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PARA COMPRENDER LA HISTORIA. (Juan Bron) PRIMERA PARTE LA CIENCIA DE LA HISTORIA 1. QUE ES LA HISTORIA La indagacién del pasado. “Ustedes los historiadores son quienes mas han modificado la historia”, se nos dice con frecuencia a quienes nos dedicamos profesionalmente a esta ciencia. Tal afirmacién nos llena de orgullo: jqué honor haber niodificado la historia, haber intervenido en forma notable en los destinos de la humanidad! Pero, jno sera mas bien una burla? si Ja historia es “el fascinante viaje, del hombre a su propio pasado”, si el historiador, salvo cuan- do estudia el corto periodo de sus propios dias, no es con- temporaneo de’ los hechos que describe, gcdmo puede modificar la historia? En vez de elogiarnos, {no nos estaran, tachando de falsificadores? : Este problema realmente no es tal. Del mismo modo que Ia economia estudia la economia, asi la historia examina la historia de la sociedad humana. El término es ambivalante, pero el contexto permite distinguir siempre, con facilidad, si se tefiere al pasado del hombre o al estudio de este pa- sado. Para mayor claridad convendria llamar a tal estudio “Ciencia de la historia”, pero esté tan aceptado el uso de la palabra historia para designar ambos aspectos, que 208 podemos conformar con el. sefialamiento hecho. La palabra historia, en su origen etimoldgico, significa simplemente indagacién, Undagacién. de qué? En Grecia, PARA COMPRENDER LA HISTORIA donde toman cuerpo definido, cientifico, muchas actividades intelectuales que antes aparecian confusas, el término pronto adquiere el sentido de “indagacién del pasado”. Aqui nos acercamos ya a uno de los significados populares de la pala- bra historia: estudio del pasado.- Pero, ,de qué pasado? La pregunta no es tan ociosa como parece en el primer momento. Tan es asi que se habla de la historia de muchas cosas: de la Tierra, de las galaxias, de la bomba atémica, de la ciencia, del vestido, de los animales, de las plantas; se puede alargar infinitamente la lista de ejemplos. El elemento comin en todas estas historias es la idea del cam- bio, el movimiento, de la moficacién que sufren sus portadores. El uso comin resuelve también la cuestién del campo de nuestro estudio. Cuando empleamos la palabra historia, sin otra indicacién, nos referimos siempre a la historia humana. Hasta no hace mucho se restringia el concepto al periodo en el cual el hombre ha dejado testimonios escritos de su paso, pero esta limitacién es a tal grado arbitraria que la historia abarca hoy toda la existencia del género humano, desde el momento en que aparece sobre la Tierra hasta el presente. ¢Arte, ciencia, fantasia? No ha sido dificil, hasta este momento, delimitar el término historia, precisar su conte- nido. Se presenta ahora un problema, objeto de mucha discusién: jes la historia, entendida como actividad del es- pirita humano, una expresién de 1a fantasia, una de las bellas artes, una ciencia, una técnica? y Para Schopenhauer’ se trata de un saber: ‘afirma que no puede ser ciencia porque ésta siempre habla de generaliza- ciones, mientras aquélla no puede pasar de estudiar los indi- viduos, los hechos tmicos, irrepetibles. Turner; con un en- 1 Citado en F. Wagner: La ciencia de la historia. México, 1958, cap, v. 2Tumer, Las grandes culturas de la humanidad, México. 1953. 40 QUE ES LA HISTORIA foque distinto, considera que es la “memoria social”; y se necesitaria aqui otro examen para decidir si ésta debe ser considerada ciencia, emocién o relato.’ Muy interesante es una observacién de Bloch, gran historiador francés fusilado por los alemanes en 1944: sefiala que 1a historia es vieja ° como relato, pero muy joven como “empresa razonada de andlisis”* No es nuestra actividad la inica, ni mucho menos, en la que se plantea la transicién sefialada por el ultimo autor. La quimica nacié como alquimia; la metalurgia estuvo im- pregnada de magia por mucho tiempo; el mismo destino sufrieron la biologia, la astronomia y, con mayor razén, las ciencias directamente relacionadas con el hombre, como Ja economia, la sociologia, la politicologia. El mismo Bloch define también a le historia como “la ciencia de los hombres en el tiempo”. Pero, gqué es ciencia? Es facil perderse en una busqueda continua de definicio- nes, ya que cada una de ellas exigira otra y otra. No se pretende, pues, definir