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e PRUE NOe ery n ap oN BU estudio sobre Priidiano Py liane Pusyredin reuire una ala Senses dare sealer ar cea een ine la gee a Ne ident i carla die pe Te taal, ade alata de hab stndtcade tee Poe aril oh atleiridet ad primer sedis, moos ee ini conference a Nin = noviembre 6 de 1932 ya M guileencas pronaacinds en ta deoceton igor el sre 4c 1955. Ni super aprile obra lariat pester quien Ness, adem, un apellia tlaste doble caso de exguera. Tuvieron ante las ojor durante ates ita obra admirable y no lasieron.Ignorando at inter exlemniaron al ciudadano: Ia lgnarincia dgrvada con i ina injurv. Tay ar ‘ie por fin dranecin, Tra la in de mi primer estudio el retrato de Manuelila: Rosas park del Museo Histérico al Museo Nacionad de Bellas drtes, enlonces otros, ya guladar, se recolsizrom a ver ese Sleo como “obre Imacelra's scan mi claifcaciin vindicadore. Luege vino el se manifests en direceiones varias. Pero todo 10 después, cuando ya estaba el camino despejado. Desputs de mi ectudio primero y después de la exposiciin reveladora. Por tales ircunctancias reedito aqui los dos trabajos precitados. Tienen am- born significado de prelacién no desprovisto de interée, seqin creo. UIERE este ensayo ituar a un artista y poner en valor su pintura. Toda actividad dirigida a construir la historia de nuestro arte supone hoy una obra de revisién; y en el caso de este pintor, una tarea de dicacién depuradora. No es que se haya escrito mucho acerca de Prilidiano Pueyrredén. Toda Ia bibliografia se reduce al esquematismo inepto y contumaz de unos, 0 a notas sumarias de otros. El estudio que determina anilisis, se concreta en sint , por el is clasificadora, falta. Si esto nos ocurre con el artista, algo menos atendible acaece con su persona moral. Es como una imagen vista en el bisel de un espejo. La efigie esté alli, sin duda, mas gqué vemos de ella? Por ahora, algo muy nebuloso, en la vaguedad de la “radieién oral. ‘Leyenda? Poco importa ello a nuestros fines. Cuando Ia vida del hombre que duerme, come y se reproduce no explica la obra de arte en su aspecto mis significativo, es de una pertinencia discutible penetrar en zonas limitadas por Ia delicadeza. Cifrase nuestro propésito en justipreciar el valor efe hombre estético, el significado de su pintura, su estilo. ctivo del Un desvio, — también oral — nos lo presenta como un rico heredero “de- leitandose con la pintura’”’. Ya esté Pueyrredén incluido en la fauna nociva del 191 ~ La verdad es ott, a ratos P n es extensa, ¥ rural y urbano —, no 4 que pintaba é ato to como extensa, 1» poco. Su obr ce] cuadro cl Hegé al cuad nos, este Sesgo Se sobre aficionado. Se crey horas bien halladas pint no | Fué retratista, cultivé 6 la naturaleza muerte ¥ ‘ado desnucos onerados con 18 By tivo dea istérico-militar, despuds esd de haber pint el comentario a-estético ‘Ta obra mejor ‘ible? N° 108. ie \ aioe relativo al autor aludido, considerado como Nymbre en ninguna monogralia velan sus os “en el Carreo del Domingo — © mismo niimero trac un a grafo. Hasta el preset fe no se incluyd su? & antiuuno Purwanentts Uo domino om lr eed A puchlo de San Iuidro Tus Stas. de Reval). daticedn @ nineatro artor Foll6 en la soledad y el olvido, en un rincén de quella ya desmantelada man. 0 en otros tiempos de la brillante actuacién po- a y militar de su dueno de Tele: Dofa M: chea, esposa del ilustre rrero, con su hijo tnico, Pri diano, se habia ausentado del Paitin pafs, después de la muerte del ndo a refugiarse en Buenos Aires Ia noble compaiiera del primer di- a de su hijo. Viene a defender los restos nadre e hijo van a hos- a familia del escritor, Caido Rosas vuelv rector supremo, y lo h Llegados al pats, de una fortuna am n Isidro, habitada entonces por arecer la auténtica psicologia de Pri- la muchos afios. Su testimonio tiene jen juntos el artista y su at pedarse en la casa de S cuyos recuerdos voy glosando para escla lidiano. En esa intimidad vive Gi na valid mosle. achicindose hasta mis aitos; yo, orgulloso de la ami n se limita a los alrededores de buen tirador. Un autorretrato a tra trajeado de cazador, anto el perro tiende Pueyrredén por tanto si menor. Y dice éste:“ de aquel hombrazo’ Unas veces, pinta; otra existente en el Museo M de doble la presa posible. Mientras va y viene entor La execu 126) nos le mus Ja hasta el pecho, en con la escops el hocico hacia ciones andaluzas, aprendidas ést icia Gades, donde le vimos pintar dleos y ac Bien, ge6mo anunciaba Pueyrredén su regreso a la finca motivos de éper cisamente en la f cardcter popular. 209 Sus recuerdos se detienen alli. Estos datos los confirma en méxima parte la obra de Pueyrredén. Y por eso mismo son de extrema validez. Estas breves referencias aclaran en mucho su biografia, Vemos alli al pintor y al hombre social, y le vemos tras la aventura del famoso puente n algunas de las cartas examina: das por mf, alude Prilidiano Pueyrre dén a oscilaciones de orden econémi: co. Acaso entienda referirse a caudales en efectivo, con jade sus prescind dienes raices—_muy considerables _con- forme lo prueban sus dos testamen- tos. Perono va tro propésito diri- gido a esclarecer la situacién financiera del artista. Apunta- mos a ella para mostrar en plena luz y de una vez su crédito picté Veamos. Abre un taller y pinta ret tos para allegar fon- dos y subvenir con ellos a premiosas exigencias moneta- rias. Qué nos prue- Fo Ms. ba clo? Rsel artist erase vec ta movido por el hom- bre practico. Este conoce el prestigio de aquel y lo g redén de efectivo renombr onograf mismo. Conforme se seatin lo evidencia el seguro de pictér El retratista fué a lo seguro Lande ve, gozaba Puy: miltiple repertorio de su galerfa al dirigirse a la aristocracia de su época. Est identificado con ella. ‘De d , sino fincaba en notencia representativa? Po- procedia esa autoridad suy sera videncia les permite descubrir el alma a tra us retratos es — subrayo el adjetive — in individual. Ob 1 de formulas, de Fué un observador y 4 prendida ¢ movilizada en la préeti manual. Se renueva cn cada imagen, en cada ritmo lineal, en cad crométies. L bido ayer quedé disu: en la intuicion de | horas estado de dsimo ya desvaneeido también. A esta riqueza _emocional se debe la 5 viven, se distinguen, s diversifican. No fué | sonjero. No quiso 0 no supo serlo. Fué algo mé y algo mejor. Fué veri . Fampoco incidié en ampl J decorativa. sintié la necesidad de embellecer el retrato ‘a italian: excepcidn parece detenernos frente a Manuclita Rosas (lmina VI). Perc compositivo sirve para definir el delo. Muebles y estofas no esté del ¢ este lienzo, lo complementario biente intimo, doméstico, familiar del mo- un fin decorativo. La hija tador se muesti en una est de su residencia, como se nos aparece Cecilia Robles de Peralta Ramos con su dos (fig. 133). Iba Pueyrredin a | en otra no menos hogarefia la sefior hijo Jorge, cuyos ojos nos mi humano. No fué un ima dro suyo se advierte la propensién a concel ah idad objetiva. é Pueyrredén un acompasado, siempre duefio de si mismo, sin impa- sila porque sabe d ciencias, sin én promptus, a la manera de quien se ¥ nino més seguro? Si el cor mano dénde va y cémo Iegaré por el e: » se toma con fuerza, en él las pulsacior el ritmo de su mano. » paisajista ¢s mas sucllo, més rapido. Tibertades mientras pinta re El escrutador de caracteres va de lo sumario a lo apretado, Nos lo dice el esbozo de un retrato interrumpido. Nos lo confirma otro lienzo menor, el de un retrato plural. Aquel, media fi gura femenina, es una pieza de sumo valor apodictico. Gracias a oberbia ese dleo de tan s calidad, vemos cémo procedia Pueyrre apreciamos su técnica, analizamos el proceso de su pintura. En este rato. de sentido el r Doria Magdalena Costa de Ferreira es una pieza inapreciable (fig. 154) Y reveladora como or ganismo de puro conte- ico. No conoz- ido esté co suyo nada més re- presentativo. Es la obra de un gran colorista. Pocas veces fué su pa~ x P ro. Ieta mds sugerente. —Paruiosaxo Purveervdx: Don Jord Maria Fensee za de Roh). (Propiedad de dona Magdalena Nunca armonizé con mayor fineza el registro de tonos bajos. Una nota no percibida antes vibra en el coro de sus imagenes. Hay en todas algo de penumbra, de_quietismo espiritual, como si el modelo se:replegara en si mismo mientras mira a quien Ie observa. Hay algo receloso en esa tensién de mirar sostenido, como de quien al saberse contemplada, aspira a mostrarse en conformidad con su vision fatima, como ellas se ven, como ellas desean ser vistas. Pueyrredén lo sabe, y finamente traduce el estado de Animo de sus modelos. Son damas frifias de mirar atento, criaturas deliciosas (fig. 155). Y hermosas cabe7 viriles, guerreros y prelados, hombres de ley y. varones_mundanos, + alli, y se eleva: dominante placidas, r a $ es, apacible 0 adusto, ada uno seu kieg , provecta senectds Cad re igunos te NEBFERCHLatyge eine. ‘Toda una poet MANA por virtud exclusiva del art, suave qualidad pe los retratos femeninos ¢ mveltos a una ae Pemtaller todos los PS ebidag dtewuel predén en sit a parece indiseretay mas no Io oy, 1 {Pints Puc; ad de Sus P ar el buen no Se pretende con el vat mre Ia cctv atencién de doble filo. [hogar portetio. Tienen esta exposir empero, intendir un homenaje al hogs eno, Tenen ela exit del artist y indicador, conto dicho. E: n sentido qe del ar one Hh le ‘odo concepto de valor quis apes J Cuando la eritica yy Uhm para funcionarios adver i s ta storia no ee ios fi por principi Tarte. Unos medran y otros consteuyen, taria. De todo Rogan? ie, a otros después. La de Be iano Payee eee jtud: estamos en pleno meridiano. Aceraug a con rotunda plenitud: es ; Ea Mega ahora cm ty atenci6n al hogar porterio de antafio, La mujer no cons mientras no tomara estado. Como en |, su mundo era el de pue ora con delice a ar socialmente ea de antezuerr : as Rice idad entre la veftora y la jeune fille. Hoy, las cat comunieativos. Con todo, yi. gaba a signif’ cribada sociedad europ . Existian limites de sociabi Rese ae 7 eidiihy al taler dela pintor, cuys mie Taladisa, zEra-menos cuidadoso el medio social de Pucyrredén? nies de la época nos ilustran cumplidamente al respecto. ¥ fluye de ei, Goan teewhandibte de-ane sociedad. crgenizada en el culto de costumbres yma incor tincidn se prolonga hoy en muchos guna dam: el aro sencillas hogares, defini ; a ‘ Fe tors: coglisa (erin Semenice de Poeyrredén Vea. chmo interpreta Ia gracia sutil del eterno femenino. Es admirable el rity sudeza perceptiva. Ayer, no més, se me pregunté sino eran sus les. Me limité a indicar la severas, de una sociedad cuya < jos por una ley de herencia sostenida con elegante seitor., severo de su ag rm retratos de mujeres, superiores a las imAgenes v efigie del primer Director de las Provincias del Sur: una pura obra macstra Pero se trata ahora de extremar el examen respecto a cémo vid Pueyrredén a la mujer de su tiempo. No pudo hacerlo con més recato, con mayor del cadeza. En todas se contiene un algo de serenidad hogareiia. No un desliz de acentuacién sexuada. Hay en estos retratos paz de interior, apacible dul- zura doméstica, recato sereno. Las mujeres son en Pueyrredén como flores humanas, vivas, fragantes, bellas con el encanto de su propia suavidad. Feme- ninas siempre, en los albores de la gracia juvenil, en la plenitud lozana, en el declinar del otofio colmado. Es a no dudarlo el pintor de lo intimo. Ya agrupe sus modelos, ya los aisle en el detalle de un busto o los limite a medias figuras, © los observe de cuerpo entero y haga de la atmésfera un estudio de sucesién de planos, siempre, en todo momento, en los casos mas disimiles, siempre tiene 214 el minar casto, el ver estético, el percibir limitado a la esfera del arte, como para var que en arte sélo da a luz el espiritu. El sobrio traje negro en unas, ty el fino encaje en otra, el busto cede y el amplio miritiaque en éstas as, Ia mantilla y la continencia prc el escote y los brazos desnudos en aqué de la edad después un Is un cuello de Trlan- da, y por sobre todo ello, el fino diaman: te de los ojos cuya mirada va recta y clara, y limpia, a clavarse en quien se detuvo frente a ellas. Fué Pueyrre- dén el pintor de lo intimo. 