Está en la página 1de 30
. | im! ~~ Jorge Lozano La defensa de Lorman" se ha basado en argumenter que él y Zolldewski hablan en sustancia de objetos diferentes, en cuanto que se trata de puntos de vista diversos. Zélkiewski observa Ia cultura medieval desde un punto de vista extetno de estudioso « individua- liza asi los diferentes cédigos en la cultura medieval en el nivel de su mecanismo semidtico: cédigos que le aparecen, vistas desde el exterior, dispuestos sobre el mismo plano y todos igualmente sus- ceptibles de valorizar. Lotman, en cambio, trataba de obscevar la cultura medioval desde el punto de vista de su autodesitipcida: Dominante pata Lotman es un eédigo que tiene un rol hegemé co respecto a fos otros ‘que“consigue imponer sus principios estructu- rales, su. propia estructura organizativa. Para Louman, los oSdigos domimantes se pueden defini como tales no desde el propio punto de vista de externo de estudiosos, sino desde el punto de vista de la cule tura estudiada, es decir, desde el punto de vista de su autadescripcién, ‘Si hemos incluido les propuestas de Lotman es porque conside- ramos —atin lejos de ser un método exacto— utilisimas sus suge- rencias que permiten orlentar al historiedor en un trabajo de deco- ificaciéa de un perfodo que no es el suyo, distinguiendo, ya lo hemos dicho, el punto de vista externo del investigador y el punto de vista interno de [a autodescripcién de la cultura. Como hemos vyisto, no distinguirlos implica defectuosas valoraciones. EL andlisis del documento, una ver enunciada su no inocencia 6 su posibilidad de encubtir significaciones extraties tarto al propio autor cuanto al historiador, no se agota en un content analysis, que destacarfa el nivel de contenido manifiesto ®. Lotman, consciente de todas esas enumeradas deficiencias, ha demostrado la importancia de atender al régimen de signicidad de una cultura, que proporcio- na un nivel de relevancia analitica al que el historiador, pensamos, no puede sustraerse ®, 7 * Cfr, Remo Faccani, «Appunti in mazgine ad alcuni seggi di Ju. M. Loo many, «Prefaciones a Lotman y Uspenshij (1975: 16 y ss.) °'Definido por Berelson como una técnica de investigaciéa oara Ja descrip. sién objetiva, sistemstica y cuantitativa del contenido manifiesto de la com ficecign, By Borelson, Conlent sinelynis in Communication Reusarch, The Free Press of Glencoe, New York, 1952, Stone y Dunphy, en P. 1. Stans, D. © Dunphy, MS. Smith, D. M.'Opilvie, The General Inquirer: a’ Computer Ap- proach to Content Analysts, MIT Press, Cambridge, 1966, describen aplics- lone: de enilisis del contenido on émbitos empinices como in historia (se) Para una visién comprensiva, cfr. Klaus Krippendorff, Analis del Contennta, ERI, Torino, 1983. © Seqre (1985: 170 y ss.) sefiala {a cxistencia de utilizaciones descriptivas «¢ historiogrdficas de les medelos de Lotman en diversos dmbitos historias. Cabe destsear fa conttibucién de Maria Cort, «Modelli ¢ anuimodelli nella cultura medievales, Sirumenti Critct, XIE, niin, 35 (1978). ‘AGAND, Toes “BH Bacteae He iveda eomewt , A4ga! Capitulo IZ LA HISTORIA COMO NARRACION PYRO Stee te Pues todo el cuetpo de In historia no es otra cosa que una larga nartacién. Luctano 1. La historia entendida como sarracién Al sentido de savestigacién de lo que realmente ha acaecido 0 cconoei SERIE adguifdd,ediante Investigacion» 0 «informecién ad- quirida mediante busca» que se encuentra en Ia etimologia de bisto- via, a la que ya hemos aludido y prestado atencién, se le afiade otro Sentido, del que nos ocuparemos en este capitulo, esto es, el de ns racién de es0s mismos hechos que ya han sido investigados. Fignificados, pues, en la misma palabra que ha provocado tanta con fusién como diferentes explicaciones acerca de 1a ambigtiedad y po- sible relacién entre ambas acepciones. Por ejemplo, en el tratado aristotélico Historia animalium, la palabra historia se fefiere a la primera de las acepciones més arriba teferida (Ferrater Mora, 1979: 1519), por lo que Lledé, recogiendo tuna sugerencia de P. Louis‘, advierte que no es correcta Ia traduc- cion del titulo y que mds bien debiera decinse Investigaciones sobre los animales (Lledé, 1975: 99). T Cie Le mot ‘historia’ chee Arisiotclen, Revue de Pbilologie, XIX, 1975. Ea. pp. 39-1 indica los distiatos concenidos significativos de En estas Iineas, Menéndez y Pelayo establece una intima rela. ‘| G6n entre la poesia y_|a historia considerada como arte bella, Es mds, ambos —poeta e historiador— sélo difieren en el nado de in- terpretacién: «EI poeta (HO-invert@ ni el historiador tampoco; lo que hacen uno y otto es componer e interpretar Ios elementos dis- persos de Ja realidad, En el modo de interpretacién es en lo que di- fieren.> ~ La onceniin clisica de historia como bella arte, a In gus audia Menéndez y Pelayo, quedé réfleiada en las siguientes palabras de fray Jerénimo de San José en su ya citado Genio de la historia, de 1561, y que retomatia don Marcelino: Yacen como en sepulcros, gastados yay deshechos, en os monumentos de la venerable antigiiedad, vestigies de sus cosas. Consérvante allf polvo y cear as, 0, cuando mucho, ‘fnuesos secos de cuerpos enterrados, esto es, indlicios dde acaccimientos, cuya memoria cast del todo perecié a los cuales, pare resti- tuirles vida, el histarisdor ha menester, como otro Exequiel, vaticinande 20- bre ellos, junterlos, unitios, engarzatlos, dindoles a cada uno su encaie, hy git y propio siento en Ia disposicién y cuerpo de Ia historia; aSaditles, para su enlazamiento y fortaleza, nervios de bien trsbadss conjeturas, vestirlos de fame, con raros y notables’ apoyos: extender sobre todo este cueepo, si dis: ‘puesto, uns hermosa piel de varia y bien seguida narracién, y ltimamente ie fundicle un soplo de vida, con fa energia de un tan vivo decir, que parezcan bullir y menearse las cosas de que trata, en_medio de Ja pluma y el papel Con tal metéfora sugiere fray Jerénimo de San J dad, a través de la natracién, de sestituir Ia vida y 1a EL discurso histérico 47 acaecimientos o incluso _de sus indicios. Es més, sélo la narracién ede, en ultima Tistantia, dar sentido a los acontecimfentas y los hrechos, También de ese modo la zelacién entre poéticu e historia es {intima i Queremos sefialar que tal relacién subsiste tambiga en nuestro dempo. Baste de momento tanseribir-Tés palabras de Walsh: «Lo gue todo historiador busca in es un relato escucto de hechos inco- nexos, sino una fluida narracién en la que cada acontecimiento esté, por ast-decislo,-en.su lugar natural. y forme parte de un todo inteli gible. En est el ideal del histotindor es en principio idén- tico al dramaturgo. Asi como una buena comedia patec rie de episodios aisledos, sino ea el de- sarrollo ordenado de Ja situaciéa compleja de la cual parte, asLune || tuna certa unidad de a:gumento o temap (Walsh, Cabe sefialar asimismo un articulo de Hayden White, de signi cativo titulo, «The historical text as literary artelact>*, que demues- tra la vigencia de tan antiguo vinculo. = Baesto Gue le posible reladén entre poética e historia seré glo- balmente el tema preference en esta parte, puede ser pertinente pres- tar ateniGn 1 las considetscones de AriiGiled sobre este aspecto En primer lugar, cabe indicar qu’ Aristételes, gunque maestro de Alejandro Magno y habitante en us, mundo pletotics“de acor cimientos histéricos, no escribié ningtin, tratado espectfico de hist tia; él que se ocupé de examinar todo: janimales y plantas, tierra y jj cielo, politica y ética, fisica y metafisica, retérica y postica Parece ser, y asi lo explica{Finley) que los filésofos griegos —has ta @ ditimo de los neoplatdnites—comparten con Aristdteles ia indiferencia por la historia en tanto que disciplina. Segin Finley tro, discfpulo de Aristdteles. esctibié un libro llamado De’ bistoria. Y lo mismo hizo un amigo suyo, més joven, Mamado Praxifanes. Pero de ambos sélo queda el titulo. Siglos des- pués, alrededor del 166 d.d.C.. el satfrico Luciano josata es exibid Quomodo sit brstoria conseribenda (Como escribir la historia). ) Bara Finley es simplemente un rotario de lugares comunee de Ja edu cacidn rerdrica Para Tedd, cor ata, imera metodo [logis dele‘fistora. Fueta lo que fuere, si es digno de tesetar que quinientos_afos después de Arisiéceles, Luciano. telacionaba, como x” i, Ia historia con la poesta (y por Supu Ja retGrical. waa) pile + «The Historical Text as Literary artefact», in Clio 3, nim, 3, 1974, abo ra incluido en Tropies of Discourse (1978) ‘ 18 Jorge Lecano Conviene recordar con, Verant (1983: 91 y 3) que el poste poseido de las Musas, es el intérprete de Mnemosyne —diosa tin, Remant de-Cromos-y G& Océan. madre de las Mussa cuyo como dirige y con las cuales, a veces, se confunde; Mnemosyne preside Je funcién poética—, como el profeta inspirado por él dior lo es de pile La_activided del poeta se orienta casi exclusivamente del Indo del pasado (Veraant, 1983; 927. No su pasado Individual, oi tam- poco eI pasado en general Como si se tratase de wn cuadro vacio independiente de Jos acontecimientos que allf.se desarrollan, sino el * > somin Segre (1585-314), es completamentario de sna concepeién | gnoseolégica del arte que produce placer a través del reconccimiento eeole 7 de {a realidad representada vy celebra como efecto conclusivo la} Catarsis, superacién de las pasiones a través del conocimiento. La J (srvee TSegio waduccién de Valentin Garcia Yebra, en edicién trllingie, Gre- dos, Madrid, 1574, pp. 137 y 156, ' En'au discurso ce ingreso, pp. 12 a 16; en fa p. 15, 2 fo pregunta gpor aué dip Resttces que gra mis ona fils aus ig hone, een, SF Dolo poraue stendo el posta (...) duefo de sus personajes, histsiess 7 Ssntadon puede penetra hata al fondo de so ia, cructsar lo mes el 2 Inummo, sepultarse en los senos de fa conciencia de sus pecsonsjes, poner en ‘lam Iue los teconditos motivor de sus acciones, mostrar en apretado tefido las Sdicones de" causa Y efecto, simi lo aecsori, agcupar eu gisnlen eases {os aeaccimientos y los personajes, Dorrar fo superfluo, acentuar la exprsién, tharcar fon, coorornos Y Ins lines, y hacer que todo color y toda superficie ¥ todo" denale buble su lengua y tenga sv valoc y conspice, ademis, al efecto Coméar: y afades, «Algo de esto sce también Ia historia, pero de un moco tnucho inas imperfecto y somero, procediendo por itdiiot, conjeruras yr Iubilidades, jontando fegmentee mutilados, intetropando testimonies iscor des, pero sin ver las intenciones, sin saberias ni pencirarls © ciencia cert como la ve ¥ sabe el poeta, arebatado de un numen divino.» | Cerne flab Detention ry B| vee Secue 120 Jorge Loxene { mimesis no es imitacién de hechos concretos, sino_de actos huma- os_untversales, De aht Ti importancia de conceptos tals camo po- sible, verosimil y necesatio, y la preferencia por lo imposible verostinil Peapezto elo poste increible (1460 , 27-99) y ln reconoeda supe notidad de la poesia como «visiéa de Jo general> sobre la historia que es siempre historia de lo particular (1451 b, 6-12; 1451 a, 21-25), como ya hemos dicho. Pata Segre (loc. cit.), dentro de esta teorla (Poética) se encuen- teant imprestonmites~anticipsciones’ (sic) formalistas: conexién entre las partes de Ia accién (petipecia, anagnérisis, desgracia), clistincién entre trama y motivos accesorios (1455 b,-16-23).-Se pedria afitmar, concluye Segre (1985: 315) —dentro de una perspectiva molerna—, que Ja Poética es una gran teoria de-la fébula. Caben otras ‘consideraciones. Como se sabe, Ja rerdrica cldsica tiene como criterio de medida de In aficciSn» su oponsate: Ta imi tacién_o miniesis; y todas Tes discusiones sobre las licencias que s¢ pueden conceder a los narradores se encasillan bajo fa eabrica de lo verosimil. Seguin Segre (1985: 250), las desviaciones de: la verosimi- lifudpueden servir para una clasificacién de los tipos literarios. Asi, fos postaristotélicos catalogan, entre los posibles contenidos de la poesfa, Jo_verosiinll,To_inverosimil (mythos) y To verdadero, es de- cit historia_(istoria). Por decitlo con los tratadistas latino’. Ia res ficta 0 argumentume, la fabula v la fanca, En este caso, dice Segre, Ja res ficta es invencidn, s{, pero dentro de los limites de lo veros(- mil («la invencién es un hecho inventado que sin embargo puede ser verificado, como el asunto de las comedias», Rhetortca ad He- rennium, 1, 13), Ast se puede, segiin Segre (Joc. cit.), entender las species narra- tionum de Prisciano (Pracexercttamina rhetorica, 2, 5): «Pabulis- tica, ielativa a las fabulas, imaginativa, en forma de tragedias- 0 ¢o- ‘medias; histOrica, pata Ie ‘nartaciéa_de hechos reales; civil, la em- pleada por los oradores cauisas.» eee En Poética (1460 b, 24-26) afirma: «En una obra de poesia han sido introducidas cosas imposibles. Es un error. Pero ya no _es_un error si el poeta consigue 1 que es propia de sit arte: esta es, si eee ‘que sobre este fin se ha dicho consigue, gracias a dichas imposibilidades, hacer més sor- prendente ¢ interesante la parte misma que las contieneh W otra parte.» Las inftacciones a la verdad, es decit, las mentiras, quedatian justifieadas por To que es el primer objetivo del poeta: hacerse of o leer (y por supuesto, como veremos, deleitar). Sexrin Segre (1985: 252), Ja admisibilidad de las mentisas no se mide, segiin Aristételes, ve & El discurso husérico a distancia de.Ja_realidad, sino por Jn, manera de estar insertes la narracién. Como subraya Segie, es sintomatica la comparacién = con el paralogismo. En Podtica (1451 a, 34), Aristételes insiste en el hecho dé ie las partes de la fébula udeben_estar_coordinadas de 7 guede como dislocado *¥ el conjunton. Sea ~No'iinpoita Ta desviacién de lo posibi cidn quede convalidada por la T6gica de {a nacrativa, (1985: 253), que es, continila, Ta rack afirma Segre r Jos aristo-_|\* kigicia. por, I «élicos del sigho Xvs, Comme Castelvetto: «La imposibilidad puede ser | * Sw Fingida por el pocte siempre que vays unida 2 la(¢redibilidady esto rtyy" que esté informadn de razén, ya que la imposiSilidad ast creada, lidads © ‘A la explicacién de Ricoeur sobre la preferencia de Aristételes por la poesia frente a la‘Tistoria afiadimos la de, Finley. Segiin este J helenista,\la competicién de la historia con la poesia se explica en que io " como la de Pindaro, y como Ia tragedia, géneros todos ellos que po- 2 fan en escena Ins grandes figuras y los grandes acontecimientos del sta es entendida como poesia épica, como poesia lirica antigua, pasado. El problema, dice Finley, no era saber si, 0 en qué medida, fara lsfSueaments dana de te (en a Sido acral), é ‘ona tal_pogsia era Tistéries el problema mas fundamental era_el de le universalidad, el de Ja ver- , . ee salt Sy-le dad de un decir sobre In vids €h general Eq stim, segtin Finley, el oS Unite en - z Nj. problema, éra ef del mito-en_sv sclaci6 tes 1.2, Le relacién entre bistoria y mito —y DL. Cantelvetco, Poetics dAristotele vulgereezate et sposte per Lodovico Una caracteristica comiin la hallamos si se consideran 2 ambos, mito_e historia, relatos cuyo modo narsativo esté fundado en Ja accign, “~Para{Dumézil,: por ejemplo, los mitos son «unos relatos basados no en una sifuacién o un suceso real que tienen en ambos casos dos misiones: ayudar a que la sociedad prefiera, mantenga Jas condiciones y las formas de ju existencia actual, o bien justifique y fefuerce una pretensién 9 una aspiraci icional o nueva de esa_misma.sociedad» (Dumé2il, 1984: 60). EI mito habla de tharimatas, de hechos admirables, que sin em- bargo constituyen una cradicidn oral, una lente. histdrice: en suma, uun material histori¢s én absoluto despreciable, méxime si, como se- pesnnasnnenent ea Calieluctra, Pietro de Seclabonis, Basiles, 1976: 690; cft. Segre (1985: 253) cries Fore Baty cent ; imporsa gue esta desvia- y/” Me iz acompaiiada de Ta razéa, pasa de la imposibilidad a posibi- |, (a SAF, emumitosues._no sblo_ son tradiciones his 12 Jorge Lozeno fala Garcia Gual: «En las[versiones)del mito se introducen notas del contexto social y en ese sentido (...) las versiones del mito guardan Jog ta205, [a impronta de_un momento determinado de la historia» (Garcia Gual, 1981: 16). Por ello el mito no puede ser relegado como shistético o izreal, Inclaso Toque pudieta no haber sucedido puede hiberse basado en algdn acontecimiento real. Ea ese sentido, Dumézil dice que «la gue rra de Troya de la literatura se basa sin duda en acciones auténticas, © quiza ha condensado-en-una-sola accién-varias expediciones ¥ varias coaliciones griegas contra la opulenta ciudad que dominabs el comer- io de los Dardanelos. Conocemos su influencia sobre’la historia ul terior. de-esa parte del mundo» (Dumézil, 1984: 65). \ basan en algo que aconteci 08, Vey- ne (1984) advierte: «gCémo se podéia de hecho hablar de lo que existe?» Se puede alterar la verdad, pero no se podzia hablar de Ja nada Lo