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30 Maritza Montero Lecturas complementarias recomendadas Aunque trato siempre de recomendar obras escritas en castellano, mas accesibles a estudiantes, investigadores y docentes de habla hispana, este tema, hasta donde puedo saber, no es muy tratado por autores y autoras especializa- dos, 0 bien es mencionado sin profundizar. Por lo tanto me veo obligada a recomendar dos buenos articulos publica- dos en el American Journal of Community Peychology, una re~ vista considerada internacionalmente como la primera en su género. Ellos son: Miller, K. (2004): “Beyond the frontstage: Trust, access, and the relational context in research with refugee com- munities”, American Journal of Community Psychology, 33 (3/4): 217-227. ‘Trickett, E. (1984): “Toward a distinctive community psychology: An ecological metaphor for the conduct of community research and the nature of training”, Ainerican Journal of Community Psychology, 12: 261-279. CAPITULO 4 La identificacién y la jerarquizacion de las necesidades y de los recursos para satisfacerlas Necesidades y recursos Cuando se trabaja con comunidades, hablar de necesi- dades implica hablar también de recursos. Ello se debe a la posicin, desarrollada desde la praxis, que enfatiza el ca~ ricter constructivo y fortalecedor que debe tener esta for- ma de intervencién psicolégica. Nunca hay que hacer énfasis en las carencias sin hacer énfasis, al mismo tiempo, en las capacidades y potencialidades de las personas que in tegran la comunidad. No se trata de ocultar las carencias sino de atacarlas desde sus fortalezas y no desde sus debili- dades. Todo ser humano tiene siempre capacidad y poten- alidad y puede ejercer alguna forma de poder (Montero, 2003a; Serrano Garcfa y Lopez Sanchez, 1994) que le per- mita transformar las relaciones y situaciones sociales nega- tivas. Por lo tanto, al identificar las necesidades de una comunidad es necesario hacerlo junto con la comunidad, identificando al mismo tiempo las capacidades y recursos que poseen sus miembros individualmente y como grupo comunitario, asi como aquellos recursos de los cuales care- cen, pero que deben adquirir a partir de los que tienen. Y en este sentido cabe recordar que los recursos no son tini- “TTS UVVTTVIDITEES Se Pa Maritza Montero camente de caricter material. También son intelectuales, espirituales ¢ histérico-culturales. La inteligencia, creativi- dad e ingenio se encuentran entre los recursos intelectua~ les. La fe, sea laica o religiosa (es decir, en si mismos 0 en deidades), es de cardcter espiritual. Tanto los conocimien- tos tradicionales como una identidad social positiva y or- gullosa de sus ancestros forman parte de los recursos de cardcter hist6rico y cultural. Por tal raz6n, al identificar 0 detectar y evaluar necesidades en una comunidad se debe siempre Considerar esos recursos, pues la satisfaccién de las primeras se alcanza a través de los segundos. Pero como ¢s sabido, no basta la capacidad, el entendi- miento y la voluntad de los miembros de una comunidad para satisfacer ciertas necesidades que dependen de recur- sos cuyo costo y exigencias técnicas sobrepasan sus posibi- lidades y que ademas son parte de las acciones que los gobiernos deben realizar al haber sido elegidos para mane- jar los bienes piblicos. No se trata aqui, entonces, de mo- vilizar a una comunidad para descubrir lo que ya se sabe: que las autoridades gubernamentales, estatales 0 munici- pales, son las que deben y pueden satisfacer la necesidad sufrida. Pero sf se trata de movilizarse para presionar y re- clamar de lo que les corresponde como miembros no sélo de una comunidad, sino de la ciudadanfa en general. La identificaci6n de necesidades y recursos El proceso de identificacién de necesidades y recursos consiste en un conjunto de actividades grupales, de caric- ter fundamentalmente participativo, mediante las cuales se busca que la propia comunidad o grupo sefiale aquellos as- pectos de su vida en comin que sienten como insatisfacto- tos, como inaceptables, como problemiticos; aquellos aspectos que reconocen como perturbadores, limitantes u obstaculizadores del modo de vida al cual aspiran y tienen La identificacin y Ia jerarquizaciin de las necesidades... 93 derecho, ubicando esas necesidades y los recursos disponi- bles 0 por obtener en relaci6n con la situacién global en que esa vida se desarrolla. Es decir, en relaci6n con las con- secuencias que-esas carencias tienen sobre la vida misma de ja comunidad. Repetidas veces se ha hablado de “sentir” en referencia a las necesidades. En efecto, no se trata de determinar con criterios externos a la comunidad, con los parémetros de los expertos en un campo especifico (por ejemplo, salud, politica, cultura), qué es lo que hace falta en una comuni- dad. Y no porque tales apreciaciones no sean correctas 0 dejen de responder a carencias reales, sino porque aun cuando objetivamente esas carencias existan, mientras no sean percibidas psicolégicamente, mientras no exista un sentimiento de falta, de ausencia negativa que produzca el concomitante deseo de satisfacerlas en las personas de la comunidad, la necesidad asi determinada no tiene existen- cia para ellas. O bien es atribuida a causas que forman par- te de la naturaleza del mundo! en que se vive y que, por lo tanto, nada puede hacerse desde la comunidad. Las necesidades asf concebidas, si bien pueden llamar la atencién de manera que produzcan un eco positivo en la co- munidad, no generan en sus miembros las conductas desea~ das por los planificadores, con lo cual se produce un segundo efecto negativo (el primero seré la subutilizacién o inadecuado uso del bien que pretende satisfacerlas): los agentes de las instituciones actuantes acusardn a la comuni- dad de ser desagradecida, de ser incapaz de disfrutar una vi da mejor, prefiriendo una forma de vida inadecuada, 0 de no saber vivir bien. Asf se alimenta una vez mis la concepcién ideologizada que culpabiliza a las mayorias carenciadas por su situacién y que incluso a veces arguye que les gusta vivir asi. 1. Lo que en las teorias de a atribucién ha sido llamado como “otros poderosos” (por ejemplo, en Rotter, 1966). 