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MODULO 1.

Las primeras sociedades campesinas en la Península Ibérica


1.1. El problema de la neolitización en la Península Ibérica
Marco cronológico
• Desde el VI milenio a. C. (COVA DE LES CENDRES, Alicante o COVA DE L´OR, Vale
ncia), llegaron a la Península Ibérica los sistemas agrícolas y ganaderos, que s
e fueron extendiendo plenamente a partir del V milenio.
• El surgir y el desarrollo del Neolítico fue un proceso desigual y “de adaptaci
ón” progresiva pues en el III milenio a. C. todavía existen algunos
grupos peninsulares en los que se siguen empleando los medios de subsistencia tr
adicionales (Epipaleolíticos).
• Se puede establecer el siguiente ensayo cronológico:
NEOLÍTICO ANTIGUO (5.200– 3.500
a. C.): Precerámico y Cerámico con cerámicas incisas y cardiales. Arte
macroesquemático.
NEOLÍTICO MEDIO (3.500-2.800 a.C.): Cerámicas lisas e impresas. Desarrollo del h
ábitat en poblados y de nuevos hábitos funerarios.
NEOLÍTICO FINAL (2.800-2.500 a.C.): Mayor complejidad cerámica. Desarrollo del m
egalitismo.
MARCO GEOGRÁFICO
• Parece que el origen del Neolítico en la Península Ibérica es netamente Medite
rráneo. Es en yacimientos del Levante español donde se atestiguan los niveles má
s antiguos. Ello permite pensar en la posibilidad de la implantación ex novo de
un grupo colonizador que, después, difundiría el sistema neolítico a través de l
a actividad pastoril.
• Una vez que el Neolítico entra en la Península Ibérica y se desarrolla, la gra
n diversidad de ambientes que en ésta se manifiestan (Mediterránea, Atlántica, C
antábrica y Meseteña) establecerán un Neolítico muy heterogéneo que, a medida qu
e se acerca a su final, manifestará la conformación de distintas tradiciones cul
turales propias.
• Los primeros niveles son levantinos (CUEVA DE L´OR, Valencia), y a partir de a
llí, en el IV milenio encontramos implantación neolítica en Cataluña (LA DRAGA,
Gerona), Andalucía (CUEVA DE NERJA, Málaga), Valle del Ebro (CUEVA DEL MORO, Hue
sca) y Portugal (CABEÇO DA AMOREIRA, Alentejo).
CARACTERÍSTICAS DEL PROCESO
• Arranca de lo que podríamos llamar un Neolítico puro implantado ex novo por gr
upos que introducen en la Península, por vía marítima o continental difícil de p
recisar, especies vegetales (tritium monococcum, dicoccum, aestiuum y hordeum) y
animales (capra aegagrus y ouis ammon).
• Es un proceso que se convierte en “proceso de adaptación” al chocar con unas
poblaciones Epipaleolíticas en las que el equilibrio medio-recursos estaba bien
cubierto lo que explicaría posibles resistencias al cambio (BARRANCO DE LES DOGU
ES, Castellón) y enfrentamientos entre cazadores y nuevos colonos agrícolas.
• Su plena culminación (hacia el 2.800 a. C.) pudo deberse a un aumento demográf
ico y un cambio climático hacia la aridez que obligó a los grupos humanos de caz
adores-recolectores a asumir formas de subsitencia “artificiales” como las Neolí
ticas.
NEOLÍTICO PURO (6.000-5.000 a. C.)
• COVA FOSCA, Castellón – 5690 a. C.
• COVA DE LES CENDRES, Alicante – 5590 a. C.
• COVETA DE L´OR, Valencia – 5.300 a. C.
•CUEVA DE LOS MURCIÉLAGOS, Córdoba – 5090 a. C.
•COVETA DE CAN BALLESTER, Barcelona – 5000 a. C.
• Hábitat en cueva o abrigo a juzgar por la documentación con que contamos aunqu
e, posiblemente, ésta sea incompleta.
• Cerámica de impresiones cardiales a través de la impresión con el cardium edul
e, buscando motivos geométricos y figurados. Aparecen las primeras cerámicas pin
tadas en rojo, antecesoras de las cerámicas a la almagra.
