores que desempefian, son asumidos por los propios reclusos. Dinémicas como el ocio y el trabajo informal son alimen- tadas, producidas y reproducidas por la ausencia de oportunidades laborales y educativas’. Las necesidades encontra- das de conseguir dinero y descontar pena, dan lugar a un sinntimero de acti- vidades laborales; desde aquellos que se ganan la vida “Lavando y cortando ca- bello”, hasta los que en sus celdas hacen lamparas con palos de paleta, automévi- les de pilas, laveros, mochilas y velas. EL ocio, igualmente, es el factor detonante de otros problemas y de otras dindmicas que se manifiestan en las relaciones coti- dianas de los reclusos”. Asf, la cotidiani- dad de la carcel para muchos reclusos se convierte simple y dolorosamente en pa- sar el diay esperar aque llegue el siguien- te. La rutina que produce la cércel es una rutina basada en el ocio, en la pérdida de tiempo: la rutina de la nada. 74, Como lo explica Foucault “En sit concepcién primitioa el trabajo penal no es el aprendizaje de un oficio determinado sino el aprendizaje de la virtud misma del trabajo. Trabajar en el vacto, trabajar por trabajar debia producir en los indiciduos ta forma ideal de trabajador”. Foucault, Michel. “Entrevista sobre la prisi6n: el libro y su método”, en: Microfisica del Poder. Ediciones de la Piqueta, Madrid, 1992, p. 91 75. “Yo llego a la cércel y me pongo a trabajar. Pero resulta que yo voy y me encuentro con una realidad muy diferente: qué voy a trabajar, a trabajar en qué, no hay materia prima, no hay maquinatia, no hay especialistas que lo estén a uno, como dice el dicho, no hay instructores que lo estén a uno ensefiando, Entonces qué esté haciendo uno. Ahf es que empieza, como animalitos, a echar pa'tras, empieza a destruirse mas uno, sin darse uno cuenta, el mismo sistema lo destruye a uno” 76.“El problema no era entonces ensefiarles algo, sino por el contrario no ensefiarles nada para estar seguros de que cuando saliesen de la prisién no podrian hacer nada. El cardcter de banalidad del trabajo penal, ligado en su momento a un proyecto preciso, formar parte ahora de otra estrategia” Foucault, op. cit, p. 91. 77."Es muy verraco. Uno se cansa de no hacer nada. Yo, cGmo cree que cai en la droga. Yo caf en la droga por el ocio, por tantos problemas acumulados que no podia solucionar bien, y qué, pues se tira uno a la puerta falsa, el vicio. Me encerraba en el vicio”. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 La alimentacién La alimentacién, como casi todo en la Carcel Modelo, es diferenciada y depen- de de las capacidades de cada cual. Mien- tras algunos cocinan en sus celdas usan- do pequefios reverberos o en las cocinetas de los pasillos, otros se surten de los ser- vicios de los caspetes. Todo depende de las posibilidades econémicas. La comida de la cércel, la comida del rancho, se re- parte tres veces al dia. Los internos for- man una fila que nace en el costado de- recho del pasillo y que se prolonga hasta el fondo del patio; uno por uno van pa- sando con recipientes heterogéneos en- tre si, con cualquier cosa que sirva para depositar comida: Ollas de plastico o de aluminio, vasos, platos, recipientes, etc. Cada recluso recibe una porcién que debe consumir, casi siempre con sus manos, en el interior del patio. Segiin explican los reclusos, este control se hace para evitar que la comida sea revendida 0 que los mismos presos repitan. Al final, cuando a hora de la comida ha terminado y los rancheros estan a punto de irse, la fila se rompe y también el orden; los reclusos més pobres se abalanzan sobre las ollas para recoger los restos de la comida. Para Jos reclusos, la calidad de la comida, aun- que ha mejorado comparada con épocas anteriores, sigue siendo mala, o simple- mente es el resultado de cocinar para miles de personas. La comida de la car- cel para algunos es un mal necesario, un mal que s6lo se puede evitar con dinero “Pasar al Wimpy que llamamos nosotros, eso le quitan a uno hasta las ganas de comer”. iii, Un acercamiento a las dindmicas de la carcel La privacion de la esperanza: “uno qué piensa: se acabé la vida para uno”. Elindividuo orienta y le da significado a sus acciones como respuesta a estimulcs exteriores; evaltia las consecuencias de sus actos y los medios para hacerlos efectives por expectativas cifradas en el presente, por Jadesconfianzao porla esperanza que pro- porciona el futuro”. Lo que se intentard mostrar en este apartado es cémo la inten- sidad de la pena surte unos efectos preci- sos dentro de la vida carcelaria, unos efec- tos perversos que reproducen aquello que se quiere combatir: la delincuencia, el deli- to, la violencia. Las representaciones colectivas que se tejen alrededor de estos individuos casi miticos, aquellos que han sido con- denados a 40 0 50 afios, orientan las con- ductas de los demds reclusos. Las creen- cias que se tejen alrededor de aquellos que “no tienen nada que perder”, por parte de aquellos que aun tienen mucho que perder, permiten que los primeros ejecuten ciertas acciones que se respaldan eneste desinterés, en esta desesperanza”. 78. “Los individuos orientan y coordinan sus acciones por medio de un orden social determinado debido a una amplia gama de motivos: costumbre, temor, constelacién de intereses, etc.”. Serrano Gomez, Eduardo. “Legitimidad y racionalizacién. Weber y Habermas: la dimensién normativa de un orden secularizado”, Barcelona: Anthropos, 1994, pp. 11-12. 179. Esto es especialmente significativo en una cércel como la Modelo en donde se encuentran reclui- dos sindicados y condenados. El condenado sabe que tiene que pasar una parte importante de su vida en la Carcel, representada en los afios fisicos. Esta certeza en la reclusién contrasta con la expectativa Anélisis de la situaci6n carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 La pérdida de motivacién conduce a una exacerbacién de la violencia, a formas de organizacion y a ciertas practicas de do- minaci6n entre los reclusos. Con el au- mento de las penas se produce un au- mento paralelo en la violencia, lo que se explica, precisamente, por la disminucién en la esperanza de vida®. La cércel y su requisito anterior y necesario, la pena, produce y reproduce individuos des- arraigados, sin esperanza, desencantados del mundo y de sus posibilidades aque- los que son denominados por los demés presos como “muertos en vida” y que se convierten en virtud de la reclusion, en victimas y victimarios de la violencia dentro de los muros", Pero este mismo sistema de expectati- vas y representaciones, se produce en los sindicados. El sindicado, aquel individuo que recluido ena prisién espera a que la justicia le diga si es culpable o inocente y que a veces la abandona sin saberlo, siem- pre esté de paso. Para los condenados, los sindicados son sinénimos de falta de pertenencia, de nomadismo carcelario: “La unin siempre hard la fuerza y des- de que haya unién, nada se saldré de las manos. Pero desde que haya union. Pero una cdrcel de sindicados, imaginese us- ted, a donde esta entrando y saliendo continuamente gente, qué unién va a ha- ber, qué colaboracién va a haber. Cada cual anda por su lado, cada cual hace lo que hace”. Los sindicados cifran sus ex- pectativas en la posibilidad del afuera, mientras que los condenados lo hacen en la certeza de la reclusin. Los primeros son sinénimo de caos, movilidad, inse- guridad, mientras que los condenados crean o quieren crear sentido de perte- nencia, hacer de la carcel, el lugar que va a ser su doloroso hogar impuesto, un lu- gar menos hostil. que los sindicados guardan en torno al proceso judicial en el cual se esta debatiendo su responsabili dad penal. Mientras para los condenados su vida en la cércel es un hecho s6lo condicionado por el tiempo, para los sindicados la posibilidad de recobrar su libertad siempre esta vigente. Naturalmente, cada uno de ellos guarda distintas esperanzas y expectativas sobre su vida fuera de la cércel, lo que influye significativa en sus acciones dentro de la carcel. Con todo, esta afirmacién tan general, tiene otras manifestaciones especialmente en los intentos por construir convivencia, lo que sera analizado més adelante. 80. "Los problemas que més se presentan son las depresiones fuertes, porque st mujer se fue, por- que lo abandoné la familia, Alrededor de 10 personas en un mes sufren ataques de locura. No los llevan al anexo, sino que los atienden y los dejan en los patios. En otros casos, los miembros de la mesa los llevan al anexo y cuando les pasa la crisis los regresan. En el pabellén de maxima seguridad hay locos que no tienen ninguna atencién’ 81. La pérdida de importancia de los horizontes de significacién, aquellos referentes sociales que plantean la posibilidad de alcanzar ciertas metas individuales y otorgar significado a la existencia, conduce a lo que se ha llamado “el desencanto del mundo”. Los individuos al perder su fe en la vida y en las posibilidades de alcanzar un fin iltimo, una vida mejor, una meta, un anhelo, se desenvuelven en una existencia a la que no le encuentra mayor sentido y que resulta vacia: “La gente ya no tiene la sensacién de contar con un fin mas elevado, con algo por lo que vale la pena mori”. Taylor, Charles.La ética de la Autenticidad, Paidos, Barcelona, 1994, p. 39. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES ¢ CIJUS - JUNIO DE 2000 El hacinamiento y Ia lucha por el espacio: “Nosotros tenfamos que acostar ala gente en las escaleras” La Crcel Modelo presenta uno de los mayores indices de hacinamiento de to- das las cérceles del pafs. Este engrosa- miento de las filas de los reclusos surte un duro impacto en la vida carcelaria. La huella que deja el hacinamiento en la vida carcelaria se hace visible en muchos as- pectos. Desde las luchas y las dinémicas que se generan por conseguir una celda, un espacio en los pasillos o en las rotondas, pasando por la reclusién indig- na y los problemas administrativos, el hacinamiento es un fenémeno que repro- duce, sin cesar, las condiciones para que Ia violencia y la desesperanza se intensi- fiquen, se exacerben*®. El hacinamiento tiene sus intensidades, sus grados; de- pende de las posibilidades, pues como todo en la eércel, la celda se compra 0 se vende. La celda de 3 por 2 metros que alberga 4, 5, 6 reclusos y la celda en la que duerme un s6lo recluso, el pasillo, la rotonda, el tiinel, la escalera, el rancho, en donde se improvisan dormitorios al aire libre; el trafico econémico, el caos y la imposibilidad de control. El hacina- miento tiene varias facetas. Esta imposi- bilidad de control que poco a poco se tra- duce en caos es una preocupacion que se comparte por reclusos y guardias, aun- que de distintas perspectivas. Los inten- tos por controlar la violencia van acom- pafiados de intentos por controlar el ha- cinamiento. Cuando se ve llegar con ma- yor frecuencia a nuevos internos, el au- mento de las dificultades y el potencial deterioro de la convivencia se predicea con un alto grado de seguridad; existe casi una relacién de causalidad fatal er- tre el aumento paulatino de la poblaciéa carcelaria y la produccién de violencia. A medida que crece el hacinamiento cre- ce la indignidad, la pérdida de respeto y Ja insensibilidad de la carcel frente al ser humano®. Por otra parte, la llegada constante de reclusos a la Crcel constituye un factor dinamizador del comercio interno de la Cércel Modelo. Con Ia Iegada de nue- vos reclusos se produce paralelamente una intensificacién de la demanda de cel- das, camas, o cualquier espacio en don- de dormir; de esta forma, un nuevo gru- po de sujetos que se vincula econémica- mente a las relaciones carcelarias de for- ma periddica y constante, constituye un factor de ingreso monetario casi seguro para ciertas agremiaciones. Asi, cuando “el tren” se demora en llegar, los rostros preocupados de deudores y acreedores permiten predecir una pequefia recesin carcelaria en algunos sectores, lo que ace- Jera el cobro de deudas e intensifica la buis- queda de liquidez, tan importante en este medio, con los potenciales conflictos que acarrea. De esta forma, un fenémeno tan devastador y negativo como lo es el haci- namiento, encuentra su faceta positiva, su aprovechamiento estratégico. Este efecto ro deseado pero claramente producido, es aprovechado por la propia poblacién car- celaria para hacer aun més dura la situa- cin: la misma dureza de la explotacién econémica. Precisamente, el complejo microsistema econémico de la Cércel Mo- delo es el objeto del siguiente apartado. 