mis que puede ocutrir es que se deforma la verdad: pero no se puede mentir ex nibilo. El relato mitico, entonces, pucde caracte- Hizarse como aquel en el que 1a verdad de los hechos esef alterada, que_puede ser mera levenda, Lo que no implica que_no se pueda cree como gt usta -clesto. i efiridndose a la guerra de Troya, dice Dumézil que Paris po- seyé ciertamente Helena, pero ésta atruiné a Troya. Se puede ob- jetar, dice Dumézil, que se trata de una leyenda y no de la historia «Pero _gdénde_se_sittia —pregunta Dumézil— jlera_evtre. atlas? (Subrayado neste] “Tats griegos crefan firmemente en la historia de Priamo, de Héc- tor y del propio Paris, y el sitio de Tzoya les indicaba los rnstros de una gran guetta. Esos espiritus, esencialmente erfticos’ crefan sin duda menos en Ia autenticidsd del juicio del. principe pastor, pero esta falta inicial les resultaba weil para comprender ana victoria tan tremenda y paradéjfea, que se convirrié en seguida para ellos en las primicias de una vocacidn: Ia conquista de Asia por Europa, A este comentario afiade Dumézil: «El mito y la historia quedan, pues, in- extricablemente niexcladasy (sabrayrde nueva), “Asi, en un mismo relato se pueden encontrar mezclados elemen- spi mens y elementos istics, come suede, por ejemplo, ea les fstorias de Herddoto. Cuando Herédoto en la primera frase de sus Historias dice: «Esta es la exposicién del resultado de las inves. tigaciones de Herédoto de Halicarnaso para evitar que con el tiem- po los hechos humanos queden en el olvido (...!» En cuanto une a sus investigaciones (histories) demostracién y exposicién (apodexis) | BI dliscurso histStico 13 se convierte en historiador capaz de exponer con competencia y celo cl logos de un discurso que se puede considerar histérico, Mas en cuanto titi de «evitit qué con ef Hempo Tos hechos humanos que- den en ef olvidor, introduce en su relato histérico diferentes tradi- ciones contradictorias, mitos y leyendas que ha podido recoger y con fos que se deleita y deleita. Como ya hemes sefialado, junto al Herédoto que investiga y & ica lo que ve, otro HerSdote que events 15 Gi ae aCe tt UCC EEE Come relator’ §, Hetédoto inclaia con os de la tradicién en forma mitica que, coma \ctaflticd (1074), tienen por objeto persuadir a la multitud. (ed. y Wattardletects esa catacteristicnciando airma que eectand a poameh Jos griegos los nueve libros de su historia los encanté por la novedad de su empresa, por el encanto de su diccién y sobre todo por sus Jabulas» (cfs. Hartog, 1982: 14) (subtayado nuestro). El ase dice...n, catacteristica de una leyenda o de un relnto mt tic, cota como fuente informativa que, en palabras de Wéyne) (1984), tiene una misteridsautoridad: y al mismo tiempo permite conformar al relato mitico:como «un telato ancnimo» que se puede “Yn escuchar y repetir, pero del que no se puede ser autor» (Veyne, mat 1984). La fuerza persuasiva reside, acaso, en que «se dice...» en que. como ef rumor, citcula y por otra parte descarga de responsa. {wove | que Jo emuncia, que no_exel autor. Limitindose a dee < ‘a mitigar el posible ofvide incorporin: la memo. SEN + cento al mismo tiempo de tene: verificarlo v ni si- Gules de aeeto, 7 “En VIT, 152, 3, Herédoto afirma: «Por mi parte, mi deber es decir lo que me ha sido dicho, pero no de creer en todo: y lo que estoy diciendo vale para el resto de mi obra» (subrayado nuestro). ‘Tal enunciado, auténtica declarac‘én de principios, ayuda a mix cigar las acusaciones de mentitGso que Heredoto fue recibiendo a lo largo de los siglos. Entre los muchos e;zmplos sirvan los siguiente. Aristételes le define como «narrador de sdbulas» (Momigliano, 198+ THO) Ea la misma frase del De legihur 1,5, en que Cicren Taina a Herddoto «padre de la historian, lo asocia 2 Teopompo como em bustero notorio: «Quamquam et apud Heredozum patrem historise et apud ‘Theopompum sunt innumersbiles fabulse> (Momigliano, 1984: 134); incluso en el siglo xvr Luis Vives se referia a él como wands que padre de Ja historia, padie dela mentiran: «Herodotus quem verius mendaciorum patrem dixeris quam quomodo illum vo- cant nonnulli, parentem historise.» seiees era, Ailtartre brtenens Ayrrenit £545 ell adn firatice ' 4 Jorge Lozano Voltsite sostenta, refitiéndose a Herddoto, que todo lo que ha contado sobre Ia fe de los extranjeros es fabuloso, pero todo lo.que ha visto es verdadero. Coexistfan en un mismo selata fibula y vended, [7 En los mitos, si se mezcla lo verdadero com/Jo falgo la mentira | servia para adornat Ia verded, lo que permite CesT que mythos ¥ logos no se contraponen como el ezzor y Ia verdad. El sito era un Terri suid, of_veidadero_ni Taleo (Veyne, 1984). Cuando se trata de indagar sobte el origen de la fabulacién y de fo sobrenacu. tal @ lil decide sf los mitos.son-vagos-relatos-o-histosin alte —~ rada ”, En ese sentido, Dumésil se preguntaba: «gEn cu cn Ja imagen que se forja-una sociedad de sus otigenes y de su pasado asa a ser preponderante fo. que corzesponde a los bechos, lo at téntico, aunque esté adornado? gEn qué momento ha ceiado In mi- tologia de penetrar en los hechos hasta el punto de configuratlos de nuevo segiin formas concepmuales preexistentes?» Lo que nos interesa destacar es el aspecto ya seftalid que“tilio ¢ historia estén ineethieablemente mezcladas y qui — 42 subryado Dunéell zil, “«si_quitamos el mito fa historia dej ‘nvelpible_v_ por nde, interesanten ‘or otfa parte, zetomando la relacién entre historia y poesia que 0 i dado pie a estos comentarios, veamos ahora Gama se sascle momento: fece tal relacign a_través del mito. Detienne (1980}encuentra, en el siglo v_ad.C., complicidad en- i les Titra conde por Herddoto yl Odas de Pindaco: uno fabricante de relatos y otto artesano_del elogio, que producen_ por fscrito y para el ofdo discursos que ellos Ilaman /ogor. Palabras de leleite ¢ histoties memorables donde se meaclan en unas el castillo de Cronos, ef vinje-de los Argonautas y los altos hechos del espacio ‘agonistico anclados en una severa_cronologia, mientras que en les otras, Salamina y Marathon se relatan al mismo tiempo que el ori. igen egipcio de los dioses gtiegos y Ie intrusién de las Amazonas en al pais de los escitas ndmadas. Para este autor, Hergdoto no pone por escrito y no cuenta sino (logoi?) algunos: Hamados «éagrados», otros aprobados por todos ‘atin més_o menos creibles. Dentro de estos decités, cmpero, el sulo dominio asignado al «mito», a fo que Herddoto lama explicitamente mythos, es lo abe surdo, lo puramente ilusotio. CE El mito, mot geste, segiin Detienne, aparece solamente dos veces 7 Worms (1984: 8), quien afade aoe ninguna exces positivist Iga al co | mignzo de Ia fabulacién y de lo sobrenatucl a dae bw Maire, & — din teres Lange bento dat (he pet ates | MDA an PKI enctibe Oo le El diseursa histérieo 125 sus Historias: para censurat, luis: Jo insensato de lo que ientin Tos Gregon SOB wa ptendlde-sctico de Heracles onde. nado por Busitis, rey de los egipcios, el mufs piadoso de los habitan- tes de la tierra, @ la aberracién de aquellos, griegos tambicn y falsos subios, que se imaginan que pueden explicar la crecida del Nilo ale- gando’ un fo amado Océano cuyas aguas correrlan en cftculo alse: dedor de lu tierra (Herddoto, IT, 23; #5). 7 En estos casos el mito es objeto de escéndslo, figura de ignoran- cia, palabras de ilusidn, relatos méntirosos. Lo que induce a De- tienne a sostener que el mito es ala insignia dle lo ficticio, pezo de un ficticio cuya degeneracién es Ia sola apariencia de reali, siesn- pre provisotia, siempre efimera, Rumor gris u opinién sin fands- menio, el «mitay se define como un n itusién de los otzos, una ausendia evoceds brevemeate, un silencio todavia _intignifi cante en In plenitud de una pelabra o de un discusso> (Deuenne, 1980: 47). Ceca ia Se puede pensar con Garcia Gul que el snito, con esas catac- weston wena Ts guerra de Trova, queda abandonado a los poetas —"que muchos mienten (decia Solén)'— y a los sacerdotes» (Gar- ela Gual, 1981; 15 —— oan ; Neenant, Se- Una caracteristica fundamental nos! la_proporciona in este autor, el mito, multiforme como Proteo, se aplita as rex des mis cverias” Teogols, cosmogonts, gestae de heroes pero tambiga a fabulss, genealogtas, cuentos..., y por tanto no & eee ie eee una anid ae distaticia respects a'To que enuncia, El mito-es siempre el eaves, 16 fro del discurse serdaderd, del logos. Si se trata de una leyenda heroics, el niyibos enionces e5 lo que en la tradicién misma parece a tal poeta increible o escandaloso; si se tata de un relato hist6rico, to mitico de las fabulaciones incontroladas referidas por otros se opone a | hochos que al autor, él mismo, ha verificado de primera mano (Vi nant, 1980: 23). Pedemos entonces pensar con Pouillon quefiin mito lo es para el que lo denu: yuncia smbarazindose de la febulacién “Por es0 cobra especial interes Hecateo de. de la narracién_mitica.a la indas Lona indag si eccrine none argc 7 Gepin exprsén de B, Lavagini, Saeio salle storigrefic rece, Laer sa, Ban 1935, fe Sita (1983: 61); chr, tain, el comentario de Mania So (GBD) eeesdo en el primer cpielo leo, que sefals el geograticayet rtadas palabras no para el que Jo enuncia (Pouillon, 1980: 85). dea, donde_podemos sinmar el tanewde 77 (een. 0 Brae Ineo, K | 126 Jorse Lozsno BL discurso bistSrico ernest tate Pr erates = que inician sus Genealogias. «Ast habla Hecateo de Mileto: eserib ue dimente diferente: no hay comprom'o posible con lo que pette- fo que sigue segtin lo que me parece ser la verdad, ya que los di | nece al orden del «mito. Tucidides se\fanza = In guerra contra Igs cursos de los griegos son muchos y me parecen ridiculos», y que, 3e- stantiguas “historias, tpqueolonia de\ Plutareo, quien, por otra gin De Sanctis, consigue que todos los historiadotes antiguos y pitte, petisaba que [a verdad y el mito se relacionan como el sol y el arco iris, que transforma la luz en una.variedad de colores. Fren- modemos sean discipulos de Hecateo en cuanto que fue cf prime _ en querer, con absoluta libertad de_espirin te a un oyente fers al que deleitar, Tucidides exige un lec- wp eX fistorica_que elimine los mitos (cfr. a, | 7 2 ia_al tiempo y_a_sus sorpresas, ser" “—“Rungue estd claro que Ache Sar per ) Herédoto, fo hemos dicho, en cuanto viajero, se_sitda entre lo | 4 __ Goral_y To escrito. Tucidides, por_el_contratio, esté_decididamente no se puede aponer false a verdadero de modo dristico-nt poderos— y 16 escrito. Tue ° puede op conprométide-ton Ta escritura, la esentura que Detienne (loc. cit. | we entender la historia en Ja antigiedadl como hoy Ia entendemos I mpromé D lwo ea Grecia era ougeta, nos dice Veune—, la configuacién i mite «ver claro», «lo adquiride para de la historia como disciplina se_va diseftando cuando Tusidides ex- presamente no. accepts clegamente_tod: istorias qu fatidas? wEn cuanto al relaro de Tos acontecimientos de Ta guetta, « nn aereiarg ara escribislo no me he crefdo obligado a fiarme... (...) Quien me 2, Téxto histérico «versus» texto de fiecién “ oiga podré lamentar le ausencia del mito y de sus encafios (7. (ubrayado nuestro). Tucidides condena asi a los lopdgrafos, es decir, 4 we ‘A partir de las consideraciones indicadas anteriormente se pue- de-detectar, tras el esfuerzo en lo chiseéricon por desembarazarse transcriben los Toga Y los condena porque fundamentiimente su |--—_—¢, 9, mitieo. una primera oposicién que ind perdurando @ To largo es Fee eee Sosa ae pir bona daerar o| | —-« de! tempo y de In invesigacén histoiogiicn, Nos sefsimos eo audivarie, ceden al placer de Te oreia. En cambio, como ya hemos la oposicién entre texto histérico.y testo de ficcion, i ov’ | sefialado en el primer capitulo, el autor de La guerra cel Pelopo- Milkiples son Jos ejemplos que pueden ser mencionados aqui, af pP]y eso opone su propia eleccién, que consiste en simple y perda- Entre ellos clegimos lo _definicién que de Historia da San Isidoro_ St ence vonhadeea Soe de Sevilla ensus E7iniofogias (I, 41, 44). Para este autor Ia bi hee sablemente etc soneso estd «fuera del mito; comiensa all’ | —-‘t0Ha ef la naracién de hechos acontecidos por Ja cual se cono- : donde, por decret, se deviene In actividad ce la memorin antigua | __—_$f fos sucesos que tuvieron Ingny en tiempos pasadosm. Y la histor (Detienne, 1985: 75). Es ahi donde existe meyor fractura_entre See eee Ja gramdtica, «porque a las Tetras ra® Tucidder y Herddoto. Le Guerra del Peloponeso, dice Detienne | “onfla cuanto es digo de rexndrdon: : of (loc, cit) inaugura una politica de la memoria que relega al inves: ita Ben Teldovo ence bitore, erqumento y idbule. His a prey tigador de Halicarnaso a Ta calidad de «mitélogo ‘bastante antes forms son hechos_que_ San sucedico; srgunenies,siesos que 0 | wee de Aristételes —_. ae En el prefacio de Plugarco a la Vida de Teseo (I, 5) se lee: «ong me em slacuente de fa conesacién de Tucidides, a sguicnts bi ws wg Hagamos que lo que pertenece a la especie del mito (mysbéder) feilas ocaioes ‘ance sues ehre Woe Io que suede) pes enones dg @ — se_someta a la raz6n (Jogos), una vex que ésta 16 haya expurgado, t ‘mis que nunca, por consicerar que sus copes estaban en peligro, y que a 0 ! / | Fadopte atapects ae fs biti, Pero conndo To mtico (myth Ser qe let hiram reer canto ans, o.que etvacn un gran eco de 2 443 tag) ena cor andar Ta creibilidad y no admita ningsin acuer- }—_fetuetza np fniba, ningun arlonekn Y temeroso de gr ing cavlados, 0 oor a: do conte vetoed, enone pecemos a lot ovens que se | ods“no" decroreran fe stuaion esl, escribid una cart, pensando que de é mmuestten indulgentes y'acojan con paciencia eses antiguas histo fm manera seria como los atenieses, enterandese de au pensamiento sin que 4S et sag y » ussite Sngun lady fy cl el este, mar Pdr ace sur S . | También Tucidides rechazaria este prefacio de Plutarco a la etdadera suacion. Los mensaeraspardezon,levanda, como, Nici depts primcra de sis biogttia patlelas, tanto por el tono que predica GaSe Lesiette Beech eine eh i ltt ek Como por la intencién de dar al «mito» Ja apariencia de historia Se exeonerio a peligros volunvarios. (Tucidides, VIL, 8 segen traduecién de racional (Detienne, 1985: 72), La estrategia de Tucidides es radi- Rodriguez Adzades.) 128 Jorge Lonano El liscurso bistdieo 29 hhan_tenido lugar, pero pueden [ébules, ence rnapas, as{ como las citas con reenvio a las fuentes impresns o ma aquellas cosas que Al hin acontécido ni pueden fs iuserias. Los cuadros con columnas de ciftas aparecen en el vith. ) son contrarios a Ionataral'> a Los atificos rafigarardit sino desde los sltimos decenios del xx. | nce siglos mds tarde, en el articulo «Histoires de Enciclope- ‘Mis recienzemente han aparecido lus fotograt die on Dictionyaire raisonné des Sciences, des Arts et ces Méuers fuente (1751-1799), Woltairé) retomé Ia_misma opinién, aunque dandole Con estos ejemplos se subra uuna_diferente significacién, La istoria, dice, «cest le récit_des obra histérica de una obra de fic considerads como | el esfuerzo_pot_distinguir_una ‘gh absolute es suficiente. fats donnés pour_vtais; au contraire de Ta fable, qui st Te récit Baste pensar, de pasada, por ejemplo, en In marca ayo he visto>, des Taits donnés pour fat. EE | catacteristicn’ dle In autopsia gtiega; hoy, sin embargo, fa misma ““Ta-diferencia de sigaificacién aparece explicita, Para San Isido- marca, por procedimieato® enuinciativos, perteneceria a otto géne- 10 la difwrencia entre“historia y fabula es de orden ontalégico: se 10, ¥4 no «de Listoria» como otrore, sino, por ejemplo, libro de sega detente Ferb os jes-e Imposioles, En este Sen- memoruis, © cx6uica, 0 libro de viaies..., geveros en que el tiempo ido, y como ya indicdbaids ea el primer capitulo, los _hechos de la enunciacién y el tiempo del enunciado cvincicen, Jos que se ocupa la historia pertenecerfan_al dominio ‘ce To visible. 4 ‘Mas estos génetos: crénica, memorias, libro de viajes, autobio- oS Valaane: en cambio, history ibula se ditinguen geafla, etc., ¢pueden ser considetados textos histéricos? Una prime- funeién de lajintencidn de cada relato\ en el modo ea que cada jdt Fespuesta parece ser la cominmente aceptada: si, y sélo si, cuen- uno presenta los hechos, En aj defiaién, pues, se seila una di- |3'4 san la verdad. La verdad de Jo que se cuenta, se convierte, en fee ferencia de tipo discursivo que tae al modo y a Ja intencién. Mas to, en el criteris es necesatio, en cualquier caso, se apunta, que todo dis fandamental_pazn defini tn. texto_como histérico ase le open sito ce fen a "ane que-te-supone que lo que se aes tvenmlo'y, portrait, fake, \ Ja historia debe ser él mismo un discurso histérico. 4 also, \ “Para que ello ccurra es necesario que el texto hissérico posea |32 —“Coasideramos, sin embargo, sin detenernos en prolijas explicas “iy marcas de historicidads (Pomian 1983), Ya hemos refetido en el BA ci ue la convencién de este criterio es igualmente insuficiente: WV" Sumer capitulo las del UposayorRE VISTO 0 «yo he olde de una $4 [lo verosimill) por ejemplo, no sdlo es como nos ensefiarn Aristéte- *Y)*~ persona crefble que ha visto lo que yo fefieto», a los que, segin SE Lge To persuasivo, esto es, lo que hace que el destinatario crea (que ,..¥,, Pesane (1983: 15a), pertenecerfan, sin tener en cuenta ottzs dife- |&° es verdad), sino que puede preducit, discursivamente, que no onto- (has<. rencias, las antiguas historiograffas china, griega y romana, al igual | 73? I6gicamente, un fees de realidad * un efecto de sentido, Tamado “"y ue, lns historiogeat ios medievales: china. arabe, urea, bizantina, |, verdad, Veidad-como jlusién y como efecto, como iremos vier- Yr, % eslava y occidental, sea en latin o en lenguas verndculas. El otro 3 \\ na capneieristics Comin 216 ahisiGricoy yt lo aBiciGas Rat lo QyYer ry chor~narrados “para tener_ringo de historia deben haber acaccido realmente. ra bien, ¢cémo podemos definir el discurso uhistérico» di- ferencidndolo de otro tipo de discurso, en concreto del de imagina- én? Como primera aproximacién, y_por su importancta, comentare- mos [a aportacién de|Rolind Barthes}en un trabajo intitulado pre~ cisamente «El Discurso de lz Historia». ™ Danto (1965). Por su parte, W. B. Gallie, Philosophy and Historical Un- derstanding, 1968, piensa que ia histora es un tipo particular de relato (story) ¥,comprender Ja historia es el desarrollo y el perfeccionamento de, una capa fided 6 competencia previa, la de wseguit» in relat, En la wneroduccidn, XI, sfima Galle que ced lo aus una obra de histo pucde conten ch echo de comprehension v de explicacion debe ser evaluado. en relacion, a relato (rorrattor) de donde procede y de donde sostiene el dessrrllo>. Ea Ia pégioa 66 se puede leer ala historia de los historiadores (history) especie de género historia contada (tory}>. En ef ariculo ya citsdo, «De I'histoirexécit a Ihistoite problamen, en Foree (1982: 73), ‘i Gered Genes, Figures U, Sel py 50, ef Verne (1972: 13), La palabra griega diegenss equivalie a’relato, Retomado de la tredicin griegs. port Genette,designa el aspecto narriuvo del discurso, EL discurso histérico Bt we 2.4. El Discurso de la Historia ? Roland Barthes escribié un articulo en 1967, «Le Discours de Phistoiten ", en donde se plantes, desde el andlisis estructural, en- fora Ie iplopa de los dscrss, tren en gus s etd Soypando lp semistitn texigal-y gue Tlletiona también sobre la deeripcién del discurso histérico. simnccrnitd “En dicho articulo Barthes comenzaba haciéndose la siguiente pregunta:-eL.a_narzacién.de-los acontecimientos pesados, someticios cominmente en nuestra cultura, desde los griegos, a la sancién de Ia ‘ciencia" histérica, situsda bajo ta coucién imperiosa de lo ‘real’, justificeda por fos principios de exposicién ‘racional’, esta narracién adifiere vetdaderamente, por algtin rasgo especifico, por una perti- nencia indudable, de la narracién imaginarie, tal como se In puede enconrrar en {a epopeya, la novela, el drama?» (Barthes. 1967: 65). Si tal rasgo o tal pertinencia existe, se preguata también Barthes, cezen qué lugar del sistema discursivo, en qué nivel de la enuncia: cign_es necesaria situatla?» (Barthes, loc. cit.) De modo expresamente libre y en ningiin caso exhaustivo, Bar- thes comenta, para sugerir respuestas a tales preguntas, el discurso de algunos historiadores clésicos, tales como Herddoto, Maquiave- lo, Bossuet_y Michelet Divide Barthes el articulo en tres pettes: la primera se refiere 4 Js Enunciocén, fs segunda al Enuncido y In whims a la Sint acid. aa “En Ia primera parte la pregunta inicial es: «¢En qué condicio- nes el historiador clésico es levado —o autorizado— a designar él mismo, en su discurso, el acto por el cual lo profiere?», 0 en otros términos: «gCusles son en el nivel del discurso los. shifters —o conmutedores "— que aseguran el pasado del enunciado a la enun- ciacién (o inversamente}?» Distingut, Barthes dos _tipos de shifters / que, segtin Al, se encuentran regularmiznte en ef discurso histérivo: 1. Coumutadores de escuche (erzbrayeurs d'écoute). Coincie || de este tipo con la categoria que, en él nivel de Ja lengua, Jakob- | sa Dinos de sce 967: 6875), shom en Barthes (585: 3 - Shifters. que a veces, no sempre, ha sido traducido en espafol por con \ utadores Jaebson, a9 to taba’ citer, Veal Categories and foe Ras. sian Verb, se ocupd de estas unidades de eédigo que remiren al mensaje y ‘ue asequran el paso del enunciado 0 Ja enunciacién; débravage 7 embrayage ecru ees core \ Sots sper se ds me 5 132 Jorge Lozano sen® denominaba testimonial, bajo In férmule Ct C4/C* adems ‘Get weomteclinfento reterido (C*), el discurso menciona a Ia vez el acto del informador (C4) y la palabra del enunciante que se refie- re (Ch. f Para Barthes este shifter designa, pues, toda mencién: de los testimonios, toda t x pilcita, segin Barthes, es una eleccida del historindor, pues es Ele 76 tefetitlay"cuando hace mencién de su informador, Jas fuel referencia.a_una_escucha.del historiador, écogiendo un ailleurs de su discurso y diciéndolo. La escucha ex- Ps bi o- toviador s¢_aproxima al etnélogo. En efecto, este tipo de shifters “Ge eneuentia” abundaatemente entre historiadores etndlogos como Herddoto. “Se pueden dar diferentes formas: /como yo he ofde/. /segtin nuestro conocimiento/, uso_del_presente_del istoriador —tiompo que prueba 1a intervencién del historindor—, cualquier mencién a la experiencia personal del historiador, etc. También Wichelet se eocuntr, en ste grupo, set. Barthes, pues Michelet xescucha» Ia Historia de Francia a partir de una iluminaciéa subjetiva —la revolucién de julio de 1830—~ y da prueba de ello en su discurso ”, ‘Aclara Barthes, sin embargo, que evidentemente, pertinente del_discurso bi 2 shifter de escucha no ¢5, rico. En efecto, se le puede encontrar con frecuencia en {a cooversacién y en ciettos ar- tificios de exposicién de la noveln —anéedotas contadas por ciertos informadores ficticios de los que se hace mencién El gezundo tipo cubre todos os signos declara por los que el enunciante, en In ocurrencia el historiador, organiza su propio “En Saget di lingusctica generale, Feltrineli, Milano, 1966, donde se cr cottira el artical eitado, «Shifters, categorias verbales y ei verbo ruson. En Jn pigins 136 dice: «Proponemos amar testimonial (evidential) Ia categoria Verbal que hace entrar en juego tres procesos: el proceso del enunciado, el proceso de la enunciaciSn y un proceso de enunciacidn enunciada, es deci, Is fuente de informacién ligada relativamente al proceso del enunciado. El 'ha- blante, dice Jakobson, ret re tn proceso sobre 1a base de la relacion (relato) hheeha ‘pot alguno (prueba por haberlo oido) o de un suefio (prucba por reve- Ineidn}, o. de una conjetura (pracba por presuncidn| o sobre la base a Ja propia experigneia anterior (prueba de la memoria) » En el «Prelace de 1869», en efecto, Michelet comienza diciendo: «Cette oeuvre laboneuse environ quarante ans’ fut congue d'un moment, de I'écla- te de Juillet, Dans ces jours mémorables, une grande lumiére se fit, et_j'aper- fous le France» Muy recientemente ha’ aparecido el trabajo de F. Hartog, “Loeil de Thistorien et la vox de Vhistoices, Communications, 43, 1986, onde, siguiendo trabajos anteriores, se ocupa también de Michelet, en'fo que reapecta t esta aetitud a [a que se refiere en ejemplo Barthes: si bien tog se refiere a cémo Micheler ve y 0, como diria Barthes, escucha El discurso hist6rico 133 jscurso, Jo retoma, modifica el curso del relato; en una palabra, dispone de repéres explicitas. Es este un tipo de shifter importante ue segtin nuestro autor da cuenta del movimi discurso en relacién a_su_materia, como fos defaticos temporales lecativos: aqui, alli, etc. a En relacién al flujo de fa E — La inmovilidad: /como habfamos dicho mds arriba/. La remontée: /altius-repetere,ceplizare-da pit alto kuogo/, - La redescente: /ma ritornando all’ordite nostro, dico come/. — La parada: /sobre él no diremos nada sais/ : — El anuncio: /he aqui otras acsiones dignas de memoria que realiz6 durante .../ EL shifter de organizacién plented, un problems esto es, el de ia existencli dé dos tiempos, a ren ‘de la _enunciacin y ef tiewa- fear pode i ugtetia ciuntinia: Disinguitsasles ‘muesuo autor, dese re oe 0 de Tams 7 (te bie importantes Bechos de discurso. me 1) Los fenémenos de Gccleraciéi de Ia historia: un ntimero igual de «péginas» —suponiendo que tal fuera la media grosera del tempo de la Enunciacién— cubre lapsos de tiempos diferentes tiempo de lz materia enunciads— en las Historias Florentinas, de Maquiavelo: fa misma medida, un capieulo, cubte aqui varios siglos y allf unos veinte afios. Una ‘conclusién se puede derivar: quanto7) "es i ima_al_ tiempo del historiador, més fuerte se hace la { ea je la enunciacién, mas se ralenitiza In bistoria. ee ‘Historia de Gig-zags) por ejemplo, en cada personaje que tans aparece en sus Historiae-Ferédoto se remonta a los ancestros para Ioego volver al punto del comieto, pan continae un poco-més —- lejos y comenzar. 3) Se refiere al papel destructor de los shifters de organiza- ign en_telacién con el tiempo crénico d& la blstoria: se trata de fas inaagursciones del alscurso histsrico, donde se juntan el comienzo” dé Ia~materia enunciada y_ el” exordio —codificacién de ¥/ ? ia de In enunciacién. Jas_rupmutés del silencio y Tacha contra [a afa El discurso de Ia historia conoce, en general, dos formas de <2 i) Lo que podria Wamarse oberture_performativa, donde la palabra es verdaderamente un acto solemne de fundacién y su_mo- delo es podtico; equivale, segin Barthes, al /yo eanto/ de tos py 08 Poe- vo iy oe we wt 4 Jorge Lozano tas, Como ejemplo, el comienzo de Joinville en su hiscoria: «Au aom de Dieu, le tout-puissant, je, Jehan, site de Joinville, fais écrice la vie nostte Saint tois Louis», © también, el comienzo, «introito putificadors de Histoire de dix ans (1842) del socialista Louis Blanc: «Avant de prendre la plume, je me suis interrogué sévé- tement, et, comme je ne trouvais en: moi ni affections intéressées ni haines implacables, j'ai pensé que le je pourrais juger les hom- mes et les choses(gans manquer & la justice)et sans teahir la verité.» )-ElPrefacid, caracterizado acto de Enunciacién, sea éste braspectvo ciands anuncia el discurso venidero, sea n2trospectivo cvands, lo juzga. Este tltimo lo ejemplifica el Préfece con el qite Michelet coroné su Histowre de France, una ver que halsia sido en- veramente escrita y publicada, Observa Roland Barthes que al dar noticia de estas unidades pretende sugerir que lz entrada de la enunciacién en el enunciado histérico, a através de los shiffers Organizadores, tiene como fin no \o tanto el dar af histormador Ix posibilidad de expresar su asubjetivi- 7 ei dado, como se dice comiinmente, como el de «complica» el tiempa vt + narracién_histérica exSnico de la historia al afrontatla con otro tiempo, qué eel del discurso misito ; En suma, la presencia de signos explicitos de enunciacién_en It Tevatia_a_adescronolopizary el”-chilov Tist6rico ea ear cnr coleo rolcio, segin 4, patarndiice oa singin Gaao lineal, aeuyo espacio profundo recordatia ef tiempo mitico de Tis antiguas cosmogontas, ligado también por ésencia a Ta palabia eT poeta _o del. ino». © El discus histstico x Barthes, corresponde de hecho al discurio histérico Hamado «obj riviaa,cén el cual el historiador no interviene nunca De hecho, en sus proptas palabras, elenuncigate anula:su persona pasional, pero le sustituye otra petsona, Ia @ersona «obietivan,) el_snie iste cn su_plenitud, peto coma sujeto. objetivor es —dice Barthes— lo, que Fustel de Coulanges llamaba significativamente, y bastante in- genwamente, la weastidad de la Historia». En el nivel del discurso Ia obietividad! o(farencta de los. signos del enunc:ante} aparece también. como una. forma.particular..de ima ginatio, el producto dle lo que se lo podrfa ffamar la ilusiow referen- if, puesto que aqui cl historiador pretende dejar al referente ha Blar Al soio ™ Oo saxo pact, en cuanto « Enuniscion se rfiee, ex el del enunciante del discutso, que es al mismo tiempo patticipante del So enuncads. Un eempla dé histariador SCOT Cetoano al S00- tecimiento y, posteriormente, nartador del mismo es, para nuestro autor Jenofonte, Mas el ejemplo mis ilustre, dice, de In conjun- cign del-7o enunciado y del yo enunciante es, sin duda, el /il/ de Césah, Este flere (Al) perenece a enunciado; cumdo C6 de jen explicitamente enunciante, pasa al nosotros (Jut supra de- mostraviniuss}), La segunda parte del articulo Ia dedica Barthes, como ya hemos sefialado, al Enunciado, cuyas unidades, tras un trabajo de segmen- tacién, pueden clasificarse. A través de las observaciones de Bar- thes —meras sogerencias— se podria, pensamos, atender a los temas, 135 r - Cee A Hace mencidn también de(los signos de desea ef discurso histérico. Normalmente, esios ‘signos, que harlan referencia a un /ei/, estan ausentes en el discurso de historia, Se encontratén s0- famente, segin él, Giando a Historia _se_presenta como una lec- cidn, Tal es el caso de Ta Histoire umiverselle, de Bossier, discirso dirigido normalmente por el preceptor al principe, si dicfpulo *, ‘Los_signos del enunciante 0 destinador son, por el contrario, ids frecuentes. Un caso particular es aquel en el que ef enunciador se «ausentay de su discurso y donde hay, por consiguiente, caten- Gig sistemética_de_todo_signo_que_seenvie al_emisor, del mer Thisi®rico: Ia historia parece contase ella misma, Esie caso, ¢ La explicacidn que da Barthes a este respecto se refiere a la homologia con el diseurso de Dios; es decit, Je homologia entre la historia de los hom- bes y la escritura de Dios permite a Boscuer, mediador de esa escritura, esti. blecer una relacién de destino entre ef joven principe y dl pesceptibles en les unidades de enunciado, y establecer diferencias entre dis En fin, Ja tercera parte fa dedica a la Sica En primer lugar cabe’ una primera observacién: para q storia_no_sig- nifique es necesario ‘que el discurso se limite a una pura serie de- structural de notaciones. Es el caso para Barthes de_las cronolo- ‘gins y de los anales —en el sentido puro del término—, gaat dori que la virtual elaboraci a_construcciin de un discurso histirico se establece en In signifi eacién_de tal discurso. Conformado asi. el discurso histories, como ‘venimos diciendo. és el responsable de Ia acreacidns del hecho his- t6tico en el propio discurso, aH En este sentido Barthes cecuerda el famoso aforismo de Nietz- sche: «No hay hechos en si. Es necesario siempre comenzar por introducir un sentido para que pueda haber un hecho.» * Cir, nota 10, woldgica que sro Parsee opie teenie Jesmeds Concluye Barthes su articulo subrayando que el abandono, sino In desaparisiSn, de la nacracion en la ciencia histérica ac ual —reeor demos que el afticile esti datado en 1967—, que intenta hablar més de estructuras que de cronologlas, implica mucho més_que_un simple cambio de escuela: una verdadera trensformaci6n ideolégica; Ta narracign histérica muére porgue el signo de la Elisiotia es ac- Galaune menos Total gue lo ineligible, Sf hemos ieichade Sttensameste «Le Discours de \'Histoizes se debe a varias razones. En 'BHmEY término, porque pensamos que supone un hito en los estudios y anélisis del discurso, por primera vez con esa orientacidn, Ia historia como un discurso suscepible de descrpcn a part de ona primera oposcon coal as la del gelato imaginario o de ficcién versus discurso de Ja historia En segundo término, si bien de modo impresionista y difuso, da cuenta, también leyendo discursos concretos de histotiadores, de la diferencia que consideramos fundamental entre Ia instancia de la sin que esta aseréiGn pueda ser otra cosa que una cata ™ Seria dte un caso de deribe, como indiefbamos en el peimer capttulo: serla igualmente la concreign del aserto de Ranke de contar lag coves tal COMO Socedieron, Barhes, frances, preliee citar a Thiers: tee simplement YIah, Stee ce que sont ies chores cles memes, nme rien de plus quielles, were Hien, que'pec lle, comme elles, cutant quelle» : 's Barches (1967: 74) sebala tambien ol prestigio de este cert ariné: en nuestra civilizecina ay gusto por el efecto de realidad, protado por el des- trrollo de los geneves espetfices como la novela realists, el iano timo, fa itcraruea del documentos el suctso, el museo histérico y, sobre todo, el des sole aoe i fain ato al exo prance (en rascal yjo) es peeisamente el de significar que el aeontecmmiento eepresentado v0 Iugar realmente, En este sentido cabe sefalar el aticulo de Pere Nora, «Le tour de Tévénement> en (Le Goff, Nota: 1978). ‘Afirma Barthes que «el. discurso histérico no sigue lo real, no — hhace sino significaclo, no cesando de repetir_ha_sucedido (ce El