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LA EVOLUCION DEL CONTRATO SUMARIO: 1. La teoria clasica del contrato: Sus dos elementos: Ja autonomia de 1a voluntad o libertad contractual, y la fuerza obli- gatoria del contrato como si fuera ley—2. Critica de la teorfa. Evolucién del contrato como una de los aspectos de la transfor macién general del Derecho privado.—3. La intervencién del Estado como correctivo de Ja desigualdad entre los contratantes. La presencia de los contratos de adhesién. El nuevo “formalismo”—4. La teoria de la imprevisién o cldusula “rebus sic stantibus”—5. Con- clusiones—6. La evolucién del contrato en el Derecho mexicano. 1, Dos son Jos principios fundamentales de la teoria clasica del con- trato: la libertad contractual o principio de la autonomia de la voluntad, y la fuerza obligatoria del contrato, una vez celebrado.? EI principio de la autonomia de la voluntad tiene su origen en la filo- sofia libero-individualista que, con raigambres en el Derecho romano, se afirmd en el siglo xvi11 como consecuencia de la Revolucién francesa, y quedé consagrada en el Codigo francés de Napoledn, en su forma més perfecta y acusada. Seguin este principio, la voluntad humana es todopoderosa y no reco- nnoce mas limitaciones que aquellas estrictamente necesarias para el man- tenimiento de la sociedad. Cada individuo tiene la facultad de crear, por un acto de su libre voluntad, una determinada situacién juridica, que el Derecho objetivo esta obligado a respetar. La esfera juridica de cada persona, tiene por sostén y por medida la propia voluntad de esa per- sona y, en consecuencia, dentro de dicha esfera nada puede surgir ni modificarse sino en raz6n de Ja voluntad de su titular. La ley (que para esta doctrina es un mal necesario), debe acatar la voluntad individual, absteniéndose hasta donde sea posible de inter- venir en Ja regulacién de las relaciones de los particulares, transformando 1 Morin, “La Loi et le Contrat”, p. 51. 28 BOLETIN DEL INSTITUTO © modificando en alguna forma la esfera juridica de los mismos, sobre todo en el campo del Derecho de las obligaciones, por que aqui —mds que en las restantes ramas del Derecho privado—, se considera que los parti- culares estan en posibilidad de apreciar mejor que nadie, al contratar, lo que les conviene y‘ lo que les perjudica, y por que, ademés, del contra- to no puede surgir injusticia alguna, dado que las obligaciones se asumen hibremente. Consecuencia de esta doctrina es la facultad que tienen los individuos para celebrar libremente entre si todos los actos juridicos generadores de obligaciones y atribuirles los efectos que quieran sus creadores. El Estado adoptarA una posicién de no intervencién, concretandose a dejar hacer, dejar pasar, dictando solamente normas supletorias que, como su nombre lo indica, se aplicaran tnicamente en ausencia de expresién de voluntad de los creadores de los convenios. Cuando el principio de la autonomia de 1a voluntad se refiere de manera especifica a la formacién de contratos, lleva el nombre de “prin- cipio de la libertad de contratacién”, de la libertad contractual o, para usar el término de los juristas germanos, “principio de libertad de ¢s- tructura del contenido de los contratos”, porque las partes pueden, segan ha quedado dicho, celebrar contratos de cualquier contenido y atribuirles los efectos que deseen. . A esta teoria, exaltadora de la facultad volitiva humana, que consi- dera —con frase de Valverde—, a los individuos “como pequefios reyes absolutos, soberanos, e independientes”,? se le rindié culto estimandola como la base del sistema juridico individualista. Ripert, resumiendo en frase magistral la veneracién que los juristas clasicos sentian hacia el principio de la libertad contractual y del con- trato surgido de la libérrima expresién de voluntad, dice que el contrato cs, desde el punto de vista filoséfico, superior a la ley, puesto que ¢s aceptado y no impuesto, y que —desde el punto de vista econdmico—, con el contrato se realiza la mejor reparacién de los bienes y servicios, ya que cada hombre al contratar decide por si solo Jo que le es mas util. No debe creerse, sin embargo, que el contrato, aun en los Cédigos inspirados en la doctrina clasica, se reglamenté con la pureza y exageracién de Ja doctrina, ni pensar que el principio absoluto de la autonomia de Ja voluntad y su consecuencia, el de no intervencién del Estado, fueron aceptados integralmente por la ley. No, la libertad contractual reconoce limitaciones pudiendo decirse que, en términos generales, se circuns- 2 Vatverve, Op. cit, p. 35. DE DERECHO COMPARADO 29 cribe tal libertad en aquellos casos en que entran en juego razones de interés general, de moral o de orden ptblico pero que, fucra de esos casos, esa libertad funciona ampliamente, limitandose el Derecho a dictar nor- mas de caracter supletorio o interpretativo de la voluntad de los parti- culares que, de acuerdo con el adagio, funge aqui como suprema ley. Decfamos que el segundo elemento del contrato, en la doctrina cli- sica, consistia en el principio de la fuerza obligatoria del contrato, una vez celebrado. Este principio se expresa en el adagio “pacta sunt ser- vanda”, y se consagra ademas en forma enérgica en el articulo 1134 del Cédigo de Napoleén que establece que: “Las convenciones Jegal- mente formadas, tienen fuerza de ley respecto de aquellos que Jas han celebrado”. En la teorfa clasica, la fuerza obligatoria del contrato se impone tanto a las partes como al juez. A las primeras, porque ellas estan obligadas a observar sus compromisos, a cumplir Jas obligaciones que contrajeron al contratar, de la misma manera que estan obligadas a observar y a acatar la ley. Al juez, porque él no tiene factltad para revisar y corregir, alterando o modificando, los términos del contrato, sino que debe limi- larse a asegurar su cumplimiento en caso de inejecucién. Los contra- tantes, en esta rigurosa concepcién del contrato, sdlo pueden liberarse de las obligaciones que contrajeron, en los casos en que la prestacién a que estin obligados sea imposible por caso fortuito o fuerza mayor, pero si no cumplen por su culpa, seran condenados al cumplimiento in natura o en equivalencia, de la obligacién, es decir, al pago de los dafios ¥ perjuicios en esta ultima hipétesis. La fuerza obligatoria del contrato debe permanecer intacta, no obs- tante que en el curso de un contrato de tracto sucesivo se modifiquen las condiciones del mismo, volviéndose onerosas para una de las partes, en virtud de circunstancias no previstas, como por ejemplo una guerra, cpidemias, depreciacién de Ja moneda y cualesquiera otra calamidad ge- neral. Para la doctrina clasica, decimos, a pesar del cambio imprevisto de circunstancias, el contrato debe ser mantenido en la forma que originaria- mente se pactd y las prestaciones del mismo deben ser ejecutadas fiel- mente por las partes, Soéte excepcionalmente, el contrato puede ser modificado por impre- vision, esto es, por el cambio no previsible de antemano de las circuns- tancias del mismo, y ello en los casos en que se pacté de manera expresa insertandose en el contrato la clausula “rebus sic stantibus”, en virtud de la cual el contrato puede ser revisado si los acontecimientos exteriores 30 BOLETIN DEL INSTITUTO transtornan las condiciones de ejecucién del contrato; pero, fuera de esta excepcién, que viene a confirmar la regla de que el contrato no puede ser alterado o modificado en el curso de su ejecucién, el principio su- premo ante el que se inclinaba la doctrina cldsica, impuesto tanto a las partes como al juez, es el de la “seguridad de la convencién”: “‘pacta sunt servanda.” 