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Wilhelm Reich Psicologia de masas del fascismo editorial ayuso ‘Traducoi6n: Juan Gonzalez Yuste Cabierta: Joan Manuel Dominguez © Ediclon Castellana: EprroRsAl, AYUSO ‘San Bernardo, 34 Madrid -8 Depésito legal: M, 694 - 1972 Iraprime EPICIONES CASTHLLA, 5. ~-Maestro Afonso, 23 - Madrid Prélogo a la primera edicién La clase obrera alemana acaba de sufrir una gran derrota, y con ella, todas las fuerzas progresistas, revo- lucionarias, generadoras de cultura, que persiguen los ya antiguos objetivos de liberacién de la Humanidad trabajadora, El fascismo ha triunfado y a cada instante consolida sus posiciones por todos los medios a su alean- ce, principaimente a través de la mutacién guerrera que impone a la juventud. Pero contra Ja resurreccién de la Edad Media, contra la politica de rapifia imperialista, contra la brutalidad, Ja mistica y Ia servidumbre de los espiritus, por los de” rechos naturales de los trabajadores y de los creadores, duramente afectados por la explotacién econémica de que les hace objeto un pufiado de magnates financieros, por la abolicién de este orden social criminal, el combate continuaré sin tregua. Pero la cuestién no est& tinica- mente en su continuacién; reside principalmente en saber cémo y en cuinto tiempo nos Tevara a la victoria. Las formas en las que se ha efectuado la toma del poder por el nacionalsocialismo han dado una Ieccién que no se puede, en modo alguno, olvidar: que para aleanzar los objetivos de la reaccién politica, no son precisas frases, sino un saber efectivo, sin proclamas, pero con el despertar de un auténtico entusiasmo revo- lucionario, sin aparatos de partidos burocratizados, sino con organizaciones de trabajadores que practiquen la 8 WILHELM REICH democracia interna y que dejen el campo libre a toda iniciativa de las tropas de combatientes concienciados. Nos han enseftado que la falsificaci6n de tos hechos y los enardecimientos por sugestion superficial conducen con srteza al descorazonamiento de las masas, desde que la férrea Logica del proceso histérico revela Ia realidad. El trabajo sexoldgico y politico que he desarrollado durante aiios en el seno de las organizaciones de traba- Jadores, particularmente entre los jovenes, me ha Llevado a la conviccién inquebrantable de que la clase a la que Jos dirigentes wenviados por Dios» del Tercer Reich tildan de «subhumana» y hacen doblegarse bajo su yugo, leva dentro de sf el futuro de Ja Humanidad porque encierra més cultura, honor, moralidad natural y ciencia de la verdadera vida que la que exigen todos los mamo- tretos de la filosofia moral burguesa y las grandes frases de la seaccién politica; se trata, desde luego, de otra cultura, de otro honor, de otra moralidad, dado que no tienen un s6rdido reverso en la prictica. Si hoy dia millones de trabajadores abatidos, decep- cionados, se abandonan a la tesignacién e incluso se incorporan al fascismo, con mas 0 menos conviccién, no bay motivo sin embargo para desesperarse. La con- viecién subjetiva con la que los millones de partidarios de Hitler creen en la misién socialista del nazismo por més que haya vertido sobre Alemania tantos horrores y miserias, no deja de ser un aspecto fuertemente positivo. ‘Nos oponemos al despliegue de esta fuerza histbrica si nos desembarazamos pura y simplemente det nacional- socialismo como de una obra de timadores y mistifica- dores, aun si es cierto que se encuentran en él muchos, timadores y mistificadores. Hitler no es un mistificador mis que objetivamente por el hecho de que agrava la dominacién del gran capital; subjetivamente es un fanatico, convencido sinceramente, del imperialismo aleman a quien un éxito colosal, objetivamente fundado, ha salvado del desencadenamiento de la enfermedad PROLOGO A LA PRIMERA EDICION 9 mental que leva dentro de sf. No solo nos encerramos en un punto muerto sino que vamos en sentido opuesto del resultado pretendido si tratamos de ridiculizar a los dirigentes nacional-socialistas mediante viejos métodos pasados de moda. Con wa energla inaudita y una gran habilidad han entusiasmado efectivamente a’ las masas y conguistado al poder. El nacional-socialismo es nuestro mortal enemigo, pero no podremos combatirlo sino apreciamos sus puntos fuertes en su justo valor y si no tenemos el coraje de proclamario, Podemos olvidarnos de métodos mezquinos; la demagogia grosera es siempre un signo de debilidad te6rica y prictica y, al no conducir a nada, es objetivamente contrarrevolucionaria. Lo que tenemos que decir y demostrar a los millones de des- animados asi como a los millones de nazis atin entusiastas que tienen sentimientos socialistas es que la fuerza de los nacional-socialistas reside en su conviceién de una misiéa divina, pero que ésta no existe y que la tiniea cosa en juego es el imperialismo bélico; que sus organizaciones militares son magnificas, pero que significan la aproxi- macidn del fin de la Humanidad y que deben perseguir otros objetivos, aquellos a los que aspira arduamente el simple S. A.: el derrocamiento del capital; que Hitler cree liberar al pueblo, pero que tiene frente a él un destino inexorable: el desmoronamiento del capitalismo que nosotros deseamos y que él jamas podri conjurar. La aprehensién cientifiea de los acontecimientos, in- eluso los mis candentes, trata de eliminar en la medida de lo posible las fuentes de errores infinitamente multiples que pueden deslizarse en Ja visién de las cosas; por ello opera con lentitud y s6lo puede seguir los acontecimien- tos a demasiada distancia, A veces, los sojuzgados exigen a los trabajadores cientfficos que concentren sus investigaciones en las cuestiones actuales. La ciencia es Ja enemiga mortal de Ia reaccién politica. Pero el sabio que cree salvar st existencia siendo prudente ¥ “apolitico» y que aun viendo a los mas prudentes perseguidos y en- 10 WILHELM REICH carcelados, no sabe sacar su leccién, no puede exigir et que se le tome en serio y el participar més tarde en Ia reconstruccidn efectiva de la sociedad. Sus lamentaciones y su inguietud por Ja cultura no son sino desahogos sin conviccién, si no sabe reconocer a través de los aconte- cimientos que son precisamente su ciencia, su energia cientifica, que faltan a aquellos en los que cifta sus espe- ranzas en el momento de la catéstrofe. Su apoliticismo es un elemento de la fuerza de la reaccién politica y, al mismo tiempo, de su propia ruina. Que aquel que encuentre evidentes las argumentaciones de este escrito considere cuidadosamente que las fuerzas progresivas de la historia han caido en gran parte en terreno baldio, porque hay penuria de fuerzas debida- mente Pormadas y que los sabios se encierran en su aisla- miento universitario y no se dejan meter en vereda. Deseo vivamente una critica cientifica de esta obra, hecha no por aquellos que fabrican teorfas sobre la existencia humana en una mesa de despacho, sino por aquellos otros que extracn sus descubrimientos de Ia vida real de los hombres mediante un contacto intimo con ellos, como yo siempre me he esforzado por hacer. Este escrito ha sido elaborado en el curso del ascenso de fa ola reaccionaria que ha asolado Alemania en los afios 1930-1933. En él se intenta dotar de wt minimo de base teérica al joven movimiento sexual-politico atin poco desarrollado y separar del caos de la reforma sexual algunos de los puntos mis esenciales con los que se pueda abordar pricticamente el problema. Se vincula a las tentativas anteriores de desvelar el proceso de Ia econo- mia sexual en nuestra sociedad; pero dado que este proceso es tan solo una parte dela dinémica global de Ia sociedad, muestra investigacién se ha enfrentado igualmente con los problemas del movimiento politico general. A causa de los acontecimientos politicos de Alemania no ha sido posible alcanzar Ia exhaustividad pretendida, que se desea en todo trabajo cientifico general, PROLOGO A LA PRIMERA EDICION ny Esperar que la pedanteria cientifica haya quedado satis- fecha no me ha parecide posible en los tiempos en que vivimos, tanto més cuanto que yo tenia pocas esperanzas de renovar en los plazos previsibles los materiales que habia reunido a duras penas y que se perdieron en la catistrofe. ‘Me he esforzado en presentar este dificil tema de Ia manera lo més sencilla posible, a fin de que la obra sea accesible incluso al funcionario o trabajador medios. Soy consciente de que no lo he logrado totalmente. En el caso de que la reaccién