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Stefania Clerici

NIA: 48984

Historia de África B - curso 2008/09

¿ÁFRICA SE ENRIQUECIÓ CON LA TRATA DE ESCLAVOS?

Introducción
Los modelos económicos que explican el actual retraso de la África subsahariana suelen buscar en el
colonialismo las causas de sus problemas. Sin embargo, la trata de esclavos, que durante los cuatro
siglos que precedieron la colonización fue el único contacto entre el mundo occidental y el África negra,
también explica la situación actual. Un trabajo publicado en el 2008 por el economista Nathan Nunn,
investiga la correlación entre la actual situación económica de los países africanos y su involucración en
la trata (Nunn). A partir del artículo de Nunn y de unos trabajos relativamente recientes que relacionan
subdesarrollo y colonización, me propongo reflexionar sobre la hipótesis que las variables que explican
el presente ahonden sus raíces en los siglos de la trata.

Una variable poco estudiada


Los modelos económicos que se proponen explicar las razones del retraso del África subsahariana, solían dejar
una variable ficticia (“dummy”) para resumir unos factores regionales no cuantificables. Con el intensificarse
de los estudios acerca de África, esta variable regional se ha ido reduciendo y la situación económica se ha
explicado en función de la fragmentación étnica (Easterly-Levine), la burocracia y la corrupción o la falta de
legitimación de los gobiernos postcoloniales (Englebert). Sin embargo, estas explicaciones necesitan a su vez
un modelo que explique porque la mayoría de los países africanos presentan una elevada heterogeneidad
étnica, porque la corrupción es endémica o porque muchos gobiernos no han conseguido un pleno
reconocimiento por parte de la sociedad. Es decir, hay que remontar a las causas de estos factores, para evitar
sustituir una variable ficticia con otra.

La tendencia de los economistas es relacionar todos los males de África con el colonialismo, mientras
relativamente pocos estudios profundizan en los siglos anteriores: sin quitar importancia a la complejidad y a
las consecuencias del periodo colonial, esta actitud es sorprendente en cuanto parece afirmar que antes de la
ocupación colonial en África no había nada. De alguna manera, se hace empezar la historia del África negra en
la segunda mitad del XIX: se sigue pensando, como Hegel, que África no tiene historia.

Antes de un periodo de 75 años de ocupación colonial, África ha padecido 400 años de contactos con una
potencias imperialistas (europeas, musulmanas y orientales) que, sin ocupar territorialmente el continente, lo
han expoliado de un recurso precioso: su capital humano. El colonialismo solo no pueda explicar los males del
África actual y además sin la trata no se explica el colonialismo: la rápida ocupación colonial del entero
continente Africano no se entiende sin la experiencia previa de la trata; ni se explica cómo los europeos
pudieron ocupar tan rápidamente África ni porque durante 400 años nunca intentaron hacerlo, limitándose a
operar desde las costas, mientras contemporáneamente mostraban una clara voluntad de expansión territorial
en otros continentes.
El coste de la trata
El economista Nathan Nunn ha estudiado la relación entre los resultados económicos de los países
subsahariano y su implicación en la trata, identificando una significativa correlación negativa: mayor el número
de esclavos que un país perdió en la trata, peores sus resultados económicos actuales.

Metodología:

Nunn se basa en unos trabajos precedentes que han cuantificado el numero de esclavos embarcado desde
África hacia América. Sin embargo, los esclavos provenían de zonas más o menos alejadas del puerto de
embarco: Nunn ha identificado la procedencia de los esclavos basándose en el estudio de documentos de
compraventa, registro de bautizo, denuncia de fuga, etc. Ha trabajado con unas muestras estadísticamente
significativas para aplicar sus resultados a la totalidad de los esclavos deportados. Nunn realiza un trabajo
análogo para las otras tres rutas del comercio de esclavos: la transahariana, la del Mar Rojo y la del Índico
(Nota 1).

Una vez identificada la procedencia de los esclavos, Nunn solapa un mapa de los grupos etno linguísticos con
un mapa político actual. De esta manera, consigue identificar los países que han perdido más población
durante los cuatro siglos de la trata. (Tabla 1)

Una vez ajustados el numero de esclavos deportados por la extensión del país (para conseguir un índex de
“esclavo deportado p/km cuadro”), Nunn relaciona este dado con el GDP del país, indicador de su bienestar
económico. El resultado es un modelo de regresión linear que significativamente relaciona un elevado nivel de
población perdida por la trata con bajos resultados económicos. (Figura 1).