dlscurso histéico re Enunciacién y el enunciado histticd2)?que permite descubtir tanto” ce gee ee eae ae escribir sus esteategias, de las que nos ocuparemos en el capt- tulo IV. Es dago que al tomar ejemplos tan dispares de cuatro historia- doves tan beterogéneos como son Herédoto, Maquiavelo, Bossuet y Michelet, comentados tan brevemente y de modo tan disperso, no puede por menos de resultar insatisfactoria su tazea, Témese, pves, como un conjunto de indicaciones sugerentes y-como-un-tra= bajo’ de pionero que sin duda requiere profundizacién y continue cist un un campo como 2s el de la somitica,Gue se ocupa de la des - cripcién de los distintos tipos de discurses 'y que, mal signo, ha reflexiontdo poco sobre al discurso que nes ccupa, esto es, el his- tético 3). (Giiialy pues, a este trabajo no pueden faltar ni sorprender. Por indir una sola, la que le dirigid Michel De Certou (1975: 53 y sl wun Reso al pose le ures dT ples et Hco» a través de los tempot. Segin De Certai, ast hace Roland £7 Barthes cuando se pregunta al inicio de su trabajo si cla nartaciSa de los acontecimientos pasados (...] difiere verdaderamente (...) de | Ja nazracién imaginaria (...)». Queter responder esta cuestiGn, dice De Certau, gno es suponer demasiado répidamente la homolo- ia_entze esos discursos, tomat demasiido-Helmente Tos ejemplos més promos @ la martacén, pero aleiado de Ins investigaciones presentes; comar el discurso fuera del gerte que la constituye en una relacién especifica con la realidad (pasada) de la que se distin- gue, 7 no tener en cuenta, por consiguiente, los modos sucesivos de esta celacis que hace de tifico de Ta de su produc mucho ms que le «nstracicn de Tow acontecimiented pandoss> || Certau, 1975: 348 Se puede suscrbir sin dificultad todas y cada una de las aser- ciones, que, elegantemente, sostiene ea modo interrogativo. En efec- ® Precisamente en Je instancia de Ja Enunciacidn, en su operecién y en) cl nivel de 12 enunciacicn enunciads, pensames que se sttia el lager priv of nivel ‘Pensamos qu tt hustético rulo, TV. ® En efecto, el campo privilegindo de los anisis semiétices fa sido fo elie ‘eration, cuyos modelos se han exportsdo a lo mitico, rligioso, politico, clen- tltico, filosofico, ete., pudiendo detectarse, por el contrario, poca literatura so- bre lo Aistéreeo. En un momento como el actuel, en que’ muchos, semislogos se estin ocupando, a tu ver, por construit una historia de fa semistica, peasa- mos que es oportiao ccuparse de usa snidtica de Jn historia. ae Ee at a ae ete, See et \ ve Jorge Lexa to, abi se encuentran todas las preguntas que el debate sistoriogra- fico actual estd tratando de responder y que en el punto que nos inzeresa el mismo De Certau toma partido cuando afirma, esta vez taxativamente, que «la historia es una critica epistemolégica. Permanece siendo un Télato. Cuenta si_propio_trabmoy simnult: neamente el trabajo legible en un pasadoo (De Cettmi, 19757 56). Yyoanade Elle ne comprend daillears célui-ci qu’en elucidant sa propre activité productrice et, réciproguement, elle se comprend elle-méme dans l'ensemble et la siicession de production dont" elle est elle-méme un effet» (loc. cit.). En todo caso, nos interesa insistir esi ED a subyace en el conjunto de estas cuesiones. y €3 Jo que Berthes ha salificado como el paso de Ja narracién a lo inteligible, que_con= siderarcomo el abaadiono; en le hisiorogtatia. istorioprata actual, de Ja narracién. Este eclipse dela narraciéa sc lo puede inscribir en el paso de la 3. De Ia historis-relato a la historia-problema Ave Hemos querido hacer coipeidir el titulo de este epfgtafe con el del articula del hionader Gangs Pret) De Phistoire-récit & Phistoire-problemen ®, que, PEHERTMUS;-simTétiza los aspectos, que consideramos mis interesantes del abandono de la natacién bisté- rica, Sostiene Furet, como ya hemos indicado, que la historia es hija del relato y se define por el tipo de discurso. Hacer historia es contaruna historia, o lo que es lo mismo, contar «lo que ha site dido»,; dicho en otcas palabras, es restituir el caos de acontecimien- tas que constituyen el tefido de una existéndia, [a trama, dice, de aan vécu. El modelo para al seria, pues, eltxclato biografics, porque ase presenta como fa imagen misma del tiempo pata ef hombrey__ ~Yono enviar“ ete tiBo CE historia ha sido, si no Gnicamente, si principalmente biogrdfica politica; una historia, dice Foret (loc. cit.) que se_Qeupaba del hecho histérico revestido de la digni- dad de acontecimiento. SSS “Mas ef acontecimiento, tomado en si mismo, es ininteligible, 0 i precisamente_ est pivado_de_signifieacidn. Para que adquiera Signilicaién, propone También este historiador, es necesatio que se lo integre en una red de otras acontecimientos en relaciéa a los cua- * Este artical aparecid en In revista Didgenes, mim. 99, en 1975, que se ocupaba de «Problemes des sciences bumaines», Ahora incluido en L'atelier de Phistorien, 1982. El diseurzo histérioo 9 Jes tomard sentido: es la funcién del relato. Bs, pues, en el interior deJn histoie.récit dotide ef acontecimiento, aunque por naturalera Sea_sinico y_no comparable, adquiere_ sig por su posicin bre el eje del relato, es dia ‘tiempo. da hinloranclip © ura MiCRHN Ge Fotnomcents-origines, que Ge pliede Tamar, propone este autor, bisioireduinementielle, que es {bstona Telealgica) pues slo el «Tin» d ir y_comprender los _acontecimientos. En sama, Ia historivrelato Ja eardetcrizy,Furet como In recons- truccidn ce tuna experiencia vivida sobre el eje del tiempo: recons- truccida inseparable deus mivimam de conceptualizacidn, aunque, Se aeconste Wicks concepioizacton Tamis_se-explicia, 8 ocala, ise, en_el interior de la finalidad tempofal”que estructura todo gelato como su sentido mismo. Sin embargo, en Ia evolucidn reciente de la historiogratia se produce una mutacién al sbandonar la bistoris-telato a lo que él llama hiszoriaproblema, en el gue, a diferencia. de. aquélla, Ja concepts: Teecée esi exoliinda y eo ditemanca, Asi to explicea Pure 1. El historiador ha renunciado a Ia inmensa indeterminacién del objeto de su saber: el tiempo. Ya no tiene la pretensin de contat lo que ha sucedido, o incluso lo que ha sucedido de impor- tante en Ja historia de la humanided, 0 de una porciéa de la hums nidad, Es consciente que elige, en ese pesado, aquello de lo que hhabla, y haciendo asi, pone 2 ese pasado cuestiones selectivas. Di- cho de otro modo, construye un objeto de estudio delimitando no solamente el periodo, el conjunto de acontecimientos, sino también Jos problemas puestos por este per.qdo y estos acontecimientos “di Ta historia! permite que tendrd que resolver.|No puede, pies, cscapar a un minintunt de? yh, elaboraciéa conceptual explicitada: Ja iyuena pregunta, un problema bien planteado importan més que la Fabilidad 0 la paciencia para i ee poner al dfa un hecho desconocido perc! marginal] 4 a ef gelato ef bistoriador pmpe_ta el aconteciméento. dnico. Si en lugar de des- Gibir ua fe Unico, fugitive, incomparable, trata de explicar un problema, tiene necesidad de hechos histéricos menos difusos que Jos que cneuentra constituides bajo ese nombre en la memoria de los hombres. Es necesatio weSncepTializarylos objetos de su encues- ta, integrarlos en una red de signifieacionies y, por consiguiente, ha- ‘cetlos, si A Tenticos, aT Hienos comparabies obre"un_periada lado lé tiempo. Es el privilegio de [a historia cuantitativa al ofrecer la “Si i Bll peo “Ge Ie Wiican este tipo de tabaio intelec-« i | | 1 i Wr 140 Jorge Loran 3, Definido su objeto de estudio, el histotiador tiene que. igual mente, einventat sus fuentes, que 0 son, generalmenie, apropia- das tal cusl 2 su tipo de curidsidad, Puede suceder que meta la mano sobre tal paquete de archivos que no solamente seré utiliza ble tal cual, sino que incluso Je conducité a ideas, a una concept lisacién nueva o mis rica. Es una de las bendiciones del oficio. Pero sucede més frecuentemente a {a inversa, Ahora el historiador que trata de plantear y de resolver un problema debe encontfat los tmaterlales Ir pernente ofjnizaos-y Tac Ofganizarlos_y hacerlos comparables per ihutables, de modo que pueda desctibir e-toterpretar Tos fenéme- nos estudiados a partir de un-cierto miimero de hipseesis concep- cuales 4, De donde Ja cuar® mutacién del oficio de historiador. Las conclusiones de un trabajo son cada_ve menos separsbles de los procedimientos de verificacién que las subyacen, con las constric- Ciones intelectuales que entrafian. La légica muy particular del re- Tato del «post hoc, ergo propter hoc» no se adapta ya a este tipo de historia, que, tradicionalmente también, consiste en generalizar fo singular. Aqui aparece el espectro de las mateméticas:Cel anélisis cuantitativo y los procedimlentos estadisticos, a condicidn’ de adap- forse al problema y ser juiciosamente conducidos, estén entre los métodos més rigurosos de le prueba de datos. > Con estas cuatro mutaciones Foret nos explica el paso_de_una . ‘historia-relato a una histosia-problema. Abandonat €a tal evolucién al relato implica abandonar el acontecimiento y, por tanto, como baz.) veremos, el paso a la long-durée, bajo el dominio de Ia estructura. 4. El eclipse del econtecimiento 41. Crisis de la historia basada en acontecimientos ‘Barthes (1967) conclufa su trabajo, ya lo hemos dicho, sancio- nando la crisis de la narracién histérica manifestada por una_pre- ferencia entre los historiadores por lo inteligible. A su vez, Furet hd sugerido, como hemos referido, la apaticin de la nueva histo ria como una consecuencia de la atencién metecida a a por édla- BY mada historia-problemayque supone un. cambio de objeto que pone epson hecho histérico si_es considerado. como la_irhupcién -“iin_acontecimiento_importasite y Ho como_un fenémeno elegido y_construido. Por su parte, Veyne (1978: 83) opone_la historia cBaceptualizante a a historia “bafada_en_acontecimientos.Y¥ como Ia historia -como-marracion-ve-entendia~cemo-historid de aconteci- beat = nerves hatlecenteem «> als A > her eed, | EH dscutso bisbeien ut mientos y éstos normalmente como acontecimientos politicos, tal historia pierde hegemonia y pasa a ser considerada historia tradi- cional, sustitvida por una nuevacbiszoria™, Nos ocuparemos en cesta parte de dicho cambio. "A Io largo de la historia, y mientras la narracién histética, en- tendida como nattacién de acontecimientos verdaderos, pareciera constituir el maximo anhelo de los historiadores, se oyeron, sin cm- bargo, veces que se Jamentaban de un historia que sélo atendiera or al relato de Jos acontecimientos y no se preocupara también, y en tre otras cosas, de analizar lus causas, (Que se limitara a narrar y no a explicar.2 = dae Por otra parte, el indagar fas caus, el tratar de explicarGor ge) ts ccurtieron ciettos acontecimientos y no sélo gué acontecimienos “77° se produjeron, podria, se pensé, eleva; a rango de ciencia a la bie So. tocia que, en cuanto sélo nazracién, pelmaneceria insctita en el cam g.5- \ po del atte y excluida, por ende, de las disciplinas cientificas™®. “23 En ls paginas que siguen nos detendremos en exponer las ta- ones por los que tanto una historiaarte como el deseo de’ una ____ histotia-ciencia necesiten, bien que con motivos del todo diferentes, &$? delinir y_clatificar el concepto de aacontecimiento», Es més, sabre defini unos y otros tratardn de fir para Ja hi ‘Si ya hemos hecho referencia capitulos anteriores a la dis- tincida enize cerénica ¢ hisiotigs también contribuye a ihiminar-vo—- posieiSn la relicion yuevambaé mantienen con los acontecimientos.> > Sirva camo ejemplo el caso de un tribuno militar, Sempronio Aselio, ® Como ha sefalado CovteauBessrie (1983: 46), los defeasores de la his toria-probiema (opuesta ala piston-nartacién) suscribirfan ins palabras de [Mx “Weber, segin las cuales eel historiador construye conceptos cuyo conte: ‘ido ee nedésaramente variable y que es necesario definir precisamente cada ‘ez y cava validez esta limitada al punto de vista singular que atienta el tra bajo para el cusl han sido elaborados, En loc. cit.: 47 sostiene que todo el asonaimiento de [a historiproblema esti fondado sobre la oposicidn sesgada foe ona sbistria narativa ingencay que se contenra con narat y una bis foris-problema que conceptusliza, Sin embargo, consideramos que los histori. dlores desde Tucidides han prevendide que el relato fuera explicativo. CEs, Cou- tauBerarie (1983; 43553). Be ese modo surgen las texis antinarctves: asi Kicoeur (1¥84), of 6a la bisqueda del apoyo de las otras ciencias,humanas, ora buscando ‘analogia con las clencias tsies, ¥ en todo exs0, considerando que la narracién, en cusn- fo arte, se contentaba con conceptos simples, En otro, sentido, Simmel (1950: 352) alitmé: «El hecho. de que de todas Jas actividades cientificas la historia fea la que con mayor frecuencia haya sido comparade con el ate, se exp 1 (..) tporque] in extension en extremo variable de los acontecimientos, es barcida en lg representacién histériea por wna sola miteda interior. La obra de arte emplea este mismo procedimiento en su perfecién.s a2 Jorge Lozano en ef sitio de Numancia, rememorado por Aulio-Gelio en sus No- ches Aticas: Ene los que fan querido deiar Anales y Jos que se han esforzado por cscibir [a historin romana hay, dice Sempronio Alia, una distincién abso- Tots, Los Anales no hacian sino contar fo que ha sucedido exes fo; poe asi desir un diatio, o Jo que se llama en griega «efemeéridess. Pero notottos no nos contentsinos en enbnciar Jo que se ba hecho (... Esctibir bajo que CGnaul ha comentado una querss, bajo coil ha serminado, a quiin le ha ve Tido una entrada teunfl, Io que se ha hecho, sin indicar tambiga ios decretos del Senado, los proyectos y votos de Leyes, sin retomar las deliberaciones decisiones que han ag a loses, cribir la historia, : Ton remoto ejemplo nos muestra la preocupacién por escribir una historia diferente al mero nacrar acontecimientos. Queremos insistir en que aleanzar esa otra historia, ora mis verdadera, ora mds cientifica, supone, en primer lugar, revisar cl propio concepto de acontecimiento y atender a acontecimientos diferentes Fue progresando la insatisfaccién por Ia narracién de algunos acontecimientos y el_olvido de otros. Asi, por ejemy ejemplo, Wali deatneiS aquellz Historia dotinante que atendla sdlo a certos acone tecimientos: lo que se cuenta de los principes y de los grandes hombres, de sus pompas y de sus obras, y que segin este autor es una historia que dimana de la anéedota, que no tiene sino un in- terés limitado y evahescente, La avesdadera historian, por el contratio, es la de los grandes acontecinifenter que fan fijado el destino (sic) de los imperios. Se trata entonces de describir los «grandes acontecimientos> 0, lo que es lo mismo, los hechos significativos que determinarin los. cambios histéricos, Ton eee ee ‘AL distinguir los grandes acontecimientos de aquellos irrelevan- tes en su simple distincién se promueve, al mismo tiempo, la aten- cidn @ otras acontecimientos. 5) Aulio Gelio, Noches Aticas, V, 18, 8-9. Cér, Guenée (1973; 999) y Gen- sheer opine at ar es tla rain ‘2 este texto de Sem- ‘rOsi Avelio, affrman que equedan sei contrepuestos dos diversos modes de struceurar el discurco huseéeco, uno puramente.expositive, otientado eh el fentido de Ia simple narracién de los Bechos, y ef otro anaifaco y democtrs tivon, Bor su parte, Mandelbsum, en «El andl causal en {a historian, fic dma gue cas todas las pipinas dela historia esti prucban que la taea|prit- Cipal def historador ef fa de establecer lazos de dependencia entre los 2con- tecimientos. Tal generalizacién se encuentra manificsta explicitamente en Gib- ton, Mommnsen, ‘Macaulay ‘Trevelyan, etc, ete. «Este incerés en el andisis causal es ef que ofrece 1a clave de Ia distincidn entre Historia y Crénicam (Tea- gat, Cohen, Mandelbaum, 1959: 95). ' , ' EL discurso hiseStion : roy Ast, de modo préximo a Voltaire (quien en Nouvelles Cons! dérations su Phistoire® afirmabs que después de haber leido tres fo cuatro mil descripciones de batallas y el contenido de algunos centenates de tratados s6lo aprendia acontecimientos) se expresa- br el padre Mattin Sarmiento en 1775: «No huallaré dificulead en proferir que la mayor parte de los libros que se han escrito de his- torta Io ute menos contienen es lv que debiera ser el objeto prin- cipal de ella. Si tomo un libro de historia en Ia mano no tropiezo con-otta cosa sino con un tejido continuo de guerras, con una fas- tidiosa nepeticién de oraciones que jamés han dicho os capitanes, y cuando mds, con tal 0 cual nacimiento y muerte de principes, como si sla las acciones de étos fueran el tinico objeto de Ia his- toria. Esta debe instruir a los hombres, presentindoles los sucesos memorables, no sélo {os belicasos, sino también fisicos, cosmogré- Hicos, politicos, morales, teolégicos y literarios» (cfr. Aleamira, 1948: 84), Los sucesos memorables, los grandes acontecimientos de Vol- faire, no son ya sélo los belicosos, sino también los fisicos, etcétera, ensefia el padre Martin Sarmiento, desplazando a otros confines 1a historia que ocupindose de sélo «ciertos» acontecimientos es san- cionada como insatisfnctoria, ‘Afios después, en el prefacio a los Estudios histéricos, 1831, Chateaubriand da constancia de este desplezamiento: «Los analis- tas de Ta antigiiedad no hacfan entrar en sus relatos el cuadro de fas diversas ramas de Ia administracién: las ciencias, las artes. le instruccidn pablica estaban exclufdas del campo de la historia. Cio caminaba ligera (...). 