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EH Petroleo Tn Beit) | ODI TCG | TYAN EYiCh Magee Asdribal Baptista. < Bernard Mommer EL PETROLEO EN EL PENSAMIENTO ECONOMICO VENEZOLANO: UN ENSAYO Prdlogo de Arturo Uslar Pietri BL CALB. BIBLOTEA ‘Tees EDICIONES TESA 1992 Caracas, 199 1° ediciGn, 1987, ISBN 980-217-012-7 2? edicién, 1992, ISBN 980-217-054-2 El Instituto de Estudios Superiores de Administracién mantiene una politica imparcial con respecto a cuestiones de politica piblica, con el fin de garantizar la libertad intelectual de sus investigadores, Por consiguiente, las interpretaciones o conclusiones contenidas en las publicaciones de Ediciones IESA deben atribuirse a sus autores y noal Instituto, asus directivos, a su personal académico oa las instituciones que apoyan sus proyectos de investigacién. ‘Ninguna parte de esta publicacién, incluido el disefio de la cubierta, Puede ser repraducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por medio alguno, sea electrinico, quimica, mecinico, éptico, de grabacisn o fotocopia, sin permiso escrito previo del editor. Derechos exclusivos ‘© 1992 Ediciones IESA, CA, Impreso en Venezuela Disefio de la portada: Rosamaria Atencio Indice COMENTARIO INTRODUCTORIO A LA SEGUNDA EDICION ............. VIE PROLOGO..... cece . XIII PREFACIO sees: 2 XVII INTRODUCCION..... XIX 1 GUMERSINDO TORRES Y VICENTE LECUNA: LA GENESIS DE LA RENTA PETROLERA Y LAS PRIMERAS DISCUSIONES ACERCA DE SU DESTINO INMEDIATO Resumen... ALBERTO ADRIANI: LA CRISIS DE LA VENEZUELA AGROEXPORTADORA Y EL PETROLEO....000.0000 eed Resumen... 3 ARTURG USLAR PIETRI: «SEMBRAR EL PETROLEQ», UNA PRIMERA VISION .... AAS La renia petrolera, la sobrevaluacin del bolivar y la necesidad de Ja intervencin del Estado .... sale El consumo de la renta petrolera, la catdstrofe y Ia cormupcion... ' La renta petrolera y el Estado ‘Venezolano. 22 La politica petrolera Resumen.... 4 ROMULO BETANCOURT Y JUAN PABLO PEREZ ALFONZO: UNA SEGUNDA VISION DE LA «SIEMBRA DEL PETROLEOs ... La legitimacidn de la renta petrolera ............. La distribucidn popular de la renta: La absorcién ¢ consuntiva La «siembra del petrélea» y el Estado.. Petréleo y dependencia: La absorcian productiva de lar Tenta La nueva legitimacién de la renta y de su distribucién La politica petrolera ReSUMOD ec eesescsevossivonvitvvoensvitsnuesivssrnnan etree LA SEGUNDA VISION DE LA «SIEMBRA DEL PETROLEO» ¥ LA BUSISTONALIZACION «cv. sss0sessasaantitssvernonks tae FL La politica petrolera fers 72 La «siembra del getrlean i; CONCLUSIONES Y PROPOSICIONES 0... 0....2.00 ces seseeseeesscceeeee B La politica petrolera ,.. we BL El petréleo en cuanto : Taente rentis i El control de produccién y la OPEP.., 86 El petrdleo en cuanto actividad productive. 87 El sector privado y el petréleo, La economia nacional 93 Conclusiones, . Comentario introductorio a la segunda edicidn El lapso que media entre Ja primera y la segunda cdicién de este ensayo, breve como lo es, cubre sin embargo un perfode de hon- dos cambios econémicos y politicos, de fascinantes ocurrencias intelectuales y de renovadas actitudes ideolégicas, que terminan por conyertirlo en una profunda cisura en el decurso histérico del pais. Al margen de la vocinglerfa que sucle acompafiar estos esta~ dos de cosas sociales, donde por necesidad la realineacién de las fuerzas y poderes en juego arrojan facilmente cl pensamiento a la confusién y a la wana conjetura, ha de resultar innegable que, en él juicio de los autores sobre el desarrollo de las visiones forma- das ena historia venezolana alrededor del petréleo y de su impor- tancia econdémica, se prefiguraba con ajustados detalles Ja dina- mica esencial que habfa de ocurrir luego de 1987. {Pero triste se- ria el papel de la reflexién metédica si s¢ detuviera a solazarse en sus logros y hallazgos! A la usanza de la mejor tradicién, cabe bien decir que el conocimiento importante es aquél que yace por ponerse al descubierto. Con todo, una palabra previa pucde ser util. En estos dltimos afios se concluyé la tarea de sentar las bases teéricas y empiricas de la Economfa Polftica del Capitalismo Rentistico, tomando como campo especifico de estudio la sociedad venezolana. Es decir, se organizé en sus Ifneas matrices un marco conceptual que ayuda a comprender Ja realidad de la dindmica y del desarrollo econémico de una sociedad que capta del comercio intemacional, con cargo a una propiedad inmueble del Estado, una cuantiosa renta de la tierra, relativa a sus niveles histéricos de produccién. Este marco conceptual, en cuanto sistema tedrico, debia por ne- cesidad salisfacer la exigencia de dar clara cuenta del proceso de