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En Argentina, en Marzo de 1976, por desgracia, tuvimos otro Golpe Militar con
consecuencias catastróficas para los ciudadanos y extranjeros especialmente
estudiantes. Yo estaba estudiando Arquitectura en Mar del Plata en la universidad del
mismo nombre. Fui secuestrada, interrogada, humillada por argentinos vestidos de civil.
Cuatro o cinco hombres conduciendo vehículos bastante modernos -para esos anos-
me metieron en un auto de color claro de cuatro puertas, uno de ellos con cara de
boxeador se saco su bufanda oliendo sebo y sudor, la amarro fuertemente tapando mi
cara completamente. De allí condujeron el auto hacia una playa donde me tiraron sobre
gijarros y agua salada como un saco de papas, una noche de Noviembre de 1976 a las
23:30 horas, aproximadamente. Todo sonido a mi alrededor parecia mas nitido, se
acentuaban todos mis sentidos al estas enceguecida por la bufanda de un torturador
seboso y bruto. Era media noche; escuchaba las olas del mar, sin el placer de la
tranquilidad de un dia normal. Todo lo contrario, incertitudumbre, misterio, dolor y
horror.
Me abrieron el cuerpo en forma de equis (x). Dos de los torturadores se pararon sobre
partes de mi cuerpo triturando mis manos y piernas, mientras los otros dos apagaban
sus cigarrillos sobre mi piel hermosa de mujer joven. Me quemaron las manos,a la vez
que uno tras otro me hacia preguntas sin sentido. Si no contestaba de inmediato me
pateaban y me pisaban mas fuerte. Me levantaron me ataron las manos con alambres,
luego me ataron los pies a la altura de los tobillos, me metieron en la 'maleta' de uno de
los autos. Al parecer eran dos vehiculos o mas. Cerraron las cuatro puertas como
bestias mostrando poder inquebrantable. Pusieron música a todo full haciendo vibrar el
parlante de mala calidad.
De la playa volvieron a la ciudad del Mar del Plata. Conducían por las calles lentamente
como buscando algo; paraban el auto, golpeando puertas en varias casas. Volvían al
auto; cerraban las puertas del auto con fuerza y un ruido ensordecedor. Escuche los
gritos de una mujer que decía algo así: "Mi hijo, donde esta mi hijo, donde han llevado
a mi hijo". Los torturadores hacían preguntas; los torturadores no daban respuestas.
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De allí llegamos a otro lugar desconocido, estaba todo silencioso. Era una estacion de
Policia Argentina en la ciudad del Mar del Plata. Me sacaron de la maleta del auto; me
pararon liberando las ataduras de mis pies. Me dejaron puestos los alambres que
ataban mis manos. Las quemadas de cigarrillos acrecentaban el dolor de las herídas
en mis muñecas. Yo todavía con la bufanda sobre mis ojos podía ver el cemento del
suelo. No sabia que pensar, me sentía aterrorizada, dolorida, despistada y muy agitada.
Me empujaron escala arriba, doblamos a la derecha y me metieron en una pieza con
suelo de cemento polvoriento, cerraron la puerta. El sonido de una puerta metalica muy
grande se grabo en mis oidos y en mi espina dorsal para siempre. Mis torturadores
cerraron esa puerta gritando amenazante: "Vamos a volver muy pronto, preparate"
No escuche ninguna otra voz de hombre o mujer siendo torturados. No habian otras
victimas en ese momento. Todo torturador se protege; torturadores evitan testigos. No
habian mujeres torturando. Por que sera que los hombres sean -la mayoria de las
veces- tan adeptos a todo tipo de crueldad?
Estos hombres Argentinos; mis torturadores, tenian cuerpos como roperos dobles. Mis
torturadores eran blancos de extraccion europea -posiblemente Italiana o alemana.
Eran altos, corpulentos de cuellos gruesos y transpiración asfixiante. Mis torturadores
volvieron a mi celda el mismo dia, luego de unas trece horas. Calculo que serian las
14:00 horas. Liberada de la venda que me cubria toda la cara (ojos, nariz y boca) la
noche anterior, pude ver los rayos de sol que entraban por una ventana rectangular
minuscula situada muy alto cerca del techo de color blanco sucio. Las paredes eran
blancas tambien. La temperatura ambiente era agradable. Mi estomago estaba vacio;
mi lengua y mis labios estaban secos. Mis ojos fuera de sus orbitas y mis mejillas
saladas de tanto llorar.
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Una vez que mis torturadores salieron con gran bulla, comence a patear la puerta de
fierro. Yo gritaba a todo pulmon pidiendo agua: “Quiero agua; quiero ir al bano”. Grite
tanto, tanto, que alguien se acerco a mi porton metalico para decirme que me callara.
Un hombre flaquito de tez morena y cabellos negros con uniforme de policia Argentina
abrio mi porton y me dijo que me ayudaria si no le decia nada a nadie. El me mostraria
donde quedaba el bano (‘water). Me pidio que volviera a mi celda y el me traeria un
vaso de agua. Me hizo prometer de quedarme callada y no mencionar a nadie de mi
salida fortuita de mi celda. El pacto quedo sellado; secreto humanitario que guarde y
guardare en mi corazon hasta el dia de mi ultimo respiro y exhalacion. Mis torturados
de piel blanca volvieron y me sacaron a tirones, empujandome escala abajo. Me ataron
las manos con los mismos alambres sucios.
