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Julian Serna Arango Borges y el tiempo Et Tiemeo DE orRos aradéjico, el tiempo, todo lo da y todo lo quita. Porque el reloj gobierna la Tutina de los hombres, nada hay mas objetivo que el tiempo; pero también nada hay més subje- tivo que él cuando la espera lo paraliza y la emocién lo acelera. Nada mas personal, nada més compartido. Nada més abundan- te, nada més escaso. El tiempo estd en todas partes y en ninguna. Es la forma de ser y de no ser. El tiempo es puente, pero también abismo. Desechable, inmortal. La vida esté hecha de tiempo, pero asi mismo es tna ca- rrera contra el tiempo. Altededor del tiempo surgen los conflictos que tejen la existencia; el conflicto entre el presente y el futuro, origen y fundamento del conflicto entre el orden y Ia transgresién; a seguridad y el sentido; el conflicto entre un futuro que promete y un pasado que obli- a, entre la plenitud del instante y la ubicui- dad de lo sido. ;Cémo pudiera ser de otra ‘manera? Si a medida que somos no somos, si somos responsables de lo que ya no so- mos y es menester contar con lo que toda- via no somos. El tiempo es el enigma de la existencia, pero también la clave, la sustan- cia, el reto. Hijo de un médico, biélogo en primera ins- tancia, Aristételes se ocupa de los animales cuya vida permanece confinada en el aqui yelahora. No debe extrafiarnos asi que Aris- 120 eamo ce corns Maus serHn Maco cx RGES AND TME Time, because of is reversible and unidirectional nature, | constitutes one of Borges’ obsessions: to neuitalize i, fist | he attempts the vindication of eternity, and then that of ine | Instant. Far rom ending up wi a systematic conception ol | lime, Borges’ work eveas its paradoxical nature in a maze ‘of cisperate reflections and countesposed poems. i ORES eT LE TEMPS, Le lomps est, en raison de sa condition indvesibie et u Girectionelle, Tune des obsessions de Borges: pout ‘conjure, clu exsayera de revendiquor dabordrétern Finstanl.Loin de terminer dans une conception systématique du temps, Foeuvre de Borges dévlle $2 Condition paragorale au miley de lexions vergents et de vers costs, bonces a nevpo | El Vero, por su condi ineversibley unidecterl, | onsituye una ds obsesones de ores ava eno. | tensaya la evindicacon de ln etnided, pine a dle: | lane, después. Lejos de finatzar en una concpatin site. | mitza del tempo, [a obra de Borges eves su condion faradjca en meio de reexones Sverenesy verse | aces. | tételes asuma la concepcién del tiempo como la sucesidn de ahoras, como el ensam- blaje del antes y el después, es decir, como el ntimero del movimiento. La concepcién del tiempo como fendmeno natural, incluso como fenémeno objetivo, alcanza en Newton su formulacién por ex- celencia, Leemos en sus Principios matemdti- 0s de flosofia natural: “El tiempo absoluto, verdadero y matematico, en sf y por su pro- pia naturaleza sin relacién a nada externo fluye uniformemente”!. Probablemente asi perciba el tiempo el dios omnipotente de los tedlogos; un ser plano sin acentos ni doble- ces. No es el caso del hombre, sin embargo. San Agustin discrepa de la concepcién ob- jetivista del tiempo. Si el tiempo no fuera mas que un fendmeno exterior, no pudiéra- ‘mos menos que registrar que el pasado ya fue, que el futuro todavia no ha sido y que el presente no serfa mds que un instante cuya duracién -en sentido estricto- tiende a cero, y en esas condiciones seria menester con- cluir, en sintesis, la inexistencia del tiempo. Para San Agustin, en cambio, el tiempo es tun fenémeno interior, una realidad vivida. Ast lo explica en las Confesiones: (..0 dQuién hay que niegue que no existen ain los faturos? Sin embargo, ya existe en el alma espera de cosas futuras. ¥ équidn hay que niegue que las cosas pasadas ya no existen? Sin embargo, existe todavia en el alma la memoria de cosas pasadas. Y équién hay ‘que niegue que carece de espacio el tiempo presente, ya que pasa en un instante? Y sin embargo, perdura la atencién por donde pasa’. Acerca de la naturaleza del tiempo, Kant adopta una postura diferente. Para el fil6- sofo de Kéenigsberg, el tiempo es una de las formas de nuestra sensibilidad, de la manera como estructuramos, como