captacion, distribucién privada y acumulacion o gasto de esa renta territorial piiblica, ¥ més, debia dar inequfvoca cuenta de la VI viabilidad econdémica de la estructura rentistica entonces confor- mada, esto es, de su capacidad de auto-preservarse o reproducirse alo largo del tiempo. Los resultados conseguidos se encuentran en publicaciones de diversa naturaleza, y el lector interesado de- berd remilirse a elas, Pero allf no se detenfan las exigencias que la realidad de la so- ciedad impone sobre la investigacién. A guisa de gran envolvente, si asf pucde hablarse, se hallaba la manera como el pensamiento nacional, en Ios diversos momentos del desenvolvimiento de los asuntos publicos, entendié el curso de Tas cosas vinculado al pe- tréleo y a su renta. Lo que debfa discemirse, si se quiere, era el juicio que cl pafs tenfa de sf mismo, de su propio decurso y del destino que le estaba abierto, por la boca ¥ pluma de algunos de sus Hfderes y pensadores mds connotados. Sdélo asf podfa aspi- rarsc a disponer de una Economia Politica, en su sentida mds ptimigenio y feraz. Este ensayo cumplié la misién de satisfacer la Whtima cxigen- cia. Por lo demds, la primera edicién se topé con un mimero ma- yor de lectores del que hubicra podido esperarse, y ha sido me- nester proceder a reeditarlo. La oportunidad es asf propicia para Corregir los errores de impresién que entonces se deslizaron, tanto como para satisfacer algiin propésito mds de fondo. _ En efecto, tanto la seecién quinta come 1a parte final conten- tiva de conclusiones y proposicienes, se han recscrito para afiadir algunas consideraciones que los autores estiman como particular- mente relevantes, La intitulacion misma de la seccién quinta se ha modificado de manera de ajustarla al contenido que anuncia. ‘ Desde luego, hay una tentacién que acecha las segundas edi- Ciones: la introduceién de temas que, aun cuando ancjos a la ma- ae Pearl se pueden bien entender como nuevos. Por lo de- a nee Se ee asf mismos ciertos limites dentro Mets que abren las paginas de una segunda edi- fi un asi, el lector habrd de encontrar una postura mucho mds ‘alimativa en las consideraciones finales. Es decir, mds alla de Ix poner de manifiesto el destino que se le reservaba a Ta ideologia del capitalismo rentistico, y que no pod{a sine ser la natural com- paiifa del colapso de la estructura material de la economia del que brindan inegufvoco testimonie los wltimos afies, cra quizés impe- rativo saltar la barrera de lo puramente factual y dar un paso ade - lante cn la direccién de ofrecer nuevas vislas 0 espacios para cl juicio y la contienda politica. Si hay algdin hecho sobresaliente en el curso de estos afios, en cuanto significa Ievar las tendencias observadas hasta su virtual agotamiento, es el que se asocia a la cuestién del ambito que acepta como propio el conocimicnto econémico. La Economfa, segtin se la Hama desde algun tiempo, paso a paso ha venido re- duciendo su terreno de estudio, 0, si se quiere, vaciando el con- tenido de sus observaciones, hasta llegar, en lo que pasa para mu- chos por el culmen del Jogro cientffico, a la total vacuidad de lo axiomdtico. Desde luego, nada hay de casual en el desarrollo de la economfa en la direccién de abandonar la riqueza de lo historico, de lo politico y de Jo social en favor de un nucleo conceptual puramente ficcional, y, por lo tanto, carente de vitalidad. Su televancia social, que sin duda la tiene, es, por sobre todo, asunto de la imposicidn ideolégica que se permite cl ejercicio del poder. Es asi como bajo la expresién Economfa Politica, que en mu- chos ¢frculos ha adquirido renovada notoricdad, se expresa res - trictivamente sdlo aquel conocimiento que tiene que ver con la actividad econémica del Estado. El punto, sin embargo, no es el de un mero definir circulos semanticos mas o menos amplios, jNi con mucho! Lo que estd en juego, nada mds pero tampoco menos, es la preservacién de la esfera de dominio de la libertad indivi- dual, que es 1a cuestién central de la politica, y que €s inseparable, en la prictica, de Ja subsistencia material y, por lo tanto, de la po- sici6n que se ocupa en lo particular dentro de 1a estructura produc- tiva. No es tinicamente al Estado a quien le concierne strici sensu la politica y lo politico; ni tampoco son las relaciones personales, con ocasién de la subsistencia, sélo materia de administracién y Xx asignacién de recursos. Una separacién, asf de tajante, entre los Ambitos de la polftica y de la economfa en el comin del vivir de ; las gentes, dentro de la sociedad moderna, con todo y lo util o atractivo que pucda resultar para cicrtos propésitos intelectuales, sdlo lleva