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RONDAS INFANTILES Ronda, en su acepcién mas generalizada y popular, quiere decir: _ girar en redondo y probablemente es la forma mis primitiva y senci- Ha empleada por nuestros obscuros y antiquisimos antepasados para ‘manifestar su alegria, su exaltacién, y su entusiasmo ante un hecho jubiloso o simplemente para manifestar el temor, el asombro o el _ arrebato religioso ante los imponentes e inexplicables fenémenos de la naturaleza. Los pueblos ineultos del pasado y del presente, cantan y bailan en circulo para celebrar sus victorias. Ruidosas y pintorescas rondas organizanse en torno del poste al que esta atada la victima, o bien en torno del idolo al que hay que aplacar con cantos y ofrendas, cuando no, alrededor del cadaver de una fiera caida en la espesura del bosque en lucha impresionante y salvaje. Las rondas tienen, pues, una -raiz profunda de cardeter religioso y triunfal en la mentalidad sen- eilla del pueb'o. : Al expandirse la cultura por el mundo, vemos aparecer con un earécter menos grosero y sensual otra especie de rondas que acusan ya un principio de espiritualidad y de elevacién de conceptos. Tales son las destinadas a cantar las hazafias de los héroes 0 los aconteci- mientos auspiciosos de la vida colectiva. Y ya en sociedades mas nu- merosas y de més adelantada civilizacién, las rondas, intérpretes al principio de muy simples y sencillas emociones, transférmanse en ceremonias cada vez mas complicadas que culminan en las grandes revistas militares o en los inmensos desfiles populares de nuestro tiempo. Las grandes multitudes de nuestros dias, no pueden ya girar en torno de las vietimas, de los idolos o de las aras y se conforman con desfilar a la vera de los cenotafios, de los monumentos, de las alegorias triunfales, de los simbolos 0 de los altares. Pero la ronda primera, no ha perdido nada de su primitivo fres- cor ni de su encantadora ingenuidad y ahora como antafio sigue sir- viendo de medio de expresién de tiernos y puros estados emotivos. Conferencia lefda en Ia Escuela Normal Ne 6, de la Capital, el 2 de diciembre de 1933. Si Nada han perdido los eantares y rondas del pueblo y sobre todo las rondas infantiles, que son a las que he de referirme muy especialmen- te, de su pristino candor y de su encantadora sencillez y con los mis- mos atributos que en las primeras edades de la humanidad eneuéntra- selas ahora sirviendo a los nifios para expresar con ellas las alegrias de su espiritu perpetuando de paso, las dulces canciones aprendidas de las abuelas. ;Nifios y abuelas!, los dos extremos de la existencia se unen y amalgaman asi en intima y poética comunién para recoger y transmitir los hermosisimos cantares de pueblos que pasaron; de ge- neraciones ya idas. Tal es la virtud que se descubre en todas las ron- das y cantos populares infantiles y por eso es bueno que todo eso_ no desaparezca sino que se conserve y se perpettie, porque hay en estas cosas sencillas, simples, candorosas y bellas como el nifio mismo y como el alba, majestuosa y venerable imagen de la abuela, un ri- quisimo tesoro de humana esencia. Rondas populares y rondas infan- tiles, hay muchas, pero yo no he de referirme aqui sino a las que tie- nen un cardeter genuinamente popular y folklérico y en especial a las que cantan las nifias que son las que he coleccionado en este pequefio folleto con todas sus imperfeceiones y disparates tomandolas directa- mente'de grupos de nifias que cantaban en el patio de mi escuela (N? 7 del C. Escolar XVI°) en el afio 1920 y 1921. Las otras, aquellas fa- bricadas por doctos personajes para que sirvan de habiles y sutiles artificios en el empefio de ensefiar a los nifios cosas muy buenas pero muy aburridoras que ellos no soportarian si no se les endulzara la pildora, las dejamos para uso del paciente y laborioso pedagogo. Decir quiero que esas rondas y cantos infantiles acicalados y almibarados por la pedagogia, por hermosos y titiles que sean, no llegan nunca a ser populares y los nifios no los entonan fuera del recinto de la escue- la. ;Por qué? Por varias razones que iremos exponiendo a su debido tiempo. Y fué precisamente la comprobacién de que las nifias en sus reuniones amistosas y esponténeas en calles, plazas y patios no can- taban nada de lo que se les ensefiaba en la escuela, lo que me indujo a observar qué es lo que ellas preferian entonar para saturar de ame- nidad sus excitantes y bulliciosos juegos y Megué a la conelusién si- guiente, con la cual inicié el prélogo de mi libro de