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ROBERT CASTEL EL ASCENSO DE LAS INCERTIDUMBRES Trabajo, protecciones, estatuto del individuo ¥f FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEXICO - ARGENTINA - BRASIL. ~ COLOMBIA - CuILE - Esrawta Estapos Usmmos pe AneéRica - GUATEMALA - Pent - VENEZUELA V. MAS ALLA DEL SALARIADO O MAS ACA, DEL EMPLEO? LA INSTITUCIONALIZACION DEL PRECARIADO* Ei EMPLEO STABLE Y PROTEGIDO constituy6 el basamento principal de la cons- tmuccin de la solidaridad en la sociedad salavial, Es sobre la base de la perte- nencia profesional donde se montaron los sistemas de proteccién para mutua- lizar la cobertura de los riesgos sociales. Una tipologia ya clasica ealificé de “corporativista-conservador” ese modelo que en Francia (pero también en Alemania y otros pafses de Europa occidental) hace que las principales protec- ciones garantizadas a los ciudadanos dependan del lugar que ocupan en la jerarquia de la divisién social del trabajo.1 En esta configuracisn las prestacio nes sociales son débilmente redistributivas y fuertemente desiguales puesto ue reflejan con amplitud la jerarquia salarial. Pero al mismo tiempo son fier- femente protectoras, y ou interpretacién en términos de “corporativistas-con- servadoras” deberia aftadic que si la solidaridad se ejerce primero en el seno de la “corporacién’, el conjunto de los asalariados estin sin embargo asegu- rados y protegidos por las regulaciones generales del derecho del trabajo y de Ja proteccién contra los riesgos sociales. En esta estructura, la proteccién social se despliega sobre la base de un continu diferenciado de posiciones, Dife- renciado, porque aqui la solidaridad esta construida a partir de la categoria socioprofesional, y porque las diversas categorias socioprofesionales tienen caracteristicas muy diferentes, Pero de todos modos continuo, porque todas las eategorias de asalariados, desde las mas bajas (al nivel del Salario Minimo Interprofesional de Crecimiento [sarc]) hasta las més elevadas (ejecutivos superiores), se benefician con las mismas prerrogativas en el plano del dere- cho y porque el Estado, en ultima instancia, garantiza la sineronizacién de esa pirdmide de empleos. En principio, y en la medida en que ese sistema funcio- * Publicado en Serge Paugam (di), Repenser I solidarité au xn sce, Pats, rus, col. “Le Lien socal”, 2007 } Gosta Esping-Andersen, Les This Mondes de Etat-providenc. Essai sur te captalisme moderne, Pais, ror, 1999 [trad. esp: Los tres mundos del Estado del bienester, Valencia insta ‘in Alfonso el Magnanimo, 1993. IL QUE CENTRALIDAD DEL TRABAJO?" INTERKOGARSE SOMRE LAS FUNCIONES INTEGEADORAS DEL TRABAJO es en gran medida dar un diagnéstico sobre el devenr y el porvenis de la sociedad sala Tal. efecto, es en este tipo de formacin social donde el rabajo, ena forma del empleo asalarindo, ocups una posicién hegeménica. No sélo porque el empleo asalariado era ampliamente mayortaro (el 86% de la poblacion activa en Francia en 1875), sino también porque era a matriz dena eondicicn social ‘stable que asociaba al trabajo garantias y derechos. Se pudo hablar de “socie- dad salavial” a partir del momento en que las prerrogatvas relacionadas en principio con el trabajo asalariado habian llegade a cubrr canta los principas les tiesgos socials, més alé de los tabajadonesy sus familias, alos no asa. riados y hast la casi totaidad de los pasivos. Se es el ndcleo del “compro miso socal” due culmina a comienzos de ls aos setenta: certo equilibrio, indiscuiblemente conficivoy frégil, entre lo econdmicoy losocial, vale deci, entre el espeto de las condiciones necesaras para procucit las riquezas y la exigencia de protege a aquellos que las producen 2Qué ocurre hoy con esta construccisn? Todo ef mundo coincdieé en que desde hace mas de veinte afos se asste a la degradacion del tipo de egulaio- nes organizadas a parti del trabajo. Pero zcudl es el aleance de esta degrada cin? Més allé de la fagizacion indscutible de In condieion salaral shay «que hablar de una destruccién de su fundamento? Ubicarse en el marco de It primera hipétesis es pretender que si ben el tipo de compromiso sociel asus ido en la sociedad lara est amenazado, noes obsolete: desatios societ Jes fundamentals siguen cristalizandose hoy en dia alredeir del abajo, de su organizacién y de la posibilidad de mantener ode restaurar la Funcidn inte- sradora que tuvo en la sociedad salaral. Si por elcontrario uno sostiene que el régimen de empleo de la sociedad salvial no fue ms que un paréntesis de algunas decenas de aos que en adelante hay que poner enel debe y el haber de la historia, a fijacin sobre la cuestin del trabajo culta la necesidad de promover la nueva forma de onganizacién social que podria salir de los escom- » Ariculo modifcado a partie de “Centralia tev et cohson social, pblicado on Jncquee Kergoate ay Le Marae ase Pasty Ux Decouvere 58 7 7% [LAS DESREGULACIONES DEL TRABAIO bros de fa sociedad salaral, En tima instancla, habria que atreverse a pensar el fin del trabajo ~por lo menos el fin de la organizacién dominante del trabajo. ‘en la forma de! empleo asalaciado~ para estar en condiciones de encontrar, 0 ppor fo menos de buscar, otros funcamentos para mantener la perennidad del azo social. En ocasiones, este debate adopta la forma de un enfrentamiento entre los antiguos” y los “modemos”, los defensores de una sociedad salarial conde- nada y los promotores de nuevas alternativas, Para tratar de superar la indole ideoldgica de esta oposicién, nos proponemes aqui afinar el diggnéstico que se puede dar hay sobre el estado de la sociedad salarial. Fs exacto afitmar que ya casi hemos “salido” de ella? .Vemos perflarse alternativas crefbles que ocur ppen el sitio central que tenia el empleo asalariado en cuanto factor determi- ante de la cohesién social en una sociedad moderna? EL DETERIORO DE 1A SOCIEDAD SALARIAT El diagnéstico que se podia dar sobre ol estado de la sociedad salarial, por lo ‘menos hasta ests tiltimos aos, era el de su deteriora. Si pesamas el sentido de las palabras, “deterioro” significa exactamente que la estructura de este tipo de sociedad se mantiene (o se mantenfa) mientras que su sistema de regula- cién se fragiliza. Sin duda, se hubiera podido empezar a comprabar esto a partir de mediados de los afios setenta, cuando comenz6 2 hablatse de la “cri= sis”, Pero se vuelve mas manifiesto en Francia a partir de los inicios de los afios ochenta, después del fracaso de la recuperacién de tipo keynesiana que intent6 el primer gobierno socialista, Es una consecuencia mayor de la priori dad que comienza a darse a los imperatives de la rentabilidad econémica y a le apologfa de la empresa pensada como la tinica fuente de riqueza social. Los derechos ¥ las protecciones del trabajo son a partir de entonces percibidos como obstéculos al imperativo categérico de la competitividad. A partir de 1983, Yvon Gattaz, ante la asamblea general del Consejo Nacional del Empre- sariado Francés (Chr#), declara: “7983 serd el afio de la lucha por le flexbili= dad”, ¥ aclara: “El afio de la lucha contra las coerciones introducidas por la legislacién en e] curso de los Treinta Glorioso" Asi, la flexibilidad debe con- quistarse contra las “ventajas adquiridas”. Pero esas ventajas adguiridas son, " Gitado en Marie-Thése Jin-Lambert, Politiques sociales, Pars, Fondation des Sciences Potties, 1994 (QUE CENTRALIDAD DEL TRABAJO? " segin el propio testimonio del allo responsable patronal,derechnsaduiridos, ‘ale decir, algunos de los derechos del trabajo y algunas protecciones sociales “introducidas por la legislacién”. Bl inicio de los aos ochenta, efectivamente, sefala ef momento en que se afirma la eleccién de una politica econémiea de inspiacion neoliberal cuyo auditorio supera ampliamente ls sectores patror rales, puesto que el socialismo en el gobierno también adhiore a eso. Es prei- 50, se dice, “reconciliar a los franceses con la empresa”, Pero la interpretacion aque se da de esta f6rmula tiende a hacer de las exigencias de la empresa los Lincs imperativos que merecen ser tenidos en cuenta, La primera consecuencia de estas orientacfones, sin embargo, no es el des- rmantelamiento completo de la sociedad salvia, sino, pecisamente, ese dete- rioro que se caracterza por a aparicin de nuevos riesgos que hacen aleatoria Ja elacién con el trabajo. Riesgi de desocupacién, por supuesto, pero tambien riesgos que provienen de la proliferacién de los contatos de trabajo “atipi- as”, de duracinlimitada, de tempo parcial, emporarios etc. La desocup cién masiva y la precarizacin de las relaciones de trabajo, que se ngravan en 1 transcurso del decenio siguiente porque ambas persiten, son las dos gran dles manifestacones de una esestabilizacion profunda de las regulaciones de 1s sociedad salarial. Este diagnestico no fue aceptad sin reticencias, porque a expectativa de una “reactivacién” mantuvo largo tiempo la esperanza de poder volver al satu quo ante. Pero con el corer de los aftos se hizo cada ve2 mis claro que para un mimero creciente de trabajadores la relaciGn laboral dejaba de er el basamento estable a partir del cual podia alimentarse el pro- yecto de consinuir una carrera, dominas los avatares del porvenir y contener Ia inseguridad socal (REACTUALIZAR BL DIAGNOsTICO? ‘Tratindose de tun proceso, es decir, de una dindmica en curso de desarrollo, es \ificil saber hasta dénde puede Uegar, y en qué puede desembocar Sin embar- 80, las comprobaciones més recientes parecen inclinarse por su agravamiento, dando credibilidad a la hipétesis ms pesimista, la de una salida definitiva de Ja sociedad salarial, Se vuelve asf cada vex més manifiesto que en adelante la hhegemonia creciente del capitel financiero internacional ataca de frente los, regimenes de proteccién del trabajo construidos en e! marco de los Estados naciGn. Al exigir de las empresas tasas de rentabilidad maxima, los inversores internacionales imponen también minimizar el costo det trabajo y maximizar # LAS DESREGULACIONES DEL TRABAJO su efcacia productiva, de donde surgen las disminuciones de efectivos y la *ercerizacin" de una cantidad creciente de tareas en condiciones cada vez nis precarias y menos protegidas. Este mecanismo, que convierte al trabajo en Ja principal “variable de ajuste” a tener en cuenta para no quedar invalidado enla competenciaintemacional, para muchos parece ineludibie? ‘Las transformaciones tecnolégicas también parecen tener efectos cada ‘vez mis devastadores sobre la condicién salarial. Al reemplazar a los hom- bres por méquinas mas productivas las supresiones masivas de empleos que cllas acarrean distan de ser compensadas por los empleos que crean. Si “embargo, tambin seria posible que las nuevas hersamientas, como el ordena- dor, leguen a subverts profundamente la naturaleza misma de la rlacion salavial. El trabajo a distancia, posbilitado por las res informticas, permite destersitoralizar la ejecucion de las tareas fuera de la empresa y haceras je- cutar por trabajadores“independientes” que pueden responder a medida que parece ls demanda y garantizar una flexibilidad maxima. En iltima instan- a, la figura del prestador de servicios que negocia él mismo a su cuente y riesgo sus condiciones de enxpleo eemplaza ala del tabsjador asalariad ins- cripto en sistemas de regulaciones coletivas; también en wtima instancia, ta oncepcign dela empresa como colectivo de trabajo se difumina pera conver tise en un espacio virtual donde se intercambiarfan servicios entre prestado- res “independientes" Llevando al extremo esta I6gica, se puede empezar a sonar con tna emprese sin tabajadores?