a deformacioncs o mutilaciones de la realidad, y, por consiguiente, a su falseamiento. Porque ¢s inevitable cierta trivializacién de los grandes temas socio-econémicos una vez que se ha comprendido su importancia, la nocidn del rentismo sirve actualmente a muchos para componcr ' sus mensajes politicos. Cabe decir que es posible que en su uso i prevalezca el sentido de un modo de vida en abstracto, mds que el t de una estructura social que Heva consigo actitudes y comporta- | mientos que colectivamente se admiten como nommales o desea- | bles. ¥, con todo, aqui ha de repetirse que la gran tarea histérica que Venezuela y sus gentes tienen por cumplir es la superacion del capitalismo rentfstico, bajo cuyo tempo, es asunto cicrto, ¢l pais puso en marcha y aceleradamente su modemizacién, pero que como organizacién socio-econdémica terminé por revelarse como inviable, Es decir, la renta del petrdleo carece de futuro, dado el grado de desarrollo econdémico alcanzado por el pafs, y es por ello que debe superdrsela. Pero tal afirmaci6n no significa, en modo al- guno, que la actividad petrolera haya dejado de ser un poderoso y dinémico sector en el que pueda Venezuela apoyarse para impul- Sar con nuevas fuerzas su modemizacién. Es precisamente aqut, en la conciliaci6n de estas dos perspec- tivas Contradictorias, cada una de las cuales, en sus propios tér- minos, es el petrdleo, donde yace la gran dificultad de la tarea de ‘superar el Capitalismo rentfstico. Desde luego, el asunto no es d de un simple negar la una en favor de la otra, o viceversa: esta ; Bae de concepciones, por decir lo menos, ignora la compleja _ Hama que s¢ encuentra tras el desenvolvimiento histdrico de una sociedad. Por ejemplo, la renta es imprescindible en el proceso de Superacion de que se habla; o dicho de otro modo, la existencia de XI la renta, dada su naturaleza piblica y sus montos, brinda ciertas seguridades, a lo largo de Ja transicién, que conforman un invalo- rable margen de maniobra para la accién politica. Pero su presen- cia en la vida de la sociedad, hasta ahora ubicua, tienc que men- guar en aras de que la actividad productiva del peirdleo pucda de- sarrollarse. ¥ serfa de una imperdonable simplicidad pensar que ello habrd de conseguirse de la noche a la mafiana, o sin la demo- crética persuasién colectiva que sélo un vigoroso liderazgo politico puede conducir. Que un tiempo fundamental de la historia del pafs ha concluido. Esa fue, quizds, la més importante de las conclusiones que de la primera edicién de este ensayo claramente se despren- diG, De allf se seguian, de manera natural, otras tantas conclusio- nes relativas a diversos temas, y, en especial, atinentes al caracter del colapso de la estructura econdmica rentistica. Los aiios trans- curridos, como es del todo normal, han abicrto interesantes perspectivas hacia el ticmpo por venir, esto cs, acerca de la transicién hacia un nuevo estado de cosas. La segunda edicién de este ensayo avanza en esa direccién, y en tal sentido se orienta a completar la primigenia intencidn de los autores. Asdnibal Baptista y Bernard Mommer Diciembre de 1991 Préliogo El pensamiento econémico ha sido tardio en Venezuela. En reali- dad puede considerarse como una de las manifestaciones funda- imentales de aquella gran voluntad de renovacin y aggiornamento que brota en el pafs después de la muerte de Gémez. En todo ¢l siglo XIX es poco lo que se escribe, con criterio cientifico, sobre la economfa, ni nacional ni teérica, Excepcion. admirable es el estudio luminoso de Fermin Toro: Reflexiones sobre la ley det 10 de abril de 1834, El empobrecimiento general y continuo de la vida intelectual del pafs, que fue la secucla peor de la larga etapa de guerras civiles y asaltos de montoneras, va a ex- tenderse desde el eclipse de Vargas, hasta la etapa on la que Guzman Blanco, d4ndole facilidades y apoyo a Emst y Villavicencio, trata de compensar ¢] inmenso atraso intelectual y cientifico de aquella sociedad. Cecilio Acosta ensefid Economia en la Universidad. No sabe- mos qué tipo de curso dictaba y apenas Conocemos algunos traba- jos suyos, en que aborda ocasionalmente el tema econdmica, re- cogidos en la recopilacién de sus obras. Cuando en 1936 los dirigentes politicos quieren evaluar la si - tuacién econémica y sus perspectivas, yan a tropezar con ja increible penuria de informaciones y esludios. No existia un indice general de precios. No se habfa hecho sino una elemental tentativa de esbozar la balanza de pagos para 1935. En la universidad apenas se ensefiaba economfa polflica como una asignatura m4s del pensum de la Escuela de Derecho, que se estudiaba de un modo casi