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La palabra urbanismo y su derivada: urbanista, son de reciente creacién en el lenguaje y desde su aparicién y uso en 1911 y 1914, han desper- tado controversias sobre si deben ser sinénimos de los conceptos de 1a lengua inglesa que tra- ducimos como planificacién de ciudades City Planning y planificador de ciudades City Plan- ner; por otro lado se discute si las rafces em- pleadas, de dos lenguas clisicas distintas, no debjeran ser cambiadas empleando en vez del término latino urne, el griego Pous, si no es mis claro Hamarlo Urbologia, Urbanistica, Urbano- logla, etoétera; si el trabajo a que se contra esta actividad, por su raiz URBE, se circunscribe al estudio de la ciudad, en cuyo caso el estudio de la regién habré de lamarse regionalismo y el del ambiente rural, ruralismo, etoétera. Pero no para en esto la discusién, sino que se amplia a sutiles distingos entre planeacién y planificacién, que en todo caso son slo grados de una actividad, y que por el forzoso empleo aque plancar hacer planes y planificar o hacer panos, con el sustantivo no se resignan a llamar Flanesdor al que hace planes 7 planificador al vu haga plants, sino que por cuonia, a ambos Banifcadores se Jes menciona como que no falta ‘hms fare de In Scuién de términos 26 not pretenta ante el hecho de que el actual con- cepto de urbanismo es totalmente distinto al que de tavieron quienes Io crearon, pues por ‘una parte se hace extensivo el concepto a: que Ia actividad no se contrae al estudio de la ciudad, sino por lo menos a Ia regién —Articulo 1¢ de Ia Carta de Atenas: La ciudad no es sino una y veremos Definiciones y conceptos generales parte de un conjunto econémico, social y po- Iitico que constituye la regién— con lo cual se igualaria a los términos de Regional Plan, Re- gional Planning y Regional Planner que, tradu- cidos dirfamos: Plan Regional, Planificacién Re- gional y Planificador Regional, trabajo que es ¢l mismo que realiza el urbanista. Por otro lado, difiere también de la concep- cién original en que actualmente, los anteceden- tes que a principios de este siglo crearon la palabra, no tienen el valor conceptual del ur- banismo técnico, axiomitico, cientifico de nue tros dias, de manera que las soluciones naturales, relacién directa de causa y efecto crearon Jos agrupamientos urbanos del Tos de- signamos como urbanismo “natural” o instintivo. Los esfuerzos apenas son “trazo de dejar establecido para la me} de Jo que aqui se expone y con de que ojald sirva para unificar la literatura urbanistica. EI vocablo latino anus, da origen en nuestro tar y construir, habriamos de decir PLANIFINGAR. La terminacién latina cioNeM, simplificada en idx, origina como ejemplos: justificacion, ve~ ficaciON, gratiticacion, planificacién, zonifica- cidy. Planear, hacer planes, es idear todo un sistema para obtener un fin preciso que no forzosamente se refiere a las obras que deban efectuarse para beneficio de una regién o de una ciudad; es usa- do para denotar todo acto de previsién, légico y voluntario. Luego no es cualidad de una sola profesién. Se planea un sistema de ventas, una campafia militar, unas vacaciones; se ve enton- ces que la planeacién existe en todas las acti- vidades sin que necesariamente quien Ia idea reclame-titulo. No hay tampoco titulos de “pen sador”. La planeacién en este sentido, es una actividad universal y de ninguna manera una ciencia en si. La previsién es, desde luego, un don que se desarrolla de manera distinta en el hom- bre, y el tener sentido de previsién, mas que en- sefianza o educacién, reclama a ar las fa cultades del dotado, brindéndole oportunidades, ‘No quiere decir esto que el planificador tenga dones de profecia, que sea un iluminado, un adi- vinador, un agorero, ya que Ja prediccién o cla- rividencia ser4 resultado 0 consecuencia de un severo andlisis de los antecedentes y, en otras pa- abras, la simple aplicacién del aforismo de Ga- bino Barreda, grabado en las piedras de la Es- cuela Nacional Preparatoria: “Saber para prever, Prever para obrar”. Planificacién es también un sistema, un mé& todo, una manera de plantear y resolver los pro- blemas sociales, materializando en obras “realiza- bles” que se desprenden de un estudio en el que habran intervenido técnicos y artistas en equipo. La realizacién del plan en la obra es lo que hace del urbanismo una técnica cientifica de aplicacién. EI plan es previsin y, para establecerlo, in- tervienen los técnicos de distintas actividades en equipo: es trabajo de andlisis. EI plano es la representacién gréfica de las ‘obras previstas en el plan y esta tarea la realiza el arquitecto: es trabajo de sintesis. Puede haber planes que no reclamen obra y, por consiguiente, van sin plano, pero no se puede imaginar que se hagan planos que no tengan plan. Luego, cuando se hace plano es porque hay plan; ast como en arquitectura el proyecto (plano) ¢s consecuencia del programa (plan), as{ en la planificacién: plano y plan, tratindose de obras, tienen etos mismos valores. Et proyecto (plano), es la representacién gré- 20 fica de las formas que deben construirse para resolver el programa-plan. EI plan-programa, dispone y ordena en gra- dos de jerarquia, las necesidades que habran de satisfacerse para el bienestar de la sociedad que las reclama y la representacién grafica de la solucién formal, superficies y volimenes, es el plano-proyecto. Plan y plano forman una uni- dad indisoluble, aunque pueda haber varias so- soluciones para un mismo programa. El plan precede al plano, de igual manera que el precede al proyecto y no es concebible plano sin plan, como no se concibe proyecto sin programa, o la factura de planos que no correspondan a una funcién prevista, a un fin preciso, lo que hace que al hablar de pla- nificacién estemos hablando de planeacién, pues ésta se halla implicita en aquélla salvo en casos, por cierto harto frecuentes, de un mapismo exa- getado que se confunde dolosamente con la pla- nificacién dentro de la burocraci aspecto de disefio, inventario, dibujismo, grafis- ‘mo, que suele ser auxiliar valioso al principio de un estudio, debe restringirse a los limites mis ‘mos del andlisis del problema, sin exageraciones que, por el volumen, hagan que Ja sol frague en un océano de mapas, estadisticas, gré- ficas, etcétera. ‘A planear le asignamos la denotacién de hacer planes; el que los hace sera planeador, y la ac- cién sera planeacién. Planificacién, seré hacer planos, pero hacer planos leva implicita la idea de planes; es asi un segundo grado de actividad que engloba la preexistencia del primero. Planificador es el que hace planos, pero como el plano es consecuencia del plan, se sobreentiende que al hacer plano hace plan, es decir: en la tarea del planificador estin incluidos PLAN y PLANO. La palabra latina ‘unpe es sindnima de 1a griega rots y de la también latina crvrTas, todas elias denotan Ia idea de ciudad, dando origen asociada a radicales o terminaciones y desde si- los atrés a vocablos castellanos de uso corriente como metréPoLis, cosmopoura, ciudadano, civil, etcétera, con connotaciones y denotaciones di- versas pero indiscutibles. Para