politica buscara vengarse del contenido de este trabajo sobre el psicoandlisis 0 sus representantes, golpearia errémeamente. Freud y la mayoria de sus alumnos rechazan las consecuencias sociolégicas det psicoandlisis y se emplean activamente en no sobrepasar el marco de la sociedad burguesa. No son, pues, ni culpables ni responsables de que los politicos se sirvan de los resultados cientificos de la investigaciéa psicoanalitice. Recordemos por lo demas que, segin una [rase elebre, el arma de la critica no podré’ reemplazar a le critica de las armas. Si este trabajo est4 capacitado para recorrer el dificil camino que conduce a la critica de las armas, habri alcanzado su objetivo. Wilhelm REICH Septiembre, 1933 Capitulo 1 La ideologia como poder material 1. El conflicto En el transcurso de Jos meses que han seguido a la toma del poder por el nacional-socialismo en Alemania, hemos podido con frecuencia hacer una comprobacién que vamos a utilizar como punto de partida. Hemos visto aparecer dudas respecto a lo acertado de la concep- cién fundamental que tiene el marxismo de Ia historia social, dudas que se han producido incluso entre aquellos que durante afios habian demostrado con la accin su firmeza revolucionaria, Pstas dudas se relacionan con un hecho incomprensible al primer contacto, pero que es im- posible negar: el fascismo, siendo por sus objetivos y por su esencia el representante mas extremado de la reaccion politica y econdmica, toma, después de varios afios, las dimensiones de un fendmeno internacional y desborda en muchos pafses de forma visible ¢ innegable al movie miento revolucionario de] proletariado. El hecho de que este feendmeno se produzea de forma mucho mas acusada en los paises altamente industrializados no hace sino agravar el problema. Ante el refuerzo internacional del nacionalismo se impone el hecho de ta debilidad del movimiento obrero en una fase de la historia moderna 4 WILHELM. REICH que se ha convertido en econémicamente madura debido a la dislocacién del modo de producei ‘A todo esto se aiiade el recuerdo imborrable de la debilidad de la Internacional obrera en el estallido dela guerra mundial y del fracaso del levantamiento revolu- cionario de 1918-1923, fuera de Rusia. Las dudas en cuestién se relacionan, pues, con hechos de un indudable peso; si son justificadas, si la concepeién fundamental de Marx no és correcta, €s necesario que el movimiento Obrero tome resueltamente una nueva orientacién si quiere alcanzar su objetivo: pero si las dudas no estén justificadas, si la concepcién fundamental de Marx es correcta, hace falta entonces analizar, de la manera més profunda y diversa que sea posible, las causas de la debi- lidad del movimiento obrero registradas hasta el presente, y —esto e3 primordial— elucidat hasta el tiltimo grado este movimiento de masas de un nuevo tipo que es histé- ricamente el fascismo; de ahf podria obtenerse una pric- tica nueva. ‘No podemos en ningin caso confiar en un cambio de Ia situacién actual si no podemos comprobar niuna nj otra hipétesis. Esta claro que no se Hegard al objetivo Hamando a la conciencia revolucionaria de la clase obrera ni aplicando el método a lo Coug* practicado hoy dia con tanta predileccién que oculta los defectos y camutfla como ilusiones hechos importantes. Seria asimismo ilusorio alegrarse del hecho de que también el movimiento obrero «vaya hacia delante», de que aqui y alla haya combates y huelgas. Ya que lo decisivo no es ef hecho de que sc vaya hacia delante, sino a qué ritmo se marcha en relacién al reforzamiento y a la progresién en el plano internacional de la reaccién politica. * Farmacéutico y psicGlogo Francés (1857-1926). 1de6 un méto- do de psicoterapia basado en la autosugestiGn, que le dio celebri- dad en los afos de Ia primera Guerra Mundial y siguientes, Fund6 el Instituto Coué de educacién psfquica. LA IDEOLOGIA COMO PODER MATERIAL 15 Si el joven movimiento sexual-politico esta interesado en una elucidacién radical de estos problemas, no es Wnicamente porque forma parte integrante de la lucha de liberacién social en general, sino también y principal- mente porque la realizacién de sus objetivos esta indiso- Iublemente ligada a la realizacién de los objetivos econé- mico-politicos del movimiento obrero. Por ello queremos tratar de mostrar, a partir del aspecto sexual-politico del movimiento obrero, en gué punto Ios problemas especificamente sexual-politicos se mezclan con los pro- blemas politicos generales. En muchas asambleas alemanas ofamos con frecuencia a anticapitalistas avisados y Henos de buenas intenciones, aun si pensaban en térmittos nacionalistas y metafisicos como Oto Strasser, hacer Ia siguiente objeccién a los marxistas: «Vosotros los marxistas os declardis habitual- mente seguidores de la doctrina de Karl Marx. Pero por Jo que nosotros sabemos, Marx. ensefié que la teoria sélo se confirma por la practica, Ahora bien, todo lo que sabéis hacer es dar explicaciones 2 los fracasos de la Internacional obtera. Vuestro marxismo se ha debilitad: To que ha servido de explicacién al fracaso de 1914 es Ia retirada de la socialdemocracia; en cuanto a 1918, ha sido la traicién de su politica y de sus ilusiones. Y he aqui que tenéis todavia nuevos argumentos en la mano para explicar como, en el momento de la crisis mundial, as masas se han inclinado a la derecha y no a la izquierda. Pero todas vuestras explicaciones no podrén suprimir el hecho del fracaso. Después de ochenta afios nos gus- taria mucho ver la confirmacién de la doctrina de la revolucién social en Ia practica. Vuestro principal error reside en que negais el alma y el espiritu, en que os burliis y no comprendéis aquello que todo lo mueven. ‘Tales eran poco mas o menos sus argumentos y los porta voces marxistas no encontraban unas respuestas ade cuadas para tales preguntas, Se vefa cada vez més claro 16 WILHELM REICH que limitando el debate a los procesos objetivas de crisis socio-econdmica (modo de produecién capitalista, anar- quia econémica, etc.) la propaganda politica de masas no liegaba a nadie fuera de la minoria de aquellos que se encontraban ya incorporados al frente de izquierdas, que no bastaba con poner en primer plano la miseria material, el hambre de las masas, ya que esto es lo que hacia cada partido politico, ¢ incluso la Iglesia; y finalmente este fue ef triunfo, en lo mas profundo de la crisis y de Ia indigencia, de la mfstica del nacional-socialismo sobre el socialismo cientifico. Era imprescindible por tanto, reconocer que habia manifiestamente en le propaganda y en la concepcién de conjunto, una gigantesca laguna a partir de la que se podia comprobar igualmente que se trataba de insuficiencias en la aprehensién marxista de la realidad politica, insuficiencias a las que se podian en- contrar miiltiples medios de remediarlas en el método det materialismo dialéctico. Pero no habiamos sacado partido de estas posibilidades; digamos, para anticipario de forma breve, que la politica marxista no habia o habia integrado mal a sus cAlculos y a su prictica politica la psicologia de las masas y los efectos sociales del mis tivismo, Cualquiera que haya seguido y vivido Ia teorfa y Ja prictica del marxismo de estos ‘ltimos affos en la ize quierda revolucionaria se habré dado cuenta necesaria~ mente de que ambas estaban limitadas al tinico dominio de los procesos objetivos de la economia y a la politica de Estado en sentido estrieto, que no seguian atentamente ni captaban eso que se ha dado en Hamar el «factor subjetivo» de la historia, 1a ideologia de las masas en su evolucién y en sus contradicciones; omitian principal- mente el aplicar de modo siempre nuevo y el guardar siempre vivo el método del materialismo dialéctico, de aprehender por este método, de manera siempre nueva, cada fendmeno social nuevo. La aplicacién del materia- LA IDEOLOG{a COMO PODER MATERIAL Vv lismo dialéctico a fenémenos histéricos nuevos —y el fascismo es un fenémeno de este género, que no cono- cieron ai Marx ni Engels y que Lenin s6lo examind en sus inicios— no puede conducir a una prictica falsa, y esto por una razén muy sencilla, pero gravemente olvi- dada hasta hoy dia: la aprehensidn burguesa de la reali- dad se sale del tema de sus contradicciones y de sus datos reales; la prictica politica burguesa se sirve automética- mente de las fuerzas de la historia que obstaculizan su evolucién; no puede triunfar sino desde el momento en que la ciencia revolucionaria haya desvelado