82. "Como es obvio esto genera muchos problemas porque origina una serie de situaciones de caréc- ter interno. Por ejemplo la lucha del espacio es un problema. El interno que Hlega no encuentra un, espacio y esto genera también los problemas de corrupcién a escala interna. Genera problemas en el| aspecto de las mismas remisiones a los juzgados, a las diligencias judiciales”. 83. "Cuando el motin del 25 de marzo de 1997 habfa 4.770 internos. En diciembre de 1998 habia 5.280 presos. Por acostarse en la rotonda habia que pagar 10, 20, 25 mil pesos”. Andlisis de a situacién carcelaria en Colombia: ux enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 El dinero dentro de la carcel La crcel es un espacio dominado por Ia escasez en todos los niveles. En un ambiente caracterizado por la carencia y por la insatisfaccién de las necesidades minimas, se deja al libre juego del dinero su satisfacci6n. Se controla y se vende lo que se tiene y lo que los demas no tie- nen, lo que se necesita. El que no posee los medios para cubrir sus necesidades vitales, simplemente no las cubre. El Es- tado no lena ese vacio y el individuo ve cémo sus carencias econ6micas se repro- ducen, mantienen e intensifican. Asf, ade- més de que la cércel no suple las necesi- dades vitales del recluso, por su misma dindmica crea necesidades distintas que aunque se relacionan con las anteriores pueden ser diferenciadas*. Por otra parte, el recluso sigue mante- niendo unos vinculos afectivos podero- sos con el mundo exterior, sigue siendo cabeza de familia, sigue teniendo respon- sabilidades afectivas y econémicas que no pierde con la privacién de su libertad. zCémo podria entonces un recluso sos- tener a su familia si la cércel no le pro- porciona los medios? Este efecto en cier- to sentido util para el Estado es el que se mantiene y el que ayuda a perpetuar el microsistema econémico que sostiene a la carcel'®, En este juego econémico que sostiene a la cércel, cada cual vive de acuerdo con sus posibilidades, las posi- bilidades que el dinero puede generar: “es que mas 0 menos uno estd adaptado a una forma de vida diferente, a como una persona que tenga su plata, por ejem- plo yo se que yo vengo a la cdrcel y sé que me va tocar vivir en la rotonda, pues no tengo cémo pagar una celda, enton- ces ya sé que tengo que ir arriba y alla hay muchas personas que no tienen la misma facilidad que tengo yo” Los agrupamientos que la cdrcel gene- ra, las diferenciaciones que se producen al interior de la cércel, son el resultado de la interseccién de varios factores y condiciones. Por un lado, existen los agrupamientos generados por tipo de delito, como es el caso de los delincuen- tes politicos, mientras que por el otro se presentan agrupamientos que dependen de las condiciones econémicas de los re- clusos. En este sentido, la cércel mantie- ne y reproduce la diferenciacién de cla- ses que caracteriza a la sociedad: ricos por un lado, pobres por el otro: “Porque lo que pasa es que en los patios donde hay 84. Las necesidades que la cércel crea, es decir, aquellas necesidades que son el resultado de la con- dicién misma de reclusién, a la vez que generan dindmicas de produccién de riqueza producen las condiciones para su agotamiento. En efecto, muchas de las erogaciones econémicas que la cércel exige resultan excesivas para las posibilidades de satisfaccién y para los medios de produccidn que la cércel pose. En este sentido, el equilibrio entre las necesidades vitales, las necesidades creadas y su satisfac- tiende a romperse a favor del agotamiento. "Con todo el costo de vida en la cércel depende. La sola supervivencia en la cércel ya implica una erogacién de casi un promedio de $100.000 semanale: pagando todo tipo de servicios, pagando alimentacién, lavado de ropas, lo que llaman aqui guachimaniada para las cuestiones de erogacién en los pasillos”, 85. Dentro de los posibles sistemas de dominacién, el econémico se caracteriza por su suficiencia e impersonalidad: “El tipo de dominacién por constelaciGn de intereses se sustenta en el tréfico formal- mente libre de los dominados, los cuales se inspiran en su propio interés (..) La dominaciGn por cons- telacién de intereses es el vinculo social mas impersonal en el que los hombres pueden entrar ya que adquiere la caracteristica de un sistema objetivo, en el que cada uno se gufa por el interés de satisfacer sus necesidades mediante los bienes de cambio y, en la medida en que se abandona a su propia ligica no reconoce ningiin vinculo fraternal, sentimental, o tradicional entre individuos”. Serrano Gémez,0p. cit, p40. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES ¢ CIJUS - JUNIO DE 2000 gente de dinero, por lo regular, se presta mucho para la discriminacién, s{? Que porque uno es pobre, que no tiene, lo van asi como a achicopalar. Por ejemplo, como yo que soy una persona que no sir- ve para nada, Entonces en el cuarto y el quinto, hay mucha persona de baja y de bajos recursos, entonces resulta de que uno se puede mas integrar més con ellos, porque estd en la misma condicién”. Pero el dinero en la cércel no es un factor au- tonomo de poder. En la carcel el poder no se tiene, se ejerce. El dinero, si se sabe utilizar puede ayudar en la cércel; cuando el dinero no es més sino mera posesién se convierte en objeto de per- secucién y transforma a su poseedor en victima’®. Convivencia: relaciones y actores en Ia Cétrcel Modelo La violencia en la cdrcel: “porque esto no es un convento”. La carcel, que deberfa ser un lugar pri- vilegiado de orden, disciplina, seguridad y control estatal es, paraddjicamente, en muchas ocasiones el lugar donde se pro- duce y reproduce lo que pretende elimi- nar: la conducta desviada, el desorden, la violencia: “Tt acabards en presidio, puede decir la menor de las disciplinas; y las més severas de las prisiones dice al sentenciado a perpetuidad: yo advertiré Ia menor desviaci6n de tu conducta”®”. Las diferencias temporales: de la violencia exacerbada a la violencia que se intenta controlar Enel imaginario de las personas reclui- das en la Carcel Modelo se encuentra pre- sente con intensidad un pasado domina- do por la violencia, por la muerte, por la inseguridad absoluta. El presente de la cércel es explicado por oposicién a su pasado. En esta dialéctica entre el presen- te y el pasado y su incidencia en el futu- ro, se diferencian dos momentos y un punto de ruptura. Las palabras con las que los reclusos sefialan el pasado extre- madamente violento, incorporan el te- mor por tna situacién ala queno se quie- re volver y que permite ver un presente que aunque es igualmente violento, pe- recer ser més aceptable: “antes habia muchos muertos, hace dos 0 tres afios ya, mataban mucha gente, 8 0 5a la semana, mucha mataz6n, ahora no, ahora esta todo calmado, ya no se ven cuchillos asi casi, antes se vefan unos cuchillos asi vea, mataban mucha gente, ya no”. Para algunos, cdrcel y violencia son casi sinénimos, o por lo menos, palabras que pueden encontrarse facil y casi ne- cesariamente en la misma frase; por lo mismo, los esfuerzos parecen dirigirse més a su control que a su eliminacién. La violencia del pasado, la violencia sal- vaje, aquella que rompia con cualquier posibilidad de convivencia, era al pare- cer una violencia difusa, no monopoliza- da y ejercida arbitrariamente. Todos los 86. "Aqui uno pierde el aho sino tiene plata, pero también lo pierde si anda dando boleta por ali con plata, pues aqut apenas se sabe que un man tiene sale otro que se la quiere quitar; entonces va y lo rota, o lo boletea, lo secuestra, o le sigue pidiendo hasta quien sabe cuando” 87. Foucault, Mickel. Vigilar y Castigar. Siglo Veintiuno, Bogoté, 1989, p. 306. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 reclusos podfan ser objeto y sujetos de este dispositivo de violencia, que una vez. es puesto en marcha parece no detener- se, parece reproducirse y exacerbarse, lle- gando alo inevitable: “porque esto no es un convent, las carceles tienen esa di- namica” es la razén que tan contunden- temente se presenta como explicacién. De esta forma, la aceptacién tacita de la vio- lencia como un fenémeno connatural a lacércel, permite que ésta funcione como un mecanismo para relacionarse, para solucionar disputas; podria decirse que se habia convertido en un modo especial de funcionamiento de la sociedad reclusa. ‘Ast, cuando se explica que “esto esta calmado”, se hace alusién a una situacion que se reconoce como menos dramatica, donde los reclusos que hablan entre sf son. expuestos como ejemplo®, La violencia cotidiana sigue presente, sigue flotando en el ambiente, incluso a veces puede olerse®, sigue siendo difusa, sin control, casi cadtica; en este equilibrio de incerti- dumbre, lo que se intenta precisamente es reducir el margen de probabilidad: que la incertidumbre ceda ante la seguridad de que se esté en presencia de un pacto, de un verdadero pacto que sin importar sus bases, produzca unos resultados con- cretos y visibles. No obstante, la violen- cia no es slo el resultado de un impulso individual; la violencia carcelaria no pue- de ser vista como un resultado de la con- dicién de recluso, deber ser vista como un resultado de la reclusién. Los intentos de convivencia La disminucién de la violencia en la Carcel Modelo esta asociada a la apari- cién de la Mesa de Trabajo. Segtin rela- tan los reclusos la aparicién de la “Mesa”, como la llaman familiarmente, es el re- sultado de la intensificacién de la violen- cia producida por las condiciones de re- clusién, Paradéjicamente, los procesos de democratizacién de la carcel y de convi- vencia emprendidos por los internos son el resultado del mayor momento de vio- lencia que puede experimentar una car- cel, como son los amotinamientos. La importancia que la Mesa de Trabajo ha tenido en la Carcel Modelo para mediar en la solucién de conflictos entre reclu- sos y en la disminucién de los indices de violencia reflejados en su manifestacién radical, ~como es la muerte- se ha arti- culado con procesos paralelos de cont vencia impulsados desde abajo. Los es- pacios institucionales que son el resulta- do de la iniciativa y de la preocupacién de los reclusos”, compiten con otras for- 88. “Independientemente de que a veces, a ratos haya violencia, independientemente de todo eso, la paz y la convivencia que se vive, porque se ve que la gente de todas maneras esta tranquila, sentada, charlando. Todo eso lo hemos logrado los intemnos, concientizandonos nosotros mismos de que somos personas y de que no podemos, entre nosotros, vivir mal”. 89, “Estos dias asf son los peores. Cuando no pasa nada, cuando todo el mundo esta calmado, como pasmado y en silencio, A veces uno prefiere que pase algo y la gente por el mismo ocioy por el aburri- miento, busca algo, algo que los saque de la rutina. Por eso estos dfas son tan peligrosos porque siem- pre cuando hay tanta calma pasa algo”. 90. "Cuando hay problemas entre reclusos 0 grupos de rechusos el tepresentante de la Mesa en el patio actiia como mediador. Existe también un “‘comité de pacificacién” en cada patio. La Mesa tam- ign media en caso de conflictos entre la guardia y los presos”. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 mas que existen dentro de la cércel para resolver disputas”, Sin embargo, una profunda contradiccién permea todo el proceso. A la vez que se exalta el valor que se quiere proteger, el mismo funcio- namiento de la carcel obliga a descono- cerlo. La intensidad de la violencia del pasado y sus fuertes manifestaciones en el presente han obligado a adoptar nor- mas de pacificacién interna absolutas. En este intento por pasar de un modo de funcionamiento en donde la “vida no vale nada” aun acuerdo sobre el respeto a la vida de cada cual, la llamada ley del talién ha representado un papel funda- mental. La sancién ejemplarizante ha recafdo en los incorregibles y en ocasio- nes sobre los débiles dentro de la Carcel: “Interno que siga matando se muere. Es la nica f6rmula. La mejor opcién serfa que todos pudieran estudiar y trabajar, que no hubieran problemas econémi- cos y que los internos estuvieran clasi- ficados por delitos. Pero esas opciones no existen”. Ahora bien, la incidencia de las condi- ciones de reclusi6n en la produccin y reproduccién de la violencia, es precisa- mente lo que se intenta controlar; en todo caso, la limitacién de su influencia no recae exclusivamente en manos de los reclusos. Mientras las condiciones de re- clusi6n mantengan las caracteristicas ac- tuales, los esfuerzos por crear reglas de pacificacién pueden convertirse en pac- tos “pegados con babas”; en pactos que dependen casi que tinica y exclusivamen- te de la voluntad arbitraria de las partes y que en cualquier momento pueden romperse. Los acuerdos y los grupos de poder: “deje los problemas de la calle en la calle”. La Carcel Modelo no es un espacio ajeno a las reglas. Dentro de la vida de la cércel se presentan varias reglas que se articulan y se oponen entre sf en su sentido y en sus efectos. Mientras la regla fundamental que inspira todo el proceso de pacificacién y de conviven- cia dentro de la cércel proscribe la vio- lencia extrema, existen otras reglas que la suponen. Incluso, la misma regla ce 91. “Asi la Mesa busque conciliar, hay casos en los que no se puede conciliar, el violador de un familiar, el asesino de un familiar o un amigo. Ha habido inconvenientes entre internos en Ios que la Mesa ha intervenido y ha evitado que hubiera muertos. Cuando se pasa de la ofensa de palabras Haman a las dos partes, a las bandas enfrentadas”. 