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TUDIOS LITERARIOS LENGUA ¥ ES IRVING A. LEONARD Los libros del Conquistador FONDO DE CULTURA ECONOMICA 4 {LOS LIBROS DEL. CONQUISTADOR niimero 4 (octubre de 1940) y IX, niimero 3 (julio de 1941), res- pectivamente, cle la revista primeramente mencionada; y los capi tulos LV y XIV en el volumen XXII, nimero 1 (febrero de 194: y en cl volumen XXIV, nimero 4 (noviembre de 1944), respecti- vamente, de la segunda de dichas publicaciones. Todo esto ha sido objeto de revisién en este libro, ya con ligeros cambios en el to © con una nueva redaccién en In que ademas se inserteron ‘I derecho preferente a mi gratitud entre todas las personas que me brindaron su concurso corresponde a Gi ven y distinguido investigador peruano, quien hizo fruc- Nacional de Lima ayudindome a iat listas de libros coloniales y més tarde, enviéndome copias, y transcripciones de otros inventarios que EL guido paledgrafo espafiol doctor Agustin Pl i trabajo en la ciudad de México. En Jo que respecta a Ja dificultosa y a veces exasperante tarea de identificar titulos abreviados en las listas col i ne el capitulo XVI, con loctor Green, quien ‘bon- idosamente autorizd que ‘se usara en este libro; originalmente gpareci en la Hispanic Review (volumen IX), en un por la correccién de os pri eros borradores de algunos capitulos, deseo dar Jas gracias al doc tor Earl J. Hamilton, de Ia Universidad de Chicago; al doctor Federico Sanchez y Escribano, de la Universidad de al doctor Otis H. Green, Mi renuencia a seguir sus indicaciones en varios casos, explica algunas de les imperfecciones del libro. Irvine A. Leonaro 1 EL CONQUISTADOR ESPANOL. mayoria de esa_mi se han conmovido. Ciertamente, la poco lis que hace de estos aventureros del siglo xv1 es permanece tan firmemente arraigeda, que participa de raleza de una ya const descartando toda otra con- sideracién, Si un. pasajero escepticismo pudiese pl ligera duda sobre Ia honestidad de tan duro juic bre se dispersa ante el conocimiento de que esta socorrida convic- cién emana del fraile dominico Bartolomé de las Casas, cuyo re- |. De este modo tadores espanoles cuo conciudadano, que presenci Para qué, entonces, exemninar el caso con mayor detenimienta? dPor qué habia de tor marse al conquistador por algo mejor que un tudo bribén? Sin embargo, aparte del alegato evidentemente apasionado del gran. ‘Apéstol de los Indi iti In justicia dein opinion mis imparcial vertida casi tres sig cl escritor norteamericano Washington Irving, segin aparece en la primera cita, 6 coxguseapon PA de fanatismo religioso, y embriagado de ti Oe entra Tos infieles,mahometanos, Sig cefslado. para domipar un nuevo mundo € ‘oceidentalizaci6n del globo. xt paso importante de este proceso, la spectacular con- ee ‘t i se ha explicada como 16 108 LIBROS DEL CONAUISTAPOR Como todas las criaturas humanas que le antecedieron y le siguieron, el conquistedor espafiol fué un producto de su tiem- ‘po, moldeaco y condicionado por las influencias de su medio. Fetrospectivamente aparece en exces primitivo, fanético, orga 3 tinieamente porque refleja de una mae ropees contempordneos suy. gos dominantes de su tiempo y de su Europa occider esta Iuz puede justitsele. Si, como en realidad oc que sus vecines del Continente a este respecto, fue principalmene fe porque sus oportunidades y sus tentaciones fueron mucho ma- vores que Ins de el ‘Mas puede preguntarse entonces, dpor qué fueron los espatioles sefialades como para Ia europeizacién del globo por medio del descubrimiento, conguista y In colonizacién de muchas de sus regiones desconoci= dast Por qué corresponds a Espafa,precisamente, Ia momentée i cump) ralelo en la humana experiencia? Estas pregu dar margen a discusion fas los conquistadores es la coi rafioles, ¢ indudablemente es esta ‘que de un modo més difundido se