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055 HISTORIAS DE = CINE CINE CINE)” atrtatet seas Trlislrnbeaealateatea! EN LA OSCURA Y LUMINOSA MUERTE D (0368) EI mi LOE Una Ulamada trégica a su madre momentos antes de ser asesinado, la intuicién sobre el violento fi- nal, las inc6gnitas sobre su muerte, incluso hoy, cuarenta afios después, flotan alrededor de la fi- gura de Pasolini en un afio, 2015, dedicado a su recuerdo. José M* Ga Jeinte dias después det ha- liazgo en el hidropuerto de Ostia del cadaver det poeta y cineasta bolonés, la editorial Einaudi publicé La divin mimesis, un conjunto de “cantos" apuntes y fragmentos reflexivos entre La realidad y tos lenguajes, que tenia como inspiracién la mag: na obra de Erich Auerbach, Mimess. La representacién de (a realidad en la literatura occidental, libro cuya primera edicion, en aleman, data de 1942. En el ensayo péstumo del italiano, el tltimo autorizado por su autor, este incluye una llamada *ico- nografia amarillenta (para un ‘Poe- ma fotografico'", donde vemos imé- genes del comunista espafiot Julisn Grima, fusilado en Macrid en 1963, del griego Grigoris Lambrakis, asest- nado ese mismo afo en Atenas por grupos paramilitares, unto a otras de amigos de Pasolini, paisales © instantaneas de fascistas © partisa- nos, una de la tumba de Gramsci en el Testaccio y otra de la cubierta de Poesia in forma di rosa (1961-1964), conjunto de poemas pudlicado por Garzanti. Como transito de la par te literaria de La divina mimesis al blogue fotografico, tan significative fen orden a las preocupaciones ideo. logicas y expresivas de Pasoliri, el autor introduce un apunte para una (supuesta) "Nota det editor", en el que escribe: "Un cuaderno de notas fue hallado dentro de la guantera del coche; y, enfin, detalle macabro Léper autor de Paine la noche dees ueémeges Noctuna, 2025) pero también —permitasenos— conmovedor, un papel cuadricutado {arrancado evidentemente de un block de hojas), con una decena de Uineas muy inciertas, ha sido encon- trado en el bolsillo del cadaver (él ha muerto asesinado a golpes, en Palermo, el ano pasado)" Esta es la primera referencia que aquise quiere subrayar, como inicia cidn 0 fundamento de ta reflexién de estas paginas (y recuerdo emo- cionado de la terrible desaparicién de Pasolini en el XL aniversario de aquelle noche hmeda del 1 al2 de noviembre por lasafueras de Roma), siendo la segunda la que se ja en el grito "Madre, me matan!", oido por algunos residentes ocasionales de las barracas ostienses, mientras se perpetraba la masacre del poeta, y comunicado, entre otros al excelen te bidgrafo de Pasolini Enzo Sicilia no. Esa lamada tragica, solictando una ayuda imposible o pretendien- do un instintivo retorno at amor materno, ha sido también confirma- da por la variable memoria de Pino Pelosi, el chapero que entonces se acusé a si mismo de haber sido el Unico ejecutor del poeta y que luego ha ido rectificando y rectificando sus La "Nota del editor" de La divina mimesis indica, con una precision escalofriante y casi _matematica, que Pasolini si pensaba e imagina- ba licidamente pare si mismo una muerte violenta, un crimen contra Beee et uot Poteet ere e erate etre (en la imagen) interpreta al artis Pee eats crs Bice eeMcenicscsy ree et) de Maurizio Braucci, el director eure Pee carta’ Poe tae eet Peete caer tat gunos capitulos de su novela Petrolio y varias partes de ere are ceca ty eee mera eect ofrecio, por una parte a la telev Pet een aera Peer aa et pasolinianas de su dltimo periodo Cure Pee ce cere aey ener iat ambiente a través de los objetos, los libros, los diarios olas pinta- Pree eee tree ha eee eee oer CUO coat asesinato de Pasolini cue 79 ° CAURABETT, urs cet eases Fata. a amistad ene ombosse raneawo hors tases rar Pal rented sides rananr se dePasoln »» su tibertad critica y contra su vida, cosa que también habia expresado en otras ocasiones. La capacidad de observa- cin incisiva del escritor habia previsto unos detalles verasimiles de ese final, unas circunstancias muy acordes con sus pricticas sociales e intelectuales, tn ambito y un escenario igualmente cercanos a sus merodeos sexuales, a su transparencia moral y a sus valerosas € incluso temerarias costumbres. EL no disfraz6 nunca sus opiniones y denun- clas, no se cubrié las espaldas ni dis- mul, como pudiera haberlo hecho por mera prudencia, pensando que su pa- labra