2. La evolucién de la teoria contractual que ha producido lo que algunos civilistas Ilaman “la crisis del contrato”, es —-como dice Ripert—, “uno de los casos tipicos de la moderna elaboracién juridica debida a la influencia de los factores econémicos”. En efecto, la libertad contractual y su consecuenica, la abstencién del Estado a intervenir en la celebracién de los contratos, estaba en armonia con la realidad econémica y social de principios del siglo x1x, es decir, con el régimen del pequefio comercio y la pequefia industria, que hacia menos ostensible la desigualdad entre los individuos. Pero, a medida que el desarrollo industrial fué acen- tuandose y que se constituyeron grandes empresas y se produjo un pro- greso en la técnica, y como consecuencia de esta transformacién econd- mica se advirtieron cambios en la sociedad, de manera que se acentia la di m en clases, perfilandose con nitidos caracteres el proletariado y los pequefios burgueses, por una parte, y los capitalistas y grandes burgueses, por la otra, las desigualdades econdémicas y sociales entre los contratantes se volvieron mas y mas profundas, hasta determinar el rompimiento del equilibrio entre los contratantes que deberia existir como presupuesto esencial del contrato, Surgié entonces la necesidad de una revisién de Ja teorfa del contra~ to en sus aspectos fundamentales: autonomia de la voluntad; fuerza obligatoria del contrato; intervencién del Estado, a fin de adecuar esa figura juridica a lz realidad contempordnea, y el esfuerzo de Jos juristas se consagré, afanosamente, a adaptar el contrato de tipo clasico a un mundo econdmica y socialmente desordenado. Todos los sistemas juridicos se encuentran en esta hora en un periodo de transicién entre Ja libertad contractual y la intervencién del Estado; entre el contrato producto de auténomas y equilibradas voluntades y el contrato dirigido, también Ila- mado con estos otros nombres: contrato de adhesién, contrato tipo, © contrato reglamentario. La evolucién de la teoria clasica del contrato ha tenido por origen las serias objeciones que, a consecuencia de fa transformacién que hemos descrito antes, se han hecho a los dos principios fundamentales de ja misma. Desde luego, podemos afirmar que en el Derecho contemporaneo DE DERECHO COMPARADO. 3h se nota una visible reaccién en contra del principio de la autonomia de la voluntad, negandose por muchos fuerza creadora a la voluntad, para formar las relaciones juridicas. Duguit, por ejemplo, ha dicho que toda situacién juridica formada a consecuencia de un acto juridico (enten- diendo por “acto juridico” Ia manifestacién de voluntad encaminada a la produceiéa de efectos de derecho), es una aplicacién pura y simple del Derecho objetivo; por consiguiente, 1a declaracién de voluntad, afiade, no es mas que una condicién para la aplicacién del Derecho objetivo. Para Demogue, la teoria de la libertad contractual si no es entera- mente falsa si es exagerada porque, dice, “al permitir que todos los actos juridicos se convaliden en Ja medida en que se quisieron, con el solo limite del orden publico, presenta el defecto de todas las teorias liberales aplicadas sin mesura, ya que es indebido conceptuar a los particulares como justos apreciadores de los intereses colectivos”;* y por otra parte, al darsele a la voluntad un alcance que no tiene, considerindola como omnisciente, se olvida que el limite medio de la inteligencia humana no permite, en la generalidad de los casos, prever todas las fases de la Ope: racién juridica que se va a realizar. : Josserand en su notable “Apercu général des tendences actuelles de la théorie des contrats”,* encuentra que la declinacién del contrato tiene. causas profundas, pero que dos son las principales: una, de orden juri- dico y politico; otra, de naturaleza especificamente econémica. Por virtud de la influencia de la Democracia en el Derecho, los Cédigos de puro Derecho privado se transforman en Cédigos de Derecho-privado social. Esta consideracién, afiade, vale también para el Derecho de los contratos. que se “‘socializa”, que se hace piblico mis y mas cada dia: el negotium juris de los romanos se ha vuelto, a la vez que un negocio privado, un negocio pablico, y la libertad ha dejado de ser el principio supremo regu- lador de los contratos. Sobre las ruinas de un sistema de libre cambio que. no responde ya a las necesidades y a los ideales de una comunidad mds sociable, ha venido a instalarse un régimen de reglamentacién y de pro teccionismo, La causa econdémica de la transformacién contractual es la acumulacién de los capitales y la concentracién de las empresas, lo que: ha hecho que las mismas partes contratantes hayan cambiado de figura y de personalidad. Ahora tratamos con agrupaciones poderosas que ela- boran textos de convenios como el legislador dicta textos de Ley. Entre. tales contratantes, unos colosales, otros infimos, la autonomia de la vo- 3 Democure, Op cit, p. 82, ‘ 4 JosseRanp, Op. cit, p. 6. 2 BOLETIN DEL INSTITUTO luntad deja de tener sentido; la libertad contractual se convierte en unila- teral porque solo funciona en provecho del fuerte. De alli que los fendé- menos econémicos han tenido fatalmente que repercutir en la estructura de los contratos, puesto que a ofros contratanies se necesitan otros contratos. Mas radical aun, Sevatier considera que el concepto de “contrato” esta desapareciendo con su sentido tradicional para dar paso a una no- cién nueva, la de “relacién de hecho’: relacién de hecho, en vez de contrato de trabajo; relacién de hecho (ocupacién) en vez de contrato de arrendamiento; unién libre, como relacién de hecho, en lugar de matrimonio. En moviles mas elevados encuentra Gastén Morin® el origen de Ja transformacién del Derecho privado: refiriéndose al Derecho francés, este autor encuentra que se ha operado una rebelién subterranea del derecho y de los hechos, en contra de los principios individuales que animaron et Cédigo de Napoleon, y que en la teoria contractual consa- graban a la voluntad de las partes como Ia suprema ley. Mas como esa voluntad, aunque aparentemente libre, en el fondo siempre obedecia a presiones, resulté que tanto la autonomia de la voluntad como la ficcién dé la igualdad juridica se convirtieron de hecho en un régimen de privilegio para los fuertes. Hoy, dice Morin, el Derecho no permanece neutral frente a explotadores y oprimidos. Protege al débil: al obrero frente al patrén, al pablico frente a las grandes compajiias, al deudor arruinado frente al acreedor, al inquilino —que tiene derecho a vivir en alguna parte— aunque para ello tenga que limitar el derecho del pro- pietario, Muere el liberalismo econémico, Y el Derecho cobra un nuevo sentido humano al garantizar a toda persona un Ambito de libertad frente a los demds. Las obligaciones no tienen por unico fundamento Ja vo- luntad 0 la culpa del obligado, sino también al derecho de todo hom- bre a un minimo de proteccién. Las obligaciones del patrén no se fun- dan en st auténoma voluntad —que puede no existir-— sino en una nueva fuente: el hecho de tener trabajadores a su servicio. El fundamento doctrinal de este nuevo Derecho, dice el autor, es la nocién, esencialmente cristiana, de la persona. La