Explicación:

Establecida una clara correlación negativa, Nunn necesita explicar porque el haber padecido la trata provoca
un retraso económico en los modernos países africanos.

Nunn descarta la objeción de que los países actualmente más pobres son los que fueron más saqueados de su
población porque ya en los siglos pasados eran los más débiles. En realidad, justamente los países más
desarrollados en el momento del contacto con los europeos fueron los que más padecieron la trata.

Nunn apunta hacia la fragmentación étnica y el debilitamiento de las estructuras políticas como posibles
explicaciones del retraso y deja para un futuro trabajo el estudio de la relaciones causales. Yo me propongo
seguir la reflexión a partir de este punto, añadiendo el colapso del sistema económico y comercial africano
como causa del subdesarrollo actual.
La fragmentación étnica

Easterly y Levine han propuesto que un elevado nivel de fragmentación étnica provoca decisiones políticas
que no favorecen el desarrollo. Su trabajo relaciona la fragmentación étnica con la colonización, que diseñó
fronteras sin respectar la homogeneidad étnico-lingüística, y no se pregunta acerca de la fragmentación étnica
en el África negra pre colonial.

Es interesante notar que de los 15 países con mayor heterogeneidad étnica en el mundo, 8 son situados en el
Golfo de Guinea y 3 en la costa oriental africana, o sea pertenecen a dos regiones en las que la trata fue muy
intensa. Al contrario, Botswana es un país con una elevada homogeneidad étnica, excelentes resultados
económicos y prácticamente no sufrió la trata. Mi hipótesis es que se encontraría una correlación positiva
significativa al relacionar los datos de Nunn (numero de esclavos que fueron deportados de un país) con los de
Easterly y Levine (heterogeneidad étnica).

La fragmentación étnica perjudica el desarrollo de un país, según Easterly y Levine, a través de cuatro
mecanismos:

.- la estabilidad política en un país multiétnico acaba siendo un juego de frágiles alianzas que pueden paralizar
la vida política.

.- es imposible tomar decisiones rápida y eficientemente cuando es necesario poner de acuerdo a


representantes de grupos étnicos diferentes.

.- la corrupción se multiplica al tener que satisfacer las exigencias de representante de cada etnia.

.- el resentimiento de un grupo hacia el otro puede provocar decisiones equivocadas, justificadas más para
dañar al otro que para el beneficio mutuo.

Para explicar este último punto, ponen un ejemplo especialmente aclarador: Ghana es un país exportador de
cacao. En el momento de la independencia, la producción de cacao de Ghana determinaba el 89% del precio
mundial del cacao y representaba el 19% del PIB del país; en el 1983 determinaba solamente el 6% del precio
mundial y representaba el 3% del PIB. La producción del caco es controlada por la minoría Ashanti : a partir
del momento en el que la mayoría Akan consiguió democráticamente el poder, ha utilizado los instrumentos
fiscales a su disposición para dañar a los productores Ashanti y desahogar el resentimiento acumulados
durante el periodo precolonial, según Easterly and Levine. Lo que no dicen es que es imposible desvincular
este resentimiento del hecho que los Ashanti durante siglos capturaron y entregaron a los europeos a esclavos
Akan.

Además de provocar sentimientos de desconfianza y resentimientos entre grupos étnicos, la trata provocó un
gran movimiento de personas y obligó a grupos diferentes a convivir en las mismas áreas. La inseguridad forzó
a enteras poblaciones a desplazarse: sociedades pequeñas se unieron para defenderse mientras unos grupos
se mudaron a la ciudad para sentirse más seguros. La consecuencia fue un continente en el que las diferentes
etnias acabaron viviendo más cerca, pero sin llegar a mezclarse porque la desconfianza era más grande que la
necesidad de defenderse: un dato que confirma esta hipótesis de convivencia sin integración es que en África
el 90% de los habitantes habla un idioma materno que no es el oficial (Easterly y Levine, página 1121).
La crisis de las estructuras políticas y sociales

Un trabajo publicado en el 2000, afirma que los actuales gobiernos africanos no consiguen la necesaria
legitimación porque en el momento de la independencia no volvieron a las formas institucionales
precoloniales (Englebert). De nuevo, encuentro a faltar una reflexión acerca de lo que pasó en los siglos
anteriores a la ocupación colonial, como explicación de la inviabilidad de las instituciones del XIX.