4 Maritza Montero Definicién de necesidades Chacén, Barrén y Lozano (1989) proponen tres crite- rios para definir a la necesidad. En primer lugar, el hecho de que toda necesidad supone un juicio de valor. Es decir, diferentes grupos sociales, diferentes individuos juzgarén ciertas situaciones o hechos como carencias excedencias. Lo que es bueno segiin algunos, puede ser malo segin otros. Lo que és suficiente en el Tercer Mundo, parece in- soportable en determinadas categorias sociales de los pai- ses industrializados. Esto determina la segunda condicién: las circunstancias concretas y el contexto de cada grupo son fundamentales en la definicién de una necesidad. Y en tercer lugar, hay que tener en cuenta el hecho de que la ne- cesidad surge del desajuste entre expectativas y condicio- nes concretas de vida. Estos tres criterios sefialan que a partir de la concep- cién universal que determina que todo ser humano tiecesi- ta alcanzar ciertas condiciones de vida (alimentacién diaria, techo, vestido, recursos para afrontar las condicio- nes climsticas y otras adversidades de la naturaleza, educa- cién, atencién sanitaria, amor, seguridad, entre otras), se dan hechos particulares que introducen un cierto relativis- mo. Pero no un completo relativismo: la vida humana, la creacién en toda sociedad y cultura de un canon de calidad y su conservaci6n, es el aspecto comin a todo grupo hu- ‘mano. De esas condiciones particulares depende que algo sea definido como carencia 0 como problema y que de alli derive la necesidad de encontrar una solucién. Por lo tan- to, las necesidades, adems de ser juicios de valor acerca de una situacién que afecta la calidad o la conservacién de la vida, son también estados motivadores de la accién para sa- tisfacer la carencia, solucionar el problema, corregir el da- fio, superar la situacion negativa. La identificacin y la jerarquizacin de las mecesidades... 95 La interaccién entre necesidades bsicas y necesidadestiltimas En el campo de la psicologia es bien conocida la teoria de Maslow que establece una clasificaci6n jerarquica de las necesidades, en cuya base coloca las denominadas bésicas, es decir, aquellas de cuya satisfaccién depende la vida hu- mana. A medida que se asciende, encontramos necesidades consideradas como de alto nivel o meta-necesidades, las cuales en lugar de estar determinadas por la carencia ma- terial se definen por la adquisicién de bienes intelectuales © espirituales. En su pice est la autorrealizaci6n, cumbre de toda meta-motivacién. Evidentemente, hay acuerdo ge- neral en que la satisfaccién de las necesidades basicas es primaria ya que se relacionan con fanciones vitales. Pero es- te hecho, asi como la jerarquia establecida por Maslow, han suscitado un distanciamiento entre las necesidades, que en la prictica se traduce en el fraccionamiento de la comprensién del proceso al definir tanto las necesidades concretas de las personas como aquellas consideradas superiores. Y cuando ocurte esto, se produce una clasificaciGn de las personas y grupos segtin la cual el nivel de necesidades que sufren in- fluye sobre la atribucién de capacidad que les es asignada en cuanto a necesidades de caricter menos perentorio, pero igualmente fundamentales, tales como la educacién, la de~ mocracia o la libertad. Es decir, que a mayor nimero de ne- cesidades primarias insatisfechas, se tiende a considerar que habré menor capacidad de aspirar a otras superiores. ‘Ambas categorfas de necesidades forman parte de la to- talidad humana y se influyen entre si. (Como dice el refran: “no sélo de pan vive el hombre”) Por Io tanto, ninguna debe olvidarse o relegarse. Considerar sélo las necesidades basicas al trabajar con poblaciones de escasos recursos eco- némicos (pero no tener en cuenta las necesidades sociales, espirituales 0 culturales) puede llevar a construir una vi- sin de ellas basada en la incapacidad de tener otro tipo de motivaciones més alli de la nutricién minima, la vivienda SFRPWVULDLAERAWW PVARDATAAEAAAARDAARED AAT 96 Maritza Montero mfnima, el sueldo bisico y la salud suficiente. ¥ eso forma parte de la ideologia de subvaloracién tan frecuente en muchos bienintencionados programas de beneficencia pii- blica. He ofdo con asombro e indignacién cémo alguien afirmaba que la dignidad es algo que los pobres no pueden tener. Miller (2004) relata que una educadora popular, en un campo de refugiados en Chiapas, consideraba que dar ciertos conocimientos a comadronas de la etnia maya era intitil, pues @ priori afirmaba que no estaban alfabetizadas 0 que darian a esa capacitacién un uso inadecuado. ‘Tales concepciones profundizan la brecha entre categorias socia- les, ademas de ser descalificadoras y humillantes. ‘Una cosa es la satisfaccién y otra el sentimiento de la necesidad. Muchas veces puede ocurrir que lo primero de- penda de condiciones externas a la persona, pero no lo se- gundo. La historia de la humanidad abunda en ejemplos en los cuales una necesidad trascendente o la falta de un bien abstracto en su definicién, pero ciertamente ligado a la vi- da, ha mantenido a personas o grupos en medio de terri- bles penurias y carencias. La resistencia de los macabeos en tiempos biblicos y Ia defensa de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial, para citar s6lo dos ejemplos, muestran que las necesidades deben ser entendidas como parte de complejos procesos sociales. Clasificacién de las necesidades La distincién que se hace para clasificar las necesidades segiin su origen perceptivo es titil para comprender este punto. Bradshaw establecié en 1972 la siguiente taxonomia de las necesidades: * Necesidades normativas o inferidas. Sertan aquellas fijadas por los expertos en funcién de un canon preestablecido, con el cual se compara la situacién La identificacion y la jerarquizacié de las necesidades... 