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4.

3 Formación de hábitos y habilidades de la actividad


intelectual y desarrollo del pensamiento y las
capacidades cognoscitivas

La formación de los procesos cognoscitivos y del


sistema de acciones intelectuales está
estrechamente vinculada tanto con el contenido de
los conocimientos, como con los modos de su
asimilación. La característica fundamental de la
actividad intelectual de los niños y niñas de la
primera infancia mayor consiste en el papel rector
que en ella juegan los procesos sensoriales. Sobre la
base de las sensaciones y las percepciones, se
produce la formación del contenido de los
conocimientos: las representaciones que tienen un
carácter figurado, a pesar de toda la generalidad,
claramente manifiesto y, por consiguiente, sensorial.

A partir de los datos de la experiencia sensorial se


estructuran en el desarrollo infantil las posibilidades
de surgimiento y evolución del pensamiento.

Las formas fundamentales del pensamiento que


funcionan en la infancia son el pensamiento en
acciones y el representativo. Al final de la primera
infancia, el pensamiento lógico verbal empieza a
desempeñar un papel cada vez más importante.

La segunda característica de la actividad


intelectual del niño y la niña preescolares es la
voluntariedad, cada vez más creciente, de los
procesos cognoscitivos, del desarrollo de la
reproducción voluntaria en la actividad de la
memoria y de la percepción, dirigida hacia un
objetivo con la transformación de la misma en
actividad de observación. Se desarrollan las formas
voluntarias de la atención.
La tercera característica consiste en el cambio
gradual de los motivos de la actividad intelectual. A
mediados de la primera infancia, los motivos
fundamentales de la actividad intelectual están
vinculados con los intereses lúdicos del niño y la
niña, con los resultados de la actividad productiva
(conocer, examinar para dibujar, etc.). Hacia la
primera infancia mayor, empiezan a formarse
paulatinamente los intereses cognoscitivos como
motivos de la actividad intelectual. Partiendo de esto,
la tarea de la formación de los hábitos y las
habilidades de la actividad intelectual y del desarrollo
de las capacidades intelectuales puede concretarse
en las direcciones siguientes:

3. El desarrollo del lenguaje como uno de los componentes


indispensables de la actividad intelectual del niño y de la niña.

4. La formación del método general de la actividad intelectual y


su carácter regular, y la formación de la independencia
elemental de la actividad intelectual.
Este breve análisis del proceso de formación de la
actividad intelectual del niño y la niña de la primera
infancia asume que los modos sensitivos del
conocimiento se desarrollan evolutivamente y son
asimilados por los niños y niñas antes que los modos
lógicos, los más abstractos. En la primera infancia
mayor se continúa el perfeccionamiento de los
modos sensitivos, visuales y del conocimiento: la
percepción y el pensamiento en acciones y el
representativo.

Dentro de estas formas, se realiza el desarrollo de


las acciones intelectuales fundamentales: análisis,
comparación, generalización, clasificación, etc. Estas
operaciones transcurren en un nivel sensorial; es
decir, en el proceso del análisis de los objetos se
destacan las propiedades y cualidades sensoriales: el
color, la forma, la magnitud, el carácter de la
superficie, el material, la posición especial del objeto,
etc. Durante estas operaciones los niños y niñas
asimilan los patrones básicos de las características
de los objetos. La comparación, la generalización y la
clasificación de los objetos circundantes se realizan
por estos mismos rasgos. El contenido fundamental
de los conocimientos que se forman sobre la base de
estos modos del conocimiento son las
representaciones.

A medida que se amplía el círculo de


representaciones, surge la necesidad de la
generalización posterior de los conocimientos. Las
actividades que se desarrollan (laboral, de
construcción, plástica y otras) requieren y conllevan
destacar los aspectos más esenciales y significativos
en los objetos y fenómenos circundantes. Tiene lugar
el desarrollo ulterior de la abstracción. La
comparación, la generalización y la clasificación se
hacen posibles a partir de los rasgos esenciales, que
no siempre son percibidos sensitivamente.