exhaustivamente el término; baste aqui con un sefialamiento basico. la ciencia es una expli- cacién objetiva y racional del universo. t Esto quiere decir que la ciencia no es una simple acumu- lacién de conocimientos; los que la integran deben corres- ponder a la realidad, estar comprobados 0 resultar, légica- mente, de otros ya comprobados (en cuyo caso se trataré de hipétesis por corroborar). Pero un simple conocimiento, aunque se haya comprobado, no es una explicacién; se nece- sita también la interpretacién de los hechos o acontecimien- tos, la profundizacién de sus caracteristicas mas imporiantes, de sus formas propias de evolucién. La ciencia no realiza la indagacién respectiva s6lo en casos individuales, sino que busca y encuentra las relaciones permanentes, necesarias, entre causas y efectos: las leyes. Es precisamente el conoci- miento de éstas lo que permite a la ciencia predecir los re- sultados de determinada accién o situacién (y esto es tam- 3M. Bloch: Introduccién a la historia. México, 1957, p. 16. PARA COMPRENDER LA HISTORIA bign, en el fondo, lo tmico que hace posible comprobar la certeza de una interpretacién) El campo-a que se dedica cada una de las ciencias par- ticulares se relaciona precisamente con un conjunto de fend- menos que sé tigen por leyes del mismo tipo (por ejemplo, las leyes cudnticas, las biolégicas, las sociales). gSerd posible, con base en la explicacién de lo que carac- teriza a una ciencia, determinar si la historia retine las ca- racteristicas correspondientes? Evidentemente, ésta se refiere a un conjunto de fenémenos pertenecientes a un aspecto determinado de la realidad, ya que trata de lo que sucede con las sociedades humanas a través del tiempo. pero estos fendmenos ,obedeceran a leyes? Sélo el estudio mismo del hombre a través del tiempo puede dar respuesta a esta pregunta; como en otras ramas del saber humano, se necesita acumular una gran cantidad de datos concretos, interpretarlos, verificar la interpretaci6n hecha, depurar lo ya encontrado, volver a buscar ‘mas datos, en una labor paciente y ardua. Solamente cumplida esta tarea es posible afirmar legitimamente que la historia es una actividad cientifica. Los casi tres milenios de historia escrita, desde Herddoto hasta nuestros dias, permiten afirmar, decididamente, que se trata de una ciencia, en toda la extensién de la palabra. La experiencia obtenida y los estudios realizados demues- tran no s6lo que Ja historia se dedica a un campo perfecta- mente delimitado sino también que los hechos que examina, por mds que sean unicos, no responden a un azar ciego € inescrutable. Los adversarios de este punto de vista argu- mentan que ningun (0 casi ningun) hecho histérico puede predecirse con toda precisién; esto es muy cierto, pero lo mismo sucede en muchas, para no decir que en todas las ciencias. No es posible predecir cémo va a caer un dado, que trayectoria va a seguir una particula elemental, cudl es la empresa que va a quebrar en una crisis econdmica. Pero si se puede prever cudntas veces “saldra” el seis si se arroja el dado un millén de veces, cémo se distribuira una gran 12 QUE ES LA HISTORIA cantidad de particulas elementales disparadas en condiciones semejantes, que porcentaje de empresas de determinada mag- nitud y actividad sucumbiré en las condiciones que se con- sideren. La necesidad (sujecién a ley de los fenémenos) “se abre paso... en medio de una serie infinita de aparen- tes casualidades”, sefiala Engels en Ludwig Feurbach y el Jin de la filosofia cldsica alemana,* en una lapidaria expli- cacién del caracter de las leyes cientificas. La observacién de los hechos humanos durante milenios sefiala que, efecti- vamente, a través de miiltiples acontecimientos aparente- mente andrquicos se puede percibix un desarrollo que tiene leyes precisas, cognoscibles. Por otra parte, hay muchos observadores serios que con- sideran a la historia una actividad no cientifica. La razén es bastante sencilla, y también aqui sucede lo mismo que en muchas otras ciencias. Si la ciencia se forma sobre la base de numerosos conocimientos e interpretaciones acumu- lados, revisados y coordinados, es légico que en una ciencia joven todavia se conserven muchos elementos formativos. Las ciencias no “‘son” : “se estén haciendo”, adquieren, val- ga la tautologia, un cardcter cada vez més cientifico. A la historia, “reciente