97 estudiada. Estas necesidades son formuladas a par- tir de los avances hechos por Ia ciencia, de los ci- nones de higiene o salud publicas que existan en una sociedad. * Necesidades comparadas. Son el resultado de la com- paracién hecha por expertos a partir de una comuni- dad o poblacién que recibe servicios. “El acto de comparacién dejara ver si hay ausencia de algin ser- vicio. Si las comunidades (comparadas] comparten caracteristicas bésicas, pero en una falta un servicio, entonces se determina la presencia de una necesidad” (Solano Pastrana, 1992: 527). Estas necesidades son una variedad de las necesidades normativas, pues en- tran dentro del canon establecido por el estado de la norma en una situacién dada. * Necesidades expresadas. Son aquellas carencias 0 pro- blemas que las personas manifiestan, independiente- mente de que coexistan con otras que el investigador externo o los expertos detecten de acuerdo con sus patrones. Esta categorfa corresponde a lo que en ‘América latina se ha llamado necesidades sentidas, es decir, aquellas que son vividas y cuyo efecto es fuen- te de emociones negativas y de sentimientos de insa- tisfaccién. Respecto de ellas Marti Costa (1980: 37) dice que la necesidad expresada es una necesidad sen- tida que se vuelve accién. Estas necesidades pueden estar implicitas 0 ser mani- fiestas, segin se expresen o no. A su vez, Solano Pastrana (1992: 527) sefiala que la necesidad puede expresarse de cuatro modos diferentes: como deseo, como expectativa, como problema y como demanda. Si analizamos estos cua- tzo modos, veremos que van del sentimiento (deseo) a la accién concreta: la demanda, la exigencia. Muchas veces ese paso esté bloqueado por la expectativa de que ocurra algo que satisfaga el deseo y que atribuye el problema a la 98 ‘Maritza Montero propia incapacidad, sustentada por creencias en soluciones salvadoras (por ejemplo, vendré un gobernante todopode- oso que repentinamente solucionara todos los proble- mas); por ignorancia sobre modos de acci6n; por falta de organizacién comunitaria que distribuya lo que podria ser ‘una tarea agobiante en muchas pequefias acciones conver- gentes para lograr un mismo fin. Por eso la demanda, co- mo veremos ms adelante, en algunos casos necesita de situaciones limite que enfrenten a las personas con el pro- blema y susciten en ellas la apelaci6n a recursos de accién muchas veces ignorados. EI paso de la necesidad sentida a la accién no es enton- ces necesariamente evolutivo, ni hay una relacién directa e inmediata entre necesidad y accién. Puede ocurrir, pero no creo que ésta sea la norma. Se puede dar la expresin sin la accién consecuencial. Sin embargo, la accién para satisfa- cer una necesidad en el nivel comunitario exige siempre la expresién previa de deseo, de expectativa o de problema, en relaci6n con la necesidad. A partir de ella trabajaran las psicélogas y psicdlogos comunitarios. Y es mejor aun si esa expresin es ya una exigencia, pues entonces la participa- cién comunitaria seré mayor y més eficaz. De hecho, mu- chos psicélogos comunitarios trabajan a partir de la necesidad sentida y expresada como demanda (Solano Pas- trana, 1992: 528). Bases para la identificacion de necesidades EI trabajo psicosocial comunitario parte de la explica- cin y del anilisis de las necesidades sentidas, para lo cual se apoya en una concepcién dialégica de la relacién entre investigador y sujeto de investigacién. ¥ tal relacién puede darse porque ese sujeto de investigacién no es considerado desde una perspectiva tradicional, sdlo como fuente de da- tos, sino como un sujeto activo, participante comprometi- La identificacion y la jerarquizacién de las necesidades... 99 do en Ia investigacién: interviene en el procedimiento, produce sus objetivos, ejecuta sus acciones y es por lo tan- to un productor de conocimiento. Esa concepcién dialdgica supone asimismo una relacién dindmica en la cual el proceso de identificacién de necesi- dades no es un momento aislado, sino que esta en movi- miento. No produce una medicién con resultados fijos, una determinacién cristalizadora de un conjunto de condi- ciones, sino que supone un proceso en el cual se transfor- ‘man continuamente los esquemas producidos en el grupo para explicitar sus sentimientos, a la vez que esos mismos sentimientos cambian en funci6n del andlisis que el grupo realizs Y ese proceso de anilisis responde a la concepcién frei- riana de la problematizacién de la realidad y de las situa- ciones limite que ella presenta, es decir, aquellas en las cuales el grado de carencia es ge tal magnitud que el gru- po deja de aceptarlo como natural o soportable. No se tra- ta sélo de definir necesidades, sino de conocer sus origenes, sus soluciones y también la vialidad, la dificultad que representan en la situacién en la que se vive, en la so- ciedad concreta en la que se habita, de tal manera que esas situaciones dejen de ser naturales. Se busca, en fin, gene- rar una conciencia respecto de la necesidad, ya que ésta s6- lo puede sentir, y es la conciencia la que permite ver. La contradicci6n entre necesidades sentidas y necesidades normativas. La intervencién ideolégica sCémo puede haber disparidad entre las necesidades normativas 0 comparadas y las necesidades sentidas? C6- mo es posible que aquello que a los ojos de un experto bien intencionado y técnicamente bien informado salta a la vis ta como una ausencia negativa, algo que deberia poseerse, algo que es necesario para llevar una vida adecuada, no ee ee ee ee 100 Maritza Montero aparezca asf ante quienes son sujetos de esa carencia? Su- ponemos que preguntas como éstas asaltan cada dia a mu- chas personas positivamente orientadas en muchas instituciones ptiblicas y privadas, nacionales ¢ internacio- nales, que se ocupan de lo que se suele llamar desarrollo comunal en todo el mundo. Prueba de ello son las afirma~ ciones y acciones que también con gran frecuencia vemos en informes oficiales, en estudios técnicos de agencias in- teresadas en el desarrollo y en la atencién a poblaciones ca- renciadas, cuando plantean las necesidades de los grupos sociales de su interés y dedican buena parte de sus esfuer- zos a hacer que dichos grupos compartan el punto de vista que los inspira, a lograr que se den cuenta de lo que les ha~ ce falta desde esa perspectiva. Incluso, una de las modalidades de esta concepcién Ile- ga atin més lejos: determina la necesidad y luego, en fun- cién de ella, procede a generar una comunidad con personas que, segiin determinen los criterios aplicados y al- guna observacién previa, pueden estar