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La economia del hidrégeno PAIDGS ESTADO Y SOCIEDAD Uteimos titulos publicados: 33. R. Gacgarlla, Las tends del justia despds de Ras 34. |. Gray Fale amnccer 75. E. Reinares yP, Weldmann (comps), Sociedadesen gure ceil 76. N Gata Cane, Le glabalsactnsmaginade TT BUR Barber, Un lager pare todos 78. O. Lafoncsine, El corse late a a Zenda 78. U. Beak, Un mucvo mundo eis 80. A.Calssmigha, Cucstione de fralad BH Beja, El eoraxin de la epibice 82. JM. Guthenno, Efporvenr dela ered 3. J Rifkin, Lao de acoso 4A. Gutmann, La educcion democrtin 85. SD. Keser, Soberanta, pocress organza 6. J Rawk, El derecho de gontery «Una rvs de lates de atom pilin 87. N.Garla Calin, Calas bibridss SK. FAeting, Elvtteme politic ghbal 89. J. Gray Lar dor coat del erlono 90. G.A. Cohen, Sieve ualiart,cedmo esque crest io? 51. R.Gargarllay F Oveero (comps), Raver para ef volo 92. M, Walaer, Gera jusas ets 95. N. Chonsty, Estados conalls 94. |B Thompson, Eleraindalo politico 95. M, Hacdey A, Nea, Imperio. 96. A.Touraine yF-Rebosrokhavar, A lr usqueda des mismo 97, Rav, La justia como eguidad 98. F, Onejro, La libertad inspite 99, M, Caminal, El jederaliono plaraliss 100. U. Beek, Libertad oeaptaliomo LOL. C.R Sunstein, Replica com 102, J. Rifkin, La ecnomds del bidrigono 103. Ch Armaperger yPh, Van Paris, Ese ccondmice 9 social 104, PL, Berger yS . Huntington leomps), labalzarones mlples 105. N, Garcia Canc, Latinoemericano buscando lgar en este silo 106. W. Kymlicka, La poles emir 107. V. Shiva, Coseca robede 108. Mi lgnatie, Lor devecboe humavos comm polite edoltréa 109. D-Heldy A. McGrew, Glbulizatin/Amtglobalisacie M0. R' Dworkin, Vira soberane TL TUM Scanlon, Lo gue nos debemas uns a otros 112. D, Osborne yP, Plate, Heramientax pare ramformar el gobiemo 113. P’ Singer, Un solo mundo 114. U, Beck y E. Beck Gershelm, La individualism 13, F. Ovejetoy]. Le Matty R. Gargarella, Nuevo dear epublicemar 16. J. Gray Af Oecd yo gue signttcs ser mademo LL, Teoukalis, (Oud Europa queremos? U8, A! Neg, Gnas Cinco lectoner en toro a Imperio 119. V. Fisss, Prceos de paz 9 negacacém en conflicts armades 120. BR Bacbes, El mpero del miedo 21. M, Walter, Refletones sobre guerrs 122, S.P. Huington, cOuiénes somes? Los desfes ata idenidd nacional etadounidense 123. H, Jou, Gers y oars, Jeremy Rifkin La economia del hidrégeno La creacién de la red energética mundial y la redistribucién del poder en la Tierra PAIDOS ‘Talo orginal: The Hydrogen Econormy Publicado en inglés, en 2000, por Penguin Putnam Inc, Nueva York Edicin publiada con permiso de Jeremy P.Tarcher, a member of Penguin Putnam Ic. ‘Traduocién de Ramon Vili Vernis (Cabiera de Mario Eskenezi eve sguvenmene points cc de ares ‘Sipe Itaandner ecard wl opr de ‘ira calgicr mee o pce, cores nrpropay ‘Sombrio cn de pps cls mee go ronan pee BBE iin as eles, aon Vib Vai SP iets nino, CL Nason Ct 98 = Baelonn Nie com ISBN: 54493-12809 ‘Depésit legal B-.345/2004 Iimpreso en Grifiques 92, S.A, ‘Av, Can Sdcarats, 91 - 08191 Rubf Barcelona) Impresoen Expat - Printed in Spain SUMARIO ‘Agradecimientos 1, Entre distintas realidades .. pogeacne 2, Resbalando por la curva de campana de Hubert . 25 a energia y el auge y la caida de las civilizsciones | f Hee leone 0 suelto islamista 117 6. Lacctisis global ...... 2 153, 7. Vivir bajo un tejado de vidrio cece 179 8, Elnacimiento de la economia del hidrogeno 215 9. La reglobalizacién desde abajo ...........2.. 265 Bibliografia ae 309 Indice analitico y de nombres... 