44 menudo el bistoriador era sélo un visjero que conitaba cuanto habia visto, AOE lahistorie& una enciclo- pedia; todo"entra, desde la astronomia hasta la quimica, del arte financiero al del fabricante (...), del estudio del derecho eclesiést- co, civil y penal, hasta el de las leyes politicasm ®, % Voltaire, Nowuelles Considéretions sur Ubistoire, \744, en Ocuores bis. toques, ed. R, Pomeay, Pars, Bibliotheque dr la Pleiade, 1957. Em la pé gina 46 se puede leer: «On a grand soin ce, dite quel jour s'est donnée une Sataulle, et ona raison. On imprime les tramés, ou déuit fa pope dn ou Fonnement, Ja oétemonie de In téception d'une barrette, et méme lentrée dun ambassadeur dane laquelle on n’oublie nt son suisse nt'son laquais. Tl est boa Quil y ait des archives de tout afin qu'on puisse les consulter dans le besoin; Ge je regarde 2 present tout lee gros livees comme des dictionnaires. isis, pees aveir Tu trois ou quatre mille descriptions de barailes, et 1a teneur de Guelaues centaines de teaites, ai trouve que je n'états guére plus instrait au fond, Je mapprenais 1 que_des_dvénements.n % Cir, parcialmente ea Guy Bourdé y Hervé Mortin (1983: 103), +oeb ABW 4 O2k + folk 144 Jonge Lozano Ese desplazamiento_en el orden de los_acontecimientos se_en- quentra_en el ortgen de Ia llamada historia global_yque en Ta his- toga banana a cama anguvell Hioiten (Le Goff, 1980), que ha visto en Michelet. uno de sus precursores. En efecto, on ef prefacio de Précis de Uhistaize. moderie esctibe: «En primet Iuger hemos inslstido sobre la historia de los accntecimien: tos politicos mis que sobre la historia de la religién, de las instala- ciones, del comercio, de las letras y de las artes. No iguoramos que la segunda es mds importante incluso que la primera; pro es por el estudio de la primera que se debe. comenzar» (subrayad nuestro). Como induiétor de una historia totel y profunda, propugna tam bién un desplazamiento de Te historia esencialmente politica a otros dominios. En su famoso «préface de 186% a su Histoire de Fran- ce, dice: Francia «avait des annales, et non point une histoire. Des hommes éminents Vavaient éadiée surtout au point de vue politi- que. Nul avait pénetré dans Pinfini décail des développements divers de son activité (religieuse, économique, artistique, ete.). Nul ne Pavait encore embrassée du regard dans unité vivante des élé- ments naturels et géographiques qui Pont constituée. Le premier je la vis comme une me et une personne (...}. Em résumé, l'histoire, telle que je la voyais (...) me paraissait encore faible en ses deux méthods: Trop peu materielle, tenant compte des races, non du sol, dy climat, des aliments, de tant de circonstances physiques et Shisiologiqucs’ Trop. peu spirfuaic, palant des lois, des actes po- litiques, non des idées, des moeurs, non du grand mouvement pro- gressif, interieur, de 'ime nationale, Surtout pew curieuse du menu dérail érudit, ou le meilleur, peur-étre, restait enfoui aux sources inédites». El punto de mira acertado, se pensaba, se_dirigiria a una_his- ta sulfa que unenue ot imle ciel algunos sntécimientos. Dor eso se buscardn otros y se establecerén distin. clones: i Tncluso para los mas firmes sostenedores de {una_historiaartel un simple relato basado en acontecimientos no tenfa sino poco va- Jor, puesto que no los individualizaba lo suficiente y no permitia tener um conotimiente fiutimy de los actorcs, impedia identificerse con_ellos,resucitatlos mediante la imaginacién En esta perspectiva Fomlaty, 1984: 11) no se ponia en cuestién el hecho mismo de con- Centatse sobre la descripeién de los acontecimientos, sino el cari ter de la descripeién que se daba. ‘Acaso en_este sentido, se justifique de modo mas preciso Ia res- puesta deMicheles, en Histoire de la Révolution Francaise, a la pre- gunta «Qué es Ia historia?»: «La especifieacién, Cuanto mis es- FY discurso istic 145 pecifica, precisa, caracteriza, més es histérica, més es ella misma, Mi mérito, el de este libro, es tn constonte esfuerzo por escapar a Jas vagas gencralidades pata encontrar la personalidad, peneteasla, seguitla en sus vatiaciones, enotarla dia a dia.» ‘Una. posicign muy diferente a ésta es la sostenida, por ejemplo, por Buckle} quien pensaba, en cambio, que Ia historia real del género-huriano es la historta de las tendencias percibidas por el in- felecto (mind) y no la de los acontecimientos discernides por los sentidos -(cft.“Stern:~1970:~136)}) Pata: Buckle, a muerte de un Prine, fred ds une etal, el eambio de ua dna son esas que entran dentro del campo de los sentidos. Pero las agtan- Hesohconee inelectusies, los emovinientes ‘del expires bu | mano» deben set aptehendidas por el intelecin:_estudidas, dice, bajo vatios aspectos para coordinar en sequida Jos resultados de e205 estudios. ‘Una historia de los acontecimieatos, cambios que se ven produ | cir y que son, por tanto, patticulares y sensibles, se opone ast a uuna historia de esos otros cambios que éfecian_al esp{titu humano Y que_son_gen inteligibles, operindose cl pasaje de la pri- [ mera a [a segunda gtatias a Iz induccién (Pomian, 1984: 10), En este caso se justificaria el zelato de los acontecimicntos asimilindo- To a un protocolo de experiencias que es necesario acumular, una después ‘de otra, para poder pasar al eSiadio superior: el descubsi- } miento de leyes (Pomian, 1984: 12)" H \ “En unos casos, podemos resumir, es insatisfactotia aquella his- ‘ toria que no individaaliza suficientemente los acontecimientos, que 4/ no eSpecitiea”bascante;—en- onfos es insatistretorta aquella-qhe_no establece distinciones firmes entre tipos-de acontecimientos, dificul- tando entonces Ja : En este ultimo aspecto cabe recordar una vez mis a Ranked) oe como ain fas ad a anterior, puso en el centro sw _concepciéri_de Ia historia la oposicién entre lo sigular y fo GniveESl pier define iespectivamente, Te Tovdie insatactora 9 forma suprema de Ia historia. En ese Sentido senten «Se equivocan aquellos historiadores ... que consideran Ia historia cplicacion.” “> Citado ea F. Stem (1970: 136), Se infiee a un pasie del cap. 14; «Pros suimate causes Of Whe Prench-Revolution sfier the middle of the eighteenth Eup. de so Hltory of Civlieetion tn England. (1936-1860) SBC ese modo se Hegatia a lo universal, Cobe recordar aqui ia diferencia catre Natur y Gesterwitenschaften, Las primecss permiten explicr, let st tgeg compre Como sivas ek. ol en. de Aen (9) Serta de un pasge en «A fragment fiom the 1830‘ sleccionade Stern (1970359) pata ceeritse al ideal de histons ‘universal, fH 16 Jorge Lozana Ginicamente como un inmenso agregado de hechos particulares que as necesatio salvar en la memoria, De ello se deriva la aréctica de acamulat particulares sobre particulares, Gnantenidos. conjuntamen- te sélo por algin principio moral;sConsidero més bien que Ia dis- ciplina de Ia historia —en su mefor expresin— (...) enté en con- diciones de glevarse en su modo, precisamente de la_inwestigacign y observacidn de particulares_s_una visién universal de los_acon tecimientos,_o un conocimtento dela relacién objetivainen tenter (cfr. Stern, 1970: 597 ~ bane *Cuando se abandona la descripcién de acontecimientos particula- res se vislumbra ta pdsibilidad de hacer una historia cientifica, buscan- do leyes generales que justifiquen tal’ pretension, En ce momento se propugna un abandono progresive de Ja_narracién histérica que relega_a_un_ segundo plano [a historia-arte. La historia, se pensaba, Podiivaipitar-s ser Gentle con pleno derecho; la anlogin con otras Giencias comenaé a proliferar, y como ya indicamos en el primer ca- pitulo, la historia imita —sin foreuna— a la fisica® En eite sentido no se puede soslayar Ta aportacién contenida en el articulo de 1942 de Carl Hempel «The function of General Laws in History» (Hempel, 1979). 4.11, Las Leyes General en Historia En dicho articulo, Hempel comienza afirmando cue «es una cxcencia bastante generalzads que la historia, «diferencia de las llamadas ciencias fisicas, trata sobre la descripcién de hechos par ticulares del pasado antes que de la biisqueda de las leyes genetales que regian dichos sucesos» (Hempel, 1979: 233), Frente a esta creencia sostiene, por el contrario, que Ins leyes) generales tienen funciones totalmente andlogas en la historia yn fas ciencias de Ia haturaleza; que son un instromento indispensable de la investigacién histética y que incluso constituyen la base co- min de diversos procedimientos considerados a menuclo como pro- pios de las ciencias sociales, a diferencia de las naturales. De ese ® Pomian (1975: 935 y 936) expliea cémo ef siglo xn fue el siglo de la ‘storia considetads como ciencia, Al final del siglo, en camb.o, el clima co- menas a cambiar. FilGsofos, socidlogos y también bistoriadore, comenzatan a demostrar que la objetvidad, los hechos dados una vez por todas, las leyes del desarrollo, el progreso, todas ellsi nociones que habfan sido considersdas hasea entonces como evidentes y que fundaban las pretensioncs cientificas de Ja historia no eran sino equivocactones, Lo mismo ocurrié con In fisica, Lo peg lewa'a‘dectta Pomian (975: 937): ePaa In histona de ' hstonoprats, a historie no es una cencia» woe Ww El discurso histérico 147 modo el_empitismo 0 positivismo Idpico de Hempel subsume la unidad “metodolégica de fa ncias_empir "Pot ley general entiende este autor un enunciado de forma con dicional universal que puede conficmarse o rectificarse por hallazgos ‘emplricos adecuados. Puesto que el término «ley» sugiere In idea de que el enunciado en euestidn, efectivamente, ha sido confitmade por los elementos ‘adecuados disponibles —lo’ que es ittolevante paca sus propésitos—. ‘opts Hempel por utilizar la expresién_chipStesis_de forma univer- sal> 0 «hiposis_universil> que se supone que firma una regula. En todes los carat en donde un hecho de una clase especifics C ocurre en tor cierto lugar y tiempo, atte hecho de una clase especitica E ocurciré en un ugar 7 tiempo relacionados de un modo especifico con el lugar y el tiempo de ccurrencia del primer suceso. (Los simbolos Cy E sugieren los términos «causa y «efecton.) En las ciencias naturales 1a funcién principal de fas leyes ge- nerales e5 conectar hechos en pautas, a las que habitualmente se las denomina explicacién y_prediccién: La explicacién de le ocurrencia de un hecho de una clase espe- cifica E en un cierto lugar y tiempe consiste, camo generalmente se lo expresa, en indicar las causas o ‘leterminar los factores de E, La afiemacién de que un conjunto de jhechos, digamos de la clase Gy G+ Ca, ba ariginado el hecho que ‘ha de explicarse, equivale a ‘expresar que segin ciertas leyes generales un conjunto de hechos de fos clases mencionadas se acompafian regulatmente-de otro de la clase E. Asi, la explicacién cientifica del hecho en cuestién cons's- we 1) un conjunto de enunciades que afirman la ocurrencia de iertos hechos cj, cy ... 2 en ciertos lugares y momento: 2) un conjunto de hipétesis universeles, segiin los cuales a) os entnciados de ambos grupos se encuentran razonable- mente bien confirmados por prucbas empirieas; 6) de ambos grupos de enunciados puede deducirse Idgicamen- te fa oracidn que afirma la ocurrencia del hecho E. El ejemplo que proporciona Hempel es el de La explicacién del estallido del madiador de un automévil durante una noche fria, Las oraciones del grupo 1) pueden establecer Ins siguientes condiciones iniciales y extremas: el veh{calo permanecié en Ia calle durante ' ; 1 ele Col 48 Jorge Lozano y toda la noche; su radiador de hierro se encontraba Ieno de agua fk hasta el borde y con Ja tapa atornillada herméticamente. La tempe- x ratura durante Ia noche descendié de 4° C a —4" C, la presién oHh barométrica era normal; la presién que soporta el material del ra- diador es x. El grupo 2) contendria ciertas leyes empiricas, tales como: a 0° C, con presién atmosférica normal, el agua se congela; por debajo de 4" G fa presién de una masa de agua aumenta al descender la temperatura si el volumen permanece constante 0 dis- minuye; cuando el agua se_congela, la presién_nuevamente aumen- ta. Por iiltimo, este grupo tendria que ineluir una ley cuantitativa I referee al cambio de J preién del agua en funeién de so tempe- ralura y volumen, ‘A partis de enuaciados lases puede deducitse por rezonamiento légico Ta conclusién de que el radiador estallé durante Je noche: se ha establecido una explicacidn del hecho considerado (Hempel, 1985: 235), ‘Muchas de las explicaciones brindadas_en_la_historia, segén Hempel (1979: 240), parecen admitir un andlisis de esta indole: sifueran formuladas plena y explicitamente estableceria RouMitar emer crane mgt acer ae In ocurrencia_del_hecho aque ba de explearie” es santarnente ‘proba- ble_si_se product condiciones imicales, tesis, Pero al margen de que las explicaciones historias se interpre- ian como causales 0 probabilistcas, sigue siendo yerdad que, en ge eral, las condiciones iniciales, y especialmenteQlas hipdtesis impli- cadas, no ge indican con claridad y no pueden cOmpletarse sin am- bigiiedades'y Por eso, reconoce Hempel que fo que los andlisis i | \ i 1 pn haplofrrn fone fe Arvels El discurso histéxieo 19 ta, entre otros clisicos del positivismo, por Mill. Pero las discusio- nes y controversias que suscité mis que a talvadscripcién se debie~ ron, segtin oi Wright (loc. cit.), al hecho, casi_iténica, de que aplicara_s Te GiSciplina que parecfa menos adecuada, es historia . “De las crfticas al modelo de Hemel surgieron nuevas denomi- naciones; asf, a partir de Dray es c(\nocido como Covering Jew Model o Covering Law Theory. Por sv parte, von Wright propu- 0 Ilamarlo Teoria de fa explicacién po; sub-uncién (Subsumptio, Theory of Explanation) ‘Una controversia se centré en los ya citsdos esbozos de explt caciéin en ln historia, Hempel sostesta que Ins Leyes generales et historia son demasiado complejas y su conocimiento ao) suficiente mente precisas. En suma, las explicaciones proporcionadas por los historiaclores. son_tipicamente eliptic: incompleas “as dvistico, Popper aducia que la razén por a que en las ex- plicaciones histéricas no se formulen leyes genetales es que tales leyes_son demasiado banales para ser_mencionadas explicitamente (cfs. von Wright, 1977: 44). Err ePEeeEe ‘Otra explicacién nos Ja proporciona Dray (1957), quien consi- fera gue {a razén por la que las explicacionés histéricas, normal- } mente, no hagan teferencia a leyes no teside en el hecho de que tales leyes son tan complejas y poco conocidas que debamos conten- tamos con dar sélo un esbozo, ni en el hecho de que son demasiar do banales para set mencionadas. La razén pata Dray es, simple- explicativos de hechos istSNco® éfrecen’ con explanatory sketches, ~esboias_ de explicaign - Ta posicién de Hempel en cuanto af problema de la explicaciéy: se encuentra en los exponentes del positivismo légica y entre los filésofos analiticos. Se encuentra también en Popper, quien reivin~ dicd contra Hempel la paternidad de esta torte-dela_explicacién \ causal, como él prefiere llamarla (von Wright, 1977; 29). lo es ocioso recordar que estas concepciones sugieren que ex- | plicat un acontecimiento equivale a mostrar que debia acaeces como de hecho ha acaecido, lo que significa mostrar que es afecto de una causa 0, en otros términos, que es un cast ‘oa_ley. El articulo de Hempel, o mejor dicho, sus coneepciones, como Jes de Popper, son variantes de la teoria de Ja explicacién expues- = (OOK Popper, Le lépica de ta invertrgacisn ctentifica, secciéa 12; ft, tam ‘Biz Burleigh Taylor Wilans, ¢Tiene la historia elgiin santido?, F.C. Ey Me fico, 1983, en concreto el capltblo II, «lnterpretaciones histéricten, pp. 36154, 4 z 3 a mente, que lee rozones histSricas no se basan en ningiin modo soy bre leyes generales: solo puede aspizar_a una explicact@n_raciomal, | cue seria squall que tate de_establece [os eiiexionss y fetes, id los motives y acciones que concurren en un dererminadd aconteci | mento, de Tone gue pueda Veqar-a comprenaeise a cacionalidad> | Why ‘acontecimianto. Se trata, por tanto, de explicar por Tam. | : flo por causas * SEEHEEEEEEEEE a7 cs = 1 ‘ambienCGardingry( 1961: 111 y ss.) refuté