persona humana es el hombre considerado en su vocacién espiritual, en la trascendencia de su destino. La parte mas noble del hombre es de Dios y no del Cé- sar, Y por eso no hay valor sobre fa tierra que pueda compararse a fa 5 Monin, “La révolte du droit contre le Code”. Citamos la excelente Nota sobre dicho libro, redactada por el licenciado Salvador Laborde para la “Revista de la Escuela Nacional de Jurispradencia”. DE DERECHO COMPARADO 33 dignidad de la persona. Esta eminente dignidad del hombre funda la pro- teccién que se debe al débil, porque la organizacion juridica debe garan- tizar a todos los hombres la posibilidad de realizar su destino, YY tal fundamento aniquila el espiritu del Codigo Civil, “Porque en el cédigo, detras del individualismo abstracto, el elemento real y con- creto es la cosa y no la persona. El Cédigo civil es mucho mas el cédigo de las cosas y de la riqueza adquirida que el de las personas. Protege eficazmente a los hombres que tienen bienes materiales, pero descuida a quienes carecen de ellos.” El! nuevo Derecho invierte la jerarquia de los valores juridicos: La dignidad de la persona se afirma por encima del valor de las cosas. Y ha llegado ya el momento de abandonar Jas fic- ciones que han enmascarado estos principios para prociamarlos abier- tamente. En suma, como dijimos antes, se nota en el Derecho contempora- neo una visible reaccién en contra del principio de la autonomia de Ja voluntad, pues se le reputa basado en postulados erréneos derivados de la filosofia individualista; y aun se considera que nunca es completa- amenite bre Ja voluntad, ya que los contratos se celebran casi siempre a impulsos de necesidades imperiosas, Nadie cree hoy dia en el sofisma de la igualdad entre los contratantes, pudiéndose afirmar que por el con- trario, en la generalidad de los casos, se encuentra superioridad de una de las partes contratantes, en relacién a la otra u otras, puesto que existen razones de indole psicolégica, social y econédmica que hacen que los indi- viduos se encuentren en estado de inferioridad o aun de dependencia, unos respecto de los otros. Por eso, los juristas han sostenido la necesidad de que en la reali- dad de los hechos exista igualdad entre los contratantes, y que esta igualdad no sea como hasta ahora un mero postulado roméantico y abs- tracto; y casi todos consideran que es necesaria la intervencién del Esta- do para proteger a los débiles, como el tinico medio de realizar el ideal de justicia que debe imperar en el Derecho, y de respetar la moral. Asi, ese eminente jurista a quien ya hemos citado varias veces, Ripert, dice que: “la libertad contractual no realiza necesariamente la justicia, y que no siempre se encuentran respetadas las reglas morales en los con- yenios libremente formulados; por lo que la intervencién oficial en de- fensa de la moral, es necesaria, si es que se quicre que en el Derecho prive la justicia”. © 6 Riverr, Op. cit. Citado por Julio César Torres en “La intervencién del Estado en el contrato”, Revista “La Ley”, 2 de mayo de 1944. ca BOLETIN DEL INSTITUTO En cuanto al segundo principio fundamental de la teoria clasica con- tractual, o sea el referente a la no modificacién ni alteracién del con- trato una vez celebrado, cualesquiera que fueren las circunstancias que se plantearan con posterioridad a su formacién y en el curso de su eje- cucién, principio que por su naturaleza sdlo tiene aplicacién en los contratos de tracto sucesivo y no en los instantaneos, también ha sido objetado por considerar que su aplicacién rigurosa contraria las mas elementales normas de la justicia y de la equidad, ya que la transforma- cién en las circunstancias generales a virtud de guerras, epidemias, crisis econémicas, etc., etc., hace dificil, si no imposible, la ejecucién del contrato en los términos originariamente pactados. Mas adelante, al estudiar con detalle la teoria de la imprevisién que se propone como sus- tituto de este principio, veremos cémo en Europa y aun en nuestro pais, siempre que las guerras, crisis, etc., han originado transformaciones 0 modificaciones en las condiciones de ejecucién de los contratos, el Estado ha intervenido para atenuar el rigor del principio clasico, “pacta sunt ser- vanda”. La evolucién de la teoria contractual, en este particular, parece consistir en consagrar en las leyes la teoria de la imprevisién, para apli- carla aun a aquellos contratos que no se hayan celebrado bajo la clausula “rebus sic stantibus”. 3.—Descritos asi, a grandes rasgos, los principios en que se basaba la doctrina clasica y las objeciones que se les han formulado, vamos aho- ra a tratar de describir el sentido general de la evolucién del contrato, tal como se presenta en nuestros dias. Deciamos arriba que todos los sistemas de Derecho privado se encuentran en un periodo de transicién entre el intervencionismo de Estado y el sistema de libertad contractual. Esta es, en efecto, la caracteristica mas relevante de la transformacion cperada, pero no Ja unica, Podemos enumerar como ejemplos concretos de esa transformacién, ademas del anterior, los siguientes: el auge de los contratos de adhesidn, contratos regiamentarios, contratos dirigidos, © contratos tipos, que de todos estos modos son Ilamados; Ja agrupacién de los débiles en asociaciones 0 sindicatos para enfrentarse a las grandes empresas, y contratar con ellas; el renacimiento del “formalismo”, esto es, de las solemnidades en los contratos; la teoria de la declaracién de Ja voluntad, en sustitucién de la pura teoria de la autonomia. Todos estos son excepciones 0 transformaciones del primer principio. En cuanto al DE DERECHO COMPARADO 35 segundo, encontramos la difusién y aplicacién cada vez mds constante de la teoria de Ja imprevisién. I—La intervencién del Estado en Ja formacién de los contratos y en la determinacién de sus efectos, asi como en el curso de la ejecucién de Jos mismos, ha traido consigo el debilitamiento del principio de la libertad contractual, y de la fuerza obligatoria e intangibilidad de los contratos, Esa intervencién se ha producido invocando poderosas razones de indole social, econdmica o moral y se lleva a cabo desde luego me- diante la promulgacién de leyes que, a diferencia de las leyes sobre contratos, que como todas las normas contenidas en el Derecho de obligaciones eran de indole supletoria o interpretativas respecto de la voluntad de los particulares, son imperativas o prohibitivas, o franca- mente dispositivas, porqtte no s¢ limitan a estatttir qué debe hacerse ett ~ caso de ausencia de manifestacién de voluntad de Jos particulares, sino que se imponen a éstos, sea ordenando, sea prohibiendo, y por ende de- jando sin efecto cualquiera expresién de voluntad que las contrarie. Esas normas imperativas o dispositivas, son, como légica consecuencia de su naturaleza, irrenunciables, pues de lo contrario bajo Ja presién de Jos intereses que destruyen la igualdad de los contratantes, scrian hechas a un lado fAcilmente por la voluntad de los particulares. La tutela del Estado impone ademas al contratante poderoso otras medidas tales como la obligacién de contratar; determinacién de un con- tenido minimo de los contratos; fijacién de garantias colectivas y, por ultimo, inspeccién y control general de las Empresas por ei Estado. * EI “dirigismo contractual”, para usar la certera frase de Josserand, se presenta en Ja forma de intervencionismo legislativo cuando el Estado actéa mediante leyes y decretos, y como intervencionismo de tipo judicial cuando se faculta a los jueces para modificar las obligaciones de las partes, en los casos concretos sometidos a su decisién, lo que significa conceder al juez un amplio arbitrio para adaptar los contratos a la rea- lidad econémica y social. La intervencién estatal, en su forma legislativa, se acentha en Jos periodos de crisis mas agudos, como por ejemplo ha ocurrido durante las guerras mundiales de 1914-1918 y 1939-1945, subsistiendo en Jos periodos de la ‘post-guerra: asi encontramos en todos los paises leyes sobre arrendamientos forzosos, prorrogas de arrendamiento, y en gene- ral leyes de prorroga de todos los contratos de tracto sucesivo vigentes 7 Rovricuez ¥ Ronricuez, Op. cit, pp. 68-69. 36 BOLETIN DEL INSTITUTO en un momento determinado, moratorias, leyes sobre precios de articu- los de primera necesidad; sobre ventas forzosas de los mismos; Jeyes sobre pagos o de reglamentacién del régimen monetario, etc., etc. TE-—Uno de los rasgos caracteristicos de la vida contempordnea, es el auge de los contratos de adhesién, como se llama a aquellos actos juridicos caracterizados por la simple adhesién de una persona a una oferta cuyos términos no puede discutir. En estos actos juridicos, a di- ferencia de lo que ocurre en los contratos tradicionales en Jos que cada parte contribuye a fijar las reglas aplicables al contrato y a discutir Jas condiciones impuestas por su contratante, no hay lugar a ninguna discu- sién, a ningin cambio de voluntades, puesto que el oferente ha estable- cido de antemano las condiciones del acto y no queda al adherente otra solucién que aceptarlas o rehusarlas sin poderlas discutir. Tal es lo que ocurre en todas aquellas operaciones juridicas que celebran los particu- lares con poderosas empresas industriales o mercantiles; contratos de suministro de clectricidad, contratos para el servicio de teléfono, con- tratos de suministro de gas, contratos de transportes en ferrocarriles, aeronaves o autobuses; compras en los grandes almacenes mercantiles ; contratos de trabajo, contratos de seguros, contratos de fianzas, etc., etc. No nos referimos aqui, pues excede de Jas finalidades de este estudio, a Ja discusién entablada entre los civilistas sobre la naturaleza juridica de los Iamados contratos de adhesién. Bdstenos decir que una parte im- portante de la doctrina sostiene que esos actos sdlo tienen de contratos el nombre, y que en realidad se trata de actos unilaterales porque surgen nica y exclusivamente de la voluntad del oferente y no de la del adhe- rente, ya que aquél crea un acto de naturaleza reglamentaria que es aceptado sin discusién por el segundo.* Pero, explicados 0 no como con- tratos, su sola presencia es denotativa de la evolucién que resefiamos, ya que demuestra que el Derecho civil se ha visto precisado a admitic nuevas formas juridicas surgidas a virtud de la transformacién operada en las sociedades modernas. T1I.—Consecuencia de la presencia de Ios contratos de adhesién es la agrupacién de las partes débiles del contrato en asociaciones o sindicatos para enfrentarse a las grandes empresas y contratar con ellas. Surgido del Derecho del trabajo, el sindicato fué la primera agrupacion de débiles constituida para enfrentarse a las grandes empresas y obte- ner para sus asociados, es decir, para los trabajadores sindicalizados, 8 Dereux, Op, cit., p. 514. DE DERECHO COMPARADO 7 mejores condiciones de trabajo, velando en general por la defensa de sus comunes intereses. Gracias a la fuerza que da la unién y a los medios de coercién roconocidos como licitos, como la huelga y el “boycot”, pu- dieron los trabajadores de todos los paises alcanzar la serie de prerroga- tivas que les conceden hoy dia las legislaciones de todo el mundo: jor- uada maxima de 8 horas; salarios suficientes para la atencién de las necesidades del obrero; dias de descanso y vacaciones; reconocimiento de los riesgos profesionales y obligacién de cubrirlos; indemnizaciones por despido injustificado, ete., etc. Los éxitos obienidos por el sindicato han sido tan grandes, que han trascendido al campo del Derecho civil proponiéndolo como corrective de la desigualdad entre los contratantes observada también en esta rama del Derecho. Hoy dia funcionan muchas asociaciones y sindicatos formados no por obreros frente a patrones, sino por particulares que celebran contratos de Derecho civil o mercantil y que se agrupan para obtener de sus co-tratantes, las grandes empresas © particulares que se enctientran en situacién privilegiada, mejores ven- tajas, cléusulas menos duras, mayores liberalidades en los contratos: asi podemos citar, como ejemplos que pueden observarse en nuestro pais, agrupaciones tales como asociaciones de inquilinos, de profesionistas no asalariados, y hasta de suscriptores de teléfonos o consumidores del servicio de electricidad. Las asociaciones y los sindicatos, unidos a la intervencién desple- gada por el Estado en las relaciones contractuales de los particulares, han atenuado, siquiera en parte, la desigualdad entre los grandes em- presarios y los particulares, reprimiendo los abusos de aquéllos y ha- ciendo posible Ia existencia de ese equilibrio que debe estar en la base del contrato. , IV.—Aspecto caracterfstico de la evolucién contractual lo constitu- ye lo que algunos autores han dado en llamar “renacimiento del forma- lismo” y que consiste en la tendencia a la multiplicacién de los actos solemnes debida, como dice Gaudemet, sea a las nuevas exigencias del crédito a virtud del desarrollo econémico, o bien a Ja reaccién general operada en contra del individualismo juridico. Esta tendencia hacia el for- malismo en los contratos se manifiesta de las mas diversas maneras y bajo los mis variados aspectos, como por ejemplo: a) La “standarizacién” de los contratos mediante la “forma-tipo”, es decir, la redaccién tipo hecha unilateralmente y de antemano por una de las partes ¢ impuesta a la otra, quien se limita a aceptarla, lo que trae por consecuencia que se restrinja la funcién de !a voluntad ya que el otro contratante, deci- 38 BOLETIN DEL INSTITUTO mos, esta obligado a respetar las clausulas impresas en la redaccién tipo. Ejemplos clarisimos de esta clase de contratos pre-redactados los cons- tituyen los contratos para el servicio de luz, de teléfonos, de transportes, las pdlizas expedidas por las Compaiiias de seguros, fianzas, etc., etc. Se trata de contratos impresos, que el particular firma sin leer y enterarse sino de las clausulas esenciales (indole del servicio objeto del contrato, duracion, precio), y aceptando sin siquiera advertirlas las clausulas acce- sorias, en muchas de las cuales se contienen —al decir de Dercus—, verdaderas trampas para el adherente.® b). Las medidas de publicidad y de registro impuestas en forma obligatoria para los documentos en gue se hacen constar los contratos. c) En fin, la multiplicacién de tos llamados “contratos abstractos”, en los que el derecho existe en forma in- dependiente de sus causas y se trasmite incorporado a un documento. Este documento es el titulo de crédito, letra de cambio, cheque pagaré, etcétera. La abstraccién significa, como dice, Mossa?° que el derecho o la obligacién literal no tiene una catisa negocial o contractual ni necesita de ella, sino que el titulo por su autonomia y por su literalidad, deviene la causa del derecho incorporado al documento. V.