sufriéndola. Se olvi- da 0 desconoce asi que las comunidades tienen una existencia creada por ellas mismas, que tienen una identi- dad producto de una historia comin, que preexisten a los investigadores externos y que sobreviven a ellos, y que con- tinuarén su existencia cuando su influencia deje de ejercer- se sobre ellas. De lo contrario se corre el riesgo de generar grupos dependientes de los agentes externos, de crear un clientelismo, un paternalismo o de fomentar la existencia de agrupaciones surgidas en fancién de un objetivo prede- terminado, cumplido o incumplido, luego del cual, desapa~ recidas las circunstancias motivadoras que le dieron vida, se desintegraré el grupo artificialmente creado. También es necesario tener en cuenta las necesidades que, por ejemplo, surgen de la determinacién de politicas de desarrollo social, econémico 0 cultural, o de la buena voluntad o interés cientifico de algin investigador, que puedan ser adoptadas en un momento dado y cuya satisfac- La identificacin y la jerarquizacién de las necesidades.... 101 ci6n, segtin responda o no a una multitud de valores, pue- de igualmente ser 0 no beneficiosa para la poblacién. Asi- mismo, el avance cientifico y tecnolégico genera nuevas necesidades, en la medida en que se divulguen los nuevos hallazgos y se difundan sus aplicaciones. Por otra parte, los medios de comunicacién social, como difusores de infor- macién, presentan estilos de vida, objetos y relaciones que pasan a ser deseados por el puiblico expuesto a su influen- cia. Es bien conocido, el papel de esos medios como indue- tores de necesidades, asi como su responsabilidad en el cardcter superfluo de muchas de ellas. Sin embargo, descubrir por qué ciertas necesidades ob- jetivamente reconocidas como tales, es decir, que respon- den a problemas que afectan a los seres humanos y que estin ligadas a sus derechos (por ejemplo, en el ambito de la salud, de la educacién, de la libertad de expresién), no son sentidas como tales por las personas que sufren su pri vacién sigue siendo un problema. :Por qué alguien que vi- ve al lado de una cloaca abierta puede considerar que su problema més urgente es, por ejemplo, el transporte o la falta de un televisor y no la inmundicia cotidiana que corre junto a su vivienda, que acoge a las larvas de los insectos que pican y transmiten enfermedades? ¢Por qué se acepta ‘como parte de la vida cotidiana el tener que enviar a los hi- jos a escuelas muy distantes del hogar, porque el plantel es- colar del sitio més cercano no funciona bien? :Por qué no se reconoce como necesidad la carencia de medios para proporcionar la alimentaci6n bisica a la propia familia? ePor qué hechos como los descritos a modo de ejemplo, pero observados en las comunidades marginales en la ma~ yoria del mundo, no son sentidos como necesidades? La explicaci6n debemos buscarla en el concepto de ideologia, como nocién que explica la hegemonia de cier- tas ideas, aun las de cardccer negativo, que mantienen de- terminadas relaciones sociales, de acuerdo con ciertos intereses dominantes en la sociedad. La ideologia es una 102 Maritza Montero forma de pensamiento caracterizado por la aceptacién acritica de ideas hegeménicas socialmente establecidas que construyen interpretaciones distorsionadoras y racionali- zadoras de situaciones que deberfan ser inaceptables, per- mitiendo y auspiciando la adaptacién al ambiente, aceptado como natural y légico, aun cuando esté Ileno de privaciones. Un efecto de la imperiosa necesidad de sobrevivir es ese acostumbramiento a condiciones materiales de vida hasta el punto de llegar a considerarlas como naturales, como la forma légica de existencia, el modo de ser del mundo en que se vive. La construccién cotidiana de la aceptacién del modo de vida implica ese proceso de naturalizacién de lo anémalo, de lo inaceptable y la adopcién de lo que en otras circunstancias serfa considerado como algo extrafio que deviene familiar. Por tal raz6n, las necesidades identifica~ das en un grupo o en una comunidad, no concuerdan ne- cesariamente con aquellas definidas normativamente por los expertos externos. Una necesidad se siente, existe para un grupo, cuando sus integrantes consideran que tienen una carencia, 0 cuando determinadas condiciones de su existencia produ- cen efectos que esas personas viven como problemiticos, cs decir, ante los cuales sus modos de accién para tratar con ellos son ineficaces o insuficientes. Esto supone un proce- so social de comparacién entre el ser y el debe ser 0 posi= bilidad deseable para el grupo percibida como viable, como alcanzable. Supone la comparacién entre el estindar propio y el alcanzado por otros grupos y otras categorias sociales, vistos como semejantes. Por esto, ciertas necesi- dades socialmente determinadas, institucionalmente esta- blecidas a pesar de ser, de hecho, sufridas por ciertos grupos o comunidades, no son percibidas ni sentidas como tales. Hago una distincién entre percibir y sentir, porque en algunos casos se puede percibir la carencia sin sentirla como necesidad. La identificacin y la jerarquizacién de las necesidades... 103 Por tal raz6n, la identificacion de necesidades, tal como la entiende el trabajo psicosocial comunitario concebido, tiene un objetivo liberador y debe, como lo propone Frei re (1970), problematizar, es decir, llevar al cuestionamiento de la realidad establecida y producir conciencia, concienti- zar. Y ello ocurre porque el proceso de identificacién de necesidades y recursos se produce # través de tres tipos de subprocesos que se dan simultineamente en tres dmbitos de la vida social: procesos psicosociales, procesos psicoso- ciales comunitarios y procesos comunitarios, los cuales van cambiando a través de los diferentes momentos del traba- jo comunitario (etapa previa, sensibilizacién, momentos de participacién y concientizacién, de accién participativa y comprometida). En el grafico 4.1, se ilustra el proceso de identificacién de necesidades y recursos a través de esos momentos. Procedimiento para identificar necesidades y recursos en una comunidad 1. Un proceso de identificacién de necesidades y recur- sos en una comunidad deberia hacerse después de ha- ber obtenido un minimo