a Hempel: la his- foria, sexrin eS ceines ningtin sistema de correlaciones precisas. Las generalizaciones, en la medida en que son enunciadas Deey (1957); te trata de un modelo regi al cual una ley cnbre las racne particalares que se convierten en ejemplos de la ley. Dray sostiene (op. cit) ‘ue, la idea de explicacidn no implica In de ley. Cir. Ricoeur (1983: 173-187), En (1957: 122) Dray afirma que explicar una sccién individual por ra ones es ateconstruir el cilewlo, hecho por el agente, de los medics que debe ‘acoptar en vista al fin que ha elegido a (a lux de las curcunstancias en las ‘cuales 2e ha encontrado, Dicho de otro modo: para explicar In accién debe- fos conocer las considersciones que le han convencido de que debla actuar ‘como lo ha hecho.» om yo xe x oe 10 we ne Torge Lozano cyt _ por los historiadores —y esto es relativamente raro—, son de_na- tuuraleza_esencialmente disgregada y_«porosa» i “Tos historiadores no esperan que sus generalizaciones: sean inter- pretadas con tigurosidad alguna, y cuando se las meniciona son in- troducidascsi no con excusas previasycuando menos cen un grado considerable’ de reserva. Se las considera como proveecoras de re ferencias o sefiales que. ayudanal_historiador.a_abritse pase-cntte la denisa masa de su material. Una explicacién postulada no es, por lo general, justificada (o impugnada) por-la-demostraciénde.que una. ley dada implicada por ell es (0 no es) valida; mucho menos por 4a demostracién. de que tal ley se deriva (0 no se deriva) de una teorfa o hipétesis aceptada, o de que es contirmada (o refutada) por Ia experimentacién; ni tampoco por Ja indicacién de que el caso en consideracisn satisface (0 no satisface) en los términos requeti- dos las condiciones exactamente especificadas en la formulacién de la ley (Gardiner, 1961: 117), Tas situaciones histéricas presentan, en decir de Gardiner, una multitud de factores relacionados entre si cuya pertinencia 0 im- pertinencia respecto de los acontecimientos que desearnos explicar és dificil de determinar, Mientras més complejos son los aconteci- sientos tratados, mayores son las exigencias que se hacen al crite- tio del historiador. Los historiadores ofrecen varias causas para cual- quier acontecimiento de cierta magnitud 0 complejidad. Hay pues, dice Gardiner (1961; 12), un_«desliza explicacién segdn ocurre en a historia, aoe ein eite tendo, yas sefalar distintas cbservaciones al mode- lo de Hempel, queremos prestar atencién a las sugerencias de von ‘Wright (1977) sobre explicacién en historia. Distingue von Woight, inindowe a ea caplcacion en [historia y en las clencias sociales, to» dela —-=25-entre interpretacién y comprensidn, de una. parte, y explicacién, por Gua Le tenaltaioe de Te intepeetacion son respltstas 0” picgun- tas del tipo «Qué es esto?» Sélo cuando preguntamos gor giéyha tsbido ube dsscumicion cles ecan las cancun dela erable, buscamos, en un sentido més restringido, el explicar qué sucede, los hechos. La e: renudo pre- -xplicacién en_un_determinado nivel para el terreno para una reinterpretacin de los hecho} en un aivel eee La posicién de von Wright sostiene que «es incorrecto afirmar que comprensién versus explicacién indica la diferencia entre dos Lipos de inteligibilidad cientifica. Se podria decir, en cambio, que cel carécter_intencional_o no intencional de sus objetos es lo que iatngue ‘dos tipos de comprensién y de explicaciony (wor Wright, 197T: eee | . Silos antecedentes son Hamados ‘planantia, entonces, dice von Wright, en tales explicaciones,his- torieas, explotanda y explanantia son, en efecto, iégicamente inde- pendientes. Lo que las conecta no es un conjunto de leyes genera Jes, sino un conjunto de asefciones singilaces_qué constituyen les premisas de inferencias pricticas. A Atiende tambien von Wright a aquella caracteristica de Je in- vestigacidn histérica por la que el mismo pasado se seexaming con: Tantemente, se considera a menudo como una feevaluacién del pa sado. Be podzia pensar a ese respecto que el juicio histérico pareciera depender de los gustos y preferencias del bistoriador, de lo que é considera importante y digno de anotacién. Indudablemente, sostie- ne von Wright, en Ia historiogeatia est presente también este ele- mento, pero «esencialmente la atribucién de una nueva relevancia 2 contecimientos pasados no es una cuestién de ‘reevaluacién’ sub- jetiva, sino una cuestién de explicacién sujeta a controles en prin- tipio objetivos en cuanto a sa correcciénm, Pot ejemplo, Ia asercién de que un acontecimiento precedente x ha hecho posible un acon- tecimiento sucesivo y, puede no ser verificable o confutable en modo conclusive; se trata, sin embargo, de una ssercién basada sobre Bechos v no sobre aquello que el historrador piensa de ellos” ‘Para concluir esta parte queremos, en fin, detenemos en el co- mentario que el articulo de Hempel ha merecido para\Paul Ricoeut{ Ax (1983: 161 y ss.) 7 que acs patece el comentario mas_pertinente! ‘para nuestra perspectiva ; Considera Ricoeur que la discusiss operatividad 0.90. gs de cite modelo —que él considers nomaldgicg-—en_In_historis, te Sten quiere pesviamente de-una definiciSn cel staraco de acontecimiento. ‘Como ya hemos visto, Ia tesis de Hempel concierne precisamen- te a los acontecimientos singulares. Pero estos acontecimientos, sub- ® yon Wright (los. eit, cfr. tambign los comentarios de Riceur al fi \isofo fings en (1985: 187-203). at we ot get 12 ptf Jerge Lozano “A raya Ricoeur, no estén considerados en su_encuadramiento, inicial, el de una eréaica o de un testimonio, set ocular 0 indizecto “Esta especilicidad dal primer nivel de dicufso, que es el que no: inweréss por su-telacon ton la-narticén, al que hace reference exte autor, esté completamente slenciado en In tesis de Hempel en beneficio de Ja relacién directa entre la singularidad del acontci- miento y In asercién de una hipétesis universal, 0, lo que es lo mis- *\ ho, la asercidn de una regularidad de un cierto tipo, 4. Al-situar la nocién de acontecimiento en el_cusdeé "comepes ° \s fa aposleSnentte Singular y universal queda dewpojeda din estatuio narraligo. Es asi que los arontecimatentos se alinean sobre Lin concepto general dé acontecimiento qué incluye ocurrencias tales como el estallido de un radiador —como en el ejemplo transcrito—, tun cataclismo geolégico, un cambio de estado fisico, etc., lo que consiente dar_un_carécrer homogéneo a todo la que cuenta como acontecimients, que como ya hemos dicho puede ser deducido de las condiciones iniciales y cuya regularidad merece el nombre de ley. Ricoeur (loc. cit.) considera, yendo més alld de los otros criti- cos de Hempel que brevemente hemos glosado, que no se trata s6lo de comprobar que la particularidad principal del conocimiento histdrico en lo que concierne al estatuto de la explicacién no es tanto que las explicaciones en historia resten bocevos de explicacién ¥, por consiguiente, leyes de rango inferior, sino el hecho de que no funcionan en biscoria de Ia misma manera que en las ciencias de Ia naturaleza, El historiador, dice Ricoeur, a diferencia de los —> ottos criticos, no establece leyes: las utiliza (Ricoeur, “Ta que nos interesa mis especialmente de la apor cxitica de Ricoeur concierne a [a distincién entre un acontecimiento fisico, que simplemente acontece, y un acontecimiento que ya ha re- cibido un estatuto histérico del’ hecho de que ya ha sido relatado \ en las crdnicas, relatos legendarios, memoria, etc. Frente a la definicién neutra de Hempel —«conjunto de enun- ciados que afirman la ocurrencia de ciertos hechos c, ... ca en cier- tos lugares y momentos»— sostiene Riroeur que los acontecimientos histéricos derivan su estatuto hist6rico no solamente cel hecho de que ellos figuran en tales enunciados, sino también de Ia posicién de estos enunciados singulares en configuraciones de un cierto tipo au consttuyen, blando con rigor, una historia. Pot_eso_ prog ne Ricosur, es necesario situar en el centro de la discusion_episte- mol6gica no_ya la naturaleza< [icacién en la historia, sino su_funcida. La cuestién, en definitiva, no es, para Ricoeur, saber si Ja estructura de Ta explicacién_es diferente, sino de saber en qué tipo de discurso esta estructura explicativa funcioné.—~~ EI discurso histérico 13 42, La historia «non-événementieller No podemos obviar ota perspectiva, ésta més historiogréfica que filosdfica, que al cuestionar el concepto de acontecimiento cul- fnina en una historia onévénementielle que encontraré en la(s) es- cuelats) de los Annales que fundaran Febvre y Bloch, a sus méximos exponentes, principaliente £. Braudel y sus dicfpulos. Dicho muy bbrevemente: cierta concepcidn del acontecimiento impide a éste ser nbjeto de ciencia. Tal e Ta fea que encontrams-en De Uhistoire cousiderée comme sctence, de Lacombe: todo acto humano conside- tide, en tanto que Unico no puede ser objeto de ciencia, pues ésta comienza pot establecer similitudes constantes entre los fendinens Por lo mismo, un hecho individual no pnede set causa de ningin hecho, Para convertirse en ciencia In historis debe, por consiguiente, eliminat Jos acontecimientos, 0 més exsctamente, lo que para nu merosos historiadores constitufa el aspecto mas importante: su ct sicter singular, nico, individual * “Al atender a st yocacidn cientifica la historia debe preocuparse por lo no événementielle, y en el mismo plano abandonar Ia tzadi- Eional nacracién histérica, que ya_hemos dicho se basaba a acon- ‘ecimientos (politicos). “Son ya eldsieAs Tad palabras de Braurlel (1968) que critican_el ‘término scontecimiento: «Por lo que a mi se refiere, me gustarla encerrarlo, aprisionarlo en {a corta duracién: el acontecimiento ¢s explosivo, tonante. Echa tanto humo que Hlena la conciencia de los contemporineos; pero apenas dura, apenas se advierte su lama» De modo. paralelo, Braudel ataca la historia tradicional. La his- toria tradicional, dice, atenta al tempo breve, al indlviduo y al acon- tecimiento, desde hace largo tiempo nos ha babiteado 2 su telato precipitado, dramitico, de corto aliento. ‘Como alternativa, el historiador frencés propugna la «nueva historia econémica y social», que coloca en primer plano de su in vestigacién la oscilacién ciclica y apuesta por su durscién. ‘De este forma, afirma Braudel (3968: 64), existe hoy junto al relato (o al «recitativon) tradicional in recitativo de Ja coyuntra que para estudiar el pasado lo divide in amplias secciones En una primera aprehension, el pasado, segun Braudel (loc. ct.), estd constituido por esa masa de hechos menudos, los unos resplan- A Lacien Febvre, por elemplo, le interesan, si, fos acontecimientos, p10 no a causa de su unicidad, Lor acontecimientos le dateresan en tanto que ele menor de un seri en nor que desveln ls evrctones coyunturs Ls elsciones entre las clases sociales cuyo conflieto permanece 2 lo latgo del pe- Todo estudiado (Pomian, 1984: 15) 14 Jorge Loses decientes, los otros oscutsos e indefinidamente repetidos. Pero esta masa, advierte, no constituye toda la realidad, todo el espesor de la historia, Su desconfianza y la de sus disefpulos a fe historia tradicional 0 hist | acontecimientos se explica también por Ia duracién de ét0s, por ef tiempo de los acontecimientos: el temps corto, dice, es la mds caprichosa, la mis engafiosa de tas duraciones, lo que le lleva a preferir ocupaese de las estructuras, que para los historiado- res, gun siendo ensamblajes, arguftecturas, son sobre todo una rea Jided que el tiempo tarda enotmemente en desgastar. La historia estructutal aparece entonces como wna nueva dimen- in de la historia, que como dice en el prefacio de Le Méditerranée et le monde méditerranéen a V'époque de Philippe II (p. XIII), es muy lenta, casi inmévil, hecha a menudo de retornos ciclos que’ recomienzan sin cesar” Las coyunturas econémicas, politicas, culturales, sociales, milita. res que se desarollan en un tiempo mds corto y mis répido que el antetiormente considerado, sin embargo se articulan sobre las trans- formaciones_de las estructuras-mismas.—————— “Yatendiendo a la longue durée ve Braudel la posibilidad de ha- cet una historia que invierta el principio de inteligibilided propio de las narraciones de acontecimientos mediante Ia cual se sigue la in- terminable causalidad de fos hechos, contentindose, dice, con orde- narlos secuencialmente. De este modo, los acontecimientos cobran una nueva significa- cién al ser engendrados por las estructuras y las coyunturas, Son, pues, manifestaciones visibles de las cupturas: del equili oro-e de su restablecimiento ® jueremos aqui suscribir también el comentario que acerca del conegate de aonteamiento, del que hacen uso Jos adversaries. de a Bistoria a€vénementilles, he diigide Ricoeur (1980, 1983), alic- mando que se apoyan sobre un_concepto(ng ctitico. “Admiten no demasiado ficilmente, dice Ricoeur (1980: 18), que Ia nocién de acontecimiento debe estar ligada a la de accién individual en el dominio politico, militar o diplomitico, que el acon- tecimiento excluye la larga daracién y que es dado anteriormente a toda cuestion planteada por el historiador. Segtin Ricoeur, por scontectmiento ni cosa_que ocurtencia, Yel coicepto dé ocurrencia se aplica tafito al nacimniento, al desarrollo, a la decadenéia’ y a la caida de un imperio, ss BIT 8H 86) cone ue de a ends 4 Meditrrace al pensamiensa hatee de nueto, emo, © Cfr. Pomian (1984:87). is stentes de El discurso histSrica 135 al desarrollo de las tendencias sociales, a la evolucién_de las insti- “fuciones, ie ercenciay ode" actitudes espiniteales, como a Ios sltos hhechos de los agrandes hombres histéricos». ‘Afade Ricocur que incluso las entidades colectivas, como las que son familiares a Ia historia econdmica, social y politica, con- ciernen a Ia historia en Ja medida re en_que_ son individus- faadasy que_son individ elamjente en la medida en que si ascensién, Br desaitollo y su calda esti narrada. En este sentido, _Jes-Eimnbios" we Tes afectan son_tupos de ocurrencias. EE “AH lo explica Ricoeur, que evoca las frases ssrrativas de Danto a las que nos hemos referido en el capftulo primero: algo ha acae- ido yr lo que ha acaecido exige,el uso de frases que usen tiempos verbales, a fin de expresar él hecho de que !1 ocurrencia conside- rada pertenece al pasado del historiador. “Tampoco a velocidad del tiempo tiene nads que ver con el de recho a-hablir de ocurrencia. Es inesencial, en efecto, que los cam- bios se produzean répida o lentament ; tambien la historia de larga dorocién comporta una forma de durac’én, por tanto, de ocurrenci. Estos y otros comentarios llevan a Ricoeur a considerar que cs perfectamente compatible con la nocién’ de ocurrencia, decir —cosa que sostenemos— que los acontecimientes son construidos al mismo Kempo que lo son los relétos que tos evicuadran. ag : (Otra aportacién nos la proporciona Greimas (1976). Refiriér dose a la escuela de Annales, cuya preocupacién principal, dice, es la de establecet y asegurar una dimensién fundamental de la histo- ria sobre la cual se encuentran situndas fas estructuras histéricas pro- fainchs, independientes de lis fluctuaciones covunturales de {a histo- ricidad (sic), considera que esta dimension fundamental, lugar de onganizaciones taxonémicas y de transformaciones estructurales de los fendmenos sociales puede oponerse a lo que Al llama parecer bis ténco, dimensién de superficie, lugar de manifestacién de la histo- ricidad, caracterizada pot [a infinidad de micrcacontecimientos y que no es susceptible de ninguna descripcicn =haustiva o sistemitica, Es innegable, sin embargo, dice (1976: 163), que. en la préc- tica, ¢s a partir de esa multiplicided de microhechos como se efec- Los acontecimientos de una historia forman lo que Aristiteles Lams wos, inenga’ [e eomposicion de una sere de actos 0 hechos, Tal composi Gin, pensumes, la fealee el ciscurzo. Dieno de otro modo, los scontecmien- to te. decuro seen en Ia ng del eto, oS por el mado que son pregantados. Veyne bs aaignado 4 una nccida de intiga conse. fablementesmpliada la funcion de integae componences tan abstractos de cambio social como los que han sido destacados por Ja historia son-¢vénemen- fille ¢ incluso por Ja histone serial, > 156 Jorge Lozano ta Ia seleccién de los acontecimientos que, porque son_juzgados como significatives, adquieren Ia dignidad de scontecimizntos histé- ricos yj, encadenadas los unos a Tos otros, constituyen ‘series de acontecimientos integrables en el discusso histérico, De ese modo considera Greimas (loc. cit) que une dimensién intermedia entre los niveles de Ia historia. profunda y d2 la histori- cidad de superficie, esto es, una dimensién_«é ser postulads. 