completa- mente las fwerzas que, opuestas a las primeras, deben necesariamente acabar con elas, Como expondremos mis adelante, la base de masas del fascismo, la pequetia burguesia soliviantada, no habla puesto en accién sola- mente a las fuerzas regresivas de la historia, sino también a las fuerzas que empujaban potentemente hacia delante; esta contradiccién no se ha advertido; es mas, todo el problema del papel de 1a pequefia burguesia no ha ocu- pado nunca el primer plano de los debates hasta poco antes de la toma del poder por Hitler, e incluso cuando se ha dado este caso, aqui o alld, ha sido siempre de manera unilateral, mecanicista, En todos los émbitos de la existencia humana, la prictica revolucionaria cae por su propio peso, con tal de que se adviertan las contradieciones en cada nuevo proceso; entonces consiste sencillamente en ponerse al lado de las fuerzas que actian en ef sentido de la evolucién enfocada hacia delante, y en asegurar el dominio prictico para favorecer Ia toma de conciencia. Ser radical, decia Marx, significa «tomar las cosas por la raiz; si se toman las cosas por la raiz, si se comprende su proceso contradietorio, Ia prictica revolucionaria esti asegurada. Si no se las interpreta asi, cacmos, queramos 0 no, nos Ilamemos materialistas dialécticos 0 no, en el mecanicismo, el economicismo incluso en la metafisica, y desarrollaremos necesaria- 2 18 WILHELM REICH mente una practica falsa. Por consiguiente, una critica de esta prictica falsa no tiene sentido ni valor practico alguno mas que si esti en condiciones de demostrar en qué punto no se han advertido las contradicciones de la realidad. Marx ha efectuado un acto revolucionario no Ianzando proclamas 0 indicando objetivos revolucio- narios, sino principalmente reconociendo en el proleta- riado a la fuerza progresiva de la historia y haciendo una presentacién acorde con la realidad de las contradicciones de la economia capitalista, de modo que todo el mundo puede saber hoy dia cules son las fuerzas econdmicas que empujan hacia delante y cuales las que las obtaculi- zan. Si el movimiento obrero ha embarrancado, ha sido Torzosamente porque las fuerzas que impiden la marcha hacia delante no habian sido ain completamente actua- lizadas, y sin duda respecto a muchos puntos esen- ciales. : De este modo el marxismo vulgar, cuya caracteristica principal reside en negar el método det miaterialismo dia Iketico précticamente, no aplicdndolo, ha llegado a con- cebir que una crisis econémica de la magnitud de la de 1929-1933 debia producir inexorablemente la evolucién ideolégica hacia Ia izquierda de les masas afectadas. Mientras que, aun después del fracaso de enero de 1933, se hablaba en Alemania de un «auge revolucionario», Ia realidad mostraba que la crisis econémica, que deberia haber entraiiado segin Io esperado, una evoluciéa hacia la izquierda de Ja ideologia de las masas, habia Nevado en realidad a una evolucién hacia la extrema derecha de la ideologia de las capas proletarizadas y de aquellas otras que se habian sumido en una misetia més profunda que nunca. De ello resulté un conflicto entre la evolucién de la base econémica que empujaba hacia la izquierda y Ia cyolucién de la ideologia de grandes capas de ia poblacién que lo hacfa a Ia derecha, Este conflicto no ha sido adyertido. Y por el hecho de no haberlo sido, no se ha podido por menos de plantear Ja cuestién de LA IDEOLOGIA COMO PODER MATERIAL i) cémo el grueso de 1a masa puede hacerse nacionalista en un proceso de depauperacién. Términos como «hau- vinismo», «psicosis», «consecuencias de Versalles», no bastan para dar cuenta practicamente de a tendencia del pequefio-burgués, por ejemplo, a adherirse a la extrema derecha en caso de depauperacién, porque no aprehenden realmente el proceso. Por lo demas, no han sido tinicamente Jos pequefios burgueses, sino’ amplias capas del proletariado, y no siempre las peores, las que se han inclinado a la derecha. Tampoco se ha advertido que Ia burguesia, puesta en guardia por el triunfo de la revolucién rusa, ha recurrido a nuevas experiencias pre- ventivas, atin no comprendidas, que el movimiento obrero no ha analizado (por ejemplo, el plan Roosevelt); no se ha advertido que el fascismo, en su punto de partida y al comienzo de su desarrollo como movimiento de masas, se vuelve en primer lugar contra la gran burguesia, y que no se le puede esquivar diciendo que es «inicamente el guardidn del capitalismo financiero», aunque tan sélo sea porque es un movimiento de masas. sDénde se sitiia ef problema? La concepeién fundamental de Marx captaba en primer lugar la explotacién de la mereaneia fuerza de trabajo, y la concentracisn del capital, segtin un proceso necesario, en un pequeiio mimero de manos, lo que va acompaiiado de la depauperacién progresiva de la mayoria de la humanidad trabajadora y en primer Tugar del proleta- riado. De este proceso Marx deduce la necesidad objetiva, de la «expropiacién de los expropiadoresy. Las fuerzas productivas de 1a sociedad capitalista hacen saltar el marco del modo de produccién; Ia contradiccién entre produccién social y apropiacién privada de los productos por el capital slo puede resolverse por el adecuamiento del modo de produccién al estado de las fuerzas produe- tivas. A la produccién social debe acompafiarle fa apro- piacidn social de los productos. El primer acto de esta adecuacién es Ia revolucién social; este es el principio 20 WILHELM REICH econémico fundamental del socialismo cientifico. Y esta adecuacién s6lo puede realizarse sila mayoria depaupe- rada establece 1a «dictadura del proletariado», como dictadura de la mayoria de los trabajadores sobre la minoria de los propietarios, expropiados ya de los medios de produccisn. Los predmbulos eeondmicos a la revolu- cién social se han verificado conforme a la teoria de Marx: el capital esté concentrado en un pequeio nimero de ‘manos, el desarrollo de la economia nacional en economia mundial se encuentra en una contradieciéa muy aguda con el sistema aduanero de los estados nacionales, la economia capitalista no Uega apenas a la mitad de su capacidad de produccién, dando con ello la mejor prueba de su anarquia, 1a mayoria de la poblacién de los patses altamente industrializados esti depauperada, cerca de Cincuenta millones de personas se hallan en paro forzoso, cientos de millones de trabajadores no consiguen asegu- rarse mis que una existencia famélica, Pero la expropia- ccidn de los expropiadores no se lleva cabo y, contraria~ mente a lo esperado, la historia parece tomar, en la encrucijada de los caminos del socialismo y de la barba- rie, primeramente la direccién de la barbarie, lo que significa por otra parte el refuerzo internacional del fascismo y el estaneamiento del movimiento obrero. Y que aquel que confie todavia con certeza en una salida revolucionaria de la guerra mundial que se est prepa- rando, que cuenta, por decirlo asi, con que las masas volveran las armas que se les pongan en las manos contra el enemigo de dentro, que se preocupe deseguir por lo menos la evolucién de Ia reciente técnica bélica y que no rechace @ priori el argumento expresado cn los liltimos tiempos segdn el cual cs muy improbable el armamento de las grandes masas para la proxima guerra. Segin esta concepcién, las acciones bélicas estarian dirigidas contra Jas masas desarmadas de los grandes centros industriales, y serfan ejecutadas por un pequefio LA IDEOLOGIA COMO PODER MATERIAL 2h numero de técnicos seleccionados y de absoluta con- fianza, Por esta raz6n, el cambiar nuestro modo de pensa- miento y de reflexién es fa condicién indispensable para una préctica socialista nueva. 2, Estructura econdmica e ideolégica de Ia sociedad Si nuestra concepeién de un conflicto, a primera vista desconcertante, entre Ia situacién econdmica y Ia ideo- logia de las masas proletarias y proletarizadas es correcta, habiendo ayudado precisamente este conilicto a la toma. del poder por el fascismo en Alemania, debemos poder aprehenderla por medio de nuestro método materialista dialéctico. Lo que verdaderamente esta en juego es la cuestién del papel de ta ideologia y de la actitud efectiva de las masas como factor histérico, del efecto de retorno de la ideologia sobre Ia base econdmica. Sila depauperacién material de las grandes masas no ha conducido a una revolucién en el sentido de la revolucién proletaria, fa crisis ha dado lugar objetivamente a ideologias con- tratias a la revolucidn, la evolucién de la ideologia de Jas masas en estos tiltimos afios ha frenado el despliegue de las fuerzas productivas, la solueién revolucionaria de Ja contradiccién entre las fuerzas productivas del capita- ismo monopolista y su modo de produceién. Segin Kunik (Versuch einer Feststellung der sozialen Gliederung der deutschen Bevolkerung, «Die Internatio- nale», 1928, recogido por Lenz: Prolerarische Politik Internationaler Arbeiterverlag, 1931) la estructura de clases de la sociedad alemana se presenta del modo siguiente: Poblacién activa en millares) Proletarios.....