317 r AGRADECIMIENTOS ‘Me gustatia dar las gracias a mi directora de investigacién, Loring Katawala, por su extraordinaria labor de supervision del proyecto. Sus excepcionales habilidades investigadoras nos han ayudado a menudo a Jocalizar informaciones dificiles de encontrar, sobre todo en la industria del petréleo. Su atencién a los detalles ha demostrado tener un valor in- calculable a la hora de tratar con la ingente cantidad de datos, cifras y estadisticas que constituyen el geueso del libro. Su entusiasmo y su de- dicacién han contribuido a hacer del libro una experiencia goz0sa, Asimismo, me gustaria dar las gracias a C. J. Campbell, Jean La- herrére, L. F. (Buz) Ivanhoe, Jim MacKenzie, John Edwards, Richard Dunean, Joel Swisher, Seth Dunn y Brett Williams por sus crticas cien- tificas y técnicas sobre varios borradores del libro, asf como por sus tt les sugerencias, muchas de las cuales han sido incorporadas a las pai- nas definitivas También agradezco a Ted Howard, David Helvarg y Marty Teitel su lectura de los primeros borradores del libro y sus sugerencias, Querria expresar mi reconocimiento a mi espose, Carol Grunewald, xy mis suegros, Ted y Dorothy Grunewald, por las muchas horas de fruc tifera conversacién que me han ayudado a formular mis ideas alo largo del proyecto, “Me gustaria darlas gracias a Stephanie Woodhouse por el magnifico trabajo de edicién que ha realizado sobre diversos borradores del ma. nuscrito y por supervicar el proyecto con mis editores en el extranjero, ‘También desearia dar las gracias a Alexia Robinson por la edicién del libro y a Clara Mack por su ayuda en la recogida y la ordenacién del ma- terial de investigacién. B, igualmente, debo agradecer la ayuda de Shreya Lamba, Kear Leng Chhour, Dara Sanandaji, Brett Wilson, Pat Gorton, Nicole Rousseau, Tim Emmet y Jarret Cassaniti Querria expresir mi agradecimiento a Joel Fotinos, Cathy Fox y Ken Siman, de Tarcher/Putnam, por hacer posible este proyecto. Tam- bbign me gustaria agradecer a mi viejo amigo Jeremy Tarcher su ofreci- 10 Lacconomia de idegeno miento de un foro editorial nico con el que compartir mis ideas. Apre- cio enormemente su compromiso permanente con mi obra, que me ha permitido acceder a un amplio piblico a lo largo de los aif. Por dltimo, me gustaria hacer extensivo mi més sincero agradeci- siento a mi editor, Mitch Horowitz, de Tarchet/Putnam, por ayadarme allevar adelante este proyecto. Mitch y yo hemos dedicado varios meses a repasar cada detalle del libro. Sus sugetencias editoriales han contribui- do a marcat la orientacién de este volumen y se han traducido en nume- rosas contribuciones a lo largo de las paginas del trabgjo definitivo. sa Capitulo 1 ENTRE DISTINTAS REALIDADES Enel cuiso dela historia, los seres humanos se han encontrado a ve- ces atrapados entre dos formas muy distintas de percibir la realidad. Tal era el caso, sin duda, en Jos tiltimos dias del siglo xvit. Los cientificos y filésofos dela Hustracién —tsaac Newton, John Locke, René Descartes y otros— pusieron en cuestidn algunos de los credos més sagrados del catecismo de la Iglesia, entre ellos una de sus doctrinas centrales: que la Tierra ha sido cteada por Dios y posce un valor intrinseco. Estos nue- vos pensadores preferian una explicacién mas materialista de la exis- tencia y apostaban por las mateméticas y la raz6n. Menos de un siglo més tarde, los tenegados politicos dels colonias americanas y los insu rrectos franceses derrocaron el régimen monérquico en favor de una forma de gobierno republicana y proclamaron el «derecho inalienable del hombre a Ia vida, Ia libertad, la felicidad y la propiedad». James ‘Watt patenté su motor de vapor en visperas de la Revolucién norteame- ticana, con lo que se constumé la relacin entre el carb6n y el nuevo es piritu prometeico de la época y la humanidad dio sus primeros pasos vacilantes hacia una forma de vida industrial que, alo largo de los dos siglos siguientes, iba a cambiar el mundo para siempre. Hoy vivimos tiempos similares marcados por la confusi6n, el fraca s0 de las ortodoxiasy la apertura hacia posibilidades nuevas y radicales. ‘Tras dos siglos de produccién y comercio industriales, las fabricas, las oficinas y las empresas comerciales estan abandonando lentamente el uso de mano de obra masificeda, uncida a méquinas alimentadas con combustibles f6xiles. Constantemente aparecen tecnologias inteligentes nuevas y mas sofisticadas que sustituyen a la mano de obra humana en todas las industrias ylos campos profesionales. Estamos realizando una fran transicién hacia una fuerza de trabajo més reducida y elitista que trabajard en colaboracién con tecnologias informéticas y robéticas cada vez més inteligentes. En cuestion de pocas décadas, el trabajador mas barato del mundo no lo seré tanto como las tecnologias inteligentes que vendrin a reemplazarle, ya sea en la planta de la fabrica o en los despa- 12 Laeconomis dl hidedgeno ‘chos dela direccién. Hacia mediados del siglo x21 probablemente sere _mos capaces de producir bienes y servicios para todos los habitantes de Ia Ticcra con s6lo una pequefa parte de la fuerza de trabajo que emplea- ‘mos actualmente. Esto nos obligard a replantearnos el papel que debe rin desempefiar los seres humanos cuando ya no sean necesarios en el ‘mercado como fuerza de trabajo." La fisica yla quimica, que han dominado la época que ahora termi nay han influido sobre todos los aspectos de nuestra existencia,incluidos Jos detalles ms insignificantes de nuestro estilo de vida, estan dejando paso ahora a la era de la biologia. El desciframiento y la manipulacién , del genoma del ser humano, de los animales y de las plantas abre la puer ‘ta a una nueva era en la que la vida misma se convierte finalmente en ‘una mercancia manipulable. La era de la biotecnologia esta comenzan: do a plantear preguntas fundamentales sobre la naturaleza humana y el espacio piblico se esta viendo ocupado répidamente por un amplio de bate entre aquellos que contemplan Ia nueva época como un renaci- :miento biol6gico y los que alertan sobre la legada de una ci sgada a la eugenesia comercial.” La revoluci6n de la informatica y de las telecomunicaciones ha da- do origen a Internet y a la World Wide Web, lo que ha significado un cambio importante en la forma en que se comunican los seres humanos. «Acceso» se ha convertido en la metéfora general para una generacién de individuos que pueden conectarse entre si a través de un «sistema nervioso central» electrénicamente mediado que se extiende por todo el alobo. Esta nueva sociedad que se mueve a la velocidad de la luz esta in- troduciendo cambios fundamentales en nuestra forma de hacer nego- ios. La economia de mercado, caracterizada por el intereambio de bie- nes y servicios entre vendedores y compradores, esti demostrando sér demasiado lenta para adaptarse a la nueva velocidad a la que se mueve Ia vida comercial. En la era que ahora comienza, el intercambio de la propiedad en el mercado deja paso progresivamente al acceso a servi ios y experiencias en el marco de una red. En una sociedad en la que el tiempo mismo es el recurso mis escaso y valioso, tos proveedores con servan el derecho de propiedad y los usuarios pagasi por el tiempo du ‘6m li- 1, J. Rifkin, The Endof Work, Nocen York Tscher/Putnam, 1995 (tad cast. Elfoe el raj, Barcelona, Pid, 1997), 2. J.Ritkn, The Biztecb Century, Nueva York, Tachee/ Putnam, 1998 (trad. cas: Bl siglo de la boreesoloya, Barcelona, Cetica, 1999) Entre dinar reilidader 13 rante el cual acceden a los bienes y servicios. La suseripein, el leasing, la multipropiedad, ls licencia y el alquiler se convierten en las formas preferidas de hacer negocios. La nueva economia «temporal» se