7 ~Cabe, en fin, sefialar que para una configuracién discursiva y no unided narrative simp! amas y_Courtés, 1979: 136 y 137). Lo que_supon -pto_ de acontecimiento muy diferente del queusarv fos qué exi-ican la his- vorla_niartativa, identificindola_con historia de aconteciment “Como resumen de lo que venimos diciendo queremos sefialar a modo de conclusidn que ni las critices de la filosofia analitica de la historia ni Tas de la nueva historia francesa agotan en su programa el cardecer_narrativo de Ie historia, fae En sti trabajo sobre historiogratia considerada como retérica de la historia, J. H. Hexter afirmé que «a pesar de su venerable anti giiedad, la nartacidn ha sido atacada ultimamente como_medio. de dar coherencia a la historia. El motivo més general de estos ataques parece ser el argumento de que la coherencia que proporciona no es icativa. © que no lo es suficientemente, En este sentido se la compara desfavorablemente con el principio de coherencia por inclu- sidn en leyes generales que se supone normal en el lenguaje cienti- fico, y del que se dice que proporciona una explicacién adecuada. Si {a inclusién en leyes generales es el principio de coherencia normal en las ciencias, si segiin los criterios de lis ciencias este principio es el Gnico que proporciona Ia explicacién adecuada y si el dar una explicacién adecuada es Ia tinica funcidn o la funciin primordial de Jas ciencias, es evidente que la narracién no satisface 1a norma cien- tffica de coherencia ni proporciona la explicacién cientifica adecuada. ‘alta preguntar, sin embargo, affade Hexter (1977: 455), por qué fos hhistoriadores habrian de preferir un principio de coherencia y autor un_gcontecimiento es ‘unos criterios de suficiencia explicativa tomados del lenguaie de las iencias a la narrativa, que es su propio principio tradicional de co- herencia, y a la visidn'de Ia nacuraleza y de las condiciones de la ex- | plicacién histérica que el uso de Ia nartativa implica», No se trata, pensamos, de“ defender la narracién porque sea el principio de coherencia tradicional o porque sostengamos aquellas, palabras de Agustin de Thierry (1840), que cita Barthes (1967): «dla sido dicho que el objetivo del historiador era el de narrar, n0 el de probar; no sé, pero estoy convencido que en historia el meior (5. eRetomno a le oars 239 8993 El discurso histética 1st género de prueba, el més capaz de golycar y de convencer a los ex pititus, el género que permite In mengr desconfianza y deja. las menores dudas, es fa narraciin completa'» Se trata, por el contra fo, de ver.que aquellos mismos que dese In’Hlesofa snalliea re. ron la ién, han reconocido, ecmo Danto, espiciocteiiporal de acontecimientos es ya en algiti_modo univselestien "yuna explicaciSn que, como sefialn “rauch6 nds jentemente “Atkinson (1978), la anatrative as explanatory nol puede relegarse,a-un segundo plano; que el principio de inteligibi-\| lidad de Ja produccicn histérica requiere del principio narrativo, o, | como ya hemos dicho con Gallie (1968), somprender la historia es el desarrollo y el perfcccionamiento de una eapacidad o competencia previa, la de eseguir un relator. Por ctra parte, podemos leer en historiadores encuadrades en la nueva historia palabras como las siguientes, pronunciadas por Geor- | * la simple ges Duby (1980: 50): s_como la vanguar- mada Nueva Histo- Mundial, ue se han considerado a si mism dim. 85, 1979, pp. 3.24. Répi vversia y fue traducido 4 otras lenguas. La revista francesa Le Débat lo publicé en 1980 y Ia revista colombiana Eco en septiembre de 1981. petOeie wtnage® mows Fh fierte 158 forge Lozano y que, por tanto, no_deben confunditse con los «nuevos historiado- resp americanos de una generacién anterior como Charles Beard y James Harvey Robinson, Tris la Gtisis de la narracién histérica, a la que ya hemos alu- dido anteriormente, Stone detecta ahora indicios de ura contraco- riente que est arrasitando de nuevo a muchos «nuevos historiado- res» prominentesihacia alguna forma de narrativai Con narrativa Stone quiere significar Ia organizacién del material ‘en unr-orden de secuencia cronolégica y el encuadramiento del con- tenido en una narracién singular coherente, aunque cen subargu- mentes o intrigas secundarias. (sub-plots) : Hie Dada esa definicién, la historia narrative se diferenciarle de la historia estructural por dos ‘aSpectos esenciales, a saber: su_arra- gement es mis descriptive que analitico y en que su foco central s¢_ditige al hombre, no a las circunstancias. Este segundo aspecto, que nos permitimos calificar de(sorprénidente, pueden encenderse me- jor cuando detalla que trata con_lo particular y especifico més que con to € y estadistico. ‘Una “piimera canclusiin colige Stone de fo hasta aqut dicho: la narracién es un modo de escribir la historia, pero también es un modo que ajecta y s¢ ve afectada por el contenido y par el método. El tipo de nafrativa en la que piensa no ¢s el del simple coleccio- nista de antigiiedades o el del cronista. Es una narracidn_orientada por alain «principio seminal» y que posee un tema y un argumento, Ejemplosr el tema de Tucfdides fueron las guerra del Peloponeso ._¥ sus efectos desastrosos sobre la polftica y la sociedad griega; el de Gibbon, la decadencia y la caida del Imperio Ramana; el de M: caulay, el ‘surgimiento de una constitucién liberal de participacién en medio de las tensiones de una politica revolucionaria, El tipo de historiador narrador que propugna Stone no evita el andlss quathe Tenn eGo wae A eaquclete eoroctal ale Gedor del cual se construye su trabajo. Algunas de las caracteristicas de este hacer histérico serla la tendencia_a_la elegancia estilistica, in- cluso a la agudeza y al aforismo. Ello se deriva de Ia historia, al ser una ciencia, no requiere de ayude en s4 curso. ~‘Adelantindose a posibles eritteas, Stone aclera que zon estas pro- puestas no pretende enarbolar una bandera o de comenzar una re- volucidn en la historiografia; (ao exhorta a nadie, dice, a arrojar su caleuladora y a contac cuentos.5 En Ia parte segunda de dicho articulo, el autor trata de explicar el abandono_por_parte de muchos historiadores hace_cincuenta afios de tna tradicién narrati ~~ i ee El diszurso histérico Ein primer lugar fue regonocido que responder py y del cémo de una manera cronolégica, bien que estuvieran ofien- tds oe Uh argumenco cent, de hecho no ys lejos en el sentido de responder preguntas de por qué, — Cpe Sedalar también que tales historiadores, al estar igfluidos fuertemente tanto por la ideologia marxista como por la metodolo lus cienvias sociales, estaban también interesados en sociedades individios y confiaban en que podia reali i ahis- xific» que producicia con el tiempo eves generales para explicar el cambio histor fee 7 Como referencia, Ia primera, ebistoria cientificax, en palabras de r Ranke en el siglo sax y re basaba,-como ya hemos dicho, en el estudio mediante minuciosa cr cual de nuevas fuentes que estableceria los hechos de la historia politica. |g “En Tos iiltimos treinta afios ha habido, para Stone, tres clases diferentes de shistoria cientifica» usuales en la profesiéa his. 4, basadas todas ellas 0. ¢n.n delos y avevos métodos: 1. Modelo econdmico marxista. : 2, Modelo ecolégico/demogréfico francés 3. Metodologia cliométrica americana. Respecto al primer medelo, dicho muy sucintamente, Stone de- tecta que en los afios treinta Ja utilizacién del marxismo desembocé en un determinismo econémice social muy_simplista, y propugnaba hhasta los aiics cincuenta una nociéa de «historia cientifica». Empero, dice Stone, debe observarse que Ia generacién actial de «neo-mar- sistas parece haber abandonado ‘a mayoria de las afirmaciones Bé&- sicas de los historiadores marxistas de los afios treinta. Ahora ellos, oncluye Stone, estén tan preocupados con el Estado, la politica, fa religign y ln ideologia como sus coleges no marxistas y en el pro- ceso pirecen haber abandonado la pretensidn de concluir una ee vr €) Jorge Lozano cvantitativa y que han pretendido vidir, seedn ellos, en.dos Ta comunidad de bistoriadores. Por una parte se encuentran los éradicionalistas, que incluyen tanto a les historiadores narrativos del viejo estilo que se ocupan principalmente de una politica estatal y de historia constitucional, cuanto los «nue- vos» historiadores econdmicos y demogréficos de las escuelas de Annales y ce Past and Present. Por otra parte estin los pistortadores cientificos, lox cliometras que se_definen-por-une~metodologia mas bien_que_por.algtin tema alguna interpretacién particular sobre la naturaleza del ‘cambio figt5rie6. Ft0s historisdoces constzuyen modelos. pacadigméticos, en ocasiones modelos con:refactuales que nunca existieron en_la vida eal; ponen a prueba Ia validez de Tos modelos mediante las més sofisticadas férmulas mateméticas y algebraicas, aplicedes a cantida- des enormes de datos procesados electrénicamente. Su campo espect- fico es la historia econémica, “Ko sucinto de nuestro resumen debemos sefialar lo reduccio- nista que es la descripcién, en esta tipologia propuesta por Lawren- c@ Stone, de los distintos grupos de historiadores. ‘A los tres grupos afiade Stone, limitindose a citarles, las impor vantes aportaciones del estructuralismo francés y del funcionalismo no, En palabras de este autor, ambos, estructuralismo y fun- 10, han proporcionado perspectivas valiosas, pero segin él ‘ninguno se ha prestado para armar a los historiadores con una expli- \.cacién cientifica del cambio histérico. a primera causa del renacer actual de la narrativa, segiin Stone, os un extendido des con el modelo, ezondmico Como eiemplo sugiere las consecuencias desaforcunadas de separar Ia historia social de 1a historia intelectual. El determinismo econdémico y demogrdfico, dice en otro pasaje, no ha sido minado solamente por el reconocimiento de las ideas, de fh cultura y aun de le voluntad individual como varinbles indepen- dienes. Ha sido socwado también por un, reconocimento revtdo de que el poder politico y militar, el-uso de la fuerza bruta, ha de- terminado muy frecueatemente la esiructira de la’ sociedad, la diseri- bucidn de la riqueza, el sistema agrario y atin la cultura de élite. En la préctica, afiade Stone, el grueso de la profesidn continu regcupindose po: la historia politica como siempre Fabia ‘sucedido, See ee SHY donde generalmence se pensaba que estaba lo més Trandado dela profesign. Un reconoaimiento tardio de {a importan- Gardel poder de las decisiones politicas personales tomadas por individuos, de las incertidumbres de las batallas, han regresado a Ia © 161 fuera a los historiadores hacia el modo narrativo, les guste 0 no (oe ioe oma usar expresioncs de Maquiavelo, ni ta vite ni la fortuna)” pueden ser manejadas en otra fori Gle arrativathenie, puesto que } geet le primera “i segunda un accdente feliz [ También Stone que el Golpa) que ha via estmctural y analitica se lo debe a Ta cuantificacioa en cuanto su metcdologia mii caracteristica. Aun reconocienda_los_avinces, ind: . cdables en la cuantificacién que ha madurado y se ha establecido como 1a migtodologia esencial en muchas freas ce [a busqueda historica —especiaimente la historia demogréfica, In historia cle fa estructura social y de la movilidad social y Ia historia de los patrones electora- les y del compostamiento electoral er: fos sis.emas politicos democré- ticos—, y reconociendo también que su usc ha mejorado notable- mente {a calidad del discurso histérico —gexigiendo Ia cita de cifras) precisas en lugar de la, am bas en The Interpretations of euliares, New York, 1975, Bt dliscurso histético 163 nuevas fuentes. Segiin Stone ahora estén volviendo a la narracién his- que se pueden detectar cinco diferencias entre sus_histo- historiadores natradores tradicionales: «wy 76 1. Estén preocupados, casi sin excepcidn, con las vidas, senti- micntos y conductas de fos pobres_y oscuras antes que ¢on las de fos grandes y poderosos. 7 2. El anglisis se conserva como algo tan esencial a su metodo- login come ln descerpeién. : 3. Estin abriendo nuevas fuentes, a menudo procesos de juz sgidos penaies que usaban procedimientes de Derecho Romano, los encles contienen transcripeiones escritas dle testimonios literales de testigos bajo examen e interrogatorio. 4,_A menudo cugntan sus histons de una maner Ja de Homero, Dickens 0 Balzac Bajo Ly infiuencts dle la dena y de las ideas freudianas exploran cuidaclosamente el subcons- ciente antes que atenerse a los hechos es'uetos. Y bajo fa influencia de-los antropélogos tratan de usar el cempportamiento para revelar el significade. simbslico. > 5. Cuentan Ia historia de une persona, un juicio o un episodic dramitico no por él mismo, sino para azrojar luz sobre los desa: rrolles internos de culturas y sociedades pasadas. : a Lome gem ha to De ser cierto su diagnéstico, el propio Stone sugiere que el des | 51 plazamiento de los anuevos historiadores» hacia la nazracién marca ||) el fin de! intento de producir una explicacin cientifica_coherente def cambis en al. pasado. En ese diagndstico aparecen cuatro, grupos de_historiadores en Dime inte todo bidgrafos <4 A-s fa actualidad los viejos historiadares narcativos. © historiadores politicos: losPcligmetras, que contindan trabajando con estadisticas; los hustoriadores socialéé, atoreados en el aniliss, de estructuras impersonales, y los historiadores de las mentalidades® gue chora persiguen ideales, valores, ambientes espixituales y patro- nes de comportamierito personal intimo, La edogcién por parte de los historiadores de las mentalidades de una farrativa descriptiva minuciosa 0 de [a biogratia individual ; no catece, sin embargo, de yrvbileimas] Se rata de 1 de que el argumento apovado én ejemplos seleccionados no es filo- | soficamente convincente, es un procedimiento retcrico, no una prue- jo ba cientifica. “ Al refericnos al «paradigma indiciario» y a la amicrohistoria» en el capitulo segundo, deciamos que Gindburg afirmaba que «el tratamiento cuantitativo y antropacéntrico de las ciencias de la natt- eae ia cuesticn bet 164 po Jorge Lozano sats taleza desde Galileo hscia adelante ha colocado a Ins cizncias hums. nas ante un desagradable dilema: 0 deben adoptar un débil_ nivel cientifico que {es permite alcanzar resultados significatives 0 adoptar un fuerte nivel cientifice para alcanzar resultados que carecen de importanciay. Pues bien, de esa misma afirmacién de Ginzburg co- lige Stone que el desencanto con el segundo tratamien‘o esti moti- vando un desplazamiento hacia ef primero. Como resuitado, lo que estd ocurrieado ahora es, seguin él, una expansién de la seleccién de_ ejemplos, —a_menudo un ejemplo’ Gnico- detallado—-en-una-de las maneras de escritura corrientes, En cierto sentido, abunda, esto e3 G6lo fa extension ligica del éxit enorme de los estudios.histé- .. ricos locales que han escogide como tema no una sociedad entera, sine s6lo un fragmento —una provincia, un pueblo, una aldes—. La historia total, pues, slo parece posible si se toma como objeto un microcosmos_y fos’ resultados a menudo han -hecho més para ilu- << minat y explicar el pasado que todos los estudios anteriores 0 ac- tuales que se basan en los archivos del gobierno central. “Sin embargo, dice Stone, en otra sentido la nueve tendencia es le antitesis. xudios de historia (history) locel puesto que abandona Ia historia total de tna sociedad por pequeiia que sea como una imposibilidad y se fiia sobre la historia (story) de una célula nica, See Para concluir, transcribimos [a dtima idea de Stone en su denso articulo, Dice Stone: «Esté claro que un solo vocablo como narra: ion (...) es inadecuado para describir lo que de hecho es una am- plia_gama de cambios en In aaturaleza del discurso bistérico, Hay signos de cainbio respecte a In cuestion central en Fistoria, de las circunstancias; en los problemas estudiados, de lo econémico y de- mogrifico 2 10 cultural y emocional; en las fuentes primordiales de influencia, de la sociologta, {a economia y la demografia, a la antro- pologia y Ia psicologia: en el tema, del grupo al individuo; en los métodos explicativos del cambio histénico, de lo estratificado y uni- causal a lo interconectado y molticausal; en In metodologia, de la cuantificacién de grupo, al ejemplo individual; y en la conceptua- lizacién de Ix funciéa histérica, de lo cientifico a lo literario.» Como cabria suponer, un trabajo como el que acabamos de re- senar suscitaria una amplia controversia. Y asi ha sucedido. Mas que- remos aclarar, antes de dar cuenta de algunos puntos polémicos, que el riesgo de errores.y de, simplificaciones que puede contener también se debe a su intento, en pocas piginas, por sintetizar y san- cionar los distintos modelos que en su tipologia, ya de por si dudosa, conforman los tipos de historia cientifica de los iiuimes cincuenta \ El discurso histérico \ 16 Finley.) por ejemplo, en fa entrevista, en apéndice a F, Hattog (Finley: 1968: 263), dice expresamente ‘efivicndose al articilo-de Stone que lo encuentra superficial y sin interés, En nota (loc. cit, responde que mientras Stone preteade que la ambiciéa més alta de Tucidides era In de componer un relato en prosa clegante y refinada, l propio Tucidices. dijo expresaments fo eontrario, En efecto, en eb primer capitulo hemos referido Ins propias palabras de Tucidides a ese respecto. La misma revista Past and Present on la que se publicé «The Revival of Narrative: Reflecsio; on a New Old History» dio cabida a dos comentario: crfticos dicho xtticulo. Uno del historiador Eric, Hobsbawn, «The Revival of Narrative: some comments», otro del socidlogo también histariador, Philip Abrams, «Elistory, So- ciology, Historical Sociology» *, En su respuesta a Stone, (Hobsbawn admite, apoydndose en Mo- tmigliano ", que enClos veinté~aios-que’han seguido « la Seganda Guerca Mundial Ia historia polisica,y Ja. historia religiosa hen declt- nado, répidamente, que han explicado mucho menos por las «ideas» y que se ha girado netamente hacia la historia socio-econémica y hacia la explicacién por las «fuerzas. sociales».