Cerr sus ojos cansados y abri su boca, solo un poco de ella:
quiso decir algo, pero no, no poda hablar; junt sus labios resecos entre rictus de dolor, su lengua estaba en algn lugar pero ya no la senta; luego trag grumos de sangre sin saliva camino de la garganta, un desierto al anochecer; finalmente, inspir hondo, con todas sus fuerzas, hasta llenar sus pulmones extenuados; al expulsar el aire vomit el trozo de alma que an le quedaba escondida entre su recia voluntad: su alma troceada se puso a volar, y volando, volando, se alej de l hacia los espacios infinitos. Entonces se qued solo, an ms solo todava, sin alma y sin palabras, sin saliva en la garganta y sin aliento para respirar; su corazn lata ms despacio cada vez y la sangre ya no era riachuelo rumoroso, sino estanque coagulado. Nuevamente abri su boca malherida: quiso decir algo, pero no, no poda hablar Sin embargo, las palabras brotaron lentas, solemnes, como un milagro de despedida: