ANALES
DE LA
ACADEMIA NACIONAL
DE MEDICINA
ANO 1935
TOMO LV.—CUADERNO 1.°
ENERO—FEBRERO— MARZO
MADRID
IMPRENTA DE JUAN PUEYO
Luna, 29. Teléfono 10864
1936
sa it ekSESION TERCERA
DiA 16 DE FEBRERO DE 1935
Presidencia del Exemo. Sr. D, Manuel Martin Salazar.
Ideas e ideales de la Medicina en los dltimos cincuenta aiios,.
por EL Dr. RODRIGUEZ PINILLA
Académico de nimero.
Después de cincuenta afios de iniciado en los estudios
médicos y mas de cuarenta de vida activa profesional, siento
deseos de recapitular lo visto, lo leido y lo experimentado
en materia de Medicina. ,Podré llamar a este resumen «tes-
tamento médico»? En cierto modo, puesto que si no voy a
legar bienes al respecto, voy a sefialar lo que resta util, a mi
juicio, del maremagnum de teorias, hechos y fenémenos y
que podra ser un legado vivo a las generaciones venideras.
Yo me pregunto: ;de lo ocurrido en este medio siglo wltimo
quedaré alguna ensefianza util a los que nos siguen? Una
vision en perspectiva—esto es la Historia—, perspectiva li-
neal que dicen los dibujantes, sera, por lo menos, curioso,
ya que no aplicable a problemas y resoluciones actuales.
¢G6mo veo yo en esta perspectiva lo que acontecié en 1880°
en el mundo médico hasta hoy?
Saliamos de las aulas a luchar por la vida, los unos, entre”
los que me cuento, con gran apetito o curiosidad por lo me-
nos de saber; los otros, con gran deseo de ganar dinero y
una posicién social. ;Felices los que aspiraban al generala-80 ANALES DE LA ACADEMIA
to, aunque nunca pasaran de rancheros: la ilusién es una
fuerza creadora! ;Mas quién nos dice que no fuesen més
felices los que se resignaban al modesto pasar de la vida
rural, buscando un «buen partido» en todas las acepciones
de la frase! La cantidad y calidad de ciencia qué llevabamos
no permitia, por lo pronto, aspirar a mas. Luego... jya se
veria! Los que podiamos resistir a perentorias convenien-
cias, emprendiamos después de la licenciatura una peregri-
nacion por los hospitales en busca de enfermos y... de
maestros que pudieran darnos cobijo y saber. Los conoci-
mientos que Ievibamos eran muy modestos, salvo en el pe-
queno grupo de los «internos», de los que trabajaron desde
el tercer afio de carrera al lado de profesores carifiosos para
el cultivo de discipulos, que no eran ni pueden ser todos los
alumnos. Y aun estos discipulos ignorahan lo que era la ex.
perimentacién—como no fuese la de alguna droga nueva.
Una Anatomia y una Fisiologfa gordas, de epitome; una
Patologia descriptiva, no clinica, y una Terapéutica de for-
mulario conciso. No entraban la Cirugia ni la Ginecologia en
nuestro acervo. Y nada de grandes doctrinas ni de Anatomia
patologica ni de especialidades. En el doctorado tomarianse
algunos rudimentos,
Y, sin embargo, esta situacién profesional, que entonces
nos parecia ajena a toda doctrina cientifica—el no tener-
la es ya una doctrina—, estaba animada por una corriente
general de las ideas sobre Medicina. La reinante entonces
era lo que en el lenguaje de hoy se lama doctrina constitu-
cional. Gon peores y escasos sustenticulos gobernaba los
espiritus el hipocratismo, la Patologia constitucional, tan
espléndidamente defendida al presente por Bauer y en su li-
bro de ese titulo. Habia sus herejes. En San Garlos tenfamos
maestros que sefialaban rumbos distintos. Sénehi
z Ocafia,
Merino, Magaz, Creus, Letamendi, eran hipoeriticos. Enci-
nas, lo contrario, En éste hacia mella la obra de Virehow—la
Patologia celular-, veneedora por los afios 1880 a 1900. El
localicismo comenzaba a recibir un refuerzo con los derma-
télogos de Viena: Hebra, Kaposi y luego con el hamburgués