* Ciertamente, e trata de dingmicas de las que serfaimprudente suponer que se impondrn al conjunto de las roaciones de trabajo. Pero no se ve con claridad, al dia de hoy, lo que pods frenalas. De cualquier manera, se com= prueba una desconeain crecente respecto del sistema de gorantias minimas relacionadas con el trabajo en la sociedad salaral. sts comenzaban con un Salrio Minimo Interpofesfonal de Crecimiento (sinc) que asociaba un sala- rio mfnimo y la paricipacion en los derechos coletvos del trabajo. El ssc es realmente el pasaporte ala sociedad salaral, ya que representa la primera ear pa de un continuo diferenciado de posiciones unidas por el réginen comin Gel derecho del trabajo y de la proteccién social. Sin embargo, hoy en dia, en Francia, crea de tres millones de asalariados, sea un asalariado de cada diez, estin por debajo del swac, y esta proporcion se halla en constante pro- 2 Véase, por ejemplo, Hane Peter Martin y Harald Schuman, sige dels montis tim, Ares, Actes Sod 197 rad esp: La rape dea oblizacn, Madrid, Taare, 1958) "ease Wiliam Bridge Lr Conqute du taal Pais, Village Mondial, 995 QUE CENTRALIDAD DELTRABAIO? a i agresiéin.' Estos asalariados subpagos y subprotegidos ~en euyo seno son mayoritarios las mujeres y los jévenes de menos de 25 afos- son también aquellos que alternan con mas frecuencia empleos precarios y periodes de desocupacién. A partir de entonces se desarrola una suerte de mercado secun- dario del trabajo que ya no ests comprendido en el sistema de las regulaciones dela sociedad salacial E] porvenir del trabajo asalariado y del sistema de regulaciones que ‘gobernaba se ve asi profundamente socavado: reducciones masivas de efec- tivos que conducen a la desocupacién y destruyen definitivamente empleos ‘que a menudo exan en apariencia estables, como los del sector industrial 0 bancario; desarrollo por lo menos igualmente masivo de la precariedad, el subempleo y los bajos salarios que raultiplican las situaciones en las cuales €l trabajo ya no puede astumit la funcién integradora que tenia en la sociedad salarial;y, al fin y al cabo, instalaciOn en los margenes de muestra sociedad de tuna categoria de personas que he calificadlo de “supernumerarios”, es decis, {que no parecen ya estar destinados a un lugar en la sociedad, por lo menos si este lugar pasa por la obtencién de un trabajo que responda a los criterios del empleo asalariado clésico. Los piscunsos arocatinricos Estas comprobaciones explican por qué los temas de la sala definitiva de la sociedad salarial y del fin del trabajo alimentan desde hace poco una abun- dante literatura sociologica 0 parasociolégica. El diagnéstico del deterioro de la sociedad salarial parece ser sustituido por ol de su derrumbe. El trabajo con- ‘ebido sobre el modelo del empleo asalariado ya no puede ser pensado como cl vector principal de la integracién.> Por el contratio, habria que desviarse de esta referencia portadora de nostalgias apegadas al pasado para empezar a construir otros soportes de reconocimiento y de cohesi6n social, * Véase Pere Conclald, “La spirale des bas sales" en La Lt de Confrontation, i, 30, enere-febroo de 1958 'SDecr qu el trabajo, para hablar come Yes Barl fue el “gran integrador” dea soce- dad sala no signifi afirmar que representa ef urco soporte de intgraccn. Més bien, nko conf ami, ofecta la mare de bate de a estabieaciin des exten sock a pare Tire la cual se postin el acceso a otros modes de parbespacée ia educa, lx cule, ¢] consumo, fs eparcimntes © lo que es lo mero, en lt socedad sane rabsjo es tucho mie qe el abajo (Yes Harel, "Le grand integrator”, en Comnerins, rm 85, 1980) = LAS DESREGULACIONES DEL TRABAJO No abstante, muchas de las reflexiones suscitadas por esta gran transfor rmacién proceden por extrapolaciones y exageraciones, y construyen represen: taciones apacalipticas de la situacién actual que desembocan en una vision del porvenir del trabajo que tiene mas que ver con la fantasia que con una apreciacién objetiva de la amplitud de las modificaciones en curso. Esto ecu re, a mi juiio, por lo que respecta al doble discurso, a menudo conectado, sobte el “horror econsmico” y el “fin del trabajo”. “Horror econdmico”, para retomar el titulo de una obraé cuya audiencia extraordinaria es sintomatica de la profundidad de las inquietudes actuales, pero tambien de la manera en que son orquestadas en un libreto dramstico: tuna economia desenfrenada golpea como una gigantesca ola que rompe a scala planetaria y azrastra todo a su paso, en primer lugar, las protecciones y las garantias que se habfan construido alrededor del empleo. Al mismo tiem ‘po, transformaciones tecnologicas de fondo -robstica, informatica, ete hacen que el trabajo se vuelva cada vez més escaso. En consecuencia, es en vano afe- rarse a esa referencia para establecer cualquier cosa. Nuestra relacion con el trabajo esté condenada a ser a tal punto desdichada que encarnizarse en con servar una relaci6n con él es condenarse ala desdicha. [Bajo formulaciones mas matizadas, encontramos la misma tematica en ‘una obra reciente de André Gorz.7 La doble coercién despiadada del capita lismo financiero internacional y de las transformaciones teenolégicas en cur- so hace que el empleo se reduzca como piel de zapa. Fl trabajo ya no es sus- ceptible de asumir las funciones integradoras que pudo tener en la sociedad industrial y en Ia sociedad salarial. Ahora es tempo de proclamar “el exilio fuera del trabajo” y de tratar de organizar la vida social alrededor de cual- quier otra situacion, Asi, para toda una corriente de pensamiento contemporsneo, importante sino fuera sino en virtud de su gran audiencia en los medios y ante el puibli- co, la reflexién sobre el trabajo conduce a minimizar, e incluso a cuestionar por completo, su importancia. “El trabajo, un valor en peligro de extincidn(* Ja centralidad det trabajo seria Ia herencia moribunda de formas actualmente perimidas de organizaci6n social. No sélo la sociedad industrial ha muerto, «Viviane Forrester {Hore cooigue, Pars, Fayard 1996 [tad exp: El haror cond ‘le, México, Fond ce Cultura Econ, 1956) * Ande Gora, Mites prise, richest du posible, Part, Gaile, 1957 (ua. esp: Mise ris del peste rquzas dl poste, Buenos Aires, Pads 1958) "Dominique Méca, Le Taal une wleur cy wie de parton, Pars, Auber, 1995 asd Ueno en peli de enti, Barcelo, Geis, 198). .QUE CENTRALIDAD DEL TRADAIO? cS linamitada por el desarrollo vertiginoso de los servicios, sino que incluso la sociedad salarial que le sucedié, y que, a través del crecimiento y el casi pleno empleo, garantizaba protecciones sociales fuertes sobre la base de empleos estables, est irremediablemente condlenada. En esta perspectiva la cuestién social, que desde hace mas de un siglo gravitaba alrededor del trabajo, tam- bign se descentré y, a decir verdad, estallé. Por un lado, se plantea la cuestign dela exclusion, vale decir, dela cobertura de las poblaciones que se desconec- taton de los circuitos productives o no logran volver a incluirse y se encuen- tran en situacién de inutilidad social. De hecho, el crecimiento actual de la tematica de la exclusién refleja la renuncia a poner el trabajo en el centro de les desafios que se deben enfrentar en la actualidad: la cuestiOn social se for- mula en el vacio dejado por el retro del trabajo. Correlativamente, desde un punto de vista positive, la nueva cuestiGn social consistiria en buscar, fuera del empleo eldsico, précticas altemativas, nuevos tipos de actividades capaces de fundar una ciudadania social que antaio descansaba ampliamente en la utilidad productiva de los individuos en la organizacién del trabajo. Fin DEL TRABAJO: CONFUSIONES Y MENTIRAS Esto es, sin embargo, ir un poco de prise. Los partidarios de estas posiciones pasan por alto dos series de afirmaciones: Ia justa comprobacién de que las, relaciones de trabajo y las relaciones con el trabajo son cada vez més proble- maticas,y la extrapolacién, a mi juicio falsa, de que la importancia del trabajo desaparece ineludiblemente, Sinos atenemos ante todo a los hechos y a las cifras, el trabajo, y en pri- mer lugar el trabajo asalariado, sigue ocupando el lugar central en la estractu- ra social francesa. La proporcién de los asalariados en la poblacién activa es cexactamente la misma (86%) que a mediados de los afios setenta, momento ‘que puede ser considerado el apogeo de la sociedad salarial. Las estadisticas disponibles no muestran ninguna regresin ni en el,nvimero ni en la propor- ign de asalariados. Mas bien seria lo contrario: en 1998 hubo en el sector pri vvado 155.000 asalariados més que en 1997, 0 sea un aumento del 1,2% en un ao, Nunca se contaron en Francia tantos asalariados como hoy: 19,6 millones incluyendo el sector pablico.? * Direcidn dela Investigacion, ls Estudios y Ia Estaistica(OARES) Premirs Informa ios. premieres synths, nerofebrero de 1988. a [LAS DESREGULACIONES DEL TRABAJO Es también aventurado afirmar que el tiempo laboral y la inversién en el ‘abajo disminuyeron sustancialmente. Por cierto, los empleos nuevos cortes- ponden a menudo a ocupaciones frégiles, a tiempo parcial, mientras que "muchos empleos de tiempo completo estén definitivamente destruidos. Pero las situaciones de sobreempleo también parecen multiplicarse. La desocupa- cid no suprimié las horas extras, sobre todo, dirén los inspectores de trabajo, sie tiene en cuenta aquellas que ni siquiera son declaradas. En Estades Uni dos, donde el proceso de degradacién del salariado est mas avanzado, se observa a la vez una proliferacién de los trabajos precarios y una tendencia al aumento del tiempo trabajado para compensar la baja media de los salarios.