—Por iltimo, es también aspecto importante de la evolucién del contrato el surgimiento del principio de la declaraci6n de voluntad, en oposicién af de la autonomia de la voluntad, del “Willenser Klaurung” frente a la “Willenstheorie”. Frente a la teoria de la autonomia, conforme a la que, segtin queda dicho, la voluntad en si, la voluntad interna del sujeto, es la que produce el efecto de Derecho, Ia teoria de Ja declaracién se funda en que “lo que produce el efecto de Derecho, no es el acto interno de voluntad, la volicién (como dicen los psicdlogos), sino la manifestacién exterior de la voluntad, la declaracién de esa voluntad”. Se trata de una nueva teoria basada en el moderno concepto social del contrato; de una deri- vacion, dicen Duguit y Demogue, de la socializacién del Derecho. En efecto, afiade el primero, “mientras que no se ha visto en el Derecho ebjetive sino 1a proteccién del sujeto de voluntad que supone cada in- dividuo humano, el acto juridico es esencialmente el acto de voluntad interna del sujeto de derecho, protegido por el Derecho objetivo. Pero, desde que se admitié que la situacién de derecho no tiene valor y no merece proteccién sino cuando corresponde a un fin social, debe admi- 9 Deneux, Op. cit, p. 540. 10 Mossa, Op. cit, pp. 387 y 388. DE DERECHO COMPARADO 39 tirse consecuentemente que no ptede resultar sino de un acto de vo- luntad externa, porque en tanto que Ia voluntad no se haya manifestado al exterior, es de orden puramente individual y no llega a ser un acto social sino en virtud de su manifestacién”. 1 En la oposicién existente’ entre los conceptos de “seguridad estd- tica” y “seguridad dindmica”, encuentra Demogue el fundamento de la teoria de la declaracién de 1a voluntad, contrapuesta a la de la auto- nomia de voluntad, Esta, segtin se dijo, satisface a la seguridad estatica, satisface al individue que emite la voluntad al permitirle que no se obligue mas que si él ha querido y en la medida por él deseada, pero en cambio pone en peligro a la seguridad dindmica, pues no es favorable para los terceros que no puedan fiarse sino de las apariencias y que ignoran cual haya sido la verdadera voluntad. He alli por qué la seguridad de las relaciones juridicas ha originado la teoria‘de la declaracién de voluntad, con consecuencias totalmente opuestas a las de la teoria clasica; desde luego, en caso de litigio, deberd tenerse en cuenta Ja voluntad declarada, sin averiguar si corresponde o no a la voluntad interna, sin atenerse a otra cosa que a lo que se declaré. Ademas, la teoria del error pierde su base de sustentacién y por tanto en un sistema legal basado en Ja teoria de la declaracién de voluntad, debe desaparecer éste, como vicio del consentimiento, puesto que sdlo se atendrd, repetimos, a la voluntad exteriorizada. Para Demogue, la nueva teoria se justifica porque, “a medida que se ve mejor que el Derecho es cosa social y que los actos juridicos son una necesidad de la vida social y no una combinacién de Jas libres voluntades”, se nota el peligro que hay en dar importancia decisiva a to que est4 oculto, mdxime que la evolucién de la actividad mercantil exige cada vez mds imperiosamente la confianza y el crédito, que no pueden desarrollarse sino al amparo del respeto a la voluntad de- clarada. No debe considerarse, sin embargo, que la moderna teoria exija unicamente ja declaracién sin que exista en el fondo una voluntad real, “sino sélo —como dice Duguit— que el efecto de Derecho parece refe- rirse a un acto exterior, mds bien que a tna volicién interna’. Frente a la dualidad de teorias, iqué solucién es aceptable? Demogue opina que no cabe inclinarse ni por una ni por otra y mas bien debe procurarse la conciliacién entre ambas, como lo han hecho Francia y Ale- mania en sus respectivos Cédigos civiles. 11 Dusurt, Op. cit. p. 103. 40 BOLETIN DEL INSTITUTO 4. Vamos ahora a estudiar la forma como ha evolucionado el segundo Principio caracteristico de la teoria clasica del contrato, es decir, el de la fuerza obligatoria del contrato, equivalente a 1a ley. Este principio ha evolucionado en sentido idéntico al primero, o sea: Que el principio de Ja autonomia de la voluntad, pierde fuerza y la gana en cambio el Estado quien interviene modificando 0 revisando contratos en el curso de eje- cucién, cuando debido a acontecimientos posteriores a su formacidn, se corre el riesgo de que se conviertan en un instrumento de opresién del deudor, o en fuente de perturbaciones sociales. En otras palabras, en el Derecho contemporaneo, va tomando cada dia mayor fuerza la teoria de la revisi6n del contrato por causa de im- previsién, que se basa en la consideracién de que en todos los contratos sucesivos, esto es, de ejecucién escalonada en el tiempo, existe una cldusula tacita que es la denominada rebus sic stantibus, y conforme a la cual el contrato sera mantenido en su tenor primitivo, siempre que las cosas permanezcan en el mismo estado: rebus sic stantibus, pero que si sobre- viene algtin cambio de circunstancias no previsible por las partes, que al modificar las condiciones del contrato hagan a este muy oneroso para una de las partes, el juez puede revisar y modificar el contrato, La teoria de la imprevisién, que como condicién de existencia requiere la presencia de acontecimientos extraordinarios y anormales, epidemias, guerras, etc., tuvo su auge en la época de la guerra de 1914 y en Jos pri- meros afios de la post-guerra. Numerosisimas fueron las leyes dictadas por los paises europeos, en esas aciagas pocas, para remediar Ja situacién econdmica ; unas, tendientes a retardar la ejecucién o cumplimiento de los contratos, por medio de moratorias ; otras stspendiendo o prorrogando los contratos o aun permitiendo al juez resolverlos, cuando, siendo de caracter sucesivo, el cumplimiento de las obligaciones por ellos contraidas causaran at obligado un perjuicio excesivo. Para algunos juristas, estas leyes que rebasan y violan los principios en que descansa la teoria clasica contractual, son como su nombre lo indica legislaciones excepcionales, de emergencia, transitorias por ende, que no pueden ser invocadas como muestras de una evolucién en la teoria con- tractual, Pero otros piensan que, por transitorias que hayan sido, han de- jado gérmenes en el Derecho, que han fructificado en los recientes proyec- tos legislativos, a tal grado que los tltimos proyectos de Cédigos se basan en dl principio que pudiera Ilamarse de equilibrio o de proporcionalidad, y que Sladitz caracteriza en la siguiente forma: “En virtud de este prin- cipio (de la proporcionalidad) las prestaciones mutuas de las partes no DE DERECHO COMPARADO at deben rebasar la equivalencia econémica observada normalmente por con- tratantes razonables y de buena fé. Si este equilibrio falta al momento de la formacién del contrato se podra hablar de lesién; si el equilibrio es roto posteriormente por acontecimientos imprevisibles, nos encontraremos en presencia de la imprevisibn.” !? En sintesis, puede afirmarse que la evolucién de Ja teorfa contractkal se caracteriza por la cada vez mds constante intervencién del Estado en a formacién y ejecucién de los contratos, que ha traido consigo la existencta de un régimen de control y reglamentacién de la actividad contractual, sustituyendo al principio de la autonomia de la voluntad, cuya area de accién se va reduciendo progresivamente; asi como por la aparicién de figuras juridicas que dificilmente encuadran dentro del molde tradicional del contrato: los llamados ‘‘contratos de adhesién”. Un autor, Garcia Sayén, caracteriza acertadamente el estado actual la evolucién del contrato, con las siguientes palabras: “EJ contrato ha dejado de ser libre; uma legislacién de excepcién que tiende a hacerse cronica, paraliza las disposiciones del Derecho comin y modifica sin cesar las condiciones estipuladas por las partes; enerva la fuerza obligatoria de Jos contratos y abate el dogma de los derechos adquiridos ¥ el de 14 irrectroactividad de las leyes. A su vez, afiade, el desarrollo de Ja teorla de la imprevisién y las nuevas concepciones sobre el abuso del Dereche, la buena fe y el orden publico, agrandan el poder del juez y le permniten revisar los contratos por cambio de circunstancia.” 