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Epo spac aYEAILLO 4 eae ae 3i5k3 GSI oti ae Mahoma hace un sermon de despedida EL ISLAM Las modernas litera- caracteristicas el momento La literatura arabe. turas europeas alcanzaron sus distintivas aproximadamente en de transito del primero al segundo milenios de la cra cristiana. Antes de esta época, el latin logré mantener su rango como Unica forma de expresién intelectual y literaria del occidente europe. Los idiomas “nacionales no habian Megado aim a su madurez como lenguas de cultura. Dieron sélo algunos frutos prematuros en el campo popular, preliterarios 0 extralite~ rarios, cuyo contenido mitico fue desapareciendo casi totalmente con la difusién del cristianismo n cambio, lograron conservar una vida més prospera los materiales de indole legendaria Los caétieos siglos de las invasiones germénicas tuvieron la virtud de difundir los mas antiguos motivos posticos, pero a la vez fueron la causa de que no cristalizaran en obras de gran valor © alcance. Asi, las naciones europeas, domina- das sin excepcién por las tribus germénicas invasoras, pese a sus prometedoras facultades intrinsecas, no podian de ningin modo equi- pararse, en el aspecto cultural, con la tra- dicién clisica_y con el cristianismo. Ademis, Europa iba advirtiendo que entretanto un nuevo poder militar y religioso, dotado de una fuerza arrolladora, ponia en serio peligro su existencia en el preciso momento en que dirigia sus esfuerzos a estructurarse mas s6lidamente. Se trata del Islam, de la religién guerrera del profeta arabe Mahoma. Por segunda ver. se encontraba Europa en situacién pareeida a la de Grecia momentos antes de que la gran Persia dirigiera hacia el Oeste sus ansias imperialistas. Entre estas dos grandes épocas criticas, las tormentas fraguadas en el Asia Anterior amenazaron con cierta frecuencia las margenes del Mediterraneo, el Mar de la Civilizacién. Las luchas defensivas, muy costesas y no siempre afortunadas, que contra los parlos Hevaron a cabo los romanos y los bizantinos, lograron conjurar la catas- trofe. Pero un siglo después de la muerte del Profeta, los arabes, capitaneados por los ome yas, avanzaron hasta el corazén del reino de ios trancos. El peligro desaparecié, mas no los contactos hostiles. El primer Imperio Germé- ico los mantuvo con los estados moros, tanto en los limites de la Marea Hispanica como en las costas del Mediterraneo. Las constantes incursiones de los piratas berberiscos sembra- ban Ja inquietud y produefan choques. Inte rrumpidas de vez’ en cuando por épocas de 132 EL Lo Meca (segdn el grabado de D’Ohson, 1790) calma relativa, las luchas y tensiones entre europeos y arabes, se agudizaron nuevamente por efecto de las cruzadas. No se puede negar que la beligerante vecindad entre unos y otros, fomentaba grandemente el mayor conocimiento que acerea del mundo posefan los occidentales. Por cierto que éstos tenfan de momento que adoptar, ante sus vecinos orientales, la misma actitud de receptores, de diseipulos, que obser- vaban con respecto a la tradicién catélica y clisica. No falta quien atribuya a influjos iskimicos el origen del espfritu caballeresco de los europeos y las instituciones derivadas de él. Es més, se ha ereido Hegar a descubrir en los Srabes los elementos que estimularon el des- arrollo de la poesia trovadoresca. Pero se trata de hipdtesis mas 0 menos verosimiles, cuya comprobacién cientifiea esta atin sobre el tapete. Sea como fuere, el mundo occidental, al de- sarrollarse, nunca dejé de tomar del Oriente elementos religiosos, filoséficos y poéticos. Los temas y las formas expresivas de las Sagradas Escrituras fueron las primeras aportaciones del Oriente que se incorporaron al acervo cultural de Europa. No cabe negar la influencia decisiva que ejercieron. Luego vino la de la_filosofia aristotélica, que los europeos conocieron de nuevo a través de comentarios y tradueciones arabes. El Oriente, pues, transmitia a los maestros de la Europa medieval las conquistas Iogicas y metafisicas de la filosofia helénica, tan importantes y vitales para el escolasticismo, pero cuyo acceso directo estaba cerrado a los sabios occidentales. En el entretanto, y de una manera mas indirecta, el Asia no dejé de enviar hacia Europa en la Antigiiedad, en la Edad Media y hasta en ciertas épocas de la Moderna, una incalculable cantidad de temas Y motivos, Asi lo han demostrado, en benefi- cio de la ciencia literaria, las investigaciones sobre cuentos ¥ narraciones, Casi puede decirse que en estas materias un nimero muy derable de obras literarias debe su exis y su orientacidn a las similares que produjo ‘Asia. De alli legaron a Europa los principales modelos. No obstante, se impone una salvedad no siempre es absoluta y total la originalidad del mundo oriental porque — y la observacién afecta_principalmente a los cuentos — siendo s basados en la naturaleza misma, estos géneros literarios no estén vinculados’ a un lugar y a un tiempo determinados, sino que son también legitima y autéctona pertenencia © invencién propia de todos los pueblos y de todas las razas. Ello no quiere decir que no hayan venido a Europa, procedentes de Asia, varios cuentos y muchos temas novelisticos pero no es lo mismo importacién de motivos que recepcién cultural, Hasta los tiempos del barroeo y del rococé no adopté Europa de EL ISLAM, modo consciente las formas literarias del Asia; pero entonces Io hizo, mas que para establecer contactos creadores, para disfrazar con ellas sus propias intenciones y contenidos. Mas tarde, con el romanticismo, hubo una auténtica recep- cidn creadora, en virtud de la cual Asia enri- quecia la literatura europea, Debemos al espiritu abierto del siglo x1x el conocimiento que acerca de las culturas orientales poseemos los occidentales. La creciente familiaridad con ellas —familiaridad que, a fin de cuentas, se da en el orden de la clencia especializada mas que en el de la cultura y la civilizacton gene- rales — confirma que, en realidad, se puede y se debe hablar de tres literaturas mundiales por lo menos. Porque al lado de la occidental, considerada en bloque, deben figurar con todo honor las de la China y de la India, Exceptuando en cierto modo al Lejano Oriente, puede decirse que durante el periodo de su evolucién interna apenas hubo entre ellas un auténtico y mutuo intereambio ereador. La situacién literaria del Islam es dificil de explicar, porque, si no se mos- traba totalmente opuesto a toda tendencia poé- tica, en el fondo era por lo menos temperamental- mente apostico, y si Ilegé a moverse con soltura en los dominios de la expresidn y de la forma, fue gracias al contacto con otras culturas mas antiguas, especialmente la persa. Literatura auténticamente mundial 1o es sélo la europea, considerada en conjunto, y lo es gracias a un indiscutible derecho de posesién, ya que con- quisté hasta los mas esenciales tesoros del Oriente Préximo, Medio y Lejano, y, en buena parte, los asimilé hasta sacar provecho poético, intelectual y aun cientifico. Al tratar de la literatura europea moderna, y especialmente la del siglo x1x, nos daremos cuenta cabal de esta evolucién. Sin embargo, conviene que antes de Ilegar a este punto, presentemos un resumen de las grandes literaturas asidticas. Nuestros puntos histéricos de partida se hallan en territorio islamita, ya que, en primer lugar, éste era el més cercano, y, ademés, habia fundido en su propio desarrollo sedimentos biblicos y helénicos, mientras que, por otra parte, el Islam debe su configuracidn literaria al hecho de haber recibido otros tesoros cul- turales del Oriente no islimico ; gracias a su mediacién, desde tiempos relativamente tem- pranos, Hegaron a conocimiento de Europa temas y elementos asidticos. Maitoma, el Profeta, se hizo sefior de Arabia el afio 630 de nuestra era. Fieles a sus y fanaticas orientaciones, sus discipulos consi- deraban con el mayor desprecio la anterior de su pueblo, puesto que sus antepa- sados habian ignorado lo Gnico digno de ser conocido, 10 tinico que interesa_al hombre : el mensaje de Ald, verdadero Dios y timico efior del Mundo. Nacido en la prestigiosa tribu de los coraichitas hacia el aio 570, hui 133 fano cuando coniaba pocos ajios, pobre du- rante mucho tiempo, ocupado en menesteres humildes y, por tiltimo, comerciante, Mahoma habia Iegado ya a la madurez—contaba de 40 a 50 afios de edad —cuando sintié en su alma un imperioso Mamamiento: la vocacién de dar a conocer a los hombres la verdad reli- giosa, Con celo fervoroso, monomaniaco, pre- dicé ‘al Dios tinico, el de los Cien nombres, a Alé, el Gran Sefior del mundo, el extraor- dinario Califa, euya voluntad omnimoda impera en el universo, el excels soberano ante el cual slo cabe una actitud por parte de los creyentes : Islam, es decir, sumisién a su vo- luntad. Considerado desde el punto de vista de la historia de las religiones, el Profeta de la Meca puede incluirse entre los Nebiim, los profetas hebreos. El propio Mahoma estaba convencido de ello, Tanto fue asi, que para él, Jesiis de Nazaret, el gran Profeta de Israel, era su precursor, el que fue preparando los caminos para su propio magisterio, que habia de ser el tiltimo y definitive en la tierra. Tan apasionado como Saulo, pero superdndolo en ardor belicoso, y por una voluntad tercamente apegada a los bienes terrenales, se present ante los suyos como fundador de una religion nueva. Y barrié el culto a los muertos, a las estrellas y a los fetiches; cuando se decidié a realizar la famosa Huida — Hidschra 0 Hé- jira —a Medina para librarse de la encarnizada Pagina de un Cordn occidental 134 resistencia de los suyos, comenzé para una gran parte de la Humanidad una nueva era. Con razén empiezan los muslimes su cronologia en aguella fecha trascendental (16 de julio de 622), Cuando, diez afios més tarde (8 de junio de 632), moria el Profeta, ya habia sometido completamente toda Arabia. Quedars siem- pre como un fenémeno inexplicable el que la fatalista aceptacién del destino (Kismet), pre- fijado por la voluntad de Dios, no significara, durante largos siglos, merma alguna para el dinamismo de los arabes semitas y de otros pueblos subyugados por los califas. Al contrario, el Islam sirvié para intensificar enormemente estas energias y para convertirlas en corriente arrolladora, En ella nada suponfa, nada valia el individuo aislado, porque el factor decisivo serian las masas de creyentes y de guerreros que arrollaban naciones y continentes. Sola- mente aqui, en esta mudable tierra, queda disuelto el individuo: en el mas alla, en el Paraiso, esperan a los creyentes, a los muslimes (piadosos), los mas gratos deleites sensuales, un clima fresco, suave y agradable, jardines’ de exuberante vegetacién y huries hermosas y acogedoras. El cardcter y la misién de Mahoma permiten ver con claridad sin igual el latente y eterno conflicto entre una existencia ética y entregada a la aceién y una existencia estética y dirigida a la contemplacién, conflicto inhe- rente a todas las religiones de salvacién. El primero de esos dos polos — el de la moralidad que surge de la religién —, tinico que es exigido con exclusivismo absolute, neutraliza, mejor diriamos, aniquila o poco’ menos, toda libre disposicién para el arte 0 el pensamiento. Por tanto, no es de extraiiar que Mahoma despre- ciara ‘a los «embusteros » poetas. El Profeta era sordo y ciego para el arte que con precision admirable realiza la tarea «de ensartar bellas perlas » (que asi lamaban los poctas arabes a su oficio). En la coleceién de las Muallakat poseia ya el mundo érabe un rico tesoro poético de gran poder configurativo y de considerable fuerza expresiva. «Son himnos que salieron vietoriosos en certamenes poéticos, poemas que nacieron antes de los tiempos de Mahoma. Grabados en letras de oro aparecieron en el frontispicio y en las puertas de la mezquita de la santa ciudad de La Meca. Revelan que sus autores pertene- cieron a un pueblo