ensam- blamos la materia bruta de las sensaciones para hacerla inteligible, para darle sentido, tuna forma universal y necesaria, ademés. Kant coincide con San Agustin cuando con- cibe el tiempo como fenémeno interior; con Aristételes, cuando reivindica la uniformi- dad del tiempo. Bergson critica a sus antecesores por haber concebido el tiempo en términos de espa- cio. Asi se refiere a las doctrinas preceden- tes en El pensamiento y lo moviente: “La dura- cién se expresa siemipre en extensién. Los términos que designan el tiempo son toma- dos a la lengua del espacio” °. Expresado en términos de espacio, el tiempo se podria acortar o alargar sin dificultad alguna. ;Aca- 30 no daria lo mismo si vamos a la cita cin- co minutos antes 0 cinco minutos después? Hay quienes lo creen asi. Ello serfa una fa- lacia, no obstante. Dice Bergson: “;Se ha pensado, sin desnaturalizarla, acortar la duracién de una melodia? La vida interior es esta melodia misma". Habiendo conce- bido el tiempo como duracién, Bergson des- taca, en cambio, su cardcter acumulativo. Benjamin Lee Whorf, lingiiista heterodoxo, quien estudié a fondo la lengua hopi, una lengua amerindia, realiz6 una critica a la concepcién del tiempo acreditada por cien- tificos y filésofos, y lo hizo en direccién si- mila a Ta de Bergson Las lenguas indoeu- ropeas, segiin Whorf, utilizan un "tiempo espacial”, un “tiempo espacializado”, de acuer- do con el cual el tiempo se cuenta de manera similar a como se cuenta el espacio, cuando se habla de cinco dias de la misma manera en que se habla de cinco metros, es decir, como si cada dia fuese un dia més, un dia cualquiera, como cada metro es un metro més, un metro cualquiera; cuando “(...) la igualdad formal de las unidades similares a espacio, mediante las que medimos y con- cebimos el tiempo, nos conduce a conside- rar el ‘concepto informal’ (...) del tiempo como algo homogéneo que se encuentra en relacién con el niimero de unidades” ®. La lengua hopi, de acuerdo con Whorf, asume cl tiempo como algo que se acumula, “(...) como si el retorno del dia fuera sentido como el retorno de la misma persona, un poco més pero con todas las impresiones de ayer, no como ‘otro’ dia, o sea como una persona ‘completamente diferente”, Para los hablan- tes de la lengua hopi el tiempo no haria las veces de regla superpuesta a los hechos, sino que serfa uno con ellos. En una direccién afin, aunque sin trascender el plano de los feno- ‘menos fisicos, y en particular opuesta ala de Newton, Einstein dird que el espacio-tiempo ‘610 es una forma de la materia-energia. Filésofos como Bergson, lingiiistas como Whorf, en sintesis, no sélo toman partido por la postura subjetivista, sino que ademas la llevan hasta sus tltimas consecuencias. Incluso Heidegger estaria més cerca de San Agustin que de Aristételes, cuando en “La esencia del habla”, incluida en De camino al habla, se refiere ala triple simultaneidad del tiempo en términos de “(...) la igualdad unida de haber sido, presencia y lo que guar- da encuentro”. Heidegger, no obstante, toma distancia de las posturas precedentes: la de Aristételes, quien hace del tiempo un fenémeno exterior; la de San Agustin, quien hace de él un fendmeno interior que gravita alrededor del tiempo presente, cuando con- cibe el advenir como éxtasis primordial del tiempo. El ser que somos nosotros, dir Hei- degger, es un ser abierto a sus posibilidades. El presente, el pasado también, se definen con relacién al futuro; el presente, por las posibi- lidades que le son propias, el pasado por aquellas a las que podemos retornar. * esac Newton, Pincigios ‘matematicos Baceons Atay. 1993, p32. 2San Agustin Cantesioes LI, 37, Meio DF Poon, 1985. 202. Henry Berson, pens iment ye movente Bie. rahe Pan 15. ‘to... Benjamin Lee Whe "2 saci dl pensareto comportamiente habia! an lengua on Len ‘aj, pensamerio yo ac Bron Sara, 1971, 6.176.177 * tos. po. 174176, ? Martin Hees ‘sonia dl haba en De {ae al hada, Baile Shan uta, 1987, manent asec musetsie. 