Rosa Montero y Pedro Almodévar:
misetia y estilizacién de la movida madrilesia
Javier Escudero
The Pennsylvania State University
En opinién de Victor Fuentes, Barbara Morris y Kathleen Vernon
la versién mds visible del postmodernismo espafiol se presenta en lo que
se ha dado en llamar “la movida”, la cual encuentra su méxima expresign
en las primeras peliculas del director de cine Pedro Almodévar—Pepi,
Laci, Bom y otras chicas del mont6n (1980), Laberinto de pasiones (1982) y
Entre tinieblas (1983). Por lo general, los estudios que han tratado de
definir el vago étmino de “la movida’, con el que se designa un fenémeno
social y cultural que se produce en Madrid entre, aproximadamente, 197
y 1983, han prestado més atencién a las manifestaciones artisticas de este
supuesto movimiento que a la problemética social, vital e individual que
Jo modula.' En lo que s{ parece haber acuerdo, no obstante, es en que “la
‘movida’ se caracteriza por su oposicién a las expresiones culturales de “la
modemidad’: al rechazo de todo compromiso politico y trascendental,
se suma la exaltacién de los géneros populares e, incluso, marginales, con
Ia consiguiente bisqueda de nuevas formas de expresién en el cine, la
miisica, los ebmics, la forografia, la pintura, la moda y el disefio. Sin
embargo, parallegara una mejor comprensién de “la movida’, es necesatio
evaluat ciertos aspectos del momento histérico y social en el que se gesta,
considerando, en especial, el papel primordial que juegan las drogas en su
genesis?
‘A pesar de las evidencias crticas que indican que la novela espatiola
de comienaos de los ochenta se ha contagiado ya plenamente del empuje
posmoderno, resulta muy significativa la ausencia de menciones a la
narrativa en los estudios que han reflexionado sobre las manifestaciones
ardsticas de “la movida’. El andliss de Te ratar€ como a una reina (1983),
de Rosa Montero, permite mostrar cémo esta novela puede estudiarse no
sélo en el contexto estéico eideoldgico de la postmodernidad sino también
en el de “la movida’, Es més, esta obra, que aporta una hicida reflexién
sobre la Espafia de la transicién, se constituye en un documento
‘excepcional que revela las limitaciones que vertebran y, al mismo tiempo,
asfixian la buisqueda vital que caracteriza a “la movida". Por itimo, se
exploran aqui algunas de las coneiones que la novela de Montero tiene
Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies Volume 2, 199848 Arizona Journal of Hispanic Culeural Seudies
con las peliculas de Almodévar, en especial con Mujeres al borde de un
‘atague de nervios (1988), con el propésito de incidir en la estlizacién a la
que Almodévar somete a “la movida” y, también, con la intencién de
cuestionar el supuesto cardeter progresista de ambas obras.