2 dujo.con mayor sen- cillez la delicada po- esia del hogar? este orden, el bravo do a la Familia de Ber- 156), es to- do un documento de psicologia. Basta por si solo para re construir un capi tulo de nuestra his- toria intima. ;Y cémo esta pintado! Cuando se quiera discurrir con algdn fundamento de re ae Tacién de valores en ussouano Poevnnro6s: Gnuchr (Propiedad det De, Toodro Bee lo cromatico, véase como esta repartida Ia luz, c6mo ésta se interpone entre una figura y otra, la unidad ciffe en razén de su armonfa, todos los elementos del cuadro Mas habfa en Prilidiano capitales de bn psicolégica en miitua dependencia. Y cito una obra menor. Pueyrredén otra capacidad de vuelo. Lo evidencian las obr esta serie. No son pocas. Es dificil enumerarlas. La penetra finexa expresiva de Dong frente « 1s etn cattted pictSricn m0 GUE pyjy Zoidone Peralta Ramos (f May, Sohne Gastro de FONE Tg dela Hartman dé Barros tig do Co tse Be OS rte it, 9). dee de Dona Je de terny ones sombri g, o ante ese poe junto al hee Sa ae ne hijo Jorge: de not Penal Ramos con 8 Cootia Robles de Bera foduce con Wortinger OM NUEVO juicig g Ta entétion mis Mora arte. Al concepto cle eapacidad de foring Mie an on la psicologta fa, Cae asi la estética absolute del igs eal | ‘la Periody perfodo, va diciendo lo suyo, en car artista — el artista dota su voluntad de cecidn de su arte. En Prilidiane Pug Ue voluntad de for y rescatadas 0 Juo dentro de ese irse tras expresiones de belleza, C, Quedan con ell histdrico, y cada individuc Zon su propio F realiza cuanto S° no estaba 0, desile mo i forma. Y cuandy propor en la di ‘el pintor de costumbres campes' is ae te Pinfilatados, con sv drbol tipkeo ¥ Sus earretas y guy ; taban en la direceién de su arie, qe Io realiza, es porave pestres en los di rredén nos lo dice farelas de horizont fi s pintd s manchos (fig. 140). Los pint® ; ‘ ad de for en nada sujeta a una limitada capacia ello me fu lad ctificar ung acuerdo con su vo a intui ‘Me complace observarlo aqui, P fu : init te raepecto' Pueysredén pintor de paisajes. No pucdo ten, saa a Quien no conocid vacilaciones ni tuvo desmayos yo razon contra: mi miso Al teaducie la sintesis de fos naturales, tal como sain su modo perceptive, re t No sx quiere decir con esto que todos sus cuadros se eleven a igual cate Los dos paisajes de Villa Médicis, de Vel ie Meninan, x a Las Hilanderas, Pero, en su parvedad, son, los paisajes, dos obras logradas. Gran colorista, 5, gpodia venir a menos al objetivar log s model uu retina? Pinté Pue: éstos Hegaban pes as escenas rurale he dicho. El pintor que aviva la opulenta policromia en el juego de luz de El naranjero y hace vibrar en él las notas ardientes de su paleta, se acalla y aquieta en un lienzo de tan alta dignidad como Lo es el re trato de Dona Jacoba Cucto de Paz (tig. 141). Profundo, de admirable es aun tiempo obra de psicdlogo y creacién del arte. jn moral. Lo refrenda una fig. 142), continencia, ese dleo He aqui porque toman sus retratos una si vez mas en la suave armonfa de Doia Adela Bustamante de Jimén Se ha dicho que el arte del retrato es el mas indisereto. Y ast es en verdad. El artista va al espiritu por los ojos. Define a sus personajes, s{; pero también se define a si mismo. Alf estin sus gustos, sus preferencias, su. capacidad emotiva, la calidad de su talento. Todo él, en fin. “No puede hacer una obra viva sin estar presente en ella”. (Séar-tes). La originalidad de nuestro pintor es de observacién y, de sentimiento. Al recrear en su unidad el caricter de un modelo, traduce la vida interior de éste, segtin ella se ha convertido en en 216 ® emocién, ¥ asf es como da su vida i erior al traducie la de sus perso ‘a lo hemos visto, hay algo familiar. Se saben 1 consigue 1 presencia de esptritu, A