121 ‘Jorge tis Borges, “1 tojga arena, racer (bras comple, Buenos ‘Ares men, 1989-1996, (e125 196. ‘org is Boxes, “is ‘i tale Hit ‘de lari en Obras ‘amples, Buanos Ares ‘rmt, 1968-1996, 1 pass. * comado Eanes Lany Ve tons Juli, Los fides precios ved, aden y nots 1740 aa: Gros, 1978, 384. Covesonde 2 228 530, en Dats are "Pati, Tinea en Obras compl. Mac gr, 1986, i156, Marty orus, Escuel de Forney. San Agustin se opone a Aristételes, Kant toma distancia de ambos, Bergson difiere de la tradicién precedente, Heidegger hace otro tanto. Con Borges se repite la historia. Sus antecesores han ofrecido una imagen cohe- rente, consistente, cuando no sistematica del tiempo. Borges, en cambio, da cuenta de su condicién paradéjica..No lo hace mediante tuna teoria, sino a través de los poemas, de los relatos en los que el tiempo desempefia un papel protagénico. EN EL COMIENZO FUE LA QUEJA Muchas de nuestras quejas giran alrededor del tiempo. Porque las cosas se retrasan, se demoran, no estén a tiempo y en ocasiones legan tarde. Mas duele el paso del tiempo, sin embargo, del tiempo que se devora a si mismo en una carrera sin sentido ni fin, del tiempo que se va llevando las cosas, una tras otra, sin excepciones ni contemplaciones. El tiempo todo lo da, pero también todo lo qui ta, yes este tltimo sentimiento o resentimien- to el que aflora en el poeta cuando confiesa como cualquier mortal que hemos nacido con preaviso, pero, a diferencia de los otros, 1o ‘musita sin incurrir en el lugar comiin ola fra~ se manida. Lemos en la ultima estrofa del poema titulado “El reloj de arena’: ‘Todo lo arastray pirde este incansable Hilo sutil de arena numerosa, No he de salvarme yo fortuita cosa De tiempo, que es materia deleznabie® La ETERNIDAD ¢Cémo conjurar la fugacidad del tiempo? Lo contrario del momento huidizo y fugaz es la prolongacién del instante, la duracion in- terminable. Asi lo quiere el deseo y asi lo dird Borges en la “Historia de la eternidad”: “El estilo del deseo es la eternidad”®, Entre 122, ewe or cons eau -omenonao moon 5 cs las concepciones de la eternidad formula- das por los fil6sofos, la de la duracién inter- minable fue la primera. La hallamos en He- réclito: “Este mundo, el mismo para todos, ino de los hombres ni de los dioses lo ha hecho, sino que existié siempre, existe y cexistird en tanto fuego siempre vivo, encen- digndose con medida y con medida apagén- dose". Dicha concepcién de la eternidad se revelé problematica. Asf los momentos cons- titutivos del evento se multipliquen sin fin, no estén en condiciones de trascender su fi- nitud. Al alargar el evento que no queremas perder, lo perdemos, y en particular lo per- demos instante por instante, en la medida en que ellos hacen trénsito al pasado. Fue Platén quien formulé un nuevo concep- to de eternidad vacunado contra el paso del tiempo. Célebre es el pasaje en El Tinteo cuan- do dice: “...) la expresién ‘existe’ no se apli- ca més que a la sustancia eterna. Por el con- trario, las palabras ‘existia’, ‘existira’ son términos que hay que reservar a lo que nace yavanza en el tiempo”. Porque lo que exis- te es lo tinico real, es menester desarrollar un nuevo modelo de eternidad a través suyo, y en el que no se incluya lo que existia (el pasado) ni lo que existird (el futuro), un modelo diferente al de la duracién sin fin. Platén renuncié a definir la eternidad en tét- minos del transito del futuro al pasado a tra- vés del presente, es decir, en términos de tiempo; en otras palabras, no defini la eter- nidad en términos de movimiento. La etet- nidad seria inmévil. Las fases del evento reputado eterno no estarian unas detrés de las otras; ellas serian todas de una vez. para siempre. Y es esa la eternidad de la que se ‘ocupa Borgesen “La historia de la etemnidad’, como la més expedita de las vias ensayadas por el hombre para conjurar la finitud, Bor {ges distingue dos etapas de la misma: la pri- mera, remite a Platdn; la segunda, al cristia- nismo. Eternas serfan para Platén las ideas conce- bidas como modelos o arquetipos de las co- sas. Habria ideas del bien, de las virtudes y los vicios, de las especies naturales, de los niimeros y las figuras geométricas, de los elementos, para citar algunas. En la medida en que nuestra conducta se aproxima a la idea, al ideal, ella participa de la eternidad. Aunque la vida humana esté sujeta al deve- nit, su (eventual) participacién en los