rondas publicado en 1922. Me permitiréis que antes de citar esta conclusién, confiese aqui honradamente que la primicia de esta clase de publicaciones no me corresponde. Ya antes de 1922 el Profesor Clemente B. Greppi habia editado en un pequefio folleto unas cuantas de estas canciones infantiles. Llegué a la conclusién, decia, de que ‘‘los varones no can- tan ni poco ni mucho fuera de la escuela en sus juegos de nifios dejan- 6 do este entretenimiento para Jas nifias’’. No parece sino que los varo- nes, en la primera edad estuvicran completamente desprovistos de aptitudes musicales y por eso resultan tan amantes de la estridencia, de la batahola, del desorden y del ruido discordante que aturda y retumbe. La aptitud musical viene sola mas tarde y bien pronto su- pera en mucho a la de la mujer sobre todo en potencia ereadora. Por el momento, solicitada la energia de los nifios por las necesidades del erecimiento, prefieren los juegos violentos, desordenados y atin gro- seros, a las armonias, suavidades y delicadezas de la miisica. En cuanto a las nifias, su natural moderado, afectuoso e impre- sionable, unido a la influencia indudable de su instinto materal, que obliga a las diminutas manos a ensayar en sus mufiecas, los dulces eantos con que adormecerén mas tarde a su posible y lejana prole, las predispone muy favorablemente para sentir y gustar desde muy temprano las armonias musicales. Se puede sin embargo asegurar, que tampoco las nifias cantan en su primera edad porque sientan simpatia por la miisica o comprendan su belleza. La cireunstancia de que la mayorfa de los cantos a que ellas se entregan van acompafiados de movimiento, indica que no es una necesidad intelectual, sino fisica, la que las obliga a cantar y a moverse ejecutando a compis movimientos diversos que tienen por objeto el desarrollo arménico del cuerpo. Este hecho ha querido ser aprovechado por misicos y educado- res que han compuesto cantos en que al mismo tiempo que se ejecutan movimientos estudiados, ordenados, calisténicos, se pretende ensefiar en la misica y en la letra, nociones varias e inculear sentimientos di- versos, intitilmente, porque las nifias en lo que menos se fijan al ju- gar cantando, es en el sentido de la letra. ‘A este género de rondas de corte, de estampa y de sabor estric- tamente escolar, ronda educativa e instructiva, ronda académica, atil- dada, medida, graduada y dosada como una receta, ronda metodizada y reglada; en fin, ronda de guante blanco y de maestro de ceremonias al frente, es la que vais a presenciar. (Se ejecuta la ronda “El Ratoncito’’) He reemplazado el juego libre obligado antes del ejercicio res- piratorio por la marcha en saltos para obtener la sofocacién dado aqui que el juego libre es imposible. Como ésta y menos y més complicadas que ésta se emplean por docenas en las escuelas para ensefiar moral, historia, geografia, aritmética, ejercicios fisicos, musica y todo cuanto _contiene el programa. 4Se consigue asi buenos resultados en Ja ensefianza? Los sefiores educacionistas que apelan con tanto entusiasmo a este medio de ins-— truir, dirén todos que si, y ello no seria sino una comprobacién mas de Ja bondad de las rondas. Sin embargo yo he observado que los nifios no usan para nada ésta clase de rondas en sus juegos libres, jpor qué?. Tolstoy el admi- rable eseritor ruso nos diré porqué. ‘‘Como todos sabemos, amaba en- “trafablemente a los nifios y escribié para ellos. Un dia pregunté a “la nieta que tenia sobre sus rodillas, después de narrarle una de “sus creaciones infantiles que él juzgé de més hermosura’’. “7Te gustan mis cuentos pequefia? ‘Si abuelo, me gustan, pero son mucho mas lindos los que me “cuenta la nodriza. (Lo que aqui se dice de un euento, se aplica tam- “bién a las rondas). La nifia de Tolstoy, ha pensado y ha respondido “‘por todos los nifios del mundo respecto de las composiciones que “Jos adu!tos ilustrados componen para ellos porque por grande que “sea el talento del hombre que escriba para deleitarlos, dificilmente “Nega a esa identificacién mental que el pueblo, naturalmente tiene “con ellos’’. (Berta E. Vidal de Battini). Los nifios y las nifias, no cantan pues para aprender algo, sino como ya hemos dicho, en virtud del imperativo de una ley natural, y todo lo que sea desvirtuar o desnaturalizar la finalidad de una co- sa, produce mal resultado. Y asi se ve que la totalidad de estos cantos_ obligados que se ensefian en las escuelas, impecables en su miisica y. en su letra, productos de mentes que por ser demasiado maduras y