némada, pastoril y guerrero, constantemente agitado por las luchas y ri lidades tribales. Estos eran sus temas : la mas firme fidelidad a los hermanos de tribu, honor, valentia, venganza implacable, atenuada por el amoroso recuerdo de los muertos, Ia benevo- lencia y el espiritu de sacrificio, igualmente ilimitados. Estos poemas nos dan una idea bastante aproximada del alto nivel cultural de la tribu de los coraichitas, de Ia que saliera el propio Mahoma. Este fue quien eché sobre EL ISLAM esta cultura el velo de una religién sombria, frustrando toda perspectiva de un progreso mas noble y més libre». Son palabras de Goethe, que se interesé por la primitiva poesia arabe hasta el punto de traducir, entre otras obras, el siguiente canto finebre preislimico : AI ple de las rocas, junto al camino, ace, y” con usage hho. se mezela. cl roc. Gran peso carg6 en. this hombros al marcharse, pero juro ue aguantare' el peso. EI heredero de mi venganza el hijo de mi herman, et implacable ! &l sabe callar’'como la vibora, ¥ contra su venene hho vale remedio ». Nuestra mision es amarga, y su empeho abrumaria a los mus fuertes. El destino se ha llevado al mas noble, 4 un héroe cuyo. huesped estaba seguro contra todo dan, El era solen dia frlo, y cuando Sitio ardia, era sombra fresea. Era de flanco estrecho y manos htimedos, Tuerte y audaz. Iba difeeto a. su. propésito, ¥ cuando se tendla a deseansar, Gescansaba_su_proposito. ‘AT regalar, era nube'de Tluvia, ¥ cuando ‘atacaba, era ledn cruel. Majestuoso al 'mostrarse al pueblo, persiguiendo al enemigo fra lobo hambriento, Goethe aitade esta consideracion : « La grandeza de caracter, la gravedad, la observancia de una especie de equidad dentro de la crueldad de la accion, tales son, en rigor, las caracteristicas de esta poesia», Aqui puede hallarse la forma arcaica de aquel espiritu caballeresco de los sa- rracenos que tanta impresién produjo a los cruzados ; pese a la diferencia de credos religi sos, los caballeros de las cortes europeas, nobles y sin prejuicios, supieron apreciar el valor de sus rivales, y lo reconocieron sin ambages. Conviene advertir que los métodos politicos del Califato fueron un obstaculo enorme para el desarrollo y la educacién de una élite aristo- erdtica, Sea como fuere, el despotismo no tuvo fuerza suficiente para oponer obsticulos decisivos al ideal innato en el gran guerrero. Tampoco pudo extinguir el Profeta la vene- racién que se tenia a los poetas. No pocos autores de las Muallakat lograron elogios y proteccién de los principes. Desde muy an- tiguo, los poetas acostumbraban ordenar sus versos en la forma llamada ghasela (hilado), con una sola rima, que se repetia en los dos primeros versos y continuaba a lo largo de todo el poema, dejando sin rimar los versos, impares. Por cierto que en el iltimo debia figurar, indefectiblemente, el nombre del autor. La indefinida protongacién de una consonancia 136 EL ISLAM —— Ciudad y puerto de Aden en el siglo xv1 uniforme venia facilitada por la similitud de terminaciones en la flexién verbal. La ghasela podia tener la extensién que quisiera darle el poeta, y con frecuencia se convertia en una verdadera sarta de perlas retérieas de la mayor brillantez y musicalidad, Esta forma de rima, predominante entre los poetas arabes, no tardé en extenderse a todos los pueblos que entra- ron en Ia rbita del islamismo, especialmente a Jos persas. Como puede verse, la ghasela carece de un efecto final coneluyente que redondee la composicidn 0 la cierre con una potenciacién de su dinamismo ; en esto responde al senti- miento intemporal y « planetario » de los orien- tales, que, por encima de sus tierras Ianas y desérticas, levantan cada noche los ojos al firmamento tachonado de estrellas para con- templar la magnificeneia de la creacién y el cambio sereno y uniforme de los mundos que ruedan de eternidad en eternidad, Las formas poéticas estaban tan vigorosa- mente impresas en el espiritu de los arabes, que ni aun el propio Mahoma, al redactar el Cordn, pudo librarse de su influjo. KI decia que el aredngel San Gabriel Te habia dictado todos sus eseritos. No cabe dudar de que, subjetiva- mente, el Profeta estaba convencido de tal hecho 'y de que, por tanto, tenfa derecho a Ja misma fe de sus disefpulos y adeptos. El Cordn, que quiere decir + Lectura », mejor atin, « Lo que se debe leer », consta de 114 capi- tulos de muy diversa extensién, llamadas suras, (sublimidad). Después de la muerte del Profeta, su suegro se encargé de compilarlas ; mas tarde se ailadieron todavia algunas suras. Los investigadores dividen el Cordn en dos partes. Una de ellas procede de los tiempos en que el Profeta vivié en La Meca, y Ia otra pertenece a la época en que actué en la ciudad de Medina, La asistematica redaccién de las, suras explica que el Cordn carezca de una unidad clara y arménica. Sin la menor tra- hazén légica, se suceden en él leyendas, ins- trucciones, plegarias, alusiones _histéricas preceptos rituales. Por eso mismo no es de extrafar que a veces el lenguaje aleance un elevado nivel poético, y que en otras descienda hasta la sencilla condicién de la prosa_ més vulgar. A trozos de un tono vibrante y sublime, suceden otros de gran aridez y trivialidad. Abren la Lectura los siete versos de la. primera sura, con una invocacién al Ser miscricordioso por excelencia. La alabanza a Dios, sefior de Ios mundos. El Clemente, el Misericordioso, Rey. del Dia’ del Julcio, te adoramos y a Ti pedimos ayuda. Condiicenos al camino recto, camino de aquellos a quienés has favorecido, que no son objeto de tu enojo y no son los extraviados. GQ, 1-7. Trad. Juan Vernet) En la VI sura retine Mahoma trozos esen- les de su revelacién y de su polémica anti- cristiana, con las mas liricas alabanzas al Dios, Unico. Lo hace al describir la conversién de Abrahdn, que abandoné el culto de los idolos y de las estrellas. Con ello quiere demostrar que el adoctrinamiento de los patriareas de Israel es un buen argumento en favor del