92. La Cércel Modelo posee una dindmica especialmente dura. Esta dindmica no funciona por sf misma; paradéjica y dolorosamente los reclusos han contribuido a que un lugar hostil resulte despia- dado. La ley del mas fuerte surte sus efectos. La Cércel produce sus débiles. Los pasillos y patios de seguridad dan testimonio de ello. En los pasillos de seguridad habitan los que no pueden vivir en los patios, los excluidos, los presos de la cércel. Son las personas que estén condenadas a pasar los dias de reclusi6n recluidos, “en tornillo”. Varios caminos los conducen a la reclusién carcelaria: un precio por sti cabeza, una deuda sin saldar, unas palabras de més, un delito no tolerado: “aqui no importasi usted se cayé por asesino, por secuestrador 0 por ratero, pero si usted se cay6 por violador esté jodido; esos no duran ni quince minutos. Muy duro, es que aquf le dan muy duro a los violadores y aqu{ no se da trato por lo regular con ningtin compafero que llega. Pero al violador si le dan muy duro”. La cin representa para los reclusos un peligro para la calle, para los que estan afuera. Ese peligro se combate y se limita desde adentro; la cércel controla sus delincuentes. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cuclitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 pacificacién esté respaldada por el uso de Ta violencia”. La Carcel Modelo ha visto cémo sus poderes internos van siendo los mismos poderes externos. El conflicto armado se ha trasladado a la cércel no en su forma de ponerse en marcha sino en sus prota- gonistas. No obstante, a pesar del anta- gonismo que caracteriza a los grupos sub- versivos y paramilitares por fuera de los muros, el panorama que ofrecen dentro de ellos es distinto: “No hay violencia con Ia guerrilla. Hay una palabra empefiada de no matar, un acuerdo de convivencia, almuerzan juntos, hacen trabajos comu- nitarios juntos, juegan ftitbol”. La conv’ vencia que se teje entre grupos guerrille- ros y paramilitares dentro de la Carcel Modelo, se articula alrededor de los pac- tos de no-agresi6n, alrededor de la pro- hibicién primigenia de “no matar”. Este acuerdo que convierte a la carcel en un lugar de tregua temporal, representa una suspensién momenténea de los antago- nismos, mas no su culminaci6n. Las di ferencias cuantitativas entre los distintos actores y la distinta influencia que cada sector puede encontrar dentro de los pa- tios también influyen. Para los grupos guerrilleros la carcel es un espacio mas de lucha, un momen- to especial en el enfrentamiento que sos- tienen con el Estado y que es visto como una consecuencia que esta implicita en Ja actividad subversiva. Asf, los miem- bros de las organizaciones subversivas reproducen tanto su forma organizativa, como sus intenciones discursivas dentro de la cércel, mientras que la debilidad numérica de los sindicados por parami- litarismo los obliga adoptar un acuerdo conveniente. Los grupos guerrilleros se relacionan de una forma especial con los demés grupos de poder, siempre alrede- dor del pacto de no-agresién’', Ast, este pacto que ordena dejar los problemas de Ia calle en la calle, traza un limite claro entre el afivera de la cércel y el adentro de Ia carcel. Ahora bien, la coexistencia de distin- tos grupos de poder dentro de la carcel genera espacios de influencia diferencia- dos. La dindmica que envuelve cada pa- tio, cada pasillo, cada celda, responde a una forma especial de ejercer el poder dentro de la carcel; una forma que por su complejidad no puede ser generalizada. Estos espacios carcelarios no son sélo es- pacios fisicos estrictamente hablando; los distintos controles y la forma cémo se ejerce el poder pueden recaer a la vez sobre un mismo individuo, pero pueden tener diversos objetos y finalidades. Esta aparente organizacion y distribucién del ejercicio del poder dentro dela carcel per- mite la coexistencia, la interseccién y la unin estratégica de las distintas formas de ejercer poder y producir cierto con- trol en algunos Ambitos. En este sentido, los poderes dentro de la cércel pueden chocar cuando se produce una interferen- ciaen los espacios de control diferenciados 93. Esta caracteristica noes, sin embargo, una propiedad exclusiva de las normas o reglas carcelatias. ‘Como se sabe, la ultima instancia en la que se respalda el cumplimiento de las normas estatales es el ‘uso de la coaccién. Esto no quiere decir que sea el tinico motivo por el cual los individuos obedecen 0 pueden obedecer una norma, Independiente de las razones que un actor tenga para cumplir una nor- ‘ma, la posibilidad de transgresi6n siempre est presente, por lo que la vigencia de la norma se respalda enel uso de la violencia. 94, “En esta cércel hay paramilitares, gente que esté por secuestros y otros tipos de delitos organiza- dos ono, y obviamente hay guerrilla y un sector del narcotrafico. Pero entre todos esos patios existe ese pacto de no-agresién y de respeto a la vida dentro de la cércel, dejando un poco atras los problemas y el conflicto que vive el pais de paredes hacia fuera”. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 > y una oposicién en la finalidad persegui- da, Esto es precisamente lo que estraté- gicamente se quiere evitar". Es ilustrativo en este sentido la distri- bucién y diferenciacién que se presenta entre el ejercicio del poder estatal y el ejer- cicio del poder de los grupos recluidos. En tiltima instancia, esta coexistencia de poderes y su distribucién permiten la articulaci6n de funciones distintas que sélo entran en conflicto cuando invaden sus espacios de influencia espectficos. El poder estatal en la cércel protege el es- pacio del afuera, de la libertad, es decir, el ejercicio del poder estatal esta dirigi- do a un control perimetral de la carcel, mientras que el espacio interior es objeto del ejercicio interno del poder. Esta arti- culacién entre el afuera y el adentro per- mite la coexistencia de dos formas de poder que producen ciertos efectos y que s6lo cuando interfieren entre sf entranen conflicto. En este sentido, el ejercicio del poder estatal permite la permanencia del encierro, lo que resulta bastante signifi- cativo a la hora de entender el actual fun- cionamiento de la institucién y sus fina- lidades. El poder estatal se concentra en el mantenimiento del propésito y conte- nido fundamental de la pena, como es la privaci6n de la libertad; otros fines como Ia resocializacién quedan en un segiin plano: “Pero son cosas como de fugas las. que generan problemas con los guardias, pero de resto no”. Hasta ahora se ha visto cémo los in- tentos de pacificacién se articulan alre- dedor de prohibiciones especificas que se mezclan y en ocasiones chocan con otras reglas que inspiran las relaciones socia- Jes dentro de la Carcel Modelo. Estas re- glas y su contenido dependen de la di- ndmica de cada patio y de los acuerdos a los que se haya llegado entre los reclusos que lo habitan”*. Ademis de las reglas especificas que se aplican en ciertos ém- bitos y protegen ciertos valores, existen prohibiciones casi absolutas que permean y permanecen en el imaginario de los re- clusos. La fortaleza de estas prohibicio- nes se manifiesta sobre todo en el impac- to que logran tener en la conducta indi- vidual de los internos. La transformacién de la norma en prohibicion y de la cor- ducta que la transgrede en delito, es una manifestaci6n clara de la importancia que ciertas normas y acuerdos 0 incluso, mo- dos de funcionamiento, tienen en las re- laciones sociales de los reclusos. “Ott, ver y callar sf. Vea lo que vea, eso haga como que no ha visto nada”. El mantenimiento del secreto y del Iencio como regla permite el desarrollo y ejecucién de ciertas practicas consolida- das. La ley del silencio da lugar a una categoria especial de sujeto, produce un sujeto que se califica como “sapo”, como aquel que rompe el secreto y lo devela ante quienes no lo presenciaron; la regla del secreto permite que la verdad latente 95. “ La guerrilla solamente nos comprometemos con los problemas macro y con los problemas de las reivindicaciones generales de los presos, en las que no hacemos ningtin tipo de diferenciacién, si son presos sociales 0 politicos”. 96. Asi como en la pared junto a los lavamanos del patio 4 se encuentran prohibiciones del tipo “prohibido lavar la ropa en los lavamanos. é1 que lo haga recibird tratamiento chino”, se pueden en- contrar reglas més detalladas en las paredes del patio 3, en donde en una cartelera se enuncian las, causales de expulsién del patio “1. Agresién fisica 0 violenta; 2. Irrespeto a la visita; 3. Consumir sus- tancias psicotrépicas en lugares publicos; 4. Atraso de més de tres semanas en el pago de deudas; 4 Robo; 5. “todos los internos estén obligados a pagar lacuota de asco al guachimédn del pasillo el domin- goen la noche, y éste a su vez a la tesorerfa del pabellén al dia siguiente”. Asf, el tréfico del dinero impone sus propias reglas y sanciones, a la vez que controla los medios ilegitimos para obtenerlo. Andlisis de Ia situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES » CIJUS - JUNIO DE 2000 de los hechos no sea completada ni veri- ficable”. Ast, dentro de la cércel se rom- pe el juego de produccién de la verdad que caracteriza al procedimiento penal: el testigo no existe porque no puede exis- tir, porque la verdad de lo sucedido tie ne que permanecer oculta einverificable. Los hechos dentro de la carcel sélo son reales en tanto existen, pero no son ver- daderos en términos de “hubo un respon- sable que los produjo”, hubo un sujeto, pues la pieza fundamental que permite completar el procedimiento, el sujeto res- ponsable y el sujeto testigo no pueden existir: “a los sapos no se les perdona”. Esta contradiccién entre los procedimien- tos de producir verdad propios del siste- ma judicial y los intentos por mantener el secreto dentro de la cércel, muestran una nueva faceta de la oposicién y arti- culaciéna la vez, entre el afuera y el aden- tro. Estas practicas encontradas son al mentadas por las condiciones de reclu- sién, lo que crea un sistema de relacio- nes entre los reclusos profundamente complejo. iii. La cdrcel, la sociedad y el individuo El contacto con el afuera: el dia de visitas El dia de visitas es un dia distinto en la semana de la carcel. En casi todas las tiendas 0 en las carpas de plastico que se improvisan en los andenes que estan al- rededor de la cércel se exhiben letreros en donde se ofrece lo que la cércel exige para poder entrar: “se guardan prendas, se alquilan faldas y chanclas, se venden pafiuelos y pantys”. Las mujeres dejan allf a cambio de unos pesos y un com- probante sus posesiones materiales, sus tacones, sus bolsos, sus medias, su ropa de todos los dias. Es el tinico dia en el que los presos permanecen casi inmévi- les, agolpados y quietos junto a la reja con Jos ojos ansiosos. La gran mayorfa de los reclusos salen a los pasillos a esperar la legada de su visita; centenares de pre- sos esperan en puntas de pie y con la ca- beza erguida creyendo reconocer ala dis- tancia su propia visita, apartando rapi- damente la mirada cuando reconocen su equivocacién: “El que irrespete la visita, le diga algo, un piropo, lo matan. Habia caciques que obligaban a las mujeres que venian de visita a hacer el amor con ellos’. Algunos, los que saben que no van a recibir visitas, realizan sus labores coti- dianas 0 simplemente hacen otra cosa; saben que no va a llegar nadie a visitar- Jos. Los encuentros efusivos son segui- dos de una caminata hacia el interior de Ia cércel, que en estos dias ve c6mo sus pasillos son colmados de puestos para la venta del “recuerdo para la visita’; la miisica en los patios y pasillos y el “chamberlain” pronto inundan el am- biente. Las celdas siempre resultan insu- ficientes para atender los encuentros"*. Los dias de vista son verdaderos con- tactos con el mudo exterior. Son los dias en que se cumple el plazo para cumplir las obligaciones, para pagar las deudas “aqui hay, hay los vendedores y expen- dedores que hasta la fian; para que pa- 97. “El pastor vio y, porque tiene en sus manos ese pequiefio fragmento de recuerdo, porque traza en su discurso el testimonio de lo que vio, puede contestar y vencer el orgullo del rey o la presuncién del tirano. El testigo, el humilde testigo, puede ser por si solo, por medio del juego de la verdad que vio y enuncia, derrotar a los més poderosos”. Foucault, Michel. La verdad y las formas juridicas, Barcelona: Gedisa, 1996, pp. 63-64. 