° En lineas mas generales, hoy en dia hay que hablar de una intensificacion dol trabajo y de las tareas que le estén asociadas. Las nuevas formas de empleo exigen a menudo una movilizacién mayor de los trabajadores que la relacién salarial cldsiea, Ciertamente se ha denunciado, con justa razéa, la “alienacion” del trabajador en la rlacisn salarial de ipo tayloriano. Pero en cuanto alo esen- cial el tiempo de trabajo se limitaba a lugares especificos, y se autorizaba una distancia respecto del trabajo en la vida social (el proletario evocado por Yves Montand en su cancién, que, una vez terminado el trabajo, “callejea por los ‘grandes bulevares” antes de ir ajuntarse con los amigos y olvidar la fébrica). El discurso empresarial modemo exige otra cosa y mas, una disponibilidad cconstantey, en altima instancia, una conversién total alos valores de la empre- sa. El miedo al despido acentia todavia més esa sobredeterminacién de la relacin con el trabsjo que juega durante el trabajo y a la vez fuera de él. Si el trabajador se encuentra en la actualidad con menos frecuencia atomnillado a la jecucin de tareas mecénicas (lo que puede ser diseutido, 0 en todo caso rela- » Baste lertament una tendenca secular ala reducién dl tempo de trabajo y 5 al cul, poreemplo, queef hombre rabaja das o tes veces menos dest tempo de vids en a Aclualidad que a mediados del siglo x. Pero esta reduccion aminor6 considerablemente desde la conquite de In semana de 40 horas en 1936, sobre todo, no taduce tate uns {isminacién dela imporianes que una sociedad concede al abajo sino mas bien una ree Fiicn de lo que entiende por duracen media normal de trabajo. s una consirucion his torca que depend de vasioe factores, en particular def evolucion de las teenoigtasy de Tas ganoncine de productvided. Pudo cotresponder 230 50.640 horas de trabajo, pod tar 25,30 howe nchuro macho menos one porvenie Sera tanto efor, que el taba- joes un placer gon menos Frecuencia que e Hemp lire. Por la cuestin es saber sna Semana de 20 horas en 2030, por ejemplo, garantizaria la vez J produccion de la riquers Social necesria 7c reconocanient, en trminos deingrososy de proeccin, de fs trabaja- Gores que In producen St fuera ei, podria hablase de retora al peno empleo mis que de ‘desaparicio del abe :QUE CENTRALIDAD DELTRABAJO? tivizado, porque el taylorismo o el neotaylorismo no desapareci: tes con menos frecuencia implicado en formas de empleo 4 ‘menos disponibilidad para actividades liberadas del trabajo. excesiva y el suftimiento en cl trabajo son dos componentes acts tes de la elacién con el trabajo Las publicaciones més recientes de la sociologia del trabajc en subrayar la intensidad de esas presiones que se ejercen sobre esl! Por un lado ~mae alls de la persistencia de islotes clisica: ign cientifica del trabajo"-, se desarrollan formas nuevas de p automatizacién de las tareas que se podeian calificar de neotay ‘0 través de la aplicacién de las nuevas teenologias. Por otra icin de cierto margen de autonomfa en ls ejecucién de los obj ye, en otro nivel, el mantenimiento o el incremento de las pre sobre los operadores. Ellos deben invalucrarse por completo, x junto de sus recursos al servicio de la empresa. Esta presion ~2 jecucién de las tareas técnicas antafio limitadas esenciaimen iste ineluso en los periodos fuera del trabajo. El asalariado ‘vez més solicitado globalmente por su trabajo para reciclarse transformaciones tecnolégicas, seguir siendo competitivo, ar bios en la politica de la empresa, etc. Eltemor ala desocupaci¢ vvia més esas presiones, ya que el miedo a perder el trabajo ¢ Jas preocupaciones con respecto al trabajo en el tiempo llamac ‘menudo se vuelve cada vez menos libre Los problemas planteados antiguamente sobre la consid igaste en el trabajo, las enfermedades profesionales, la psicop: ‘etc, conservan 0 recuperan ast una candente actualidad. Un Christophe Dejours lustra con claridad la renovacién de esi que no obstante prolonga la tradiciGn de a sociologia industria bajo la presentacién ideol6gica de un trabajo liberado de las 2 nes, subsiste un sufrimiento del trabajo, una condicién desdic Dajadores que, incluso si se expresa a través de una sintomatol inscribe atin en el marco de lo que en otros tiempos se lamat 2 Veanse, por empl, Danie Linhart, La Madernsation des etepis: vette, 194 [nad ap. Le moderns des empress,Bzenos Aes. A Soviedad-pirree/cowtcry, 3997} Jorbme Gautie, Cot du tava temple vere, 1098. chatophe Dajours,Soufrone ot Fron, art oui, 188 también todavia licacién ‘xportan= nénimes abajado- nganiza- j6n y de 2s, inclu laadqui- aoexclu- ojercidas sel con- neia de la ler- per- oeseada arse alas los cam- ia toda también =", quea 7 del des- ‘laboral, ne de ematica, raya que, de los tra ferente, se clienacion, “a Décow- on Trejo y la Decoue % LAS DESREGULACIONES DEL TRABAJO del trabajo”, En lineas mas generales y més alld de las situaciones de tipo psi copatolégico, habria que analizar con mas profundidad las experiencias de trabajo, es decir, las experiencias de la vida de Tos trabajadores en el trabajo de acuerdo con su diversidad, su profundidad y les tipos de socializacién que promueven. Estos andlisis muestran que, ya en ese plano del trabajo tal como es coneretamente realizado y vivido por los teabajadores, las declaraciones senerales acerca de la pérdida de la importancia otorgada por los contempo- ‘ineos al trabajo estin en los antipodias de la realidad. El trabajo siempre ests presente en la vida cotidiana de la gente, ante todo por el espesor de los suf mientos y las preocupaciones cotidianas que puede suscitar. El testimonio de tun “ejecutivo medio pasante” comprometido “en cuerpo y alma” en un gran supermercado y que literalmente se quema la vida para que la empresa lo reconozea antes de hundirse en la desesperacién podria servie de ejemplo paradigmstico para ilustrar las nuevas formas de sobreemplee.!> En cuanto ala ausencia de trabajo que se experimenta bajo la forma de la desocupacién, es paraddjicamente lo contrario de un distanciamiento del tra- bajo. No hay més que escuchar a Jos desocupados, cuya existencia es desesta- bilizada por completo debido a la pérdida del empleo, La mayoria, sabre tado aquellos que ya trabajaron, solicitan desesperadamente un trabajo, un empleo, tun “verdadero empleo”. Otros, es cierto, en particular los jévenes que nunca accedieron al empleo, buscan “otra cosa”. Tantean, chapucean, ¥ a veces inno- vvan, Pero el costo de estas busquedas impide que se conviertan en el modelo de un destino que uno desearfa que todos compartan y que anticiparia un porvenir mejor. La existencia, en el mejor de los casos problematica y en el peor desesperada, que lleva la mayoria de los “solicitantes de empleo” mues- tra por el contrario que sin duda alguna la importancia del trabajo nunca es tan sensible como cuando fata, Hablar de desapaticién o incluso de aniquilacién del salariado, en conse- ‘cuencia, representa hoy un error desde el punto de vista cuantitativo. Desde ol unto de vista de la relacién que la gente mantiene can el trabajo, hablar de la pérdida de la centalidad del trabajo descansa en una enorme confusién que asi- mila el hecho de que el empleo perdi6 su consistenca al juicio de valor de que hhabrfa perdido su fmportancia. La “gran transformacién” ocuerida desde hace unos veinte afos no es, como vimos, que haya menos asalariados sino ~y esta transformacién es decisiva- que haya muchos mis asalatiados precarios, ame "= Georges Philonenko y Veronique Cuienne, aru de exploation, Paris, Desclée de Brouwer, 1957 ,QUECENTRALIDAD DEL TRABAJO? w nazados de desocupacién, desestabilizados en su relacién con el trabajo. En suma, hay cada vez. ms trabajadores que no saben si seguirén signdolo y si podran construir a partir de esta posicién un porvenir estabilizado. De este modo, la relacién con el trabajo ha cambiado profundamente. Muchos la viven con inguietud y en titima instancia como un drama, en vez de concebirla como un, basamento estable a partir del cual se podria dominar e! porvenir. Pero es sobre el trabajo, ya sea que se lo tenga o que fate, que sea precario o seguro, donde sigue jugindose en la actualidad el destino de la gran mayoria de nuestros con- fempordneos. Hannah Arendt era mucho mas kicida que los actuales idedloges del fin del trabajo. Ella hablaba de “trabajadores sin trabajo” para designar la condicién de las personas privadas de trabajo pero también privadas, por eso, de su principal modo de realizaci6n, Y aad: “No sa puede imaginar nada peor” Precisamente respecto de un diegnéstico de este tipo hay que pronuneiarse hoy, més que tratar de imaginar cOmo serian el lugar y la naturaleza del trabajo dentro de diez o veinte aftos. Porque la situacién dentro de diez 0 veinte aos, 1por lo menos en parte, dependerd de lo que hagamos o dejemos de hacer hoy. Y sélo asf podremos influir sobre los acontacimientos. {Hay que renunciar ono 8 convertir hoy el trabajo-en el frente principal de las luchas para promover ‘mafana un porveni mejor? La respuesta es que renunciar a hacer del trabajo un desafio estratégico seria un error politico en virtud de un argumento decisi- vo: la presencia, hoy y matana, del mercado, y el problema fundamental que plantea su hegemonia desde el punto de vista de la cohesin social, ‘Acaso se pueda relativizar Ia importancia del trabajo, pero lo que no se puede relativizar es la importancia del mercado. Por el contrario, su hegemo- nfa se impone a la medida del debilitamiento de las regulaciones del trabajo, Esto es lo que se observa todos los dias as instituciones del capi ciero internacional, como el ray el Banco mundial, adoptan cada vez més el lugar de las insituciones juridico-politicas de los Estados nacién, El mercado “autorregulado”, como decia Karl Polanyi -vale decir, que no obedece més que a sus propias reglas~, no sslo destruye empleos, sino también las politicas sociales y el tipo de lazos sociales que ellas mantienen. Pero al mismo tiempo no se puede pensar un porvenir de la civilizacién sin la presencia del mercado, En efecto, a promocién del mercado es contemporsinea de la promacién de la ‘modernidad a partir dl siglo xvi, en el momento dela salida de una sociedad “olfstica” dominada por las relaciones de dependencia entre los hombres. lism finan- Vase Louls Dumont, Essais sur Miu, art, Sexi, 1983 tad. esp: Ensayoe sobre el individualism, Madd, Alianza, 1987} 8 [LAS DESREGULACIONES DEL TRABAJO Filla es inseparable del advenimiento de una sociedad de individuos, y hay que atreverse a decir quo tuvo una funcién progresista, Pero el mercado no cree lun azo social. Furciona en la rivalidad y la competencia y, abandonado a si mis ‘mo, divide al mundosocial en ganadores y perdedores, integrades y desafiliados. Por eso la posibilidad para los hombres de vivir positivamente la modernidad mientras se sigue “haciendo sociedad’ so jugs y todavia se uega en el desatio de domesticar el mercado acepldnolo, vale decir, rechazando la anarquia del liber lismo y ala ver la rogresin las formas premodernas de Gemeinschaf [comiani- dad]. La historia social muestra alas claras que las regulaciones sociales constru- das a partir del trabajo son las que promovieron esta domesticacién relativa del mercado cuyo desenlace fue el compromiso inestable de la sociedad salaral, Deeste modo, abandonar el frente del trabajo es correr el riesgo de rerun: ciar ala posibilidad de regular el mercado y encontrarse no en una sociedad de ‘mercado (estamos en ella dese hace largo tiempo), sino en una sociedad que se volvié mercado de punta a punta, totalmente atravesada por las exigencias _asociales del mercado. Frente a este escenario de lo peor, zeules son fas sopar- {es posibles para domesticar el mercado? [REORGANTZAR LA DUPLA TRABAIO-PROTECCIONES [No se trata de mantener tal y como estaba el compromiso social de los afios setenta, Aunque se quisiera, seria imposible porque se produjeron irreversi- bles transformaciones en la condicién salarial desde hace un cuarto de siglo. Por eso seria en vano pretender derogar la desocupacién por decreto, exigir que no haya més que Contratos de Duracién Indeterminada (coi) o querer desandar las transformaciones tecnolégicas en curso. Mas bien hay que pre- sguntarse si es posible reorganizar la dupla trabajo-protecciones constnuida por la sociedad salarial (un salario decente, las gerantias del derecho del tra- bajo y de Ia protecci6n social) teniendo en cuenta exigencias de competitivi- dad, adaptabilidad y movilidad que no siempre son coartadas inventadas por patrones cinicos, si es que en ocasfones lo son, sino los signos de una transfor rmacién profunda de la modemnidad. ‘Esta necesaria reorganizacién implica que no hay que sacr relacion salaral clisica, aunque sin duda sea mas conveniente defender cuando toda ‘ia existe que dejar que se pierda. Pero la ariculacion trabajo-protecciones pe de concebirse bajo otras modalidades de la relacin salaral, oa través de las Formas de trabajo “independiente”. En consecuencia, cleanin esis abi to pans {QUE CENTRALIDAD DEL TRABAJO? ~ cl reconocimiento de actividades diferentes de} empleo asalariado, tales como las innovaciones que se buscan por el lado de nuevos "yacimientes de empleo”, dl tercer 