• Industria lítica de geométricos empleados para fabricación de hoces y de perfo
radores (taladros).
• Industria ósea bien desarrollada con punzones, espátulas, cucharas y elementos
de adorno (brazaletes, anillos, punzones…).
• Arte rupestre macroesquemático, tal vez ilustrativo de una espiritualidad dife
rente de la de las poblaciones Epipaleolíticas del entorno que practican un arte
más realista-naturalista, de sociedades todavía de cazadores.
NEOLÍTICO INICIAL ACULTURADO (5.200-3.500 a. C.)
• CUEVA DE NERJA, Málaga – 5210 a. C.
• POBLADO DE LA DRAGA, Gerona – 5.000 a. C.
•CUEVA DEL NACIMIENTO, Jaén – 4830 a. C.
• CUEVA DE CHAVES, Huesca – 4.800 a. C.
• ABRIGO DE COSTALENA, Zaragoza – 4200 a. C.
• PONTA DE SAGRES, Portugal – 4.000 a. C.
• Sin descartar que dicho tipo de hábitat ya existiera en el Neolítico Puro, ya
se documentan algunos yacimientos en poblados en llano, con viviendas de madera
sobre pilotes y organizados para la explotación agrícola (silos) y ganadera del
entorno.
• Cerámica cardial que va evolucionando en formas hacia globulares, ovoides, tro
ncocónicas, e incorporan estilos típicamente importados (Montboló). La evolución
, no obstante será hacia la sustitución de las cerámicas decoradas por las lisas
pintadas a partir de mediados del IV milenio a. C.
• Industria lítica de geométricos sin perforadores y con un gran desarrollo de l
a técnica del microburil, inexistente en el Neolítico puro.
• Penetración del Neolítico desde la costa hacia las tierras interiores.
• Aparición de las primeras necrópolis, concentradas sobre todo en las zonas de
vieja tradición Neolítica, cuyo desarrollo, en cualquier caso, se operará en el
Neolítico Medio, empezando por dichas áreas.
NEOLÍTICO MEDIO
(3.500-2.800 a. C.)
A pesar de las variedades regionales que manifiesta –por razones obvias antes de
scritas–, el Neolítico Medio peninsular va incorporando algunas novedades bien c
aracterísticas:
• Generalización de nuevas tipologías cerámicas, sobre todo a partir de las zona
s en las que las dataciones neolíticas son más antiguas. Es el momento del auge
de las cerámicas lisas sin decorar pero muchas veces pintadas en rojo (cerámica
a la almagra, de gran presencia en Andalucía) que conviven –en áreas en las que
el Neolítico llegó más tarde– con las cardiales. También se incorporan ahora –fr
utos de esporádicos contactos continentales – las cerámicas de influjo francés t
ipo Montboló,
las asas y pitorros, los mamelones…
• Proliferación y generalización de los adornos personales: cuentas de collar de
caliza, concha, hueso o incluso piedra verde (“calaitas”) con la que tal vez se
comerciaría. Así lo demuestran las galerías mineras del poblado de CAN TINTORÉ
(Barcelona) de las que se extraía variscita férrica para este tipo de colgantes.
• Aparición de culturas caracterizadas por sus hábitos funerarios, especialmente
la cultura de los “sepulcros de fosa”, caracterizada por el enterramiento de in
humación
individual o doble en fosas o cistas de piedra en las que se introduce el cadáve
r en posición flexionada. Las tumbas, además, forman pequeñas necrópolis e incor
poran ajuares funerarios formados por vasos cerámicos, punzones de hueso,
útiles de sílex (BÓBILA DE MADURELL Y SABASONA, Barcelona). En algunas áreas –Po
rtugal y Gerona– ya se anticipan, casi desde el IV milenio, sepulcros megalítico
s del tipo de corredor (REGUENGOS, Portugal).
• No es exclusivo el hábitat en cuevas, empieza a documentarse hábitat en poblad
os al aire libre, con fondos de cabaña excavados en el suelo, silos, áreas de re
tención del
ganado, estructuras de combustión y almacenaje (LOS
CASTILLEJOS DE MONTEFRÍO, Granada; TERRERA VENTURA, Granada).
