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JOSE VICTOR NUNEZ TENGO UN PROBLEMA LQué hago? ENSAYO DE TECNOLOGIA HUMANA © Ja View Niner Ting Sale fog | Brsays de tecnslogis humans Pere eee Imp Re Prope mln 735 SAN, pein. © Bétcrl Caze Vins, Suis de Cie 5 lt een rl 195 | Te ean Dgracn 9 expat: Cp La cet a hee eee ee eect eee en ee ee Soe eee | Eat Sm ated Ee Tnmpreso en Chile / Primed in Chile AGRADECIMIENTOS Hacia mediados del afio 1988, en las primeras péginas de la 1" Edicién de este libro, destacaba y agradecia la estimulante relacién intelectual con la obra del Bidlo- go Humberto Maturana, y con las tertulias de estudio que animaba con particular Iucidez el Dr. Francisco Hiuneeus. Desde entonces, han ocurrido muchas horas de Jecturas y de conversaciones acerca del trabajo, de las organizaciones, de los problemas, las tecnologiss, los cambios, en fin, de todo aquello que ocupa a los hom- bres y mujeres que laboran Como consecuencia de todo esto algunas de nues- tras ideas han evolucionado y, también muchas de ‘uestras convicciones se han fortalecido:con la expe- rlencia, Espero que unas y otras, aporten algo positivo 4 quienes tengan la paciencia de leer fo que sigue. INDICE INTRODUCCION, La bisqueda de la verdad El Cambio del Cambio .....,. Desde mi punto de vista ‘Aprender a resolver problemas. CAPITULO t ‘UN MUNDO LLENO DE PROBLEMAS Hablando de problemas Y, de pron, se me present el problema. {Hay cosas que me preocapan sis que otras! ‘A veces me cuesta expresat Jo que siento No en tocos los problemas siento la. mismo El poder de las preguntas Hay problemas y jenoounnas!.. CAPITULO BUSCANDO OPORTUNIDADES BI “mundo” de las oportunidades, Problems y oporunidides son dos polos opueston, Los actos creatives CAPITULO mI BL ACTO DE DECIDIR El farnoso riesgo Nuestra manera de habla Los ercores EL are de decidi 7 2 30 3 33 41 9 54 9 8 1 » 9 85 87 ccaprruLo Iv LO QUE PUEDO HACER El principio de suroridad. Bl imperio de Ia sutoridad. Ls ley pareja: eno es dara? Ls unided de ls diversidad {A remar todos para el mismo lado! EI fin justifies los medica”. Las buenas intenciones Si xd lo dices... [Me resisto a pedie! ‘Que se eurmplan todos wus desees ‘Uno vs madurando en la vida Slo pregunsa En el pedir no hay engise i Ten In plena seguridad de que eso es ai En la confianza: gests realmente el peligro? BIBLIOGRAFIA 121 1 127 133 13s 141 193 146 1S 132 155 159 162 164 166 168 im INTRODUCCION [No es posible, por un simple andlisis de las’ nociones ya utilizadas, encontrar en se interior suevas eoncepciones, Fiouwyr v Pécieux, Sun wHbstoue pes Sciences La bisqueda de Ia verdad Si tenemos en cuenta que generalmente tendemos a pensar que el mundo nos confronta con una enorme variedad y cantidad de problemas diferentes (recor- dar aquello del “valle de légrimas”), legitimamente podriamos proponernos una pregunta inicial: ges posible aprender a resolver problemas? Para responderla, tal vez podriamos comenzar diciendo que las ideas relacionadas con el aprendi- zaje, varfan segain la concepcién que se tenga res- ecto de lo que es.conocer 0, si se quiere, de lo que cada uno entienda por buscar la: verdad. ° poset 10 ‘TENGO UN PROBLEMA QUE HAG? Hace no tanto tiempo atrés, por conocer se entendia revelar la Verdad Divine. Desde esta con- cepcién no podria sorprendemos que fuera Ia con- templacién y Ia lectusa de las sagradas escrituras la forma normal de aprender. Tampoco debiera excra- fiarnos que no se desarrollaran mayormente méto- dos ¢ instrumentos de investiyacién, ‘Mis tarde, después de la Reforma, cambi6 esta manera de concebir el conocimiento y' los esfuerzos se ditigieron més bien’a descubrir las verdades natu- rales, que constituyen la esencia de los fendmenos, Jo cual se intenta formalizar en leyes universales ¥ atemporales, formalizéndose