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AVISO PREVIO:
ANTES DE EMPEZAR ESTE SUBSIDIO HAGO DE SU CONOCIMIENTO QUE HABIENDO DESCUBIERTO LOS
EXCELENTES TEXTOS DE ORACION SOBRE SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE EN EL PORTAL DEL DISTRITO
MÉXICO NORTE, http:Lasalle.edu.mx, de la Comisión de la Misión Educativa de dicho Distrito hermano, NOS
PERMITIMOS TRANSCRIBIRLOS INTEGRAMENTE PARA BIEN DE LA PREPARACIÓN AL CONGRESO DE
ORACIÓN.
EDUCACIÓN FAMILIAR
Su familia fue hondamente cristiana. Sus padres le enseñaron a orar, al igual que a sus seis hermanos. Sus
biógrafos cuentan que, en las fiestas del hogar, no le agradaba el bullicio. Mientras la gente se divertía, él
iba con su abuela a escuchar la lectura de las vidas de los santos. Nos cuentan también que fue su abuelo
quien le inició en el rezo del oficio de la Iglesia mucho antes de que se orientara a la vida sacerdotal.
Sus padres supieron crear un contexto familiar de trabajo y de piedad. Fue en el hogar donde encontró su
vocación religiosa. A los once años recibió la tonsura. A los quince era ya canónigo y admiraba en el coro
de la catedral de Reims por su devoción y su seriedad.
Oración de Fundador
El comienzo de la obra de las Escuelas Cristianas estuvo sembrado de jornadas enteras de oración y de
mortificación. Cuando decidió renunciar al gobierno de sus hermanos, a la canonjía y a sus bienes, no tomó
la decisión a la ligera. Siempre precedió un largo retiro para orar y meditar.
Los biógrafos recogen testimonios de los que con él vivían sobre las noches de oración que pasaba en la
capilla de San Remigio de la catedral de Reims, las innumerables peregrinaciones, novenas, retiros, que
hizo y recomendó a los Hermanos, cuando llegaban los momentos difíciles.
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Siempre pensaba en la oración como solución de todo. Y no eran sus palabras
lo que convencía a los Hermanos. Eran sus hechos.
Un modelo de oración
Entre las muchas plegarias que dejó escritas en sus libros, es difícil escoger un modelo que exprese la
grandeza de su corazón y la profundidad de su espíritu. Tal vez ninguna pueda resultar tan impresionante
como aquella que tradicionalmente se ha considerado en el Instituto de La Salle como el “Voto heroico”
fundacional.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo: postrados con el más profundo respeto ante vuestra
infinita y adorable majestad, nos consagramos enteramente a Vos para procurar, con todas nuestras
posibilidades y con todo nuestro interés, el establecimiento de la Sociedad de las Escuelas Cristianas, del
modelo que nos parezca más agradable y más ventajoso para la citada Sociedad.
A este fin, yo Juan Bautista de La Salle, yo, Nicolás Vuyart, yo, Gabriel Drolin, desde ahora y para siempre,
hasta el último suspiro o hasta la extinción total de la citada Sociedad, hacemos voto de asociación y de
unión para procurar y mantener el citado establecimiento, sin podernos desentender del mismo, ni siquiera
en el caso de que quedáramos los tres solos en la Sociedad y nos viéramos obligados a pedir limosna y a
vivir sólo de pan.Por lo cual prometemos hacer, por unaminidad y por consentimiento común, todo lo que
creamos en
“CARACTERISTICAS DE LA ORACIÓN
DEL SEÑOR DE LA SALLE”
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posible sin amar a Jesús. Por eso insiste continuamente en las referencias a Jesús.
Es hermoso ver sus Meditaciones plagadas de citas del Nuevo Testamento.
Quiere que los educadores amen el Evangelio, lo sepan de memoria, les fluya
en sus palabras con naturalidad. Quiere que los suyos oren ante todo y sobre todo con el Evangelio.
- Apostólica, expresa lo que bulle en el corazón de quien está entregado en totalidad al bien de las almas.
El educador cristiano tiene que estar continuamente hablando de sus problemas apostólicos a quien puede
poner remedio a los mismos. Por eso tiene que estar llamando a Dios para que acuda a dar vida a lo que
está sembrando cada día.
Así ha de ser la oración del educador, la oración que ha de mover los corazones de sus alumnos. Dice el
Santo:
“Tan pronto como perdáis el espíritu y amor de la oración, os mirará Dios en ella con malos ojos, como a
personas indignas de un empleo que es obra propia suya...”
Por consiguiente, si no sois hombres de Dios, si no acudís con frecuencia a El en la oración, si no enseñáis
a los niños más que las cosas conducentes a su bien temporal, si no ponéis todo vuestro empeño en
infundirles el espíritu de religión..., ¿no debéis ser tenidos por Dios como ladrones que os introducís en su
casa y permanecéis en ella sin su participación y que, en vez de inspirar, como es obligación vuestra, el
espíritu cristiano a los alumnos, les enseñáis cosas que sólo les serán provechosas para este mundo?
(Meditación 62 1)
“Para urgirles insistentemente a orar, asegura de manera positiva Jesucristo a los hombres que recibirán
todo cuanto en la oración pidieran. “Todo el que pide recibe”.
La oración produce su efecto por sí misma; y eso en virtud de haberlo Dios mismo prometido; de modo que,
cuanto más se le pide, tanto más da; porque Dios se complace visiblemente en enriquecer a los hombres.
“No nos instaría tanto a que pidiéramos, dice San Agustín, si no estuviera dispuesto a dárnoslo y si no lo
quisiera efectivamente”.“Confundíos por tanto, de veros tan cobardes y negligentes en dirigir vuestras
súplicas a Dios, que está más dispuesto a complaceros que vosotros decididos a pedirle. (Meditación 38. 1)
La presencia de Dios.
Es de capital importancia y una de las claves hermenéuticas de la espiritualidad de nuestro Santo Padre y
Fundador la vivencia y práctica de estar frecuentemente recordando “La Santa Presencia de Dios”.
Esto no sería posible si no se tuviera un acendrado espíritu de fe, que San Juan Bautista de La Salle nos
legó como “Espíritu del Instituto”(Regla 1, 5).
El fruto de “no ver nada sino con los ojos de la fe”, y de “atribuirlo todo a Dios” es el de adquirir y
desarrollar un fuerte “espíritu de oración.”
En la meditación # 62, para el domingo noveno después de Pentecostés, el señor De La Salle, nos dice
“vosotros vivís aquí en casa de oración, y orar ha de ser en ella vuestro quehacer principal”. Esta actitud de
vida supone que nuestra mente y corazón están en vigilia permanente, centrados en el recuerdo sencillo y
amoroso de la “Santa Presencia de Dios”. Es más, en este clima de oración “Jesús establece en nuestra
alma su morada”
Vivir constantemente en “la santa Presencia de Dios”, es lo que justifica y fundamenta el sabio consejo que
nos da la Salle de que “no hagamos diferencia entre nuestra santificación y los deberes de nuestro estado”
ya que la misma presencia de Dios es esa zarza ardiente que obligó a Abraham
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a quitarse las sandalias. “Para Él debéis vivir, y la vida misma de Dios ha de ser
vida de vuestras almas. Es necesario también que la alimentéis de Él,
manteniéndoos lo más que os fuere posible en su divina presencia” (Med.67-I)
La santa Regla refleja esta espiritualidad que nos legó el santo Fundador: “Mediante el espíritu de oración y
la atención a la presencia de Dios, los Hermanos escuchan dócilmente al Espíritu Santo”…(Regla 1,6)
Esta calidad de vida espiritual es garantía no sólo de santificación sino también de fecundidad apostólica ya
que “como encargados de instruir a los niños, debemos ser hábiles en el arte de hablar a Dios, de hablar
de Dios y de hablar por Dios”, no hay vuelta de hoja pues “nunca conseguiréis hablar a vuestros discípulos
de modo que los ganéis para Dios, sino en cuanto hayáis aprendido a hablarle y a hablar de Él”. ( Med. 64-
II).
“Cuanto más os abandonéis en las manos de Dios, respecto a lo temporal, mayor será el cuidado que
ponga Él en proporcionároslo…Haced, por lo tanto, lo que dice David: Volved a Dios el pensamiento;
poned en Él vuestra esperanza, y Él os sustentará”(Med.67-3)
En la biografía sobre el Santo Fundador que escribió el Hermano Saturnino Gallegos, se lee hacia el final
de la vida de Juan Bautista de La Salle que “el Hermano Superior, que no se separaba de su cabecera, le
preguntó si aceptaba gozoso los dolores y la muerte, a lo que respondió: Sí, adoro en todo el proceder de
Dios conmigo” (Saturnino Gallegos, pag.256)
Debemos considerarnos afortunados y felices de tener a María como madre e intercesora: “¡Ah, felices
vosotros, si tenéis devoción a la Virgen Santísima y con frecuencia recurrís a su santo Nombre; por
su sola invocación, podéis consideraros seguros, no obstante todos los escollo que se encuentran en el
difícil camino de la vida!”(Med.164-II)
Habiendo sido devoto de María Virgen, desde su infancia, nuestro santo fundador, de María Virgen, nos
invita a ejercitarnos en esa devoción: “La Virgen Santísima, estrella del mar, os conducirá a buen puerto sin
dificultades…Ejercitaos en tal devoción: pedídsela a Dios…y recordad a menudo tan bendito Nombre”
(Med.164-III)
Nos insta, La Salle, a no desperdiciar las gracias que por conducto de la Santísima Virgen nos otorga el
Señor: “Si María recibió tal cantidad de gracias fue para que pudiese participar de ellas a los hombres que
acuden a su protección. No desaprovechéis, pues, los frutos que podéis
sacar de recurrir con toda diligencia a María” (Med.163-III)
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El Hermano Saturnino Gallegos nos cuenta en su libro sobre SJBS, que nuestro fundador
momentos antes de morir rezó la oración con que terminan el día los Hermanos: “María, Madre de gracia,
Madre de Misericordia, líbranos del enemigo, y recíbenos en la hora de la muerte”
COLOFÓN:
Queridos Hermanos y Formandos de los Distritos lasallistas en México, esperamos que nuestra aportación
al Congreso de Oración Lasallista que promovió el Distrito México Norte sirva para acrecentar nuestro
espíritu de oración e imitar a nuestro Santo Fundador en su docilidad al Espíritu, su confianza en la
Providencia, su actitud de permanente conciencia de la Presencia de Dios en su vida, su irrestricto
abandono a la Voluntad de Dios, y su filial devoción a María Virgen, nuestra madre y señora.