+.+0+04 21.789 Clase media urbana. 6157 Pequetios y medios cam= pesinos..... 6.598 Burguesia Cncluidus Tos ‘ropielatios de bienes rafees_y los grandes campesinos). 18 Poblacion (sin mujeres y — TBINOS). ses 35.262, Esiratificacién del proletariado ‘Teabajadores do Ja indasira, de los sranspor- tes, del comercio, etc. i ‘Trabajadores agricola, ‘Trabajadores a domicilio. Empleados del hogar... Pensionisias. ... Empleadas subalietios (hast mmenstales) Funcionaries sulbalteraos (mis Jubitados). £28G) ato: Estratificacion de la clase media de las clulades CCapas inferiores de fos pequetiosexplotadores (Geabjo a domiciio, on contrat, empresas Spalviduales o que no emplea 8 ms Ge dos 3083) Paguetios explotadores con tres y més em pleads. Empleados y funcionatios edios Profesional liberales 9 estadianics. Pequetos tenlilas ¥ peauelios propisiarios. Capas medias en ef campo sefios campesinos ¥ granjeros (hasta $ Ha) Cofppesinos medio (e350 Ho). WILHELM REICH Con las familias (en millones) 40,7 10,7 90 Total «2,4 __En millares 11.826 2.607 138 13326 amr 2975 LA IDEOLOGIA COMO PODER MATERIAL 2B Estas cifras corresponden al censo de 1925. Pero no reflejan —y esto es Jo que debemos tener en cuenta— mas que la estratificacién ligada a Ja situacién econémica, y no a la estratificacién ideolégica, que es diferente, Desde el punto de vista socio-econdmico, Ia Alemania de 1925 comprendia: PORLACION ACEIVA Poblacién activa Con las familias Cen millones} fl Proletariado 21,789 Clases medias 755 Segin una estimacién grosera, la estructura ideolégica tiene el siguiente aspecto: Millones. Proletaria (produccién colectiva; trabajadores Peace fe la industria, del comercio, de los trans- Portes, tc. y ttabsjadores agricolas)..... 14.433 Pequeiio-burguesa... 2011 ‘Trabajadores a domicilio (produccion individual) Empleados det hogar (ex- periencias debidas ala propaganda donéstica) 1.326 Peasionista, i Empleados subaliernos (experiencias en las grandes empresas, por ejemplo Nordstern, en. Berlin). -..... 275 Funcionarios subaiteraas (por ejemplo, contro- ladores de "distribu. ‘ign, funcionarios de corres), (protetarios econémicos) Clases medias de las ciue dades.... 6.57 Clases miedias del canipo: 1h 4 WILHELM REICH Cualquiera que sea el mémero de miembros de las clases medias que hayan votado por los partidos de inquierda, o, a la inversa, de proletarios que hayan yotado por los partidos de derecha, asombra el hecho de que Jas cifras de la estratificacién ideoldgica sacadas por nosotros coinciden aproximadamente con las cifras de tas elecciones de 1932: comunistas y_ social-demécratas totalizan en una iiltima estimaciéa de 12 a 13 millones de votos, el N.S.D.A.P.1 y los nacional-alemanes alrede- dor de 19 a 20 millones. Esto prueba que, desde el punto de vista de la politica practica, no es la estratificacién econdmica, sino Ia estratificacion ideoldgica Ia que ha sido deierminante, De este modo, les clases medias toman, una importancia mayor que aquella que se les babia atribuido. Es en la época del répido deetive de la economia alemana, de 1929 a 1932, donde se sittia el gran salto del NS.D.A-P., que pasa de 800.000 votos ea 1928 a 6,4 mi- Hones en el otofio de 1930, 13 millones en el verano de 1931 y 17 millones en enero de 1933. Segtn los célculos de Jager («Hitler», «Roter Aufbau», octubre de 1930), cuya exactitud no he podido verificar, los 6,4 millones de votos nacional-socialistas comprendian ya alrededor de tres millones de proletarios en el plano econémico, a razén de un 60 a 70 por 100 de empleados y de un 30 a un 40 por 100 de obreros. Quien més Licidamente ha comprendido, que yo sepa, el aspecto problematico del proceso sociolégico reciente es Karl Radek, que escribia en 1930, después del primer auge del N.S.D.A.P. «No hay en la historia de la lucha politica ningtin precedente conocido, sobre todo en un pals con una diversificacién politica antigua, donde cada nuevo partido tiene ianumerables dificultades para 2 NSD.AP,, Partido nacional socialista alemén, LA IDEOLOGIA COMO PODER MATERIAL 25 hacerse un lugar en Ja mesa ocupada por los viejos partidos, Nada tan caracteristico como el hecho de que nada se haya dicho en la literatura politica, tanto socialista como burguesa, de este partidd que ha ocupado el segundo lugar en la vida politica de Alemania, Es un partido sin historia, que inrampe de repente en la politica alemana, como a veces emerge en medio del mar, por ef efecto de Jas fuerzas volednicas, una isla.» (Deutsche Wahlen, Rofter Aufbau, octubre 1930). Nos- otros no dudamos en absoluto de que esta isla tiene también su historia y dispone de una légica interna. En Ia alfernativa: del fascismo, Loz elementos Tundamentales de la. ideologta fascista permanecen individualistas, como el «principio del jefe», Ia politica familiar, te, Lo que hay de colectvista en el fascismo proviene de fas tendencias soovalistas de su base de masas, como todo lo que es individualista proviene de los intereses del gran capital ¥ de las quis fuscisas. TA IDEOLOGIA DE LA FAMILIA 73 Entre ellas una cierta relacién entre el hombre y la mujer, que identificamos como la relacién patriarcal, y un determinado modo de vida sexual. En su celo por diferenciarse del proletariado, Ja pequefia burguesia urbana, cuya situacién econdmica no es mucho mejor que Ia del profetariado industrial, sélo puede apoyarse sobre formas de vida familiares y sexuales, que organiza entonces de una manera deter minada. Lo que le falta en el plano econémico debe ser compensado en el plano moral. Este mévil es el elemento més eficaz de la identificacién de los funcionarios con ef poder del Estado. Ya que no nos encontramos en la situacién de la gran burguesia, pero ya que al mismo tiempo nos identificamos con ella, eS preciso que las ideologias cuiturales nos proporcionen fo que Ia situa- cién econdmica nos niega. Las formas de la vida sexual asi como las distintas formas de vida culturales que de ella dependen, sirven esencialmente para distinguirnos respecto de lo que est debajo de nosotros. La suma de estas actitudes morales que se agrupan alrededor de la postura respecto a Ia sexualidad y que gencralmente son caracterizadas como «espiritu filisteo», culmina en las representaciones —decimos representa- ciones y no actos— del honor y del deber. Debe apreciarse correctamente el efecto de estas dos palabras sobre la pequeiia burguesia por lo que vale la pena que nos cocupemos de ello mis adelante. Hay que sefialar que Teaparecen siempre en la ideologia fascista y en la teoria de la raza. En efecto, el modo de existencia pequetio- burgués y el comercio pequefio-burgués de mercancias imponen practica y realmente en miltiples casos el com: portamiento contrario a estos valores. En la economia mercantil privada, es preciso un minimo de deshonestidad para poder existir. Un campesino compra un caballo; de todos modos le pondré objeciones. Un aiio mds tarde, al revender el mismo caballo, éste ser mis joven, mejor y mas valioso que cuando lo compré. Fl deber 7 WILHELM REICH Teposa sobre intereses comerciales y no sobre particula dades del carécter nacional, Nuestra mercancia se siempre la mejor; la mercancia extranjera sera siempre muy mala, Las maneras y el comportamiento de los Pequeiios tenderos demuestran, hasta en su obsequiosidad ¥en sui sumisién a sus clientes, la cruel obligacién del modo de existencia econémico que a la larga no puede mis que plegar a su ley al mejor cardcter. Y sin embargo, el concepto del honor y del deber desempefia en la Pequefia burguesia un papel decisivo, Esto no podria explicarse tan s6lo por una voluntad de disimular su origen groseramente material. Pues incluso cuando se llega a la pura hipocresia, el éxtasis psiquico es auténti- co. El problema se reduce a saber cuiles son sus fuentes. Proviene de las fuentes de la vida afectiva inconsciente a las que en principio no se presta atencién, por lo que tipicamente