0 cuarto sector, dela economia social o solidaia,et., pero a condicién de que esas aperturas necesarias se impongan por si mismas y hagan reconocer enc! plano societal un minimo de garantias clectionsy juriicas. Deno ser asi,s0 cepa de inventar el porveni, se redescuibren con demasiada frecuencia las viejas, recetas del capitalismo salvaje o muy antigues modos de servidumbre precapi- talista que André Gorz califca justamente de “neodomésticas”. La extrema dificultad de la coyuntura actual radica en que, si bien se ve con claridad que la relacion salaral ldsica estd profundamente socavada, nose ve (0 en todo caso se ve mal) lo que globalmente podria reemplazarla como alternativa creible para soportar sistemas de regulaciones colectivas eapaces de enfrentar las destegulaciones impuestas por e] mercado. Mis bien vemos mul- tiplicarse formas degradades de empleo y también emerger iniciativas muy interesantes (por ejemplo, a economia solidaria), que crean a Ja vez actividades sensatas y lazos sociales, pero circunscriptos a esas nuevas esferas de activida- des. E] riesgo es entonces construir grupos aislados al margen del mercado, protegidos del mezeado pero sin influencia sobre él. Pero la hegemonia del ‘mercado lleva su amenaza sobre el lazo social en geneva, destraye las relaciones. colectivas de solidaridad que soportan a la sociedad. (Es posible construir, © reconstruir, regulaciones colectivas que no estén basadas en una organizacion colectiva del trabajo, que no se inscriban en un régimen general del empleo? No faltan discursos sobre la cudadania social, per s faltan enormemente las préc- ticas que le darian un contenido real, si se mantiene en todo caso una definici6n tun poco exigente de la ciudadanta. Por eso, renunciar a tratar de unie esa ci dadania con el trabajo es corer el riesgo de ilusionarse con quimeras. La pretensin de que las regulaciones del trabajo representan todavia el principal garante de la cohesién social y que sus desregulaciones son el princi ppl desafio que hoy tenemos que aftontar se expone ala critica de permanecer cioga a las virtualidades portadoras de un porvenir diferente y mas libre que quel que dominé la “civilizacién del trabajo”. No obstante, hay que impug- nat esa oposicién del porveniry el pasado, de la utopia liberadora y de la fja- én sobre coerciones perimidas. Asumir la cuestiGn del trabajo para tratar de restituirle su categoria de gran regulador del lazo social también implica una dimensién utépica, si se entiende con esto la exigencia de no someterse a la imposicién de los hechos. Pero tal vez podtian distinguirse dos tipos de tito- pla: aquellas que se esfuerzan por dejar su huella en el presente y aquellas que se consicuyen cuando-se da priovidad al porvenir, porque yanno se espera nada 0 [LAS DESREGULACIONES DELTRABAJO del presente. En este ultima caso, la utopia corre el riesgo de ser ef “sol de un ‘mundo sin sol”, que deja el mundo en Jas mismas condiciones. Sin embargo, lo prioritario es el presente, porque es el nico que oftece un asidero 2 la ‘accibn. Si es certo que para la mayoria de los contemporéneos el trabajo siem- pre es el foco que determina ampliamente, para bien o para mal, la configura ‘ign de su existencia social, la exigencia de combatir la degradacién de su régimen es més actual que nunca. ‘Noes una tarea menor. Determina empresas dficles, como tratar de reac- tualizar el derecho del trabajo para que la necesidad de aceptar una mayor {lexibilidad de Jos empleos no se pague con una precatiedad incrementada Promover una reduccién sustancial y controlada de los tiempos del trabajo para no redistribuir el trabajo y las protecciones relacionadas por intermedi de la desocupacién; consolidar una cobertura universal de los riesgos sociales, incluso los nuevos riesgos como la precariedad y la desocupacién, etc. Enun- ciar estos imperativos basta para mostrar que no se ubican en la perspective de la conservacién del pasado 0 de la gestion de lo vigente. Més bien habria aque tomer que resulten demasiado ambiciosos, habida cuenta del poder de las, estrategias desreguladoras sostenidas por el capitalisme financiero internacio- zal. Pero estas orientaciones son obras en marcha com las que pueden colabo- rar aquellos que consideran que sien efecto nuestra sociedad esta enferma del ‘abajo, el mejor remedio no es hacer su duelo en forma prematura, Pospata, Hoy es necesatio poner @ punto estas péginas escritas hace diez afios. Mi pro- pésito estaba dirigido principalmente contra las profecias entonces de moda sobre el fin del trabajo, que encontraba y sigo encontrando inconsistentes des~ de et punto de vista tedrico y peligrosas desde el punto de vista politico. La tendencie dominante ena relativizar la importancia del trabajo hasta convertir~ lo en ocasiones en un “valor en vias de desaparicién” e impugnar el papel central de “gran integrador” que ocupa en la sociedad moderna, Sigo soste- nniendo que esas criticas al trabajo que minimizan su funcién son profunda~ _menie erréneas, Pero Inego de algunos aos se produjo una inversidn inespe- rada de la tendencia que corte el riesgo de poner a los defensores del valor trabajo en la actualidad en una situacién inestable. Las referencias al fin del trabajo desaparecieron por completo del debate puiblico, asf como las reflexiones ms serias sobre la posibilidad de luchar con- QUE CENTRALIDAD DEL TRABAJO? 2 tra el subempleo reduciendo la duracion del trabajo para repartirlo mejor!5 Por el contrario, se asiste a una extraordinaria sobrevaloracicn del trabajo, sustentada por una ideologia liberal agresiva que encuentra una traduccién directa en el plano politico a través de las orientaciones preconizadas por la mayorfa actual, con el presidente de la Repiiblicaa la cabeza. La critica de las “loyes Aubry” tras el cambio de mayoria en 2002 dio lugar @ tn exceso de dis- cursos virulentos contra la reduccion del tiempo de trabajo que en ocasiones +1076 la histeria. “Francia no debe ser un parque de diversiones”, declaraba durante el verano de 2008 el sefior Jean-Pierre Ratffarin, entonces primer minis ‘no. Francia queda en tiltimo lugar en Europa, se hunde en la decadencia, por- que fos franceses no trabajan lo suficiente. La campata presidencial de 2007 fue dominada por esa apologia del trabajo, y la habilidad con que fue orques- tada tuvo mucho que ver para garantizar el 6xito de Nicolas Sarkozy: celebra- ign de “In Francia que se levanta temprano”, incitacién a “trabajar més para ganar mas", que contiene la promesa de que trabajar més es a la vez mejorar su poder adquisitivo y, par lo tanto, garantizar su bienestar y el de sa familia, pero también cumplir con su deber de ciudadano y ayudara Francia a recupe- rar el lugar que merece en el concierto de Tas naciones, Dirigida a todos aquellos que quieren trabajar, evidentemente, que tie- nen el coraje de hacerlo, esta celebracién del trabajo, en efecto, esta combina- dda com Ia estigmatizacién de todos aquellos que no trabajan. La sospecha que pesa sobre les desocupados es que son “desocupados valuntarios”, para los cuales se van a multiplicar los controles y las presiones para que acepten cualquier empleo. Es la condena de los asistidos, como los beneficiatios del Ingreso Minimo de Insercién (Ratt), acusados de ser pardsitos que viven a costa de los que trabajan, Estas posiciones, por lo demas populares, podrian parecer, si no aberran= tes, al menos paradjieas si se tiene en cuenta que una de las caracteristicas 1» En efecto, el pleno empleo no se mide por la duracign del trabajo, nia productividad el trabso se mide pore tempo que se pasa trabajando, como fo atestigua la historia del ‘ppltlismo induseal. Ente los comienzcs desu inplantacion en la primera mite del siglo uxy su expansion en los anos sesenta, el tiempo detrabaj salar se redo ala mitad en rumerescs sectors dela preduccion, mientras que e leno empleo fe mejor asequrado y se aio aun fantastico desarrollo econdmicoy soci. El plena empleo na implica trabajar rds" sino que es una funion de [a organizaci del trataje, de as ganancias de preductiv ‘iad, dela evolucien de ia teenlogias, ec. NO es poco razonable pensar quelos tabsjadores [puedan ser tan pienay elicermenteempleadas en durecones de 23 horas, «incluso menos, ‘de rasp semana, de aque eran siglo xx taba 6 horas, 2 LAS DESREGULACIONES DEL TRABAJO. rasivas de la coyuntura sociaecondmica actual es el hecho de que el trabajo falta, de que el pleno empleo ya no esté garantizado desde hace treinta aos Elnuevo régimen del capitalismo que se implanta desde los afios setenta, tras la salida del capitalismo industrial, no parece estar en condiciones de asumir el pleno empleo si se da al empleo el sentido que habia adquirido en la sociedad salarial, relativamente seguro de su duracién (predominio del coi), irmemen: te enmarcada por el derecho del trabajo y con los derechos extendidos de la proteccién social. La prueba de esta escasez de empleos es la persistencia de una desocupacién masiva, y tambien la multiplicacién de situaciones de tra- bajo por debajo del empleo, actividades de tiempo parcial, precarias, de dura- ign limitada, mal cubiertas por el derecho del trabajo y la proteccién social Pero es precisamente esta configuracién la que debe pensarse hoy como constitutiva de un sistema. En primer lugar, hay noempleo'y subempleo, vale decit, una escase de lugares disponibles én el mercado de trabajo susceptible de satisfacer una demanda completa de pleno empleo. En sogundo lugar, hay ‘una sabrevalorizacidn del trabajo que lo convierte en un imperativo categsrico, la exigencia absoluta de trabajar para ser socialmente respetable. En tercer lugar, y de manera correlativa, hay una estigmatizacisn del no trabajo asimila- dol ocio culpable, ala figura tradicional del “mal pobre” que vive a costas de la gente de bien (los que trabajan, que estén bien y que tienen bienes)-Si se aso- cian estos tres componentes de la coyuntura actual se-ve que pueden funcionar cde manera complementaria para alimentar una politica de retorno a la plena actividad que no tiene por qué ser una politica de retomo al pleno empleo. Es absolutamente necesario que todo el mundo trabaje, aunque no todo el mundo pueda gozar de todas las prerrogativas del empleo clasico, En consecuencia, hay que bajar el umbral de exigencias que podrian gobernar el acceso al traba- j- Por ejemplo, hay que trabajar aungue el trabajo no garantice las condiciones :ninimas de cierta independencia econémica. Noes un punto de vista te6rico, esel mecanismo que produce trabajadores pobres, y se sabe que esta figura del ttabajador pobre ests en vias de instalarse en nuestro paisaje social El estatato ‘W Hable de “no empleo” ms que de "desocupacin”, porque ia concepein esis dela esocupacin implica que los “sclictantes de empleo” espera que se stables un equ ‘ri ene la oferta y a demands de empleo. Sila demansa se prolonga y se vuelve masiva, se hubla de “rss” del mercado de was sn cucstionar ene complementarindad il entre feta y demands. Ne cbstane Sela posble que, mds que desocupacién sx entendida, haya ‘no empleo, ene sentido de que habria solictantes que no seriaheapaces de encontrar un Cmples en el merendo de baja. Salvo que se cambie la deiicin de loquces un empl, ¥ sme perce que no es evo lo qucse ea producer, QUE CENTRALIDAD DEL TRABAJO? 