fa a las gestas sobrehumanas del conquistador, Inhe- ;cepto es la implicacién de que el espafiol, en estaba jora busqueda del oro mpre pueden’ y las respuestas que puede dérscles no son tan sencillas de encontrar, Los periodos de grandeza de un pueblo o de una nacién resultan a menudo de la conjuncién de factores ambientales de su propio medio, y de movimientos ricos que con frecuencia ponen en ack ds grupos humanos al reaccionar cot ‘a este con Pusblos menos materialist. de la Eur Hote sera ds aaparar las riquezas minerales de las conauistedas bn comercial, cuyo énfasis radi hispénicos se encon- pafia, , era una fon pocos recursos naturales, jas humanas habian estado nntes squerras, con detri- ppréspero con ta necesidad inexorablemente del Este al Oeste, ¥ jar de influir de modo radical en el extremo occident: por ende no pudo de Jos pueblos hispani neo, Esta tendencia coi de Ia arquitectura naval pro de la nacién, mal i en el creciente mercado mun: de un terreno mont todo esto La balanza de comercio er espafioles, y cl equilibrio pod! de una manera mis ficil por Ia aclauk cuyo valor de cambio no guardaba r ra preparar a Jos espafioles y ‘rica, Dotado de tremendo corai 18 LOS LIBROS DEL. CONQUISTADOR cio que ocupaban en los transportes, Como el oro y Ia plata se aceptaban universalmente para facilitar cambios y crédlitos co- merciales, los obsticulos econémicos con los cu i pulsaron a los esp: seer grandes ca en boga a principios de la época moderna embargaran l istas espafioles, y que la Corona y la clase jesen intensamente preocupados por acrecentar Ia . La gradual conviccién de que el recién descu- realidad una barrera en l, y era natural ‘que as cok como fuentes de tal abastecimienta. Por eso el conquistador, tan a menudo participe de los riesgos que corria el capital en muchas de sus expediciones, tenfa una raadn poderosa para buscar tan slesesperadamente cl oro que era indispensable en Ja nueva eco- Si por una parte estaba seducido en demasia por el sim- iqueza y eventualmente pagaba tan caro su etr arruinarse y arruinar a su pais, por la otra no era un caso tinico en Ja historia de la humanidad y hay indicios de que en los tiem- pos modernes, otros desaprovecharon su leccién, La gloria, segundo de los impulsos basicos del conquista- y Ia vanidad que ca- eriodo de su preemi- in mis tarde, orgullo y vanidad. que han indeleble en sus ‘desceni 1a ambos lados Ta fecha. Quiz nadie vid més claramente ni dureza los falsos y verbosos conceptos de nobl 2a, honor y valor de que hacian gala los arrogantes espafioles en los siglos de su apogeo y declinacién, que Francisco de Quevedo (1580-1645), el gran satirico espafiol que en. términos lapida- de estas vietudes de sus conciu- 5 morales, Las zahurdas de Pluts publicada a principios del sil ‘Esta preocupacién espafioles por Ia gloria como. al racto, que se iden de cerca con las distinciones militares, probablemente se los y pico de guerrear contra los - Los lentos, pero firmes éxitos logrados 185 sucesivas contra un enemigo tradicional de raza y credo diferentes, engendraron la glorificacién del guerrero de tun modo més pronunciado atin que en otras partes de Europa, sobre todo porque el soldado era un éruzado contra Ia fe pagana, Los -combates individuales eran frecuentes en estas Tuchas, ganador edquirfa fama y se enriquecia ripidamente con el Estas recompensas eran mucho més répidas y halagadoras se valuaran_principalmente Tiz6 durante Ios EL CONQUISTADOR ESPANOL 19 gullo personal que las del lento y menos espectacular camino tura y las artes manules, © inevitablemente dieron 0 concepto de que la milicia era la mas alta. voca- ¢ negocios de guerra ci mayor deber y fa ocupacién honorable de la humanidad, Fue la. apoteosis ‘guerrero Ilevada a mas alto grado que en Gaalquier otra par- Ja Europa de aquellos tiempos To aue ence a tomer Ta