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180 EL hombre, imagen de Dios gue se dieron en la prepaacn det ibid de lean tomedints de 3, Examinar la exph del in que da K. Raxinen sobre en P, Overutack-K, Ranner, Das Problem der Hominiza- Freiburg. 1961, 79-84, icionista sobre el ori las especies vivientes mis profundas inidas por vinculos de descendencia con las especies desde la inferiores, de formas que hay un trnsito con fera, a través de la biosfera, hasta la hor id de aceptar el evolucionis al origen del hombre, esta. précticamente abandonado ya tanto la postura «iundamental la «concordista», que busca en formes con las nuevas teorias ci 258 Sin embargo, el conocimi serva una funcién en la construccién de Ia antropologia teo- [égica: a) Es necesario conjurar cualquier clase de escisién en la conciencia cristiana entre ciencia y fe, como si fuese po- mantener por la fe lo que la ciencia demuestra que es ues bien, semejante es- i ando que el «lixismo» no esté unido con la fe, sino positivamente explicando emo la doctrina revelada puede pensarse dentro de una perspecti- vva evolucionista (cf. n. 268), historia de esta controversia, cf. C 303-313. 259 260 Origen de ta vida bumana 181 b) La misma controversia constituye un ejemplo tipi- co del método con que hay que resolver los conflictos en- yn respectivamente teorias te resultado teolégico no jucionista, Aun cuando las ciencias abandonasen algiin ‘explicar el origen de las especies la inteligen gma no excluye semejante teoria, fuere el valor intrinseco de la misma. En efecto, gracias a la controversia evolucionista ha quedado bien claro que 1a re- velacién no suple a los conocimientos paleontolégicos sobre el hombre, sino que natra los origenes del hombre mediante Jos esquemas culturales del tiempo, para ensefiar Ia situacién del hombre en relacién con Dios, con Ia comunidad humana y con el mundo material. RYEI Génesis La reflexién teolégica sobre Gén 1-2 presup6ne la textual, In investigacién sobre las fuentes y el género litera- rio del texto, las cuales se han visto notablemente enrique- cidas en estos dos iiltimos decenios ®. Gén 1-2 narra de dos maneras diversas el origen de la humanidad. En la narracién rigua, (Gén 2,4b-24. mbre es forma- do de la tierra y sacada del cuerpo de reciente, presenta a crea con su palabra al hombre y a la mujer segxin su imagen (Gén 1,27). Al tedlogo le toca resolver la cuestién de cudl es lo afirmado en estos textos que pida nuestro asentimiento de fe. El problema tiene que resolverse con el andlisis del gé- neto literario de las dos narraciones. Puede resultar inconveniente llamar «mitos» a estas na- raciones. Efectivamente, los no-especialistas designan ordina- metodoligica del tedlogo ante el nacimiento a 182 EL hombre, imagen de Dios riamente con esta expresién las fabulas poéticas referentes a fas aventuras de los dioses y de los héroes, carentes de toda verdad, lo cual no se puede decir evidentemente de nuestro Por el contratio, para los estudiosos de la etnografia josa, «mito» significa més bien una narracién dram: través de la cual se quiere expresar una verdad «meta- ica», una verdad que vale en todas partes y en todos Jos moment jen, Gén 1-2 ha sido colocado como procmio de un libro en donde se nos refieren las gestas de Dios en favor de Israel, a través del pata centrar la historia en su punto de de esta manera la cigen de la humanidad no nos ha sido dado a conocer por ‘medio de una revelacién directa, hecha al hagidgrafo (no se janzas tan notables que tiene idependient ismo). Tampoco podemos pensar en una permanenci revelacién primitiva (sabido es c6mo el mismo Isra conocié en las etapas anteriores a su desarrollo cultural-re- joso una cosmogénesis no estrictamente monot Por siguiente, las narraciones genesfacas son una «ctiologta sapiencial», por medio de la cual sé explica la condicién ac- tual de los hombres a través de una reflexién que se remon- im, que reine etiolégico, de Israel en el des- mesopotimicas, pre- sapiencial ¢ histéri tierro, como respuesta a las cosmogé tenden expresar el fruto de su refl a doctrina teolégica no solamente no es cexpresada con férmulas conceptuales, sino que ni siquiera se hha de pensar que los autores tuviesen anteriormente una tcorfa que quisieron expresar después por razones didécticas, rio «popular». Se trata de al modo de los grie- gos en térmi sabiamente organizado, segiin la forma mentis semi Por eso mismo, la narracién genesiaca en tanto es una re: jén de una verdad que exige nuestro asentimiento, en 262 Origen de ta vida bumana 183 cuanto que afirma lo que puede sacarse de una meditacién que se remonta a las causas de la ext cia actual, con- {mplada e interpretada a la luz del Espiritu Santo. Todo lo emis pertenece al instrumento