como ciencia, pero vieja como relato”, le quedan muchas partes del cascarén; hay que reconocer también que es und de las ciencias menos formadas todavia, pero a pesar de todas las objeciones es indudable que si retine las caracteristicas fundamentales de una ciencia. Qué estudia la historia? Establecido el caracter de la historia, es necesario delimitar con mayor precision el obje- to de su estudio. Ya se ha sefialado lo injustificado del concepto que excluye de su examen el periodo humano que no tiene documentos escritos. En forma parecida, también hay que rechazar la idea de los pueblos “sin historia”, de los pueblos que no cambian a través del tiempo. Ciertamente 4 C. Man y F. Engels: Obras escogidas, Moscii, 1952; tomo 2, pp. 360-361. 13 PARA COMPRENDER HISTORIA hay comunidades mas dindmicas que otras (y los distintos periodos de una misma comunidad tampoco se suceden con un ritmo igual), pero no hay absolutamente ninguna que no muestre algin tipo de transformacién. El simple hecho de que un pueblo vecino modifique en alguna forma su manera de vivir influye, de modo visible 0 imperceptible, en el gru- po “‘sin historia”. Todos los grupos humanos, de una u otra manera, forman parte de la humanidad, y todos entran en Ja historia de ésta, Se confirma pues 1a afirmacién anterior de que la histo- ria es la ciencia que estudia al hombre a través del tiempo. De ahi se desprende un ultimo problema, en este primer acercamiento al tema: jel objeto del examen es el hombre individual 0, mejor dicho, cierto mimero de individuos, 0 es la comunidad humana? A primera vista parece haber mucha confusién al respec- to. Efectivamente, muchas historias relatan prolijamente las acciones, actitudes y sentimientos individuales de tales o cuales personajes, generalmente gobernantes, otras se dedi- can a haablar de paises o naciones. las de més alld examinan como vivia “el grueso” del pueblo en cuestién; otras mds, por ultimo, se refieren a distintas formas de agrupaciones humanas. Sin embargo, a pesar de esta aparente confusién todas ellas refieren siempre su estudio al ahombre en relacién con la comunidad de que forma parte, y con el desarrollo de ésta. De otra manera, decididamente, no se trata de his- toria sino de biografia, sociologia, sicologia o alguna otra actividad, relacionada ciertamente con la historia, pero no idéntica a ésta. fe Estd acotado el campo de estudio. Sélo el examen real de la historia, en sus dos sentidos sefialados, puede confir- mar o rebatir el cuadro presentado. 14 SOBRE LA HISTORIA DE LA HISTORIA 2. ALGO SOBRE LA HISTORIA DE LA HISTORIA Herédoto, segtin Cicerén, es el padre de la historia. Sin embargo, se trata de una paternidad muy relativa y discu- tible. jAcaso no hacian historia, en el sentido mds amplio de “relato vel pasado humano”, aquellos hombres del paleo- litico superior que pintaron con mano maestra una escena realista de caceria en la pared de la cueva que habitaban? Ciertamente no sélo hacfan historia: también realizaron un acto mégico para facilitar la caceria, posiblemente pensaron en la ensefianza a los jévenes (pero jno se ha llamado a la historia “la maestra de la vida”?); y al mismo tiempo crearon una obra de arte. Estas actividades no se contra- dicen; atin en nuestro dias de gran especializacién, muchas realizaciones humanas comparten las caracteristicas de va- tios campos; y cuanto més retrocedamos en el tiempo menos diferenciadas hallaremos las distintas ramas del saber y del actuar. Muchas leyendas y relatos que se transmitieron junto a los hogares del hombre prehistérico no han dejado sino noti- cias indirectas, borrosas y confusas. Por el siglo XXV antes de nuestra era se escribe en tablillas la historia de Gilga- mesh, fijando asi, con muchas interpolaciones miticas, un relato que se remonta un millar de afios mas atras. E] personaje es descrito como hijo del demonio Lilla y de la diosa Ninsun, sacerdotisa de Shamash, dios del Sol. Dictador de su pueblo, tiene que enfrentarse a Enkidu, pas- tor que simboliza la fuerza bruta, humanizado por el amor de la hicrédula, la ramera sagrada. Ambos se hacen amigos y recorren vastas regiones. Enkidu muere y Gilgamesh, tras- pasado de dolor, lo busca con desesperacién, experimentando todas las angustias que puede suftir el hombre. La leyenda de Gilgamesh, desde luego, es eso: leyenda. Sin embargo, no son pocos los