abstracto siguiendo textos franceses, sin que por ningiin motivo apareciera el menor alisbo de la economia del pafs. Tuve la suerte de iniciar cn esa modesta cétedra el estudio de la economia venezolana. Se comenzé a hablar del belfvar, del XIV petréleo, del desequilibrio entre la vieja economia rural ylanueva economia petrolera, de la geograffa econémica y humana y de los problemas reales. La fundacién de la Escuela Libre de Ciencias Econémicas en 1938 y la posterior de la Facultad en Ja Universidad Central en 1939, marcan un punto divisorio muy importante. Como conse - cuencia de la fundacién de esa disciplina como carrera universita- tia, Venezuela, por primera vez, va a contar con economistas pro- fesionales formados no slo en el estudio general de la ciencia econdmica, sino adem4s en el interés de conocer ¥ Sefialar solu- ciones para los numerosos problemas de cardcter econémico que afloraban continuamente en él pais, motivados por las consecuen- cias de la expansién de una economia petrolera dominante sobre una economfa tradicional cada vez més limitada. Los doctores Asdnibal Baptista y Berard Mommer han reali- zado un excelente estudio de «exegesis cientificas, como ellos lo llaman modestamente, en el trabajo que hoy se publica. Es precisamente con el auge de la riqueza petrolera que co- mienza a formarse un pensamiento econémico venezolano que toma por objetivo el andlisis y el diagnéstico de las peculiaridades que la existencia de dos economfas, extrafias y hasta contrarias entre sf, provoca en la nacién, Esta situacion de reaccién frente a un fenémeno real y avasallador en Ia vida del pafs, le da desde el comicnzo cierto cardcter pragmitico al pensamiente econémico Nacional y una inevitable intencién polftica, A partir de 1936 el panorama econémico de Venezuela co - Mmienza a hacerse atfpico. La pugnaz coexistencia de las dos economfas, el hecho de que la Tiqueza y la actividad tradicionales -€staban enteramente vinculadas ala agricultura, con todas las con- Secuencias econdmicas, politicas y culturales que ello implicaba, y el de que la niqueza petrolera, feciente y creciente, tenfa Muchos aspectos de enclave €xtranjero, manejado por grandes empresas Ee nalcs ¢ {ntimamente Conectado con la accién del gobierno nacional, hicieron dificil ¥ confusa la apreciacién de la situacién, } xv Podrfa decirse sin exageracién que una sola cuestién dominé la Politica y el pensamiento econdmico desde entonces, la que podria formularse de manera muy simplista: qué hacer con el petréleo? En su excelente trabajo, que constituye un aporte de gran im- portancia al estudio del pensamiento econémico venezolano en este siglo, los profesores Baptista y Mommer estudian con mucho rigor cientffico los sucesivos planteamientos y concepciones que sobre el petrdleo y sus efectos en la economfa yenezolana fueron formulados sucesivamente por algunos autores yenezolanos tales como Alberto Adriani, Rémulo Betancourt, Juan Pablo Pérez Alfonzo y quien esto escribe. Por lo que a mf me hace, debo agradecer cl interés que han puesto en analizar con objetividad lo que en varias ocasiones pude apomar a este vital debate. La lectura de esta obra serd de mucha utilidad para todos los que se interesan seriamente por los arduos problemas de la eco - nomfa venezolana y por su cuestién central que no es otra que la coexistencia y transicién de dos pafses, de dos Venezuelas, una del pasado que ya no existe en su ser original y otra del porvenir, que todavia no esté definida y entre las cuales se coloca esta ya jarga y dificil etapa de transicion que se exticnde a lo largo de los Ultimos cuarenta afios. Arturo Uslar Pietri Caracas, julio de 1986 Prefacio El presente ensayo es un trabajo de exégesis cientifica, es decir, de interpretaciGn objetiva de la cuestién del petrdleo tal y como la entendicron unos hombres que marcaron la historia nacional en las scis décadas pasadas. Solo atendiendo este cardcter y mante- niéndolo en la mente ¢s como pueden comprenderse su método ¥ propésito, La labor exegélica le es indispensable a la investigacién cientffica de la cucstién econémica. Los hechos que interesan ala ciencia de la economfa, en un sentido muy riguroso, son también las opiniones y juicios que se brindan de 1a realidad econdémica, las visiones del acontecer social, los manifiestos de intencién po- ica y las declaraciones de principios y postulados doctrinarios. Estos hechos, en la practica, resultan ser inequivoca contrapartida de otras expresiones de la cuesti6n econémica, y su comprensién, de gran utilidad entonces para la tarea investigativa, Gnicamente es posible mediante la exégesis cientifica. El presente