Islam Y un atisbo de los misterios que entraia el poderio de Ala : Elevamos las jerarquias de quienes queremos. En verdad que tu Seor es sabio, omniselente. Y a Abra- han le dimos por sucesores a Tsaae y a Jacob ; guiamos a cada uno de ellos ; anteriormente gulamos a Not, Yy,entze au descendencia guiamos a David, Salomon, fob, José, Moisés y Aarén, pues as{ recompensamos los benetactores. Y guiamos a Zacarias, Juan, Jestls ¥ Elfas; todos estén entre los. justos,. Di: © No 0s pido por ello uni salario, El Corn es sélo una exhortacién para los mundos *. Los infieles EL ISLAM no midieron a Dios en su verdadero poder, eusndo dijeron + Dios no ha hecho descender nada’ sobre el ‘eénero umano. Este es tn libro bendito, que hichmos descender confirmando los que tenials ¥ atin de que advirtieses, Mahioma, a. la madre de las ciudades, La Meca, 3" quienes stan en sus alrededores. Quicnes-creen Ia dtima vida, ereen en el Coran y observan la plegaria.- Realmente, Dios hiende el grano ye] heso, hace salir la vida de la muerte y saca la muerte de la vida. Ese es Dios. zCimo os apartais de In fe? El es quien hiende la autora, quien puso. la noche para reposo, Yel Sol y la Luna como comptito. Eso es et decreto det PodeFoso, del Onmnisefente: El’ os puso los. astros Hara guaros’en las tinieblas dela tierra: y del mar, Aclaramos lay aleyas a unas gentes que saben. El es Guten os cred a partit de una. sola persona, Adan tEnéis in receptdeulo yun. depdsitg, Aclaramos las Seyas gentes que comprenden. Ei es quien hizo descender el agua ‘desde el cielo. Gon el agun hicimos Sirotar plantas de toda especie; hicimos salir tm ve~ getal verde del que sacamos graios apinados, mientras due de la parte superior de la palmera sacamos Tacl- mos apretujados de datiles ; hicimos salir jardines de Vides, olives y"geaados semejantes y diferentes, Ob Serva’ sus frutos cuando empiezan a darios yen” st madurer : clertamente, son aleyas para las gentes que Y" pusleron a Dios, como asociados, Ios _genios, cuando El los ha creado. Le han fabriends hijos © hijas sin saber. yLoado y ensalzado sea respecto te lo que deseribeni Greader de fos clelos y" de la tierra, gcomo tendria tn hijo, si earece de companera y ha creado {pdas las eosas,'y sobre todas las cosas es dmnisciente? Ese es Dios, vuestro Senor, no hay dios sino El, Gre dior de todas Ins cosas. (G, 83-85, 90-91, 92, 95-102, Trad. Juan Vernet) Benefit vision 8 Ae LSS By ae ei 137 La tarea de descubrir los pasajes posticos del Cordn semeja un penoso viaje por un de- sierto interminable. A veces rompe la monotonia del paisaje un pequefio oasis que, con su sombra ¥ su fuente, compensa las muchas fatigas sufridas. En alguna ocasién se refleja en la arenosa y calcinada superficie la imagen de una palmera lejana. Ademds, en aquellas soledades todo invita a sofiar y a imaginar novelas y fébulas encantadoras — como la descripeidn del banquete de la mujer de Putifar, que, arre- batada por la belleza de José, quiso poner a prueba su virtud—. Después’ de tales inter medios, vuelve a dejarse oir la voz mondtona ¥ apasionada del Profeta, En conjunto, el Libro es el testimonio de una religiosidad subyugadora, terrible y autoritaria. Los poetas orientales deben al Cordn el conocimiento de muchos asuntos biblicos, como la mencionada historia de José, con lo cual las Santas Eseri- turas de los antiguos hebreos extendieron su influjo y su eficacia hasta en los tiempos y Ambitos del Islam. Vale ciertamente la pena el conocer las dotes de los arabes posteriores al Cordn 0 de los autores que escribieron en el idioma del Profeta en orden a una especulacién, mistica y a una filosofia mas puras, mds claras, y mas hondas, dotes que dicho Libro, altamente restrictive, no asfixié ni aminord siquiera Gb aphlilghu dts Ils Gees oy 4 PA tN GH pelt label il 9 Sesh pebap, toll de ull dy, a Aisin; als pall pa aly Sa, (eR peas le pI ev Fall de aa Leal cance: CI ee Dos ilustraciones moriscas del manuscrilo de Abenziifer (siglo xv1) 138 en para ello las obras de Aucacet (1058 a 1111), persa de nacimiento, que, del con- cepto fundamental del Islam, la sumisién a Dios, y pasando por encima de la literal inter- pretacién ortodoxa del texto, sacé una visién de los secretos metafisicos del amor, que ha hecho su nombre inmortal. Su método expo- sitive se basa, a la manera oriental, en el fre- cuente uso de parabolas y alegorias, en la pre- ferencia por las anéedotas y ‘hechos prefiados de sentido ; el resultado es una conjuncién de lo poético y lo didactico, caracteristico de las literaturas ‘del Oriente y que en ningiin otro tio encontramos realizada de un modo tan satisfactorio. Sin embargo, no fue ALGaceL quien més influyé en él pensamiento de la Europa medieval. Tal funeién estuvo reservada a los filésofos AviceNa (Ibn-Sina, 980-1037) Avernors (Ibn-Roschd, 1126-1198), quienes Gieron a conocer en Oceidente las enseitanzas, de Aristételes. Con ello hicieron posible, en cuanto al método y a las materias, la sutileza intelectual de la ‘alta escolistica. Hasta la Iglesia —y ello prueba el cardcter realmente universal y la amplitud de criterio que en aquella época tenia —incliné a sus doctores hacia los autores arabes, especialmente hacia Averroes, como el mas autorizado comenta- rista de Aristételes. Las mil y una noches. Pero los arabes no sélo escribieron obras cientificas, religiosas y Iiri- cas. Brillaron también en los géneros narrativos. Una de las formas narrativas mas frecuentes en Ia literatura arabe es la de la magama (ler- tulia). Una de las magama mis famosas es la de AL-Harirf, acerca de la cual su traductor aleman, el poeta Friedrich Rickert, escribe lo siguiente : «magama significa un lugar donde uno se detiene y se distrae. Mas tarde se aplicé a la distraccién misma, a la velada o tertulia y a lo que en ella se cuenta, 0 sea, a una narra- cién 0 un cuento. Varios cuentos de protago- nista comin y unidos en un todo mas o me- nos coherenté, constituyeron mas tarde una especie de