elementos de verdad histérica que contiene. El propio personaje ha sido identificado como el tercer rey de la segunda dinastia que goberné a la ciu- dad de Uno. Muchas de las regiones que describe 1a leyenda 15 PARA COMPRENDER LA HISTORIA pueden ser jdentificadas con mayor o menor precisién, y algunas de las acciones realizadas dan indicios acerca de acontecimientos ya muy dificiles de reconstruir. También los relatos de los indigenas americanos contie- nen una mezcla semejante de elementos fantisticos ¢ histd- ricos, y la investigacién ha logrado sefialar con claridad muchos de estos tiltimos. Asi, el relato de Quetzalcoalt, se- for de Tollan, recogido por Sabagiin, fue considerado du- ramente mucho tiempo como una “simp! ” obra postica, pero las excavaciones de Tula han demostrado su gran contenido de verdad. No puede aceptarse sin riesgo de caer en la fantasia mitica a Huitzilopochtli aconsejando a su pueblo que busque el 4guila devorando a la serpiente; pero si se ha rastreado la ruta del peregrinar histérico de los aztecas, aprovechando muchos datos de sus leyendas. Mas claro es, desde los descubrimientos realizados por Schliemann en Troya, el contenido histérico de la Iliada de Homero. Revueltos con elementos miticos de gran belleza aparecen hechos cuya veracidad se ha podido confirmar por otros medios. Asimismo se encuentran valiosas infor- tnaciones sobre el pasado en la Biblia, junto a sus concep- tos religiosos. Ademés de estos elementos, conocidos desde hace mu- cho pero despreciados por los historiadores todavia en. fe- chas recientes (0, como en el caso de la Biblia, aceptados como fuente infalible de conocimientos por sus creyentes), nuestro conocimiento del pasado remoto se ha enriquecido extraordinariamente en las utlimas décadas por el estudio de relatos hechos precisamente con este fin: por las croni- cas. Desde IV milenio antes de Cristo se implanté la costumbre, en los estados nacientes, de anotar para Ja pos- teridad los grandes acontecimientos. (A este grupo pertenece una parte de la Biblia, precisamente Ja amada Crénicas.) Se trata generalmente de narraciones de hechos sobresa- lientes, de las glorias de reyes y sacerdotes, de la grandeza de una ciudad, hechas sin pretender una explicacién mas 16 PARA COMPRENDER LA HISTORIA toria a indagar el papel del hombre en los acontecimientos; sin dejar de pensar en un “desarrollo hacia algo”, y sin rechazar la funcién del destino o de otras fuerzas sobrehu- manas, investiga la actuacién terrenal, humana. Otra ca- racteristica del pensamiento renacentista es su racionalis- mo: al rechazar la fe como fuente tnica o principal de ver- dad observa, comprueba y critica hechos y conocimientos. Asi también lo hace en Ia historia. En este periodo apare- cen los métodos ya modernos de critica y andlisis, que hoy se estiman indispensables para cualquier investigacién seria. Paulatinamente aumentan los elementos cientificos en la consideracién histérica, en forma paralela a la evolucién del pensamiento humano en general. La interpretacién histéri- ca del siglo XVIII ve sobre todo al individuo y no a la co- munidad ni a fuerzas sbrenaturales como el factor decisi- vo en el devenir; considera a éste mismo, fundamentalmen- te, sujeto a leyes mecanicas de evolucién. Pero sigue ha- biendo muchos pensadores que consideran que el hombre es un ser sujeto a fuerzas superiores en cuya actuacién no tiene intervencion. El siglo XIX aporta un nuevo elemento: Ia historia se vuelve autoconsciente, se da cuenta de que el propio histo- tiador esta sujeto a la accién de la historia en la seleccién de sus temas, en la evaluacion y critica de los materiales que ha de usar, en toda su concepcién. La historia, al dar- se cuenta de su propia historicidad, crea asi una premisa importante para superar la apreciacién puramente sub- jetiva y llegar a un enfoque objetivo, cientifico. Al mismo tiempo se establece una separacién entre las distintas disci- plinas del saber humano. Las “ciencias puras” desprecian 2 las “practicas” por utilitarias: éstas a su vez quieren telegar a aquéllas por inttiles. Se considera que existe una separacién tajante entre el mundo de lo vivo y el de lo iner- te, entre el humano y el natural. En muchos cajones, total- mente separados entre si, se almacena el saber humano, fraccionado y, de hecho, esterilizado. - v7 SOBRE LA HISTORIA DE LA HISTORIA