nuestro estudio y por principio, aclara- ‘mos que el término urne y su consecuente ciU- AD, se aplica s6lo a Ia materia fisica, pero im- personal, que ¢s la ciudad, pues las palabras compuestas son derivadas de lo que es de la ciudad: lo uRnaNo. Con la ralz URBAN y las terminaciones fst1ca, 1smo y Locos, se forman los términos cuyo estu- dio y aplicacién dan origen a nuestro comenta- rio, con el cual explicamos su valor y denotacién con que los habremos de emplear; la terminacién ismica es de uso corriente para adjetivos y en consecuencia urbanistica, como adjetivo de ur- bano, es de empleo frecuente, pues constante- mente estamos diciendo: literatura urbanistica, composicién urbanistica, Con la misma terminacién pero empleado co- mo sustantivo, se forma unsaNistica en Ia que si bien Ja terminacién ca, identifica a algunas ciencias como por ejemplo: matemitica, fisica, éuca, otras hay que no lo tienen. como histori geografia, geometrfa; en cambio hay artes que también tienen como terminacién 1cA, por ejem- plo: gramétuca, retértca, miisica, poética; luego 1ca lo mismo denota una ciencia o un atte. Dados los conocimientos actuales, me paréce pretencioso designar por y desde ahora como Gencia (y mucho menos como ciencia pura) a la urbanistica, Ms razonable parece darle valor de un arte cientifico semejante a la arqui- tectura con Ja cual, ademés, guarda relaciones de paralelismo y complemento. ‘No me opongo a reservar para la urbanistica, al grado de ciencia pero por ahora los conoci- mientos que el sistema URBANISMO proporciona, mds tienden al arte cientifico que a Ja ciencia pura. Por otro lado, la expresién cultural hu- mana se hace por medio de la creacién artistica, pues la ciencia no crea, se descubre; no existe la caeacién cientifica, s6lo hay descubrimiento a través de la investigacién cientifica, metédica, simple o complicada para establecer relaciones de causa y efecto, accidn y reaccién, cosa que no existe en a obra de arte, Sélo 2 un insensato ocurrirsele preguntar a Mozart por los ingredientes de una obra musical. En el urbanismo hay creacién, Iuego hay arte, sin que esto signifique que esté confundiendo el urbanismo con el arte urbano, que serfa como confundir a la arquitectura con Ja escenografia © Ja simple construccién. Los hombres de ciencia, que especulan sobre arte, nunca superan a la obra del artista que da pie a su obra. El tratadista de estética musical, 1 mis ilustée, esté muchos pero muchos codos abajo que Bach, Beethoven, Mozart o Wagner y Jo mismo sucede en todo arte con Goethe, Hugo, Shakespeare, Byron, Dante, Lope, Fidias © Leonardo. Cuando la ciencia o el arte cientifico es apli- eativo, es decir, susceptible de ser aplicado, crea procedimientos y hasta industrias como la qui- mica y algunas de las ramas particulares de la fisica, sirviéndose de la técnica; cuando no es aplicativa, y es el caso de las psiquicas, sélo crea intangibles y en nuestro caso, la urbanistica tiene de los dos. ‘La terminacién wo, define cuatro cosas: religion, como en cristiantsmo, budssmo, protes- tantisqo; doctrina cientifica como transformis- Mo, liberalismo, positivismo; desvios como al- coholisao, narcisismo, onantsao y también “sis temas” como: feudalismo, federalismo, comuns- Mo, academisMo, socialismo, turismo, etcétera. ‘Unanismo no cabe como lo definido en las tres primeras acepciones; es, en cambio, efectiva- mente un sistema. Un conjunto de reglas o prin: cipios sobre una materia, eNtazanos entre sf, tendiendo a formar un CUERPO 0 DOCTRINA. Para concluar. ‘UrsaNowocia seri el tratado de lo urbano, no de Ja urbe, que serfa unsotocta. Método: modo, habito, costumbre de obrar o proceder en orden en una investigacién; facil- mente puede convertirse en RUTINA. Técnica: conjunto de. procedimientos de un arte 0 ciencia; pericia para usar esos protedi- mientos. Consta de: propésito, método y com- ién. ‘Actualmente, el urbanismo es ya una técnica, Tiene hipétesis que, verificadas, van formando doctrinas y cuyo. conjunto alguna vez formard eyes para con ello establecer ciencia. Sin em: bargo, no es de pensar que toda actividad puede convertirse forzosamente en ciencia y menos ain en pocos afios, pero tiene ademds el valor crea tivo que lo hace arte. EI proyecto es la representacién ideal de lo planeado, y que se hard creacién formal; no es s6lo una tarea de dibujo sino mds bien lo es de concepcién de formas utiles para el alojamiento humano en sus funciones urbanas y complemen- tado com documentos altamente técnicos como son: cAtculos, instalaciones, presupuestos, calen- darios de obra, etcdtera, tareas que son caracte- risticas, del ejercicio profesional del arquitecto. No es et arquitecto el tinico profesional capaz ién, sobre todo Gta se realiza por equipo de especialistas en ejercicio de sus respectivas profesiones, pero si el que rede, por su Ja capacidad para ejecutar Ta sfntesis y traducir el empefio en obras materia. les representables en un papel, pero sin confun- dir esto, como te dijo antes, com un mero dibujo. No e8 posible afirmar si ha sido para bien 0 para mal, pero ante los hechos se ha eviden- ciado en forma notable 1a necesidad de aténder a Ia preparacion de un técnico-artista que dedi- 21 cado al disefio urbano, venga a ir sustituyendo al arquitecto en esa tarea sin negar a éste su Participacién en el “hacer arquitectonico”. Es el reconocimiento, reaccién tardia, de Ia pobreza estética, la falta de arte urbano de nuestras ciu- dades nuevas, ‘Algunas veces, los aspectos de una_planifica- i independien- ciéa aparecen valuados como cosas econémica, etcttera, hasta Hegar 2 los que se obs tinan en Usmar planificacién “integral” como desvinculados 0 separados. No hay planificacién tisica o planificacién econémica; s6lo hay plani- ficacién tnica, integral y aspectos fisicos de una planificacién; aspectos econdmicos de una pla- nificacién, aspectos sociales de una planificacién, etcétera. La planificacién, o es integral, 0 no es pla- nificacién, La designacién urbanista y su equivalente City Planer, decimos, parece restringir su actividad Pero no se concibe a la ciudad sin el campo (su region) y a la regién sin la ciudad; ademés, no se puede sefialar un Mite entre lo regional y Jo urbano que, hacién- dolo extensivo, vendria a ser Io rural y lo ur- bano, y en consecuencia la tarea del ruralista, del urbanista y del “regionalista”, vienen a ser una misma cosa; por eo digo que planificacién, urbanismo, son tres palabras que una misma actividad o, si se quiere, grados de una misma actividad. Los distintos grados de Zone Planning, Regional Planning, Country Planning, etcétera, carecen de sentido en nuestra época, cuando se ven los problemas en conjunto y por su inter-relacién; esto hubiera estado bien en tiempos de Alfonso “EI Sabio”, cuando definfa a la ciudad como “todo aquello que est cercado por los muros”, etcétera, pues Ia separacién existia materialmente entre Ia cu- dad y el campo, la urbe y el agro romanos, por Ja muralla levantada entre ambos. Ahora la se paracién depende mis de la distinta psicologia de los-habitantes de la ciudad y del campo que de una divisién material o separacién artificial, virtual, como