98, “Eso depende del patio, del poder o del dinero del interno. En algunos patios no pueden tener visita conyugal porque no tienen dénde, no tienen celda. Les toca pagar, pero si no tienen plata no pueden”, Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES ¢ CIJUS - JUNIO DE 2000 ea gue uno cuando le llega visita, pero como yo no tengo visita ni nada de eso, pues entonces no es posible”. Son los dias en que se “abre” un canal de comunicacién entre las limitaciones de la carcel y las posibilidades de la calle. Precisamente son las potencialidades de esta apertura las que obligan a ciertas practicas indig- nas, pero que bajo el actual funciona- miento de la institucién, parecen inevi- tables: “porque ellas a veces sospechan, de que la sefiora esta caminando mal, 0 que ellas se dan cuenta que las sefioras caminan incémodas, pueden sospechar de que llevan algo, entonces pues, ya re- quisan de una manera més profunda”. La dindmica misma de la carcel, su funcio- namiento, produce conflicts profundos que son el resultado de intenciones en- contradas. La ausencia de medios efica- ces y dignos que permita el cumplimien- to de las exigencias legales, es un factor que constantemente produce tensiones®. La cércel, como se ve, a la vez que exclu- ye de la sociedad a los llamados delin- cuentes, incluye dentro de su dinamica a las personas que se encuentran en su en- torno. Esta dialéctica entre las practicas excluyentes e incluyentes del sistema penitenciario permite que los efectos de la pena se distribuyan. La pena y la re- clusi6n, en consecuencia, alcanzan y sur- ten sus perversos efectos en la familia de Jos reclusos. Lo estatal dentro de la Carcel: “Es que es todas las veces uno es el malo”. El personal administrativo soporta dz distintas maneras los rigores del encie- rro. Naturalmente, no estén allf para cumplir una pena. No obstante, su tra- bajo se desarrolla en el mismo espacio y en el mismo tiempo en el que los reclu- sos purgan su pena, por lo tanto, partici- pan de los efectos producidos por las cor- diciones carcelarias. Las relaciones entre los reclusos y los guardianes, como antagonistas que son por definicién, como representantes de dos érdenes y de dos mundos distintos, han estado signadas por la lucha por el control dentro de la Carcel Modelo. De la verticalidad en las relaciones de anta- fio™, se ha pasado a una distribucién horizontal del poder entre reclusos y guardias que busca y produce ciertos efectos en cuanto a control. La dindmica cotidiana que envuelve a guardias y re- clusos ha llevado a un cambio en las re- laciones personales: “usted sabe que no- sotros nos tenemos que ver todos los dias, y para estar peleando todos los dias, eso ‘es muy aburridor. Entonces, no, aqui ellos lorespetan a uno, y obviamente nosotros también se responde de igual manera”. La falta de personal de guardia influ- ye notablemente en esta dindmica. El panorama que ofrece cualquier patio de 99. "De pronto en las visitas femeninas las requisas. En las requisas una mujer de pronto, como viene de todo tipo de personas, ccierto?, mujeres serias como mujeres también que tienen ahi cosas. Entonces esto lo hacen para todo el mundo, entonces lo generalizan. Entonces las requisas muchas veces pueden ser aburridas y ahi vienen las discordias”. 100. "Antes si. Uy! Antes eso era una tragedia. Para uno entrar aqui, eso era garrote desde que entrabe". 101. Aunque algunos opinan lo contrario: “El respeto aquf digamos del interno hacia el guardia consiste en que simplemente no lo maten ni lo chucen. Ese es el respeto que ellos tienen hacia uno. Eso es lo que ellos quieren de respeto. {Sf 0 no? Pero ellos lo irrespetan a usted desde cualquier punto de vista” Anélisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES ¢ CIJUS - JUNIO DE 2000 Ia cércel es bastante ilustrativo al respec- to, pues mientras los pasillos son colma- dos por reclusos que transitan libremen- te, los guardias permanecen estaticos e intranquilos junto a las puertas que co- munican un patio con otro. Esta diferen- cia entre la movilidad y la quietud, pare- ce ser el resultado de una inversién en las practicas carcelarias, que a la vez es el producto del cambio en las relaciones de poder. De esta forma, el control del perimetro se mantiene dentro de la car- cel: los guardias solo estén en las entra- das. Las consecuencias que una intromi- sién indebida puede producir, van des- de.un posible escalonamiento del conflic- to, hasta la pérdida del més valioso de los bienes: la vida'™. Los guardias se ven enfrentados dia~ riamente a un ambiente en donde una falsa calma y una latente tensién hacen que esta labor en especial sea extrema- damente dura e ingrata'™. Asf, los guar- dias intentan que la cércel no incluya, no traslade sus efectos a aquellos que estén afuera. En este sentido los efectos dife- renciados que la reclusin produce en los guardias, se traducen en ansiedad, in- tranquilidad, disciplinamiento y estigma- tizaci6n; algunos de los efectos que pre- cisamente se producen en los reclusos se producen en los guardianes lo que ha lle- vado a algunos reclusos a describirlos como “presos con paga” y a otros a ne- gar cualquier identidad pues en ellos se mantiene lo que les est negado, la posi- bilidad del afuera: “mire una cosa, diga-~ mos un dicho, un predicho, de que ellos también estan como nosotros. Nosotros estamos veinticuatro horas, ellos estén diez, doce horas, pero ellos también se familiarizan con la forma de vivir de no- sotros y nosotros con la de ellos”. b. La Unidad de Salud Mental de la Caércel Modelo La caracterizacién de un fenémeno ins- titucional tan complejo como lo es la Unidad de Salud Mental de la Carcel Nacional “La Modelo” de Bogotd, exige resaltar de entrada el profundo impacto que su existencia suscita en el observa- dor externo. Por ese motivo, tanto la in- vestigacién en el campo como la organi- zacién de los resultados, se vieron orien- tadas por un objetivo primordial, a sa- ber: comprender la realidad humana que se vive en la Unidad, para asf hacer posi- ble una mejor deteccién de los problemas que alli se viven. La Unidad de Salud Mental, antes Anexo Psiquiatrico, esta relativamente aislada del edificio principal de la Cércel Nacional Modelo. El edificio esta dividi- do en dos secciones discernibles. Cruzan- do Ia puerta, al lado de Ja cual hay un puesto de vigilancia con un guardia per- manente, se tiene acceso a las oficinas de la administracién, a la enfermeria y al depésito de medicamentos, todos ellos en el mismo piso. Mas alld, a mano derecha, se habilitaron algunos cubiculos para 102. “{S4? Si se meten con usted, usted briegue a sacar el cuerpo y no meterse en problemas. Porque meterse en tn patio, en un patio interno simplemente, el interno puede darle con un chuzo, con una pistola 0 con lo que sea lo puede estar fregando a usted. Usted sabe que la vida suya es tinica, es valiosa, es tinica: esa no se la devuelve nadie”. 103. "Es muy tensionante. Esto es un camello duro, esto es un trabajo duro que no todo el mundo lo acepta y como decimos, més de uno tiraria la toalla. Nosotros de eso, salimos sin nada, Mire y he visto casos de amigos, de compafieros de este trabajo, que se han afectado duro por eso. Uy, muchos se han enloquecido, claro”. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES « CIJUS - JUNIO DE 2000 servir de consultorios a psiquiatras y a psicélogos. En esta seccién, por lo gene- ral, permanecen unos pocos internos ha- ciendo el aseo, 0 en transito hacia las de- pendencias administrativas; esporddica- mente se ve a alguno de los pocos fun- cionarios salir de sus oficinas para diri- girse hacia el patio. Es alli, en el patio, donde se encuentra el grueso de la po- blacion de reclusos la mayor parte del tiem- po, tras la cuarta reja que los separa de la puerta principal de la cércel. En dicho lu- gar reina un incesante movimiento, acom- pafiado de multiples sonidos; desde que la reja que separaa los internos de los funcio- narios se abre, varias personas comienzan aacercarse a los visitantes, todos pidiendo algo: una moneda, un billete, un cigarrillo, un reloj, un esfero, unos zapatos. Ante todo, se trata de un sitio gris. El cemento del piso y de las paredes, algu- nas de las cuales estuvieron originalmen- te pintadas de blanco, junto con las rejas y mallas metélicas que se encuentran pre- sentes por donde se mire, enmarcan un extrafio ciclo de movimiento constante por parte de los reclusos, que en gran niimero se dedican a recorrer el patio si- guiendo un patrén circular e ininterrum- pido. “Patinar”, como Haman en el argot carcelario a esta actividad constante, es la principal ocupacién de un alto nime- ro de personajes de la mas diversa apa- riencia y edad, eso sf, con el comin de- nominador de ser visiblemente humildes. Alrededor del patio hay pequefios gru- pos de personas, sentadas conversando, o intercambiando objetos: comida, dine- 10, drogas. Otros més aislados sencilla- mente duermen, en el piso o sobre una mesa. Algunos pocos desarrollan activi- dades de aseo y mantenimiento del lu- gar: lavan y trapean el piso, recogen ba- suras, arreglan un tendido de ropa. A veces, se puede ver a un interno notable- mente mejor vestido que los demés, dan- do instrucciones 0 Ilamando a alguien. Pero la mayoria camina. i. La poblacion En principio, ingresan a la Unidad de Salud Mental quienes cumplan con la doble calidad de encontrarse privados de Ja libertad y sufrir de una afeccién men- tal lo suficientemente relevante, para ameritar un tratamiento distinto al de la generalidad de los presos. El que no sean més los requerimientos, hace que alli se encuentren mezclados sindicados con condenados, por una parte, y todo tipo de enfermedades mentales, por otra. En términos generales, en la Unidad se mez- clan, indistintamente, enfermos mentales en tres tipos de situaciones diferentes: a) los inimputables, esto es, personas que por la gravedad de su afeccién mental no estan en capacidad de comprender el entorno que les rodea y, por consiguien- te, no pueden guiar sus acciones de acuerdo con lo prescrito por tal entorno. Se trata, por ejemplo, de personas cor. retardo mental severo, o con daiio cere- bral resultante de accidentes graves, o de psicéticos de alta peligrosidad; b) quie- nes al momento de cometer el delito no padecian una enfermedad mental, pero la habian sufrido en el pasado y por ello mantienen un “gradiente de enferme- dad”, que puede reactivarse e impedir, potencialmente, la convivencia pacifica del interno. E] internamiento para ellos es de tipo preventivo; c) quienes desarro- laron algtin tipo de enfermedad mental después de haber ingresado a la cércel y, en consecuencia, no pueden quedarse en los patios. El caso de los inimputables es de la mayor importancia, por cuanto, por man- dato de la Ley 65 de 1993, no pueden re- cibir un tratamiento carcelario y, por lo mismo, deben ser transferidos al Sistema de Salud para allf recibir un tratamiento médico. El articulo 24 de tal cuerpo nor- mativo establece que el Gobierno Nacio- nal contaba con un plazo de5 aftos a partir de la vigencia de tal ley, para incorporar al Anlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 Sistema Nacional de Salud a los inimpu- tables que deberfan recibir tratamiento psiquitrico con los medios materiales y humanos necesarios. Durante este mis- mo plazo, ordena la ley, debian desapa- recer los anexos o pabellones psiquidtri- cos de los establecimientos carcelarios. Asi, la Unidad de Salud Mental no solo deberia albergar tinicamente a inimpu- tables declarados como tales por Medi- cina Legal, sino que ya deberfa estar o bien extinta, o bien en vias de desapari- cién, por el traslado de su poblacién a clinicas especializadas. Sin embargo, salta ala vista que ese no es el caso; de hecho, de los 70 internos que albergaba la Uni- dad al momento de las visitas solo 11 eran inimputables, y el resto pertenecian alas otras dos categorias resefiadas. Ello, sin contar con los “otros” casos de internos que han llegado a la Unidad no por mo- tivo de enfermedad mental, sino de su propia seguridad personal; tal es el caso, por ejemplo, de algunas personas conde- nadas por los delitos contra la libertad sexual. Igualmente, se ven casos como el descrito por uno de los psiquiatras: un interno de