allé de la voluntad de los dioses 0 de la habilidad del per- sonaje ensalzado. Con Herédoto cambia a fondo el relato del pasado. es el periodo de choque entre Grecia y Persia, desde el ange de aquélla hasta la guerra del Peloponeso, y por primera vez se escribe historia propiamente dicha: el relato de los acon- tecimientos se combina con una visién mundial y con la conciencia del cardcter histérico de la cultura; se examinan los hechos histéricos, buscando la ley que rige la accién de Jos hombres. Al mismo tiempo que se reconoce libertad y posibilidad de accién a éstos, se les considera sujetos a fuerzas superiores. Ya no se hace un relato de la proyeccién de los dioses y de sus luchas personales en la Tierra, ni es tampocg' la simple enumeracién de sucesos, es ya historia, en el sentido clisico de la palabra. : La Edad Media refleja también en su historiografia el espiritu que la anima. La historia, que sigue siendo créni- ca y relato de la gloria de gobernantes y de paises, insiste en la ligazén de ‘los acontecimientos terrenales con lo di- vino. La fecha principal, todavia expresada en nuestra for- ma de designar los afios, es la del nacimiento de Cristo. E] mundo se inicia con su creacién por Dios, tiene su pun- - to culminante en el nacimiento del “Hijo del Hombre”, y terminaré en el Juicio Final. Este marco, en el que se encuadran los hechos concretos, corresponde a la supremacia de la concepcién religiosa en la época, que siempre coloca en el centro de la atencién a Dios y considera que el hom- bre debe, mediante una vida virtuosa, colaborar a la reden- cién que habra de realizarse con la vuelta de Cristo. En los siglos XV y XVI; fundamentalmente, sobreviene la gran explosién del espfritu humano conocida como el Re- nacimiento. Es un “volver a nacer” de la Edad Clasica, greco-romana (que llama desdefiosamente al milenio entre el siglo V y el XV la “Edad Intermedia”, Edad Media). Nuevamente se pone en el centro de la atencién al hombre, se observa su actuacién como propia y no como reflejo de 18 PARA COMPRENDER LA HISTORIA ria. Los estudios sicolégicos, impulsados extraordinariamen- te por Freud y muchos otros pensadores, incitan a una in- terpretacién por medio del examen de las reacciones ins- tintivas y emocionales, tanto individuales como colectivas. Se ha tratado, con resultados muy sujetos a discusiones y depuraciones, de encontrar el cardcter nacional de los dis- tintos grupos humanos y de localizar ahi las causas de su comportamiento. La sociologfa, con un examen cada vez mas detallado y profundo de la sociedad, aporta muchos conocimientos ¢ interpretaciones a la investigacién histérica. ‘Nuestra época ha tratado asimismo de aplicar a la his- toria concepciones irracionales, 0 de franco rechazo de la raz6n, basadas en la intuicin de caracteristicas consideradas més 0 menos permanentes o inmodificables. Hay un importante resurgimiento de la interpretacién religiosa, so- bre todo a través de la teoria neotomista. Asi, como siempre sucede en el pensamiento humano, se enfrentan distintas formas de pensamiento, distintas maneras de concebir el mundo. Pero en todas las actividades del intelecto podemos distinguir, a lo largo del tiempo, una mayor profundiza- cién cientifica. También podemos notar que el historiador de hoy, en muchos casos, es menos anecdético-y axbitrario que el de antes, tiene més interés en indagar y no s6lo in- tuir las leyes del desarrollo, y dispone de mas material pa- ra comprobarlas 0, en su caso, desechar las que resulten ser interpretaciones equivocadas. jEs posible hacer un resumen generalizador de la histo- ria de la historia? se puede decir, a grandes rasgos, que la historia en la Antigitedad relata los sucesos acaecidos a través del tiempo a comunidades humanas, tegidas por el destino o por los dioses; también en algunos casos conside- ra determinantes a los grandes hombres. La Edad Media cristiana piensa predominantemente en comunidades go- bernadas por Dios a través de los grandes personajes escogi- dos por éste. El Renacimiento, y con mayor razon la Tus- tracién y el Liberalismo, atribuyen una influencia mayor, decisiva, al individuo. Finalmente, la consideracién histé. 