83 del empleo habia librado a la inmensa mayoria de los trabajadores de una pobreza secular Fl salario pagado en el sac, por ejemplo, distaba mucho de la ‘opulencia, pero al menos disponia de una retribucién minima irreduetible y garantias completas del derecho del trabajo y de le proteccién social. En la actualidad hay en Francia alrededor de tres millones de trabajadores por debo- jodel sa, y todo permite pensar que pronto habra mas. Esto se debe a que hay una logica en la produceién de esas situaciones de trabajo degradadas. Si es absolutamente necesario trabajar, es absolutamente mejor estar en el trabajo que fuera de él, Io que implica que no hay que ser demasiado meticuloso con las contrapartidas, financieras o en términos de derechos, vinculadas con un trabajo. Por cierto, desde ningtin punto de vista les muy gratifcente ser un trabajador pobre. Pero es incomparablemente mejor que ser un “mal pobre”. Por lo menos se tiene el mérito de trabajat, de ganar se la vida con el sudor de a frente, tragaindose muchos sapos y culebras, cier lomente, pero sin ser un despreciable parésito, como esos innumerables “imitiles al mundo” que atravesaron la historia y pagaton muy caro el hecho de no trabajar, la mayoria de las veces porque faltaba trabajo. ‘Vemos, por lo tanto, que actualmente hay una conjuncién estrecha entre tuna situacién econémica marcada por una escasez de emplees y una presién ppolitico-moral caracterizada por la sobrevaloracién del trabajo. Si el mercado. de trabajo no funciona segsin una complementariedad entre la oferta y la gn el extranjerolasituacidn es mis contrastada, puesto queen algunos paises, en part- cular en América det Norte, se procioge un crecimiento del trabajo “independiente” 0 “auto- froma" Pero a Ia inversa, y para la mayoria dela poblacim del planets, la entrada en ls [Gindmice de la mundializaciin ce tadce en una salarizacion masiva de la actividades age olay artesanalestradicionales, incluso en Francia el proceso de salarizacion siempre ets fn marcha en Ins profesiones de alta gamma, como médicos,arquitetos, abogados, diversas categorias de expertos UMAS ALLA DEL SALARIADOO MAS ACA DEL EMPLEO? ww dad salarial: un empleo a tiempo completo, programado para durar (contrato de duracién indeterminada) y enmarcado en el derecho del trabajo y la pro- teccién social. En ofras palabras, no vamos hacia un “més alld del salariado”, pero sin duda nos desplazamos hacia un més alls o un més acé de la forma casi hegeménica de la relacién salarial modema 16 bajo el capi- tlsme india Speer seed Me gustaria destacar las principales implicaciones de esta comproba- ci6n. Si es cierto que se observa semejante deslizamiento en el contenido que recubre la nocién de empleo, tal vez haya que comenzar a preguntarse sino es aconcepcién misma de empleo lo que se transforma profundamente, asf como la relacién entre empleo y no empleo. {Podemos seguir oponiendo pleno empleo y desocupaci6n; empleo en el sentido pleno del término y formas “atipicas” de empleo; empleo y “trabajitos”; condicion salarial y precariado? La hipétesis propuesta es que se asiste a un destizamiento del empleo clasico hacia formas de actividad por debajo del empleo que podrian desembocar en iiltima instancia en una sociedad de plena actividad, muy diferente de una sociedad de pleno empleo, Este movimiento dibujarfa una salida de la sociedad salarial que no seria, sin embargo, una salida del salariado, porque la mayoria de esas actividades podrfan seguir siendo asalariadas, pero per- * derian prerrogativas esenciales que habian sido vinculadas con el empleo y Je daban un estatito. Esto no dejaria de plantear problemas temibles para ‘repensar la solidaridad” en un paisaje tan diferente de aquel en el cual esas actividades se habfan constituido en la sociedad salarial sobre la base del estatuto del empleo, DBL SALARIADO AL PRECARIADO Partamos de una comprobacién sobre la cual sin duda todo el mundo estaré ‘mas o menos de acuerdo. En la actualidad se observa una pérdida de hegemo- nia del empleo “clésico” cuya posicién comienza a degradarse en los afios, setenta. Esta toma de conciencia se hizo en forma progresiva con el desarrollo + Lo quese lama también con frecuencia, com consecuecia de tebe dea cocuela dela egulocén la rlaion snarl fordisin, Peo evito eta expresion porgue me parece dlemesado etriiva por razones que pon de manifesto mie adelante En consecuena, envied por “empleo clsico” el contrac trabajo insrit en tn eta od dad pore derecho del taba y Is protecin sol 18 LAS DESREGULACIONES DEL TRABAJO de dos transformaciones decisivas en el mundo del trabajo, la instalacién de ‘una desocupacién masiva y la precarizacién de las relaciones de trabajo. ~ Hay una desocupacién masiva que afecta desde hace més de veinte afios aproximadamente a un décimo de la poblacién activa. Esta proporcién pudo vvariar un poco mas allé o més acé de este umbral en funcién de la coyuntura. Pero el hecho decisivo parece ser la existencia irreductible de una poblacién compuesta por millones que esta fuera del trabajo, a pesar de las multiples tentativas desplegadas en el nivel de las politicas de empleo y del tratamiento social de la desocupacién, y a pesar también de las altemnancias politicas. ~ En paralelo, se asistié al crecimiento de las formas llamadas “atipicas” de cpp (empleos de duracién limitada), areas temporarias, trabajo a tiempo par- cial. En la actualidad, més del 74% de los nuevos contratos de trabajo realiza- dos en el afio se hacen bajo una de esas formas “atfpicas”. De ahi la multiplica- ci6n de las situaciones caracterizadas por alternancias entre dos empleos, la sucesién de periodos de actividad e inactividad, sobre todo para los jévenes que entran en el mercado de trabajo. Puede Hlamarse “precariedad” a esas relaciones mas labiles con el trabajo que contrastan con la estabilidad y la con- sistencia dé la relacién clasica con el empleo Pero tal vez hay que ir mas allé de lo que comienza a ser considerado como evidente e interrogar con més profundidad la relacién que existe hoy entre ‘Christophe Rama (véase Emploi loge dela stabit,LEtat soil contre a flirt, Pais, lle et Une Nuits, 2006) es uno de los rarcsexpecilistasen defender, por el contraro, cera cestabilidad de la elacion con el empleo que no seria tan diferente de lo que era antes de Is aiios selena. Ee ert que el mundo de absjo nunca se caracterizé globaimente por su estabiliad, Siempre hubo una movilidad profesional importante, incluso en perodos de casi pleno empleo. [Asi se pud calcular que Ia tasa de movibided de la poblacisn activa (pasaje de un empleo a ‘tr, del empleo a la desocupacin, de la desocupaciin hacia el empleo) era del 12% para el ano 1974. Pass al 163% en 2001, lo que petria parecer un increment relativamente limitad (véase [ean Frangois Germe tl, Les Mobis pjesionneles. De Tinstabiité dans Iemplot a gestion des Inajecloies, Paris, La Documentation Frangaise, 2003). No obstante, esto implicara olvidar la dlistincin entre moilidadoblgada y noid elegida. En perioco de easipleno empleo el traba- Jador puede dimitir de su empleo para buscar una mor, mientras queen la cayuntura actual, carbo en ia rlaci com el empleo se race por lo general en el passe ala desocupscén © tenel pasje de Is desocupacion al empleo, incluso de a desocupacton a desocupacion tas tt ‘aso por el empleo. Aunque la dstincion entre estos dog tipos de movilidad sea difell de neds con total rigor, los autores del estudio cit, sin embargo, pudn infer wn “incremen- to de las movibdaces cada wee mis ligado a una desestabilizacion del empleo” (p. 113} MAS ALLA DEL SALARIADOOMAS ACA DEL EMPLEO? 129 empleo y desocupacién por um lado, y entre estabilidad y precariedad del em- pleo, por el otro. Con respecto a la desocupacién, hay que recordar que el sentido moder- ro de la palabra fue definido y se piensa, de manera explicita o implicita, en el horizonte del pleno empleo. Christian Topalov mostré con claridad que nues- tra concepcién de la desocupacién, que se constituye en tos paises industiali- zados entre fines del siglo xix y comienzos del xx, supone la reunién de cierta ‘cantidad de condiciones precisas, y en particular, una definicién rigurosa de Ja poblacién activa y una nomenclatura de oficios inventariados que corres- ponden a exigencias de calificacién y duracién que no son las de cualquier actividad; por ejemplo, un trapero o un trabajador ocasional, hablando con propiedad, no forman parte de la poblacién activa, y, cuando no trabajan, no son desocupados.* Ast, la desocupacién es la consecuencia de un déficit entre la oferta y la demanda de empleo en el marco estrictamente definido del con- junto de los empleos, y el desocupado es un “solicitante” de empleo que espe- ra encontrar un lugar en la nomenclatura de los empleos que existen o sean ‘reados. Cuando la espera se prolonga, se habla de “crisis”, entendida como un desajuste més o menos grave entre la oferta y Ia demanda de empleo en el mercado de trabajo, Pero la gravedad de estas situaciones de no empleo no pone en entredicho la complementariedad entre desocupacisn y empleo. ‘Tengo la hipétesis de que hoy podria haber formas de no empleo que no sean exactamente desocupacidn, en el sentido de que habria solicitantes de empleo que no serian susceptibles de encontrarlo. Se ubicarian en el no empleo sms que en la desocupacién porque habria una falta de empleos que no seria susceptible de ser absorbida, En efecto, todo ocurre como si el nuevo régimen, del capitalismo resultara incapaz de garantizar el pleno empleo, como Io ‘musstra la existencia de una desocupacién masiva en apariencia irreductible. Para decitlo en ottos términos, en la coyuntura actual y en la medida en que las demas cosas permanezcan iguales, no se podvia combatir la desocupacién ‘Christian Topalov, Nissance du chimer, 1880-1910, Paris, Albin Michel, 994. La prime +8 obre que plantea la problemétice de Ia desocupaciSn moderna (William Beveridge, Unem= ploynent. Problem of Industry. Londres, Longmans & Green and Co, 1908) comienza pot ‘operar esa separacign necesaria entre los trabajadares permanentes 0 aloe cuales hay que Imponer Ia permanencia del trabsjoy la nebulosa de los pobres, de los vagabundos. de es marginales que viven de argucias 0 de “trabajitos", que seran abandonades a su suerle @ slependeran en el mejor de los cases dela asistencia, Hablanda con propiedad, no puede haber desocupacién sino se comienza por excluir dela prablemtice del empleo alas pobla- ‘ones Aotantes que se ubican en los margenes del trabajo. 