Jo son todas las politicas, aun aquellas que con base en el derecho, establecen un fundo legal. Unzawismo (debe tomarse como definicién provisional) es una disciplina cientifica, de re- Iodelacin de los expacio Rabitabley cuya api cacién provoca paisajes, pero no es ésta su cién especifica. Todo ello debe tender al bien- estar de una sociedad existente cambiante, que se modifica todos los dias, y no al aspecto for- mal bueno o malo de su arquitectura; esto es funcién del arte urbano. mento de secciones en las redes de servicios urbanos modifican muy poco el trazo vial, pues alude a la remodelacién de los espacios ante el incremento de poblacién y la falta de recursos, real o simulada, pues el hecho es que de todos modos se construye, para levat a cabo una verdadera accién previsoria 0 preventiva, el _urbanismo ha perdido la iniciativa, yendo a Ia zaga de los problemas y se convierte en una practica de soluciones improvisadas 0 espon- taneas, de aceptacién de hechos consumados, faltas de valor estético y en muchos aspectos de contenido ético. Entiéndese como espacios habitables no s6lo los volimenes construidos sino también los ex pacios libres, verdes, cultivables, Io que hace del Hamado “ruralismo” una funcién conexa, eje- cutable por el mismo individuo. EL urbanismo produce paisaje, crea volumen y forma que, en su aspecto visual, da carécter a ‘una ciudad al utilizar materiales, técnicas y fun- clones tipicas, aspecto que definimos como pai- saje urbano, pero no toma partido por esas for- mas que obedecen a uso de materiales y técnicas constructivas en constante evolucién y que no pueden concebirse s6lo en el papel sino que deberdn forzosamente estar construidas. La planificacién se hace por equipo en el que cada especialista hace su parte, pero no se hace con el exclusivo objeto de ordenar las cosas, sino para beneficio de la sociedad que habré de ser- virse de esas cosas, puestas en orden. En una bodega o, si se quiere ua ejemplo mds elevado, en un tauseo, debe haber orden y hasta lograr efectos plisticos agradables en el aco- modo de los objetos guardados 0 exhibidos; pero no basta esto para declarar que con ello se ob- tenga su mejor utilizacién. Pues eso mismo puede suceder con el arte urbano; una exhibicién de objetos fuera de uso en los que de no tener un valor artistico excepcional, mis valdré retirarlos, sustituyéndolos por elementos vivientes en con- sonancia con las necesidades y usos que de ellos demanden los habitantes de la ciudad. URBANISMO Y ARQUITECTURA Se habla del urbanismo como tarea arquitec- ‘énica a otra escala; no es verdad. Aun cuando al urbanismo es realizado en la mayor parte de los casos por arquitectos (ya dijimos que es el técnico mis capacitado para realizarlo) difiere sin lugar a dudas en el enfoque, diré en qué: el arquitecto como artista (convengamos en que Ja arquitectura sigue siendo una de las bellas artes), reclama el aplauso del piiblico para su obra, sigue bustando el “personificarse” en ella y en singularizarla, que sea nica, para ello no omite esfuerzo y ast debe ser. Esto es antitético al trabajo en equipo del urbanismo. La obra del arquitecto debe encaminarse a satisfacer, a toda costa, las necesidades de la per- sona 0 personas fisicas que se la confian, Mien- tras mas acertadas sean as soluciones al problema arquitecténico, mds “‘individualizada” resultard a obra, més “a la medida” y eso lo vemos todos los dias, se realiza sin tomar en cuenta los in- tereses de los vecinos aprovechando todavia el sentimiento liberal, individualista, del siglo xvi; al terreno que constituye la propiedad sin res- triccién, se aprovecha satisfaciendo necesidades y caprichos de su duefio. En contradiccién con esto, el urbanista despersonifica, agrupa, ordena nuicleos cuyo minimo serd la familia, pero ésta en conjunto, colectivamente. La familia que atiende el urbanista, es un conjunto social que se repite por equis niimero de veces y sus seme- janzas se deberin al mimero de sus miembros y analogias sociolégicas; es la familia de 5 67 miembros para la cual se construye una casa de 36 4 recémaras, sin pensar, a la manera del arquitecto, en Ia casa del sefior Pérez o en la casa del sefior Lépez. El arquitecto identificard la casa por la forma, el urbanista por el nuimero de miembros que la habita. La arquitectura es forzosamente individualista; el urbanismo: colec- tivista, sociolégico. Otra diferencia se establece en Ia idea de pe- rennidad que el arquitecto da a su obra, senti- miento de eternidad, de perpetuacién; Io urba- nistico choca con frecuencia con este sentimiento, ese al respeto que las buenas obras del pasado, merecen de parte de los urbanistas. Traténdose de obras maestras, de muestras ejemplares tinicas, declaro que el urbanismo no acepta sentimen- talismos 1ldmese monumento, arbol o paisaje, si su conservacién significa retencién, desvio, re- troceso. Debemos vivir nuestra época satisfacto- riamente, sin compromisos con el pasado que no sean una ensefianza noble y leal, aquilatada para el futuro de la manera despreocupada como vivieron los autores de las pequefias ciudades del pasado y, al librarnos de la obligacién de conservar Io inadecuado, absolvamos de culpa a quien destruya lo que ahora hacemos. Reclamo para la tarea urbanisitea, la adaptabilidad, la transformacién y, como todo lo verdaderamente 23 orginico, después del fruto, la muerte, la des- aparicién. EI urbanismo es una disciplina cientifica ac- tual, desconocida en la antigiledad en el grado mismo en que fueron desconocidos los factores que actualmente constituyen los problemas de las grandes concentraciones humanas, asi pues, no es ahijado de ninguna musa ni sus ejecutan- tes pertenecen a una secta, casta o clase de origen mistico, apostolado o sacerdocio, postura esta que no corresponde, como se ve, al concepto que el arquitecto tiene del origen y forma de ejercer su profesion, No ha faltado quien, en defensa de la arqui- tectura, seBale para ésta, prioridad sobre la pla- nificacién, diciendo que aquélla posee tres di- mensiones mientras ésta s6lo tiene dos; claro estin pensando en “planos” de dos dimensiones, no en “planes”. iNol En la planificacién se estudia el fend- meno humano, social, como en mecinica se es tudia a los cuerpos en movimiento; precisando para un punto determinado del espacio y para un momento definido del tiempo, el sentido, la direccién y la velocidad del impulso que los anima y, ademds, los valores econémicos y so- iales que lo hardn factible. ;Vaya si tiene més de tres dimensiones! EI urbanismo, hasta hace poco, confundido arte urbano, cuando no con la ingenierfa I, no toma partido por las formas cons- truidas, esto s{ corresponde al arte urbano; eso que se dice embellecer 1a ciudad, para lo cual bastarfa, y asi se ha hecho en ocasiones, “adornar Jas fachadas", es una tarea complementaria, pero su razén de ser, el orden de las cosas para servir 2 los seres vivos, habitantes cambiantes de esas formas huecas, no impone formas, impone con- ceptos de habitabilidad fisica, biolgica y social que deberén cumplirse dentro de tas formas deri- vadas de la técnica mds avanzada de la ¢poca que resulten mis