también, con ello, la separacién radical entre el sujeto observador y el abjeto observado, Para esta concepcién, aprender consistia en so- meterse a un proceso de observacién dirigida de los fenémenos y sus leyes, lo cual hizo mas evidente la necesidad de contar con inscramentos y métodos dle investigacién y de expansién de la capacidad de observacién del hombre, “Bste distanciamiento de la mente del ob- jeto de la. percepcién fue precisamente el proyecto histdrico de los judios y los grie- 0s, La Revolucién Cientifica fue la eta- pa final del proceso, y por lo tanto, tadas {ose vicToR NURI n {as representaciones en el sistema de reali- dad occidental se convirtieron en lo que Barfield! denomina como ‘mecanomérfico”. —M. Beeman: “El reencantamiento de! mun- do”, 1987, p. 139 En general, codavia en nuestros dias, tenclemos.a asociar el aprendizaje con algiin tipo de proceso w ‘operacién que le permita al hombre reproducir 0 representar la “realidad” en su mente y, a través de ello, entender cémo funciona y cémo cambia. Posteriormente, y como resultado de la biisque- da de las verdades acerca de como funcionaban las cosas en el mundo, fueron surgiendo muevas pregun- tas que paulatinamente condujeron a penser que los fenémenos no son simplemente formas que actua- lizan determinadas esencias 0 “principios éltimos”, sino que responden a ciertas condiciones de ocurren- cia, es decir a ciertas causas. Desde este enfoque, conocer es encontrar y aislar las verdaderas causas cuyo efecto es el fendmeno que se investiga ‘Nace asi lo que distinguimos con el nombre de “explicacién” y que marca una ruptura especta~ cealar con lo que hasta ese momento se entendia 1, Se reflere 2 Owen Barfield en “Ssving de Appearences R "TENGO UN PROBLEMA ZouE AGO? Por conocer. En efecto, en las concepciones ante- tiores la verdad era buscada “dentro” del fenémeno mismo; en cambio, fo constitutivo de Ia explicacién causal es, precisamente, que la “verdad” de un fe- némeno se busca “fuera” del fendmeno. Nadie podria aceptar hoy dia, que una esfera rueda mejor que un cubo porque posee un “rodatorio” mayor, Ia verdad es buscada en la geometrfa o la fisica del roce, Si revisamos el periodo més reciente de Ia his- toria del hombre, podemos distinguir la’existencia de dos tipos de explicacién para aproximarse al co- nocimiento y comprensién del mundo que lo rodea y de si mismo. La primera de ellas consiste en separar o dife- renciar los elementos y loi fendmenos en unidades simples, susceptibles de ser observadas y explicadas a partir de sus propiedades. “El comienzo de las ciencias, es el momento en que dividimos la variedad de la naturale- 2a, para estudiar separadamente sus ‘rique- zas’. La distincién de las diferentes ciencias nace de nuestra incapacidad para considerar inicialmente al universo en su conjunto.” 30 TENGO ON FROMLENA £QUE thcod Aprender a resolver problemas ‘A la luz de lo que hemos visto, podemos afirmar que nuestra manera de “saber” que tenemos un proble- ‘ma tiene que ver eon lo que una cultura, una socie- dad, una organizacién 0 una persona entienden por “problema”. Y esto no es tan obvio como pudiera parecer a primera vista, La verdad es que euatido hablamos de problemas, normalmente damos por supuesto que todos piensan lo mismo respecto de lo que es un problema, Sin embargo no es asi: cada ver que, en algén ‘Taller, pregunto “qué es un problema”, recibo una gran vatiedad de respuestas y, en no pocas ocasio- nes, se suscita una apasionada controversia entre dos ‘© més posiciones. En la transmisi6n de fa cultura humana la gente siempre trata de repetir o replicar, de Pasar a la préxima generacién las habilida- des y valores de los progenitores, pero este intento falla inevitablemente, porque Ia transmisiGn cultural esta conectada con el aprendizaje, no con