noético, mediante el cual la Verdad encontrada se concibe y se expresa, también «en el Espftituy: esta es la rnzén de que los redactores defini no se hayan preocupado de aclarar las faltas de armonfa tentes entre las diversas partes de la narracién (creaci dao acustica, produccién simulténea o sucesiva de los se- Sos, ete.), Coneretamente: en Gén 1-2 se afirma, en relacién on la hominizacidn, que la humanidad en su realidad psico- fisica y bisexual ha surgido por Ia accién de demis especificaciones sobre el modo con que ha tenido oti- gen la umanidad no son més que representaciones dramé- ticas y pintorescas de la verdad. Temas de estudio 1. Leer Ia exposicién de G. von Rav, Théologie de Ancien rent, 1. Geneve 1963, 123-126 sobre cl «lugar teoldgico del testimonio. sobre la creacién», y reflexionar sobre 1a funcién antro polégica de la narracién de la creacién del hombre, CObservar en qué sentido puede bablarse de «mitos» en Gén Tes 3. Exam algin sentido hablar de una «etologia i= gue, ding, ue in sabre smo», acti intenta descu- fan cletifics de hoy 4, Preguntarse_ qué ‘rina. genesfaca dk brit en la Biblia Ia prefiguracién de las teotias cient L. McKenzie, Myths and R 2 P. Rossa 321334. Dwreiy, Dictionnaire Bibligue. Tournai 1964, 213. 184 EL hombre, imagen de Dios ¢) Desarrollo doctrinal No hay duda de, que los Padres y los tedlogos, hasta tiempos muy recientes, han pensado siempre que los prime- ros hombres fueron creados inmediatamente por Dios. La interpretacién «fixista» de los origenes de la humanidad, pesar de todo, no puede decirse que pertenezca a ta el siglo 21% Ia explicacién fixista no tenia ot no podian que suponga la interrupcién de la cadena de causas segundas. El concepto del concurso creativo de Di elaborado anteriormente, puede también desarrollarse ps explicar la hominizacién y en general la evolucién de las es- inferiores a las especies superiores. Dios acta, no pa- ‘© sucesivamente con la accién del organismo ge- wvés de ella; no supliendo una causalidad ido precisamente que el organismo ge- wr una causalidad que supere su propia capacidad natura Dios, con su concurso evolutivo, obra no sélo como cau- sa primera (haciendo que la criatura actie, permaneciendo en el plano de su propia ese ino como causa princi (clevando a la causa creada para’ que produzca efectos des- AAS 33 (1941) 506-507. Origen de ta vida bumana 189 proporcionados a la a hominizacién, se intervencién cate como uno de tantos diados por la genéi ‘dentro del esquema de la coope- racidn entre la causa principal y a causa instrumental (n. 254), ¢s decir, como una causa transcendental que pone toda la se- rie de causas segundas. La teoria de semejante influjo divi- no se extiende generalmente a todos los «saltos» en que apa- rece una nueva especie, més atin, a todos los casos en que se realiza una variante que prepara o que dispone el brotar de tuna nueva especie, Por consiguiente, en la produccidn de es- tas variantes no se cde manera univoca el concepto rmetafisico de generacién (entendida como trasmisién de los ‘mismos caracteres hereditatios). Los organismos generantes son instrumentos de una accién divina que, desde las formas ‘més primitivas de la vida, va empujando a evolucién hacia su cima més alta, esto es, el organismo humano. ). La accién divina, necesaria para , por consiguiente, no como una Conviene advertir que la verificacién de esta explicacién no puede ser precisamente controlada por las ciencias expe- rimentales. Las ciencias describen solamente los fenémenos y sus mutuas conexiones: descripcién que es respetada y has- ta utilizada como base de las reflexiones filos6fico-teolégicas ue buscan su explicacién meta-fenomenoldgica. Sélo el razo- namiento puede descubrir que es siempre necesario en cidn de las causas creadas el concurso ordinario de cuando un organismo inferior produce un organismo perte- neciente a una especie superior, se requiere un concurso evo- Iutivo; y que, finalmente, cuando aparece una nueva perso- na humana, se verifica un concurso creativo. Estos diversos ‘econcursos» no se distinguen evidentemente uno de otto, en enanto que son acciones divinas, sino tnicamente en rela- cidn con el efecto producido; por eso, en la hominizacién no hemos de imaginarnos que Dios haya concurrido con tres in- tervenciones distintas paralelas, sino con una sola accién, que tuvo como efecto el paso de la biosfera a la noosfera. El sentido teol6gico de la ex rigen de la humanidad es, por consiguiente, ante todo una 190 EL hombre, imagen de Dios explicacién mas conereta de la condicién creada del hombre (c. 1). Efectivamente, una vez supuesta la evolucién, el hombre depende de Dios no sélo en cuanto que forma parte de un universo que ‘continuamente y de forma acti «puesto» por