no se reconocia de manera facil la relacién principalmente con esta ideologia. El andlisis del pequeiio- burgués no deja ninguna duda sobre la significacién de Ja relaci6n entre su vida sexual y su ideologia del deber y del honor. En primer lugar, la posicién del padre en el Estado y en la economia sc refieja en su comportamiento patriar- cal respecto al resto de la familia. El Estado autoritario esti representado ea ta familia por el padre; por ello, Ja familia se convierte en el instrumento més preciado de su poderio. Esta posicién del padre refleja su papel politico y aclara la relacin de la familia con el Estado autoritario. El padre adopta en el interior de Ia familia la posicién ‘que toma respecto a él su superior jerarquico en el proceso de produccién. ¥ reproduce en sus hijos, particularmente en Jos varones, su estado de sujeccién a la autoridad. De estas relaciones deriva ta actitud pasiva, servil, del hombre pequefio burgués ante las figuras de los dirigentes, Y Hitler, sin sospecharlo en el fondo, explota estas LA IDEOLOGIA DE LA FAMILIA 75 actitudes de las masas pequeiio-burguesas cuando es- cribe: 4B] pueblo, en su aplastante mayoria, es de constitucién y de mentalidad hasta tal punto femenina que la percepeién afectiva determina su pensamiento y su conducta mucho més que la reflexién licida. »Y esta percepeién no es complicada, sino por el contrario muy sencilla y constituye un todo, No se encuentran diferenciaciones numerosas, sino una positiva y una negativa, el amor o cl odio, la justicia o la injusticia, la verdad o el embuste, pero nunca la mitad de uno y fa mitad de otro, 0 una parte, ete.» (Mein Kampf) No se trata de una «constitucién» sino de un ejemplo tipico de la reproduccién de un sistema social en las estructuras de sus miembros. Esta posicién del padre reclama particularmente una severa represiGn sexual a las mujeres y los nifios. Si las mujeres sometidas a influencias pequefio-burguesas des- arrollan una actitud resignada que reposa sobre una rebelién sexual reprimida, los hijos, también en una postura sumisa respecto a la autoridad, desarrollan una fuerte identificacién con el padre que mas tarde se con- vertiré en una identificaci6n con toda autoridad, Mena de una gran carga afectiva. Durante mucho tiempo per- manecerd insoluble un enigma: ,Cémo es posible que la fabricacién y la formacién de las estructuras psiguicas de la capa que soporta a una sociedad convengan, con la misma exactitud que les piezas de una maquina de precision, a la organizacién econdmica y a Jos objetivos de la clase dominante? Lo que nosotros hemos descrito como la reproduccién psicolégica de masas del sistema Ze WILHELM. REICH econémico de una sociedad parece ser en todo caso el mecanismo fundamental del proceso ideoldgico. EI puesto en la competencia econdmica y social no contribuye mas que muy tardiamente al desarrolto de [a estructura individualista de la pequeiia burguesta, y lo que se forma aqui en lo tocante a ideologia reaccionaria, se edifiea en un segundo tiempo sobre la base de los procesos psiquicos que se desarrollan ya en el psiquismo Gel nifio educado en ei medio familiar. Encontramos en seguida la competencia entre los nifios y los adultos, después la competencia mas amplia entre los niftos de una ‘nica familia en sus relaciones con sus padres. Esta competencia que mas tarde, en la edad adulta y en la vida extrafamiliar, es esencialmente econémica, se aplica en la infancia prineipalmente a las relaciones que tienen una resonancia afectiva muy fuerte, de amor y de odio entre los miembros de la familia. No es conveniente que estudiemos aqui en sus detalles estas relaciones. Este problema sera objeto de investigaciones especiales. Nos basta por el momento con dejar establecido que las inhibiciones y los debilitamientos de la sexualidad que constituyen fas condiciones primordiales de manteni- miento ‘de la familia burguesa y que son las bases esenciales de a formacién de la estructura del hombre pequefio-burgués, estan impuestas con la ayuda decisiva de la angustia religiosa que se nuire del sentimiento de culpabilidad sexual y de este modo se ancla profunda- mente en Ia vida afectiva. A partir de este punto es cuando se plantea el problema de las relaciones de la religién y de la negacién del deseo sexual. EI debilitamiento sexual tiene como consecuencia una depreciacién de Ja concien= cia de si que, en tn caso, est compensada por una actitud de brutalidad respecto a la sexualidad, y en otro por los rasgos peculiates del caricter. La obligacién al dominio de sf mismo en materia sexual, es decir, a la continuidad de la represién, conduce a la formacion de representa- ciones convulsivas de resonancia afectiva particularmente LA IDEOLOGIA DE LA FAMILIA 7 acentuada, concernientes al honor, al deber, al valor, al dominio de si mismo *. Ei carécter convulsivo y la carga afectiva de estas actitudes psiquicas estén en una extrafia contradiccién con la realidad de los modos de comporta- miento personales. El primitive que esta satisfecho en el plano genital es hombre de honor, consciente de su deber, valeroso y duefio de si, sin darle ninguna importancia. Estas actitudes estin inscritas orgdnicamente en su personalidad. Aquel que esti debilitado genitalmente debe continuar exhortandose a dominar su sexualidad, a defender su honor sexual, a ser valeroso frente a la tentacidn, etc. Cada adolescente y cada nifio sin excep- cién atraviesa por el combate contra la tentacion del onanismo, En este combate se desarrollan todos os elementos, sin excluir ninguno, de la estructura del hombre durgués que constituyen su micleo afectivo. En la pequefia burguesta es donde esta estructura esta mas fuertemente elaborada y mas profundamente arrai- gada. De estas fuentes, engendradas por la represién, impuesta, de la vida sexual, es de donde saca la mistica de todo tipo sus energias mas fuertes, y también parte de sus contenidos. En la medida en que las capas proletarias son aleanzadas por las mismas influencias de la sociedad Durguesa, aquellos que pertenecen a estas capas elaboran las actitudes correspondientes; sin embargo, en el prole- tariado, en razén de su modo especifico de existencia, diferente de aquel de ta pequeiia burguesia, las fuerzas contrarias, que afirman la sexualidad en el individu, son mucho més acusadas y tambiéa mucho més cons- cientes. El anclaje afectivo de estas estructuras a favor de Ja angustia inconsciente, su camuflaje por formaciones psiquicas y por rasgos de caracter que parecen por com- pleto asexuales son la causa de que no se logre aproxi- marse con los solos argumentos de la razén, a esos * Para el conocimiento de estas relaciones es particularmente instructivo el libro del nazi Ernst Mann, La moral de fa fuerza {Die Moral der Kraft). 78 WILHELM REICH estratos profundos de 1a personalidad, El alcance de esta constatacién pare Ia politica sexual préctica seré exami- nado en el tiltimo capitulo. El combate consciente y aquel otro, mucho més importante, que es inconscfente contra nuestras propias necesidades sexuales no puede ser abordado aqui detalla- damente, en cuanto a suimportaneia para la transposicién del modo de existencia material de los hombres en los distintos modos de pensamiento metafisico y mistica, Mencionaremos tan sélo uno de estos modos de pensa- miento que es tipico de Ia ideologia nacional-socialista. Encontramos siempre la enumeracién de una seri honor personal, honor familiar, honor de ta raza, honor del pueblo, Serie que esti erigida Igicamente segtin el orden de sucesidn de las ctapas de fa formacién individual de Ja ideologia, ignora solamente al terteno econdmico. sociolégico: el eapitalismo 0, Hegado el caso, ef triarcado- la institucién del ‘matrimonio la represién sexual~ el combate personal contra nuestra propia sexua- lidad - el sentimiento compensador del honor personal, etcétera, El iiltimo punto de la serie ¢s la ideologia del «honor del pueblo». Esta coincide con el nticleo alectivo del sentimiento nacional. Pero su comprensién pide una deduecién mas pausada, El combate contra la sexualidad de los nifios y adoles- centes mantenido por la sociedad patriarcal y el combate, que depende del otro, en cl yo personal, se desarrollan en el marco de la familia, que se ha revelado hasta el presente como la mejor institucidn para conducir este combate @ buen fin. Las exigencias sexuales empujan naturalmente a todo tipo de relaciones con el mundo, a un contacto intimo con él, siendo