novela... La accién de la magama no. progresa en sentido rectilineo, sino circu- lar. Todo parece girar en torno a un punto central. Todas las magama tienen idéntica estructura: las expone un narrador, el cual comienza diciendo que, por aficién a Tos viajes, © afan de aprender, 0 por necesidades de sus negocios, se encontré en tal o cual sitio y pre- seneié tal 0 cual suceso ; el protagonista, Abu Seid, interviene siempre de un modo w otro, generalmente ya al principio, sin que el narra- dor le preste atencidn, y sélo al final de la expo- 4ién se quita la mascara para hacer resaltar su figura personal. Dentro de esta disposicién uniforme, el poeta se muestra siempre Inago- table, eternamente nuevo, sorprendente y EL ISLAM ameno. En todas las magama, la forma de expresin es la prosa rimada, en la que se in- terealan numerosos poemas ». AL-HARIRI, un sabio de Basora, nacié en 1054 y murié en 1122. La prosa rimada de las magama aparece en muchas obras narrativas del Préximo Oriente, sino en su forma normal, como en Hariri, al menos a modo de adorno literario empleado en los pasajes mas elevades de la accién y, sobre todo, en las descripeiones de tono lirico. Su uso es lo que confiere a Las mil y una nockes —que para los occidentales es, después de la Biblia, el mas grandioso monu- mento de la literatura oriental —su_ fasci- nadora alternaneia entre un arrebatado lirismo un tranquilo embeleso. Los investigadores advierten que en tiempos anteriores a Mahoma los adivinos arabes se servian ya de esta clase de prosa, y que el Islam, por lo menos en sus comienzos, desdefié semejante estilo y, en gene- ral, la perfeceién de las formas poétieas. Lo cierto es que el arte narrativo terminé por adoptarla, y su predominio se hizo general desde el siglo x. Los lectores oceidentales no tienen una idea clara acerca de la coleccién de cuentos llamada Las mil y una noches: 1a imagen corriente es del todo falsa o incompleta y parcial. Y es una ldstima, pues se trata de algo que tanto por su plenitud formal como por su contenido intrinseco resulta una de las pocas obras maes~ tras clisieas de todos los tiempos. La gran- diosa compilacién de cuentos fue redactada en rabe, y se popularizé con el titulo de Alf leila waleila. El espiritu, 0, si se prefiere, la religiosidad del Islam comunied a la obra un sello y un eardeter uniformes ; eso no sig- nifica que pertenezca exclusivamente a la literatura arabe y al Islam. El Proximo Oriente, Y sobre todo persas e hindties desconocidos, poseen también titulos para proclamarla suya. Es mis, hasta el Lejano Oriente envia destellos mas 0 menos brillantes a la famosa coleccién. Por de pronto, proceden de la India las narra- ciones de encuadramiento, como la que ex- plica cémo Schehrezada tuvo que contar sus historias al rey Schehrijar todas las noches durante aftos. En dicho pafs se inventé, ya antes de la era cristiana, esta forma de enmar- car una materia narrativa, Se nos explica que en ¢ época remotisima » un rey hubo de conven- cerse, con gran sorpresa por su parte, de que su esposa le era infiel. Otro tanto habia ocurrido a su hermano, al cual acudié en busca de consejo y de alivio para su dolor. No se hizo esperar mucho la venganza, tan brutal como solo un déspota oriental podia imaginarla y ponerla en prictica. El Sultan dio orden de que todas las mujeres de cuyo amor gozara, serian ejecute das al amanecer. En tan apurado trance, la hija del Gran Visir, lamada Schehrezada — nombre que deriva del persa y que significa «la de EL ISLAM 139 Lucha entre un leén y un bafalo noble condicién » 0, como quieren otros, «la joven leona »— se formé el propésito de apla- car al tirano y hacerle cambiar de criterio. Se presenta ante el Sultan y se le entrega; Tuego empieza a narrarle una historia, que se proionga durante toda la noche, y que al ama- necer no esta atin terminada. Interesado el s0- berano por conocer el desenlace, concedié a la narradora una prérroga hasta la noche siguiente: pero la madeja del relato iba enmarahandose cada vez mas: los detalles de una narracién principal se iban disponiendo alrededor de anéedotas secundarias intercaladas en aquélla, para luego ramificarse en nuevos y maravillosos motivos, hasta formar un gigantesco tapiz cuyos abigarrados colores son un reflejo de la vida entera. Los episodios se van entrecruzando hasta formar un todo, aunque no un todo per- fectamente acabado, pues si Schehrezada pone fin a su narracién después de la noche mil y una, es porque todas las cosas humanas tienen un limite. Conmovido por la limpidez de su visién y la plasticidad de su relato, y ganado el propio tiempo su corazén por los encantos de Ia narra- dora, el Sultin concedié su gracia y elevé a Schehrezada al rango de esposa suya En esta coleccién se acoge todo asunto susceptible de servir de argumento para una narracién, Hallan cabida el cuento y la novela, Ja leyenda y la fabula, la anéedota y el relato humoristico. Precisamente son los cuentos, —lo tnico en que piensa el europeo cuando oye hablar de Las mil y una nockes —los que menos parte ocupan en la obra. Las historias que la integran no son cuentos en sentido europeo. Apenas se encuentran aquellos mitos simbélicos de la Naturaleza elemental, inde- pendientes del tiempo y del espacio, que forman la médula de los cuentos celtas, germanicos y eslavos. Es verdad que los elementos magicos, maravillosos y fantastieos, que con frecuencia ocupan el primer plano, pueden considerarse, en 140 sentido figurado, como cuentos, como ocurre, por ejemplo, en determinados relatos literarios de los italianos 0 de los romanticos alemanes ; pero también Jo es que hasta estas interven- ciones de poderes demontacos, mégicos 0 — no hay que olvidarlos — sagrados, son expuestas casi siempre con un realismo tan vigoroso, que adquieren la misma verosimilitud y aire de realidad caracteristicos de todas las historias de Las mil y una nockes, y la narracién se mueve en un plano que esta mds alla de toda cer- teza