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El mendigo ciego
Annimo
limosna
que
no
estuviera
-Ya te dije -me contest- que si aplicas la pomada al ojo derecho, perders la vista.
-Hermano -le repliqu sonriendo- es imposible que esta pomada tenga dos cualidades
tan contrarias y dos virtudes tan diversas.
Largo rato porfiamos; finalmente, el derviche, tomando a Dios por testigo de que me
deca la verdad, cedi a mis instancias. Yo cerr el ojo izquierdo, el derviche me frot
con la pomada el ojo derecho. Cuando los abr, estaba ciego.
Aunque tarde, conoc que el miserable deseo de riquezas me haba perdido y maldije
mi desmesurada codicia. Me arroj a los pies del derviche.
-Hermano -le dije-, t que siempre me has complacido y que eres tan sabio,
devulveme la vista.
-Desventurado -me respondi-, no te previne de antemano y no hice todos los
esfuerzos para preservarte de esta desdicha? Conozco, s, muchos secretos, como has
podido comprobar en el tiempo que hemos estado juntos, pero no conozco el secreto
capaz de devolverte la luz. Dios te haba colmado de riquezas que eras indigno de
poseer, te las ha quitado para castigar tu codicia.
Reuni mis ochenta camellos y prosigui con ellos su camino, dejndome solo y
desamparado, sin atender a mis lgrimas y a mis splicas. Desesperado, no s cuntos
das err por esas montaas; unos peregrinos me recogieron.
FIN