130 LAS DESREGULACIONES DEL TRABAJO por elretorno al empleo en su forma clisica. Habria asf un no empleo que no dependeria de la forma clésica de salida de la desocupaciGn consistente en restablecer el equilibrio enire la oferta y la demanda de empleo, En la misma logica, habria que volver a analizar qué se entiende por “pre- cariedad del empleo”. fsta es comunmente pensada con respecto ala estabili- dad del empleo, como lo muestra la expresién “formas atipicas de empleo”, ‘que subraya un défict respecto del Contrato de Duracién Indeterminada (co1) concebido como la forma canénica del contrato de trabajo. Pero esta lectura podria no adaptarse mas a ia situaciOn actual sies cierto que la dinémica pro- funda de las transformaciones del empleo va en el sentido de su expansi6n. Expansidn todavia limitada, que hace que esos contratos de trabajo sean muy minoritarias en términos de stocks (et 13% de los empleos hoy, contra el 3% en. 1970). Pero.en términos de flujo, es decir, de entrada en el mercado de trabajo, son por el contratio preponderantes (mas del 70% de los nuevos contratos de trabajo en la actualidad). $i esta dindmica prosiguiera, la inestabilidad del ‘empleo pronto reemplazaria a la estabilidad como la velocidad de crucero de Ja organizacién del trabajo. Casi no tendria sentido entonces llamar “atipicas a formas de empleo mayoritaries. Sin duda hay algo mas grave. Esas formas llamadas “atipicas”, a su vez, no representan sino casos particulares, incluso de algiin modo “clésicos”,alte- raciones con respecto al empleo canénico. Por otra parte, son perfectamente reconocidas y bastante bien protegidas por el derecho det trabajo. Sin embar- 0, hay que reubicarlas en el campo también en expansién de contratos de tra- bajo todavia més alejadas del empleo clasico. Por ejemplo, los dispositivos ins- talacios apartir del “pacto para el empleo de los ovenes” iniciado por Raymond Barre en 1977. Estos se multiplicaron desde entonces a través de realizaciones como los TUC (trabajos de utilidad colectiva) o los ces (contratos empleo soli- daridad) para nombrar los mas conocidos. Existen alrededor de 35, cuyo inven tario seria fastidioso hacer, méxime cuando la mayoria desaparecieron, aunque fueron reemplazados inmediatamente por otios. Hoy estén actualizados en la seccién “empleo” de la ey de cohesién social votada en 2005, que involucra a Ja vez al sector mercantil y al no mercantil: contratos de futuro, contratos de acompafamiento en el empleo, contratos de aprendizaje, contratos de profe- sionalizacién, contratos jévenes en empresas, contratos de iniciativa empleo, ingreso minimo de actividad... Programados en su mayoria a cinco afios, debe- rfan involuerar entre 2 y 3 millones de personas. ‘Aesta nebulosa habria que asociar la multitud mal explorada de las pasan- ‘fas, Gratuitas o mal remuneradas, oscilan desde la pasantia falsa al empleo aMAS ALLA DELSALARIADO O MAS ACA DEL EMPLEO? mm disfrazado y conciemen a alrededor de 800 mil jévenes.” Pero también habria que tener en cuenta una buena parte de los empleos recientemente reactivados por el "plan de desarrollo de los servicios a la persona” del ministro de la ‘Cohesi6n Social, De estos servicios se dice comiinmente que representan un, inagotable “nicho de empleos”, lo que no es falso, con la condicin de aiiadir que con frecuencia se trata de actividades poco calificadas y de tiempo parcial, lun prestador que distribuye servicios de algunas horas a varias personas. Mencionemos también el desarrollo de las situaciones precarias en el sec- tor piiblico, que por lo general se considera el representante de la estabilidad del empleo, En 2002, sin embargo, el 16% de los asalariados del sector puiblico dependia de un contrato corto, contra el 12% de los asalariados del sector pri- vado, y desde 1990 la proporcién aumenté més en el piblico, pasando del 11% al 16% contra el 9% y el 12% en el privado. Estas situaciones son extre- madamente heterogéneas, cop, auxiliares, diversas formas de sustitutos y de ‘empleos asistides, pero con frecuencia estin marcadas por la precariedad: slo €124% de los beneficiatios de un contrato corto en 2000 se encontraban en cbt un afio més tarde. Por tiltimo (pero corre el riesgo de no ser exhaustive) habria que inscribir ‘en este panorama esas dos iniciativas recientes representadas por la instaura- cin del Contrato Nuevo Empleo (ce) y el Contrato Primier Empleo (cre), Estos contratos atentan contra el derecho del trabajo al dar al empleador un poder casi absoluto en los procedimientos, o mas bien por la ausencia de pro- cedimientos de despido. También aqui estos nuevos contratos se ubican en tuna larga serie de medidas que resiringen progresivamente las garantias del derecho del trabajo La amplitud inesperada de la movilizacién contra la més reciente de esas medidas, el cre, condujo, como se sabe, a retirarla. Como la gota de agua que hace rebalsar el vaso, fue el revelador de una toma de con- ciencia de la profundidad y Ia gravedad de un proceso de precarizacién en ‘marcha desde hace largo tiempo en el campo del trabajo. Porque realmente de eso se trata, en tltima instancia. Por cierto, la mayo- ria de estas medidas son siempre presentadas como provisionales y destina- das a servir de transicién en un recorrido que debe conducir al llamado “empleo duradero”. Pero la experiencia de aquellos que llevan a cabo estos 2 Veeco Collectif Génération Précaire, Sos stage tat, Pars, La Découverie, 2006, ' Véase Emmanuel Favre, Premires Informations et premiéeseynbitecs,2 de enero de 2006 ? Véese “Un nouvent droit du travail et de Vemploi?”, mimero especial de Droit socal, suim. 12, diciembre de-2005, 12 LAS DESREGULACIONES DEL TRABAJO reco por lo generals muy diferente En garde un tans hac repteo duos een Seer el pasa dura pant ok, 0 sccontate utd acs oe convate aid oun empleo de doracion nnd, cone itrvalo de peiodes miso menes argos de nactivided, aeporadcs pais samposode aye soilan ors de aya fama can sr etete yes tambien lguna acviades dle Se ase ss ne sescloade cn cou acviade que som supucsamente provisos y que 35 reese Giulsan no pemanentes en odo cavode durin indsterminad, Sooner, que ge dda, bn bra que reconsider lo que se debe entender hoy por “precariedad”. As{ como a fines de los afios setenta el ascen- seidc una deerupecon masva fue perso primer comm un momento de S235 duguse as saben an plazo doo mene go, os precedes is spat tn rn pcos amano re habe pry del qu ae deb poder slr on un poco de pacienci aanacpluion i elo de ee precrcdd,etendida, sobre odo pa sejoceme como um melo de malipicar ls experiencisyentiquece snl peiona Pero hoy on saa precaiedad se ntl mismo sage cua be desarla Se cenit as enum conan dealgana manera real asta oguicain de tebe, con su craters props prone siginen decison. Ax como sealed “condo sla” (sro srrdada por lente del enpce dea svedad slr), Nari que hablar de condicién precaria, entendida como un registro propio de existencia del sala sas Um prcarindod permanente qu yn tenia nada de exceporl de provisorio. Se podrfa Namar “precariado” a esia condicién bao Ja cual la pesado ce et enn eit propo dea oganzacion dl tabs {SALIK DEL NO EMPLEO MEDIANTE EL SUBEMPLEO? Propongo comparar las dos proposiciones que acabo de expresar 1. Hay no empleo masivo que ya no es exactamente desocupacién, sino mas bien un défict de empleos que no permite considerar al conjunto de los de- socupados come solicitantes de empleo en situacién de carencia mas 0 menos prolongada con respectoal empleo. 2. En paralelo se asiste a la institucionalizacién de las condiciones de trabajo {que la mayoria de las veces siguen siendo actividades asalariadas, pero que ya MAS ALLA DEL SALARIADO O MAS ACA DEL EMPLEO? 133 ‘no se inscriben por completo en Jos marcos de una condiciGn salarial de pleno derecho, Ellas transgreden uno 0 varios puntos de las garantias del estatuto del empleo, ya sea en cuanto a la duracién, y/o a la remuneracién. y/o a la proteccién social. Como caso limite de una situacion particularmente degra- dada se puede evocar el Ingreso Minimo de Actividad (nx), instituido por una ley de diciembre de 2003 que reforma el Ingreso Minimo de Insercién (an) y es retomado en la ley de cohesisn social de 2005. Involucra a beneficia- rigs del nat a los que se propone o impone un contrato de trabajo de una duracidn de seis meses renovable dos veces por 20 horas de trabajo semanal pagadas por suai. La remuneracién comprende el subsidio del nat pagado con el dinero publico, y se completa con una colaboracién del empleador para aleanzar el sarc horario. Los derechos sociales vinculados con el salariado (Gubsidio de desempleo, derecho a In jubilacién) san establecidos sobre esa parte restringida que abona el empleador, del orden de 130 euros por mes. Si ‘uno es malintencionado, puede calcular que habria qué trabajar asi 140 aos para tener un derecho completo a la jubilacién. Acestos dos datos -la existencia de un no empleo en apariencia irreductible y Ja institucionalizaci6n de formas de subempleo- hay que afiadir un tercero para reconfigurar el estado actual del mercado de trabajo. En efecto, desde hace algunos aos se asiste a una extraordinaria presién, por no decir a in chantaje, para hacer que todo et mundo trabaje. Los discursos sobre el fin del trabajo ¢ incluso sobre la distribuciGn del trabajo, aunque tan cerca en el fiem- Po, se encuentran muy lejos en Jas mentalidades. La polémica alrededor de las leyes Aubry sobre la reduccién del tiempo de trabajo en particular dio lugar a tuna sorprendente sucesi6n de diatribas contra esas disposiciones acusadas de evar a Francia a la ruina e instalar a nuestros conciudadanes en la ociosidad. “Francia no debe ser un parque de diversiones”, deciaraba durante el verano de 2004 el primer ministro Jean-Pierre Raffarin, en el marco de un concierto de ‘muchas otras voces politicamente autorizadas. En forma paralela se culpabili- za cada vez més a los desocupados, sospechados de no querer trabajar (los “desocupados voluntarios”), y se acusa a los beneficiarios de la ayuda social como a los del xatt de vivir a expensas del dinero priblico y de los esfuerzos de aquellos que tienen el coraje de ganarse la vida. Estas presiones serfan aberrantes en una coyuntura dominada por un no ‘empleo masivo, sino se comprendiera que apuntan a promover una sociedad de plena actividad que ya no tendria que ser una sociedad de pleno empleo. Una sociedad de plena actividad como preconiza también la Organizacién para 134 LAS DESREGULACIONES DEL TRABAJO 1a Cooperacién y el Desarrollo Econémico (ocoe): todo el mundo debe trabajar, ‘el hecho de no trabajar representa e! mal social radical. Por lo tanto hay que ‘abrir el campo de las actividades, explotar nuevos “nichos de empleos”, pero {que evidentemente no todos pueden estar estructurados como empleos clisi- tos. Desde ese punto de vista las presiones morales, la culpabilizacién de los Inactivos, el refuerzo de los cantroles y de las coerciones sobre todos aquellos y ‘aquellas que estin fuera del trabajo no son sélo titles sino indispensables. Se requieren mas medidas coercitivas en la medida en que muchas de esas activi dades son poco atractivas, pobromente remuneradas, mal protegidas por el derecho del trabajo y mal aseguradas por la proteccién social, A menudo pro- pponen tareas que nadie deseara ejecutar ni aceptaria si fuera posible sustracr- fe. Se esta cerca asf de situaciones como las del proletariado de los inicios de la industrializacion, y hasta de situaciones mas antiguas, en las sociedades prein- dustriales donde, para la gente del pueblo, la forma dominante de organiza- cién del trabajo fue el trabajo forzado bajo multiples caras.° Si el mercado de trabajo no puede ya remitirse ala ley econémica de la oferta y la demanda para garantizar el pleno empleo, es “normal” que se impongan coerciones morales fuertes, El que no trabaja se convierte én un “mal pobre”, y esta expresién est cargada de signos de estigmatizacion moral y de tratamientos socialmente coutcitivos. Es comprensible entonces que pueda existir una suerte de interés “enaceptar casi cualquier trabajo para no convertirse en un “mal pobre”, y acep- tar asi el hecho de ser un working poor, un trabajador pobre pero que al menos tiene el mérto de trabajar, aunque su actividad no le proporcione las condicio- nes minimas de su autonomia econémica y de su independencia social. Hay asi una racionalidad de las estrategias que se instalan en la actualidad ‘para institucionalizar formas de actividad por debajo del empleo clsico. Sia la vez hay un no empleo masivo y una imposibilidad de volver al pleno empleo ten el marco de las politicas actuales y de un funcionamiento del anercado que Kar! Polanyi liamaba “autorzegulado”, vale decir, abandonado a su propia dinsmica, la vinica posibilidad de accién voluntarista consiste en tratar de pellizear la masa del no empleo inventando formas nuevas de subempleo.” 