muy variados los contenidos y las formas. Si son reprimidas, no queda otra posibilidad que Ja de manifestarse en el estrecho ambito de Ia familia. La inhibicién sexual es la base del agrupamiento familiar de los individuos, como es Ia base de la conciencia indi- vidualista de la personalidad. Debemos considerar estric- LA IDEOLOGIA DE LA FAMILIA 79 tamente que los comportamientos metafisicos, individua- listas, sentimentales, con respecto a la familia, son tinica- mente las diversas facetas del tinico y mismo proceso fundamental de negacidn de la sexualidad, mientras que cl pensamiento materialista, vuelto hacia la realidad, no mistico, adopta una actitud mis libre respecto a la familia y manifiesta al menos indiferencia hacia la ideolo- gfa sexual burguesa. Es de gran importaneia que la in- hibicidn sexual sea el medio de ligar a Ta familia, que la obstruccién del camino que conduce a la realidad sexual del mundo transforma el nexo biolégico original del nifio con la madre y también de Ia madre con sus hijos en fijacién sexual o inextricable y en una ineapacidad de contraer nuevos nexos *. Lo que acta en el centro del nexo familiar es el nexo con Ia madre. Las representa- clones de la patria y de la nacién son, en su nicleo subjetivo- afectivo, represeniacién de la madre y de ta familia, Para la burguesia, la madre es la patria del nifio, y Ja familia su «nacidn en miniatura». Se comprende ast por qué raz6n el nazi Goebbels ha elegido, para ponerlas como epigrafe a sus diez mandamientos en el calendario popu- lar nacional-socialista de 1932, seguramente sin conocer relaciones més profundas, las siguientes palabras: «La patria es la madre de tu vida, no lo olvides». Para la «Fiesta de las madres», en 1933, podia leerse en Angriff: «Fiesta de las madres. La revoluciéa nacional ha barrido todo lo que era mezquino. Las ideas gobiernan de nuevo y gobiernan a todos a la vez —familia, sociedad, pueblo—, La idea de la fiesta de las madres tiene como objeto honrar a lo que simboliza la idea alemana: jLa Madre alemana! * BI ecomplejo de Faipor, que descubrié Freud, no es por tanto, causa sino mis bien consecuencia, de 10s limites socisles fijados a la sexualidad del nifo. Y los padres, siempre de manera ineoasciente, le hacen adoptar fos puntos de vista de la Iglesia y de fa clase dominante, 80 WILHELM REICH En ninguna otra parte mis que en la nueva Ale- mania se otorga esta importancia a la mujer y a la madre, Ella es el guardiin de la vida familiar donde germinan las fucrzas que deben conducit 4 nuestro pueblo nuevamente hacia lo més alto. Ella —La Madre alemana— es la tnica deposi taria de la idea del pueblo aleman. ‘Ser alemdn* estd eternamente ligado al concepto de fa ‘madre’. dExiste cosa alguna que pueda unirnos. mas estrechamente que la idea de una comin venera- cién de la madre ?» Lo mismo que estas frases son falsas desde el punto de vista econémico y social, logran alcanzar su objetivo desde el punto de vista ideoldgico. El sentimiento nacio- nal es, por consiguiente, Is proloagaciéa directa del nexo familiar y unde sus raices como éste a fin de cuentas en la fijacién * a la madce. Esto no puede interpretarse biolgicamente, ya que este nexo con la madre ¢s al des- arrollarse como nexo familiar y nacional, un producto social, En la pubertad dejatia lugar @ otros nexos —espe- cialmente a las relaciones sexuales adultas— silos limites sexuales fijados a la vida amorosa no lo perpetéan, Unicamente en esta perpetuidad socialmente establecida €s donde se convierten en la base del sentimiento nacional del hombre adulto, es Unicamente entonces cuando se transforma en una fuerza social reaccionaria. $i el pro- letariado desarrolla opiniones nacionales considerable- mente menos acentuadas, comparadas con las de la pe- quefia burguesia, esto debe atribuirse a su modo de existencia social diferente y por consiguiente a su modo de existencia familiar mucho més libre. Que no se nos haga ahora timidamente el reproche de biologizar Ia sociologia, ya que no hemos olvidado en ningén momento que este modo distinto de existencia * Es decir, un nexo nunca disuclto, anclado en el inconsciente. LA EOLOGIA DE LA PAMILIA 81 familiar del proletariado esté é mismo condicionado por la posicién de éste en el proceso de produccién del capital. Debemos, sin embargo, plantearnos la cuestién de saber por qué el proletariado es especificamente accesible al internacionalismo, y por qué la pequefia burguesia, por el contrario, se inclina tan fuertemente hacia el nacionalismo. A nivel de la situacién econémica objetiva no puede establecerse el factor que les diferencia mis cuando se hacen intervenir Tas relaciones, descritas anteriormente, entre su economia y su existencia familiar. No de otro modo. No es exagerado decir que In repug- nancia notable de muchos tedricos marxistas a considerar Ja existencia familiar como un factor equivalente, en lo que concierne a la fijacion del sistema de la sociedad, incluso decisive de la formacién de 1a ideologia, debe atribuirse a sus propios nexos familiares, Nunca se re- saltara lo bastante ef hecho de que el nexo familiar en la sociedad de clases tiene Ja mayor intensidad y la mas fuerte carga afectiva *, La unidad esencial de la ideologia familiar y nacional puede proseguirse mas adelante. Las familias estin también delimitadas las unas respecto a las otras como las hg oh mse oo a gop Ge gaan al somes Sg ot ie tee on ere facial nate on ets Se mr rolfoe ea 3 pens coca ic ‘ 82 WILDELM. REICH naciones de régimen capitalista. En ambos casos, las bases son en diltima instancia los méviles sociales. La familia del pequefio-burgués (funcionario, pequefio em- pleado) esti sometida a la presién constante de las nece- sidades alimenticias y otras preocupaciones materiales. ‘La tendencia a Ja expansién econémica de las familias numerosas pequefio-burguesas reproduce asi Ia ideologia imperialista: «La nacién necesita espacio y alimentos». Esta es la razén por la cual el pequelto-burgués debe ser particular y facilmente accesible a la ideologia imperia- ista. Puede identificarse completamente con la nacién que piensa en términos de persona, De este modo el imperialismo objetivo del Estado se reproduce ideold- gicamente en el imperialismo subjetivo de la familia. Algunas frases de Goebbels, extrafdas del folleto «Los portadores malditos de la cruz gamada» (Eher-Verlag, Miinich; pigs. 18 y 16) son interesantes; las escribié para responder a la pregunts de saber si el judio es 0 no un ser humano: «Si alguien da un latigazo a tu madre en pleno rostro, acaso vas a decirle: Muchas gracias. ;7Es €1un ser humano también ?1 {Eso no es un ser hu- mano; es un moustruo! jCudntas cosas peores atin no ha hecho el judio contra muestra madre Alemania (subrayado por W.R.) y tio hace hoy Gia! FI (el judio) ha corrompido nuestra raza, podrido nuestra fuerza, minado nuestras costum: bres... El judio es la encamacién del demonio de Ia degeneracién... Comicnza a ofrecer a los pueblos en holocausto.» Debemos conocer el significado de la castracién como castigo de las faltas sexuales y del deseo sexual, debemos interpretar el segundo plano psico-sexual de los fantastnas del asesinato ritual asi como del antisemitismo en general, y ademds evaluar correctamente el sentimiento de culpa- LA IDEOLOGIA DE LA FAMILIA 83 bilidad sexual y fa angustia sexual del hombre pequefio- burgués, para poder juzear cémo tales frases, redactadas de forma inconsciente por ef autor, acttian sobre la vida afectiva inconsciente del lector que pertenece a la masa. Ahi se encuentra la raiz del antiseminismo de los nacional socialistas. {Serian, pues, tan sélo acciones de mistifica- cién? Desde Inego, también existe mistificacién. Pero al mismo tiempo se ha olvidado fécilmente que el fascismo, ideolégicamente, es el coletazo de una sociedad agoni- zante tanto desde el punto de vista sexual como econé- mico, que se revuelve contra las tendencias dolorosas pero decididas det boTchevismo a la libertad tanto sexual como econdmica, una libertad tal que simplemente con imaginarsela el hombre burgués se ve invadido por una angustia mortal. Esto significa: que con el establecimiento de la libertad econémica por el comunismo se instaura una abolicién de las viejas instituciones ideoldgicas culturales, y particularmente sexuales, de las que tanto el hombre burgués como el proletario —en tanto que ve las cosas a través de un prisma burgués— se han alimen- tado. Particularmente, el miedo