• Neolitización plena de la Península Ibérica recibiendo la Meseta las innovacio
nes típicas del Neolítico (CUEVA DE LA VAQUERA, Segovia; LOS VASCOS, Madrid; EL
CARRASCAL, Valladolid, VALLE DE AMBRONA, Soria).
NEOLÍTICO FINAL
(2.800-2.500 a. C.)
• Aunque hay algún ejemplo de hábitat en cueva, se asiste ya a la generalización
de los asentamientos al aire libre en pequeñas aldeas campesinas (LOS CASCAJOS,
Navarra; ERETA DEL PEDREGAL, Barcelona; EL PROMONTORI, Alicante, LAS PILAS, Alm
ería…). Se singulariza –de ahí el nombre que se le ha dado– la “cultura de Almer
ía”, paso previo de la denominada Cultura de los Millares. Se construyen poblado
s de chozas de planta circular o semicircular, como huellas de postes, solos par
a almacenamiento de grano y cerámicas a la almagra. La larga pervivencia de su o
cupación
(el poblado de TERRERA VENTURA, Almería, manifiesta niveles desde el 2800 al 190
0 a. C.) puede explicarse por un origen en un poblado de actividades agropecuari
as básicas para, después, pasar a un poblado especializado desde el cual, el des
arrollo demográfico, explicara el origen, al menos en el componente humano, de l
a floreciente Cultura de los Millares.
• Aparición de nuevas variantes de enterramiento, sobre todo de carácter megalít
ico. En Cataluña aparecen los de corredor con cámara bien trapezoidal bien recta
ngular (VILLAFRANCA DEL PENEDÉS, Barcelona). Las cámaras aparecen recubiertas
de piedra, tal vez con manifestación tumular al exterior. En el Sureste se desar
rollarán también este tipo de enterramientos a modo de sepulcros circulares (run
dgräber) como los de EL CAPITÁN (Lorca). Esto sentará las bases del fenómeno meg
alítico que, como dijimos, ya empezaba a estar atestiguado en Galicia y Portugal
desde, al menos, el Neolítico Medio.
• Industria lítica que abandona finalmente los microlitos geométricos para dar p
aso a piezas de mayor tamaño, pulimentadas y especializadas, fabricadas en basal
to, en
diorita…
• Aparición de las primeras representaciones de ídolos femeninos (“Dama de Gavá”
de CAN TINTORÉ, Barcelona) e ídolos oculados, que proliferarán en periodos post
eriores.
• Mantenimiento de las cerámicas lisas a la almagra, con proliferación de pitorr
os y generalización de la influencia francesa a través de la cerámica denominada
Veraziense (del VERAZA, Francia), con una serie de cuencos con unas característ
icas protuberancias.
Al abordar el estudió del Neolítico en la Península Ibérica es necesario enmarca
rlo en la problemática general de la neolitización de Europa y más concretamente
del Mediterráneo Occidental, puesto que es imprescindible conocer el marco geog
ráfico en que se desarrolló esta cultura para entender correctamente sus posible
s relaciones externas, las influencias que pudo recibir y las vías por la que pu
dieron efectuarse dichos contactos.
Tradicionalmente se ha distinguido una Europa continental, a la que llegaban las
influencias culturales desde el Este por la vía de los Balcanes y del Danubio,
y una Europa mediterránea cuyos principales contactos se establecían por vía cos
tera.
La cuenca mediterránea tiene unas particularidades comunes especiales, por encim
a de las múltiples variaciones locales, tanto climáticas como topográficas, con
cierta tendencia a la aridez y con suelos no demasiado ricos, a pesar de lo cual
siempre ha sido un territorio habitado y una ruta transitada por la que han cir
culado influencias, ideas y personas entre sus extremos oriental y occidental.
Tradicionalmente se había defendido la idea de que los nuevos inventos neolítico
s se difundieron rápidamente desde sus centros originarios orientales hacia los
distintos territorios europeos mediante diferentes rutas y mecanismos de coloniz
ación, nunca demasiado bien explicados. La exageración y el abuso de los presupu
estos difusionistas hizo que, a partir de los años 60-70, se empezaran a rechaza
r semejantes interpretaciones y se comenzase a valorar, quizás a sobrevalorar, e
l protagonismo que los grupos locales habían tenido en el proceso de cambio y se
empezó a defender, en definitiva, la evolución autóctona como resultado de la a
daptación de los grupos epipaleolíticos a su medio natural.