trabajo, pues, se propone discemir Ja Iégica o ra- z6n del pensamiento venezolano sobre cicrtos puntos muy sustan- tivos del tema petrolero. Esta Idgica 0 razdn es un proceso que Paso a paso se va desenvolyiendo, y, en consecuencia, es un hecho histérico. Por lo tanto, la exégesis cientffica que ha de cumplirse aqui, en obedicncia a la naturaleza de su objeto, debe ser una reconstmuccién hist6érica, El proceso histérico a lo largo del cual el pensamiento yenezo- Jano tevela su comprensién de las materias petroleras bajo consi- deracidn, asf como las orientaciones y criterios para la accidn politica, se muestra, finalmente, como un proceso racional. Es decir, él posce una direccién. El lector debe distinguir muy claramente la significacion de este ultimo ascrto. En efecto, lo que se quiere sefialar es que el XVII entendimiento cientffico es capaz de poner al descubierto las vin- culaciones y asociaciones entre los distintos pasos cumplidos en la tarea colectiva de comprender la cuestién petrolera. Mas toda- via, sé quiere sefialar que cada paso engendra y determina el cardcter del paso siguiente, de modo gue cl conjunto del proceso luce como un todo coherente y apradable a Ja razén. En suma, sostener que este proceso histérico posee una di- reccidn no significa de ninguna manera que su orientacién estd predeterminada, 0 lo que serfa igual, que esa orientacién le viene en alguna medida impuesta. Tanto la tarea exegética misma como la lectura y andlisis de las interpretaciones ofrecidas requieren de ciertas actitudes y disposi - ciones. Primeramente, el proceso histérico hay que contemplarlo con desasimiento. Esta es una condicién basica de la investigacion cientffica, cuya exigencia aquf se repite y reitera. En segundo lugar, el proceso histérico hay que seguirlo con entero candor, Es decir, nada debe imerferir con la conviccidn de que los actores que lo causan proceden siempre legftimamente, Por tltimo, el proceso histérico debe describirse permitiendo a los actores llevar la voz y sentar las orientaciones basicas. Es su pensamiento expresién lo que al final cuenta y Io que hay que interpretar con toda fidelidad. Asdnibal Baptista y Berard Mommer Introduccién En una investigacién anterior, se estudié la capacidad de absor- cién de capital de los pafses del Tercer Mundo en general y de los pafses petroleros en particular!. En el caso de estos tltimos, yal conceptuar el ingreso petrolero como una renta, esto es, como una transferencia unilateral € intemacional, se demostré que los recur- sos disponibles excedieron con ereces esa capacidad. En el caso Venezuela se sostuvo, ademds, que tal exceso ha ocurrido asf desde hace ya décadas. Se concluy6, entonces, en que la politica econdmica de los pafses petroleros no tiene porqué limitarse a la inversién productiva de la renta petrolera, puesto que el exceso de tecursos disponibles permite aumentar, de una vez y al mismo tiempo, el nivel de consumo de la poblacién. Mas todavia, el con- sumo parcial de Ja renta petrolera contribuye a ampliar la capaci - dad de absorcién de capital, por lo que se propuso cl examen de esta altima en funcién de aquél, siendo el parémetro decisivo para tal examen el grado de desarrollo del pafs en cuestién. El consumo parcial de la renta petrolera, empero, yen lame- dida en que la economfa nacional se hace mas madura, contribuye cada vez menos a ampliar la capacidad de absorcién de capital. Y hay mas, mientras que con su madurez se Je plantea al mercado nacional la necesidad de integrarse con el mercado mundial, d consumo parcial de Ja renta, circunstancia tan favorable para el desarrollo primigenio del mercado nacional, ahora se revela como un obstéculo dificil de superar. 1 Bernard Mommer y Asdnibal Baptista: «El ingreso petrolero y la capacidad de absorcién de capital: el caso de Venczuelax, mimeo. IESA, mayo 1985 XX El presente trabajo tiene como objeto el mismo tema, pero el camino metodoldégico que aquf se utiliza es radicalmente diferente. En efecto, el método empleado se propone observar a Venezuela a partir de sf misma. Es decir, aquf se va a reconstruir la discusién histérica que ha tenido lugar en Venezuela con ocasién de la significacién econémico-politica de la consigna «sembrar el petré- leo». Se trata, ha de puntualizarse, de la exégesis de controversias y disputas apasionadas, promovidas y causadas por personalida- des que han ocupado posiciones destacadas en la conduccién del pals, y no de un juicio sobre las contribuciones de los economis- tas profesionales. En suma, a la literatura que servird de fundamento para este trabajo, no cabe, como regla general, calificarla de cientifica. ¥ si bien ello