tos Talie Halperin Danghi
ance de la capital y los douinantes en Tucunsin y Cuyo, ao tocado
por el federsiismo artiguista; el centralismo del régicnen de Pucyere-
dia cubria mal una paclatina cesiOn de poderes efectivos a grupos lo-
cales ex las cada vex mas numerosas provincias ereadas por desoierr:
bracisn de las intendencias vireeinales. Esos grupos cran marcada-
mente conservadores, y ahora el cono general de la revolucién rio-
platense lo era gada vez mas (un raxgo externo pero significativo: los
diputados que en 1813 habian usado el eérmino de ciudadanos para
dirigiese a sus colegas preferian shora el mas cradicional de sefiores).
Eve conservadurisino era ademés una tentativa de adaptacién la nue.
va coyuntura internacional; se acompafiaba de la constante agitacion
de proyectos mondrguicas que contaban, por otra parte, con la ad
hestén de los jefes militares, y tenian por objeto iileimo alcanvar una
eciliacién con la Europa de la Restauracion. Kn esa politica no
toda era oporsunisinos tras de ella estaba también ia desazon crecien-
la élite portefia, cuyas bases econdmicas parectan cada vex. mis
Uebilitadas por et avance mereantit britanico, ¥ que —luego de suirie
per primera vez, en 1814, las consecuencias locales de una crisis e:
ropea con el derrumbe del precio de los everos— tendia a haceise
tuna imagen mas sobria de las ventajas e inconvenientes del nuevo or-
den econdmico.
I régimen de Pueyrredsin seguia teniendo san flauco débil: la irre
lable disidencia artiguista en el litoral. Contra alla utilizé el mas
censurado de sus expedientes politicos: otorgar su beneplacito a un
avance portugués sobre la Banda Oriental, que desde 1816 mantuvo
a Artigas absorbido por Ja defensa, cada vex mis diffail, de su tierra,
Sus lugartenientes siguieron, sin embargo, resistiendo con éxito los
avences gortehos, y en 1819 el régimen de Pueyrredén mostré sig-
nos muy claros de descormpasicién espoatanca; ese quismo afta, noa
constituci6n centralista, que preparaba con nombre republicano un
seco institucional para fa proyectada monarqisa, fue rechazada en
eaci todas partes. El régimen quiso stilizar al jército para sobrevi-
vir; San Martin se negé a traer de Chile, ya liberado, sm ejército de
los Andes, y el del Norte se rebel6 en camino hacia Bucnos Aires,
Puc ese ef punto de partida de la disolucidn del estacio ceatral, con.
sunado cuanda los caudillos de Santa Fe y Entre Rios —secuaces
cada vex mas independientes de Artigas— se abrieron el camino de
Buenos Aires
Al régimen de Pueyrredén se le disigieron los mis severos repre »
ches péslumos; en medio de ellos tendis a olvidarse que una le’ 5
sa contemporinea Je América latina 105
causas de su caida ers la seriedad con que habia asumido }a tarea de
proporcionar los medios para la guerra que iba a librarse més alld de
los Andes: una parte del aborrecimiento que habia ya despectado en
1819 provenia de los prolongados sacrificios que habia exigida de sus
gobernados, Pero ls ayuda de ‘as provineias del-Réo de la Piata, en
su conjunto, no fue en la empresa chilena de San Martin mds impor-
tanve que la que é! logré extraer de !a provincia de Cuyo, por él go-
bornada y orientada por entero en su economia hacia la preparacicn
del ejército. A comienzos de 1817, éste podis comenzar el avance 4
tavés de la cordillera, hacia Chile. Eran tres mil hombres los que
afrontaban la empresa; ¢) 12 de febrero, la victoria de Chacabuco les
abria el camino de Santiago: allf O'Higgins era hecho director supre-
mo de Ja repiblica chilena; en marzo, la derrora de Cancha Rayada
estuvo a punte de terminar con ella, pero [a victoria de Mai
aboil, la salvaba (aunque la resistencia realista en el sur de Chile iba
2 durar todavia por afios). La nueva reptiblica, que debfa enfrentar
Ja pesada herencia de disidencias fegada por la pauria vieja, iba a ser
marcada por un autoritarismao frio y desapasionado, version guerrers
del arte de yobernar heredado de ia Hustracién espaitola; para reha-
cer la cohesiGs interior, O"Higgins debi presidir la turbia elimina
clén del hérve guerritiero de Ia liberacién de Chile, Manuel Rodri-
guer, irreductible cn su adhesiGn a los Carrera. Gontra los disiden-
tes, y atin mas decididamente contra tos realistas, la revolucion iba a
emplear una politica andloga a la de la restauracin a la que habia ven
cido: prisiones, confiscaciones, procesns inacabables, etcétera.
La reconquista de Chile debfa ser el primer paso en cl avance ha-
Gia Lima. Eace era aGn mis dificil que fa etapa anterios, Era preciso,
en primer término, crear. una marina de guerra; formada a partir de
una diminuta flotiila con presas por ella conquistadas, ta encontns
su jefe en tin gran seiior aventureto, lord Cochrane, que la dirigid pri-
mero en expediciones de saqueo y destruccién sobre el litaral perua-
ne; on agosto de 1820 partia para liberar Peri, con algo més de cua-
tro mil soldados, insuficientes paza vencer a Jos mas de veinte mil que
formaban alli ias fuerzas del rey. San Martin iba a utilizar a su fuer
za como un elemento de disolucién del ya secudido orden realista.en
el Perti; contaba con las molestias crecientes de ung guerra demasia-
do cereana y con las derivadas del bloqueo, para sacudir la lealtad mo-
narquica de los grandes sefiores criollos de la costa; luege de que los
desesperados realistas habfan abierto ese camino, estabr dispuesto
a empicar cl siempre disponible descontento indio de la
tambia