los patios generales, que como efecto secundario de una intoxicacién por bazuco, tuvo ciertos episodios de conduc- ta que el personal médico calificé como sintomas de una enfermedad mental, por lo que fue remitido a la Unidad. Cuando se desvanecieron los sintomas de la in- toxicacién, el interno se negé a volver a los patios, amenazando con que comete- rfa serios atropellos si lo devolvfan. El problema de los inimputables pre- senta complicaciones adicionales. Aun- que su traslado a clinicas especializadas se ha realizado, efectivamente, en la gran mayoria de los casos, atin quedan varios enia Unidad cuya situacién no se ha po- dido definir, bien sea porque existen de- moras en el Ambito de las autorizaciones judiciales necesarias para que salgan en libertad, bien porque el Ministerio de Salud, encargado de financiar las trans- ferencias, no ha asignado los recursos necesarios. A estos inimputables se les califica como en situacién de “depésito” ya cargo de tal ministerio. Por otra par- te, existen casos de inimputables que ya han cumplido con el tratamiento psiquid- trico prescrito por el juez respectivo, y por ende ya tienen su libertad, pero no han podido salir, porque existe una or den judicial que ordena que los fami res los recojan, y éstos no han querido hacerse cargo del “loquito”. Es este el momento para sefialar lo angustioso de la situacién en que algunos de ellos se encuentran, por cuanto no sdlo estan abandonados en la Unidad ala espera de quien los venga a reclamar, sino que, ade- més, no son conscientes de lo que les su- cede. Es asf como un inimputable, oriun- do de Boyacé y sometido a tales condi- ciones, informs al entrevistador que se encontraba en la Unidad por cuestiones de trabajo. Como lo que define la permanenciaen la Unidad es el hecho de sufrir una afec- cin mental, el tratamiento que se le daa los internos se basa no sobre una légica punitivo-resocializadora, como la carcel en general, sino sobre una légica médi- co-terapéutica. Asi, muchos de los pro- gramas generales de la carcel, tales como el de tratamiento progresivo, son susti- tuidos por otros, més afines con el trata- miento psiquitrico. Por ejemplo, los pro- gramas de resocializaciéna través del tra- bajo son adaptados por la Unidad bajo la forma de “terapias ocupacionales” que pretenden, esencialmente, mantener ocu- pado al interno. El modelo médico, ade- més, debe adaptarse a las condiciones especialfsimas de los enfermos mentales que se encuentran recluidos en una cér- cel, ya que a diferencia de los servicios de salud mental que se prestan por fue- ra, en la crcel no existe una demanda de los mismos, sino una imposicién del tra- tamiento. Ello tiene serias repercusiones sobre la forma como se ejerce la funcién Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES ¢ CIJUS - JUNIO DE 2000 del personal de psiquiatras y psicélogos, por cuanto deben empezar por crear, casi ala fuerza, lo que llaman “conciencia de enfermedad”, estado que muchas veces elinterno sencillamente no desea asumir. Teniendo en cuenta que -tal como lo afirmé el psiquiatra entrevistado- “las instituciones mentales estan mandadas a recoger por politica mundial”, es de es- perar que una gran variedad de enfermos mentales, recluidos a la fuerza unos con otros, empiecen a “replicar” los sintomas que se presentan entre unos y otros, ha- ciendo mas compleja la labor de diagnés- tico y tratamiento. Adicionalmente, el alto nivel de drogadiccién observable entre los internos de la Unidad, centrada en el bazuco, introduce un componente adicional que distorsiona los cuadros tra- dicionales de la enfermedad mental. Otra de las caracteristicas comunes a los internos, como ya se dijo, es su ex- traccién social: casi en su totalidad, pro- vienen de los sectores més deprimidos de Ia poblacién y muchos de ellos pueden ser calificados de indigentes. Estas diff- ciles condiciones, como lo explica el coor- dinador, inciden sobre el tipo de desér- denes mentales que se presentan. Asi, es especialmente alta la incidencia de los trastornos de personalidad, de cardcter incurable, con los componentes adiciona- les de agresividad que son propios de la vida en reclusién. Otra consecuencia que se deriva de su baja extraccién socioeco- nomica, es la escasa capacidad adquisiti- va de los internos y de sus familias. Ello Jes hace més dificil la vida en la carcel, en la medida en que para suplir las nece- sidades que la instituci6n no satisface, se yen obligados a robar 0 aendeudarse. Las posibilidades de contar con una asesoria juridica adecuada también disminuyen. ii, El lugar: infraestructura fisica El patio donde hoy funciona la Unidad, albergaba originalmente al grupo de re- clusos Ilamados “16-18”, esto es, a los menores de edad que habfan incurrido en pequefias infracciones comunes, por lo general robos callejeros, con quienes el Instituto de Bienestar Familiar estaba desarrollando un proyecto de rehabilita- cién. Como era de esperarse, al momen- to de realizar el traslado de los reclusos desde La Picota en 1993, las instalacio- nes del patio de la Modelo no cumplian con los requerimientos minimos que exi- ge el internamiento de enfermos menta- les; sin embargo, el traslado se Ilevé a cabo. Entre 1993 y 1994, el manejo de la Uni- dad de Salud Mental fue asignado, por contrato, a una empresa privada de sa- lud llamada Sistemas Integrales de Salud, SIS. De acuerdo con el guardia que tra- bajé en la Unidad durante ese ajio, “fue la época més floreciente para esos inter- nos; porque crearon toda clase de progra- mas, invirtieron mucho en el pabellén, y, (lo )reformaron...”. La alta calidad del servicio que presté esta empresa fue el fundamento, de acuerdo con el funcio- nario, para que los internos iniciaran un proceso de rehabilitacién visible, que involucraba desde la participacién volun- taria en las actividades, hasta la renun- cia al consumo de drogas. La empresa emprendié la primera de las renovacio- nes del edificio, para adaptarlo a las ne- cesidades del tratamiento psiquidtrica; sin embargo, la obra nunca fue termina- da. La empresa se fue en 1994, por finali- zacién del contrato y el edificio quedé ea obra gris, incluso con algunas partes en obra negra. Ello coincidié con el comienzo Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES « CIJUS - JUNIO DE 2000 del traslado de los inimputables a clini- cas especializadas, en cumplimiento de la Ley 65. De acuerdo con el mismo informante, en el momento en el que la empresa pri- vada salié de la Unidad comenzé un de- clive que llevé a las condiciones actua- les; por ejemplo, se comenz6 a reducir progresivamente la némina de funciona- trios médicos y administrativos, hasta el punto de que si en la época del SIS habia dos médicos y enfermeras permanente- mente, hoy en dia, slo se cuenta con una enfermera jefe en las mafianas y con un auxiliar de enfermeria por turnos. Ya no hay médico general. El Inpec retomé el manejo de la Unidad, que a pesar de su nebulosa situacién juridica, segufa reci- biendo mas y més internos. Algunos de los programas terapéuticos iniciados por Ia empresa se continuaron desarrollando, pero posteriormente desaparecieron. Hoy en dfa, no hay terapeuta ocupacio- nal: una de las enfermeras debe encargar- se de esa labor. Como lo explica el coor- dinador, existen problemas graves en la articulacién administrativa de la Unidad con la carcel. El problema de fondo es la falta de autonomfa administrativa de la Unidad de Salud Mental, ya que las de- cisiones presupuestales y de contratacién se toman en el Inpec. Ahora bien, las di- ficultades no provienen de la falta de re- cursos, como lo afirma el coordinador: “Uno podria perfectamente sostener que es de los patios con mayores recursos. Existe por parte del Inpec un presupues- to especial dedicado tinica y exclusiva- mente a los enfermos mentales; un pre- supuesto para gastarlo exclusivamente en ellos y en sus necesidades; en todo lo que concurra a beneficiarlos. Y ese pre- supuesto pues en los tiltimos tiempos ha sido un presupuesto perfectamente ma- nejable; sostenible; alcanza perfectamen- te”. Lo que sucede es que el presupuesto no llega con puntualidad ala Unidad. En consecuencia, la misma se ve enfrentada a graves problemas de iliquidez, duran- te la primera parte del afio, y en el se- gundo semestre, a un superdvit que no se sabe en qué invertir. Por este motivo, en 1998 la Unidad devolvié $20 millones. Esta situaci6n se refleja en las obras de infraestructura fisica: las paredes de ce- mento burdo, las lozas del suelo levan- tadas, los bafios en un estado de comple- to decaimiento, se suman a la situacién de los “calabozos”: tres cuartos de rech sién, ubicados en el segundo piso. Ori nalmente, estaba previsto revestirlos de paredes blandas y dotarlos de mobi rio fijo, pero hoy en dfa, son simples ha- bitaciones de cemento burdo, que a me- nudo se inundan y en las cuales no hay ni un bloque de cemento para sentarse, a pesar de que en ellos se afsla a los pa- cientes indisciplinados. Las areas comunales ~principalmente el primer piso- son simples salones, sin mayor lucimiento ni acabados. El come- dor, que también se habilita como salén comunal para conferencias u otros even- tos, cuenta con algunas pocas sillas y mesas plésticas, claramente insuficientes y una television. Otro salén, que esté en ‘obra negra, tiene algunas maquinas de gimnasio, que son utilizadas por los in- ternos ante todo para dormir. El que no se haya terminado la adapta- ci6n del edificio a las necesidades del ser- vicio explica el hecho de que sea facil, para algunos internos, destruir techoso paredes cuya estructura es especialmente débil, para ingresar a las dependencias adminis- trativas o a los depésitos de bienes de la Unidad en las horas de la noche y robar. A pesar de las precarias condiciones infraestructurales, la Unidad no presen- ta problemas de hacinamiento. Los inter- nos tienen sus alojamientos en el segun- do y tercer piso de la construcci6n. Alli, se ubican dos grandes dormitorios colec- tivos, cada uno con capacidad para alber- gar entre 60 y 70 internos. Esto es, existe un cupo maximo de 140 internos para el Andlisis de a situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 pabellén, cupo que nunca se ha rebosa- do. Hoy en dia, con una poblacién de 70 internos, el hacinamiento que se vive en las carceles del pais es un problema leja- no para la Unidad. Condiciones sanitarias Las condiciones sanitarias de la Uni- dad de Salud Mental estén determinadas por dos factores: Ja enfermedad mental de los internos y el agua. En primer lugar, los habitos de higie- ne elementales no han sido interiorizados por el grueso de los pacientes, quiza por- que no son una parte relevante de su sen- tido de la vida. Es frecuente ver internos escupiendo en el suelo, limpidndose la nariz con las manos o contra las paredes. Muchos de ellos, como ya se dijo, han sido indigentes por lo cual no acostum- bran bafiarse a menudo. Los demés, por su condicién o por las drogas psiquidtri- cas y psicotrépicas que consumen, sue- len descuidar la higiene. En segundo lugar, el agua es un proble- ma grave en varios sentidos: a) es muy fre- cuente que se suspenda el servicio deagua corriente, normalmente por dos 0 tres dias, més de una vez al mes. Hay internos que recordaron haber durado hasta 20 dias sin agua. Y, cuando no la quitan, por lo gene- ral viene sin presin. La mayor parte de las duchas instaladas esta dafiada, por lo cual el bafio matinal se hace “a totumazos”, con. elagua que los internos recogen diariamen- te en un tanque que queda por fuera del pabellén; b) el agua no llega a los seis ino- doros con que cuenta el edificio y tres de ellos tienen dajiada la cisterna. Hay algu- nos internos a quienes se ha asignado per- manentemente la labor de asear los bafios y aellos corresponde limpiar los inodoros con baldes de agua en horas de la mafiana, cuando la totalidad de los reclusos los ha utilizado; c) el reciente auge en la construc- cidn de ttineles subterrdneos, por parte de Jos internos de los patios comunes, ha Ile- vado a las autoridades a perforar y relle nar de concreto el subsuelo; en una de esas operaciones, buscando la boca de un trinel, taparon un desagiie de aguas negras de importancia crucial para la Unidad. Los bajios del primer piso se obstruyeron por completo y se presentaron inundaciones. Para solucionar este problema, el coordi- nador tuvo que improvisar, personalmen- tey con la ayuda de algunos internos, une nueva ruta para el desagiie, permitiendo asi la descongestion de las tuberfas de la Unidad; d) la estructura del edificio no cuenta con un sistema de desagiie eficien- te, por lo cual, cuando Ilueve muy fuerte, no es raro encontrar las dependencias ad- ministrativas completamente inundadas; e) el agua que llega a la Unidad no es apta para el consumo humano. El coordinador lo expres6 claramente y, con ello, explicité las diferencias existentes entre la adminis- tracion y los internos: “Me parece estupen- da para los bafios”. Hasta el momento, las condiciones sa- nitarias bastante precarias—no han cau- sado mayores problemas. De acuerdo con la enfermera, si bien se presentan enfer- medades gastrointestinales comunes con alguna frecuencia, no es algo que desbor- de los ciclos normales de tales enferme- dades. El coordinador aseguré, en repe- tidas ocasiones, que por su calidad de enfermos mentales, los internos tienden a sufrir menos enfermedades corporales. Dotacién institucional Una vez el interno ha ingresado a la Unidad de Salud Mental, ésta lo provee de los elementos indispensables para su estadia: overoles, algunas otras piezas de vestido, sébanas, cobijas y una colchone- ta. El uso de almohadas est prohibido en la Unidad, desde que hace algunos afios se present un asesinato por asfixia, utilizando una almohada como arma. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES « CIJUS - JUNIO DE 2000 Hecha la entrega de estos elementos, al interno se le asigna una cama. Existe, a este respecto, una diferencia notable entre las camas del segundo y las del ter- cer piso. En el segundo piso hay dos lar- gas filas de camarotes de dos pisos, sen- cillos, sin ningiin tipo de divisién entre ellos. Enel segundo piso, de acuerdo con Jo que explicé el interno lider, estan “los mas enfermos"; en el tercero, donde se ubican los internos de mayor influencia y poder en la Unidad y algunos de los més visiblemente “sanos”, las camas no estan a la vista sino ocultas tras un entra- mado de cortinas que dividen el salén en. multiples alojamientos individuales, ais- lados desde el techo hasta el piso y en los cuales viven internos, o bien indivi- dualmente, o bien en grupos de a dos 0 tres. Como se verd posteriormente, esta distribucién espacial guarda una cohe- rencia perfecta con la distribucién del poder entre los internos. Igualmente, el interno recibe al ingre- sary, posteriormente, una vez al mes, ele- mentos de aseo personal; por lo general, la dotacién es suficiente. Sin embargo, debido al alto grado de drogadiccién, los internos en su gran mayorfa venden es- tos objetos para conseguir droga con su importe, o sencillamente los truecan. Hay quienes han Ilegado, incluso, a cambiar su colchoneta por un poco de marihua- na, Cuando ya no les queda nada, acu- den al robo. Algunos funcionarios con- taron cémo los depésitos en que se guar- dan las dotaciones han sido violados por los internos y su contenido completa mente saqueado, para luego ir a parar a los demas patios a cambio de drogas. El problema del robo de elementos de do- tacién, para conseguir droga, ha llegado hasta el extremo de que se desaparecie- ron una mesa y ocho sillas “Rimax”, que un interno pas6 por encima del muro hacia los otros patios. La alimentacién Aunque los alimentos son abundan- tes y la materia prima de buena calidad, la preparaci6n y la combinacién de la comida, asf como la forma en que es ser- vida, dejan mucho que desear. No obs- tante, de acuerdo con la trabajadora social, se cuenta con una nutricionista en la carcel, cuya buena labor fue con- firmada por el coordinador, el proble- ma radica en el suministro de la carne: ésta la mandan una vez a la semana, y de resto compensan con carnes frias que, en palabras de la funcionaria cita- da, “son carnes que de pronto duran mucho congeladas, mucho tiempo en la nevera y con el tiempo ya empieza un proceso de deterioro. Y ellos la recha- zan. Ellos la rechazan y tienen todo su derecho. Y si nos toca se las hacemos devolver”. Ante esta situacin, existe la opcién de la cafeteria “Las Mercedes”, un pequefio caspete ubicado a un cos- tado del patio, de propiedad de un in- terno, donde se puede comprar un pe- dazo de carne por $1.200. Por motivos de seguridad, en la Uni- dad esté prohibido el uso de cubiertos metélicos; slo se permite utilizar cu- charas plasticas 0 de madera, menos susceptibles de ser usadas como armas. Sin embargo, no todos los presos tienen cucharas, por carecer de recursos para comprarlas y porque la cércel no se las. proporciona. De alli que en no pocos casos se vean obligados a comer con las manos. Por otra parte, no se cuenta con recipientes adecuados para la comida. Asi, cuando se manda sopa toca servir- la o bien en platos pandos, o bien en cualquier recipiente que los internos encuentren, presentando serios ries- gos para su salud, porque usan latas © cascarones plasticos que sacaron de Ja basura. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 iii. La atencién en salud ‘Como Ia Unidad presta un servicio de indole eminentemente médica y terapéu- tica, la atencién en salud es uno de sus fuertes. De hecho, gran parte del perso- nal esté allf con ese fin. A pesar de que desde hace varios meses no se cuenta con un médico general, los tres médicos psi- quiatras hacen de tal, por lo que se en- cargan de atender los casos que se pre- senten, durante sus turnos normales. Y aunque una de las auxiliares de enferme- rfa ha debido asumir las labores de tera- pia ocupacional, ante la vacante perma- nente de ese puesto, las otras cuatro or- ganizaron sus turnos, seis horas cada una, para no dejar el sitio sin enfermera en ningtin momento. El local de enfermeria es pequefio y cuenta s6lo con una camilla y una cama para los enfermos que, cuando est va- cia, es ocupada por la enfermera que esté de turno (aellas no les asignan una cama propia). No obstante, en lo relativo a do- tacién e instrumental, no se pueden opo- ner mayores reparos; incluso se conside- ran buenos por parte de los profesiona- Jes que allf laboran. En contraste con la buena calidad del servicio de salud, el desconocimiento de Ia poblacién en cuanto a las enfermeda- des de transmision sexual y los riesgos que ellas plantean para una poblacién cautiva, debe calificarse de alarmante. Ya se han presentado dos casos, hace aproxi- madamente un afio, de internos que mu- rieron de SIDA, uno de ellos dentro del ‘Anexo, en condiciones lamentables y aten- dido tinicamente por sus compafieros. Salud mental y farmacologia Este aspecto es esencial en la vida co- tidiana de la Unidad de Salud Mental. Como parte integral del tratamiento psi- quidtrico y en tanto eficaz instrumento de control sobre la conducta de los inter- nos, la prescripcién de drogas psiquidtri- cas constituye la herramienta por exce- Iencia del personal médico. Algunos de los internos entrevistados informaron que consumfan drogas psiquidtricas, an- tes de entrar a la Unidad, por haber sido sometidos a algtin tipo de tratamiento de esa indole. Sin embargo, otros muchos reportaron que al momento de ser inter- nados en la cércel no consumian ningtin tipo de “pepa”, pero que comenzaron a hacerlo alli. Al momento de realizar las visitas, de los 70 internos, 45 se encon- traban recibiendo medicaci6n dos y tres veces al dia. Los dems se encontraban en perfodo de “reposo”. Es pertinente aclarar que, seguin el coordinador, no existe mayor efecto téxi- co cuando se mezclan las drogas psiquié- tricas con las psicotrépicas -marihuana, bazuco, cocaina-, dado que las primeras tienen un margen de tolerabilidad muy alto. Resulta evidente, de todas formas, que el estado mental de un ser humano, consumidor de medicamentos psiquiatr: cos de excepcional potencia y de drogas psicoactivas, no puede ser otro que el de a enajenacién. De hecho, durante las entrevistas algunos de los internos res- pondieron las preguntas con un compo- nente alucinatorio importante. Los momentos de crisis configuran una situacién especial. Al estar acompatiados, por lo general, de componentes de exci- tacién motriz o psiquica, plantean poten- cialmente una amenaza para la integri- dad del edificio, de los demas internos y del personal. En estos casos se acude al llamado “coctel”, mezcla quimica que reemplazé a la camisa de fuerza en los establecimientos de reclusién psiquiatri- ca. La eficacia de estos farmacos para con- trolar la conducta del interno en estado de crisis es impactante. Un interno infor- m6 que el “coctel”, sencillamente, los “neutraliza”. Otros hicieron descripcio- nes gréficas de la forma como opera el Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES ¢ CIJUS - JUNIO DE 2000 efecto motriz de los anti-psicéticos que se inyectan, afectando la tonicidad de los muisculos de manera tal que la persona, literalmente, “tuerce” sus extremidades y se queda en esa posicién hasta que se ie suministra el farmaco que elimina tal efecto. De allf que sea un instrumento de control cuya administraci6n es especial- mente delicada, por las consecuencias mismas que genera en el organismo del receptor. El personal de la Unidad fue undnime al establecer que el “coctel” siempre ha sido administrado de mane- ra responsable y respondiendo a circuns- tancias que objetivamente lo justifiquen, desde el punto de vista médico y social. Apesar de ello, no faltaron algunas afir- maciones en sentido contrario por parte de los internos: varios expresaron que el “coctel” es suministrado, también, a quie- nes son sorprendidos sosteniendo rela- ciones sexuales entre ellos. Esta afirma- cién puede ser matizada si se tiene en cuenta que, segtin otro entrevistado, éste fue inyectado cuando los contactos se estaban llevando a cabo en la mitad del patio y frente a las visitas (conducta que, dadas las circunstancias, podria haber sido calificada como de “agitacién”). Por otra parte, ciertos internos aseveraron que miembros del personal administra- tivo de la Unidad utilizan la amenaza de aplicar el “coctel”, como recurso discipli- nario ante los internos que “hacen mu- chas peticiones”. La drogadiccién en la unidad De acuerdo con la percepcién del coor- dinador, un 80% de los internos consu- me drogas psicoactivas y ello tiene una incidencia directa sobre su enfermedad mental. A menudo, durante las entrevis- tas, se pudo apreciar cémo, a pocos me- tros de distancia, circulaban abiertamen- te las papeletas de bazuco. Varios inter- nos mantienen, permanentemente en sus manos, pipas para consumirlo. El olor a marihuana es frecuente. El alto consumo de sustancias psicotrépicas es, asf, el prin- cipal problema del pabellén que, de he- cho, se articula en forma directa con el trdfico y consumo de drogas existente en Ja Modelo. Es desde alli, desde donde se surte a la Unidad de tales sustancias. La totalidad de los entrevistados se refirié a la facilidad con la cual los internos fran- quean las barreras que los separan de los, patios, para ir a comprar lo que necesi- tan y volver. Asimismo, muchos de los internos narraron que empezaron a con- sumir estas sustancias en la cércel. El con- sumo de este tipo de drogas se ve esti mulado por algunos internos de la Uni- dad y de la Carcel, vinculados al trafico, que reportan beneficios econémicos por las ventas. No es dificil imaginar los efectos que esta situacin produce en el tratamiento psiquidtrico que se intenta dispensar y en la salud mental de los internos. Como lo afirmaron perplejos algunos psiquiatras, en la Unidad se presentan cuadros de enfermedad que no se ven en ninguna otra institucién, por la especial conjuga- cién de factores: encierro, violencia, dro- gas psiquidtricas, drogadiccién, abando- no, angustia, condiciones extremas de pobreza. Y, lo que es mas revelador, el problema de la drogadiccién ha llegado a tal extremo que las autoridades se de- claran perfectamente impotentes frente a él. Acuden tanto a las charlas motiva- cionales, grupales o individuales, como al encierro en los calabozos, pero nada parece surtir efecto. iv, Los internos y sus familias En general, las personas que se encuen- tran en la Unidad de Salud Mental han sido abandonadas por sus familias. En primer lugar, muchos de ellos estan pre- sos por haber cometido delitos contra Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES « CIJUS - JUNIO DE 2000 alguno de sus familiares cercanos —lesio- nes personales, hurtos, acceso carnal vio- lento-, por Jo cual, es comprensible que éstos prefieran cortar relaciones y dejar- Jos en la cércel. En segundo lugar, mu- chos de estos internos constituyen cargas econémicas, afectivas y sociales que la familia no puede asumir. Por tiltimo, se han visto casos reportados por los fun- cionarios, en que la familia que quiere deshacerse de un enfermo mental a su cargo, le pone una denuncia penal y lo- gra llevarlo a la cércel. La situacién de algunos es especialmente preocupante, pues ya han cumplido con su tiempo de reclusién, pero no pueden salir en liber- tad a menos que un familiar los