puede verse como un inconveniente, Jo cierto es que en cambio tiene la ventaja de que refieja la experiencia viva, la volun- tad de accién politica, la sabidurfa y visi6n de conjunto de los hombres de vida ptiblica. El examen propuesto, desde luego, habré de realizarse a la luz de la razén cientffica, La consigna «sembrar petréleo» sefiala como destino deseable de la renta petrolera su inversién productiva. En esa consigna, sea oportuno acotar, la expresién «petrdleo» es un sustantivo genéri- co y no un concepto cientifico. Unos parrafos antes, sin embargo, se puso de manificsto que la comprensién cabal del problema de la inversién productiva de la renta petrolera y de las limitaciones con las cuales s¢ enfrenta, requiere en cuanto condicién antece- dente de la conceptualizacién de Ja renta petrolera como una trans- ferencia unilateral ¢ intemacional, De esto tiltimo se sigue que al analizar las discusiones en cuestién, no basta con detenerse a considerar cémo concibe cada quien en lo concreto la «siembra del petréleo», sino que es imprescindible estudiar también cémo sc enticnden el origen y la XXI naturaleza del ingreso petrolero mismo. Y aqui deberfa afiadirse, mds atin, que bajo ese término genérico «petrélea» no se alude sélo a la fuente de un ingreso de cardcter rentfstico, sino también a una actividad productiva strict sensu. Finalmente, no pueden soslayarse las maneras diversas de comprender el proceso social de transferencia de la renta desde su origen al destino deseado. Gumersindo Torres y Vicente Lecuna: la génesis de la renta petrolera y las primeras discusiones acerca de su destino inmediato Las revoluciones sociales que condujeron al mercado en Europa, se encontraron con la presién histérica ineludible de eliminar, 0, cuando menos, de reducir sustancialmente los ingresos que meci- fan los terratenientes por el ejercicio del monopolio de la propie- dad territorial, es decir, la renta de la tierra, Ello se logré por las mis diversas vias, unas veces violentas, otras no, aunque todas persiguicron lo mismo: otorgar la propiedad real de la ticrra a los productores, esto es, colocar Ja tierra bajo los mecanismos de la compelencia capitalista. Esta solucién, sin embargo, presenté desde siempre inconye - nientes en lo que a las minas s¢ refiere. Los productores de la superficie, en principio, nada tienen que ver con las minas, por lo que la tendencia general en Europa, con la tinica pero importante excepcién de Inglaterra, fue la de declararlas como propicdad estatal. La propiedad estatal constituyé entonces no una manifestacion positiva de la propiedad, sino simplemente un obstéculo para el ejercicio privado rentfstico de la propiedad territorial. De este modo se garantizaba el libre acceso del capital a las minas, 0 lo que es igual, de los productores al recurso natural, previo cumplimiento de unas ciertas formalidades establecidas por la legislacién. 2 Como se sabe, en Venezuela las minas son propiedad del Estado ya desde la colonia y de acuerdo con la tradicin juridica espafiola. No obstante, hacia fines del siglo pasado 1a legislacién minera venezolana scgufa mas bien las pautas del sistema juridico francés, en el cual se consagra de manera consecuente la libre propiedad estatal de las minas. De este modo, al momento de otorgarse las primeras concesiones petroleras a principios de si - glo, la legislacién venezolana se orientaba a facilitar la labor de los productores potenciales, micniras que negaba a los terratenicntes cualquier aspiracion rentistica. He aquf algunas citas que sustentan esta aseveracién. En la Exposicién de Motivos de la Ley de Minas de 1909 se leen los si- guientes parrafos:? (..} la bondad de una ley de minetia ha de apreciarse por la ma- yor seguridad que se dé a los explotadores en su coneesin; por Ia extension de Ja libertad que se le conceda para obrar, pues cuanto menos trabas, mejor; y finalmente, por el cimulo de facilidaces que se les brinde para la obtencién de las minas, Desde luego, los mineros tenfan que pagar impuestos como todos los ciudadanos, pero la cucstién no era gravarlos con una renta de la tierra: Triviales por demasiado conocidos son los principios que exi- gen que el impucsto sea médica, a la vez que igual para todos los contribuyentes...E] impuesto sobre las minas requiere por parte del Estado que Io impone, que al determinarse, se tengan en cuenta elementos que no existen en otras especies gravables, pues no hay Propiedad mds contingente que la de las minas...Mas si todo esto debe tenerse en cuenta, tampoco debe olvidarse que ese impuesto, ‘Para que sea justo, computados los tiesgos, debe ser relativamente Citado en Manvel