sare para cién atin mucho después de que su gloria se habia marchi- teas otros pucblos de Europa se embargaban més Y preocupacién de obtener gunancias en el comercio, ls industria capitalists, pata el orgulloso espatio estas ulgares cupaciones eran sérdidas empresas indignas de su ta Tento y de su destino, Ta reconauista expatiola de ros habia asociado el d es manuales, que pr fe Ja agricultura y 1s, con un degrae cristiano cruzado, abajo eran propios de los ja forma de encomiendas, aproveché Jos ren- de sus siervos era pot la profesién de una falsa fe fa un desdén similar por los j os por les citcunstancias de sue: medliarios y de cambistas de moneda. jsmo de In época mo- agricultura y Tas fie jimamente le centurias de continuo guerrear 5 dominante sin lo hacer frente es seguramente el que ha bolizado por la palabr y mapor detrac cexpafioles. Es tarea’difel acarreado mayor detrai la contra los invasores | 20 105 TBROS DEL CONQUISTADOR reconeiia Jos ampliamente,ecantados saqueos, matansss, rapifias ¥ ottos crfmenes perpetrados por los primeros aventureros. que legaron al Nuevo Mundo, con la benevola fe cristiana que pre: ndian traer a cn la cual le posteridad ha queri- ys alvidando que ots 5 con Fara abneyacién, consagraron sus vidas a ‘educacién de los conduistad. ber traicionado mas preceptos de Ia civilizacién que otros peos en el periodo de Ia conquista, se debe, como ya queda di 8 Tas clecunstancias que To condicionaban ¥ a que sus tentaciones an mayores. Durante siglos, los espafioles habian estado en Ja primera linea de defensa de la cristiandad europea contra el mahametismo que desparramado por su suelo native. Para otros pueblos de las Cruzadas fueron una lucha contra los de la patria; mas para los cristianos de Espaiia su guerta santa fud n combate cuerpo a cuerpo contra el enemigo dentro de sus pro- pias fronteras, En este cercano y continuo con dores de Alf que habjan in corigind Ia bru: en el crisol de sangrientag y probablemente por eso fue el chogue de los ataques de Tos infieles los descendientes de log iberos, desal- ran un celo mis fanitico por Ja fe que los animaba, que el de sus correligionarios del otto lado de fos 1 que, después de cast ocho sighes de lu- cha, vieran su victoria final sobre los moros en el sur de Europa \ como un signo de Ja voluntad de Dios. Los espafioles no px dejar de creetse bienquistos ante los ojos del Sefior, y este con- escogida por el Todopoderoso engendré fa- ble que, soportan« en una posicién expues mados Iuchadores, desarrol de su tel guerra, se el denodadk era un acuerdo con el 8 contratantes. Puesto EL CONQUISTADOR ESPAROL ie servia a Dios expulsando a los intieles, lolos a la fuerea al cristianismo, se sentia con mmpensas econdmicas por desempehar el traba ra. Los premios y bs se otorgaban al espafiol por rales del Nuevo Mundo de su fe, no le, pareci fo, en concepto dle pay fo que le prestaba, el maximo provecho econémica, aun. jeando métocos peligrosamente similares a la extorsién y al ico, Los menos pragmaticos representantes de la iglesia que in a las expediciones conquistadoras, poseian, general- Concepcién mucho mencs primitiva del convenio con de buena fe trataban de controlar los excesos que cometian aventureros del siglo xvi contra los i fanatismo de quienes los ly econdmico. La gran publicidad que se da a los actos c barbarie de esos hombres que se enfrentaban a desesperadas jones, ¥ a la rapifa ilimitada de individuos que reclamaban jos despojos de la conguista, ayudaron a crear entre los celosos contemporaneos de Espafa ia Hamada “leyenda negra” sobre la crueldad espafiola, que ha perdurado hasta nuestros dias a pesar indagaciones de una generacién de historiadores. A decir verdad, el conquistador era hasta hace poco casi un imo de salvaje brutal, de perverso dlespiadado, de una espe- de sanguinario bandido del siglo xvi