escrita, su cine descarnado y dra- mético, su poesia politica y su simpatfa subprotetaria debian coincidir con su "desesperada vitalidad", fundirse con su cuerpo e integrarse en un mensaje consecuente, aunque contradictorio, 0 alo tun mensaje tan trégico y deticado como su misma pureza, su inteigencia fulmi- nante y a la ver infantil, su desnuda personalidad. Por otra parte, la idea de la muerte como cierre del significado intelectual y ontoldgico de ts vida de tuna persona (similitud con el montaje cinematografico, que habia destacado tantas veces por encima de la filmacion anecdética y los posibles argumentos y representaciones contingentes de las peliculas) fue también una constante pasoliniana y una realidad estética y existencial. Eso no implica, sin embargo, que Pa- solini hubiera estado proyectandose tuna muerte como ta que tuvo ("Else to ‘estaba buscando’, dijo Giulio Andreot- ti, que su paso por el mundo fuera un uion preparatorio de le misma, como escribié Giuseppe Zigaina en un libro absurdo, Pasolini ela morte, ni que ten- diera en su vida a un rihilismo tacitur- no, a una fnebre o cinica resignacién, Pasolini era dinémico, rebelde y alegre, se cuidaba de un modo ascético y gim- nastico, legé a recibir con Alberto Mo- ravia un tratamiento de gerovital (una especie de elixir rejuvenecedor puesto fen aquel tiempo de moda por una fa- ‘mosa doctora Aslan), amaba a su madre ya sus amigos con verdadera devocion yalbergaba en su mente ambiciones y proyectos en los que tendria que em- plear afios futuros, energias, trabajo, creatividad. Pasolini era un fanatico de la vida, un amante proteico de las, rnoches romanas 0 africanas con sus Ragazzi di vito y sus desgarradas amat- jguras, uno que pretendia escribir (Pe- tréleo es un borrador inconcluso) un li bro exhaustivo de miles de paginas, en el que volcar todo lo que sabia sobre la politica delictiva italiana de la épo- ca, que queria continuar haciendo un cine cada ver més impactante, revul- sivo y redentor (Porno-Teo-Kolassal) 0 que alin buscaba con pasién y desvelo avanzar en sus intuiciones compositi vas, en el conocimiento del peligroso poder de los signos externas y tirani- 0s de los medios de comunicacion, en el desenmascaramiento del genocidio antropolégico de ciertas formas de ci vilizacién y cultura o en el andlisis de las complicidades de los politicos ob- tusos, mafiosos y serviles con la semio- logia y la cruda realidad, Las Posie TAS Giuseppe Zigaina, pintor y amigo de Pasolini, basa su opinién de la muerte preparada por la propia vietima en una serie de situaciones y opiniones del cineasta y escritor malogrado (o cum- plido), en las cuales el hombre hal ‘do dando pistas, de 1958 en adelante, acerca de su plan sacrificial, hasta que este se cerr6 de modo exacto e inexo- rable. La intencién de Pasolini habria sido dar la mayor coherencia posible a su obra a través de una especie de sintaxis ritual, a través de la eleccion del tiempo, el lugar y la "iturgia" de su ofrecimiento extrema, la puesta en es- cena de sus articulaciones simbdlicas. Asi Zigaina cita, por ejemplo, varias fra- ses y cuestiones lapidarias, que figuran en la obra ensayistica Empirismo eret: co, Aqui Pasolini escribié: tural?", "0 expresarse y mori, o perma- necer inexpresivos @ inmortales". "Esa es la razén de la muerte. Si furamos inmortales, seriamos inmorales, por que nuestro ejemplo no tendria nun- 2 fin, por lo tanto seria indescifrable, permaneceria eternamente suspendi- do y ambiguo" Pero tales observaciones, interesantes fen simismas e indicativas de una racio- nalidad sin concesiones, y mis para ser su autor un paradéjico bastante irra- Cionalista, no tienen por qué sugerir deliberaci6n subjetiva para un teatro {ntimo de la muerte, sino que basta con la condicion necesariamente limitada de la vida para que tales dudas y argu- ‘mentaciones pasolinianas tengan sen- tido y valgan como una constatacién Logica. La- moral quedaria entonces, tras dichos presmbulos, en el plano nt tido de la existencia finita, es decir, de la existencia humana, pero no hay por donde deducir de esto que una plani- ficacion de la muerte personal fuera a ‘A PASOLINI cure el rodale desu primera Petite Acstone (2963) En lla yn aparece at personal mundo de a Rema margiral de directo revertir en una intensificacion on una “eficacia" mayor de la moral existen- al, en un mejor servicio intelectual ‘0 en un ejemplo mas revelador de una ‘entrege social Zigaina sugiere, por otro lado, que la decision de Pasolini de aventurarse por ‘el hidropuerto de Ostia con Pino Pelosi 2 alo (fuera para un encuentro sexual o para esperar a quienes le ‘rian a devolver, previo pago, unos rollos de La pelicula Sald 0 los 120 dias de Sodoma robados de Cinecitt) vendria a resultar como un calvario a cuyo fin se hallaba un risterio semejante at del cuerpo de Cristo difunto, pero vivo en ta hostia consagrada. No tiene en cuenta, al mar- gen del nominalismo peregrino, que "Ostia" (sin h en italiano, aun cuando también significa sagrada forma) vale fen este caso por puerta o boca del rio abierta al mar. Ostia (del latin ostium) fs, como si dijéramos, la ultima puer- ta del Tiber abierta al Tirreno, una co- triente fluvial que pierde por naturate- 2a su cauce y no el punto sagrado det agua dulce que muere, pero sigue viva y animada por la sal del mar, Puestos a buscar simbolismos fatales, podrfamos lencontrarlos casi en cualquier escritor, ppero no suelen referitse a una auto- biografia real, sino a una especulativa ficcion Zigaina aduce igualmente el mito de Medea como una forma de svicidio itico delegado que el poeta sufriria también a su modo, la similitud del es- critor que concluye una obra y se libera de su peso con la mujer que da atuz y muere en el parto (de lo que Pasolini habia hablado en Petr6leo), el hecho de que los protagonistas de la obra del autor de Lascenizas de Gramscimueren con frecuencia de manera violenta, (o cual habria que interpretar como una serie de ensayos ficticios con perso- najes para una fatidica representacién final en la que el protagonista fuera ‘ese mismo autor y, con otras presuntas indicaciones y metaforas, mejor o peor Cifradas, unas cuantas operaciones nu- iméricas referentes a claves cronolg! ‘5, a los hitos biograficos de Pasolini en la historia contemporanea de I y @ una retahila de cébalas absoluta- ‘mente aleatorias o intercambiables. Por otra parte, si Giuseppe Zigaina habia seguido esa pretendida planifi- ‘cacién pasotiniana de ta muerte, zpor qué no advirtié a tiempo de la misma, cuando, al hilo de tantas estaciones preparatorias, se enfilaba, digamos en octubre de 1975, el tramo final? ¢Aca- 0 Zigaina no quiso estorbar el sacrif- cio consciente de Pasolini, su gran ami- g0, haciéndose cémplice respetuoso de una decisién de tal magnitud? &¥ fue Pasolini capaz de ir dejando tantas marcas de la construccion de su desti- ‘no mortal y de calcular como, dénde y ‘cuando lo asesinarian unos ejecutores concretos, qué golpes le asestarian con i WLS duraee et rodaje de La icotta (963), qué objetos precisos, qué vehiculos, resentimientos 0 encargos confluirian tenelescenario del crimen? No, las tesis de Giuseppe Zigaina no se sostienen de ninguna manera, pero su "tremen- dismo" y su inepta “espectacularidad” (valga la redundancia) no impiden que fentre sus sombras se cuele un atisbo andnimo de veracidad. Es obvio que 1no es lo mismo enlazar decididamente los pasos de la propia muerte que no elucir su amenaza, su peligro y hasta su inminencia. ¥ que Pasolini tampoco queria mori En todo caso habria apla- zado ese horrible final (como, segun Zigaina, ya habia hecho alguna ver) por lo menos hasta después de que Susan- na Colussi, su adorada madre, se hubie- ra extinguido, con to que, de paso, et hijo, tan tdolatrado como a ta recipro- «a, habria podido terminar (Susanna le a ANCA sobrevivi6 seis aos.) algunas de las cieeete ta ‘obras que proyectaba eee Ese atisbo de veracidad consiste en pated que Pasolini fue consciente de todo su rerio itinerario en la vida. Siempre record6 sll ‘muy bien (y hasta demasiado bien) su Infancia errante por los destinos mili tares de su padre, Carlo Alberto, la bru- us talidad fascista de este hombre contra la deticadeza de la madre, su tortura alcohélica y vencida 3 través de los prejuicios antihomosenuales y sus acu- saciones de haber arrojado a su otro hijo, Guido, ala muerte (el joven de 20 aos fue asesinado en 1945 por pat= tisanos garibaldinos, siendo él mismo partisano de a brigada Osoppo), tuvo presente su adotescencia secreta, las acusaciones expulsiones que cayeron sobre él, suhuida a Roma y su vida cif- cil en los primeros meses que pas6 en la ciudad. Pier Paolo no acabé de vivir su homosexualidad sin culpa, ni dej6 de sentirla por no haber sido capaz de