1» Vase ms arriba el capitulo 1; “EI trabajo entre servidumbeey libertad: el Togar det derecho” Robert Castel y Jacques Donzelot, “Entrtien: Vinvention du sous-emplei”, en Esprit sim, 216 Julio de 3005. Eate razonamiento, evidentemente, solo vale “en circunstancias ‘omejantes”en el masco dela coyuntura presente, Podria ser muy distnto con politics eo Folens y sociales diferentes, de inspiracgn eynesiana, que garantizarian el crecimiento ¥ Tleurian verdaderos emplcos en cantidad suficiente a través de la reactivacion de a eran 2MAS ALLA DELSALARIADO O MAS ACA DEL EMPLEO? 135 Si-se toma en serio el drama que constituye la desocupacién, o mas bien el rno empleo masivo, conviene cuidarse de las condenas ligeras de tono que son féciles de expresar cuando se ocupan posiciones seguras. Ante vidas que corren «el riesgo de ser destruidas por la ausencia de trabajo, puede planiearse la cues- tin de saber si poco no es mejor que nada, y si formas degradadas de empleo no son en cierto modo deseables y.deseadas respecto de la ausencia total de empleo. Precisamente les corresponde decidir, con libertad si es posible, a quie- nes estén ubicados en esas situaciones dolorosas, ya que los andlisis sociol6gi- cos 0 politicos se ubican en otro nivel. Pero estos anilisis no pueden sino subrayar el costo, bastante alto, de tales transformaciones, Llevada a su térmi- no, esta subversién del estatuto del empleo conduce a una salida por debajo de la sociedad salarial, Como se ha mencionado, la sociedad salarial estaba caracte- sizada por una jerarquia de los empleos, entre los cuales existian fuertes desi- gualdades. Pero también haba una continuidad de los derechos del trabajo y de Ja proteccién social gracias a la cual se podia construir una solidaridad en la diferencia. Fl destizamiento hacia una amplia gama de actividades que en diver- 50s grados estan en défict con respecto al empleo corre el riesgo de romper la es tructura misma de una “sociedad de semejantes”. En.un extremo de la nueva estructura habria,ocupaciones precarias retribuidas en el limite de la supervi- vvencia y que van en contra de las garantias del derecho del trabajo y la protec- én social En el otro extremo se encontrarian los salarios més altos, correspon- dientes a ocupaciones muy buscadas y prestigiosas y para las cuales la pproteccién social, ya sea que esté vinculada con éstas o no, seria més bien un lujo frente a la amplitud de las remuneraciones. Para ilustrar la disparidad de Gasol y una rdistbucn mis equa dea riueza disponible Sino pongo et ven- tale tel cen demi neue noes pong do sea dem preeencen por cié tale ech del porvenis Peo aga ato de desinar ios prinsplesUnemietos qjueatinn en asec etalon Ia cial hasta use posh cont no existn ft Sion lr plone nnn coon oma a una itepetcin ms opts, y Rata may otis, vee Cvs Re Empat ded stb op saat ates "parantun debate sobre el cxenel que parcipé en Radio Beurmy fee a as crt cat muy fuerte que yo mnesat, alrededor dea ted ein cena de oentos oe intvinire, too “jvenes del suburb" ens bin defo el cre in ens, on Coen dvs “Esta en lon i guar [on pastas en ira ds a dein Senetnonacal ens ment com nope sr pee yea eda ns Gdn vers chance No dgo que ean zim per empoco pu dec ques estinono no ea ringin sentido. En odocaso,nos reer que pera qe ext erect dl abo que prof en ut 2249 la dcrimincnen el explo, poo menos dbera pr Site Defender el derecho del bp ee ambien defender a spacin de! derecho. 136 LAS DESREGULACIONES DEL TRABAJO. las posiciones sobre esta gama se pondria en una punta, por ejemplo, al “benefi- casio” del nx4a que trabaja durante seis meses renovables dos veces por medio sic de 545 ouros por mes, y en la otra punta a Zinedine Zidane con su contrato de trabajo de més de 5 millones de euros en el Real Madrid, que sin duda lo ‘convertia en el mAs rico asalariado francés (sin contar los emolumentos més ‘levados todavia que obtiene al vender su nombre para publicidades) ‘Vemos que esta disparidad de las situaciones es muy diferente de lo que llamé el continuo diferenciado de las posiciones de la sociedad salarial. Sin ‘embargo, ella no implica que hayamos pasado necesariamente “més allé del salariado”. La mayoria de estas nuevas situaciones puede inscribirse en una relacién salarial. Pero indiscutiblemente estén por debajo del empleo con respecto a las més bajas, y por encima del empleo en relacién con Tas més altas. No obstante, lo. mas significativo no es sin duda la desigualdad entre tos ingresos, aunque se la pueda considerar exorbitante, Es mas bien la ero- siGn del derecho del trabajo y la proteccién social, es decir, del estatuto del empleo que estas transformaciones ratifican. Ellas promueven wna remercan- tilzaciSn de la relacién salarial, que conduce a la pauperizaci6n para los perde- + ores y a Ia opulencia para los ganadores en un juego que se volveria mera- ente competitivo. en npabversién de a ecn de emplea,desaparece ele nome cantil de la relacién salarial, y con él, la propiedad social, esa garantia de las protecciones y los derechos sociales que habia asegurado un minimo de inde- pendencia econ6mica y social ala gran mayoria de los asalariados, Se produce tun retorno dela ley hacia el contrato que parece susceptible de colmar y acaso iris allé de los deseos del Movimiento de las Empresas de Francia (sD) MovstrpAp, SEGURIDAD, SOLIDARIDAD ‘Traté de llevar a su extremo y de una manera voluntariamente unilateral una Iinea de andliss. Esta subraya que se asiste simulténeamente a cierta fragmen- tacién de la forma clésica del empleo y a la multiplicacién de formas de activi dad cuyas prerrogativas se ubican por debajo del estatuto del empleo de la sociedad salarial. También comprueba la progresién de estrategias politicas de inspiracion liberal que ratfican tales transformaciones, las oncializan y de alsin modo las insttucionalizan dandoles tuna posicign incluso degradada (contratos subsidiados, cNb). Estas estrategias hacen de la insttucionalizacion de la precariedad un arma para corroer el no empleo masivo. Como la rnult- MAS ALLA DEL SALARIADO O MAS ACA DEL EMPLEO? 7 plicacién de estas actividades conduce a hacer activo a todo el mundo a cual- guier precio y en cualquier condicién, en iiltima instancia podria absorber completamente el no empleo economizando la creacién de empleos “clésicos”. Esta dindmica esté en marcha en el plano de las reestructuraciones actuales de 1a organizaci6n del trabajo y a la vez en el de las politicas del empleo y las politicas de tratamiento social de la desocupacién. Por eso traté de deslindar su coherencia y subrayar su fuerza Sin embargo, esta dinamica no es (;todavia?) hegeménica. Si el estatuto del empleo perdis la posicién altamente dominante que tenia en Ja sociedad salarial, no esté sin embargo abolido, ni siquiera necesariamente condenado a Ja desaparicién. Por cierto, el argumento de que todavia representa en la actualidad la mayoria de los empleos no basta para garantizar su porvenir, porque se ha subrayado la fuerza de la dinsmica que opera en el nivel de los. Primeros empleos cercenando el stock de los empleos estables. Pero este pro- ‘ceso podria ser obstaculizado antes de llegar a su término, la disolucién com- pleta del empleo estatuido, al menos por dos razones. En primer lugar, permanece abierta la cuestiGn de saber si es el conjunto de los empleos el que esta implicado en el proceso que conduce a su destruc- ion. La crisis del empleo abarcé en toda su extensién la relacién salarial Ila- ‘mada “fordista” tal y como se constituyé bajo el capitalismo industrial en el ‘momento de la preponderancia de la gran industria, con una fuerte homoge- neidad de las tareas, una jerarqufa rigida de las disciplinas de trabajo y un alto nivel de subordinacién compensado por las ventajas y los derechos concedi- dos a los asalariados (e! “compromiso social” del capitalismo industrial), Este modelo del empleo es demolido con las transformaciones actuales de la orga- nizacién del trabajo en el sentido de la individualizacién de las tareas y de la optimizacién de la rentabilidad con las exigencias de flexibilidad, de movili- dad, de adaptabilidad, de polivalencia... En este sentido, es correcto afirmar que la estructuracién actual del trabajo es en gran medida “posfordista” (aunque todavia subsistan sectores sometidos a una organizacién tayloriana ‘oneotayloriana del trabajo). Pero el naufragio del modelo fordista del empleo zacarrea un naufragio general del estatuto del empleo? Para decirlo de otro ‘modo, zse debe asimilar ~como en general se hace siguiendo a la escuela de la regulacin- el estatuto del empleo con su versién “fordista”? En la sociedad salarial, y desde hace mucho tiempo, existen estructiras de empleo que no parecen reductibles a la relacién salarial fordista stricto sensu, como el estatu- to de la funci6n publica, pero también posiciones altamente calificadas del sector privado, como las de ejecutivos, técnicos superiores, que asocian las 138 ‘LAS DESREGULACIONES DEL TRABAJO regulaciones fuertemente protectoras del estatuto del empleo y las exigencias de individualizacién, diversificacion y personalizaci6n que se podtian califi- car de "posfordistas”. Esto significaria que la legislacin social que garantiza elestatuto del empleo no es necesariamente obsoleta, aunque deban tenerse cen cuenta las exigencias de movilidad de la organizacién de! trabajo. En segundo lugar, dista de ser evidente que la inestabilidad total del ‘empleo, com Ia inseguridad permanente que se asocia a ella por el lado de los trabajadores, sea compatible com las exigencias bien entendidas del nuevo régimen del capitalismo, precisamente aquel que impone una competencia exacerbada y una productividad maxima. Se supone que el nuevo “opera~ dor”, como se dice hoy, debe ser cada vez més ausGnomo, responsable, capaz de participacién y de cooperacién. En lineas generales, debe estar también particularmente bien formado y calificad6. Sus aptitudes profesionales no son facilmente extrapolables y sustituibles, menos en todo caso de lo que eran en una organizaciGn estandarizada y jetarquizada del trabajo de tipo tayloriano.! Cierta estabilidad y un minimo de seguridad, condiciones de la acumulacién de las experiencias y de la transmisién de los saberes profesio- rales, condiciones también de la constituicin de las culturas de empresa, laparecen asi requeridas precisamente en nombre de la eficacia esperada del “capital humano”. Incluso si se retoma esta expresin tan preciada por los Iiberales, el capital humano no es un dato intrinsecamente reductible a su valor mereantil, la figura del “trabajador desechable” no es la mejor repre- sentacién en to caso no esa inica~ que se pueda hacer dl asalariado de 10s venideros. Por otra parte, parece que esta toma de conciencia pees epee epee tape aponinearra ‘Ahora bien, estas dimensiones no mercantiles de la relacion de trabajo son precisamente aquellas que estin inscriptas en el estatuto del empleo: seguri- dad profesional minima con el derecho del trabajo, seguridad social minima mn a proteccién social son reste moto nlusosi se da su mayor ues la nga qv cond ce al desmantelamiento del estatuto del empleo, como lo intenté aqui, dos eventualidades permanecen abiertas para