basada en fundamentos légicos y racio- nales. ‘Tan ilimitada como la fantasia y la inventiva es la singular franqueza con que se ve y se des- cribe la vida diaria de las masas en las grandes ciudades de Oriente. Siglos antes de que la novela europea explotara a fondo las metré- polis y sus hombres, como escenario y prota- gonistas, respectivamente, de la narracién en prosa, ya los arabes habfan captado la vida que paipita en las ciudades y le habfan dado una expresién literarja, Y asi como en la novela moderna se intensifies el caricter de critica social hasta el extremo de atreverse a describir con toda clase de detalles las mas escondidas intimidades y desviaciones morales, asi, en muchas de las historias que integran la obra maestra del Oriente, campea el erotismo, incluso en su forma més baja de sexualidad bestial, con el mayor descaro y despreocupacién, aunque insistiendo menos en Io laseivo que en lo jocoso y grotesco. La infinita amplitud y las variadas Dosibilidades de la existencia y de la ingenio- sidad humanas se despliegan ast ante el lector, mejor diriamos, ante el oyente, porque a éste va destinada la ritmica fluidez de las frases y sentencias, en las que la prosa rimada alterna y se entremezcla con gran niimero de poesias, entendidas a menudo como simple adorno. Los orientalistas han conseguido muchas ve- ces identificar Jas regiones de las que proceden estos relatos. En los manuseritos del siglo x1 se descubrieron ya redacciones mas antiguas o, si se quiere, obras similares primitivas. Hacia el alo 950 se mencionan ya algunas historias aisladas e incluso el relato fundamental. Una tradicién arabe hace remontar al conquista- dor Alejandro Magno la aficiin a estas co- lecciones narrativas. En la compilacién que, teniendo a la vista una redaccién egipcia andnima, debié de quedar terminada en los siglos xv 0 xvt, se distinguen dos grupos principales o partes: la de Bagdad y la de Fgipto. Esta contiene preferentemente tra- diciones siriacas, y aquélla, persas e indias. Sea como fuere, también resuenan ecos lejanos de los viejos motivos de Mesopotamia, incluso de la epopeya de Gilgamesch, y antiguos elementos egipcios, reconocibles a pesar de lo difuminado de sus perfiles. El término « mil y una noches » era un modismo idiomatico para significar EL ISLAM riqueza, abundancia, infinitud ; al ser entendido en sentido literal, dio origen a la distribucién de la obra en noches, que, por lo demas, son de extensién muy diversa, al menos en la ver- sién que conocemos. El fin de cada noche viene anunciado por una frase estereotipada en, prosa rimad: + Observé entonces Schehrezada que des- puntaba el alba, e interrumpié su relato ». La alegria y objetividad con que se nos expli- can los prodigios y aventuras no debe hacernos olvidar la circunstancia de que el narrador se halla bajo la amenaza de una muerte inminente. Nos Jo recuerda la ficcién narrativa que sirve de marco a la obra, pero también debe enten- derse en otro sentido, moral y alegérico. La famosa coleccién de Las mil y una noches nos eva directamente a los dominios del despo- tismo terrenal y metafisico, en los cuales el individuo ni configura sus destinos ni es duefio de ellos; y no lo es ni ante el Califa ni ante Al. La arbitrariedad del déspota y la prede- terminacién del kismet son los que deciden, me- jor dicho, los que ya decidieron su futuro. Por lo tanto, no aparecen ante el lector caracteres individuales con autonomia moral, y por lo mismo también, el narrador oriental carece del sentimiento, especificamente europeo, de lo tragic. Para él son notables y dignos de ser narrados sélo aquellos acontecimientos en los que se ha cumplido de un modo extrafio 0 maravilloso un destino fatal, de cuya influen- cia nefasta o favorable nadie puede escapar. El narrador no necesita, pues, fundamentar los acontecimientos 0 profundizar, psicologica- mente hablando, en los protagonistas de la accién: sélo cuentan los sucesos, los cuales, lo prueban todo, lo dicen todo. Precisamente por esto la técnica narrativa de los arabes renuneia a la tarea de dar forma plistica a los personajes. En cambio, prodiga hasta la sa- ciedad los colores, las cualidades pictéricas, todo lo que afecta a los sentidos ; demuestra la misma actitud fundamental y el mismo gusto refinado y estremecido por el colorido Y por la atmésfera, que aparece en el arte miniaturistico de la cultura islimica. Siendo ésta la orientacién de sus energias creadoras, no es de extraiiar que los poetas arabes no tengan interés en fundamentar los méritos y los logros, las ambiciones y las luchas de las almas, las cuales, impotentes ante los cambios, del _acontecer y los complicados arabescos del destino, no pueden ni deben adoptar mas que una sola actitud: la de la indiferencia. Sélo hay un ser que puede eludir esta ley inflexible de la fatalidad ; Ald. En efecto, cel curso del tiempo no tiene poder para aniquilarlo; en nada pueden afectarle los cambios y las trans- formaciones ; tampoco hay posibilidad de que una_cosa desvie su Voluntad. En una palabra, es Unico y perfecto en si mismo ». EL ISLAM 11 Asi, pues, en el mundo drabe parece existir | cierta igualdad humana: ante el. trono del Califato y ante la propia divinidad, todos los hombres son iguales. Y asi ocurria, en efecto, en el orden politico. Sin embargo, el eapricho ab- soluto e inflexible del hado permite que ocu- rran cosas que por la desventura que entrafian © la gloria que proporcionan, son dignas de figurar en las historias. La Humanidad les da el nombre genérico de felicidad 0 desgracia, quizas en el fondo, sélo son aspectos mudables, de la caprichosa fortuna, que escapan al po- der del entendimiento, que en vano busca sus causas, porque, en realidad, no las tienen. La fortuna derrama sus favores sobre una persona, y de repente se los niega ; la desgracia se ceba en otra, a la que también puede aban- donar de la noche a Ja maiiana. Ni al narrador ni a su auditorio les interesan lo mas minimo las