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La cada

Buscar la pulpa del fruto


en el brillo de un ojo
gozne de aquella infinidad mnima
que alumbra tenuemente la pieza vaca
como un detective palpando la oscuridad
de una ciudad nocturna.
Pjaros que pasan y se llevan el viento
voces que caen y se duermen
cardmenes de cometas insomnes
como linternas iluminando la noche.
Cruzan autos y lneas de nen rojo. La mujer que nos mira cinematogrficamente hace gi
rar una llave en una cerradura de esa casa que conocemos de alguna otra parte. N
adie est despierto. El mundo se nos antoja una ficcin que caminamos, solitarios, a
teridos, extraviados, transidos por esta necesidad de hallarnos y encendernos co
mo antorchas.
Las voces que caen miran
la sed
del vaco.
Nada despierta, es un crculo. Llega una carta desde el pasado: hemos muerto. Llor
amos, quebrados, en sus brazos. Quin es en verdad? Nadie, responde. De pronto esta
mos solos y la cama est vaca. EL SOL NO EXISTE. Ella tampoco, todo lo hemos soado:
el mundo es una gota que cae infinitamente.
Poblaciones enteras ruedan
aplastadas por sus pestaas.
Un loco grita en la calle
y todos los cuerdos esconden el odo
y todas las cuerdas
atan
su miseria regular.
Ante todos los altares yo digo
que no hay Dios alguno
la cruz est vaca
y todos los corderos van de rodillas al matadero
a ser degollados por la nada.
Fotos viejas de las nuevas estrellas
mapa de cualquier camino
no estoy tan triste si de verdad existe
un lugar cualquiera
donde sea primavera
donde lo que sueo me suee a m.
El canto de sus muslos
tibios de tierra
pasto para las estrellas.

Llueve.
Al caer
despertamos.

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