anticipar cul podrfa ser el desen- lace iiltimo del proceso. La primera conduce a encarar la prosecucion de este proceso hasta la recomposici6n completa del salariado en un marco mera- © Vase Chtphe Rama, Emp ge de stil op 1 Ven Dar hen Nos ope mde, Pr, lanai, 199 (ead ep Nestor tony mr, Breton, Tags 201 2MAS ALLA DEL SALARIADO 0 MAS ACA DEL EMPLEO? eo mente mercantil, donde el contrato de trabajo se contenta con ratificar la venta de una capacidad de trabajo al precio del mercado. La segunda even- tualidad conduce a hablar de una segmentacién creciente del mercado de trabajo. A partir de comienzos de los afios setenta y en tn periodo de creci- miento, Michael Piore y Peter Doeringer sefialaban ya la existencia de un “mercado extemo del trabajo” sometido a todos los avatares de la coyuntura y caracterizado por la precariedad del empleo, la pobreza de las remunera- ciones, la ausencia total de seguridad, en oposicién al “mercado interno” del trabajo constituido por empleos protegidos, correctamente remunerados y provistes de garantias estatutarias 8 Podria interpretarse la coyuntura actual como un agravamiento dréstico de ese dualismo. Por un lado, se multiplica~ zon las actividades que dependen del mercado secundario, fragmentando el salariado (incluso en el seno de una misma empresa, y también por interme- dio de Ia tercerizacién) en categorias cada vez mas heterogéneas, Pero el “mercado interno” mismo es ampliamente afectado por la segmentacién y la precarizaci6n, con una desestabilizacién de los estables y una degradacién de las posiciones que parecian garantizadas. Por lo tanto, ya no puede repre- sentarse la diferencia entre esos dos segmentos del mercado de trabajo como si formaran una dualidad estanca. La dinamica que recompone la organiza cién det trabajo y desmorona el empleo estable atraviesa el conjunto de las situaciones de trabajo, al tiempo que afecta mas a los sectores menos califica- dos pero sin preservar a los més calificados.™ Sin embargo, esta transversali- dad del proceso de degradacién de los empleos no excluye que puedan sub- sistir e incluso que se creen empleos estables y protegidos, sobre todo si es cierto que este tipo de transformaciones conciemne en particular alas relacio- nes de trabajo de tipo “fordista”, que no implican mecénicamente a la totali- dad de los empleos Si el objeto de la sociologia no es profetizar el porvenir sino tratar de com- prender el presente, no es necesario tener la pretensin de decidir aqui cual de esas dos eventualidades se impondrs, sila destruccién del estatuto del empleo "= Peter Doeringery Michael Pore Infernal Labor Markets and Manpower Anais, Lexing- ton, Heath Books, 1971 [trad esp: Mercudos interns de trabajo y ands laoral, Maria, Mins terio de Trabajo y Asuntos Sociales, 1985], Para una aplicacion de este tipo de endlisis ala situacidn francesa de los anos setenta, véase Michael Piore, "Duals in the Labor Market. A Response to Uncertainty and Flux”, en Reoue économie, vol. 19, atm. 1, enero de 1978 "+ Véaso Michel Kokorefiy Jacques Rodrigues, La France en mutations. Quand Imceritude {fut sci, Poets, Payor, 2008 40 LAS DESREGULACIONES DEL TRABAJO ‘9 su mantenimiento limitado a sectores protegidos.)” Sea como fuere, la sittia- ‘ign es bastante grave como para que plantee un desaffo en cuanto ala mane- ra de reformular les solidaridades. Aunque persista un basamento de empleos estables, ya no tiene, y sin duda tendré cada vez menos, la consistencia sulfi- Ciente para garantizar las protecciones esenciales como ocurria en el apoge0 de la sociedad salarial. En el registro financiero ante todo, habida cuenta de la desocupacién masiva y la precarizacién del trabajo (que limitan el ingreso de trabajadores y terminan aumentando los gastos sociales), lo esencial dela soli- daridad no puede ya ser subsidiado sobre la base de las cotizaciones del tra- bajo Pero sobre todo en lo estructural, el sistema es profundamente desesta~ bilizado en la medida en que descansaba en la participacién del conjunto del salariado en la construccién de la solidaridad (con excepcién de un segmento residual que representa el mercado secundario del trabajo). Hoy en dfa las poblaciones en situacién de no empleo o de subempleo ya no forman partede tse continuo diferenciado de posiciones salariales que, ala vez, se aseguraban, a simismas y contribufan a asegurar el funcionamiento del conjunto del siste- ima, Ellas ya no son los agentes de la construccién de las solidaridades sino dependientes en demanda de ina cobertura.” Frente a esta coyuntura, la exigencia de mantener una solidaridad exten- dida deberia pasar por la securizaci6n de esas situaciones de ausencia de tra’ bajo o de trabajo degradado. {Es esto posible? Desde hace algunos afios, frente 17 Baste otra eventualidad que evoqué anteriormente: a reactivaciin de una verdadera politica de pieno empleo bajo Ta égida del Estado. Pero también dije que, sin exclu esta Poeiblidad para el porveni, no entraba directamente en el marco de la aprecacion que se ‘uede tener sobre laelacign de faerzas que gobiera ls transformacionesacuales “ta toma de concieneia de esta imposibiidad dio lugar a Ia creacion de la Colaboracion ‘social Generalizada (es), inaugwrada por el gobiamo de Michel Rocard en 1990 y constan= temente desarrollada desde entonces. Hoy en df, el conjunto de los gastos en salud dela sepuridad coca es financiado por la es, es deci, pot el impucsto. El porcentaje de los g2s- rrsociales financiadgs por las cotizaciones salariales y patronales pasé det 80% de las Cateadas toales en 1997 a1 60% en 2001 [véase Bruno Paller, Gouoerer tx Sécurité sociale, Paris, UF, 2005), Ta inlexion actual del trmino “solidaridad”traduce esa transformacion. FL sentido clisico, durkheimiano, de "solidaridad” expresa las relaciones de interdependencia que ‘Gren el confunto de as partes del cuerpo socal y garantizan su incision (olidaridad org [Ria) Poru ahora se hebla cada ver mas de “pastes de solidardad”, para referise « auxilios ‘lorgados en su condicion de recursos a calegorias particulares cela poblacion ubicadas foors del réginen comin de os intercambies sociales (por ejemplo, el subsidio de solidari- dad especfica (ass) para los desoeupades que legaron al “fin de derechos") [Sellama “fin de Gerechos" (fn de dots la stuacion Tos desocupados que egavon al téemino de sus derechos indersnizatorios por desemplea. (N. del.) (MAS ALLA DEL SALARIADO O MAS ACA DELEMPLEO? wm a la comprobacién de que la permanencia del empleo no constituia ya un Sopertesuiciente para garantiza las protecciones del tabao,aparecieron ‘numerosas reflexiones y propuestas que apuntan a trasponer sobre la persona tuto del activo” ® “estado profesional de las personas”, "seguridad social profesional” ® “securizacién de las trayectorias profesionales” 2 E] objetivo de estas propuestas congruentes es hacer compatibles movilidad (0 fexibili- dad) y seguridad. Una permanencia de los derechos subsistria através de la discontinuidad de los recorridos profesionales durante los periodos de pér- dida del empleo, de alternancia entre dos empleos, de formacién para estar en condiciones de ocupar un nuevo empleo (en esta perspectiva, el lugar de la formacién es esencial). Una forma de solidaridad seria asi garantizada, inclu so cuando el trabajador ya no esté incluido en los sistemas de proteccién colectiva construidos sobre la base dela permanencia del empleo. “Dar un estatuto al trabajador mévil”2> constituiria sin duda el nuevo compromiso social, diferente al del capitalismo industrial, entre los intereses de un mercado que se ha vuelto cada vez més competitive y volatly los inte- reses de los trabajadores medicios en términos de seguridad y protecciones, Sin embargo, no se trata de un conjunto de propuestas que bastaria con apli car, y enormes cuestiones permanecen abiertas. Por ejemplo, zcémo podrian ser aprovisionados (firianciados), administrados y garantizados esos nuevos derechos cuya consistencia deberia permititles garantizar una securizacién ¢fectiva no s6lo de las situaciones de trabajo sino también de las actividades precarias y el no trabajo (desocupacién}?25 Esta reorganizacién de los dere- chos y las protecciones del trabajo gdeberia concernir esencialmente a las 2 Frans Gru “La notion empl on ai, ‘ > pin dot en Dita i 6,195 Fain Sop (i) dra ce Tenpet Tanareatn ape er dt sro Eure Pats Hanno, 1 CStarcate e Dg “Aprse cone un Swi ne pfs ten conten ent dem Coe oe eae eae noc os dna ch chase del cory tai hea ee ee tidos de izquierda. . eee 3 Bernd Gis, Ts sublines ures pl np, Ps, Fa Fs tamblniatembca dos"meradertarleenaes del bpm vase te eee, solved mpm enemas tay eee errs eee eee eee det inpetads de Dramane yqucdatupernmeyraoareceemenenee ee AS ne fot eave Aelia Pest ee nnn eee ERIE pero que planes mumerosas cuestonesdifies para garenisarsu cocoon Vesce td 12 [LAS DESREGULACIONES DEL TRABAJO “zonas grises” del empleo, ¢s decir, a nebulosa en expansion de las activida- des por debajo del empleo clisico, 0 refundar por completo el conjunto de los derechos y las protecciones del trabajo, inclusive para aquellos que tienen actualmente un empleo estable?” Se podria agregar otras cuestiones molestas, al tiempo que confesamos que no es posible improvisarles respuesta. Sin embargo, no es en vano plan- fearlas porque ellas permiten dimensionar el desafio que tenemos que enfren~ tar para volver a pensar lo que podria ser la solidaridad en el siglo xx. Si se quiere mantener en esto una concepci6n exigent deberia epoyarse en dispo- itivos susceptibles de volver a securizar las situaciones de trabajo. En efecto, tina verdadera solidaridad que garantice una interdependencia “orgénica” ‘entre los miembros de la sociedad exige que todos estén provistos de ese mini- mo de recursos y de derechos comunes que constituyen su ciudadanta social. La consolidacién del conjunto de las situaciones de trabajo de forma tal que ‘puedan garantizar las protecciones de base es la senda real, aunque muy escar- pada, para lograrlo, De otro modo habia que resignarse a una concepci6n Gegradada de la solidaridad (“gastos de solidaridad”) que consiste en prodi jgar ayudasa las categorias més desprovista. La diferencia es que en el primer caso estamos en una sociedad donde todo el mundo es ciudadeno con todas sus ventajas y derechos, mientras que en el segundo la poblacion ests escindi- dda entre aquellos que garantizan su independencia social mediante su trabajo ‘osu patrimonio y tna nebalosa de asistidas en situacién de dependencia por {que no pueden, a partir de su trabajo, adquiri las condiciones de esta inde- ppendencia y no tienen otros recursos para lograro. 2 Encaré esta cuestion a través de la diseusién del informe Supiot ceproducida més ari- ba, capt 3: "Derecho dl trabajo reorganizacn orefundacin?”. Esa discusion es eser- tial Es propuesta de informe presetado ala ComisiGn Europea de refund el conjunto del Sireche del trabajo sobre el estatuto dela persona, y no ys sobre el empleo, es ambicioss y sertelorn Presensa el geen ménito de superar el dualismo entre un sector de empleos prots- fidosy un sector secundario del mercado de trabajo ibrado al precariadoy Ne obstante Eplicat Ta deconstruccion general del etatto actual dl empleo, con el riesgo delusion erp con quimerasen una coyuntura donde las relacones de fuerza no estan favor (es un Mii ine wantarin on refuerzo del derecho del trabajo, SEGUNDA PARTE LA RECONFIGURACION DE LAS PROTECCIONES

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