reclame, por mandato judicial, como ya se sefial6. Aste problema de abandono, se suma el de quienes por vivir en otro lugar del pais, no pueden recibir visitas. En conse- cuencia, como lo conté un guardia con varios afios de experiencia en la Unidad, en un dia de visitas normal, en el cual pueden entrar hasta diez mil personas a a Cércel, nunca se ven més de diez perso- nas entrando al Anexo Psiquiatrico. La tra- bajadora social ratificé esta percepcion. La carencia de relaciones familiares afecta la autoestima de los internos, lo cual fomenta la depresién y la drogadic- cién. Las autoridades carcelarias, espe- cialmente la trabajadora social y el asis- tente jurfdico, han propendido por ubi- car a las familias y motivarlas a que se ocupen del interno, labor que muchas veces ha demostrado ser quijotesca. Hay internos a quienes no se les conoce fami- lia ni cuando entran ni cuando van a sa- li, y como han olvidado hasta dénde vi- vian, se hace, entonces, casi imposible establecer el contacto. , Los programas de rehabilitacin La educacién que se ofrece a los inter- nos de la Unidad de Salud Mental se re- sume en programas de alfabetizacién y cursos de educacién primaria, dictados por internos de los patios comunes de la carcel, quienes, a su vez, son entrenados por la seccién de Educativas. Los inter nos contaron que hacia semanas no vefan al instructor y, por tanto, no recibfan nin- gun tipo de formacién. El instructor dejé de ir, a pesar de ser remunerado por el Inpec. Para el coordinador, la ausencia puede explicarse por la falta de continui- dad y de motivacién que muestran los internos de la Unidad. La trabajadora social atestigué que en afios anteriores, se tenfan en funciona- miento activo dos grupos de estudio, uno de primaria y uno de bachillerato; y que de éste lograron graduarse como bachi- Heres once 0 doce internos, que presen- taron las pruebas del Icfes y las aproba- ron. Asf que se trata en realidad de un fenémeno coyuntural. Sus causas pueden buscarse, entre otras, en la mala calidad del servicio y en una profunda desmoti- vaci6n generalizada. El trabajo, como la educacin, tiene un cardcter primordialmente terapéutico en la Unidad. Existen dos tipos de activid des laborales. Una, la de talleres y tere pia ocupacional, y otra, la de aseo de las instalaciones. Esta tiltima forma parte, ademés, del programa de auto-cuidados instaurado por los internos. Los interncs vinculados a cualquiera de tales progra- mas, devengan un sueldo trimestral de $90.000, aproximadamente, que el Inpec les proporciona a titulo de ayuda. La Unidad cuenta con varios talleres: pana- deria, carpinterfa, bolsas y zapateria. El taller de panaderia funciona donde an- teriormente quedaba la cocina de la Uni- dad; de esta manera, se aprovechan los hhornos y el instrumental que no se esta- ba utilizando. Este es, tal vez, el taller que mejor funciona; los internos suelen ha- cer pan, tortas y afines para ocasiones especiales, como la celebracién del dfa de la madre o de los cumpleafios. Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 Existen otras actividades, ya no corres- pondientes al area de talleres, sino a la de terapia ocupacional propiamente di- cha: la granja, que es un pequefio cultivo de hortalizas que tienen plantado los in- temnos frente a la puerta del edificio, al final de la cancha de futbol, en el cual siembran zanahorias, lechugas y otras. plantas; la jardineria, que hoy en dia ya No se ejerce, porque los internos encar- gados o bien recuperaron su libertad, 0 bien fueron trasladados a otras clfnicas. De manera intermitente, se han ido de- sarrollando muchas actividades que lue- go han sido abandonadas, por el mismo fenémeno de apatia y desercién, arriba descrito. Otras fueron suspendidas, por- que el robo masivo de los medios de tr bajo necesarios impidié su continuacién. Ast, por ejemplo, de acuerdo con la tra- bajadora social, en el taller de zapateria que se mont6 con la ayuda de un instruc- tor, interno en el patio tercero de la cér- cel, se robaron todo el cuero que se habia comprado. vi. Grupos de poder existentes Las estructuras de poder que se han ido consolidando en la Unidad de Salud Mental tienen poco que ver con las que imperan en los patios comunes. Los po- deres de la guerrilla, de los paramilitares y de los narcotraficantes no se ejercen alli, como silo hacen en la carcel. Ello se debe, fundamentalmente, al hecho de que el comin denominador de estos presos es la enfermedad mental. En esas condicio- nes, cualquier tipo de agrupamiento, ba- sado en lo que algunos internos llaman “ideologias”, es imposible. Ademés, el comercio de drogas en el pabelln es no- table, pero comparativamente insignifi- cante, como para suscitar un real interés en los narcotraficantes poderosos que se encuentran en la cércel. La Unidad de Salud Mental es el lugar propicio para el surgimiento de “Ifderes naturales”, uno de los cuales es en este momento el personaje central del pabe- U6n: Francisco. Este interno ha estado tecluido en varios centros penitenciarios del pais, desde muy joven. El mismo se define como “un muitiplicador de paz”, que “ha venido sembrando la semilla del amor en todas las cérceles”. Apoyado en su inteligencia ~que los mismos psiquia- tras reconocen como extraordinaria-, en su facilidad verbal y en sus conocimien- tos, este lider ha logrado forjar a su alre- dedor un movimiento de indole carismético. Su principal herramienta de accin ha sido la religion; él es quien or- ganiza y guia unas sesiones colectivas de oracién, reflexién y lectura de la Biblia, que se realizan diariamente entre las seis de la tarde y las siete de la noche, en el segundo piso del edificio de alojamien- tos. Légicamente, representa a la Unidad en la mesa de trabajo de la carcel y hu- biera sido, también, el representante al comité de derechos humanos por elec- cin de los internos, si estuviera permiti- do ocupar los dos cargos a la vez. No hubo uno sélo de los internos entrevista- dos que no recalcara su sentimiento de gratitud, admiracién y fidelidad hacia este lider, por la forma como habia logra- do cambiar sus condiciones de vida. Efec- tivamente, desde que entré a la Unidad se desaté un proceso de pacificacién pro- movido por é1, que Ilevé a un “armisti- cio” voluntario. Desde hace 14 meses, no se han presentado heridos por arma cortopunzante de gravedad en la Uni- dad, siendo que con anterioridad ésta era un lugar realmente violento. Es indiscutible que, el hecho de que los internos le atribuyan personalmente tal logro, lo ha dotado de un rango especial. Aélacuden cuando necesitan una aseso- ria 0 consejo; él es quien, al gozar de una legitimidad casi total, legitima a su vez Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES « CIJUS - JUNIO DE 2000 el ejercicio del poder por otros internos, los “mds sanos”, todos del tercer piso, quienes actiian como coordinadores con- juntos del patio y colaboran para mante- ner el orden. Se reitera que, salvo por los problemas de drogadiccién y los hurtos nocturnos, es mucho lo que entre los in- ternos se ha logrado: catorce meses de paz, en un lugar que antes era percibido como un infierno por sus moradores, re- velan las posibilidades de reducir sustan- cialmente los niveles de violencia de un centro de reclusién. El personal administrativo y de salud no es de la misma opinién. El coordina- dor, por ejemplo, aunque reconoce las cualidades personales del interno en cuestién, califica al movimiento de “des- obediencia civil’, altamente perjudicial para el tratamiento de rehabilitaci6n. Este enfrentamiento ha generado una serie de denuncias por parte y parte. Ast, los in- ternos Ifderes se quejan de amenazas de traslado, provenientes del personal mé- dico y administrativo, y éstos, por su parte, acusan al movimiento de desesta- bilizar interiormente a los reclusos. El dinero, aunque desempefia una fun- cién importantisima en la dinamica dela Unidad ~en la medida en que es necesa- rio, en sf mismo o representado en bie- nes, para conseguir drogas-, no es el mecanismo por excelencia a través del cual se estructuran las relaciones de po- der. Sin embargo, es innegable que los internos estén endeudados entre ellos y con Ia cafeteria “Las Mercedes”. Ahora bien, a diferencia de lo que ocurre en la Modelo, en la Unidad no es necesario pagar para conseguir una cama, ni finan- ciar la limpieza de los patios. La princi pal -muchas veces la tinica~ fuente de gastos es la adicci6n. Autogestién y autocontrol Una de las principales motivaciones del movimiento de reclusos es mantener unos esténdares mfnimos de vida respec- to tanto a la higiene y presentacién per- sonal, como a la convivencia pacifica y salud mental. Los programas instaurados por esta via suplen, en buena medida, las deficiencias de los servicios carcelarios. Ello es especialmente notorio en lo que concierne al aseo personal y a la higiene del lugar. En lo que se refiere al mantenimiento del orden en la Unidad, las organizacio- nes de los internos han desplazado a la administracion. En este pabellén, como en toda la cércel, existe un régimen dis- ciplinario dual: el primero se encuentra en el reglamento oficial, el otro es el de los internos. El régimen disciplinarioins- titucional es bastante ineficaz: un inter- no, a quien han recluido a menudo en el calabozo, comenté que no se presentan inconvenientes para que alli le lleguen cigarrillosy marihuana. Esta situacion ha Ilevado a que sean los internos Ifderes, quienes se distribuyan entre sf las fun- ciones de control y vigilancia de los de- més internos. Como reconocimiento a su organizacién, se les permitié manejar la lave que del patio principal da acceso a los alojamientos, en las horas del dia. Gracias a esta potestad, pueden contro- lar quién entra y, de esta forma, dismi- nuir las posibilidades de robo de las col- chonetas u otros objetos. Sélo permiten a los internos enfermos permanecer en los alojamientos; por lo demas, todos deben estar en el patio o en sus activi- dades personales. El régimen disciplinario de los inter- nos va mucho més allé de la simple pre- vencién del hurto. Con el fin de mante- ner unos estandares de convivencia mi- nimos, han ideado un sistema de sancio- nes al que bautizaron “aventuras en pa- fales”, segiin el cual, si se comete una infraccién medianamente grave, cinco coordinadores inmovilizan al recluso indis- ciplinado y le propinan una serie de chancletazos en lasnalgasy en las piemas. Andlisis de ta situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 El procedimiento es especialmente estric- to con los ladrones. Igualmente, quienes consumen dosis muy altas de droga pue- den recibir este castigo y también los ho- mosexuales sorprendidos en flagrancia. Por ultimo, el irrespeto hacia las visitas es tratado con especial severidad. Ahora bien, la mayorfa de los internos acepta las sanciones; no las consideran ni exce- sivas, ni injustas. Este aspecto de la vida carcelaria es especialmente importante en lo que con- cierne a la regulacion de la conducta ho- mosexual. Los coordinadores, una vez identifican a sujetos homosexuales, les asignan platos separados para que allfse sirvan la comida, los golpean si los sor- prenden en una relacién (“aventuras en pafiales”), los regafian y dificultan los contactos entre ellos. La justificacién, comonorma general, es la posibilidad de contagio del SIDA. Sin embargo, una ex- ploracién con mayor profundidad del tema, revelé que lo que realmente indis- pone a los internos, ademés del ya men- cionado riesgo objetivo de contraer una enfermedad, es el tipo de actos sexuales que llevan a cabo los sujetos en cuestion. Es asf como afirman que no ven porqué deban comer en los mismos platos que ellos, que se “mantienen haciendo por- querfas”. Los lideres han hecho un esfuer- zo por inculcar en los reclusos la idea de que el homosexualismo es una conducta inaceptable y perjudicial. vii. Mecanismos de defensa de los internos Anivel juridico-institucional, los inter- nos tienen tres herramientas fundamen- tales para la defensa de sus derechos: el asistente legal de la Unidad, los aboga- dos, y los jueces de ejecucién de penas y medidas de seguridad. En todos los ca- sos, estos mecanismos son insuficientes, ya sea por escasa capacitacién, mala fe Anilisis de la situaci6n carcelaria en Colombi de los abogados, o inasistencia y lejanfa de los funcionarios judiciales. Por lo mis- mo, es frecuente el recurso a las defensas de hecho. Los internos de la Unidad, cuando existe una protesta o levanta- miento de hecho en la cércel, participan asu manera. Es asf como durante la ulti- ma jornada de desobediencia civil, fue- ron los enfermos mentales quienes inicia- ron la huelga de hambre, aunéndose ala protesta