Algunos autores afirman que la trata fue un paso imprescindible en la evolución africana hacia la
modernidad, en el sentido que permitió la superación de la estructura clánica y el emerger del individuo,
condiciones necesarias para el desarrollo para entrar en el mundo económico y político moderno: según
ellos, la trata permitió el emerger de unos poderes centralizados que se cebaron en las más débiles
sociedades descentralizadas (“stateless”) (Klein, 2001).

En realidad, el modelo comercial de los tratantes europeos que ofrecían armas a cambio de esclavos,
desencadenó un círculo vicioso que acabó involucrando a toda la población: la necesidad de comprar
armas para defenderse empujaba a capturar esclavos para el trueque, de manera que ninguna sociedad
fue solamente predadora o solamente víctima. Dentro de una misma comunidad, las tensiones acabaron
solucionándose mediante la esclavización y venta de los rivales.

África había llegado al siglo XV con una estructura política muy estables, basada en un sistema de
jerarquías sociales muy conservador y en unas creencias inmovilistas. Sin embargo, la sociedad no era
exentas de tensiones en su interior y las armas anticuadas pero eficaces de los europeos se insertaron
en una grieta de la aparentemente sólida estructura social y la rompieron por el lado más débil: la
confrontación generacional existía antes del contacto con los europeos, pero la trata la exasperará,
subvirtiendo los valores sociales y modificando la jerarquía.

El poder conservador de los miembros más ancianos de la comunidad mantenía a los jóvenes al margen
de la vida política y económica hasta una edad muy avanzada. Entre otras limitaciones, los jóvenes no
podían casarse hasta los treinta años, en muchas poblaciones. Cuando a esta limitación se suma la
poligamia y la costumbre de casar a las chicas muy jóvenes, se puede ver un motivo de conflicto muy
agudo entre los diferentes grupos de edad. La fuerte demanda de esclavos de los europeos introduce un
elemento de desequilibrio en la sociedad: los mayores ven a la posibilidad de eliminar a los rivales
jóvenes, por ejemplo mediante acusaciones falsas y la condena a ser vendidos (Nota 2); a su vez los
jóvenes ven en la trata el emerger de nuevos valores, donde la fuerza física, el coraje y la violencia
mandan más que la sabiduría e el conocimiento de las costumbres. Las armas europeas favorecen las
ambiciones de estos jóvenes guerreros y su rebelión a las normas consuetudinarias puede asumir varias
formas: grupos de varones se alejaron de los centros habitados por miedo a ser esclavizado y acabaron
viviendo de la trata, en bandas de depredadores, mientras enteros reinos negreros se fundaron sobre la
trata.

Los reinos depredadores, o “sethianos”, son el resultado de la ruptura del milenario equilibrio entre la
violencia y el inmovilismo. (Iniesta, pag.97-125) Al monarca divino, garante de la continuidad y de la
cohesión social se sustituyen unos gobernantes que no tienen ni buscan legitimidad y cuyo poder se
basa en la fuerza militar y se impone con la violencia. El monarca clásico se colocaba infinitamente
distante de la población, mediante la divinización, pero era responsable de su bienestar; los reyes fon o
ashanti no desarrollan alguna función de redistribución o seguridad a favor de su población.
El colapso de los sistemas comerciales