catac- teriza por la caida de los costes de transaccién y la reduecién de los mérgenes de beneficio, lo eval obliga a las empresas comerciales a in- troducir nuevos y radicales modelos de negocio basados en acuerdos de caboiios compaitios» entre vompaiietos de ted. La ransformacién de los intercambios ée propiedad en relaciones de acceso y de los mér- genes de beneficios en ahorros compartidos estan comenzando a rees tructurar la vida comercial en todo el mundo. Nuestras ideas sobre en qué consiste la cultura también estén cam- biando de manera redical. Empresas gigantescas dedicadas a la pro: duccién de contenidos como Disney, Universal Vivendi, AOL-Time ‘Warmer y Sony rastrean recursos culturales en todo el mundo y los con- vierten en todo tipo de experiencias de pago. Las personas que disfru- tan de mayores ingresos —el 20% que mas consume en el mundo— gastan actualmente casi tanto dinero en experiencias como en bienes y servicios bisicos. Una joven generacidn de activistas culturales que se oponen al ‘nuevo comercio ha declarado una guerra cada vez. mas cruenta contra las «marcas», la mercantilizacién de los estilos de vida y los nuevos ti- pos de entretenimientos y franquicias comerciales, todo lo cual esta levando desde su punto de vista a una homogeneizacién de la cultu- 1a, Los activistas argumentan que el nuevo comercio cultural globali- zado constituye una amenaza para la diversidad cultural del mundo y reclaman proteccién para las culturas indigenas. El esfuerzo de la es- fera comercial por absorber Ia esfera cultural y convertirse en el Gnico frbitro de la historia de Ia humanidad representa un punto de infle- xi6n importante en la relacidn entre el comercio y la cultura que trae 14 consigo profundas consecuencias # largo plazo para todas las socie- dades. La transformacién de la naturaleza del trabajo, la incipiente revolu- ci6n en los campos de la bioteenologia y as telecomunicaciones, la pro agrcsiva temporalizacién de la actividad econémica y la batalla global entre el comercio y la cultura estan alterando profundamente tanto nuestra concepeién éel mundo que nos rodea como su realidad. 3. J. Rifkin, The Age of Accent, Nueva York, Tarcher/Putnam, 2000 (trad. cas: Lt era del acceso, Barcelona, Pais, 200) 14 Lacconomfa del bidntgeno En la actualidad esta a punto de producirse un cambio igualmente profundo en nuestra forma de emplear la energia. La era moderna ha si- do posible peacias ala explotacién del carbén, el petrdleo y el gas natu- tal, Todos los avances de los dos iltimos siglos, sean de naturaleza co- mercial, politica o social, estén conectados, de un modo u otro, con el aumento masvo dela enexlagenerado porn quema de combustibles ‘Los antropélogos afieman que la cantidad de energia consumida pet cépita en una sociedad da una buena medida de su estadio relative de desarrollo, Durante los itimos doscientos afos, la sociedad occiden; tal ha consumido mas energia per cépita que todas las dems sociedades hist6ricas juntas. Disfrutamos actualmente de un estandar de vida sin precedentes y debemos nuestra buena fortuna a los depésitos de hidro- carburos que se generaron hace millones de afios. El mang, sf, pero no procedente del cielo, sino de las profundidades de la Tierra Por desgracia, todo lo bueno se acaba algiin dia, Durante mucho tiempo hemes creido ingenuamente que las reservas de petr6leo alma: cenadas en los rincones mas oscuros del planeta, sino ilimitadas, al me- nos si eran suficientes como para satisfacer todas nuestras necesidades hhasta bien entrado el futuro. Cuando la produccién de petréleo en Es- tados Unidos tocé techo en 1970 —el punto en que la mitad de las re servas recuperables habjan sido explotadas— los geélogos comenzaron ‘inquietarse. Sin