49 SOBRE LA HISTORIA DELA HISTORIA Sin embargo, como siempre ocurre, estas tendencias predominantes no dejan de encontrar su opuesto. Las cien- cias naturales generan interpretaciones histéricas nuevas- Si hasta entonces se habia pensado fundamentalmente en una evolucién meramente politica € ideolégica, ahora se proyecta al desarrollo humano la idea de la evolucién bio- légica. Dos son las consecuencias fundamentales de esta jnnovacién: por una parte, se rompe con Ja idea de que el hombe no cambia en su estructura fisica; se piensa -y pronto se demuestra- que es el resultado de una larga evolucién biolégica, y que esta evolucién no tiene por qué considerarse concluida; por otra parte, muchos pensadores trasladan a la vida humana lo descubierto acerca de otros seres; se atribuyen a la sociedad, en forma mecanica, con ceptos como el de la supervivencia del més apto y el de la seleccién natural, sin tomar en cuenta las particularidades propias de la especie humana. Junto al avance de la con- sideracién cientifica se abren también nuevas vias para interpretaciones seudocientificas, como las raciales. En la segunda mitad del siglo XIX aparece la concepcién marxista, que presenta una imagen unitaria y dialéctica del universo. Considera que todo lo existente esté regido Por leyes, conosidas o-por conocer. generales wns Y TE sectores parciales otras. concibe que en- {© constante, resultante def choque de | - tos contenidos en cada objeto o fenomego. Uno de los prin- cj [pos de estudio de esi Soria es la historia, cuya interpretacién marxista, el materialismo histérico, presen- ta una imagen a la vez simple y compleja. Simple en gus consideraciones generales, de movimiento dialéctico, de interrelacién de todos los fenémenos, y compleja en la observacién detallada de cada hecho concreto, miltiple- mente causado y miltiplemente causante. Es una nueva vi- sién del mundo, en la que cada ciencia viene siendo una parte organica de La Ciencia; su trascendencia es enorme € indiscutible. El siglo KX ve otras muchas formas de escribir la histo- 20 HISTORIA ¢PARA QUE? rica actual piensa en una interrelaci6n del individuo y de Ja sociedad; las diferentes escuelas de nuestros dias estable- cen distintas formas de esta interrelacién. Es evidente que la resefia de la evolucién de la historia que se hace en los parrafos anteriores, tanto en su aspecto de “cientifizacién” como en la consideracién de comuni- dad sujeta a poderes superiores, a leyes histéricas congnosci- bles, es una simplificacién excesiva. Las distintas concep- ciones muchas veces se presentan simulténeamente; ciertos pensadores se adelantan a su época, otros se mantienen en los moldes de periodos pasados. Como hay investigadores de profunda penetracién cientifica en épocas generalmente de- dicadas a la consideracién de lo superficial o a la interpre- tacién caprichosa de los hechos, hay también investigado- res que'renuncian a los métodos ya aceptados en su tiempo y retroceden a los anteriores. Sin embargo, si es posible, viendo los aspectos generales de la evolucién de la historia, comprobar una creciente profundizacién cientifica, en pug- na con intepretaciones jrracionales. 3, HISTORIA, PARA QUE? “Estudiamos historia para conocer el pasado”, contesta- mos de inmediato ante la pregunta que encabeza el capitu- lo. Muy cierto, pero ,para qué queremos conocer el pasado? El problema, aparentemente facil de resolver, al grado de parecer imitil su planteamiento, muestra muy pronto sus espinas y complicaciones. Para empezar, hay que recordar que son muchas las formas de “hacer historia”. Ye se ha hablado del contenido real que suelen tener los mitos; pero no hay sdlo esto. En su modo de relatar e interpretar su propio pasado, cada pue- blo refleja sus concepciones, sus aspiraciones y sus formas de vivir, expresa la ligazén que siente tener con fuerzas su- periores (dioses, destino...), o bien presenta un enfoque racional de universo. Muchos pueblos manifiestan su creen- #; cia de ser Hamados a realizar hazafias especiales, general- mente como dominadores de otras agrupaciones. Una ex- presién clara de estas ideas se encuentra en la frase biblica “pueblo escogido”, en la autodesignacién de “hombres ver- daderos” que se aplican muchos grupos y, €n una forma ya politicamente conciente, en la destruccién de los antiguos documentos de miserias y humillaciones del pueblo.azteca levada a cabo por Tlacaellel, para sustituirlos por las pro- fecias de grandeza y dominio del raundo pronunciadas por Huitzilopochtli, en la medida similar tomada por Shi Huang-ti, y