de familiarizacién con la comunidad en cuestin (véase capitulo 3). Esto es, lue- go de haberla visitado, de haber recaudado informa- cién sobre ella, de saber cudles son los grupos organizados y de haber contactado en lo posible algu- nos informantes clave. No siempre esto es posible, 0 no siempre se cumplen todos esos pasos. El relevo de las necesidades depedera de la informacion previa de la cual se disponga, la dimensién de la comunidad, la urgencia y el tipo de problema. Las premisas en este proceso son: a) que nadie sabe tanto de sus necesida- des como quien las sufre; b) que el suftimiento oca- sionado por ciertas necesidades sentidas puede i 1 naena vaso ome tt | SES ono “EP Se 4 sures sup Gréfico 4.4. Identificacion de necesidades y recursos | I (CC ivmians santos)» @muni omsasemman) © ( senoemed ema GU beeReR ek k ew ew welt. Maritza Montero otorgarles cardcter de urgencia; ¢) que aspectos ideo- logicos pueden impedir que se perciban otras caren- cias, por lo cual es necesario tratar el problema desde una perspectiva holista. Una tasa de sensibilizacién. Es decir informar a la co- munidad y discutir la informacién transmitida a fin de que el conocimiento permita a las personas darse cuenta de que es necesario atender a determinadas carencias, hasta ese momento no percibidas como ta- les (por ejemplo, aspectos sanitarios, practicas con- cernientes a la salud o a la educacién, 0 al ocio). La eleccién de la téenica o técnicas a emplear para obtener la informaciin deseada. En este caso, antes de decidir cual aplicar, es necesario determinar si se necesita in- formacién que pueda considerarse como representa- tiva de Ia comunidad, o si se necesita conocer en profundidad el origen de la necesidad o circunstan- ias especificas ligadas a ella, que s6lo conocen ciertas personas 0 grupos de la comunidad. En el primer ca- so hacer una encueste sobre a muestra, aplicando un cuestionario, podria dar una idea de cudn extendida es la necesidad 0 carencia en la comunidad, cmo afecta a las diferentes personas que la componen y con cudles recursos se cuenta para iniciar la busqueda y las acciones destinadas a solucionar el problema. También es posible realizar cuestionarios sélo a ciertos _grupos o categorias de personas en la comunidad, se- giin el problema de investigaci6n 0 de los intereses de Ia comunidad o de los investigadores. Si se busca co- nocer en profundidad algiin problema, es més itil en- trevistar a informantes clave © realizar discusiénes en gripes nominales; 0 si se trata de una comunidad sufi- cientemente grande como para que sus miembros no se conozcan entre si, promover discusiones de grupos focales. También los foros de la comunidad pueden ser iitiles en este sentido. La identificacion y la jerarguizacin de las necesidades.... 107 Pero si se trata de obtener datos confiables ¢ inme- diatos, habria que hacer andlisis de indicadores sociales concernientes al tipo de problema planteado, revi- sando estadisticas y, silos hay, expedientes concernien- tes a Ia comunidad 0 2 sus miembros, que estén disponibles en agencias gubernamentales 0 no gu- bernamentales. Este iltimo recurso no siempre ga- rantiza rapidez, pues muchas veces es necesario obtener permisos de larga tramitacién. O bien los datos contenidos en esos expedientes, y aun los de las estadisticas, pueden haber sido recolectados en for- ma tal que no especifiquen las variables de interés pa- ra el problema. 4. Realizar una jerarguizacién de necesidades. Como este proceso supone evaluar al mnismo tiempo lo que falta 0 es problematico, y aquello con lo cual se cuenta pa- ra enfrentar tal circunstancia, no basta identificar las necesidades sentidas y sensibilizar acerca de las nor- mativas 0 las comparadas. A los fines del trabajo que se va a efectuar, es necesario jerarquizar las necesida- des identificadas, si no existe una decisién previa so- bre cual de ellas atacar. Para esto es necesario, segiin Jas dimensiones de la comunidad con la cual se esti ejecutando el proyecto o intervencién, elegir una 0 més técnicas adecuadas para esa tarea, Si se quiere cubrir el mayor ntimero posible de per- sonas en una poblacién de varios cientos y aun miles de habitantes, sera necesario apelar a técnicas como ei cuestionario en su forma escalar 0 el cuadernillo de preguntas, aplicados 2 una muestra elegida al azar. Si el tamafio del grupo es menor, es més recomendable y enriquecedor apelar a las asambleas de la comuni- dad oa reuniones de grupo para discutir abiertamen- te el asunto. Sin embargo, tales reuniones tienen siempre la posibilidad de que haya personas con ma- yor carisma, de voz més alta, 0 consideradas mejor Tf AELALLLLILILTiTiIiirerre RARBRARATPALRELE ESSE E SSeS 108 Maritea Montero informadas o mas respetadas en la comunidad, con lo cual la oportunidad de opinar no estard bien distri- buida. Lo recomendable en esos casos es utilizar los sistemas de divisién de la audiencia en grupos més pequefios que trabajen con tiempo limitado. En ese lapso cada uno de sus integrantes puede escribir 0 enunciar sus razones para otorgar jerarquias, con la presencia de un coordinador 0 coordinadora que ga- rantice que todos serin escuchados y un “secretario” que recoja todas las opiniones, organizndolas de acuerdo con su frecuencia. Luego, en asamblea, los resultados de cada grupo seran a su vez integrados de la misma manera. Asf se obtendré una lista organiza- da de mayor a menor frecuencia. Otra técnica es la discusién en grupos nominales, en la cual participan personas que conocen la comuni- dad por ser miembros de ella de larga data, o por de- sempefiar algiin cargo o funcién dentro de ella que les permite acceder a informaciones privilegiadas y completas, 0 por pertenecer a determinadas redes que les dan acceso a la opinién de muchas personas de lz comunidad, 0 por pertenecer a grupos o ten- dencias peculiares dentro de la misma. También los grupos focales pueden ser usados, sobre todo cuando se trata de comunidades muy grandes, ya que esta técnica exige que las personas del grupo no se conoz~ ‘can entre si, a fin de evitar la polarizacion o la unifor- midad de las opiniones en las discusiones que se produzcan en ellos (véase Barbour y Kitzinger, 1999; Greenbaum, 1998; Krueger y King, 1998; Morgan, 1990; Puchta y Potter, 2004; Stewart y Shamdasani, 1990). Lo importante en este paso es obtener la opinién re- presentativa de la comunidad, o la opinion de perso- has que pertenezcan a grupos y subgrupos, o/a diferentes tendencias, y que por lo tanto reflejen a La identficacin y la jerarquizaciin de las necesidades.... 