a ta «libertad sexual», que aparece en las representaciones del pensamiento burgués como el caos y Ia depravacién sexuales, se mani- fiesta reprimiendo la aspiracién a guedar libre del yugo de la explotacin econdmica. No ocurriré asi mis que en el tiempo que perdure esta representacién del caos sexual. Y tinicamente perdura porque estas cuestiones tan decisivas no estdn claras para las masas. En éstas, Ja politica sexual se sitta completamente en el centro de la politica. Y cuanto més avance la fase de desarrollo del capitalismo, mas se extendera y_profundizar’ el aburguesamiento ideoldgico del proletariado, y por tanto, el trabajo revolucionario en el frente culturai, el trabajo politico-sexual que constituye el néicleo central, a nuestro modo de ver, adquiere una importancia decisiva. En esta combinacién de hechos econdmicos © ideolé- gicos, la familia burguesa aparece como el primer y 84 WILHELM REICH principal Jugar de reproduccién del sistema capitalista, ‘© mejor alin, del sistema de economia privada, como la fébrica de su ideologia y de su estructura. Por esto, Ta adefensa de la familia» es el primer mandamiento de la politica cultural reaccionaria, Fundamentalmente, todo esto se oculta ideoldgicamente detris de la pomposa consigna de «defensa del Estado, de ta cultura y de la civilizacién», En un manifiesto electoral del N. S.D. A. P. para la eleccién presidencial de 1932 (Adolf Hitlers Mi programa), se dice: «La mujer es por su naturaleza y destino la compafiera de la vida del hombre. Pero Ios dos son no solo compaferos de una vida, sino también camaradas de trabajo. Lo mismo que el desarrollo econdmico de los milenarios transformé las esferas de trabajo del hombre, transformé légicamente también el ambito de trabajo de Ia mujer. Mas alli de la obligacién al trabajo comtin, esté todavia, por encima del hombre y de la mujer, el deber de perpetuar al propio hombre. En esta misién de conjunto, sus dones particulares, otor- gados a ambos por la providencia en su eterna sabiduria de forma inmutable, encuentran asi sus Fundamentos. La més alta trea asignada a los dos compaiieros de vida y camaradas de trabajo es, por tanto ef hacer postble la formacién de la familia, Ste destruccién definitiva significaria el fin de toda la humanidad superior. Por muy ampiias que puedan ser las esferas de actividad de la mujer, el objetivo final de un auténtico desarrollo orgdnico y légico debe encontrarse siempre en la formacién de fa familia, ES la mas pequefia, pero Ia mds preciosa wnidad en la organizacién de toda la estruc- tura del Estado, El trabajo honra a la mujer tanto comoal hombre; pero el hijo ennoblecea la madre,» LA IDEOLOGIA DE LA FAMILIA 85 En el mismo manifiesto se dice, bajo el titulo EI saludo del campesinado significa el saludo de la nacién alemana: «Veo en el mantenimiento y en el fomento de un campesinado sano la mejor proteccién contra las enfermedades sociales asi como contra la decadencia racial de nuestro pueblo.» No debemos en ningiin momento olvidarnos del nexo familiar tradicional del campesinado si no queremos caer en un error. Continuemos: «Creo que un pucblo, para edificar sw resis- tencia, no debe séto vivir segiin consideraciones racionales, sino que tiene necesidad también de una estabilidad espiritual y religiosa. La intoxica- cién y Ia descomposicién del cuerpo del pueblo por las manifestaciones de nuestro bolchevismo cultural son casi mas devastadoras que la accién del comunismo politico y econémico.» Al ser un partido que, como el fascismo italiano, actéa como el defensor de la gran propiedad financiera, el N.S.D.A.P. debe atraerse a las masas del pequeiio y medio campesinado, debe constituirse una base social. Por lo demas, no puede evidenciar, naturalmente, en su propaganda los intereses de la gran propiedad financiera, por el contrario, no puede hacer otra cosa que apelar a las estructuras de los pequefios campesinos, tal y como han sido producidas por la coincidencia de los modos de existencia familiar y econémica. La frase «el hombre y la mujer son camaradas de trabajo», es valida dnica- mente desde el punto de vista de esos estratos de la pe- quefia burguesia. No es valido para el proletariado. ‘Tampoco lo es para los campesinos mas que formalmente, ya que la mujer del campesino es en realidad su sirvienta. Sin embargo, es determinante que Ia ideologfa fascista i i 86 WILHELM REICH de la organizacién jerirquica del Estado esté prefigurada y realizada en la organizacidn jerérquica de la Familia ‘campesina, Esta es una nacién en pequetio y cada uno de sus miembros esté identificado con esta pequetia naciéa, El terreno para la adopcién de la ideologia tan distinta del gran imperialismo, que se fundament particularmente en las leves del capitalismo, estd prepa~ rado de este modo en el campesinado y en cualquier owa parte de la pequeia burguesia, donde coincidan familia y pequeha empresa econémica. Pero nuestra atencién se ha fijado en la idealizacién de la maternidad. {Cudles son las relaciones de esta idealizacién con la reaccién sexual politica ? 5. El amor propio nacionalista En Ia estructura del pequefio-burgués ea tanto que individuo de masas, los nexos nacionales y familiares coinciden, Estos nexos estén particularmente intensifi- cados mediante un proceso que no sélo se desarrolla paralclamente a ellos, sino que, de modo més preciso, Jos conduce. Para la psicologia de masas, el jefe (Filter) nacionalista representa la encarnacién dé la nacién. ‘Unicamente en la medida en que este jefe encarne a la nacién de conformidad con los sentimientos de la masa, puede instaurarse respecto a él un nexo personal. En la medida en que se dedica a despertar en los individuos los nexos afectivos familiares histéricamente preponde- antes, lega a ser a la vez una figura paternal, es decir, que concentra en él todas las posturas afectivas primiti- vamente adoptadas con relacién al padre, severo, pero también protector y representativo (al_menos represen tativo en la representacién del nifio). Con frecuencia se ola a los partidarios del nacional-socialismo, con los que hablabamos del cardcter insostenible, dadas sus contra- LA IDEOLOGIA DE LA FAMILIA 7 dicciones, del programa del N.S.D.A.P.. decie que Hitler lo sabia bien y que encontraria todas las soluciones. Vomios expresarse aqui claramente le postura infantil de busqueds de una proteccién cerea del padre. Mucho mas esencial es sin embargo Ia idenrificacién de los indi- viduos de mases con al pa de una imporcancia decisiva para le tdcrica del parcido revolusionario que intente desligar de sus jefes 2 los miembros de otro partido. Cuanto mayor es el dasamparo efective del individuo de masas a causa de su educacién y se acusa més Ia identificacién con el jefe, la necesidad infantil de apoyo se camufla bajo la forma del sentimiento de formar una unidad con el jefe. Esta tendencia a la iden- lifieacién del hombre pequeito-burgués es el fundamento psicolégico de su narcisismo nacional, es decir, del amor propio (Selbst gefithl) que extrae de la «grandeza de la nacidny. El pequeiio-burgués se encuentra a si mismo en el jefe, en el Estado autoritario; en virtud de esta identificacién, se siente como defensor del «pueblo» (Volkstum}, de la «nacién», lo que no le impide, siempre en virtud de esta identificacién, despreciar al mismo tiempo a la masa y enfrentarse a ella en tanto que in- dividuo. Su situacién de miseria material y sexual esté psicoldgicamente sofocada por la idea exaitante de for- mar parte de la raza de los sefiores y de ser conducido por un genio, hasta tal punto que en momentos privi- legiados no percibe su decadencia completa, su humilla- ion, que hace de él un instrumento privado de significa- cidn y de sentido critico, Frente a esto, est el trabajador que ha llegado a la conciencia de clase, aque! que ha de- Jado fuera de si mismo su estructura pequefio-burguesa © que la ha extirpado mediante Ia formacién politica Y otros medios, aquel que se identifica con la masa internacional de los trabajadores en lugar de con la patria nacional. Se ve a si mismo como jefe, no en virtud de una identificacién, sino de su conciencia de formar parte de la clase necesatiamente en ascenso. {Cules 88. WILMELM REICH son las fuerzas psicolégicas determinantes en la materia? La respuesta no es dificil. Los impulsos afectivos que sirven de fundamento a este otro tipo tan diferente de psicologia de masas son los mismos que entre los nacionalistas. Unicamente el contenido