1% 5. Conclusién: Planteada asi la forma como se presenta la evolucién del contrato y descritos los aspectos mds caracteristicos de esa evolucién, yeremos si se justifican las restricciones sufridas por el principio de la 12 Un interesante ejemplo de eémo puede concretarse en los Cédigos Civites Ja teoria de la revisién del contrato por causa de imprevisidn, lo constituye ef Cédigo Hiingaro que en su articulo 1150 consagra esa teorla en la siguiente forma: “Si después de la conclusién de un contrato sinclagmdtico sobreviene un cambio fundamental en las circunstancias econémicas generales, cambio que rebase conside- rdblemente el dea usual, y el cual no pudo haber sido previsto razonablemente por Jas partes; y si a consecuencia de tal cambio se rompe el equilibrio econémico Ge tas prestaciones mittuas observado por las partes, o si otra suposicién que sirva de ‘base el contrato ha desaparecido o cambiado, de manera que una parte’ adguiera contra- riamente a la buena fe y a la equidad una ganancia desmesurada o indebida y la otra sufricra una pérdida similar (imposibilidad econdmica) : ef jues puede modificar las prestaciomes mutuas de las partes conforme a la equidad o autorizar a una de elas @ retirarse del contrato, Hegado el caso, repartiendo equitativamente el dafio". (Citado por SZLADITZ, Op. cit.) 13. Garcia SayAy, “Las nuevas tendencias...”, pp. 710 y ss. a2 BOLETIN DEL INSTITUTO autonomia de la voluntad en provecho del Estado, que segin hemos dicho interviene cada vez con mayor intensidad en la formacién y ejecucién de Jos contratos de Derecho privado. A virtud de las razones de orden econdémico y social de que ya se ha hablado, se ha producido una transformacién general en el Derecho pa- blico y privado. La transformacién del Derecho privado de nuestra época se caracteriza, al decir de Duguit, por “‘la sustitucién constante y progresiva de un sistema juridico de orden metafisico ¢ individualista, por un sistema juridico de orden realista y socialista” 4, Esa substitucién se opera en t0- dos los ambitos del Derecho privado: lo mismo cuando convierte al dere- cho absoluto de propiedad con sus tres caracteristicas esenciales (jus utendi, jus fruendi, jus abutendi), en el derecho de propiedad pero con iuncién social, imponiendo al propictario Ja obligacién de explotar su derecho de propiedad de manera que redunde en beneficio de Ia. coiccti yidad, que cuando rescinde un contrato en que una de las partes nlcanzé lucro excesivo abusando de la ignorancia, miseria o inexperiencia de Ja ctra, o —en fin—~ cuando abate la funcién omnipotente de la voiuntad en la formacidn de los actos juridicos y da intervencién al Estado en la formacién y ejecucién de los contratos celebrados por los particulares, ase- gurando asi el mantenimiento de la justicia y equidad y dando vida a un derecho independiente de las voluntades humanas y superiores a los con- tratos, Sin embargo, nosotros creemos que en términos generales deben sub- sistir tanto el principio de la libertad contractual, como el principio de ia fuerza obligatoria del contrato, una vez celebrado; pues estimamos que si se Ileyara hasta sus tltimas consécuencias la doctrina que niega fuerza generatriz a la voluntad, y se preconizara la intervencién absoluta de? Estado en los contratos, tanto en la fase de su formacién como en el curso de su ejecucién, se correria el riesgo de minar el sistema econdmico y juridico vigente en cuya base se encuentran aquellos principios, y se He- garia a un régimen de tirania que puede tracer consigo el abatimiento det comercio, ya que —en efecto— la libertad contractual es una pieza indis- pensable en un régimen econdémico y social que acepta la propiedad pri- vada y la libertad de trabajo. En consecuencia, concluimos que los dos principios, el de 1a libertad contractual y el de la fuerza obligatoria del contrato, deben subsistir, pero restringides en virtud de la interdependencia social cada vez mis agudizada y de la necesidad de que exista una regulacién de las voluntades 14 Ducorr, Op. cit, p. 5. DE DERECHO COMPARADO 43 humanas que impida hasta donde sea posible la explotacién de los débiles y desposeidos por parte de los fuertes, asegurando asi la realizacién de los ideales de justicia y equidad que deben inspirar al Derecho. La intervencién del Estado debe existir no sdlo en el momento de Ja formacién de los contratos, sino también en el curso de su ejecucién, me- diante la concesién al juez de amplio arbitrio para su correccién, cuando por acontecimientos no previsibles en el momento de la formacién del con- trato se haya producido un rompimiento del equilibrio contractual que kaga demasiado onerosas las prestaciones a que alguna de las partes se oblig6, permitiendo al juez modificar el contrato por equidad. Estimamos, asi, que debe admitirse, en principio, la facultad de revisién de los con- tratos por catisa de imprevisién dando al juez un amplio arbitrio para dicha revisién, y ello significa —como lo establece Gaston Morin—, 5 que €s necesaria una nueva formacién intelectual de los jueces, ya que no limitaran su funcién a la interpretacién de los textos legales y de Jos contratos, con la fria abstraccién con que Jo hacen ahora, sino que “para dar vida a las leyes que no contienen mas que indicaciones generales, para corregir si es necesario a los contratos, para conformarlos a las exigen- cias de la justicia, el juez necesitard considerar la realidad econdémica y social”. - El Derecho privado moderno en lugar de excluir de su Ambito a esa figura juridica tan comin hoy dia como es el contrato de adhesién, debe enriquecerse, como dice Morin, con nuevas nociones que permitan ex- plicar esos actos juridicos que salen evidentemente del concepto tradicional de contrato. Esas nociones, que permitiran fundamentar los contratos por adhesién, que constituyen un problema para aquellos civilistas que se afa- nan por incluirlos dentro del viejo concepte del contrato, son: el recono- cimiento de que la compaiifa o empresa que impone su contrato “tipo”, es decir, pre-redactado e impreso (pdliza, carta de porte, reglamento). crea con este hecho una situacién objetiva o institucional, para usar Jos términos que han consagrado en la doctrina Duguit y Hauriou, a la cual se somete el particular por medio de un acto de sumisién o de adhesion yoluntaria al contrato tipo o al reglamento. De no aceptarse por el De- recho privado el reconocimiento de estas nociones, tendran que excluirse como contratos de Derecho civil a la enorme mayoria de los convenios que hoy se celebran, pues Ja complejidad de la vida moderna origina que aun en los contratos mas simples aparezcan clausulas de adhesién. 