De allí me llevaron a otro lugar lejos, muy lejos. Me metieron en la maleta de un auto
muy parecido al anterior. Las voces eran las mismas, la manera y los insultos eran
idénticos. Calculo que serian como las 15:00 horas. Una vez mas me encontraba en
camino a un mundo obscuro y desconocido de la crueldad humana. Siguieron
manejando sin parar hasta que las calles con semaforos se transformaron en carreteras
sin semáforos. La carreteras se transformaron en caminos de tierra en las afueras de la
ciudad del Mar del Plata. Justo antes de dejar la carretera y doblar hacia la izquierda
hacia el camino de tierra pude comenzar a hacer calculos, conecciones y deducciones
sobre tiempo y espacio.
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Al llegar a destinación, escuche con horror el sonido típico de las cuatro puertas y mas;
eran definitivamente dos vehículos. Otra odisea con sesiones de torturas psicológicas
interminables me esperaba; esto les provocaba risa como si estuvieran en un circo
Romano con leones hambrientos y gladiadores sin futuro. Otro porton inmenso de puro
fierro a doble puerta se abrió sobre un terreno abierto, pero escondido bajo terreno.
Habia que descender al infierno. Al infierno se llegaba por escalones de cemento
rugoso que bajaban y bajaban a tumbas subterráneas.
Esa tumba era un edificio a la inversa. Era como un parking moderno que crecia hacia
abajo. Estaba enterrado, secreto y discreto situado cerca de un aeródromo, donde se
escuchaba no muy frequentemente el trafico aéreo. Ese lugar parecía estar
especialmente adaptado para la tortura extrema. Los hombres vestidos de civil traían a
los 'venados' para el sacrificio donde los uniformados acarreaban las ordenes y otras
acciones 'extras' voluntarias. Estos hombres del edificio eran uniformados, sus pies
vestidos de botas bien lustradas y las voces típicas de soldado. Bajo la bufanda del
torturador, que todavia me limitaba, veía solamente suelo y botas.
Estos hombres con botas de marinos comenzaron con gritos e insultos, las voces de
algunos de estos uniformados tenían acento Argentino y los otros tenian acento
Chileno. Los insultos se intercalaban entre 'hija de puta' y 'boluda'. Me sentaron en un
banco de madera frente a una mesa de madera. Mis dedos investigaban mi nuevo
medio ambiente. Las voces comenzaron una tras otra a preguntar detalles de mi vida
personal. Cada voz masculina, seca y ronca comenzaba y terminaba con las mismas
preguntas y en el mismo orden como si las estuvieran leyendo de una pagina de
interrogacion pre-programada. Esa tarde llego comida desde afuera. Se escuchaban
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los platos, las cucharas, tenedores y cuchillos. El aroma de la cena era exquisito. A los
Marinos los tratan bien en todas partes incluso en camaras de torturas como esa...
Todos cenaron, excepto yo. Las cenas venian de otro lugar como un casino militar o
restaurant. Se escuchaba como lavaban los platos, pero no se escuchaba la
preparacion de las comidas. Era de noche, pero mi dia no habia terminado todavia. Del
banco y la mesa de madera que arrastraron hacia otra pieza cerca de alli. Los brutos
me empujaron sobre una mesa de madera (yo pensé que era metálica). Mis ojos
siempre vendados con esa bufanda fétida a grasa de cuello atada fuertemente sobre
mis ojos. Una vez tirada de espaldas sobre esa superficie indefinida, me mojaron todo
mi cuerpo delgado y pequeño (1.48m) con jarras de agua.
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Estaba vestida con la misma blusa de lanilla de color morado y los blue jeans sudados
y polvorientos. Allí mismo comenzaron las torturas físicas mas horrendas, donde por
cada pregunta se me castigaba con un nuevo choque eléctrico, sin siquiera esperar
por mis respuestas. Estaba todo programado para denigrar y consumir moralmente al
mas fuerte de los seres humanos.
No contentos con este tipo de crueldad, a la noche siguiente, uno de los uniformados
de guardia llega a mi 'pieza' diciendo: "Preparate boluda, te voy a violar"
Yo ya había perdido todo: mi dignidad, todo. No tenia nada mas que perder. La vida no
tenia mas sentido para mi; no quería seguir viviendo. Mis pensamientos y mi intelecto
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eran las únicas armas que me quedaban para usarlas en desafío. Palabras saliron de
mi garganta y mi boca; hablé con rabia y con desdén le grite:
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Hace 33 anos que vivo en Inglaterra. Tengo muchos conocidos; soy my sociable.
Si usted tiene una dirección, teléfono; e-mail... todo es útil. Si usted está en contacto
con personas que quieran comunicarse conmigo, yo le doy permiso para enviarles
todos mis detalles aquí adjuntos.
http://www.skype.com/intl/es/download/skype/
Escriban a:
1.- Jacqueline Pinkas
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2.- <jacqueline.queline@yahoo.com>
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