pero, reri ‘vez mis, esto obedecia al prurito de jusgar su éonducta y tos fuera de sus i idando que en la social esa econdmica de toto el Continents; el hu hitarismo aparecia apenas como una norma latente e imperfecta jones humanas, y el desprecio hacia los derechos inhe- un conquistador, obrar juivalfa a un signo de jes de un inglés encargado de una misién andlo- {LIBROS DEL. CONQUISTADOR 2 en el mismo siglo, ponen sobradamente de manifiesto que el Conquistador, frente razas y civiliaciones distintas de las sce de la brutalidad y el cinismo como aceptacion de Ia filosofia i atrocidades declarando que él era de 1 “ninguna necién conquistada se someter a lz obediencia por amo esta conviccién que, despues de terminar sf traba de sus conciudadanos, Sir Henry Sidney, comentab gl simple nombre de un inglés es mas terrible para elios (Ios tore dieses) cue antes lo fue la presencia de ce Quisé nunca re- que los indios qi tratados como espies. hendidos algunos de ellos de que dé St Thomas Dale, habiendo casi ter PlantaciSn en esx parte, muchos de y como Ro querian hacer fatigas, se refugiaron huyendo entre los indios, Muchos de ellos fueron habidos de nuevo, el Sr Thomas, ordené con toda severided ue facran ejecutadoss 2 unos Jos mend6 ahi mar, 2 otros Toe i 3108 Jos mands parecida, y a algunos que he emudos a los drboles hasta que m Y més recientemente, el eminente histori Toynbee, en su, profundo Study of history ha declarado: i. bitos de ‘horror’ acquiricos por los ingleses en su prolongada agres contra los restos de la ‘franja céltica’ en los highlands de Escocia y los pantanos de Itlanda fueron Hlevados a traves Atlantico y practicados a expensas de los indios norteamericanos."® La perversidad y el tratamiento inhumano del hombre para con el hombre no eran entonces rasgos que se observaban tinica- mente en el conquistador, sino que se extendian comiinmente a EL CONQUISTADOR ESPANOL 23 is cristianos de su tiempo. Sin embargo, por el hecho de ta politicamente dominante y temida entre las otras de jue envidiaban los despojos de la conquista, Elta eeee eaters eae la senate et jel orbe.? Mas por ser el pri y explo- Pe Nenana eee ee de esos impulscs que animaban a su ién més serena de suc: icién se debe a la pluma de un famoso 1yo, Sir Walter Raleigh, quien en su History of the escribié: ron paciencia de ls espafiles. Es ‘pocblo que. hays wportada as como los espaioles en sos descabrimientos en lat Ind endo en as empren con inven cont tanta tan ricss provinclas como para enterrar el re= oe peadon, Tempesides 7 tattrogion, habe, tines, calor y fic) pees y toda suerte de enfermedades, unto its como nuevas, ademls de una extrema pobreza y de la carencia te todo lo necesari, han sido aus enemigos tarde 0 temprino 2 casualidad se dice que el conquistador poseia alguna cuali- © rasgo en mayor grado que sus contempordneos europeos, es cuando algunos esctitores le ‘que con mayor exa Tespuestas emotiv los eran rapidas y apasiona- a y al caluroso entusiasmo. jestionablemente cierto en la época rimientos geograficos, y desde entonces se ha mani- oe ree a iteratura, el folk- In mésica y en los innumerables eran el pat an el pa anieat 1d de lo desconocido en las oscuras aguas del Atlintico, y la HOS LIBROS DEL CONQUISTADOR a incrementar un Estimulaban enor- trospectiva por lo extraordinario no ida en la Edad Media, en Ia verdad de quimia y de la astrologia o en In existencia de los elixires de la y las fuentes de Ia juventud, sino también las histor que retornaban y de viajeros que como Marco Polo, Sit ‘abian recorrico tierras re- fez reaccionando contra el aciago 3s espafioles que escuchaban estas fas se escapaban de si mismos en alas de Io irreal, y a me- dida que su imaginacién se ponia incandescente, incubaban la pa- sion por Ja aventura y el descubrimiento. Lo que ofan les desper- taba una curiosidad