eficientes, sabiendo de ante- mano que un buen urbanismo se salva a pesar de una mediocre arquitectura (en el aspecto ex tético) y, en cambio, una buena arquitectura no subsiste en el desorden de un mal urbanismo. Como comprobacién de esto, témese el ejemplo que nos presentan las obras de arquitectura po- pular (la no erudita, la no estudiada en la Universidad) en los pequefios poblados cuyas soluciones urbanisticas atin satisfagan a su grado de evolucién, y las muestras, por otro lado, del aos urbano con “arquitecturas”, asi, en. plural, eruditas, académicas y post o neo-académicas, segin el caso. 24 La reglamentacién de vohimenes y estilos arquitecténicos, en avenidas exhibicionistas, e+ cenogrdficas, que tanto preocupan a ciertos ur- banistas, no son sino arregios de arte urbano complementarios o consecuentes de una buena solucién urbanistica, pero de ninguna manera como para pensar que habré que comenzar por es0. ‘Como se comenté antes, estos conceptos han evolucionade en nuestro medio ante la incapaci- dad manifiesta de la mayor parte de los egre- sados de las escuelas de arquitectura para resol- chones suplen los trazos cuya intery acabado queda a merced del albafiil o del ‘anal ero y por eso se hace necesario reconsiderar el trabajo del dicho ahora disefiador urbano, que aporte el toque estético a los conjuntos for- mados con obras dispares de arquitectos exclu- sivistas. Mejores cosas se han logrado en muestras populares que en conjuntos “eruditos”. 1Qué lejos estamos ya de pensar que el urba- nismo sea sélo trazado vial con agregado de parques y jardines y que una enciclopedia de urbanismo se pueda formar con relevés de plazas y fotografias de monumentos, apreciables por su excelente disposicién y arquitectura, pero que s6lo son, en todo caso, arte urbano! Se oye decir que el urbanismo es el mismo trabajo arquitecténico, pero a “otra escala” 0 a otra “dimensién”. La tinica escala de ambas ac- tividades es el hombre y su dimensién, as{ pues, igualando el término de comparacién, seria lo mismo arquitectura que urbanismo. Se dice en- tonces que la arquitectura se proyecta para el hombre y el urbanismo para la familia, Vemos que vuelve a individualizarse a la arquitectura; ero para que la frase resulte préxima a la ver- dad, deberd asentarse que el urbanismo se pro- yecta para “las familias”, o mejor de una vez, para “‘la sociedad” con sus interdependencias, jerarquizando el bienestar colectivo por encima de los intereses particulares, individuales 0 de ‘grupos pequefios que pueden ser los de una fa- milia. No, el arquitecto cumple una funcién social indisputable esencialmente es un creador de formas bellas y wtiles a la vez, y dejemos para el urbanista el derecho de ser un campeén de ideas, un sostenedor de principios, un encauzador de sociedades, desde luego no en el sentido politico demagégico de agitador de La obra arquitecténica es una obra estética que reclama de adaptaciones pues s6lo asi cum- plird su deber para con la familia, que, por el contrario, es dindmica. La conservacién de la forma arquitecténica obliga a la adaptacién de la familia en Ja siguiente generacién puesto que la familia crece, se multiplica, desaparecen unos miembros y otros nacen; Ia conservacién del volumen arquitecténico sdlo sera posible con agregados o reemplazos para asi poderse adaptar a las necesidades de la sociedad, y nunca en la adaptacién de la sociedad a la forma cons- truida; sin embargo, los términos como en todo fendmeno colectivo social, no pueden ser abso- lutos. La costumbre puede hacer que algunas cosas obliguen a un acomodamiento social im- perceptible, cotidiano, tradicional. El vestido se hace para la persona, no Ia persona para el ves- tido. Nos es més estimable el contenido que el recipiente, el perfume que el pomo. Otra frase que ha corrido fortuna es la que menciona al urbanismo como arquitectura vista con vidrio de aumento. No resiste el més simple anilisis puesto que equivale a decir que el ur- banista ve los problemas arquitecténicos “am- chico lo ve —no lo hace— grande. La falsedad es manifiesta, ademas el ver las cosas amplificadas seria Ievarlas al microscopio y esto es tarea de arquitecto, no de urbanista, cuya labor mas bien es apartarse del detalle, ver las cosas en conjunto y con miras al futuro, jamés al pasado. Otra diferencia, y ésta s{ aclaratoria, es el en- foque de la solucién que a un problema dan el arquitecto y el urbanista. El primero tenderd que su obra resulte “monumental”, exhibic nista, concentrada en un volumen vertical, una torre. El urbanista verd el mismo problema rela- ciondndolo con la proximidad o alejamiento que la localizacién exija desde los lugares de habi- tacién 0 trabajo. Se convierte en un problem de plurales; lo que para el arquitecto es “ hospital” para el urbanista son “los hospitales”; Ia escuela, serdn las escuelas; 1a estacidn, las es- taciones; el mercado, los mercados. El urbanismo no acepta metdforas que en arquitectura a veces se “toleran”; es en ese sen- tido, plena verdad, sin que sugiera, disimule 0 exconda tras una estructura de gran efects plés tico, algo que no responda en toda plenitud a su funcién sin que quede posibilidad de equi- vocacién para el usuario. CAMPO DEL URBANISMO El campo o extensién del urbanismo debe, y tiene que ser, la regién o comarca, pues ya di- jimos que la ciudad influye en Ia regién y au ver la regién influye en la ciudad, desde luego mds en el campo econémico y social que en el meramente fisico. Se han tomado como manera de divisién para estudios de planificacién, las cuencas, pero con frecuencia encontramos que basta una circunstancia politica unas veces, y otras de cardcter fisico, para que la unidad po- sible en algunos casos, tenga que ser subdividida. Ejemplo de lo primero: el rio es limite entre dos Estados o paises. El hecho es suficiente para que la unidad de las cuencas se desdoble segin las leyes de cada pais o Estado. El lado esta- dounidense de la cuenca del rio Bravo siempre serd diferente del lado mexicano, pese a la igualdad de tierras, de posibilidad de cultivos, de sistemas de explotacién (causas: regimenes distintos de propiedad agraria, de concesién de créditos, de tributaciones fiscales, etcétera) . EI lado alemdn del Rhin, siempre sera dife- rente del lado francés. En el mismo Estado 0 pais, la cuenca del rio, por razones fisicas natu- tales, crea también distintas regiones que depen- den en buena parte de la altitud, por ejemplo: en el origen del rfo, parte montafiosa probable- mente, los productos serin de explotacién de minerales y de bosques; més abajo, con tempe- ratura ménos rigurosa habra pastos y cultivos de tierra templada, zonas industriales de beneficio de esos productos; en 1d tierra baja, cercana al mar, productos agricolas de tierra caliente, pe- reza de las gentes, abandono; finalmente, en la costa, el mar, con sus productos o sus atractivos de recreo, puerto de pescadores o de turistas, de actividad portuaria industrial, con frecuencia ex- cluyentes unos de otros. Ast pues, Ia cuenca no es precisamente una unidad compacta, sino una divisién a veces tan arbitraria como toda otra divisién politica. Otra forma que se