el écido desoxirribonu- cleico (ADN). —G. Baruson, “Espiritu -y Naturaleza”, 1979, p. 43 oat cron REZ 3 En el caso de los problemas, las representacio- res pefsonales del mundo, la vida y las “sobuciones juegan un rol preponderante, pero no siempre nos Famos cuenta de ello. Esto tiene que ver con la Confusion entre “mapa” y “realidad”, es decir, con fetuar bajo el supuesto de que lo que pensamos de fas cosas es na réplica mental exacta de las cosas y de lo que sucede con eflas Si su representacién de un evento o experien- cia varia grandemente de la de otra persona, entonces usted considera que uno u otro esta “alucinando” o a lo mejor “mintiendo”. Por otro lado, si ambas representaciones son muy similares, entonces usted considera que estin en un “estado de empatia”, —Davtp Goro, “Therapeutic Metaphors”, 1978, p. 89. Codntas veces no hemos acusado a alguien de no “empatizar” con nuestros problemas, simplemente porque no los ve de la misma manera! Incluso, es relativamente frecuente que los adolescentes (0 los subordinados) suelan reclamar porque sus padres (0 jefes) no le dan la importancia debida a sus proble- mas y no les ensefian a resolverlos. ‘A la inversa, muchas yeces los padres (0 los jefes) ven problemas, que para sus hijos (o subordi- 2 "TRnoO UN PROBLEUA 2QUE HAG} nados) no existen siquiera, situacién que se hace ain ‘mas patética cuando los primeros intentan “ensefay” como se resuelven, Lo que hemos visto ya nos permite visualizar que para aprender a resolver problemas debemos ex, Perimentar ciertos cambios, cuya natiraleza pode. Mos comprender mejor si entendemos, primero, qué es ese “algo” a lo que cadacuno de nosotros le llama “problema”. CAPITULO I UN MUNDO LLENO DE PROBLEMAS De todos tor problemas que el univer le lentes al bere, el me dif ba resueade ser el gue concirne ala propia nateraleca ad Pensamiena, de la conenta 5. L, Rumesrany, SEI Ser y lv Conclencia” Hablando de problemas A pesar de Ia divetsidad de respuestas que se puede obtener respecto de fo que es un problema, em cual. guiera de ellassuele estar presente ef mismo supues. to: el probleia es algo que nos llega desde el mando, atacindonos por sorpresa, oponiéndose a nuestros objetivos, molestindonos, complicindonos o hacién donos sufrir La totalidad de 10s “métodos” para determinar Y resolver, problemas que yo conozco, parten del 33 Te 609 eere egovveses 3H ‘TENGO UN PROELENEA cOUE HaGey ‘mismo supuesto y, por lo mismo, rara vez proponey |” algo que vaya ms allé de deseribir a un problems como “la diferencia entre alguna situacién existent. alguna situaci6n deseada”.* : A mi juicio, esto tiene que ver, por una parte, ‘con Ia aceptacidn del supuesto que un problema es algo que “llega desde afuera” y, por otra, con nes. tto hibito de buscar “operadores” que, al opera sobre las situaciones generen resultados (ofuciones) predecibles Sin embargo y como ya hemos visto, cuando hablamos de algo —y esto incluye a los problensas— en realidad estamos hablando més de nosotros que de un “algo” llamado problems, Cuando decimos, que falano de tal “se ahoga en un vaso de agua” o- que “por todo se hace un problema”, estamos reco- nociendo un hecho esencial en la comprension de! los problemas; lo que para unos es un problema, puede que para otros no lo sea. En una ocasidn fui invitado por un grapo de personas para conversar sobre “técnicas” de resolu cién de problemas. En algiin momento, uno de los asistentes dijo textualmente: “El problema de un 6. Ver D. Kolb, I. Rubin y J. Mélneyre, "Psicologie de los orgs aizaciones: Problemas contemporiaeas", 1977, p. 58. | { 35 problema es precisamente eso, que es un problema”; fn ese momento, su frase fue celebrada como un chiste, pero al trabajar sobre ella, todos nos dimos cuenta de que resumfa muchas de las cosas que se trotaban en