insaciable y encendia su deseo de ver esas maravillas con sus propios ojos. Antes de 1500, muchas de estas fabulosas leyendas legeron a los oidos espafioles por las narraciones orales de quienes contaban, cuentos o por los romances caballerescos de los trovadores, y pasa- ban de boca en boca. Mas si estos relatos verbales excitaban la credulidad de los oyentes, mucho ms incendiaria y convincente ial que tuvieron después de esa fecha, cuando iprenta lo corroboré claramente ante sus entonces el. saber y Ia duda, y confirmaba plenamente las historias que escuchado, La naturaleza casi incontrover texto cuando ¢ dos, Frecuentemente se ha repetido que ta lectura de_un ia de Séneca titulada Medea, hizo sofiar a Cristébal Col la obra se leia el siguiente pasaje: Vendrin mar océano a se abriri una grande como aguel que faé guia de Jaén que hubo -{ nueva mundo y entonces no sir4 Is ila Thule eee a at fueron para él un poderoso estimul afio 1519 estaba yo en ee Por los libros que yo habia ios que frecuen- BL CONQUISTADOR ESPANOL is de Invern de a propio, ecurrib. con el ee ‘al mundo re mo hasta un grado dle e jenaron ‘que los inexactos y exagerados informes de los descubri las descripciones que presentaba la pular, La exaltacién de un pueblo ebrio de triunfo fe en un privilegiado destino facilitd la crédula recey los relatos tanto de los exploradores como Tistasy ym iterés en hacer distingos entre unos y otros. En nuestros dias —tan socorrides por libros, periédicos, revis- tas y panfletos para todos los gustos— se require un extraordi- io esfuerzo de imaginacién para apreciar en toda su magnitud turaleza y de un poder una minoria capar de descifrar sus jeroglificos. Un imponente y negro volumen era indispensable en la parafernalia de cualquier bolo de su sabidurfa, a tal punto que, segiin los mitos folkléricos de Ia Edad Media, bastaba con apoderarse de ellos para desposeer a los nigromantes de todos sus poderes dia- LAS MHISTORIAS MENTIROSAS 39 mezcla de supersticion y de sacraticacién que se a80- jos ¥ manuscritos, no se desvanecié hasta mucho des- sc habia inventado el tipo movible y roximacién a la verdad, E fucién de la imprenta en Espafia alrededor de 1473 jato resultado la popularisacién de |i ‘que inspiraba Ia pala- ta entonces los pergatnines enrollac costosos, producto del monjes esc cores eran parrimonio, exclusivo de ta realest, del ‘de unos cuantos nobles y de un pequefio niimero de sa- usable que con fnsimas pasay ella de Tne. prensas labra escrita continu: ‘Sin embargo, Ia apa- Tengua vernicula de uno de los primeros libros de s, el Tirane lo Blanch, en 1490, y de los diccion: jcas de Nebrija, a més de algunas traducciones de en Ja misma’ década, proceso de la di fia, Acelerd esta la publicacién del Ama- in en fecha anterior, que aunque res- mo de su funcién diddctica, revelaba potencialidades comerciales de In im- El gran publico se hizo cargo por primera vez de que el set un medio de sol ; obra impresa no conmovié in- 1 saber y como eae eles a eal a paar ee eee ee Se ae ee LOS LIBROS DEL. CONQUISTADOR versas capas de la sociedad espafiola innumerables ré} cura rural del siglo xvt de que hablaba Melchor Cano, que ya memente convencido de qué mitir ue se propalasen falsedades en el extranjero, y menos atl de permitir que les sacasen provecho quienes gozaban deprive ido referirse, por supuesto, Por consiguien 3s hazafias . Apenas puede caber duda de que muchos idores, con menos instruccién formal, también, ereian con sencilla fe en las patrafias de la caballeria andante y. ideraban capaces de emularlas con la mayor puntualidad, tiplicadas por In imprent que hasta entonces se rep. los y se transmitfan oralmente, quedaron al alcance de la mano de cualquiera. Antes, mitaban a las ocasiones en qué © ministriles vagabundos, © alguno que otro bardo més » cantaban romances y recitaban