Antes del XV, África había desarrollado una actividad comercial intensa, sobretodo desde la costa oriental
hacia el este y, en menor medida, desde el África Occidental a través de las rutas transaharianas, además de
un importante comercio intraafricano de corta y larga distancia. África exportaba oro, hierro, marfil, cola y
esclavos, e importaba caballos, libros, sal, tejidos, porcelanas y esclavos turcos. En el momento del encuentro
con los europeos, la relación comercial se estructura como entre iguales y, en un primer momentos, los
esclavos representan solamente una parte del comercio. De no haberse desarrollado la demanda para las
plantaciones, la trata hubiese sido un episodio marginal de la relación con Europa. Sin embargo, a finales del
XVI la relación comercial entre Europa y África ha cambiado completamente:
.- los europeos necesitan mano de obra africana, porque la población indígena americana ha sido diezmada
por las enfermedades. Cuando al trabajo en las minas del Sur se añadirán las plantaciones de Caribe y del
Norte, la demanda será insaciable.
.- las ingentes cantidades de metales preciosos desde América devalúan el oro africano, haciendo que el rey
del Portugal pueda contestar al rey del Congo, preocupado por las continuas incursiones de los negreros en su
tierra, que los esclavos son lo único que el Congo puede exportar. En la costa oriental todavía se exporta
marfil y oro, además de esclavos, pero desde el Golfo de Guinea solamente salen esclavos hacia el Nuevo
Mundo.
.- el comercio intraafricano ha decaído: a la decadencia provocada por la violencia y la inseguridad de los
reinos negreros, hay que sumar la inflación provocadas por los portugueses con la inmisión de toneladas de
conchas encontradas en las Maldivas, provocando una devaluación de la moneda local en el Congo (cauris). El
sistema monetario deja de existir y la economía regresa a un nivel de trueque.
.- A cambio de los esclavos, los europeos proporcionan a los africanos armas, adornos y tejidos baratos y
alcohol. Puede ser que el volumen total de comercio se haya multiplicado respecto al 1400, pero los productos
importados no alimentan la economía: sirven para fomentar la violencia, la prevaricación social de los grupos
dominantes y la degeneración social de las poblaciones costeras.

Mientras el volumen del negocio con los europeos desde los puertos negreros llegaba a su paroxismo, todo
otro tipo de comercio dejó de existir y se volvió a una economía de trueque y de subsistencia. Como a los
europeos interesaban solamente los esclavos, nunca compraron otra cosa en África. Esta relación “comercial”
no favoreció algún tipo de producción en África. Al contrario, al vender en África los tejidos y adornos
fabricados industrialmente en Europa, más baratos, se ahogó la producción local. Las ciudades swahili
siguieron vendiendo otras mercancías, además de los esclavos: fue la destrucción perpetrada por los
portugueses a principio del XVI y no la inviabilidad de su modelo económico a frenar el desarrollo de la región
oriental.

Los europeos nunca pagaron en dinero los esclavos: el negocio consistía en el trueque de productos
manufacturados en Europa a cambio de esclavos, para que el negocio triangular del Atlántico diera beneficios
en cada una de sus partes. Solamente en la costa oriental los esclavos eran pagados en dinero y este dinero
pudo financiar otras empresas comerciales, como las plantaciones de clavos en Zanzíbar.

Nada de lo que los africanos importaban a cambio de los esclavos fomentaba el desarrollo productivo y
económico. Con un poco de esfuerzo, podríamos decir que las armas eran una inversión, ya que eran
necesarias para la captura de los esclavos; en general los mercantes africanos estaban interesados solamente
en productos de consumo que pudieran testimoniar su posición económica. Según Davidson esta actitud no
era propia solamente de los mercantes de esclavos: el espíritu de acumulación capitalista es ajeno a los valores
africanos y la acumulación de inmensas riquezas en manos de unos pocos que permitió la trata se utilizó
solamente para ostentación y para pagar la lealtad de los subordinados (Davidson, trade, página 276).

Finalmente, la riqueza de la trata, además de no ser productiva, se acumuló en pocas manos y nunca
contribuyó a la expansión económica. Si el rey divino de las sociedades clásicas tenía una función
redistributiva y era responsable del bienestar de sus súbditos, bajo los reyes sethianos solamente hubo
depredación.

Conclusiones

Durante cuatro siglos África exportó millones de sus hombres y mujeres a otras partes de mundo,
principalmente a la recién colonizada América. Este inmenso negocio no reportó riqueza a África porque en el
intercambio no recibió nada que pudiera favorecer su expansión y porque los africanos que controlaban la
trata eran depredadores y no gobernantes. La trata tuvo importantes consecuencias demográficas,
desestabilizó el sistema político y social e introdujo en la sociedad una desconfianza y un resentimiento que
todavía lastran la gobernabilidad de sus países.