ese encuentro. En esa frase, la palabra problema es usada tres ‘veces, pero con distinto significado, Primero es usa- da valorativamente (puede ser reemplazada por ta cexpresién “lo malo del...”); luego se usa para deno- minar el fendmeno (ef problema) y, por diltimo, se utiliza mievamente para expresar algo negativo (..e5. algo malo). ‘Mis que un juego de palabras, esea frase refleja tun aspecto tipico de nuestro pensamiento acerca de los problemas. Nos parece tan obvia la natureleza negativa del problema, que resulta perfectamente aceptable para nuestro “sentido comin” el afirmar que un problema es un problema porque es un pro- blema, ‘Sin embargo, en esta explicacién se esconde uno de Jos principales obstéeulos para entender mejor los problemas que vivimos. Me refiero al supuesto implicito de que un problema existe fugra de noso- tros, en el “mundo objetivo”, al que, por lo demés, Jo acusamos de estar Meno de problemas. Ast, con frecuencia utilizamos expresiones tales como de “crabajo leno de problemas”, “artefactos llenos de 36 TTENGO UW PROULERA {OU HAG? problemas’, “situaciones llenas de problemas”, “rely- clones llenas de problemas”, etc., etc., ere, Ahora bien, si estamos dispuestos a aceprar que cuando hablamos de un problema, estamos hablando més de nosotros que de ese algo llamado problema, resulta més fécil comprender que un pro. blema es algo que nos ocurre-a nosotros y no al mundo. Entonces una serie de iliisionés de uso cotriente dejan.de tener sentido: hacerles frente, evadirlos, sortearlos, dejarlos pisar, escapar de ellos, traspasarlos, y, en fin, muchas otras del mis- ‘mo tipo, Si un problema es algo que nos ocurre @ noso- tos y no al mundo, gqué es éxactamente Io que os ocurre cuando decimos que tenemos un pro- blema? Antes que nada es necesario decir que siem- pre estamos implicados en algo, en distintos grados. “La conciencia esti organizada en términos de propésitos. Es un dispositive Para abreviar y permitirle a usted que llegue répidamente adonde quiere ir, no para ac: tuar con el maximo de sabiduria en la vido, sino para seguir la senda mas breve, l6gica y causal”. —(G, Bareson, “Pasos hacia una ecologia de la mente”, p. 464) JOR, CTOR NORE, 07 Por ejemplo, cuando aprendemos a conducir una bicicleta, normalmente mantenemos una concentra- cién inusual, nos implicamos en un alto grado en esta operaciOn. Pero una vez que ya hemos aprene ido sostenernos en ella, la mayoria de nuestros ‘movimientos se hacen con autonomia de nuestro pensamiento o de nuestra conciencia y solo la acu rencia de algiin suceso extraordinario nos hace implicarnos de nuevo en operaciones conscientes de conduccién de esce vehiculo, Es precisamente a naturaleza repetitiva de ciertos,tipos de actividad (que son medios) fa que puede alterarlos, privindolos de im- plicacién, Sin embargo, sila accién repetida encuentra obstéculos el medio se convierte en fin, y 1a implicacién entra en juego: nos Ponemos impacientes, nos irritamas, etc. —Aanes Hutt, “Teoria de los sentimien- tos”, 1980, p. 24 Esto es caracteristico en la vivencia de un problema, cualquier, sea su naturaleza: ta aparicién no espe- tada de un suceso y la irrupciéa de una reaccidn afectiva displacentera, Pero ademés hay un tercer elemento que también esté presente y es la genera- ci6n automética de una explicacién sobre la natura. GECECLCOCCECECeeseseeuue 40 TENGO UN FROMLDWA ZQUE HAGE? En estas condiciones, no parece exageralo uti lizar la expresiOn “lidiar con un problema”. De hecho, operamos como siestuviéramos en tn circo romano haciendo combatir ‘nuestras explicaciones hhasta ver cual es la que en definitiva, sobrevive. Al mismo tiempo desplegamos una lucha sin cuartel contra nuestros estados de énimo; con la pretension de eliminarlos 0, al menos, desterrarlos. El caso es que no