109 esa comunidad, de acuerdo con los problemas o ne- cesidades identificados. Asi, por ejemplo, si se trata de problemas de salud, sera necesario que se tome en cuenta la edad y el género, puesto que las necesida- des en salud responden a esas variables. Y no basta la jerarquizacién en términos cuantitativos (sobre la ba- se de la frecuencia o porcentajes, por ejemplo), es ne- cesario que el orden que se establezca sea hecho en funcién de los recursos disponibles y de los recursos que deben ser obtenidos, asf como de las estrategias para usar los primeros y alcanzar los segundos. Tam- ign es necesario tomar en cuenta las instituciones de servicio piblico que pueden y deben estar involucra- das en los problemas discutidos. Esto significa que no necesariamente aquello que el mayor niimero de personas menciona debe ser elegi- do como problema a resolver o necesidad a satisfacer, Si significa que el trabajo se iniciard en funcién de la viabilidad, sin dejar por eso de considerar las vias pa- ra solucionar problemas urgentes pero cuya satisfac- cién deberd ser exigida a los que tienen los medios y la obligaci6n de hacerlo. ¥ estas decisiones suponen discusiones reflexivas en las cuales se generan proce- sos de concientizacién, llevados a cabo a través del examen, la contextualizacién y la reflexi6n sobre los origenes y efectos de los problemas y de la ubicacién de las personas participantes y de las instituciones so- iales en relacién con los problemas. No tomar en cuenta la viabilidad de ciertas acciones no s6lo es insensato, sino que ademas puede tener efectos muy negativos sobre las comunidades y en particular sobre los grupos organizados y miembros més participativos, ya que el fracaso los golpearé fuertemente ensefiindoles a no tener éxito y gene- rando pasividad, apatia e indiferencia. Sin embargo, hay casos en los cuales las personas de una comuni- 110 Maritza Montero dad pueden sentir una determinada situacién como absolutamente inaceptable, segtin la definicién de Freire (1970) como una situacién limite. En tales ca- sos la respuesta puede ser un acto limite, 0 una serie de ellos, que puede llevar a forzar la accién publica y Jas acciones individuales a fin de conseguir lo desea- do. Por ejemplo, la intermitencia ¢ irregularidad de un servicio deficiente de agua corriente puede ser na- turalizada y justificada, pero en ciertos barrios pobres de la ciudad de Caracas, cuando el agua ha faltado més de un cierto niimero de dias, hasta el punto de perturbar la higiene y las tareas cotidianas, poblacio- nes aparentemente indiferentes han llegado a blo- quear no sélo calles sino avenidas principales causando enormes trastornos a la circulacién vial, ademas de pérdidas econémicas. En estos casos el servicio ser reestablecido répidamente, pero no por instalar una mejor dotacién de tuberias, sino pdr los camiones cisterna que circulan aparentemente si- guiendo programas de intervalo de estimulacién al azar (para decirlo en términos psicolégicos). El tra- bajo comunitario debe en tal caso fortalecer a la co- munidad para transformar su esfuerzo limite en una accién organizada destinada a lograr un servicio de calidad, constante, convirtiendo la accién limite ante la necesidad sentida o problema suftido, en formas estratégicas de biisqueda de medios idéneos, de pre- sién sobre los organismos cuya funcién debe ser cumplida eficazmente en beneficio de toda la pobla- cidn, y de ayuda tanto interna como externa, revisan- do y redimensionando los recursos existentes en la comunidad, en funcién del problema. La identificacion y la jerarquizacién de las necesidades... 111 U ejemplo tomado de la prictica A continuacién presento un ejemplo de deteccién de necesidades con el uso de una encuesta participativa, cuyos datos fueron generalizables a toda Ia comunidad. La en- cuesta participativa es aquella en cuya elaboracién, aplica- cién y discusién de resultados participan no sélo los investigadores externos, sino también miembros de la co- munidad debidamente capacitados e informados sobre su construccién y uso. Este trabajo se llevé a cabo en una co- munidad de un barrio de bajos recursos econémicos en la ciudad de Caracas, a inicios de la década del noventa. El procedimiento tuvo diversas instancias en el siguien- te orden: 1) Familiarizarse con el entorno y los habitantes del barrio, proceso en el cual conocimos al menos a dos grupos organizados, el Comité de Salud del barrio y Ta Junta de Vecinos, asf como a tres instituciones centrales: la biblioteca del barrio, el Centro de Salud y la escuela. Igualmente identificamos lideres natu- rales y algunos personajes clave. Recorrimos, con- ducidos por personas de la comunidad, las calles, “veredas” (pasajes peatonales entre las escaleras) y las escaleras, pues es un barrio situado en la ladera de un cerro; fuimos informados de las zonas de reu- nién, de los lugares “peligrosos”, de las entradas y salidas y conocimos las casas de algunos miembros del Comité de Salud, 2) En reuniones previas con personas de la comunidad se determiné que la necesidad inmediata era averiguar cuéles eran las necesidades sentidas por la poblacién, del barrio, a fin de que los grupos organizados pro- pusieran actividades dirigidas a satisfacerlas directa- mente (por ellos y los demss habitantes del barrio) 0 movilizaran el apoyo y recursos de diversas instan- BARRA LRRRRAARAE REVERE TIAY m2 Maritza Montero cias, Para ello se decidié realizar una encuesta sobre muestra, pues el problema planteado exigia capaci- dad de generalizacién y a la vez precisaba cubrir di- versos aspectos. 3) La muestra fue calculada por mi junto con estudian- tes, a partir de los datos proporcionados por el iilti- mo censo hecho antes de esa investigacién. Sobre la base de fotografias aéreas se realizé una sectorizacién de carcter topogréfico, en la cual los y las habitantes de la comunidad resultaron ser eficaces colaborado- res en la determinaci6n de criterios a seguir para rea- lizar esa tarea. El tamafo de la muestra fue de 346 personas, ubicadas en unidades familiares, a las cua~ les se aplie6 un cuestionario que ademés de indagar sobre necesidades, posibles soluciones y posibilidad de participacién, preguntaba sobre algunos aspectos demogrificos y condiciones de vida de la gente. 4) Acontinuacién se elabors el cuestionarid con la par- ticipacién de un grupo variable de miembros de la comunidad. La variabilidad se debié a que en cada reunién destinada a esa tarea habja un pequefio ni mero de personas fijas, y un némero mayor de per- sonas que variaba. Con los estables se fijaron las dimensiones basicas a cubrir: datos demogrificos, necesidades sentidas, nifios y nifias en edad preesco- lar, nifios y nifias escolarizados y no escolarizados, desempleo, ocupacin de los adultos y posibilidades de colaboracién en actividades comunitarias. Cuan- do el entusiasmo comunitario amenazaba con con- vertir el cuestionario en un libro de preguntas, se recordaba a las personas la necesidad de observar los criterios para construir ese tipo de instrumento (las reglas metodolégicas fueron explicadas previamente en cada sesi6n). Estas personas, a quienes considera- mos como investigadores internos de la comunidad, participaron en la discusién y elecci6n de la estrate- La identificacin y la jerarquizacin de las necesidades... 113 gia a seguir para identificar las necesidades y en la construccién de las preguntas para evaluar los aspec- tos considerados necesarios, 5) La encuesta fue realizada por las investigadoras y los investigadores externos (estudiantes de la asignatura Psicologia Social Comunitaria, de la Escuela de Psi- cologia de la Universidad Central de Venezuela, bajo mi supervisién), mas 47 miembros de la comunidad, previamente informados y capacitados para ello en tes reuniones de grupo, tanto en la recoleccién de datos y en la discusién como en el anélisis de los re- sultados. 6) Se llevaron a cabo reuniones de diseusién, problemati- 2aciin y jerarquizacién de necesidades con miembros de Ja comunidad, en las cuales se analiz6 cada necesidad , explicitada en las respuestas a la encuesta, ademas de otras nuevas que pudiesen surgir en la discusién. ‘También en este caso, habia personas que asistieron a una sola reuni6n, pero en ella manifestaron su opi- nién e ideas, y un grupo estable. Para estas reunio- nes mis estudiantes y yo preparamos tablas con la frecuencia y el porcentaje de cada necesidad que aparecia en las respuestas. Esta tarea no tuvo parti- cipacién de miembros de la comunidad, pues aun los de mayor y més puntual asistencia, sefialaron no es- tar muy interesados en participar o no tener tiempo para hacerlo. La jerarguizacién de necesidades exigia el examen de los resultados de la encuesta mediante una discusién de grupo, en la que los asistentes sefialaron cudl era la necesidad més importante para ellos y que por lo tanto (pensibamos los agentes externos) debia ser atendida en primer lugar. Para ello debian ordenar- las en funcién de ese criterio, pero si bien las perso- nas reconocfan que la necesidad que la mayoria habia sefialado era ciertamente una gran necesidad Maritza Montero (la inseguridad del barrio en primer lugar, y la nece- sidad de tener un servicio de agua potable, corrien- te, diario, en sus casas), Ia jerarquizacién hecha, acompafiada de una evaluacién de los recursos dis- ponibles, demostré que aun cuando se trataba de ne- cesidades sentidas y expresadas, no era viable su solucién por la comunidad. La seguridad del barrio es un problema de orden piiblico a cargo de una ins- titucién del Estado: la policfa. ¥ la experiencia de los habitantes de esa comunidad ha sido que los “opera~ tivos” policiales, ademas de ser ineficaces, arrastran a justos junto con pecadores. Estos tiltimos son libe- rados ripidamente mientras que los primeros deben demostrar su inocencia, probar su condicién de tra~ bajadores y salen doblemente perjudicados. Pierden dias de trabajo, dinero y ademés corren el riesgo de- rivado de la venganza de los maleantes que causan la inseguridad. : En cuanto al servicio de agua, la respuesta no fue clara. Para muchas personas el servicio de agua irre~ gular, escaso (una o dos horas al dia) y sin horas fijas para su llegada, con todos los perjuicios que eso cau- sa, era percibido como una circunstancia problemé- tica que complica sus vidas, sus jornadas, pero que al mismo tiempo no era sentida como una necesidad que debia ser solucionada inmediatamente. Muchas personas, al discutir el punto, decfan que a pesar de . todo el agua llegaba en algtin momento y que podria haber sido peor: no tener agua en ningiin momento y tener que acarrearla desde lugares lejanos. La distincién entre percibir y sentir una necesidad ‘queda ilustrada con esas respuestas. Muchos de los participantes en el proceso habfan naturalizado la situacién y por lo tanto no consideraban que fuese ne- cesario hacer algo al respecto. Al menos no inmedia~ tamente. La intermitencia e incomodidad del La identificacin y la jerarguizacin de las mecesidades... 115 servicio de agua era visto como parte de su vida co- tidiana, como natural. Un proceso de problematiza- «ifn fue iniciado en esas reuniones, cuyos resultados no fueron inmediatos, pues necesitarfa otras reunio- nes y la aplicacién de otras téenicas. En ese momen- to tan sdlo se logré sensibilizar a los presentes respecto de ese problema (Montero, 1991a). La jerarquizaci6n definitiva hecha por el grupo colo- 6 en primer lugar, teniendo en cuenta los recursos disponibles de las personas participantes, las acciones para transformar la educacién impartida a sus hijos por la escuela del barrio, aspecto cuya frecuencia en las respuestas ocupé el tercer lugar. Los dos atios si- guientes se dedicaron a trabajar en ese asunto. 