ha empleado para frac cionar Jas regiones en estudio, han sido las Ila- madas “‘cuencas econémicas”, en las cuales in- dependientemente de que a veces coincida con una cuenca geografica natural, el factor principal queda determinado por una actividad derante; tipica del ejemplo resulta la designacién de “cuenca lechera del Distrito Federal” en la cual existen actividades variadas de mayor rendi miento econémico; pero para el estudio es indu- dable que se puede hacer abstraccién de otras actividades, sin obligarse a ignorarlas, sino sim- plemente aceptando su coexistencia en la regién. Casos tipicos de esto iltimo resulta, por ejemplo, Ia coexistencia en los Estados de Texas y Tamau- 25 ipas, de explotacién de petréleo, ganaderla y cultivo de algodén. Otro ejemplo: Ia actividad agricola del cultivo de cafia con Ja actividad in- dustrial de produccién de alcohol y azicar. A QUIEN SE DIRIGE EL URBANISMO La complejidad de los estudios de planifica- cién es algo tan sabido que causa asombro que haya todavia quien lo mencione, y peor cuando se da como excusa o razén para no explicarlo; basta que la persona diga solemnemente “....¢8 tan complejo...” y, como si hubiera descu- bierto una causa prima, se cruza de brazos y se va a su casa, nada mds hay que explicar... es tan complejo... A estas personas habrd que re- comendarles que para decir eso, no necesitan salir de casa. En nuestro trabajo, lo complejo, Jo complicado debe desenmarafiarse, sacar los hilos para después volver a tejer; no en balde © sin raz6n, hablamos de “tejido urbano”, El urbanismo, como disciplina cientifica, se hace con la cabeza, no con el corazén; sobre esto y lo mencionado antes, del inaceptable sentimen- talismo, debe hacerse hincapié en el histerismo que provoca con frecuencia la exposicién de pro- blemas por resolver, especialmente en sectores de poblacién de muy bajos recursos econémicos. Este punto nos conduce a la pregunta: 2A quién estd dirigido el urbanismo?... 2A qué sectores de la poblacién debe atender? En principio se di- rige a toda la poblacién, pero los sectores de ma- yyores recursos econémicos siempre pueden satis. facer sus necesidades y hasta sus caprichos; el sector débil econémico, que reclama asistencia, no puede sino, por ese camino, ser tratado por el urbanista; de manera que toda accién s¢ en- camine al sector medio y en forma preponderan- te, tratindose de habitacién, a lo que los ameri- canos laman “hombre de cuello blanco”, es decir, ef que tiene aspiraciones, trabaja, piensa y vive dentro de un orden ético, moral, formando ‘un hogar, consciente de sus derechos y obligacio- nes para con la sociedad, ‘La planificacién reclama que los sujetos y los ‘objetos merezcan y acepten ser planificados. eEn qué grado de celeridad se reclaman los servicios de los urbanistas? Hasta antes de 1950, la unidad urbana se cisaba en un agrupamiento de 5,000 habitantes; a partir de entonces la unitiad urbana se consi- dera en 2,500 habitantes. El afio de 1840 en los Estados Unidos de Norteamérica habla sola- 26 mente 40 poblaciones de mis de 5,000 habitan- tes; en 1940, cien afios después, habfa 4,000. Na- cié una nueva ciudad cada 9 a 10 dias promedio. La ciudad de México, durante el decenio 1940- 1950, crecié de 1.700,000 habitantes a cerca de 8,000,000; es decir, aumenté 5,000 habitantes ca- da 15 dias; Guadalajara y Monterrey crecieron en el mismo perfodo 5,000 habitantes cada dos i Pero esas cifras han atrds pues en el decenio de 1960 a 1970 el érea metropolitana ‘A su vez el incremento diario de la pobla- cién de Guadalajara fue de 150 habitantes; el LAS AREAS ECUMENICAS Se dice que la historia de las ciudades es la historia del urbanismo. Aceptado; pero el cono- cer la historia de las cosas no es conocer las cosas; Ia historia del estudio de Ia fisiologia humana no nos da el conocimiento de esta ciencia; la historia de 1a quimica no es la quimica. Ahora bien: Ia historia contiene dos aspectos: la rela- ign, relato 0 “crénica” y la explicacién, comen- tario, correlaci6n o “critica”; una sin otra de poco sirven y en el caso de la historia de una ciudad, nos explica el porqué estén “ahf” las cosas, pero ello no significa justificacién para que sigan asi y ahi. Es apenas como el informe que da el enfermo al médico que lo vaya a aten- der; servird para establecer el “diagnéstico ur- bano”, el tratamiento en el caso de la ciudad, difiere del simil con el organismo hu- mano, ‘Al de is historia de las udades, como ivo sélo ay que, dentro de con- on oe prendre gue den de cn sultan naturales, y el conocimiento de estas solu- cones naturales, que nos ocupard en las péginas siguientes, forman algo que lamo urbanismo ins- tintivo, obvias por la relacién tan franca de causa y efecto. El agrupamiento légico y forma de habitacio- nes en la aldea, se dirfa tienen dos causas: el hombre y el medio; sin embargo, sélo el hombre es causa del asentamiento; un somero andlisis nos dard Ia razin, Por ahora, mds que “cémo", nos interesa “por qué” se establecieron las ciudades en donde se Si en forma natural se ve ategurado en su periona, familia y i Tada, de otro modo buscaré esa seguridad le- Yantando obras de defensa contra los elementos: ‘agua, aire, fuego y contra sus semejantes, asi pueden ‘como de animales que causarle dafio, Ex tas razones primarias nos explican el porqué existen dreas geogrificas que agrupan a las gran- des concentraciones humanas. fe, se ve cubierto de agua en sus cuatro quintas partes, formando el océano la verdadera unidad geogrifica: slo la quinta parte restante es de tierras emergidas. Las dos terceras partes de la poblacién del pla- neta se encuentran concentradas en sélo Ia sép- tima parte de esas tierras emergidas, lo que nada de extrafio tiene pues en esas zonas ecuménicas se realizan 0 verifican las condiciones ptimas ara el asiento de las poblaciones. Los hechos geogréficos que han determinado el extablecimiento de grandes niicleos de pobla- cién, obedecen a las razones primarias sefialadas en Ineas anteriores, cuya comprobacién hare. mos brevemente. El octano, ya lo dijimos, forma tun solo conjunto de aguas, en el cual las deno- minaciones de Octano Pacifico, Atlintico, tn- dico, Artico y Antértico, tienen un valor de divisién convencional, pues tanto en teorfa como en la préctica, siempre habr para el navegante la posibilidad de recorrerlo en todas direcciones ¥; €n consecuencia, Ia de que partiendo de un puerto dado y a bordo de una embarcacién ade- cuada, arribar a cualquier puerto de Europa, Asia, Africa, América 0 Australasia y, si as{ lo desea, regresar al punto de partida dando la “vuelta al mundo”. Esta facilidad no se presenta en las comunicaciones terrestres pues en diversas partes de los derroteros se hard. necesario recu- rrir a las comunicaciones maritimas, fluviales 0 areas, La facilidad de ento en cualquiera acrid depron cai resultar ese sistema de transporte el mas econé- mico en Ia unidad peso-kilémetro, da la razén de la importancia que en todo tiempo han tenido Jas comunicaciones maritimas, fluviales o lacus tres, para el desarrollo no sélo econémico sino cultural obtenido por los pueblos que han do- minado las rutas marinas desde los fenicios, grie- Tomanos, turcos, espafioles, holandeses, por- Siquescs, ingles, hats nuestros dian Pero Roc. ms de la comunicacién, el océano es fuente in- lador de tem de humedades y Ia vida a nu nivel proporciona menor fatiga al or- ganismo humano. ‘De la unidad octanica, sin embargo, y en to- dos los tiempos han sido los mediterréneos, las porciones de mayor atractivo para el estableci- miento de las culturas, sefialandose término el mediterraneo eurasi diversas cuencas, base de la cultura occidental y cuya posesién determiné el curso de la historia conocida de occidente. Con importancia semejante, si bien no con desarrollo tan notable, s¢ forman otros medite- rréneos: el asidtico, formado por el mar del ‘Japén, de Okatsk, el oriental y el meridional a ‘cuyas mérgenes florecen las antiguas civilizacio. nes axidticas: Ia china, la japonesa y Ja indos tinica, El mar Biltico y el del Norte, al relacionante por los “pasos daneses”, forman otro mediterré- 27 neo cuya importancia puede medirse por el apo- geo que alcanzara la “Liga Hanseitica” en la Edad Media y que llegé a considerarse como la primera potencia comercial en su tiempo riva- Hizando sus puertos con los del otro mediterréneo latino. En América, el mediterrineo esti formado por dos amplias cuencas: el Golfo de México y el ‘Mar de las Antillas. Su interés en la antigiicdad no presenta gran importancia porque los mayas no practicaron Ia navegacién de altura; sin em- tango, por él pusde explicare la unidad racial de los caribes. Durante la dominacién espafiola el mayor tréfico entre la metrépoli y sus colonias fue en este mediterréneo a cuyo extremo, en nuestro siglo, se ha abierto al Canal de Panamé, ruta de la més alta importancia comercial. Las facilidades de navegacién y acer- camiento han forzado al hombre a Ilevar a cabo obras que satisfagan esos imperatives y, como tales se han creado los canales de Suez, Panamd, Kiel y Corinto. ‘Si observamos las mayores porciones ocednicas, vemos que en la parte boreal América y Asia sblo se separan por el estrécho de Behring y a partir de abf, las costas se abren para formar un gran Angulo con vértice en el estrecho y sepa- rindose hacia el sur, lo que dificulta la nave- gacién en el hemisferio austral del Océano Pa- elfico. En cambio existe un marcado paralelismo entre los litorales opuestos del Atlintico, corres- pondiendo a una saliente de la costa del Brasil tuna ensenada africana y viceversa, Medidas con el compés sobre un globo terrestre, las distan- Gias resultan sensiblemente constantes, lo que facilita el tréfico entre ambos litorales en puntos de la misma latitud, si bien es comprensible que el mayor se ha establecido desde la antigitedad en su porcién boreal. EI hecho de que en las dos grandes porciones oeénicas el wifico se facie su porcién boreal, unido a que la mayor pare de las tierras estin en el mismo hemis ferio, hace que ante el hemisferio Cerda, Dist gro de Hebd decree en fo cién de circunstancias que precisaremos: ‘No son propicias para ser habitadas aquellas 23227'N 0. U3r2Ts. 6025. tierras cubiertas casi todo el afio por nieve; esto propiamente limita la parte habitada del planeta a las dreas que se contienen entre los 60° de la: titud norte y los 60° de latitud sur, pero de ellas, la zona tropical entre los 28° 27° norte y 28° 27° sur, no ha sido sino hasta ahora cuando por obras de saneamiento comienza a poblarse. Con anterioridad, el asiento de las culturas y civil zaciones pasadas ha sido en las zonas templadas y de ellas, la del hemisferio norte con mucha ‘mayor importancia que la del sur. Se advierte a la vista del mapa que las masas continentales en el hemisferio sur no legan a Jos 60° de latitud, pues Africa s6lo Tega a los 35° y América a los 54°; ademés, nétese que en am- bos casos la masa va reduciendo su anchura hasta terminar en verdaderas peninsulas. Sin embargo, la ley se hace patente por las grandes concen- traciones en Rio de Janeiro, Sao Paulo, Buenos Aires, Montevideo, Santiago de Chile, en Amé- tiea y Giudad del Cabo en Africa, De las masas continentales entre los 60° norte y 60° sur habré que descontar las porciones in- habitables por montafiosas, con altitudes extre- mosas y también aquellas otras zonas desérticas, por su gran alejamiento del mar, de lagos inte- Tiores o de rios con caudal constante. Conclui- remos del estudio de esas masas continentales que el establecimiento humano preferentemente se asentard en el orden siguient En las zonas templadas, de éstas en las zonas mediterrineas, de éstas en las tierras bajas pré- ximas a las desembocaduras de los rfos y cuando se cuente con tierras propicias para la agricul- tura, Fuera de estos lugares tendrian preferencia las tierras cultivables préximas a los lagos y gran- des rios navegables de altitud mediana. La altitud es otro hecho geogréfico que afecta grandemente el establecimiento humano, pues 4 Tropico de 4 Cancer Ith, prc de Copyicornio 120 metros de altitud equivalen a un desplaza- miento de un grado en lo que se refiere a tem- peratura y, en consecuencia, a cultivos. En efecto, para alcanzar desde el Ecuador las zonas polares, ‘hay que recorrer el nivel del mar unos 7.500,000 metros thientras que para obtener igual efecto, ‘haciendo variar la altitud sobre el mismo Ecua- dor, ¢s suficiente una diferencia de 5,000 metros sobre el nivel del mar para alcanzar las nieves eternas,-resultando que la variacién climatica es més acentuada por efecto de diferencia de relieve ‘que por cambios de latitud. Esto nos explica por qué tas grandes culturas de América precolom- bina se asentaron en la meseta de Andhuac, en el trépico, pero a 2,200 metros de altura sobre el nivel del mar, ocupando el Valle de México, que formaba una cuenca hidrogrética cerrada, con los cinco lagos que conocieron todavia nues- tros padres. También Ia cultura incaica més préxima al Ecuador, se elevé a veces a 4,000 metros sobre el nivel del mar, préxima a los lagos que se forman con las corrientes de los ‘Andes, De las dreas continentales en las fajas que determinamos, observamos que las del hemis- ferio norte son mis extensas que las del sur, pero en elias no tienen el mismo valor, las maritimas © periféricas, que las centrales o internas. Las zonas centrales, por su alejamiento del tur; cuando no son cruzadas por un rio cauda- Joso o contengan lagos de importancia, dan ori- gen a las zonas desérticas. El Gobi, el Sahara, et- cétera, lugares inhabitables, frecuentemente cu- biertos de arena sin cultivo posible; otro tanto sucede con las cadenas montafiosas; por su re- lieve que dificulta su acceso. Aun el caso de bosques maderables o minas de metales preciosos, slo. podrén hacer econémica la explotacién cuando pueda establecerse un micleo poblado 29 que cuente con dreas préximas cultivables que provean de alimentacién a la poblacién, a pre- ios razonables. Con todo lo tratado hasta aqui, se demuestra cémo las grandes zonas ecuménicas son deter- minadas por circunstancias geogréficas y meso- Idgicas, pero no se crea, sin embargo, que tales influencias aungue determinantes sean deciivas, pues ia accién del hombre es la que tiene este ltimo atributo; dos