R, Eg, fbid. ala, Venezuela y suet Minas, Caracas, 1979 p. 216-217. ws ignal al que pagan los agricultores y criadores del pats, pues de lo contrario seria irritante... Sin embargo, en esta misma Ley se hallaban presentes las as - piraciones de los terratenientes, quienes exigfan que en los terre- nos de su propiedad se les concediera un tercio de los beneficios que con la produccién pudiera obtenerse. El articulo correspon - diente merecié el siguiente comentario del Ministro de Fomento, quien, en su oportunidad, lo demandé por anticonstitucional lo- grando su anulacién por la Corte Federal y de Casacién:* Semejante precepto constituye una restriccién manifiesta puesto que nadie habria de incurrir en aportar el dinero, el crédito, la inteligencia, la actividad, Ja perseverancia, en fin, todo el cau- dal material, imelectual y moral requerido para poder alcanzar éxito en empresas de esta naturaleza, para lucgo hacer participe nada menos que en la tercera parte de las utilizedas aun socio obli- gado que no trabaja, gue con nada contribuye y que nada arricsga. Con los primeros descubrimientos de petrdlea y con la impor- tancia que iba a adquirir esta materia prima en Ja Primera Guerra Mundial, se inicié una viva competencia del capital petrolero in- ternacional para obtener concesiones en Venezuela, producién - dose asf el despertar de una conciencia nacionalista rentistica, Las siguientes reflexiones de Gumersinde Torres como Ministro de Fomento en 1920 son merecedoras‘de atencién:> En Venezuela nada percibe el Fisco por la explotacin de tos yacimientos petroliferos en terrenos nacionales, fucta del im- pwesto corriente que se aplica indistintamente a las explotaciones en terrenas baldios o de particulares. Ahora bien, son nociones 400 Memoria del Ministerio de Famento, Caracas, 1912. S Memoria de! Ministerio de Fomenio. Caracas. 1920, pp. XWII-XXIL, Destacado en el original, distintas la de impuesto y la de percepcién de una suma derivada de estipulaciGn contractual por el goce de una propiedad nacional, distincién que en donde quieta se ha tenido presente para cobrar por este tiltime respecto pensiones variables segiim las zonas cuando Ja explotacidn petrolera se hace en terreno nacional, Ast pues, en Venezuela hay impuestos, pero nada pagan las empresas por el derecho mismo a la explotacién, como en todas las otras naciones tienen que hacerlo, ora a los propietarios del suelo, comprindoles carisimas tierras petroleras, ora al Estado mismo, si al terreno es baldfo, mediante especiales estipulacianes contrac- tuales. Torres se referfa aqui primordialmente a los Estados Unidos, primer pafs productor del mundo, donde el petréleo es propiedad privada. Por ello la industria petrolera de ese pais opera sobre la base de arrendamientos, pagdndose una renta de la tierra al terra- teniente, independientemente y aparte de cualesquiera impucstos estatales, ¥ si el contrato de arrendamiento se firma con cl Estado en terrenos nacionales, también se establece el pago de una renta. Esta era la aspiracién de Torres. En tal sentido propuso que el Estado estableciera el cobro de una renta de la tierra en los terre - nos nacionales, aparte de los impuestos ya consagradas. Y en lo relativo a los terrenos particulares, propuso conceder a los terrate -~ nientes un derecho preferencial de obtener 1a concesién, de mane- Ta que, de traspasarla a las compafifas petroleras extranjeras, pu- dicran obiener como su provente la renta de la tierra corres- ‘pondiente:* Elreconocimiento del derecho de los propietarios del suelo si- guiera a la preferencia para obtener de la NaciGn la facultad de ex- Plotar el subsuelo, mediante el pago de los impuestos legales, va- Torizarfa enormemente la propiedad territorial, porque los agentes de las compaiifas tendrian que entenderse previamente con ellos para obtener esa facultad, en lugar de entenderse con un coniralista nico como hasta ahora, La valorizacién de Ja propiedad territorial se traducirfa naturalmente en la prosperidad general de la respec- tiva regién y en el aumento consiguiente de lus rentas fiscales como sucede cada vez que sube el precio de los bienes inmucbles 0 de frutes del pats. A esta vision de Torres se opuso Vicente Lecuna, entonces Presidente del Banco de Venezuela. Sin embargo, participaba 1 de la proposicién de que la nacidn tenia que pedir una renta de la tierra, afiadiendo que esa renta deberfa equivaler, como minima, a Ja usual en los EE.UU.:? Los Estados Unidos consumen en su propio pats tado lo que producen sus minas. Al Gobierno no le interesa encarecer un arti- culo que consume su escuadra, ni seria politica inteligente encare- cer el combustible de sus industrias; sin embargo ¢l impuesto me- dio (Iéase regalia) es de 15 1/2 %. Venezuela se halla en un caso muy distinto: ella no aprovecha, nada del peiréleo que se llevan, $élo le queda la participacién que exija la ley para la Repiblica. Lecuna se referfa aqui tnicamente a las tierras estatales en los EE.UU., pasando por alto las que eran el objeto de apropiacién privada. Lecuna, pues, sostenfa contra Torres la tesis de la propiedad nacional estatal del petrleo, de manera que la renta pe- trolera correspondiera tinica y exclusivamente al Fisco Nacional, aungue los yacimientos estuvieran ubicados en terrenos privados. 