de la excitacién afectiva (Geftiilserregung) es diferente. El impulso a la ideatificacién es el mismo; pero su objeto es el compa- fiero de clase en vez del jefe, Ia propia clase en vez de la clase dominante, fos pueblos oprimidos de la tierra en vez. de la familia. Es el colectivismo que se opone al in- dividualismo, lo que no quiere decit que el trabajador deje de mantener por esto una conciencia de su propia personalidad, lo mismo que en tiempo de crisis el pequefio- burgués individualista se pone a sofiar con el «servicio rendido a la comunidad», con que «el interés puiblico prevalece sobre el interés personal». Pero el contenido diferente de esta conciencia de la propia personalidad hace posible que los sentimientos colectivistas no se enfrenten con los individuatistas en el trabajador, sino que deriyan precisamente de esta conciencia colectiva. Por tanto, es erféneo pensar, como afirman muchas teorias comunistas, que los sentimientos colectivistas se encuentran en oposicién absoluta frente a los sentimientos individualistas. El mismo Marx no lo entendié nunca de este modo Debemos ain preguntarnos cules son los hechos que orientan en el trabajador que ha aleanzado una concien- cia de clase, la energfa de identificacién y de relacién en una direccidn tan radicalmente distinta. A gran escala, desde el punto de vista de clase, esta en primer lugar el modo de produccién colectivo en la fabrica, que forma un coniraste brutal con el modo de trabajo individual del campesino 0 del pequeiio comerciante. Pero como siempre, debemos preguntarnos igualmente sobre este punto por qué medios se traduce de manera diferente este modo de vida diferente. La situacién social es tinica- mente la condicién exterior aunque sea decisiva en pri- JA IDEOLOGIA DE LA FAMILIA 89 mer lugar, la que determina el proceso ideotégico en el individuo de masas. Se trata de explorar las fuerzas mo- trices mediante las cuales tal o cual contenido del mundo politico flega a asegurarse la dominacion exclusiva de la vida afectiva, Una primera cosa es cierta: no es el ham- bre; no es en todo caso el factor decisivo sin el que la revolucién se bubiera realizado ya hace mucho tiempo. Tan susceptible como sea esta constatacién de derribar las representaciones vulgares convertidas en tradiciona- les, es inatacable, Cuando Tos psicoanalistas limitados en materia soci logica explican Ja revolucién a partir de la rebelion contra el padre, se fijan en el revolucionario de los medio intelectuales, en quien este factor es efectivamente deci- sivo. La represién de los nifios por los padres no es menor en la clase obrera, ¢s incluso a veces ms brutal que en la pequeiia burguesia. Pero ahi no reside la cues- tidn. Si queremos responderla, debemos buscar el elemen- to decisivo especifico, y encontraremos éste en el modo de produccién de estas éapas sociales y en la postura res- pecto a la sexualidad que de cllas se deriva. Para prevenir cualquier malentendido dejemos bien claro que la sexualidad se reprime pot los padres igualmente en ¢l proletariado, Mas las contradicciones a las que estan expuestos los hijos de los trabajadores no existen on la pequeiia burguesia, En ésta, advertimos sdlo la represién de Ia vida sexual. Lo que, en esta capa social, se mani- fiesta como actividad sexual que contradice a la moral, no es sino la expresién pura y simple de Ia contradiecin entre el impulso y la inhibicién sexuales. En el caso del proletariado sucede de otro modo. Ademés, Ia ideologia pequeiio-burguesa encierra, de modo mis o menos notorio segiin los casos, sus propias concepciones sextia- les que precisamente son opuestas a las primeras. A esto se afiade Ia contradiccién debida al habitat y a la exis- tencia colectivista en la empresa. Todo ello se enfrenta a la ideologia sexual pequetio-burguesa. 90 WILHELM REICH Por consiguiente, el tipo medio de proletario se dis- tingue del tipo medio de pequefio-burgués por su actitud abierte y natural ante la cuestiéa sexual, por muy con- fundido'y aburguesado que esté por otra parte, Se revela siempre mucho més accesible que el pequedio-burgués tipico a las consideraciones de la economia sexual. Y Io que Ie hace mas accesible es precisamente Ia ausencia de las actitudes que hemos descubjerto en el niicleo de Ia ideologia nacional-socialista y religiosa: la iden- tificacién con el poderio del Estado, con el «jefe su= premo» y con la nacién, Esta es la prueba de que los elementos centrales de la ideologia nazi son del orden de la economia sexual. Ambas cosas, es decir tanto la ideologia nacionalista como la economia sexual especi- fica, estin evidentemente determinadas en iiltima ins- tancia por la diferente situacién de clase, En cuanto al hecho de que, a consecuencia de su economia individualista y de la empresa del aislamiento familiar, el pequefio campesinado llega muy dificilmente a la conciencia de su situacién de clase, la que en cambio ¢s muy fécilmente accesible a la ideologia de Ia reaccién politica y que es Ia causa del conflicto existente entre la situacién social y la ideologia ; es un aspecto sobre el cual ya hemos hablado anteriormente, Caracterizado por un Patriarcado de los més estrictos y por la moral que le corresponde no desarrolla sino formas proletarias —aun- que totalmente desfiguradas—en su vida sexual. Como en el proletariado —y en oposicién a lo que ocurre en la Pequefia burguesia—, la juventud campesina tiene una temprana experiencia de las relaciones sexuales; pero a causa de la estricta educacién patriarcal, esta experiencia es brutal o esté muy perturbada; la vida sexual se prac tica a escondidas, la frigidez de las jévenes es Ja regia general, Ios crimenes sexuales y los celos mas brutales as{ como la servidumbre de las mujeres son los fendmenos sexuales tipicos del medio campesino. La histeria no abunda en ninguna parte tanto como en el campo. El LA IDEOLOGia DE LA FAMILIA aL matrimonio es, de acuerdo con tos imperativos econémi- . tivo ultimo de la educacién. Saari de los trabajadores industriales hemos asistido en el curso de los tiltimos decenios a un proceso ‘deoldgico que puede observarse en su estado puro en es0 {que se llama Ia aristocracia obrera, pero que no ha al- canzado menos a los trabajadores medios. Se trata de lo gue se ha dado en lamer el aburguesamiento del pro- Tetariado en la época de la democracia burguesa. Para comprender por qué medios puede penetrar el fascismo en Ia clase obrera, aunque sea muy tardiamente, en ge- neral cuando la pequefia burguesia se ha constituido ya como Ia base de masas, hace falta seguir paso a paso el proceso ideoldgico que se efectiia en el seno del prole- tariado en el paso de la democracia burguesa a las fases preparatorias de los decretos-leyes, de la eliminacién del Parlamento hasta la dictadura fascista declarada. 6. Aburguesamiento ideolégico del proletariado El fascismo penetra en los trabajadores por dos ca minos: of cauce de eso que se Hama el wlumpen-proteta~ fiado» (todo va en contra de esta formulacién) gracias a una corrupcién directamente material, y por el cauce de Ia o a la nacién, La creencia en una «raza de sefiores» se convierte en el resorte mas poderoso tanto de Ia vinculacién de las masas nacional-socialistas al «Filhrer»> como de la base psicolégica del enrolamiento libremente consentido. Ademds, lo que desempefia un papel decisivo, es la identificacién intensa con el «Fiihrer, 108 WILHELM REICH En su dependencia psiquica, cada nazi se considera un spequetio Hitler», Pero lo que nos interesa actualmente €5 la base material de estas actitudes fundamentales, Hace falta deseubrir las funciones energéticas que, con: dicionadas ella mismas por la educacién y toda la atmés- fera social, transforman hasta tal punto las estructuras humanas que pueden desarrollar tendencias reacciona- rias tales que, gritando hasta enronquecer su ansia de libertad, no hagan ms que reforzar las cadenas que les than sido puestas, que no sientan, en su total identificacién con el «Fuhrer», Ja afrenta que se les hace al designarlos como «sub-homiresy, Si dejamos a un lado la ceguera que proviene de la fraseologia ideolégica, si determinamos su contenido afective y sabemios relacionarlo convenientemente con los puntos de confluencia ideoldgico-sexuales del proceso de formacién de las ideologias, lo que nos asombra en primer lugar es la asimnilacién estereotipada de la expre- sidn «envenenamiento de la raza» con

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