ejemplos de fundacién de ciudades, citados por el seffor ingeniero J. L. Osorio Mondragén, sirven como comprobacién: San Petersburgo v Tenochtitlén, Conforme a las leyes generales de la distribu- cién de los habitantes sobre la superficie terres. o CADA 120 m DE ALTITUD, EQUIVALEN A UN DESPLA- tre, hemos dicho que hacia el norte de Ia zona templada disminuyen los centros importantes de poblacién, de «al modo que éstos desaparecen en Jas altas latitudes a partir del paralelo de 60°, Sin embargo, cuando el zar Pedro el Grande de Rusia se propuso europeizar su imperio, jéndoto en contacto con los pueblos de la Europa central y occidental, hizo surgir a la voz imperativa de su mandato, de los pantanos mo- vedizos y semicongelados del Neva, a 60° de latitud norte, en un sitio desabrigado ¢ inhos- pitalario, la nueva capital de sus dominios y Ja que, al correr de los siglos vendrla a ser una de las poblaciones més ricas, opulentas y losas de Europa, En ef sitio no habla leas 80 ni mérmoles para la obra y, sin embargo, basté Ja orden imperativa del zar para que fueran Mevados desde larga distancia los granitos de Finlandia, Era imposible desplantar en firme los edificios dada la naturaleza pantanosa de la comarca déltica del Neva; no obstante, los pan- tanos fueron parcialmente desecados y las co- rrientes fluviales encauzadas entre poderosos di- ques. Era preciso desmontar el terreno, conso- idarlo y ponerlo a nivel, y para ello se necesitaba tierra y no habia ni herramientas a propésito para aflojarlas ni vehfculos en qué efectuar su transporte; no importa, los drboles fueron des- igados a mano, la tierra removida penosa- ‘mente con las ufias y el transporte se efectud en el vuelo de las capas de aquellos infelices trabajadores que morfan a millares; pero la or- den imperial se cumplié y la ciudad imposible surgié entre las brumas y Jos hielos de los in- viernos boreales, amplia, populosa y rica, como un irénico desafio a la pobreza e inhabitabilidad de las zonas drticas, gracias a la fuerza incoercible de la voluntad humana. Igual ejemplo nos ofrece la fundacién de Te- nochtitlin. No es comtin, ni siquiera racional, fundar una ciudad enmedio de un Iago salobre, sobre un islote pedregoso y estéril. Los palafitos corres aun momento hist6rico especial de las sociedades primitivas, y los aztecas no se hallaban en este caso; pero el territorio del Valle de Andhuac estaba ocupado_principal- mente por los acolhuas y por las tribus tecpa- necas, chalcas, xochimileas, texcocanas, que se habjan adelantado a la tribu de sus hermanos, los mexicas. No habfa, pues, sitio para que éstos se establecieran, y de all{ que vagaran en torno del lago, “Alf pasaron por espacio de cincuenta dos afios la vida més miserable. Sustentdbanse de peces, de insectos y de rafces, y cubrianse con Jas hojas de una planta Hamada Amoxtli que nace abundantemente en el lago, por haberse gastado enteramente sus ropas y no hallar medios de hacer otras nuevas”, asienta el eminente his- toriador Clavijero. Por fin, se fijaron en el mi- serable islote que nadie disputaba y en el que creyeron ver la profecia de la raza y que, al correr de los siglos, vendria a ser el simbolo de a nacionalidad mexicana. Entonces, contra toda Uogica geogrifica, sobre este islote miserable co- menzé a formarse la ciudad prodigio. En torno de Ia cabafla que fungla como templo de Huit- zilopochtli, fueron apareciendo los primeros ja- ales, pobrisimos, fabricados tan sdlo con cafias, y juncos, “por carecer entonces de otros mate- riales”. Y cuando el terreno falté para el ensan- che de la poblacién, con tules, raices y tierras improvisaron las flotantes chinampas; abricron calzadas que comunicaron el islote con las ri- beras del lago y se consolidé en muchas partes el fondo pantanoso, dejando sélo unos cuantos canales para el desagiie, hasta alcanzar la ciudad ‘el desarrollo que tuvo en los tiempos de Moc tezuma Xocoyotzin. Después de la conquista, al tratarse de Ia reedi- ficacién de Ia ciudad, mucho se discutié el le- varla a cabo en sitio mds favorable: en las in- mediaciones de Chapultepec, en las lomas de ‘Tacubaya o en el mismo Coyoacin, donde Cortés residia. Pero a todas las ventajas geogrificas de una translacién, se opuso la razén politica; la fosa en que yacia el cadaver del pasado, deberia cubrirse materialmente con la ldpida que el presente iba a esculpir para lo porvenir y ast a ‘pesar de todo, de las emanaciones envenenadas de la atmésfera, de las ruinas humeantes de teocallis y jacales, del fango de Jas acequias y del terrible peligro de los desbordamientos del Jago, se efectué la traza en el mismo inadecuado sitio que habla ocupado la antigua ciudad. Y¥ estos casos nos muestran, a la par que no tables ejemplos de contrariedad de las leyes na- turales por la actividad espontinea del hombre, un mentis al exagerado fatalismo de la doctrina del “Medio geografico”, que es la base del ma- terialismo historico, doctrina anticuada ya, pero que en sus mejores tiempos subyugé a espiritus tan ilustres como Hipélito Taine. RAZONES DE LA CONCENTRACION DEMOGRAFICA Los climas del mundo son muy variados, gra- dundose progresivamente desde los hielos del Polo Norte, donde la vida de las-plantas y los animales cesa por completo, hasta las cilidas humedades ecuatoriales, donde aquéllas alcanzan su mayor desarrollo, El mundo tropical tipico es una densa selva virgen, vigorosa y exuberante donde los gérmenes de Ia fiebre se desarrollan enmedio de aquel vapor célido y de los restos descompuestos de las plantas que cubren el suelo. Grandes animales, tales como el hipopétamo y el elefante, demuestran el vigor de la vida ani- mal, muchos de los arboles del bosque son ver- daderamente gigantescos. Reina en la selva un 31 perpetuo verano y abundan en ella frutos sil- vestres de espléndida belleza y de fuerte aroma y delicioso gusto, que se producen sin necesidad de cultivo, Sus habitantes apenas si_necesitan ropa ni habitacién. En los bosques del Brasil, que encierran riquezas naturales indescriptibles, encontraremos tribus errantes tan atrasadas como los aborigenes de Australia. Estin atrasados por- que encontraron la vida demasiado facil. El clima del trépico ¢s enervante; Jas necesidaces de Ia vida quedan reducidas a wn minimum y nada hay que estimule 1a cooperacién de Ios hombres para alcanzar fines comunes a todos, que ¢s lo que constituye el principio del progreso social. En las regiones Articas es muy diferente; alli son necesarios para la conservacién de Ja vida, alimentos abundantes, refugio y ropa, y todo cuanto rodea al hombre le ofrece pocos mate- riales para cubrir sus necesidades elementales. La tierra se halla sepultada durante la mayor parte del afio bajo la nieve y el hielo; la noche dura muchos meses durante los cuales el hombre se ve privado del consuelo de un rayo de luz, y en el extremo norte no puede encontrarse un Testo de vegetacién que pueda servir de com- bustible o de alimento para los animales do- mésticos. Las casas deben construirse con hielo, las armas deben ser confeccionadas con huesos de animales; la carne, para alimentarse; las pie- les, para cubrirse, y la grasa que se usa como combustible, todo debe ser obtenido de animales muertos en la caza, los cuales hallan su subsis- tencia no en Ia tierra sino en el mar. La vida es una constante lucha diaria para obtener la subsistencia escasa. Esta lucha ha desarroliado en Jos habitantes de esa regién, una gran habilidad en la manufactura de armas de caza, pero no puede dar lugar a satisfacer otras necesidades de ‘orden superior. Entre esos extremos, la mayor parte del mundo habitado goza de un clima templado. En él, la vida no es tan cémoda que los hombres dege- neren, ni es severa hasta tal punto que todas sus energias se absorban en la tarea de mantener juntos cuerpo y alma, La vuelta anual del in- ‘vierno, durante el cual los hombres no pueden sembrar ni cosechar, obligindolos a depender de Jo que ellos han almacenado en el verano, en- sefia Ia previsién y la economia; la vuelta de Ia primavera es, no sdlo una recompensa, sino la esperanza de una nueva cosecha. Esta combina- cién de cuidado y economia con la esperanza y la recompensa es una de aquellas que nunca dejan de influir en el éxito. Los naturales de los trépicos con su eterno verano, carecen de cui- dados materiales y degeneran en imprevisién. Los naturales de las regiones drticas no tienen nada que pueda despertarles sentimientos de e+ peranza y les infunda valor; asf es como perma- necen condenados a una vida sin espiritualidad y adquieren una gran resistencia para soportar el dolor fisico. Todo esto influye poderosamente en lo psico- légico, pues ya vemos cémo el habitante del trépico es indolente en sus costumbres, ya que las influencias mesolégicas de un sol ecuatorial, Muvias abundantes y tierra feraz, proveen de sus tento con escaso trabajo; le basta estirar la mano para tomar alimento, no reclama de ropa y su morada para el frfo no debe prevenirse; en cambio, el habitante de la zona templada recla- ma de constantes cuidados para proveer a su subsistencia; se torna previsor y durante la época de invierno en que permanecera encerrado en su hogar, adquiere habilidad y talento en fun- ciones distintas a Ia agricultura, ya sea artesan{a, investigaciones de orden cientifico, o practico de las belias artes. ‘Todavia en algunas sociedades las influencias mesolégicas son decisivas en cuanto al grado de civilizacién sea bajo. Sobre las tribus de caza- dores, pescadores y beduinos, la influencia del medio es poderosa y decisiva; costumbres, ali- mentacién, vestido, habitacién, llevan el sello del medio que pesa sobre ellos como maldicién eterna, fatal, inevitable. En cambio, en los conglomerados sociales més evolucionados, grandes zonas agricolas, centros industriales, las grandes urbes, la influencia del medio es mucho menos perceptible. EI hombre no civilizado es esclavo del medio; el hombre civilizado es un perpetuo rebelde; el altamente civilizado es un vencedor del medio. Desde este punto de vista resulta evidente que el grado de civilizacién de una colectividad hu- mana se puede medir por la cantidad de medio geogrifico que ha conseguido dominar y poner a su servicio. EI espiritu cientifico de nuestra época, base del pensamiento moderno, influye muy podero- samente cada dia en el acondicionamiento del medio. Atin incompleto, como lo es en Ia actua- lidad, ese influjo resulta suficiente para destruir la cémoda y vulgar actitud pasiva de dejar al tiempo que resuelva los problemas. Hoy, por primera vez en la historia, el hombre se encuentra con el hecho de poseer Ia capacidad necesaria para vencer la mayorfa de las dificulta- des que hasta ahora le atajaron el paso en su an- sia de hallar sobre este planeta un destino mejor. Pero no basta con conocer y exponer los pro- blemas y luego esperar que el tiempo los resuelva © que la solucién venga por s{ sola; hay que for- zar el paso, allegar los recursos necesarios y trabajar. URBANISMO Y ECOLOGIA Desde por 1950 se hizo presente un enfrenta- miento de procedimientos que no pueden ser regresivos entre el porvenir de los desarrollos ur- banos y la subsistencia del hombre sobre el planeta, contra Ja conservacién de los recursos no renovables y restituciones ecolégicas en Areas dafiadas por el desarrollo. Los Hamados de aten- cién varlan desde Ia recomendacién hasta la intransigencia histérica y como dilema; retroce- der o extincién total. El tema con muchos argumentos vdlidos pre- tende contener determinaciones imperativas cuya conelusién no se percibe, por ejemplo: Qué va a suceder en un futuro de cuarenta afios, cuando deje de haber petréleo? zDebemos por eso prescindir de él y mantenerlo inexplo- tado bajo tierra? 2Explotarlo racionalmente? {Qué debemos entender por racional y quién dicta la norma? gDénde si y dénde no? Otro tanto resulta con las restituciones ecolégicas; ddebemos ceder qué parte del planeta a las plagas de insectos 0 compartirlo en forma franciscana? Las especies vegetales y animales de bajo o nulo rendimiento econémico, bajo qué concepto debe- én conservarse? Si bien Ia subsistencia pudiera favorecer ciclos ecolégicos con otras especies ani- males y vegetales cuyo aprovechamiento directo no ha descubierto el hombre, gles da derecho a la supervivencia? Se ve que el problema no se resuelve con pancartas, articulos periodisticos ni con recomendaciones de congresos entre grupos de socios convencidos que tienen su contrapartida cen los grupos contradictores reunidos a su vez en otros congresos. En la actualidad se hace evidente Io ya men- cionado de cémo es la voluntad del hombre, al fin de cuentas, lo que modifica el medio y lo hace habitable mediante instalaciones mecanicas de enfriamiento en las zonas térridas y de cale- faccién en las polares,y por otro lado cémo el uso de plagicidas ¢ insecticidas va permitiendo el asentamiento urbano en las zonas tropicales, ‘aunque sélo sea en Areas compactas, de aglome- raciones importantes. Se vislumbra ya un tipo de arquitectura ciega, sin ventanas y en otros lugares el desarrollo en varios niveles bajo tierra que si bien contradice conceptos de la teorfa de la arquitectura clasica, en la forma en que se preceptuaba por los tratadistas de principio de este siglo, en su relacién y aprovechamiento del medio fisico exterior y por ello la distribu. cién de claros que conformaban el aspecto est Ustico de las formas construidas, esté en cambio en pleno acuerdo con Ia evolucién de técnicas y utilizacién de equipos mecinicos para una mejor compactacién del desarrollo urbano, man- teniendo condiciones de medio biol6gico conside- radas éptimas y graduables a satisfaccién, sin aheraciones 0 variaciones como son: temperatu- ra, humedad, eliminacién de gases, humos, olo- res, polvo, accidentes de transit, molestias por Muvia, nieve, ruido, etcétera. Que con ello nos vamos acercando a una forma de vivir como de hormigas, es probable; pero los muchos siglos que esos insectos nos Hevan de ventaja y adapta- cién como habitantes del planeta, nos hace creer que sus ensefianzas pueden ser capitalizadas por ese otro animal lamado hombre cuya caracte- ristica genérica radica en pensar, aunque eso no se logra de la misma manera en todos los indivi- duos de la especie. 33

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