esta sutileza talento. Natural como sus modelos, propio medio alternando con los de su rango, tratandose exerutados, pencteados, pero no se intimiden, pues de su innata desenvoltura, de su habi ah tertulia consuetudinaria. La gran aldea of al. Pueyrredén fué el comentarista icono- or dotado pictéricamente. Pussipiaso PvevaneD6x: Recorriends la estancia. (Propiedad de d Antonio Santamarins) (fig. 143). Pintura de almas y pintura de ambiente. Definicién del carécter ¥y evocacién del hogar. Lo intimo, pues. Lo de dentro. Lo muy penetrado en fuerza de amor, de participacién, segin el hondo decir de los misticos. Llegar de las cosas es hacerse igual a ellas: importa vivirlas y sentirlas je de Plotino? Descendamos de aqui y alle~ in pictérica. Tres tonos a la esenc purificadas. No es este el lengu: guémonos al cuadro para examinarlo como real dominantes: el negro, el gris, el blanco. Sensibilidad de color y ajuste de valores. Plastica y luz ambiente, volumen y atmésfera. Retina sensible y espiritu afinado. He aqui la categoria de este 6leo magnifico, digno por su calidad, de situarse junto al retrato de Manuelita Rosas. El costumbrista rural produce con los Gauchos una obra signi su fuerza evocadora (fig. 146). Pueyrredén conocia el campo, conforme surge de sus muchas cartas. El medio fisico y sus moradores le eran familiares da por 217 @ stres. También en este orden hy ros campest hizo pin ees vo dle crecidas dimensiones. Cosy! nimalista ¥ el paisafista, y los tres gait” a ta ne ews comes mr tai Yo las confundid porque lie 1 unitaria. in son ellas, ces » despi ortan, bajo este elias: a intima. Lo: gu Pecto, tana obra muy bella y jn para situarle una vex por todas, seem cr ay apunteron ya als obra del pint ble con aten Ios atribuciones ha hecho resbaladiy, lon pinté mucho, may Prilidiano Puey cs admiral », todo lo atr ido a la actividag cf capttulo de ies eng no pints, deade Ive ce re, feos Tos artistas personales, dotados de estilo, Jesmayo de la obra. Siempre por su eee des No nos induzean a error Jag P dificil confundirle Tencia, por su calidad, p famosas tres P — Rene la cuenta corriente — del pintor hoy rescatado, Jos valores efectivos de su pintura. ‘Nanea por un ¢ lad, por su tono afirmativo. f iio flamantes de algunos cuadros, dleos 0 acuarclas estos en el haber acha la advertencia, veamos Heche to cn Pueyredén perece —a los cvarenta ¥ ocho aos —lo guy bad de mortal, Carlos Enrique Pellegrini es wn septwagenario. Ain le babi or | cinco aioe. Estamos en 1870. Muchos son los pintores lezados w uenos Aires hasta esos dias. Unos vienen sin arraigar en la metrépo desaparecen. Dejan la semilla, la flor, el fruto quizas. Otrg aces en In tierra prodiga. Abren surco. Su esfueraa Pasan, se alejan, hhincan muy hondas las Fr: nos multiplica en un futuro inmediato. En torno a esa labranza sin lucto, frutece el primer micleo argentino. Y esta voz tan célida y tan honda, adquiere de pronto un acento nuevo. Trae luz de alborada. Toda una zona del espirity nacional irradia con ella. En esa clara y limpia transparencia matinal es donde urge situar a Prilidiano Pueyrredén, el pintor mAximo de nuestra naciente argentinidad. Otros crearon bellas y nobles imAgenes, ninguno lo alcanza en en fineza representativa. El hombre que potencia pictorica, en vigor plast se expresa por valores crométicos, el pintor que construye sus organismos estéticos en la luz y por la luz en el espacio, el hombre que va a lo esencial del carécter por la estructura formal, culmina y eleva su talla por sobre su época y vietoriosamente defiende su dominio en la nuestra. Esto i (°) Con posterioridad descubrié don Antonio Santamarina una obra de tema campestre, hoy, en su coleccién. Es la titulada Recorréendo fa estancia (fig. 147). En una atméstera de sutiles vibraciones doradas envuelve Pueyrredén este motivo rural. Pocas veces anoté eon mayor suavidad y con riqueza andloga los matices de la luz ambiente. 218 ®

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