salvar a su hermano, Vivi6 en presen- te sus procesos por escéndalo publico y escarnio a Ia religion del Estado, sus primetas peliculas (Accattone, Mamma Roma 0 El evangelio segiin Mateo) cons» Nenana reunion prvi at redaje dea pelicula Amore erebbia(2989). clio as NDC Han pasado cuarenta aos desde su muerte y al margen del estreno de Ua pelicula de Abel Ferrara, el artists italiano ha estado presente desde mayo de 2025 y hasta octubre de 2015 en galerias de Barcelona, Parts, Berlin, Rome y Sen Sebastian gracies 9 la exposicionitinerante Pasotini Roma que, organizada, entre otros, por el Centre de Cultura Contemporania de Barcelona ha servido para profunci- zarenla figura de Pasolini a través de su relacion conta capital de italiay de temas como su compromiso civil la politica, el cine, el sexo, la poesia, ta amistad yel cine, Asimismo, durante el mes de septiem- bre, elayuntamiento de Avila dedico >» tas dela Trilogia de ta Vida (El Decame- 16n, Los cuentos de Canterbury y Las mil {y una noches). Habia abandonado sus relatos literarios (Chicos del arroyo 0 Una vida viotenta, porque habla com prendido que el cine era “el Lenguaje escrito de la realidad”. Su camino iba dirigido a la critica socio-politica y a la denuncia radical de los hedonismos a4 co un ciclo al artista: Pier Paolo Pasolini poeta cineastay hombre, en el que fue presentada la novela de José Maria Garcia Lopez, Pasolini o la noche de {as luciérnagas y se proyectaron va- rias de las peliculas que dirigié. ‘También este afto hizo su aparicion el libro Sobre el deporte (Editorial Con- tra), que recoge articulos de Pasolini sobre ftbol, boxeo, ciclismo 0 los Juegos Olfmpicos de Roma en 1960. Elartista era un ferviente segui- dor del Bolonia y jugador de futbol aficionado. Como ét mismo sefialaba "todas las tardes que pase jugando al bal6n en los prados de Caprara fueron indudablemente las tardes mas bellas demi vida". Jnertes del_mundo contemporéneo. Todos sus lenguajes, hasta los Escritos corsarios o las Cartas luteranas (ambas recopilaciones de articulos periodisti- 0s), pasando por las pelfculas Pajari- tos y pajarracos, Edipo, Medea, Pocilga, Teorema o Saté, y hasta el ejercicio de justiciera catarsis que viene a ser el to- rrente sin género literario de Petréleo eran potentes revulsivos © concienzu- das investigaciones y propuestas de renovaci6n, VALIENTE Y TEMERARIO Pasolini construyé de modo febrit una trama profundamente original contra las componendas vaticanas y demo- cratacristianas, dejé al descubierto los acuerdos internacionales y las mafias, fascistas, los pactos anticomunistas y dispensadores de millones de délares de la CIA con el MSI y los intereses oli garquicos de la cipula del Ente Nacio- nal de Hidrocarburos (EN), a organiza- cién criminal de los golpes de Estado fen aquellos "aos de plomo", también llamados de la “estrategia de la ten- si6n", las anuencias genocidas de los servicios de inteligencia con algunos mandos sobornados de los carabine- tos y la policia, las prevaricaciones de los jueces y fiscales, las cobardias de los ministros y las asunciones popu- lares de una renuncia monstruose que ya dificilmente habria de cambiar su sentido. Supo, desde luego, y los procesos que sufrié. fueron demenciales, que tal obra trabajada con denuedo y sin tre- .u2, ese edificio de tan rara innovacion estética y tan critica transparencia ‘moral, podria llevarle a a muerte, de modo semejante a como sus resisten- cias y curiosidades habian llevado a la muerte por asesinato al industrial Enrico Mattei en 1962 0 al periodista Mauro de Mauro en 1970. Pero saber eso, y no guardarse convenientemente de tal peligro, no suponia que Pasolini fuera buscando su muerte. Era valiente y tal vez temerario, pero no suicida. En ese mismo libro que invoca Giuseppe Zigaina, Empirismo eretico, el autor bo- lohés escribe: "Mi idea de la muerte era tuna idea moral y de comportamiento: no miraba al después de la muerte, sino al antes: no al mas alla, sino a la vida". la verdad que se esconde en las indi- caciones débiles © racambolescas de igaine circula entre ellas cual rio sub- terraneo, involuntariamente canaliza- do. En cierto modo, Pasolini si habia ‘estado configurando su muerte, al ha- ber hablado tanto de ella como de una consecuencia filoséfica concordante con la propia vida. El azar podria haber

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