luchas internas y los méritos personales ; en realidad, serian incomprensibles para ellos. La descripeién de la dicha los embelesa; la de la desgracia, los conmueve. El oriental ad- ira la inaudita plenitud de los favores que Ald puede conceder, y no se preocupa gran cosa por mejorar su’ condicién, Su peculiar sentimiento religioso de la igualdad no lo incita a defenderse contra los méritos o talentos innatos, por ejemplo, el del genio. Para los poe- tas y los leetores orientales, el mérito, innato o adquirido, es algo totalmente desconocido. La coleccién de Las mil y una noches parece ser, y lo es gracias a su vigor épico, un grandioso iapiz de la vida humana ; pero conviene no ol- vidar que fue ideado y tejido para manifestar la omnipotencia del Soberano de los mundos. Pronto Megaron a Europa algunos frag- mentos de esta famosa obra. Al parecer, Italia conocié ya en el siglo x1v el procedimiento de una narracién que sirve de marco para otras. Hay indicios de ello en el Orlando furioso de Ariosto. Pero la verdadera importacién del género corrié a cargo del francés Antoine Galland (1646-1715), quien, desde 1704, fue publicando traducciones de la obra que nos ocupa. Tuvieron la virtud de provoear un desmedido afan de imitaciones. Los contes orientaux se pusieron de moda en Francia y en toda Europa, Por tanto, no es de extrafar que se inventaran acontecimientos parecidos 0 se refundieran en los ya conocidos. Los trajes orientales irrumpieron en Ios salones cortesanos y en el teatro, La polémica politica adopté como mascara — bien transparente por cierto—, los t6picos, las actitudes y el colorido de Las mit y und noches. Estas no perdieron popularidad hasta que el conocimiento de las lejanas cul- turas asiiticas difundidas por el Romanticismo desperté en Europa una curiosidad no menor por, Je poeia de Ia dacia-y Aun es); 1a colebre miisica_musulmana intenta coordina coleccién arabe mantiene su puesto de honor letalgeanin(oectdentale la'teasitiliaed ete el de ser, gracias a su influjo, la imiea gran Principe taendo el lati (siglo xvi) 142 BL ISLAM obra épica de Oriente y que ha alcanzado rango universal. Sabemos hoy que en Oriente gozan de mayor estima otras composiciones narrativa en prosa; mas los especialistas apenas paran mientes en ellas. Por esto no debemos olvidar que son muy incompletas nuestras noticias, acerea de las grandes literaturas del Oriente, para las cuales nuestros conocimientos se redu- cen a menudo a los titulos, La literatura frabe en Espaiia. * Mencién especial merece la literatura arébigo-espaiola, de la que ya se ha citado una figura de talla uni versal como la del cordobés Averroes. También, al campo filoséfico pertenece la obra de pensa- dores como el neoplaténico InN Masanra (88: a 931), AvemPacr (muerto en 1138) — comen tarista de Aristételes y autor de un Tratado sobre la unién del entendimiento con el hombre y de la Carta del adids — e Tnx Turayt (muerto en 1185), médico de Guadix que debe su fama al libro conocido universalmente con el titulo de Bl fitdsofo aulodidacta, cuyo argumento re- cuerda el principio de EU Criticén de Gracian cn una isla desierta nace del barro un nifio, quien, completamente solo, se las ingeniara para atender a sus necesidades materiales y para desarrollar su inteligencia, legando por si mismo a descubrir todos los principios materiales y es- pirituales, incluso la unién mistica co Con esta’ obra Ibn Tufayl se proponia eonci- liar la filosofia y la reiigién, problema que tanto preocupaba a los musulmanes de la época. La poesia drabe, en Espaia, constituye fur damentalmente una prolongacién de la poesi abe clisica, con sus caracteristicas formas expresivas afiligranadas y convencionales, pero del contacto de la eivilizacién musulmana con el mundo mozarabe, celoso guardador de sus tradiciones, debia surgir una nueva modalidad de liriea popular que muestra ciertas afinidades con los primeros balbuceos de la poesia en lengua, romance, y que representa la aportacién mas original que Ja lirica arébigo-espanola aporté a la civilizacién musulmana. Entre los poetas de estilo eldsico anteriores al siglo xt cabe citar al emir At-Haxaw I, al principe Sato Bex Cuvpr (ambos del siglo rx) y al gran filésofo Tnx Haz (994-1063), nacido en Cérdoba, a a quien debemos una de las obras cumbre de Ia literatura arébigo-espaiiola, el tratado sobre el amor El collar de ta paloma (Tawq al-Hama- ma), fruto de una refinadisima sensibilidad po tica ‘que ha permitido a su traductor espaitol, Emilio Gareia Gémez, considerarlo como. «la Vita Nuova del Islam espaiol ». Particularmente interesante es la época de Almanzor (finales del siglo x) en la que Cérdoba conoce un notable florecimiento literario, con figuras como la del jadrangular de la mezquita de Has principe Tato (muerto en 1009), Ibw Apt Zama- en Rabat Nix (muerto en 1008), AL-RaMAbr, etc. EL ISLAM 143, En el perfodo de los reinos de taifas, que se inicia en el siglo x1, el mecenazgo de los diver- zuvelos, afanosos por rodearse de poctas que entonasen alabanzas en su honor, originé ma verdadera edad de ore de la poesia arabe en Espaiia. La corte de Auwuramtp de Sevilla (segunda mitad del siglo x1), gran protector de las artes y gran poeta él mismo, representa una de las cimas histérieas de este periodo ; su poe- sia canta las mds diversas situaciones de su Vida, desde el apogeo de su poderio y Ia exalta- cidn ‘de sus sentimientos amorosos, hasta la tris- teza del destierro en el Atlas africano y Ia leja~ nia de Ja amada. Tras el periodo de dominacién almoravide (1091-1146), que paraliza en buena parte el movimiento cultural del mundo arabe espafiol, el perfodo almohade (1146-1269) sig- nifica un resurgimiento de las letras hispano- musulmanas. De esta iiltima época es la reco- pilacién poética de Inx Sar que Gareia Gomez publicd en 1942 con el titulo de Libro de las banderas de los campeones. En el reino de G nada (1269-1492), ultimo reducto de la civili- zacion musulmana en la peninsula, florece