El lenguaje, en proceso de desarrollo en el niño y la


niña, ejerce una influencia decisiva sobre la
reestructuración de los modos del conocimiento.

El procedimiento en acciones para resolver las


tareas intelectuales (de carácter práctico o
cognoscitivo) que surgen ante el niño o la niña,
incluyendo el lenguaje, se reestructuran en un
pensamiento discursivo. La tarea formulada en el
lenguaje dirige al niño y a la niña hacia la búsqueda
de vías de solución. En el transcurso del desarrollo
posterior, la experiencia de solución se generaliza en
el lenguaje, y la experiencia generalizada de solución
de tareas semejantes corrige las acciones.

El papel aún más significativo del lenguaje está en


el pensamiento representativo. En él la palabra
interviene como instrumento de generalización y
como instrumento de análisis (la palabra incluida en
el desarrollo de la percepción del objeto contribuye a
destacar y reconocer las propiedades e indicios de los
objetos); sobre la base de la palabra se realiza
también la comparación de los objetos y fenómenos.
Del mismo modo, esta comparación se efectúa en el
proceso de la percepción directa de dos a varios
objetos, al igual que la comparación del objeto
percibido con otro según la representación, la
comparación de dos representaciones, etc.

A partir de la acumulación de la experiencia, tiene


lugar la formación de los criterios y deducciones del
niño y la niña. En el criterio se refleja la comprensión
por parte de ellos de las relaciones y dependencias
que existen entre los objetos y los fenómenos del
mundo circundante. Sus criterios y deducciones
tienen también un carácter articulatorio. Así, la
asimilación de distintas operaciones y acciones
mentales y de sus sistemas está estrechamente
vinculada con el desarrollo de la función intelectual
del lenguaje.

La formación de las propias acciones y operaciones


mentales debe ir desde su formación en el nivel
sensorial hasta el lógico verbal. El desarrollo de la
función intelectual del lenguaje se realiza en unidad
con el desarrollo posterior de otras funciones y, ante
todo, de la función de la comunicación. El desarrollo
de las funciones fundamentales del lenguaje está
relacionado con la asimilación del caudal léxico
básico de la lengua materna y con el dominio de su
sistema gramatical. De hecho, en la primera el niño y
la niña son capaces de asimilar todo el sistema
gramatical de la lengua, que posibilita más tarde que
el lenguaje en sí mismo se convierta para ellos en
objeto de conocimiento hacia los finales de la
primera infancia.

En estrecha relación con la solución de las tareas,


se lleva a cabo el desarrollo de las capacidades
intelectuales. La dirección de este desarrollo es una
labor compleja y difícil. El desarrollo de las
capacidades es el resultado de que los niños y niñas
han asimilado tanto el contenido de los
conocimientos, como las habilidades intelectuales.

En la primera infancia tiene tugar también la


formación del método general de la actividad
intelectual. Este consiste en desarrollar las
habilidades para tomar o plantear una tarea, para
escoger los procedimientos de solución, para
comprobar y valorar los resultados. Estas habilidades
se forman bajo la dirección de los educadores
durante el proceso de enseñanza. En la enseñanza
dirigida hacia un objetivo, los niños y niñas de la
primera infancia son capaces de comprender con
rapidez y exactitud una tarea y, durante su solución,
actúan con lógica y planificación, argumentan las
vías de solución y valoran críticamente sus
resultados. Sin embargo, estas cualidades de la
actividad intelectual se manifiestan en los niños
cuando se solucionan tareas que ellos conocen por
experiencia.

Las acciones de investigaciones sensoriales


específicas y generales junto con las acciones y
operaciones intelectuales generales y especificas
constituyen la base de los hábitos y las habilidades
de la actividad intelectual, cuyo sistema se forma en
los distintos tipos de la actividad cognoscitiva
docente en el período de la primera infancia, tales
como la observación, la medición, la audición, etc.

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