en muchos otros actos y simbolos parecidos. Y todo esto no s6lo refleja el modo de vivir del pueblo en cuestién, sino que también facilita el funcionamiento de su sociedad. uCual es el papel de la historia en nuestro ambiente cul- tural? Debemos reconocer, quienes nos dedicamos a ella, que es tachada de totalmente initil por muchas personas. A nadie se le ocurriria poner en duda la utilidad de Ja la- bor del panadero, o del investigador médico. En cambio muchos estudiantes nos dicen: “jPara qué quiero conocer nombres de reyes y de presidentes, lugares y fechas de ba- tallas? {Todo esto ya est4 muerto!” Tienen frantamente, mucha raz6n: pero lo que se les ensefia no es historia, sino sélo uno de sus elementos, la crénica. Afortunadamente, la ensefianza de la historia ha rebasado hace tiempo la con- fusion entre ésta y la crénica, aunque a muchas escuelas no haya llegado todavia tal noticia y se siga atormentando alli a los alumnos con memorizaciones inttiles, que no les pet- miten comprender nada. También entre los grandes de la cultura hay oposicién a la historia. Asi, el filésofo Nietzsche, quien fue idolo de jévenes rebeldes hace varias décadas, dice entre sus miulti- ples afirmaciones: “El exceso de estudios histéricos pertur- ba los instintos populasres e impide al individuo, asi como a la totalidad, llegar a la madurez (...) propaga la creen- cia, siempre nociva, en la caducidad de la especie humana, 22 HISTORIA, PARA QUE? la idea de que todos somos seres retardados, epigonos...” y Con esta postura, Nietzsche identifica una forma de con- cebir ¢ interpretar la historia con Ja de todas las escuelas histéricas; al hablar de “instintos populares” muestra tam- ign su enfoque aristocratizante e irracional. Entre los historiadores profesionales seria dificil (y ab- surdo) encontrar una condenacién de la historia, pero si hay distintas opiniones acerca de su utilidad y su funcién. Para Polibio, por ejemplo, se trata de allegar ensefianzas pa- ra el gobierno, ejemplos para fortalecer la moral y para soportar dificultades. Luciano, perteneciente como el ante- rior al Ambito greco-romano, ve como tinica funcién de la historia dar a conocer la verdad. Ya en dias cercanos a los nuestrds, Bloch dice que la historia se inicia muchas veces como entretenimiento y curiosidad. Para Turner, la “his- toria bien entendida es la memoria social, merced a la cual se hace inteligible la vida presente (...) conserva la continuidad social, sostén del orden social”.* Childe en- cuentra en la historia la fuente para resolver con criterio objetivo qué es progreso.* Todas estas afirmaciones sefialan, indudablemente, algo acerca de la finalidad del estudio de la historia; pero es necesario precisar y ahondar mds para llegar a una conclu- sién satisfactoria acerca del papel de nuestra ciencia. Recogiendo los sefialamientos anteriores se puede decir, ciertamente que la ciencia se propone descubrir y dar a conocer la verdad (también puede proporcionar ensefianzas para el gobierno, servir de entretenimiento y, en general, 1 F.Nietzsche: Consideraciones intempestivas, 1873-1875, Ecito- rial Aguilar. Madrid, 1932; “de la utilidad y de los inconvenientes de los estudios histéricos para la vida’, p. 6; citado en F. Wagner: La ciencia de la historia, Universidad Nacional Autonoma de México, 1958, p. 342. 2 R. Tumer: Las grandes culturas de fa humanidad, México, 1953, p. 7. 3 Gir. V.G. Childe: Los orlgenes de !a civilizacién, México. 4965. B PARA COMPRENDER LA HISTORIA satisfacer cualquiera dé las exigencias planteadas por los historiadores citados). Ahora bien: se trata simplemente de conocer la verdad por conocerla? Mas bien la ciencia se propone siempre, aunque a veces en forma inconciente, permitir al hombre que actiie con eficacia para lograr lo que considera conveniente. (Esto es cierto inclusive en casos tan especiales como, por ejemplo, el uso de la quimica para producir armas mortiferas: éstas no benefician, desde lue- go, al “hombre como tal”, pero si son o parecen ser con- venientes para quien las emplea. Ei conocimiento histérico, cientifico puede aplicarse per- fectamente de acuerdo con este criterio. Al presentar el origen y el desarrollo de nuestras condiciones de vida nos da ya una parte de la clave para entenderlas. Pero el cono- cimiento cientifico va ms all4 de esta simple descripcién: al profundizar, indaga en el