(Las lamemos 0 no «econémicovleterministas>} estas corrientes de ia historiografia, sub- raya Hobsbawn, han ganado influencia, e incluso han predominado fen ciertos casos, en los principales centros de historiografia de Oc- cidente, Admite también que Jos iltimos afios se ha dado una gran dive sificacién y «a marieed f interest in themes which were rather more marginal ta the main concerns of the bi outsiders who in those years became historical insiders, tho vwere never neglected» (op. cit: 3), [Braudel, por ejemplo, ha es zito sobre Felipe II como sobre el Mediterrdneo, Saber st tal cam- bio corresponde 2 una vuelta de la anarraiive history», tal como la define Stone, es diffcil de determina.’ Hobsbawa, los historiadores que neraliz — acerca de las sociedades ‘humana: sindose en «the big wBy & en Ja posibili- esarzollo, tions, aunque sucede * Publicado en el mimero siguiente al que publieabe el de Stone: Past and Present. $6, 1980, pp. 33. - “En Pais and Prevent, $7, 1980, pp. 316, y también en ax libro Soctlo~ sie Storie, 1983. 4 Se tetire al articulo de Arnaldo Momiglisne «A Hundred Yeats afte Ranken, Studies in Historiography (1966), pp, 108 y 108. Comeatenon simi lars ‘se encuentran tambita en «Lilsstaire 8 lye des ideologirs, Le Débet, 23, 1988. pp. (aS Bene ee. 166 Jorge Lozano gue pongan el acento, a veces, sobre cuestiones diferentes de las que retenian la atencién hace veinte o treinta afios. No hay en realidad ningtin signo, dice, que permita afirmar que tales histonadores ha- Tentinclado a «the attemp to produce a coherent... explanation of change in past» Duda también de que dichos historiadores tengan el sentimiento de estar «forced back upon the principle of indeterminacy» del mis- mo modo, arguye, que Marx no tuvo el sentimiento de que sus es- arites sobre Louis Napoleon eran incompatibles con In concepcién materialista de Ia historia. ~" Como posible explicacidn a los cambios en los intereses y el con- tenido de la historia, encuentra Hobsbawn la extraordinaria amplia- cid del campo de la historia, en el curso de los dltimos veinte atios, simbolizado por el tcunfo-de-la_socal history, «that shapeless con- tainer for everything from changes in buman physique to symbol and ritual, and above all for the lives of all people from beggans to emperors» (opc. cit.; 51.€O como Braudel ha observado, «l'histoire obscure de toute le monde» es Ia historia hacia la que tiende, de tuna manera u otta, toda Ia historiografia actual» #) Al refericse a la lucha en Francia contra Ja «histoire événemen- tielle» teconace un cierto extremismo al reducir todo a la economa, aunque, subraya tal exceso no fue universalmente compartidoyni en fa escuela de los Aimales ni entre los marxistas, quienes, sobre todo en Inglaterra, no cesaron nunca de interesarse por los acontecimien- tos 0 en la cultura y(ne consideraron que la «superestructura» fuera siempre y rotalmente dependiente de la «base Cita Hobsbawn_a_Le Gaff (1985: 167): «La historia politica fue gradualmente recobrando fuerzas al adoptar fos métodos, el es pirita y ef enfoque tedrico de las mismas ciencias sociales que la hhabjan empuiado a segundo plano.» Y es que Hobsban piensa que es posible considerar la historia de los hombres y d= las mental dades, de las ideologia y de los acontecimientos como complemen: taria al andlisis de las estructuras y de las corrientes socioecondmi- cas mds Que sustitnirhss. Respecto a la athick description» de Geertz que Stone destaca, Hobsbawa arguye que ella na implies necesariamente eleccién entre Jo unicausal y lo multicausal, ni conflicto entre un modelo en ef cual se atribuirla mas poder a ciertas determinantes histéricas que a otras. * Orienacidn dca que sigue como hemos sefalado en el capitulo sepun do, 4 llamada microbicore » expecaimente los tebatos de Cavio Gindbur EI discurso histérico 167 No hay contradiccidn tampoco entre Le paysans de Languedoc de Le Roy Ladurie y Montaillox, como tampoco entre los estudios gencrales de Duby sobre le sociedad feudal y su monografia sobre Ja batalla de Bouvines, ni tampoco entre The Making of the English Working Class y Whigs and Hunters, de E. P. Thomson. No hay nacht dle nueva, aficma Hobsbawn, en mitar el mundo a cave de “in mierostopio Ns que a través de A teleseopio. Mientras que acep- tetios que estudiamos el iisino”uiniverso, Ia eleccién entre micto- cosmos y snacrocosmos seri un problema cle seieccida de 1a técnica adecuada.€Es significativa —dice— que en nuestros dias la mayorfa de los historiadores ban optado por el microcospio, pero esto no qui. . re ciccir necesariamente que rechacen el telescopto como un instr mento inactual?y Se puede reconorer que ciestos historiadores han pasado de Jas «cireanstanciasy a los «hombres» —lo que incluye a las mujeres—, co gue han comprendido que el modelo simple base/superestractura, asi como Ia bistoria econdmica, no es suficiente; incluso muchos se han’ convencido de la incompatibilidad entre su funcién ecientifica» su fancicn literaria, Pero, concluye Hobsbawn, no es necesatio ana- lizer(los modos actuales de Ia historia enteramente como el rechazo del pasado y «in"so TSF aithey cainot be entisely analysed in such terms, it will not do» (op. cit.: 8). fn fin, aparte del desacuerdo sobre el «pti nacign> y le generalizacién en historia el considera: ef raonamiento de Stone falsa, el diagnéstico sobre coingide con Hlosroawn cn calificarla de impscsontata Le Goff, detensor de Ia histora-probiema frente a la historianarracién, no podria defender ei disgndstico de Stone. Li conclusién dice (1981: 653) es el ysrtice de la ambieiedad de un andlisis ambigvo. ._* Fontana, en su libro Historsa, Analisis del pasedo » proyecto social de- ddica una lorgt nota (1980: 165n y 166n) al, articulo de Stone; considera que sscomo mucho ¢3 una desctipcisn de tas modas dominantes en tos medios un versitaros britinices desde 1930 2 1980, y mi sicuiera tomado asl parece se- ox, Al articulo de Hobsbawn io califca ay esensata replicas (1980: 1660}. 168 Jorge Lozano de los Annales. Mas, en todo caso, y por ello hemos dado noticia de su articulo y de {a critica de Hobsbawn, queremos subrayar_el_cx- riever de sintoma gue pose su «The Revival of Narratives, que fn To que interest a nuestro planteamiento afecta ‘nds que a {a Salida a una posible crisis en Ia historiografia contemporinea, a la nteneiGn prestada al papel le 1a narracién en esa mismo historio- praffa, . ‘Acaso sea necesario insistir: no se trata de compartir el diagnés- tico de Stone, sino de secuperar la°atencidn-que-merece-pars-él; pero también para su adyersario en In polémica de Past aud Present, le narracién. — io No ee trata de defender, por tanto, la historia narrativa, ora como nueva vieja Tinea de hacer historia, ora como superadora de métodos que han podido resultar en algunos casos insatisfactorios. En cual quier caso, hacemos nuestra su consideracién de que es «una _ma- era de escribir Js historia, pero también es una manera que afecta y_se_ve afectada por la historian. Bn el actual debate historiogréfico que hace referencia al es- tatuto de fa historia se detectan cambios. Algunos datos apuntan a ello, en efecto: (después de insistir sobre [a cientificidad se babla cada ver mds sobre lo vivido Después del dominio de Ja historia econdmica y social, lof estidios se orientan sobre lo politico, lo cul- tural, lo religioso, Después de una atencidn privilegiada a la larga duracién, han aparecido intentos por poner una mirada nueva sobre el acontecimento, a partir sobre todo de una reflexisn de los histo- riadores sobre los medias de comunicacién de masas ®. ‘Ante este nuevo cambio, Pomian (1982: 1.130) advierte del riesgo de reavivar la vicia wonuovenad Etre Teténedores de una historia ciencia y los que defienden el caricter artistico. Por ello discingue tres-niveles de pertinencia.en fa historia: ciencia que es- tablezea los bechos, un arte de presentarlos y una filosoffs que per mita comprenderlos. % Como inevitable referenci, Pierre Nora, «La vuelta cel acontecimienton, inciuido en Le Goff, Notn (eds), Hacer 1a historia, Nuevos. problemas, 1978, pp. 221 2 240. All'se pueden leet afirmaciones del po wa modemnidad se frega el scontecimiento, 1 diferencia de las socedades tcadicionales, que mas Bien tendian a ratificario» (p._231], 0 «actualmente, cuando la hrstonografis enters fea conmuistera sh mnvieeniced sobre la eliminacion del scontecimicn- to (1 y com tal vez, In posibilidad, incluso, de_una historia propiamente Contemmpocdnean (p. 239), Un libro de Eliseo Verda, Construwe Mévenenient. Les mediat et [accident de Three Mile Island, Patls, Minuit, 1980, moestea esmo 2h la unificacién imaginatia praducida por los, discursos do los mastmedia se Kimpone. el aconteciiiento por todas partes en [a subjenvidad de, los actores so: Clales, Los media informmluvos son el lugar donde las sociedades industries producea astra realidad. Bt discurs0 histiieo Pensamos a modo de conclusién que, en efecto, ni se reconacer en el suptiesto eretorno a la nati por la dimensién cientifica de la historia y su posible desarrollo, ni de ubicar a la historia, entendida como narracidn, en el campo del arte, ¢ Ia historia es una mercla de ciencia y arte, podemes coinpiubar que [x segunda dimensién 2 ha sido atendida, como ha sostenido Hayden White (1978a: 7), suficientemente. Se- gin White (loc. cit.}, eiienteas recientes filésofos analfticos her conseguido dejar clato basta qué limire In historia puede ser const derada una especie dle ciencia, en cambio poquisima avencién be sido dirigica a sus.componentes_artistieasy. °° En su obra Metavisiory (1973), del que ya dimos noticia en el capitulo primero ‘al Fetérimos a fa diferencia discursiva entre ccré- nica» ¢ «historian, White aborda lo que el Lama «anélisis de ls es- tructura_profunda’ de la imaginacida histérica», centraadolo en ta obra de los srineipales bistoriadores dal siglo xix: Michelet, Ranke, Tocqueville y Burcshacde, Consideratlos formas tepresentativas de reflexidn histérica requir, segiin él, una teorfa formal de le obra histérica > ‘As{ considera la obra histérica tal como se manifiesta: una es tructura verbal en forma de discurso narrativo en prosa. Las teorfas —y también las filosofias de lx historia— combinan un cierto ni- mero de «datos», de conceptos tedricos para aexplicarm esos, datos yy una estructura nartativa para presentarlos como un icono de con- junto de acontecimientos que se presume hayan acaecido en tiempos pasados. Ademds, afirma, «tienen un \ontenido estructural profundo que et genaralmente, pgético, v expect uments Tingilatied en =U ne : ‘ turaleza v «qne sirve como purndigma, ‘rectisicamente aceprado, de’ lo que deberia ser una explicacién caracieristicamente bislortca. Este peradigma juciona de elemento nretabis,drico en todas las obras bis- toricas que van mis alld de la monograffa v de la relaciéa de archive» $ (White, 19784: 5). Para alcanzar @ explicer © més bien para sleanzar un «efecto dé explicacién», los historiadores pueden elegir entre tres especies de festrategias: ‘explicacién sexin el argumento formal, exolicacién se- sin Ia incriga (emplotment) y explicacicn segtin la implicacién ideo- Tégica. Ea al Ambito de cada una ce ecras diferentes estrategias, Whi- te identifica cuatro posibles modos de articulacién sobre cuva base los historiadores pueden obtener un efecto explicativo de una deter- minada especie. Para los argumentos existen los modos del Forms- lismo, del Organicismo, del Mecanicismo, del Contextualismo; para las intrigas existen los arquetipos de la Novela, de la Comedia, de fidad» un abandono \ 170 Jorge Lozano Ja Tragedia y de la Sétira; y para fa implicacién ideolégica estén las tdcticas del Anarquismo, del Conscrvadutisino, del Radicalismo y del Liberalismo, Una determinada combinacién de fos moos de articu- lacién comprande lo que White llama el estilo bistoricgrdfico de un histotiador 0 fildsofo de la historia. Ese Stilo To-aplica White ade- imis de a los cuatro historiadores citados a cuatto fildsofos de fa his- toria del siglo xix: Heyel, Marx, Nietasche y Croce. Este, estilo. se ebtiene con un acto ecencialmente poético, en el que prefigura el GainpeInstérico y Jo"establéce como sector sobre el. cue hace_pesar Ths _determinadat~teotlas que Wsara para explicar «qué-ba_sucedido crivanientes. A su vez egi@-acracde-preliguracién asume un cierto fiimerd de formas; se zefiere a los cuatro txopos del lenguaje postico: Meréfora, Meronimia, Sinecdoque e Tronfa Como resultado de esta investigacién conchive constatando que fas obras de"IOs pFincipales filésafos de Ja historia del siglo xx di- fieren de las de sus correspondientes en ef Gampo de 1x bisToria pro biangite tba. Slo por al fas 9 fot eT © brn A eta eon alu testa Le Goff (1981: 57 as palabras de Taine: «Entre una pérgola de Versailles, un razonamiento filosético de Ma- lebranche, un precepto de versificacién de Boileau, una ley de Col- fect sobre hipo:ecas, una sencencia de Bossuet sobre el reino de Dios, la distancia parece infinita, los hechos son tan disimiles que a primera vista se los juzga aislados y separadas. Pero los hechos se comunican enue ellos tavés de la definiién de lor grupor-en os qué se comiprenden.» een “White caracteriza a los ocho autores elegidos del modo siguiente: Michelet es ei realismo histérica como novela, Ranke el realisma histérico como comedia, Tocqueville el realism histSrico como tra- gedia, Burckhardt ef realism histérico como sétira, Hegel la poézica de fa historia y la via més allé de la ironia, Mars Ia defensa filosdfica de la historia segiin el mérado metonimico, Nietesche [a defensa pos. tica de Ia historia sezin el modo metaférico y Croce la defensa filo- séfica de Ia historia segin el modo irdnica Establece, en fin, siete conclusiones generales sobre {a conciencia histérica det'siglo xtx, que pueden resumirse en tres: 1, no hay ninguna diferencia fundamental entre historia y filesoffa de la his toria: 2, la eleccidn de las esteategias de explicacisr. histérica es de orden moral 0 estético mas que enistemolégico, v 3. la exigencia de cientificidad de la hnistorta representa solamente ta declaracién de tuna preferencia acordada a una determinada modalidad de concep- tualizacién histérica. La conclusidn més general —también mds allé de la concepcién de Ia historia del siglo x1x— es que la obra del historiador es una El diseurso histérico im forma de actividad intelectual al mismo tiempo, y aquf creemos que coincide con Pominn (1982), poética, cientifica y filosética *. La aportacién de White en esta investigacién, asi como su refle- xién sobte The Question of Narrative is: Cantemporary Historical Theory (White, 1984: 133), que queremos destacar, no se debe tanto a la reivindicacién de la poctica de lu bistarta, a la constitucién de una ewagologie bistdrica oa Ia xeivindicacién de lo narrativo, cuanto @ la atencién prestads al mismo discurso que el historiador construye. Es por eso que, como eremos cu el siguiente capitulo, ‘ocilizat en discusses concretes, 0 lo que es fo mismo, atender a la coustsuccion de estrategins discuzsivas\en el texto histdrico puede, pensamot, aportar una linea de «vestiyacidn en el terreno historic prifico que vaya més alld de la mera refvindicacién de ta historia n trative o de la historia cientifica, asi como una mejor desctipcién desde [os textos mismos de Ia vieja oposicidn entre texto de historia y texto de ficcién. * Ta podticn atsfe a ia compasicién, to cientfice af establecimiento de hechos, 10 filosdfien, que White expresamence no distingue de 1a histori, e Ta Blosofia de is historia, en Pomian se refiere a la comprension, Pensa fos, por el contrario, que suede no dividirse en comoartimentas esiancos ¥ que en Ia construccicn del discurso, baja las leyes del relato, se concitan «03 tres posibler niveles

También podría gustarte