general de la carcel y pidiendo también que se trasladara a los inimpu- tables a los establecimientos especializa- dos; al finalizar la protesta, 32 fueron. efectivamente enviados a recibir un tra- tamiento psiquidtrico no carcelario. Igualmente, existen formas de protes- ta mds especificas de la Unidad, que van desde la simple griterfa, hasta la “rega- da” de materia fecal por todas las insta- laciones. Generalmente, se protesta por la mala calidad de las comidas, porque no les suministran la droga psiquiatrica, © porque no Ilegan los sueldos. En algu- nas oportunidades, gracias a estas mani- festaciones, se logra que las autoridades le presten mas atencién a los problemas de la vida carcelaria en la Unidad. Ese es, especialmente, el caso de la comida. Es importante insistir que muchos de los problemas actualmente observables, fueron de alguna manera resueltos por Ja empresa privada que administré la Unidad entre 1993 y 1994. Tal antecedente deberfa ser considerado seriamente por quienes tienen a su cargo la fijacion de la politica carcelaria en nuestro pais. c. Penitenciaria Central de Colombia La Picota La Penitenciarfa Nacional La Picota se encuentra situada al sur de Bogoté, mas que una penitenciarfa, es un complejo carcelario. En medio del jardin infantil y la escuela, se encuentra el centro especial de reclusi6n, en el que se ubican deteni- mn enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES ¢ CIJUS - JUNIO DE 2000 dos, otrora miembros de corporaciones publicas de eleccién popular y funcio- narios ptiblicos. Un poco mas adelan- te, més all de la direccién, fue cons- truido el pabelldn de alta seguridad, el cual alberga a los jefes del cartel de Cali y a otras personas acusadas 0 conde- nadas por delitos relacionados con el narcotréfico. A la derecha, pueden ob- servarse dos pabellones, recientemen- te construidos, sobre cuya ocupacién no se ha decidido todavia y, un poco mas a la derecha, se puede ver la “microe- mpresa”, unas instalaciones antiguas que son ocupadas con talleres. Al fon- do y hacia la mitad del terreno, se en- cuentra lo que es propiamente la peni- tenciarfa de La Picota. Dentro de Ia clasificacién de los esta blecimientos de reclusién prevista en el Cédigo Penitenciario, La Picota es una penitenciaria, es decir, un establecimien- to dedicado a “la reclusién de condena- dos y en los cuales se ejecuta la pena de prision’ (articulo 22). Tal previsin no se sigue completamente por cuanto en la actualidad, un 10% de su poblacién esta compuesta por sindicados. i. La rehabilitaci un falso dilema El érea de “educativas” de La Picota cuenta con un coordinador y con seis pro- fesores, los cuales tienen el apoyo de tres funcionarios, designados por Ia Secreta rfa de Educacién del Distrito. Allf se de- sarrollan programas de alfabetizacin, validacién de primaria y bachillerato y de preparacién para los examenes del Iecfes, los cuales son atendidos por un to- tal de 220 reclusos. También presta apo- yo a los estudios universitarios, que un grupo de 35 internos realiza a distancia, y para lo cual se han firmado convenios con la Universidad Nacional a Distancia, UNAD, y la Universidad Industrial de Santander, UIS. A pesar de la variedad de los progra- mas allf ofrecidos, se pudo constatar alo largo de las entrevistas, tanto entre los reclusos, como en la administracién, una reiterada opinién negativa en relaciéa con las actividades educativas. En primer lugar, se manifestaron reservas en rele- cién con la calidad de los estudios alii ofrecidos, en cuanto no se cuenta con los materiales didacticos la dotacién de la biblioteca estd bastante desactualizada- ni con las instalaciones apropiadas para el desarrollo de estas actividades. Debi- do a la falta de presupuesto, no se con- trata el ntimero de profesores calificados, que se requiere en cada una de las mate- rtias. Esta deficiencia es suplida improvi- sando profesores entre los reclusos, lo cual, con frecuencia, no garantiza la ido- neidad de lo ensefiado. A lo anterior, se suma la falta de continuidad en la asis- tencia de los internos a las clases, muches veces, ocasionada por los inconvenientes que la guardia interpone para su despla- zamiento. La educacién universitaria es de dificil acceso, pues son altos los cos- tos en que deben incurrir los internes para sufragar el valor de las matriculas semestrales y de los materiales. Sin el personal idéneo y suficiente, de- sarrolladas en condiciones inadecuadas, carentes del presupuesto necesario y limi- tadas en su cobertura y calidad, asi como ensu idoneidad, las labores educativas que se desarrollan en La Picota en poco contri- buyen a la rehabilitaci6n de los internos. ‘Auna conclusién similar puede llegar- se en lo concerniente a las iniciativas de trabajo, a pesar de la existencia de una mayor actividad laboral y de contarse para ello con més instalaciones. En La Picota existe una amplia gama de activi- dades laborales. Sin embargo, conside- rando que el ntimero de internos que se encuentran recluido es de alrededor 1400 y que el nimero de presos que tienen ac- ceso al trabajo no supera los 250, la co- bertura total es bastante precaria. Anlisis de la situaci6n carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000 Por otra parte, la sociedad “Renaci- miento” tiene presencia en La Picota; ésta coordina las actividades de algunos de los talleres y se ocupa de la comerciali- zacién de sus productos. “Renacimien- to” es una sociedad de economia mixta, establecida en el Cédigo Penitenciario, con el fin de promover la creacién de fuentes de trabajo en las cérceles y de comercializar los productos que ailf se confeccionan. No obstante, la insuficien- cia de las actividades tendientes a garan- tizar trabajo a los reclusos es patente, la escasa infraestructura y su limitada co- bertura, las marcadas deficiencias en la comercializaci6n de los productos manu- facturados en las cdrceles, constituyen un teflejo de esta situacién. En La Picota existe un area de sanidad. La enfermerfa esta a cargo de seis médi- cos -entre ellos un psiquiatra- cinco odontélogos y seis enfermeros. Sin em- bargo, sélo algunos de ellos pertenecen al personal de planta del Inpec. Los de- més se encuentran vinculados por contra- tos de entre 2 a 6 meses, en algunos casos demedio tiempoy con intervalos entre uno y otro, como en el caso de la psiquiatra. Existen algunos convenios con hospitales de Bogotd para la atencién especializada, las cirugias y las urgencias, pero los presos se quejan de las restricciones en las remi- siones y la demora que, generalmente, se presenta para la realizacién de las opera- ciones. Como posibles causas pueden se- fialarse las limitaciones presupuestales y los problemas de seguridad. No sélo la atenci6n en salud y la pre- vencién son deficientes, sino que las con- diciones en que se encuentran los reclu- sos conspiran para crear nuevos focos de la enfermedad. Mientras que las fumiga- ciones se hacen, tinicamente, cada afio, en los patios es posible hallar ratas y en las celdas son comunes los insectos. La administracion no suministra los elemen- tos esenciales para el interno como son los objetos de aseo personal, el calzado, la ropa y un colchén para dormir. Esto pudo comprobarse en el pasillo de remi- siones, en el que al menos dos reclusos no tenfan zapatos, ni colchoneta en la cual dormir. Todo ello, en las condiciones climaticas de Bogota y en un edificio como el de La Picota, en donde no existe calefaccién, las ventanas no tienen vi- drios y algunas celdas carecen de puer- ta. Lo anterior repercute necesariamente en la salud de los reclusos. Respecto a la alimentacién de los in- ternos, se afirmé por parte de varios re- clusos, que ésta habfa mejorado. En su parecer, ello se ha debido especialmente a las quejas de los internos y a que, tanto el Comité de Derechos Humanos como, el fiscal del rancho, ejercen una veeduria constante sobre el menti del dia. Sin em- bargo, la comida es insfpida y se compo- ne basicamente de granos y de carbohi- dratos. La carne es escasa. ii. Hacinados entre escombros La Penitenciaria de La Picota fue cons- truida en 1936, con una capacidad sufi- ciente para albergar a 700 internos. En 1999, sus cupos siguen siendo exacta- mente los mismos, mientras que su po- blacién ha legado a 1.452 personas. De esta manera, el hacinamiento es del 107%. Ello pudo constatarse durante el tra- bajo de campo, pues en los patios es co- mun que los internos estén “empacha- dos”, es decir, que tengan que compartir su celda al menos con otro interno. Pero, existen lugares en la penitenciaria en los que el hacinamiento es mayor. Es el caso del pasillo de recepciones, en donde son recluidas las personas que Ilegan en re- mision de otros centros de detencion y, que por alguna razén, no pueden acce- der a alguno de los patios de la cércel. Las instalaciones eléctricas, de ventila~ cién y de alcantarillado datan de la época de construccién del inmueble, por ello, es Anélisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES + CIJUS - JUNIO DE 2000 comin que se vaya la luz porla sobrecarga del sistema y que, esporddicamente, las al- cantarillas se tapen y se rebosen en el pa- tio. Estos sistemas se encuentran, entonces, en continuas reparaciones “caseras” En los pasillos que cuentan con bafio, existe uno por cada 30 prisioneros, mien- tras que hay 4 duchas por patio, es decir, una por cada 50 internos. El aseo de los pasillos y del patio es hecho por inter- nos, que reciben, a cambio, un pago de sus compafieros. iii, Los internos y sus familias Elinternamiento de una persona en un centro carcelario supone, para ella, la pérdida de su libertad. Pero al mismo tiempo, significa para la familia la pérdi- da de su presencia cotidiana, as{como del soporte econémico cuando el condena- do contribuye a los gastos de la familia 0 Ia sostiene. La ubicacién de la cércel distante del domicilio de la familia, los traslados y las limitaciones econémicas pueden llevar a que los internos dejen de ver a sus fami- liares 4 0 5 meses. También puede ser la causa de muchos rompimientos maritales. La visita conyugal se realiza en condiciones muy precarias, muchas ve- ces se hacen turnos, pues no se dispone de una celda individual. Si se tiene en cuenta que las posibili- dades de un trabajo bien remunerado son muy reducidas, los internos no pueden atender los requerimientos basicos de su familia. Por otra parte, las iniciativas orientadas a atender las necesidades ba- sicas de los hijos de los reclusos son de escaso cubrimiento. En el drea de entra- daa las instalaciones de La Picota, existe un jardin infantil para los hijos de los re- clusos, pero el acceso al mismo se encuen- tra limitado por las circunstancias espe- cificas de la residencia de la familia, ast como por el hecho de que en él se admi- ten hijos de internos recluidos en otras crceles. Un cambio en este panorama no es favorecido por la administracién, ri siquiera cuando el recluso recobra su li- bertad, pues no existe en La Picota nin- gtin programa para la atencién de los postpenados. Los familiares de los reclusos también pueden verse afectados, con ocasién de las visitas que realizan a La Picota. Ello" se presenta, esencialmente, en el caso de a requisa de las mujeres, momento en el cual son objeto de inspecciones manuz- Jes en sus zonas intimas. Aunque se afir- m6 que esta practica es cada vez menos frecuente, se sostuvo que se sigue utili- zando de manera selectiva, aduciendo, para ello, razones de seguridad. Equipes electrénicos para detectar metales habian legado a las instalaciones del penal y permanecian empacados, a Ia vista del publico, cuando el trabajo de campo lle- g6a su fin. iv. El cruce de violencias en La Picota La violencia que se presenta en La Pi- cota es de dos tipos: en primer lugar, la proveniente del Estado, la cual se mani- fiesta en la violacién de los derechos de Jos internos y, en segundo lugar, la que se deriva del enfrentamiento entre pre- sos o grupos de internos. Elcruce de violencias puede ser enten- dido con mayor claridad si se analiza desde una perspectiva histérica, es decir, si se compara el momento actual con la situaciOn que existfa en afios anteriores. De esta manera, puede hacerse una dis- tincién entre el pasado, esto es, hasta fi- nales de 1997, que corresponde a lo que fue denominado por los internos como el “antes”, y el periodo actual. Tal distin- cién se deriva de la presencia de una di- ferencia significativa en los niveles de violencia registrados en uno y otro pe- rfodo. El “antes” es caracterizado por el Andlisis de la situacién carcelaria en Colombia: un enfoque cualitativo ESTUDIOS OCASIONALES * CIJUS - JUNIO DE 2000

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