embargo, mientras el petr6leo continu fluyendo des. de otras partes del mundo, el norteamericano medio no dedicé ni un minuto a pensar en el asunto. Hubo que esperar al embargo petrolero de los paises rabes, tres afios mas tarde, para que los norteamericanos, junto con los consumidores de otros paises, tomaran conciencia del problema. Hacer colas de horas en las estaciones de servicio con la es pperanza de asegurarse unos litros de gasolina fue una experiencia que dio que pensar a millones de personas. Algunos criticos advirticron en: tonces de que pronto nos quedariamos sin petr6leo, Pero no fue eso lo que sucedié, Estados Unidos, con la ayuda de otras naciones y de las principales compaitias energéticas, inicié una biisqueda frenética de nuevas fuentes de petréleo, y las encontr6. Disminuyeron las colas en las estaciones de servicio y la crisis del petréleo amainé. La gasolina cit- culaba y era mas barata que nunca. El mundo retoms su ritmo habitual. En la actualidad, el pettoleo es relativamente barato en los mercados mundiales, Nuestros expertos nos dicen que con el tiempo las reservas de petréleo —y las de gas natural—se agotarén, pero que todavia faltan Baise disintsrelidades 15, treinta 0 cuarentaaifos para que llegue ese momento, tal vez incluso més; royectar fuentes altemativas de energia Pero gqueé pasaria si de repent le dijeran que las cosas no son exac- tamente lo que parecian en el tema del petréleo? Imagine que se des- pierta un dia a primera hora y se encuentra con el siguiente titular en el periddico: «LA PRODUCCION MUNDIAL DE PETROLEO TOCA TECHO; SE ES- PERA QUE EN LOS PROXIMOS AROS SE DISPAREN LOS PRECIOS EN LOS MER- CCADOS MUNDIALES». ‘Cada ver sdn mis los expertos mundiales en geologia que sostienen precisamente eso. Esta vez, avisan, nos encontramos en la antesala de una verdadera crisis petrolera y cuando ésta llegue ser permanente. Ast pues, gqué es lo que nos espera en los préximos afios? Si la produccién mundial de petréleo tocara techo en algiin mo mento de la préxima década, seguido poco tiempo después por el gas natural, ello provocaria una serie de efectos en cadena que podrian Ile ara poner en jaque buena parte de nuestro estilo de vida industrial. En particular, hay dos cembios que probablemente destacarian dentro del nuevo equilibrio derivado de la crisis del petréleo. En primer lugar, los experts discrepan en cuanto al momento en «que la producci6n global de petréleo tocaré techo, pero todos estn de acuerdo en que cuando esto ocurra pricticamente la totalidad de las re setvas sin explotar se hallarén en los paises musulmanes de Oriente Me~ lio, lo cual podria cambiar el actual equilidrio de poder en el mundo. La disminucién de las reservas de petréleo combinada con el aumento de la militancia entre la poblacién musulmana més joven podsia poner cen peligro la estabilidad econémica y politica de todos los paises de la Tierra. Los lideres y los analistas politicos estan particularmente preo cupados por la escalada del conflicto entre Israel y el pueblo palestino y por la posibilidad de qae en el futuro los fundamentalistasislémicos, pudieran presionar a sus gobiernos para que usaran el petroleo como ‘un arma contra Estados Unidos y otros paises occidentales en represa- lia por su apoyo a los israelies. En segundo lugar, si el descenso de la produecién mundial de pe- tnéleo y gas natural sorprende al mundo, es probable que las paises y las compailias energéticas busquen sustitutos entre los combustibles fésiles, mds sucios, como el carbén, los crudos pesados y las atenas asflticas. Si en la actualidad se prevé un aumento de la temperatura eu la Tierra de entre 1,4 °Cy 5,8 °C pata el siglo 1011, la utilizacién de combustibles més sucios significaria un aumento en las emisiones de CO; y habria 16 Laeconomis del hidrégen0 que prever un incremento atin més importante de la temperatura, con efectos todavia mas devastadores sobre la biosfera terrestre de los que se habian previsto hasta ahora.