Hoy día, sin exagerar ninguno de los dos modelos interpretativos, parece claro q
ue el fenómeno neolítico producido en el Próximo Oriente se efectuó mediante una
evolución lenta y continuada, diferente a lo que ocurrió en Europa. Por la docu
mentación existente, no puede mantenerse que en los territorios europeos occiden
tales existieran los precedentes salvajes de los primeros animales domesticados,
ni de los cereales que se cultivaron por primera vez, descartado lo cual, los e
studios se han dirigido a averiguar porqué y cómo se expandió el nuevo sistema e
conómico y en qué medida fue asimilado por los grupos indígenas de cada región o
ccidental.
Por otra parte, el estudio detallado de los grupos epipaleolíticos europeos ha d
emostrado que esas sociedades estaban perfectamente adaptadas a su medio, inclus
o muchas regiones del norte de Europa, antes despobladas, se habían ido ocupando
durante los últimos deshielos al seguir el hombre a las especies animales que s
e iban asentando en dichos territorios. En general, estas poblaciones intentaron
, como apuntan algunos autores, aumentar la productividad de su entorno como res
puesta a sus crecientes necesidades, alcanzando un cierto nivel de complejidad s
ocioeconómica.
En los últimos años, para explicar la forma en que pudo producirse la expansión
neolítica, se ha aceptado de manera generalizada el modelo denominado oleada de
avance, propuesto por los investigadores Ammerman y Cavalli-Sforza. Este modelo
teórico, que ofrece distorsiones y variaciones locales, presupone que el nuevo s
istema económico se fue extendiendo lenta pero ininterrumpidamente hacia Occiden
te a partir de los centros próximo-orientales, a razón de 1 km. por año, teniend
o en cuenta el crecimiento progresivo de la población y los movimientos que pued
e realizar tanto a larga como a corta distancia.
Esta forma paulatina de contacto se refleja en la existencia de dos tipos de ase
ntamientos diferentes en los momentos iniciales del Neolítico occidental: los co
rrespondientes a los grupos locales allí asentados y los pertenecientes a los co
lonizadores llegados por el Mediterráneo. El proceso de interacción entre ellos
es lo que algunos autores como Bernabeu han llamado modelo dual o modelo mixto,
que explica cómo la adopción del Neolítico en Europa se produjo por la llegada d
e poblaciones conocedoras de la agricultura y la ganadería que entraron en conta
cto con las poblaciones indígenas, las cuales fueron modificando sus tradicional
es formas de subsistencia.
La Península Ibérica participó de este proceso mediterráneo occidental, aunque n
o puede hablarse de homogeneidad cultural en todo el territorio. La primera neol
itización se produjo lógicamente en la franja costera mediterránea, desde Catalu
ña hasta Andalucía y Portugal meridional, pero los yacimientos mejor conocidos s
e ubican en las sierras costeras interiores; en las restantes áreas peninsulares
las transformaciones culturales fueron más tardías y con particularidades difer
entes y se incorporaron a la economía neolítica con mayor lentitud, dependiendo
de las posibilidades de contacto que tuvieran con las regiones litorales.
En toda la cuenca occidental y asimismo en la Península Ibérica, se detecta un f
actor importante para la identificación de la primera cultura neolítica: la pres
encia de cerámica que, independientemente de algunas variaciones regionales, ofr
ece la característica común de una decoración impresa que acabó constituyéndose
en el auténtico fósil-guía de esta fase cultural. Dentro de la variedad de la de
coración impresa, destaca la realizada con el borde de la concha de un molusco l
lamado cardium edule, que le ha valido la denominación de cerámica cardial y, po
r extensión, de Neolítico Cardial. La presencia de la cerámica en unión de las p
rimeras especies domésticas de animales y plantas, pueden considerarse factores
intrusivos que llegaron del exterior y acabaron siendo adoptados por la població
n indígena preexistente.
Las regiones mediterráneas de la Península son las que mejor pueden documentar l
a presencia de este Neolítico Antiguo o de cerámicas impresas, conservándose un
buen registro arqueológico en Cataluña, País Valenciano y Andalucía oriental.

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