7) La iiltima fase fue la elaboraciGn de un informe sobre el procedimiento realizado. Este informe, elaborado por los agentes externos, estuvo destinado tanto a las, personas de la comunidad como al medio académi- co. Se incluyé a quienes participaron y a muchas, otras y otros que no lo hicieron pero que lo leyeron en su versién definitiva al ser guardado en la biblio- teca. Esa versin definitiva fue el resultado de una doble revisin critica. En primer lugar por parte de los participantes comunitarios (investigadores inter- nos), quienes la leyeron, sefialaron aspectos que no resultaban claros, pidieron que se efectuasen algunas correcciones y cambios destinados a precisar ciertos aspectos, como, por ejemplo, un anilisis critico de su propia participaci6n, pues deseaban aprender mis al respecto, y cambios que hiciesen més comprensi- ble la lectura. ¥ en segundo lugar por parte de las y los agentes externos (estudiantes y profesora), qui nes revisaron contenido y forma en funciGn de eri terios tedricos y metodolégicos, después de incorporar las eriticas hechas en la comunidad. Esta fase de informaciin discutida eriticamente, correspon- eee ee SS eee OP Pre errr ae aeUaee 2 e Maritza Montero us dea lo que Fals Borda (1985) denomina la devolucién sistematica del conocimiento producido, Resumen Este capitulo presenta un proceso y las técnicas funda mentales asociadas a él para el trabajo comunitario. En efecto, el trabajo comunitario no es el producto del deseo 10 de las inquietudes tedricas © metodolégicas, o de politi- cas ni de éticas de los investigadores, aun cuando ellos es- tén presentes y cumplan una importante funcién motivadora. Si sélo se tratase de lo que necesita, o siente, 6 desea, o suefia el investigador o la investigadora, la cali- ficacién de comunitario serfa inapropiada e incluso hipé- crita. Y bien cabria preguntar, zpor qué tendrian que participar y comprometerse las personas que integran una comunidad en un trabajo que responde a intereses ajerios a los suyos? La nocién de trabajo comunitario surge de la fu- sin entre intereses de la comunidad e intereses cientificos, que se conjugan para satisfacer una o varias necesidades 0 carencias o problemas o deseos de las personas de una co- munidad a través de la catalizacién, facilitacién y produc- cién de conocimiento por parte de los psicdlogos y psiclogas comunitarios/as que trabajan como agentes ex- ternos de un proceso de transformacién social que tiende objetivos que se plantean los agentes inter- in con esa carencia, problema o deseo. Puede darse que la demanda de satisfacer una necesidad normati- va (por ejemplo, en el campo sanitario, alimentario o edu- cativo), sélo sea conocida por los agentes externos. En tales casos es necesario sensibilizar a la comunidad, a fin de que conozca el asunto y tome conciencia de su cardcter ne- cesario para que participe en su solucién y modifique su comportamiento en los aspectos relacionados con él. ‘Mas atin, la identificaci6n de necesidades y de recursos La identificaciin y la jerarguisacin de las necesidades.... 117 para satisfacerlas tiene una funcién concientizadora sobre la comunidad. Tanto si se trata de necesidades sentidas co- mo normativas, el recibir informacién, educacién especifi- ca, discutir y ejecutar acciones respecto de las mismas supone hacer y pensar sobre lo que se hace y preguntarse para qué sirve eso, evaluar esas acciones e informaciones. ‘Todo ese proceso tiene un cardcter movilizador de la con- ciencia. Puede ser el inicio o la continuacién, seguin el ca- 80, de procesos psicosociales y sociopoliticos que no solo produzcan transformaciones en relacién con un caso con- creto, sino que contintien en funcién de un proyecto de mayor alcance, que pudiese llegar a generar un movimien- to social o la creaci6n de un organizacién social que tras~ cendiese la comunidad, 0 bien que produjese un vueleo completo a partir de las acciones levadas a cabo en la co- munidad. Este capitulo, después de definir los conceptos bésicos de necesidad y recurso, presenta el procedimiento usual para identificarlos, jerarquizarlos y trabajar sobre ellos. Procedimiento que bajo ningiin aspecto es candnico, pero que responde a una ldgica probada en la practica llevada a cabo en variados paises, no sdlo en el continente america- no, sino también en los otros cuatro. Los puntos que inte~ gran esa préctica pueden variar y enriquecerse o simplificarse; lo importante es que cualquiera sea el proce- dimiento seguido, la voz de la comunidad tiene que estar presente y los agentes externos deben dar cuenta de lo rea- lizado y de sus razones para hacerlo. ns Maritza Montero Preguntas para reflexionar sobre las necesidades y los recursos de las comunidades * ZQué se puede hacer cuando una comunidad se niega a reconocer la presencia de una carencia o necesidad? * eCémo se sabe de quién es la necesidad? # ZQué hacer cuando la comunidad no conoce sus propios recursos? Ejercicio problematizador sobre la identificacion de necesidades y recursos de las comunidades En informes de trabajos realizados en comunidades, en articulos publicados en revistas cientificas especializadas en el 4rea de la psicologia comunitaria, en sus propios tra- bbajos (si los tiene), analice la forma de definir necesida- des, de detectar las existentes en la comunidad y de. decidir sobre cudles se trabajaria. Analice iguaimente co: mo se determiné cuales eran los recursos necesarios pa ra satisfacer esas necesidades, dénde se los buscé y qué resultados se obtuvieron. ¢Se satisficieron las necesida- des definidas? eSurgieron otras? {De dénde? 2Cémo fue- ron detectadas? Con qué recursos? ZQué recursos de la comunidad fueron utilizados? ~Cémo participé la comuni- dad en ese proceso? La identificacin y la jerarquizacin de las necesidades.... 119 Lecturas complementarias recomendadas La obra coordinada por I. Serrano-Gareia y W. Rosario Collazo, en 1992: Contribuciones puertorriquetias a la psicolo- gia social comunitaria (Sai Juan de Puerto Rico, Editorial de la Universidad de Puerto Rico), es un libro bésico para el estudio de la psicologia comunitaria, pues en él se incluyen trabajos a los cuales bien puede aplicarse el calificativo de seminales. Uno de ellos me parece una buena recomenda~ cién para conocer el proceso de identificaci6n de necesida- des. Se trata del capitulo de FR. Solano Pastrana, “Deteccién de necesidades en la comunidad rural La Pla- ta”, pags. 525-546.

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