* La muestra noes a primera gran cvilizacién dela historia que se en- frenta a una crisis energética. La energia ha desempeiiado un papel im- portante en el auge y la caida de las civilizaciones. Muchos antropélo- 0s ¢ historiadores mantendrian que ha sido el factor crucial. Si hay alguna leccién que aprender —y ciertamente la hay— en la respuesta ‘que dieron otras civlizaciones a sus propias crisis energéticas, ahora se- ria el momento de hacer inventario, de escuchar a las Casandras. Lo cierto es que el flujo de la energia esta gobernado por leyes férreas y si zaci6n las transgrede, puede llegar a perecer. En tltimo térmi zo, son las propias leyes de la termodinémica las que nas dicen cusles son los limites superiores en la aspiracién del hombre a dominar su en: torno. Las sociedades que van més allé de las limitaciones que imponen sus propios regimenes energéticos corren el riesgo de experimentar un colapso. ‘A medida que nos acercamos a los estadios finales de la era del pe tréleo, Estados Unidos se encuentra en una posicién cada vez més vul netable ante las crecientes amenazas ¢ interferencias de origen extetno c interno, al igual que todos los demas paises del mundo. Nuestra vul- nerabilidad viene agravada por el ceracter altamente centralizado y je- rarquizado de la infraestructura energética, asi como de la correspon- diente infraestructura econémica que hemos creado para gestionar un régimen energético basado en los combustibles fésiles. La era de los combustibles fosiles se caracteriza por un modelo organizativo vertical motivado por los absticulos que plantea el control y la exploracién de ‘unas formas de energia que resultan dificiles de encontrar. Los extraor- dinarios costes asociados al procesamiento del carbén, el petréleo y el sts natural exigian grandes cantidades de capital de inversién y han lle vvado a a formacién de empresas energéticas gigantescas. En la actuali dad, ocho megacompaiiias —tanto de capital privado como piblico— controlan la cizculacién de la energia en todo el mundo. Al centralizar el poder sobre los recursos energéticos de la Tierra, las compafias ener séticas han creado unas condiciones favorables para las economies aes 44. D.L. Albritton tos, «Summary for Policy Makers: Climate Change 2001: A Re pore of Working Group I of the Intergovernmental Pavel oa Climate Changes, IPCC, 2001, pig. 13; chaps ipcehpulspm22.01 p> awe disiotareadades 17 cala y para la centralizacién de a actividad econ6mica en todas las de- is industrias, La quema de combustibles fésiles también ha acelerado la vida co. mercial. La necesidad de gestionar la mayor densidad y movilidad del, cometcio humano ha contribuido a asentar la formacién de empresas co: metciales altamente centralizadas y jerarquizadas. En la actualidad, me- nos de quinientas empresas globales controlan buena parte dela activi- dad econdmica del planeta. La globalizaci6n representa el estadio final dela era de Ids combustibles fésiles, un perfodo en el que cada vez son ‘menos las instituciones corporativas que gestionan tanto el flujo de ener- ‘fa como la actividad econsmica en las comunidades de todo el mundo. La globalizacién es la dinémica que define nuestra épocs. Sus defen- sores la ven como el nuevo gran avance econémico de la humanidad y co ‘mo una forma de mejorar las vidas de las personas en todo el mundo, Sus crtiticos ven en ella el maximo exponente del dominio que ejercen las em- presas sobre la vida de la sociedad y un instrumenco dirigido a