1 Diario Ei Nacional, «El historiador Vicente Lecuna y nuestra rigueza petreleras, publicacién de la Fundacién Lecuna, p.8, Suplemento del 3 de diciembre de 1975. | | 6 Al mismo tiempo, Lecuna hacfa expl{cita la justificacién de Venezuela tras su aspiracién a una renta de la tierra intemacional, a saber, el atraso socioecondémico del pafs. La industria petrolera moderna, en cuanto actividad productiva que requiere de grandes sumas de capital y de particulares conocimientos tecnoldgicos, no podfa en ese momento incorporarse al pafs con los beneficios co- mespondientes. De allf que se buscara aprovecharla, por lo me - nos, como fuente de un ingreso rentista. Torres y Lecuna estaban de acuerdo sobre la integracién ren- tistica del pafs a la industria petrolera intemacional. Sus diferen- cias, en todo caso, se referfan a la distribucién posterior de la renla petrolera. Torres, en terrenos particulares, favorecfa a los terratenientes; Lecuna, en cambio, consideraba al Estado como el tinico beneficiario legftimo. Para defender este punto de vista, sin embargo, este tllimo se limité a sefialar la tradicional propiedad estatal de las minas confirmada y renovada por el Decreto del Libertador. Auf cabe un juicio adicional. Los terratenientes venezolanos, posibles beneficiarios de la renta petrolera, no eran agricultores modernos y dindmicos, farmers norteamericanos, sino gente de mentalidad precapitalista, valga decir, de escaso espfritu empresa- tial. La renta petrolera, en sus manos, bien hubiera podido tener un uso no adecuado para el desarrollo del pafs. En cambio, al centralizarla en manos del Estado, se abrfa al menos la posibilidad de que se canalizara hacia fines productivos y hacia la modemiza- cién de la sociedad. En retrospectiva, no cabe duda de que la razn histérica estaba con Lecuna, ¥ no con Torres. En la practica, si bien Torres pudo lmponerse, parcialmente, al asegurar en la Ley de Hidrocarburos de 1920 el derecho preferencial de los terratenientes a la concesién porun ano, con lo que se inicié un importante auge del comercio de concesiones, luego se iba a imponer paulatinamente el punto de vista de Lecuna. Al final, con la reforma petrolera de 1943, y como consta de modo expreso en Ja Exposicién de Motivos de la Ley, se le cerr6 definitivamente el paso a cualquier injerencia de los superficiarios en las concesiones petroleras,* Por lo demds, la misma tendencia habrfa de prevalecer con ¢] paso del tiempo en todos los paises petroleros.? Resumen La exposicién y discusién precedente puede resumirse en los siguientes téminos: 1, Las primeras concesiones petroleras fueron otorgadas gratuitamente, sin imponcrse el pago de renta de la tierra algu- na, en obediencia a la legislacién minera vigente que segufa las pautas de la legisiacién mas modema sobre Ja materia que era la francesa. Esta Ultima faverecfa radicalmente al productor, negdndose cualquier aspiracién rent{stica al propictario de Jas tierras. 2. Dadas las caracteristicas de la industria petrolera moder - na, a saber, la produccién de una materia prima que sirve de insumo a las industrias modemas del mundo bajo condiciones de alta tecnificacién, Venezuela no podfa integrarse con ella ni directa ni indirectamente por la via de la produccidn, tal como hubiera correspondido a la esencia de la legislaci6n minera existente. 3. Por esta situacién, asf como por el extraordinario éxite de las concesiones, los circulos gobernantes vieron la integra- ciGn rentistica con la industria petrolera internacional como la unica posibilidad de que el pais aprovechara su excepcional riqueza petrolffera. 4, Con ello se planted el problema de quiénes deberfan ser los beneficiarios inmediatos de la renta. Torres se inclinaba en 8 La proposicién de Lecuna st vio favorecida por el hecho de que los yacimientos descubiertos se encontraban mayositariamente en terrenos estatales, 9 Para més detalles, véese Benard Mommer, La Cuestidn Petrotera, Caracas, 1987, passim,

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