siempre salimos victoriosos y, en muchisimas ocasiones le cedemos “al tiempo” la responsabilidad de resolver nuestros problemas, Bien, pero lo esencial en la comprensién de los problemas, es que In percepcién del suceso ocurre sin que fo hayamos decidido asi, la emocién o el sen- timiento nos invade sin que los hayamos invitado y fa explicaci6n surge’sin que la hayamos escogido, En consecuentcia, el problema es un fenémeno autonémico, és decir, sucede con absoluta autono- mia respecto de nuestra voluntad e independiente- mente de lo que queramos, nos guste 0 nos interes En este sentido, serfa mds adecuado que la for- mulacién de un problema respondiera més bien a una estructura esquemética del tipo X lo vivo como un problema porgue 2 mi me produce Y Jost, VICTOR NORE ” de pronto, se me presenté el problema... ‘Ya hemos visto que el natural acto de distinguir algo, como por ¢jemplo un suceso, es nna operacién com pleja, en Ia que interviene nuestra historia (6610 podemos distinguir lo que hemos aptendido a distin~ pir), uestra estética (patrén con el que selecciona- mos, ofdenamos ¥ completamos lo que percibimos) ‘el universo de acciones que estamos viviendo. Vale Ia pena detenerse un instante y revisar la sensacién de que los problemas “nos llegan” de ma- nera inesperada (no esperada). Bsto tiene que ver con el hecho de que siempre operamos en algtin dominio de acciones 0, para utilizar una expresién de Humberto Matarana, en algin dominio de cohe- rencias operacionales, en el que las acciones posibles pueden ser vistas como respuestas coherentes con la pregunta —implicita o explicita— que define cada dominio de acciones posibles. Permitame recurrir a un ejemplo para aclarar ‘este punto, Voy a imaginar que usted esté leyendo ‘en el living de su casa, sentado en su sillén favorito, en condiciones ambientales adecuadas para su con- ‘eentracién y se propone continuar asf por wna hora, ‘Supongamos que, en este preciso instante, sus ofdos reciben el violento impacto de los acordes de un “heavy-rock” sonando a todo volumen... es probable 2 TTENGO UN HRORLEMA 20UR Maco} que usted sienta inmediatamente que su tranquilidad fue “sorpresivamente rota”, aun cuando sea muy | aficionado a este tipo de miisica, p Seguramente estar de acuerdo conmigo en que | el escuchar misica no es algo tan inustal ni tan) anormal en una casa. Desde este punto de vista, el que alguien encienda el equipo de sonido no es tins accién tan inesperada o tan “fuera de lo previsto’, Lo tinico que sucede, en este caso, es que tal acciéa no es coherente con “leer tranquilamente”, No nos engafiémos cuando se presente un problema, La mayor parte existe antes de ser sefialado. Tratemos de descubrir qué es lo que esté pasando que nos hace’parecer tan importante ese problema. —Davo Viscorr, “Cémo vivir en la intimidad”, 1979, p. 78 Expresado de otra forma, el escuchar un sonoro rock- and-roll no es una respuesta adecuada a la pregunta implicta que definia, antes de este suceso, el dominio de coherencias operacionales en este ejemplo: zedmo se lee tranquilamente? Por eso es que la estridencia » de este tipo de miisica puede ser percibida como una fractura del espacio que usted estaba viviendo, Pero, imaginémonos ahora que, en lugar de un rock, hubiesen colocado una suave melodia instra- cron es jos MCTOR NOREZ mental. Es muy posible que, en este caso; usted ni Squiera se hubiese percatado de ello, simplemente porque este tipo de musica puede coexistir cohe- Fentemente con Ia experiencia de “leer tranquilas a erp conseeuencia, lo “inesperado” de tn suceso, tiene que ver con In mayor o menor sinilted con aquellas acciones o sucesos que, antes de fa expe- riencia, ya considersbamos coherentes con lo que estamos viviendo o, dicho de otra forma, lo inespe- rado proviene de I irupcién, en ef dominio de las acciones que estamos viviendo, sucesos 0 acciones que suponemos “pertenecen” a otro campo de ac~ Giones 0 sucesos La manera en que un suceso perturba nuestra cemocionalidad nuestra afectividad, depende mu- chisimo mas de fo que’ somos que del suceso, Un mismo suceso puede producir una gran perturba- cin 2 una determinada persona, pero una muy pequefa o ninguna 2 otra. Seguramente habré ob. servado que los remblores de tierra proccen reac. ciones muy distintas en las personas) Un problema, enconces, es algo que nos sucede independientemente de lo que queramos, nos guste ‘© nos interese. En este sentido, es un evento factual, pero no del “mundo objetivo” sino del mundo per- sonal de cada uno de nosotros. “4 TENGO UN PROBLEMA QUE Hace? Y esto que sucede con las personas, sucede tam, bbign con las organizaciones humanas (familias, ely. bes, empresas, instituciones, exc.) el asi llamado “sentir” o “ethos” de una de- terminada cultura, surge del ordenamiento de los elementos concretos. No ¢s ioca- lizable de la misma manera como lo son los elementos que la componen, porque es de un ‘nivel légico” superior a los elementos. ‘Aun cuando los elementos fueran idénticas, una yuxtaposicién diferente necesariamence significa una cultura diferente. —M, Beaman, “Bl reencantamiento del mundo”, 1987, p. 203 \ ' El que una organizacién humana “perciba” un/ problema, no depende tanto del suceso como del tipo de contexto 0 situacién que la cultura de esa” organizacién distinga como tal, En ef mundo em- presarial, por ejemplo, hay organizaciones que han desartollado sistemas sensoriales muy afinados para detectar cierto tipo de situaciones en el entorno, ‘mientras que, otras, ni siquiera se dan cuenta de que | existen, Y, en un mundo en continuo movimiento, esto puede significar fa diferencia entre el éxito y el | fracaso en fos negocios, | Fj cron NUE 45 De la misma manera, un suceso puede ser per- ibid como una amenaza por una determinada orgunizacién, en tanto que, el mismo suceso, puede fer considerado como una oportunidad por otra; y gsto depende de como defina, cada una de ellas, la Simaci6n que le otorga significado al suceso. Si alguien pretendiera insinuar que, a lo mejor, no tenemos muy claro cudl es nuestro problema, nuestra respuesta no se dejaria esperar: ;Como no voy 2 saber YO qué problema tengo! Sin embargo, cada ver. me resulta més evidente gue una de las dificuttades mayores en la resolucién de problemas, esté precisamente en el hecho de que no siempre podemos precisar adecuadamente cul ¢ 1 tipo de problema que tenemos. Elyo que soy yo, no es el mi que yo conoz~ co, sino el con qué y el cémo por medio del cual se conoce el yo. Pero si este yo, que es el con qué ¥ cémo no es algo que yo conoz~ co, entonces no es cosa alguna, no es nada. —R.D. Lame, “Experiencia y alienaci6n en fa vida contempordnea”, 1973, p. 158 ‘Una de las razones que explican nuestra dificultades para establecer el tipo de’ problema que estamos viviendo tiene que ver con la idea de que un proble- 46 TENGO UN RONLEMA ¢QU acy A ta es algo que le ocurre al mundo, lo cual limita ¢ campo de biisqueds a eso que llamamos “la real. | dad’, que, por supuesto, no nos incluye } La tarea de distinguir “tipos” de problemas no! es ficil. Son muchisimos los criterios que po. driamos utilizar para intentar una elasificacién de’ {os problemas y, sin duda alguna, cualquier cow. que digamos al respecto.siempre va a ser sélo un, manera de mirar este fenémeno. Creo que éste «, tun buen momento para aclarar que no pretendo| proponer ni una “Teorfa de los Problemas®, ni nm. cho menos algtin tipo de “ontologia de la conduct ‘humana sproblemada”” S6lo pretendo compartir con usted algunas observaciones y expetiencias en este, Ambito. Decfamos anteriormente que nos ocurre problema cuando