mode- los 0 arquetipos permitiria conjurar la fini- tud. Mediante la eternidad de la idea, Platén evade la temporalidad. Ni la decadencia ni el adigs tienen cabida en ese modelo de eter- nidad. Platén habia sido ingenioso, pero también osado al postular la existencia de unas ideas ajenas al mundo sujeto al dev nir de las que nadie tiene noticia cierta. Des- de Aristételes, incluso, la critica de las ideas platénicas no ha cesado de arreciar. Que las. cosas se asemejen a determinadas ideas, advierte el Estagirita, no necesariamente ocurre por influencia de éstas. Leemos en la ‘Metafisica: “Pues, qué es lo que actiia mi- rando a las ideas? Puede ocurrir, en efecto, que algo sea o se haga semejante a otra cosa sin ser modelado segiin ella”, Asi viera en la eternidad la més expedita de las vias para conjurar la finitud, Borges apor- ta sus argumentos en contra de la idea pla- ténica cuando reconocié en ella una solu- cidn insatisfactoria al problema del tiempo huidizo y fugaz. Que los individuos estén subordinados a la especie como lo queria Platén pareciera verificarse en el mundo animal, pero no en el nuestro. Borges sos- tiene: “Presumo que la eterna leonidad pue- de ser aprobada por mi lector, que sentira un alivio majestuoso ante ese tinico Leén, multiplicado en los espejos del tiempo. Del concepto de eterna Humanidad no espero lo mismo: sé que nuestro yo lo rechaza, y que prefiere derramarlo sin miedo sobre él yo de los otros”. Dicho de otra manera, en al inventario de las ideas platénicas alter- nan voces genéricas (como las de las espe- cies biolégicas) con voces abstractas (como las de las virtudes y los vicios)'*. Mientras las voces genéricas referencian fenmenos naturales, las voces abstractas derivan, en cambio, de una parcelacién arbitraria de los fendmenos propios de la condicién huma- nna, como serian las virtudes y los vicios, patcelacién que pudiera darse de muchas maneras, como verificamos a través de la historia, y la asumida por Platén o la Grecia del siglo de Pericles no seria la tinica. En el periodo helenistico, en el cristianismo, en la ‘modernidad, es posible identificar diferen- tes clasificaciones de las virtudes y los vi- cios. Borges, por tltimo, hace hincapié en "(..) la reserva de su inventor sobre el pro- cedimiento que usan las cosas para partici- par de las formas universales”", lo que en otras palabras equivale a denunciar el he- cho segtin el cual Platén no aporta las prue- bas relativas a dicha participacién. Borges se ocupa luego de la eternidad, tal como fuera asumida por los tedlogos cris- tianos, es decir, de la eternidad de Dios como tun ser que existe todo de una vez para siem- pre. Dado que el cristianismo no abolié los modelos 0 arquetipos platénicos, sino que los transmuté en “(...) ideas eternas en el Verbo hacedor”'5 fildsofos como Nietzsche acufian la expresién filosofia platénico-cris- tiana para destacar la continuidad en cues- tin. Porque la divinidad se asumié como articulo de fe durante el medioevo, la con- cepcién platénica de la eternidad tuvo una mayor acogida en ese entonces. No obstan- te, no por ello la aceptamos sin més. Borges rastrea los origenes del concepto de eternidad en el cristianismo concebido a la manera platénica, como atributo de un ser que es todo de una vez para siempre, y para sorpresa suya concluye que el concepto en cuestiGn no aparece registrado en las Escri- turas, sino que fue invencién de los tedlo- g0s. Ello amerita una explicaci6n. Dentro del cristianismo de los primeros si- glos es posible identificar la disputa entre grupos como el de los ebionitas para quie- nes el maestro Jestis no fue mas que un pro- feta insigne de la tradicién judfa, de un lado, ¥ grupos como el de Marcién, para quien el ‘ristianismo debia erigirse en religién inde- pendiente del judafsmo, de otro lado. A pro- pésito de la disputa, el cristianismo adopts tuna solucién de compromiso, de acuerdo con la cual, si bien serfa una religin dife- rente, no por ello dejaria de ser una religién monoteista que compartia con el judaismo la tradicién de sus patriarcas y sus profetas. En virtud de sus vinculos con el judaismo, el cristianismo acept6 la existencia del Dios Padre. En virtud de su