Dios, sino también en cuanto que la ap: ie individuo se debe a una accidn espe hominizacién sirve también px (c. 3). Los diversos grados de partici tia de Dios, hasta llegar al hombre, se distinguen no sélo sincrénicamente (como seres més 0’ menos perfectos,, col cados estéticamente uno al lado del otro), sino tam crénicamente (en cuanto que son realizados progresivamente de tal manera que 1a cima del universo aparece cuando los Grdenes inferiores han sido anteriormente lamados a la exis tencia), Los estratos inferiores del universo le «sirven> hombre como a su fin, no s6lo como un ambiente en el que tiene que vivir, sino ademas como instrumentos a través de los cuales Dios hace brotar al hombre. Esta en plena armo- nfa con la ereacién evolutiva el hecho de que la sumisin det universo a Cri srmino y fin de la obra creadora (cf. 2) se re ién como «punto omega» de toda Ja evolucién (1 Cor 15,24-25). La doctrina expuesta sobre la hominizaciés ciones muy estrechas con la dimensin histori (cf. c. 5). La historia humana esté insert texto de la evolucién universal: el nexo Jo constituye la ac- cién divina que, adapténdose siempre a la naturaleza de Ja criatura, mueve de diversa manera a cada una de las ‘éndolas progresar hacia el fin vltimo de la creaci Efectivamente, hay un solo concurso divino que es respect vamente evolutivo, creativo, sanante y clevante, que mueve al hombre, imagen de Dios, desde la nada, a través de la bi Ja diferencia entre la historia natural te por una causalidad necesaria, y 1a de opciones libres (n. 157). Pero no debemos olvidar la 275 276 Origen de ta vida bumana 191 dad que se extiende también a la misma historia de ién (n. 171), ya que es el mismo Dios el que suscita, sostiene y eleva In cooperacién necesa- ria'y libre, natural 0 sobrenatural de las criaturas en la uni- versal historia cdsmica. Una de las razones que sirven para txplicar el extraordinario entusiasmo que ha suscitado el teilhardismo es que ha sabido poner de relieve la unidad del devenir cdsmico, poniéndolo precisamente bajo el signo de Cristo. Finalmente, la teorfa expuesta sobre la hominizacién, en- sancha los cuadros de la socialidad humana (cf. ¢. 7). La, ver- dadera y auténtica socialidad esté ciertamente restringida al ‘grupo de personas que, por ser «semejantesy, esti destina- Gas de manera especial a servir de «ayuda» murua. Pero tun sentido més amplio la exigencia de ayuda y el empuje hi dda el compromiso constructivo se extiende a todo el uni $0. Todos los seres creados son solidarios entre sf, haber brotado de 1a misma materia primordial Dios son «trabajados» por Dios, para que vayan construyen- do progresivamente la armoniosa multiplicidad del universo, Coronada por el reino escatolégico. El hombre tiene, por ¢0 fnismo, una cludadania universal, c§smica, que se, realizard tanto mejor cuanto con mayor libertad se adhiera a la energia {que lo mueve y lo une todo en el universo en evolucién, y que es en ultimo término el Espiritu creador. Temas de estudio segin la cual 1a evolucién es 1. Valorar tuna conelusiéa 2. Profundizar en ela con la ayuda de J. DE FINANCE, 258.266, 5, Preguntarse si el concurso evolutive, puede verificarse tam- bién ‘en el origen de los primeros vivientes *. tcurso_evolutivo, sé, Paris 1955, = GLP, Sctioonesens, El mundo de Dios en evolucién. Car los Lohlé, Buenos Aires 1966, 27-39. : "CE. C'529.330 y F. SELVAGGI, Il problema filosofico dell’evo- Iuzione: Probiemi delle origini. Roma 1966, 307-315. 192 EL hombre, imagen de Dios 4, Examinar ta tcoria sobre las ados fases de Ia evoluc6 A. HotsnoscH, Storia della creaziones, storia della salvez a sae 4, oe storia delle sloecea Ftenae 5. Estudiar la unidad cristocéntrica de la evolucin eGsmica vendo a P.Suorpeas, Ls wnton de Telberd de Chodin DDB, Bi bao 1967, capitulo 5. Hs EI problema del monogenismo puede plantearse de esta maneta: las personas humanas, que componen la humanidad actual, ¢descienden todas ellas de un sinico padre, 0 no? No se trata, pues, de la existencia de «preadamitas», es decir, de uuna humanidad existente antes de que Ia tierra’se viese | blada por Ja humanidad actual. Ni se trata tampoco sola te del «monofiletismo», 1a descendencia de todos los hom- bres de una sinica estirpe, 0 sea, de un grupo de seres que traspasaron més o menos paralelamente el umbral de la ho- minizacién. La palabra «monogenismo» en teologia tiene un significado distinto del que tiene en las ciencia el trasformismo dnfrahumano no se verifica en it ssparados sino en pobacines, el monogensmo teolégico que se refiere a un solo padre, no tiene nin; dad desde el punto de vis poe terminologia nogenismo: ica mas bien lo que en teologia se denomi- 4 monofiletismo, mientras que

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