estancias al calor de los grupos. La gente gustaba de este arte donde Ia realidad y la fantasia se confundian, y manera, estas Teyendas tenfan un cardcter_ oral peduefias colectividades, ya fuere en el hogar, en Ia plaza publica o en el atrio de las iglesias. En cambio después, con el individuo podia entregarse devotamente a una exp tiva y tolitaria: activa porque convertia en iméi figuraba en letta muerta, y solitaria porque podi historias en el retiro de’ su propia hi in, sin que presencias i impidiesen echar a volar su imaginacién e iden- héroes. Ta aureola de autoridad y de misterio que ain rodeaba a las pag al convalidar las imégenes lector, daba a estos 's milagros de st fe religiosa, por Ia poesia y el mito de Ja Edad Media y por las crdnicas de las fa- bulosas hazafias de sus ancestros en sus It los espafioles absorbie: lad modernat, en gran espa ricas, variadas, pintorescas y Tlenas de poesia— que hal recido durante dos siglos, De simples relaciones de hechos, se | mismo tiempo que el Ama gas de Esplandién. Este trabajo, que pretende e Rodrigo contra Espafia en favor de los moros, na novela hist6rica, con personajes puramente 08 como el propio Rodrigo, el conde falso arzobispo de Sevilla.’ Ademas les torneas en que los reyes andan metidos intes, defendiendo a errantes doncellas en desgra- 6 en Fealidad un trasunto de lo que ocurria en , con Ta a tura de ficcién que se habia puesto ya en bot taba de un episodio histdrico que le era fami- uu veracidad. De este modo que lefan ¥ 2 emprender desorbita- como ibaa hacerlo Don Quijote mis tarde, Por jimenes tenfon Ta apariencia de los aus- , particularmente la de aquellos de ca- en efecto, muchas de estas novelas incluian las 8 como por ejemplo error, y de aqi a semejantes fi Pero como ya se hizo notar, fan 2 menudo constencias de milagros y de los procedimientos de los trata- con frecuencia haber traducido 0 be, griego, © atin escrito en ale Cercano Ovionte, Esta farsa. daba ig absurdas narraciones una verosimilitud que los Jecto- iciocos —tan abundantes, por cierto— tardaron mucho cen desenmescarar. Cervantes se burlaba de este rasgo tan 2 10s LIBHos DEL. coNAUISTADOR cura caballercsca, manifestando en Ia scgunda parte del Qui ei frabe Cide Hamete Benen; servido pata continuar su obra, habia. raban por lo general en el prefacio de les 5, advirtiendo & 6 primeras décadas del siglo xv ian tenido la suerte de lerias constituian un espejo don- actuacién valerosa y triunfal del veces que el autor o un conocido suyo hi: dar con un antiguo memorial durante sus viajes por remotos ri cones del mundo. Era usual argumentar que el valioso origins ‘se habia descubierto en un oculto y que el To atesoraba, después de haberlo descifrado a fuerza de des oclelo que imitaba Ia sociedad renacentista. Valor in- del género, incluso el ‘a los mayores obsticulos, aceptacién estoica de des- Caballero Cifar y el Te osa Crénica de don ridas, exaltado sentido del honor y de la dignidad 10 con la destruicién de Espaiia aparecia escrita por un tal netas corteses y un concepto caballeresco del amor, que acaece poco lejaba Tos mas altos ideales del caracter espaol, forja- ibro— por Care jero de Alfonso el infante batallar contra el extranjeto infi 9. Como se recordara, Montalvo declara en el peninsula, En estas narraciones, como en los, hechos Amadis de Gaula que su trabajo como escritor se hal Jcos del tiempo, Ia glorificacién del guerrero alcanz6 Ia su- orregit” los tres primeros tomos del original. Al mismo tiempo . Para ef individualista espafiol, las prodigiosas haza~ informaba que se habia valido de un rel hhéroes imaginarios Mlevaban a cebo sin ayuda de cendencia de Amadis, titulado Sergas de Esplandién, EL especticulo del valeroso ‘que por gran dicha parescié en una tombs de piedra, que debaxo de la tierra de tina hermits cerea de Constantinopla fue hallado, y traydo por iro mereadero a extae partes de Eepafa, en Ia letra y pergemino tan 2, que con macho trabajo se pado Jeer por aquellos gue Js Tengus En el incipit de las Sergas de Esplandidin anota que éstas “fueron aspirar_a las mayores retri :aS en. grieRO Por bat”, idos sitiales del poder. Por qué no iba a convertirse en de quien se habla en el libro tercero del Amadis de Gaw- cde Constantinopla, como Esplandin y otros héroes le- 6 por Jo menos como se le prometié més tarde a San- fen gobernador de alguna insula encantada? Es verdad ‘ambicién de poder y de posicién social corrian pare; mplo de Montalvo, los autores de i yl ansia inmoderada de poser una riqueza material bros procuraban dar a sus propias obras una fesentada por el oro y las piedras preciosas, como sus formas tribuyéndoles fuentes antiguas. El Caballero ‘nowociables. El capitulo xc de las Sergas de Esplandidn, emo, (1521) se decia traducido de un texto job mucho antes de que Cortés conguistara el impe- carton”; el Amadis de Grecia (1530) se .— refiere que el héroe removid con sus propias manos yertido del sriezo al lat Htbn que guardaba los umbrales de Ia tumba que encerraba el Grecia (1547) provenfa de un texto gr . rpcantado, verdadero autor de este trabajo, Gerdnimo Ferninde, manifesta i novela que él hubiera querido relatar otros sucesos; ja en Nubia, juré habia ° De este modo se dejaba abjerta la puerta pa reia que la demanda lo merecia. Aunque, con el curso Po, estas “revelaciones” fueron aceptadas por los lectores cum grano salis, Ia, el cual “muchos de sus grandes hechos vi6 y oyé. grande amor que a su padre Amadis tenia... Las cual después a tiempo fueron trasladadas en muchos Tengua 44 LOS LIBROS DEL CONQUISTADOR tenfa una corons de oro en la cabeza, tan fué tenida a quien desp unas letras en. ‘fapiter, el mayor de nacién exaltada por Ia descripcién de 0 amento y que disc pafieros de armas, el conquistador "a dvidamente cualquier rumor que sobre le incas 0 aztecas echase a volar algin indigena de las tumbas pagai nes aborigenc 0 por [a riquera uya abundancia en esas ex: i predicho) ias mentirosas”. Fué asi como encontré inspiracion, y fen no poca medida, para’ luchar con sobrehumana perseverancia y para cometer actos de barbarismo, conforme avanzaba por sen- das desconocidas @ través de una tierra inhéspita. La ime pluma del cuentista de Medina del Campo y de otros practi tes de su arte fué responsable en gran parte de la hambrienta .cién de los tesoros de Moctezuma, de Atahualpa y de otras imas de la codicia espafiola. IV JONAS, LIBROS Y CONQUISTADORES: MEXICO. que perturbaban la mente del conquista- aban a la aventura caricter capit 's requiriendo la biisqueda de esas as crdnicas y documentos de ese peri la pretendida proximidad o al efec inas, ¥ sel formes se extienden ‘Empezando por el diario de los via~ ‘por los escritos de Pedro Mirtir el primero de 's de América— y de sus sucesores, Oviedo y He- wwando con cronicas de primera mano como la que jobre el viaje de Magallanes, y particularmente Cat ecopilS la famosa odisea de Orellana por el corez ‘2 del Sur, la socorrida leyenda aparece de modo muy ble. Muchos otros exploradores y aventureros del siglo xvt uyendo a Sit Wal 10s grados de conviccién con que se lb concerniente a las amazonas. (mn cl mito de las guerreras de Ios antiguos tiempos en que las descubierto en el Asia Menor; y las Hae <= onas posiblemente porque se les atribuia la practica de © un seno para poder usar con més libertad el arco y la de la Edad jeville y Pedro Tafur difundieton sus viajes por remo- Seatin se decia, las guei ambién existian en Afri- \dera patria’ 1p en una marisma del mu fen Ia costa , cer Leona. ‘de las amazonas era sumamente vaga; Ios antiguos escri- ejemplo, as stuaban en algtin sitio entre Finlandia y la

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