independencia, re- conoci6 la existencia del Dios Hijo, que no serfa otro que el maestro Jestis. Fue cuando, previo reconocimiento del Espiritu Santo como Dios, surgié la idea de la Trinidad, de acuerdo con la cual las tres Personas de la divinidad ostentan igual rango y jerarquia. Siel Padre es anterior al Hijo, como es ape- nas obvio, de alguna manera es superior a 41. No fue otra la via elegida por el arrianis- mo, grupo cristiano que tuvo éxito entre los més de los pueblos barbaros recién cri nizados como serian los visigodos en Espa- fia por ejemplo, quienes de acuerdo con sus tradiciones politicas protodemocrdticas ha- bian asumido como forma de gobierno una monarquia electiva y no una monarquia hereditaria, Dadas sus tradiciones consue- tudinarias, los visigodos estarfan més proxi- ‘mos a la f6rmula segiin la cual un hombre méritos es antes que a la concepcién dindstica de la divinidad segtin la cual Jesiis es Dios en su condicién de Hijo del Padre. No fue el artianismo la modalidad de cris- tianismo que termin6 por imponerse en los concilios, cuando alli se declaré a Jestis, Hijo legitimo de Dios. Asf un Jestis de la estirpe del Padre estuviera més cerca de él que un Jestis adoptado, no por ello se cierra la bre- ‘cha entre ambos. Fue Ireneo de Lyon -asi lo relata es, Metaisea 9, 9918, Moor Gros, 1998, 9/68 ge Le Boge, “Hs torial etme, 0p. ot. 357. "1 V1, p. 360. aaaernror -uawrace runeststo 123 DEL TIEMPO od. 388. "bp 360, "mia. 366. i 0.367 2 Jog Lue ores, “Be (9s oa recuerdo pone, Obes cempeas Buenos ‘es mace, 1989-1996, ci} 2 Jorge is Borges. “Soy (area rotunda. en Obs ‘complas, Buenos Aves Eat, 1989-1996 0.3, pes Jog us Borges, “ela saecvec moa. et. pI Jorge ts Borges “ee ‘get aeacte Hace. doy, en Obras comple 12s, Buenos Aes Emect 1999-1996 wl 2.290 relata Borges- quien previé las dificultades relativas ala relaciGn entre Dios Padre y Dios Hijo, cuando el primero podia eclipsar al tiltimo en razén de su primacia en el tiem- po, cuando sélo el primero serfa eterno. La prelacién del Padre sobre el Hijo colocaria en entredicho la identidad del cristianismo respecto el judaismo, al dar al traste con la formula de la Trinidad que atribuye igual rango y jerarquia a las tres Personas de la divinidad. La solucién de Ireneo no fue otra que la de aplicar el modelo de la eternidad platénica a la Trinidad. Tanto el Padre como el Hijo, y por supuesto el Espiritu Santo se- rian Dios de una vez para siempre. En esos términos, sefiala Borges, para lreneo la "( ~generacién del Hijo por el Padre (...- no acontecié en el tiempo, sino que agota de tuna vez el pasado, el presente y el porve- nit"”, El credo de Nicea confirma la auda- cia teolégica del prelado, cuando proclama cel dogma de la Santisima Trinidad, cuando define la relacién entre las tres Personas de la divinidad en términos de consustanciali- dad. Ireneo, asf lo registra Borges, sabfa que: (..0 renunciar a ta Tinidad ~a la Dualdad, por fo rmenos- es hacer de Jesis un delegado ocasional del Sefor un incidente de la historia, no el auditor impe- recedero, continuo, de nuestra devecén, Sie Hijo no es también el Pace, la redencién no es ba directa divina; sino es etemo, tampoco lo sets el sactificio de haberse denigrado a hombre y haber muerto en la cruz Al aplicar el modelo platénico de eternidad ala Trinidad, Ireneo resolvié un impasse teo- \6gico suscitado por una religién que habia adoptado una solucién de compromiso en lo relativo a su relacién con el judafsmo. Desenmascarada la génesis del concepto de eternidad en el cristianismo, Borges no pue- de menos que distanciarse de él. ‘Como las versiones de la eternidad formu- ladas por fildsofos y tedlogos no lo dejaron satisfecho, Borges intenta la suya. Relata la experiencia de una noche en Buenos Aires, durante la cual caminé sin rumbo conocido hasta cuando dio con una calle que cautivé su atencién y en donde vivié una experien- cia verdaderamente singular. Asi lo refie "Me quedé mirando esa sencillez... Pens con seguridad en voz alta: Esto es lo mismo de hace treinta afios... Conjeturé esa fecha (..) El fécil pensamiento Estoy en mil ocho- cientos y tantos dejé de ser unas cuantas aproximativas palabras y se profundizé a realidad”. Borges analiza los hechos. Res- pecto de lo acontecido allf mismo treinta afios atrés, la representacién de esa calle esa noche “(..) no es meramente idéntica (...) ¢s, sin parecidos ni repeticiones, la misma”®, Si la experiencia se repite, si no fue devora- 124 peano ecco naussoeeieoi monn Coun da por el tiempo, estariamos obligados a reivindicar su eternidad. Lo Que No FUE ‘Aunque la eternidad constituya un antido- to contra la irreversibilidad del tiempo, no se acaban con ella las quejas de Borges con- tra él. Mas grave que la irreversibilidad del tiempo seria para Borges su condicién uni- direccional. Muchas cosas, infinitas cosas, dejan de ser, se sacrifican, para que unas pocas sean. Unas veces las selecciona el azar, otras el célculo, pero en cualquier caso mu- chas de las que nosotros quisigramos ser, no son. En su “Elegia del recuerdo imposible”, Borges escribe varias estrofas del siguiente corte: | ‘Qué no daria yo por la memoria De haber combatido en Cepeda Y¥ de haber visto a Estanisiao del Campo Saludando la primer bala Con ta alegra del coraje | Borges no tuvo tiempo para la guerra. a circunstancias de su existencia le reserva otros azares. En el ultimo par de versos di poema “Soy”, su queja adquiere propo: ci nes superlativas: “Soy el que no es nadie, ‘que no fue una espada en la Guerra. Soy “4 la que las més de las cosas no tienen siqui ra derecho al olvido, mientras unas a devienen interinas en el tiempo y las mab afortunadas son recuerdo de manera no menos perentoria. Nadie queda satisfecho. Borges no es la excepcién. No es necesari ir a las grandes gestas de la historia para hallar destinos que hubiéramos querido para nosotros. No es necesario ir tan lejos... La queja de Borges adquiere un acento més intimo en estrofas como ésta, la estrofa final de la "Elegia del recuerdo imposible”: | Qué no daria yo por la memoria De que me hubieras dicho que me querias, Y¥ de no haber dormido hasta la aurora, Desgarrado y feliz. Lo grave no es que las cosas terminen; I grave es que nunca hayan sucedido. Si | que cuenta es lo que hemos sido, lo que het mos hecho, lo que en tiltima instancia mar; caria la diferencia entre dos personas serian los recuerdos acumulados. De cara a lo que efectivamente hicimos, de espaldas a lo que pudo haber sido y no fue, no sélo valorat mos nuestros recuerdos, cuando ademas afioramos los ajenos, como en efecto ocurre en “Le regret d’Héraclite”, poema que ape- nas tiene un par de versos, suficientes para decirlo todo: “Yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca aquel en cuyo abi zo desfallecia Matilde Urbach”*, olvido, nada”®. Extrafia especie de solidaridad césmica, of Porque el verdadero olvido no tiene nom- bre, la insistencia de Borges en lo que pudo hhaber sido y no fue constituye el firme indi- cio de una desesperanza que a pesar de todo espera. No es otra la evidencia que nos de- para en el poema titulado “Lo perdido”, cuando después de referirse a cuanto pudo haber sido y no fue, lista en la que no faltan las armas que no empui, la visién que de- sertd en su vejez, Borges remata asi: “Pien- so también en esa compafera que me espe- raba, y que tal vez me espera”. Fiel a sus obsesiones, Borges ha salido avan- te de la prueba del olvido y terminara por ser iniciado. Borges muere en lo que es y nace otro dispuesto a transgredir sus certi- dumbres de antaiio. Como en los viejos cul- tos mistéricos, el iniciado despierta. Ha com- prendido. ;Qué importa la irreversibilidad del tiempo, su unidireccionalidad, inclusi- ve, si el tiempo no existe! Unicamente exis- te el instante. Leemos en su poema “El pa- sado”: “No hay otro tiempo que el ahora. Este dpice del ya seré y del fue. De aquel instante en que la gota cae en la clepsidra”®. A Borges le espera una gigantomaquia. La destruccién del tiempo, la de su irreversibi- lidad, en consecuencia. No es otra la gesta que se propone en la “Nueva refutacién del tiempo”. Eu INSTANTE Borges parte de Berkeley, y cita sus reflexio- res contenidas en los Principios del conaci- rmiento humano, 3: Tados admin que ni nuestos pensamientos ni nues- tras pasiones nls ideas formadas por la imaginacién

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