atin un poeta de indudable interés, Inw Zaanax, (1333-1393), cuyos poemas decoran los muros de 1a Alhambra Jamas vimos aleézar mas excelso, Ue contornos mas claros y- espaciosos. ims vimos jardin mds" floreciente, ide cosecha mas dulce y mas aroma. Por permision del juez de la hermosura paga, doble, el impuesto en dos monedas, pues’si, al alba, del eéfiro en las manos feja dramas de Iuz que bastarfan, tira Tuego en Io espeso, entre Ios troncos, doblas de oro de sol que lo engalanan, (Trad, E. Garcia Géme Pero al lado de esta poesia que no es otra cosa que una imitacién directa de 1a tradicio- hal, surgen en Espaiia unos géneros autéctonos, que pueden considerarse como mixtos y popu- lares, y que reflejan la fusién, 0 al menos la convivencla, de las dos razas y las dos culturas, una vez se Hega a la toleraneia de Abderra- inn TIL Estos géneros son la muachaja y el éjel; la muachaja es un poema cuyas estrofas estan escritas en arabe clasico y que Hevan al final un estribillo en arabe dialectal o en ro- mance, Su inyencién se atribuye a Muhammad Ibn Mahmud, un poeta natural de Cabra, que vivié a fines ‘del siglo 1x, El zéjel esta escrito en arabe dialectal, incluso en su estribillo, pero en él abundan las palabras romances. Fue in- ventado a fines del siglo 1x por Muccadam Ben Muafa, Adviértase la innovacién que represen- tan estas formas poétieas: la cancién clisica era de versos monorrimos y estaba escrita en arabe ¢literario », mientras que aqui no sélo Detalle de la mezquita de Cérdoba; se empexs hay una divisién en estrofas cada una de ellas ‘a construir en el ailo 785, en tiempos con sus rimas propias, sino que ademas se em- de Abderramén I plea también lengua dialectal e incluso romance. (Fol. Arch. Mas) 144 EL ISLAM PAglna de las obras de Légiea de Avempace, Gna ce Oh Catige Bie leensis Los estribillos de estas composiciones (llamados jarchas) en algunos casos no son otra cosa que préstamos de canciones tradicionales en lengua romance (es decir, mozdrabe, 0, por decirlo asi, castellano muy primitive), cuyo descubrimien tos en afios muy recientes (a partir de 1946) nos ha proporcionado nada menos que las mues- tras mas antiguas de la primitiva liriea romé nica, Dejando aparte esta cuestién, euyo estu- dio pertenece al campo de Ja literatura espa- fiola, ya que en este caso la poesia arabe no ha tenido otro papel que el de » transmisora » © sconservadora » de estas cancioncillas moza- rabes, es forzoso hablar de los poetas que cul- tivaron el zéjel, y sobre todo del mas impor- tante de ellos, ABEN GuzMAN, nacido a finales del siglo x1, y muerto en 1160; de él sabemos ademas que era cordobés, que pertenecia a una familia noble, que poseia una considerable cul- tura literaria, y que fue encarcelado por incum- plimiento de sus deberes religiosos ; en realidad los 149 zéjeles de que consta su eélebre Can- cionero contienen innumerables referencias auto- biograficas, y el poeta, con el mayor de los des- enfados, alude a su vida cotidiana, a menudo muy poco ejemplar. Rehuyendo los tépicos de Ja lirica arabe tradicional, deseribe de un modo franco, directo, a veces irdnico, a menudo cf- nico, las situaciones menos honorables ; desen- vuelto y callejero, procaz a veces, caricaturiza los temas amorosos de Ia poesia clisica y se rie del amor platénico de los poetas de Bagdad y de Cérdoba ; él prefiere el amor carnal, 0, mejor dicho, el adiiltero, al que canta con toda des- vergilenza ; pero también sabe encontrar acen- tos de una delicadeza Iiriea que no ha perdido nada de su encanto con el paso de los siglos : Fl mundo se adorna para que lo pises. Al pur que ti saltas de 1a cama, se flnminan ta alcoba 1a’ comarca. (Trad. E. Garcia Gémez) Sin olvidar estos rasgos pasionales que su traductor compara con « calientes y desgarrados ecos de copla andaluza » Era de ascuas, y mi cuerpo, cera; la cera se dertite con las ascuas. Me corté una camisa de desdenes y la cosié con el rompimiento de los pactos. (Trad. E. Garcia Gémes) En uno de los ultimos zéjeles del Cancionero, el poeta bufonesco, cinico y desvergonzado, se declara arrepentido : Sus dias pasados eran fiesta entre los dias. Ahora sube y baja por la torre del almucdano. Sch hecho’ man’ en Ta mezquita y rea, (Trad. E. Garcia Gémez) En ésta como en cualquier otra de las diver- sas situaciones en las que se nos presenta, Aben Guzman es una voz en (a calle, Nena de vitalidad, de malicia y de colorido, al margen de todo amaneramiento, una voz que mendiga, adula, critica, maldice, canta al amor y al vino, de un modo realista y personalisimo que enlaza en el tiempo con la independencia de actitud de poetas como el Arcipreste de Hita, los goliardos © Villon. El problema de la supuesta influencia del zéjel sobre el estrofismo de la poesia trov: doresca provenzal, y, aun mas, de determina dos temas de la poesia arébigo-espaftola sobre la de los trovadores, sigue todavia sin resolver, y todo lo que puede decirse es que los argu: mentos que aducen los partidarios de la tesis arabista no son coneluyentes. Literatura persa. Habfan transcurrido sélo cineo aftos desde la muerte de Mahoma, cuando el nuevo imperio de los persas sueumbia ante Jos fanaticos guerreros del Islam (637). Era la segunda vez que, después de las conquistas de Alejandro Magno, se venia abajo la estructura politica persa, La religién tradicional que habia logrado mantenerse en tiempos de las conquistas del gran macedonio y de sus sucesores, y sobrevivir al dominio de uno y de otros, sucum: bia ahora ante el poder de los hijos del Profet: Sin embargo, el espfritu del Iran era lo su cientemente vigoroso y creador para comunicar a los rudos beduinos de los desiertos arabicos el brillo deslumbrador de un reino divino y terrenal a un tiempo mismo y su propia cultura, firme, estimulante y fecunda. Una vez mas, los ven" cidos politicamente resultaban ser, en realidad, los mas fuertes, de acuerdo con Ia ley, tantas

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