porqué de los fenémenos, en sus relaciones mutuas, en sus leyes. Asi, la ciencia de la historia nos proporciona una comprensién, por mas avan- zada més precisa y ajustada a la realidad, de las leyes del desarrollo social. Esta comprensién, a su vez, esta “con- ciencia histérica” nos permite intervenir conciente y efi- cazmente en mestro propio desarrollo, en forma payecida a como el conocimiento cientffico de la naturaleza nos permite intervenir en ésta en el sentido que consideramos itil. Realmente, la comprensi6n de la historia de que se ha- bla aqui ha tenido y tiene distintas aplicaciones practicas. ‘Ya se ha mencionado la estrecha relacién entre las concep- ciones y las aspiraciones de los pueblos y su manejo de la historia. En nuestro ambiente es facil ver que la concien- cia nacional no es posible sin una concepcién histérica: se basa, en gran parte, en el conocimiento de un pasado comin.y de lazos creados durante un largo petiodo. Lo mismo puede decirse de la conciencia de clase: los sufri- mientos, las victorias, las derrotas, las aspiraciones experi- mentadas conjuntamente, en suma, la experiencia practica de un interés comtin engendra, a través del tiempo, la con- ciencia de formar-una unidad. El papel de la historia como 24 HISTORIA, PARA QUE? ciencia consiste en hacer ver las bases. objetivas, reales de estas interpretaciones del pasado y de las ensefianzas des- prendidas de ellas, y en permitir su aprovechamiento mas conveniente. Al sefialar estas semejanzas en la aplicacién de los ha- Ilazgos de las distintas ciencias no hay que olvidar que cada especialidad tiene sus caracteristicas propias, y que el adelanto de las diferentes ciencias no es parejo. Es un monstruoso error, que lleva forzosamente al fracaso, apli- car las mismas normas especificas a ciencias de variados objetivos y diferentes grados de adelanto. _Cual es la forma prictica en que el historiador cumple con su cometido? 4Cémo desempefia su papel de “hacer historia”, de crear esta conciencia histérica? Son dos Jas grandes ramas de su actividad, inseparables entre sf: la investigacién y la divulgacién. Es evidente que los hechos histéricos, antes de poder ser ensefiados, deben ser investigados y analizados con la pro- fundidad necesaria. Pero el investigador, en todas las cien- cias, necesita un conocimiento previo que le permita en- cauzar sus estudios; éstos, a su vez, serviran para confir- mar 0, en su caso, rectificar lo establecido por investiga- dores anteriores. Lo investigado debe ser difundido. Renunciar totalmente ala communicacién de lo encontrado es condenar la investi- gecién a la esterilidad. El investigador puede desempeiiar su papel en muchas formas, validas todas ellas. Deberd pro- curar siempre, para ser eficaz, utilizar un lenguaje adecua- do en un aspecto muy determinado, el gremio de los histo- riadores en general, el estudiante de la especialidad, el alumng que ve la historia como una materia de cultura general, o también el piiblico que la recibe en forma de libro, conferencia u otro tipo de exposicién. Un aspecto cer- cano, que nos pertenece a la ciencia de la historia pero que se beneficia-de ella, sera el de la novela histérica que, sin pretender dar un relato exacto de determinados hechos, pue- 2B PARA COMPRENDER LA HISTORIA de reproducir con mucha fidelidad un ambiente determina- do y crear asi, en forma especifica ¢ indirecta, conciencia histérica. Aparentemente, entre el investigador y el divulgador, no hay més nexo que el conocimiento que aquél entrega a éste para su manejo. Sin embargo, la relacién es mas estrecha. El investigador, ya lo hemos dicho, tiene que comunicar sus hallazgos, su pena de anular su labor. Pero también es con- yeniente que el divulgador, ya sea maestro, publicista 0 ¢s- critor, tenga algin conocimiento de la investigacién. de otra manera le sera muy dificil, por no decir imposible, orientarse entre las diferentes exposiciones y concepciones de los investigadores. Sobre todo en una ciencia tan joven como es la historia, entre cuyos adeptos se manifiestan tan- tas afirmaciones contradictorias ¢ influencias de todo tipo, es necesario que el expositor tenga conocimiento de los mé- todos basicos de la especialidad, para poder juzgar con ob- jetividad y con criterio propio y no estar sujeto ciegamen- te al investigador. e |

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