15. Monix, “La Loi et le contrat”, p. 145. a4 BOLETIN DEL INSTITUTO 6. La evolucién del contrato, tal como Ia hemos resefiado, se ha venido eperando en el Derecho mexicano. Nuestros Cédigos civiles del 70 y del 84 se inspiraron en los principios de la Escuela clasica, estableciéndose en ellos el principio de fa libertad contractual en la forma absoluta con- sagrada por dicha Escuela, y el de la intangibilidad de los contratos y su fuerza obligatoria equivalente a la ley. La jurisprudencia consagré en forma ininterrumpida los principios de que la voluntad de las partes es la suprema ley en los contratos y que los contratos legalmente cele- brados deben ser fielmente cumplidos. Basta abrir el “Diario de Juris- prudencia” que se publicé en la Ciudad de México hasta la Revolucién, para encontrar, a cada paso, como premisas de las sentencias alli recopi- Jadas, los dos principios a que antes se ha hecho referencia. La Revolucién de 1910, al transformar social y politicamente al pais, acentué la evolucién natural de las ideas juridicas en e] sentido de sociali- zacién del Derecho privado, Ya en ta época preconstitucional, encontramos importantes Decretos madificadores del régimen de los contratos, como por ejemplo el de 14 de septiembre de 1916 (“Diario Oficial” de 23 de septiembre de 1916), que establecié 1a prérroga forzosa de los contratos de arrendamieto por el lapso de seis meses, con sdlo un aumento del veinticinco por ciento del importe de las rentas; la “Ley de Pagos” de quince de septiembre de 1916, que no solo fijé la especie y cantidad de moneda con que debian solventarse las deudas contraidas en la época de la Revolucién, sino que ademas obligé a pagar con papel infalsificable, es decir con la moneda de la Revolucion, los créditos derivados de los mutuos, muchos de ellos leoninos y usurarios, asi como las rentas prove- nientes de contratos de arrendamiento celebrados en el periodo critico de la Revolucion, entre 1914 y 1916, etc., ete. Para entender la importancia de estas medidas conviene recordar que el articulo 2690 del Cédigo civil de 1884 establecia que: “Cuando el préstamo se hace en dinero y en determinada especie de moneda, el mutuatario debe pagar en la misma especie recibida, sea cual fuere cl valor que ésta tenga en el momento de hacerse el pago. Si no puede pagar en la misma especie, debe entregar la cantidad de moneda corriente que corresponda al valor de la especie recibida.” Algunas de aquellas disposiciones de emergencia pasaron a la legisla- cién ordinaria mediante modificaciones hechas al Cédigo civil (pues el de 1884 estuvo en vigor hasta 1932), como por ejemplo las relativas a la prohibicién del pacto de retro venta, derogando el Capitulo IX del Titulo Décimo Octavo del Libro de Contratos. Igualmente se mantuvo la dero- DE DERECHO COMPARADO 45 gacién del citado articulo 2690, exigiendo que las obligaciones fueran cumplidas con moneda de cufio corriente, cualquiera que hubiera sido la especie recibida, lo que demuestra que dichas disposiciones respondian a necesidades de indole permanente. Por fin, la evolucién del Derecho privado mexicano ha dado un paso firme con el Cédigo de 1928, que representa en forma vigorosa la ienden- cia de socializacién del Derecho y la transformacién de un Cédigo civil de tipo individualista en un Cédigo privado social, que tiende a derogar, segun expresa su Exposicién de Motivos, todo aquello que pueda favo- recer exclusivamente al interés particular.en perjuicio de la colectividad, € introduce nuevas disposiciones en armonia con él concepto de solidari- dad. Por eso no es de extrafiar que, desde sus primeras disposiciones, el Cédigo reduzca la esfera de la voluntad privada, antes omnipotente, sujetandola a la ley, y que contenga un articulo 6% que enfaticamente ex- presa que la voluntad de los particulares no puede eximir de la observan- cia de la ley, ni alterarla o modificarla, y que sdto pueden renunciarse los derechos privados que no afecten al interés publico; asi como que exprese en el 16, que los particulares tienen obligacién de ejercer sus actividades y de usar y disponer de sus bienes, en forma que no perju- dique a la colectividad, declarando rescindible todo convenio en el que alguno obtenga lucro excesivo a costa de otro, abusando de la suma igno- rancia, notoria inexperiencia o extrema miseria de éste. La orientacién general del Codigo en la materia que estudiamos, se precisa con claridad en las siguientes palabras tomadas de su exposicién de motivos: “La doctrina orientadora de este Libro sustituye el principio fundamental de la autonomia de la persona para obligarse y disponer de sus bienes como mejor le parezca, por una norma menos metafisica e individualista, cual es la sujecién de la actividad humana a los impera- tivos ineludibles de interdependencia y solidaridad social, creados por la divisién del trabajo y comunidad de necesidades. Se desea que la fecunda iniciativa individual no se detenga frente al rigorismo de los contratos solemnes, y que la equidad, base esencial del derecho, prepondere sobre el inflexible texto de la ley, a cuyo efecto se reconocié que producen consecuencias juridicas los convenios cumplides por el deudor, aunque no Ilenen las formalidades legales.” Detallar la aplicacién que de estos principios hace el Cédigo al re- gular los diversos contratos, seria hacer interminable este articulo. Bas- tenos decir que el Cédigo mantiene firmes sus tendencias y logra salir airoso del dificil problema que significa socializar el Derecho privado, 46 BOLETIN DEL INSTITUTO Nuestra moderna jurisprudencia, por su parte, ha confirmado los principios sentados por el nuevo Cédigo. Véase, si no, el Informe rendido a la H. Suprema Corte de Justicia de la Nacién por su Presidente, en el afio de 1932, primero de vigencia del nuevo Cédigo: “Dentro de nuestro sistema contractual predomina el principio de la autonomia de la volun- tad; pero este principio no puede ser considerado como absoluto, y menos en el derecho moderno, en el que su campo se ha ido reduciendo por la introduccién de las excepciones que el legislador se ha visto obli- gado a aceptar, en todos aquellos casos en que la autonomia de los contra- tantes se coloca enfrente de los intereses sociales, que el Estado debe proteger. En tales circunstancias, si llega a juzgarse que una estipulacion contractual, contradice intereses generales protegidos por el legislador, resultaria sin duda alguna, que la expresién de la voluntad de los contra- tantes, no seria apta para crear una institucién concreta de derecho, y por lo mismo, la aplicacién de las reglas de interés publico, que se opusiera a la realizacion de esa voluntad, no podria ser impugnada de retro- activa.” A virtud de la segunda guerra mundial nuestro pais fué declarado en estado de emergencia y sujeto a una legislacién de ésta indole, habiendo persistido dicho estado desde el 2 de junio de 1942 en que se decretd Ia suspension de diversas garantias individuales, hasta el primero de octubre de 1945 en que se levanté dicha suspensién y se _restablecid, por lo tanto, el orden constitucional en toda su plenitud. Durante el periodo de emergencia, el Ejecutivo federal dicté nume- rosas leyes interviniendo en la vida econémica del pais y en la actividad contractual, tales como las leyes sobre precios de articulos de primera necesidad, y leyes sobre arrendamiento que congelaron las rentas y pro- rrogaron indefinidamente