aumentar le distancia entre los que tienen dinero y los queno. Las compaiias trans- nacionales, con la ayuda de las naciones del G-7, estan presionando para modificar las regulaciones y los estatutos gubernamentales que segin cllos limitan el libre comercio. Cada vez més antiglobalizadores se lanzan a la calle para protestar ante lo que consideran el desmantelamiento sis- temético de las normas medioambientales y laborales disefiadas para pro- teger las comunidades ecolégicas y humanas de la Tierra de la rapacidad de las empresas. Los trigicos seontecimientos del 11 de septiembre y sus consecuencias inmediatas han exacerbado las tensiones que rodean la slobalizacion y han aumentado la sensacién de vulnerabilidad de todos en un mundo que se presenta cada vez mas incierto e inseguro. ‘A ppesar del desscuerdo y de la polarizacién crecientes, se han reali zado escasos esfuerzos ditigidos a analizat con seriedad los factores ba: sicos que se encuentran detras del proceso globalizador y las enconadas reacciones gue suscita. Aunque son varias las perspectivas desde las que se puede entender la globalizacién, ninguna es tan importante como el cquilibrio energético. A veces olvidamos que sin los combustibles fosiles la globalizacién habria sido imposible. La energia de los combustibles fisiles ha permitido recortar de forma radical los tiempos y las distan- ; J.J, MacKenaie, «Oil as «Finite Resource. When ' Global Production Likely toPeak?», marae de 2000, chtp://www wtiorg/wilelinate! {m_sil_000 hl>; H. Banks, «Cheap Oil Enjoy It While It Lastw, Forbes, 13 de unio de 1998, pig 86, 3. CJ. Campbell, «A Guide to Determining the Worlds Endowment and Depletion of Oil, , 31 de margo de 1998 Resbelando poria curva de campana de Hubbert 27 El petréleo se compone de material orginico, en su mayor parte de ee ie ne yer eee males plancténicos unicelulares,* Los restos orgdnicos se depositaron cenel fondo delos lagos y les mares, donde el estancamiento de las aguas cevitd su oxidacién. Una vez sepultado, el plancton se transformé en pe- trdleo y gas por efecto del calor y la presién. Muchos de los depésitos de petréleo se formaron durante el periodo Jurisico, hace mas de 150 millones de afios, en las regiones tropicales cercanas al ecuador: Los mo: vvimientos de las placas tecténicas de los continentes desplazaron més tarde las rocas madre hacia el norte y hacia el este, hacia Oriente Medi cl Mar del Norte, Siberia y otras regiones septentrionales. Los depési- tos deptréleo de Estados Unidos datan del periodo Pérmico (hace 230 rillones de aiios) y el petroleo de Venezuela se formé en el Cretacico (hace 90 millones de aiios).” Los gedlogos estn de acuerdo en que hasta el momento se han ex: traido de la Tierra mas de 875.000 millones de barriles de petréleo, ca- si todos en los iltimos 140 afios de la era industrial El punto sobre el que no se ponen de acuerdo es en la cantidad de petréleo convencio- nal que todavia queda por extraer (hay que decir que, a pesar de las dis- crepancias delos expertos sobre la cantidad restante de petrleo, sus ci- fras se mueven, sin embargo, dentro de un margen bastante estrecho). Parte del problema es atribuible a las diversas formas de interpreter la palabra «reservas». En primer lugar, los geslogos y los ingenieros distinguen entre re servas y recursos, «Reservas» se reiere ala cantidad conocida de petrs- leo presente en yacimientos que pueden ser explotades con las actuales techologfas, dentro de un futuro previsible y a un coste razonable des de el punta de vista comercial. «Recursos» se refiere alas estimaciones tedricas sobre ls cantidad total de petrdleo que puede existir en una re ‘ibn, incluidas las reservas cuya extraccidn o procesamiento no es €co- nnémicamente viable con las tecnologias actuales o con las actuales con- diciones de mercado.’ Para complicar atin mas las cosas, la industria 4, ePetcoleum: Origin of Crude Oils, Encyclopedia Britennice online. 5. CJ. Campbell, op. it 6. Corvespondencia personal con C. J. Campbell (27 de febrero de 2002) y con J. Laherrire (2 de febrero de 2002). 7. L.E Ivanhoe, «Future World Oil Supplies: There Ia Vinite Limite, World Ol, ‘octubre de 1995, 28 La economia del idedgeno también utiliza otros términos para definir las «reservas», como por ejemplo; «activas» ¢ «inactivas», «probables», «posibles», «inferidas», «identificadas» y «no descubiertas».* El veterano gedlogo Jean H. Laherrére afirma que esta proliferacién de términos descriptivos para referirse a las reservas es intencionada y tiene como objetivo permitir a los paises y las empresas disfrazar las ci- fras, una especie de contabilidad geol6gica cteativa con fines politicos ‘0 comerci Laherrére culpa de ello a «los intereses ocultos que utili- zan definiciones poco rigurosas para proponer ciftas que se ajusten a sus objetivos politicos: el petréleo es dinero y las reservas son, por asi decirlo, petréleo en el banco, en este caso un banco situado en las pro- fundidades de la Tierra y donde no hay auditores que puedan compro- bar las cuentas»,? El petréleo de esquisto es un buen ejemplo de estas practicas de -«s MacKenzie oct Resbalando pore cura de campunade Hubbert 33 anteriores eran probablemente demssiado bajas y debian ser revisadas al alza. El motivo es que cuando los yacimientos petroleros eran pro- piedad de las companias extranjeras, éstas acostumbraban a silenciar los nuevos descubrimientos para evitarse impuestos, Sin embargo, los monumentales aumentos de las reservas que se anunciaron a mediados y finales de los afios ochenta superan con ereces lo que puede justficar la corteccién de las inexactitudes previas de las compatias. (Otra prucba dela escasa fiabilidad de las cifras es que en los afios noventa las compaiias petroliferas descubricron una media de 7.000 millones de battles de petrleo por aio, pero extrajeron mas de tres ve- ces esta cantidad.* Sin embargo, a lo largo de los afios noventa mas de la mitad de los pafses incluidos en el informe anual de Oil & Gas Jour- nal pretendieron conservar, ao tras aio, las mismas reservas probadas que el aio anterior En 1997, cincuenta y nueve paises productores de petréleo informaron de que sus reservas no habian cambiado desde el afio anterior, a pesar de que los yacimientos actuales estaban siendo ex- plotados y que se habfan descubierto algunos yacimientos nuevos. En 1999, el niimero de paises que no informaban de ningsin cambio en sus reservas habia aumentado a setenta.”* TEST DE REALIDAD Asi pues, gcusnto petréleo erudo batato recuperable queda toda via? La introduccién de métodos sismicos digitales en 3D, a finales de los afios sesenta, ha permitido a los ge6logos aumentar progresivamen- tesu precisidn ala hora de localizar nuevos yacimientos petroliferos. La exploracién global en busca de petréleo se intensifies notablemente en los afios setenta y ochenta, como consecuencia de la guetra arabe-israe Iy del subsiguiente embargo petrolero de la OPEP y, mas tarde, por la ‘guerra Inin-Irak, que dispar6 los precios del petréleo hasta los 40 déla- res por barril.” La preocupacién creciente de Estados Unidos y otros paises, asf como de las compaifias energéticas globales, por su depen- 24. C.J. Campbell y J Laker, op it. pig, 80 25. LF Ivanhoe, «Get Ready fr Anothe: Ol Shock! op. i pi. 22. 26, C.F CampbellyJ. Lahore, op. et, pig. 80; C.F Campbell «Peak Oil, Pre seatacin en el Technical University of Claorthal, diciembre de 2000,

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