percibimos un suceso, nos invade, una reaccién afectiva displacenters y generamos autométicamente una explicacién sobre la naturalezs problemstica del suceso. ; Siempre que distinguimos algo, lo estamos di- ferenciando de un. fondo. Cuando percibimos ua problema, normalmente hacemos referencia a ln ‘si. tuacién” en Ja que el problema se produjo, Reto. mando el ejemplo que comentamos hace. poco, podrfamos completarlo con una queja imaginatia.! “estaba leyendo tranquilamente, en el living de mi i | Jost VICTOR NUR ” caso, cuando de repente alguien encendié la radio y eso me enfurecis”, Piense por un momento fo que podria suceder siusted no describiera la situacién dle “estar leyendo tranguilamente” y sélo dijera que se enfurecié por- que alguien encendié una radio; lo més probable es que lo califiquen de exagerado 0 de “neurético” El significado de una postura est contenido en su relacién con ef contexto, Aunque una palabra en una oracién tiene significado, su significado completo es visto sdlo en el con- texto de la proposicién. —K. Eansr, “Juegos en que participan los estudiantes”, 1978, p59 ‘Muchas veces un problema es tal, s6lo en relacién a una determinada situacin, Para graficar esta afirmacién déjeme contarle una anécdota personal. En una ocasién que estaba ya muy atrasido en Ja mariana, me di cuenta que me faltaba el reloj y.comencé a buscarlo frenéticamente, Ante mis infructuosos esfuerzos por dar con su pa radero, miré « mi mujer para pedirle ayuda y, enton- ss, me di cuenta que refa silenciosamente, Supuse que su risa se debia a mi poca destreza en buscar el ‘maldito reloj y un poco amoscado le dije: jen vez de WAL J 46 “TENGO Uy mRostEMA Zc Hag fl IO reirte, porqué no me ayudas a buscarlo! Peto silo tienes en la mano... —me contest6 ahora sf, riéndos| ‘con ganas \ Efectivamente, desde el principio ewve el reloj en! mis manos e, incluso, lo habia cambiado varias veces! de mano para buscarlo, Una vez superado mi huang | bochorne pude darme cuenta que en todo este ing dente habfa operado bajo la pregunta “cdénde habré dejado mi reloj?", $i mi pregunta ubiese sido distin. ta, como por ejemplo *“gdénde esti mi reloj?”, tal ve habria incluido a mi humanidad en ta “situacién”, Lo que fe propongo observar en este relato es que la situacién que yo estaba viviendo no es algo ‘oxganizado asf por ef mundo 0 Ja vida, Era yo el que distingufa una determinada simaci6n a partir de ly pregunta implicita que deseribi hace un momento, De hecho, mi mujer, que estaba en la misma habi- tacién, estaba “viviendo” una situacién completa mente distinea t Por lo tanto, so que lamamos “situacién” y que muchas veces forma parte de la éxplicacion de tun problema, es también una distincién y, como tal, estd sometida a todas las restricciones de la percep- cién, La consecuencia més evidente de lo que digo, es que eso que lamamos la “situacién” y que 6s parece que esté all, en Ia realidad “objeriva” e inde-« pendiente de nosotros, es, al igual que el problema,) FE cst CTOR NUNEZ “9 algo que nos ocurte a nosotros en fa accién de bir. Pera dnica diferencia con otros tipos de distincio- snes es que, al distinguir una situacin estamos distin- jiendo Ia pauta que conecta los diversos elementos rue, en. conjunto, conforman una situacién. Recor- Jando lgo que ya vimos, es nuestra estética la que derermina nuestra capacidad de distinguir situa- ciones. ‘A este propésito, tal vex podriamos pregun- tamos con Bateson: “Por qué los establecimientos educativos no ensefian casi nada acerca de la pauta que conecta? ¢Acaso los maestros saben que llevan cconsigo el beso de Ia muerte que toma insfpido todo euanto tocan, y entonces se niegan sabiamente a tocar 0 ensefiar cualquier cosa que pasea importan- cia para la vida real?

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