los inquilinatos, etc., etc. Al concluir el estado de emergencia y levantarse la suspensién de garantias, por decreto de 2& de septiembre de 1945 se ratificaron con el caracter de leyes y decla- raron vigentes, las disposiciones dictadas por el Ejecutivo durante Ja emer- gencia y relacionadas con la intervencién del Estado en Ja vida econémica, asi como las leyes y disposiciones relativas a arrendamientos, de fechas i@ de julio de 1942, 24 de septiembre de 1943 y 5 de enero de 1945, que como se ha dicho antes congelaron las rentas y prorrogaron Jos con- tratos de arrendamiento; confirmando asi, con la ratificacién de dichas leyes, que las mismas, mds que obedecer a situaciones de crisis transi- torias, son ejemplos patentes de una evolucién, que en beneficio de Jas clases débiles reclama la intervencign del Estado en la formacién y DE DERECHO COMPARADO 47 ejecucién del contrato. Y es que en México, como en todo el mundo, el contrato ha dejado de ser libre y tiende a hacerse crénica la legislacién de excepcién que, paralizando las disposiciones del Derecho comin, ener- va la fuerza obligatoria de los contratos y modifica las condiciones esti- puladas por las partes, Confirmacién de este criterio lo tenemos, en el aspecto de los in- quilinatos, en fa circunstancia de que las leyes sobre arrendamientos de 11 de febrero de 1946, 30 de diciembre de 1947 y Ia vigente en el Dis- trito Federal, de 24 de diciembre de 1948 (‘Diario Oficial” de 30 del mismo mes y afio), mantuvieron la congelacién de rentas y la prérroga indefinida de los contratos de arrendamiento, derogando las disposiciones de los Cédigos civil y de Procedimientos civiles que se opusieren a di- chos Decretos. Menos se ha legislado en lo que concierne a la teoria de la imprevi- sién, correctivo del segundo principio de la teoria clasica contractual, pues entre los Cédigos civiles del pais solamente en los de los Estados de Jalisco y Aguascalientes, éste copiando al primero, encentramos una disposicién legal que permite la rescisin del contrato cuando en el curso de su ejecuci6n sobrevengan alteraciones que impidan el cumplimiento normal del mismo. La Exposicién de Motivos del Cédigo jalisciense funda con las siguientes palabras tan interesante innovacién : “Una cuestién se ha proyectado a la doctrina desde Jas realidades vividas en la post- guerra, que no puede pasarse inadvertida sino que, por el contrario y cualesquicra que sean las dificultades para su captacién en los cédigos y yara su realizacién en el terreno de la practica, es imperativo ensayar las formulas qtte en lo sucesivo pucdan remediar y resolver las cuestio- nes que un tiempo han sido fuente de abusos para quien se acogié al texto de leyes imprevisoras, o de protestas ¢ insubordinaciones para quien ponia los ojos en miras més altas qtte cl sélo derecho positivo. Contratos que fueron celebrados bajo un régimen normal y en con- diciones sociales determinadas, vieron trastornados sus términos por el cambio repentino de Jos valores o por la falta de correspondencia entr las prestaciones que en un tiempo aceptaron como equivalentes y que de pronto perdieron su significacién para el acreedor, o dejaron vivo un esfuerzo peronal no retribuicde debidamente. La comisién ha buscado cl paliativo o el remedio, si ftere posible, para tales situaciones y, sin desconocer los peligros y las dificultades que estorban su propésito, ha establecido una base legal, fiando necesaria- mente en la prudencia de los tribunales para la actuacién correcta en esta a BOLETIN DEL INSTITUTO materia, en presencia de circunstancias cuya caracteristica de imprevisi- bilidad tas substrae al Derecho positivo e incumbe mas bien a la Jurispru- dencia. Por esto también, los articulos 1771 a 1774 del proyecto, como un ensayo o una innovacién, ha parecido conveniente que salieran un poco de la forma ordinaria de las leyes, Ievando en si mismos un prin- cipio de explicacién o de exposicién de motives que puedan orientar a los jueces hacia una correcta interpretacién”. Y el texto de los citados articulos es el siguiente: ARTICULO 1771—El consentimiento se entiende otorgado en las condi- ciones y circunstancias en que se celebra el contrato; por tanto, salvo aquellos que aparezcan celebrados con caracter aleatorio, los contratos podrén decla- rarse rescindidos cuando, por haber variado radicalmente las condiciones gene- rales del medio en que debian tener cumplimiento, sea imposible satisfacer Ja verdadera intencion de las partes y resulte, de Hevar adelante los. térmi- nos aparentes de Ia convencién, una notoria injusticia o falta de equidad que no corresponda a Ia causa del contrato celebrado. Este precepto no comprende fas fluctuaciones o cambios normales de todo sistema econémico o social ni los cambios de posicién o circunstancias de los contratantes en la sociedad, sino sélo aguellas alteraciones imprevisibles que sobrevienen por hechos de cardcter general y que establecen una desproporcién absoluta entre lo pactado y lo que actualmente debiera corresponder a la terminologia empleada en el contrato. ARTICULO 1772-—En todo caso de aplicacién del articulo anterior, la parte que haya obtenido la cesacién de los efectos de un contrato deberd indem- nizar a la otra, par mitad, de los perjuicios que le ocasione la carencia repen- tina de las prestaciones materiales de dicho contrato, incluyendo gastos y de- mas que tuvieren que hacerse para lograr las mismas presiaciones en Jos tér~ minos que sean ustales o justos en ese momento. Sélo podra librarse de, este compromisb la parte que ofreciere 2 la otra llevar adelante las prestaciones aludidas, en términos habiles, aun cuando esta tltima rehusate la proposicion. ARTICULO 1773.—En los casos a que se refiere el articulo 1769 si por virtud de la rescisién quedare sin compensar algin lucro o beneficio obtenidos por una parte a costa de la otra, se estara a lo dispuesto en el Capitulo Ter- cero de este Titulo. ARTICULO 1774.—Para que tengan aplicacién los articulos que prece- den, se supone que el cumplimiento parcial o total del contrato se halla pen- diente por causa legitima y no por culpa o mora del obligado. No conocemos casos de aplicacién de estos preceptos, pero nos parece que, en primer lugar, es exagerado llegar inmediatamente a la rescisién, cuando lo que debe buscarse primeramente ¢s la modificacién del con- trato mediante la revision del mismo; que es muy vaga la formula de “variacién radical de las condiciones generates del medio en que el con- trato debia cumplirse”, formula que contiene la ley como condicign para que se opere la rescisi6n; y que al suprimir como causa de la misma las “fluctuaciones 0 cambios normales de todo sistema econémico 0 social’, de hecho se hace nugatoria la aplicacién de la revisién del contrato por DE DERECHO COMPARADO 49 causa de imprevision. Sin embargo, los Cédigos de Jalisco y Aguasca- lientes sientan un precedente digno de imitarse y que debe ser tomado en cuenta en cualquier proyecto legislativo que en lo futuro se formule, en cuanto consideran que los contratos de tracto sucesivo pueden ser mo- tivo de ajustes posteriores cuando se rompa el principio del equilibrio o de la proporcionalidad entre las reciprocas prestaciones de las partes, que la buena fe y la equidad exigen como base del contrato. Antonio AGUILAR GUTIERREZ ‘BIBLIOCRAFIA ALECRIM, Octacilio, Técnica, Princtpios ¢ Cédigos. 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