reflexivas se han olvidado de lo que es la mente infantil, son desecha- dos por Jos nifios de ambos sexos por demasiado perfectos y estilizados, lo que no quiere decir que haya que abandonarlos como eficaz instru- mento pedagégico sino tratar de adaptarlos a la mentalidad infantil. x La ronda que acaba de ejeeutarse, encierra un propésito educa- tivo: con ella se desarrolla una clase completa de ejercicios fisicos metodizados cuyo objeto es el desarrollo arménico del sistema muscu- lar. Para su ejecucién es necesaria la presencia del maestro que con su diestra sujeta.y dirige a la voluble bandada de mariposas y con su dedo rigido excita a las mentes infantiles para que no olviden el precepto fundamental de la clase y ejecuten automiticamente lo que se les ordena, Los pobres nifios no son aqui otra cosa que eaballos de calesita que giran como autématas movidos por un hilo enérgico ¢ in- hibitorio de todo movimiento esponténeo e individual. A estas mismas nifias o a otras cualesquiera, dejadas solas sobre el eésped del jardin, no se les va a ocurrir por cierto repetir voluntaria y espontaneamente — 48 — . la misma clase. La razén ya la dije. Porque el nifio, al jugar a la ronda, quiere jugar y nada mis. ‘‘Se resiste a que todos los actos de “su vida sean un continuo aprendizaje de lecciones, quiere vivir en “sus momentos de juego su vida simple, sin reglas ni cortapisas, su “‘vida de ensuefio, de locas fantasias, de alegria desbordante y de ru- ae desconeierto y apenas su espiritu sutil sospecha que quieren “servirse de sus juegos ingenuos para que aprenda cosas serias y “Gtiles, se repliega sobre si mismo y recibe con el énimo prevenido y “hostil la imposicién de sus mayores’’. Esta consideracién vale la pena de que sea tenida muy en cuenta por los educadores para no abusar de tan exquisito medio de edueacién. Abandono, pues, las ron- das escolares al campo de las escuelas para que en él florezean y fruc- tifiquen al amparo de la pedagogia y de la psicologia moderna que sabran extraer de ellas todo el tesoro educativo que encierran y vuelvo ala ronda netamente popular que es la que forma la enjundia de esta disertacién. Para empezar, he aqui una de ellas que no necesi- ta de misica ni de maestro que la dirija: (Se ejecuta por el conjunto de 12 nifitos la ronda: ‘“Estando la Paloma Blanca’’) . Desciibrese en esta ronda un dejo y parecido con uno de nuestros bailes populares: la ‘‘Firmeza’’ y seria muy curioso e interesante de- terminar cual de los dos motivos ha influido y ha contagiado al otro con su ritmo y con su mimica y letra porque tanto el uno como el otro, son antiquisimos. Como véis, los eantos preferidos por las nijias, son en extremo sencillos, tanto en su entonacién como en su letra, y esta tiltima lega a veces a ser sin ningdn sentido gramatical, cuando no un ecimulo de verdaderos disparates 0 un simple conglomerado de sonidos onoma- topéyieos como ocurre en la ronda denominada ‘Dama, Dama’? (Se lee). El sentido es lo que menos las preocupa y por eso es inoficioso tratar de ensefiarles nada en el canto, pues a las letras mds atildadas y pulidas ellas las reforman después a su gusto introduciendo modifi- eaciones que alteran por completo el significado y las dejan irreco- nocibles pero que acomodan muy bien al sonsonete de la eancién que es lo que ellas busean. Puedo citar composiciones fines conocidisimas con graves deformaciones. En el Himno a Sarmiento, por ejemplo, son muchas las nifias y nifios que cantan: ‘‘Fué la luna tu vida y tu elemento” en vez de ‘‘Fué la lucha... etc.’’. Initil corregir; luna gusta mis y ey (es asi siguen cantando. Las canciones preferidas por las nifias, aparte de algunas, rarisimas, de las que se ensefian en las escuelas, son por lo general romances populares, venidos de muy lejos, aprendidos de las abuelas, o traidos por las nifias de otros pueblos cuando no son de ori- gen puramente local como: “‘Avestruz, queris charqui’’ tan conocida en el interior, ‘Pero alguien diré: ,Es que esta poesia y miisica po- “pular, estos romanees, coplas, rondas y melopeas no tienen acaso un “autor tmico y primero? Ciertamente que lo tienen, pero como son “autores que han sabido interpretar y reflejar con fidelidad uno o “varios de los aspectos del alma popular, el pueblo, tocado en lo mas “vivo de su imaginacién y de su hondo sentir, procede inconsciente- “mente a la seleccién y pule, modifica, adapta a su forma de expre- “sién y a su intelecto, todo lo que se le presenta. Asi se explica la “

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