Al margen de toda consideración moral, las consecuencias de la trata pueden ayudar a entender la actual
situación de África y no han sido todavía suficientemente estudiadas por los economistas, que tienden a no
llegar más allá del periodo colonial en sus análisis.

Si en el XV portugueses y africanos se encontraron en una situación de igualdad y los primeros años de la trata
se desarrollaron como un comercio entre pares, al devenir el esclavo la única mercancía exportada desde
África, la percepción de los europeos cambió y África pasó a ser un continente salvaje, incapaz de defender a
los suyos e incapaz de gobernarse. La elevada autoestima que los africanos tenían en el momento del
encuentro con los blancos, había desaparecido. Naturalmente, esta percepción, tanto de un lado como del
otro, abrió el camino para la colonización.
(Nota 1) Al número de esclavos deportados, Nunn no suma los africanos muertos durante la captura o
durante el traslado desde el punto de captura hasta el puerto de embarco: para el estudio que se
propone es más importante la distribución de esclavos entre los diferentes países que el número
absoluto de víctimas de la trata.

Nunn trabaja con la hipótesis que las tres rutas (transahariana, Mar Rojo y Océano Índico) suman uno
seis millones de esclavos deportados, en el mismo periodo en el que doce millones eran embarcados
hacia las Américas. Además de sumar los que perecieron en África, sería necesario preguntarse como
sería hoy África sin la trata. Según un estudio de Patrick Manning publicado en el 1990, en el 1850
África tenía la mitad de la población que hubiera tenido sin la trata (citado por Nunn, 2008. P. 142).
Puede ser que Manning aplique un índex de crecimiento demográfico excesivamente optimista; sin
embargo, en un continente con una geografía hostil, el incremento de población siempre ha sido
prioritario: países muy afectado por la trata todavía presentan un crecimiento demográfico negativo,
como Gabón, o solamente da poco han conseguido volver a crecer después de siglos de parálisis
demográfica, como el Congo o Angola (Iniesta, Kuma, pag134)

(Nota 2) Una vez subvertido el orden, la trata favoreció a estructuras conservadoras para que la relación
comercial fuera fluida (Davidson, ) y ofreció a los en el poder el medio para eliminar a los opositores
y a los críticos. Vender a un enemigo o a un rival, pasó a ser una manera de conseguir dos
resultados: eliminar el rival y conseguir un beneficio. En las sociedades más desarrolladas, esto
significó la aservimiento del poder judicial a este negocio que permitía eliminar rivales político y
familiares incómodos. Naturalmente esto provocó un nivel de corrupción en el sistema judicial.

(Nota 3) A pesar de que en África siempre existió esclavitud, era un principio comúnmente aceptado que
solamente los extranjeros podían ser esclavos, comprados o capturados en guerra. La superación de
este tabú durante los siglos de la trata provoca una fragmentación en la misma sociedad, que se
polariza en depredadores y esclavos. Una comunidad con un elevado número de esclavos es la suma
de unos individuos aislados y el individuo aislado es la negación de la esencia africana de la sociedad,
donde el individuo solamente tiene valor dentro de una estructura y nadie es alguien sin no es parte
de un clan, una familia. La estructura social africana de clanes sobrevivió, como podemos todavía ver
hoy, pero el estado dejó de ser su garante.
Davidson, Basil. The African Slave Trade. Boston. Little Brown. 1961.

Davidson, Basil. West Africa before the colonial era: a history to 1850. London. Longman. 1998.

Easterly, William and Levine, Ross. “Africa Growth Tragedy: Policies and ethnic divisions”. The quarterly
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Englebert, Pierre. Solving the Mystery of the AFRICA Dummy. World Development. Vol. 28. 2000. 1821-1835

Iliffe, John. África. Historia de un continente. Madrid. Cambridge University Press. 1998.

Iniesta, Ferran. Emitai. Estudios de historia africana. Barcelona. Bellaterra. 2000

Iniesta, Ferran. Kuma. Historia del África negra. Barcelona. Bellaterra. 1998.

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Nunn, Nathan. The long term effects of Africa’s Slave Trades. The quarterly Journal of Economics. Febrero
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