Eduardo Subirats, cuyo andlsis permite una buena comprensién
dela génesis de “la movida’, ha explicado cémo “la apata y el fatalismo”
(208) que caractetizan al “pasotismo” de finales de los afios setenta, se
extiende, poco después de la victoria del Partido Socialista Obrero Espafiol
(PSOE) cn las elecciones de 1982, y “tras un breve intervalo postelectoral
de vitores y entusiasmos” (209), a otas capas de la sociedad que también
smuestran su desencanto politico y social respecto alos avances dela fri
democracia. Es, en su opinién, bajo este clima—y no unos afios antes,
como afirman otros estudiosos—cuando tiene higar un repentino despertar
cultural que trae de la mano la aparici6n de una nueva actitud estética
que se caracetiz por la superacién de “ls discursos politicos intelectuales
de signo critico y reformador” (210). El esteticismo que predomina en
“la movida’, a la vez popular y vanguardista, en la que el artista—que
reemplaza al intelectual—se convierte en un productor de simulacros,
exalta la “banalidad de lo nuevo”, “un hedonismo ‘sui generi
“idencificado con los valores narcisistas del consumo de masas” (Subirats
210). Para este crtico, las expresiones artisticas de “la movida” pueden
dividitse en dos grupos: uno, en el que predomina “la fest", y otto,
mediante el que se expresa una visién desilusionada y pesimista (212)
En mi opinign, se puede profundizar en la dualidad planteada por
Subirats si se relaciona esta actitud, aparentemente anttética, con el origen
del propio tétmino “movida’. A finales de los setenta era sabido en los
ambientes marginales madrilefios que frases como “ir de movida” 0
“hacerse una movida’ aludfan al hecho de ir a comprar hachis.’ Poco
después se comenzé a utilizar el eétmino—“hay movids’, “qué movida!" —
para referise ala existencia de un tipo de ambience en los bars, plazas y
barrios de la capital, en particular para designar aquellos en donde habia
cierta permisividad hacia el consumo de hachis u otras drogas y al que
acudian gente de distinto aspecto y procedencia social. En estos afios de
‘cuférica celebracién de lalibertad recobrada, lajuventud madirleiainunda
con su presencia las calles dela capital—el bario de Malasafia, el Rastro—
dando pronto nacimiento a una agitada vida nocturna. La importancia
que los bares adquieren para los j6venes capitalinos durantela transicién—
Agarsimén, Rock-Ola, La Bobia, Ras—revela la exaltacidn de un tipo de
vida en el que la misic, el alcohol y las drogas, junto al disfrute de una
sexualidad sin compromiso, pasan a un primer plano, Una juventudJavier Escudero 9
desencantada ante los problemas politicos y sociales, con escaso futuro
laboral y, por lo general, de espaldas a toda inquietud intelectual y
spiritual, encuentraen este nuevo hedonismo un escape vital Las palabras
de Fabio McNamara, icono del primer cine de Almodévas,y uno de los
simbolos de la nueva culcura transvestida, eflejan con acierto el cardcter
transgresor y hedonista de las noches del Madrid de aquel tiempo: “lo
principal eta la autodestruccién, el pasoterfo, el trasnochar, la
degeneracién, el vicio, follar cuanto més mejor, meterse todas las drogas
‘que se pudiers? (Gallero 318).
Para entender de una manera més compleja “la movida" no se puede
ignorar el papel que juegan las drogasen su configuracién. En los primeros
aos de la transicién democritica, las continuas alusiones a las drogas en
los cémics (El Vibora, Star), las letras de las canciones ("Vente a Users’,
“Metadona”) y el cine (Arrebato, Entre tinieblas), revela la progresiva
cexaltacién de esas sustancias como un medio ideal paralograr a diversién,
pparaalcanzar un estado de places, mental o corporal, desconocido. Después
de la muerte de Franco, y como lo confitma Juan Carlos Us6, “La euforia
disparé los niveles de consumo de drogas, al tiempo que se propiciaba
tuna imagen cultural positiva de las mismas. Las drogas habfan dejado de
set vehicules, es decit, meros medios, para convertitse en fines” (288)
Pricticamente desaparecida entonces la dimensin de busqueda inicidtica
ritual implicita en las décadas anteriores en su consumo, se produce hora
tuna trivializacién sin precedentes en su uso
‘A comienzos de los afios ochenta, “la movida’ adquiere bajo el
amparo de un grupo de intelectuales y artistas una reformulacién como
movimiento estétco y cultural ala que no es ajena la revista La Luna de
‘Madrid, publicacién que, en opinién de Malcolm Compitello y Susan
Larson, “documented this generation’ effore to transform Spain's cul-
tural landscape in cheir own image. The magazine quickly transcended
the role of scribe and became a promoter and driving force for that cul-
tural shift” (154). Por su parte, la extensi6n a otros sectores sociales y a
otras ciudades de la acttud festiva y hedonista se debe, en parte, al jibilo
popular por el fracaso de la intentona golpista de febrero de 1981 y,
también, ala reciente atencién que los medios de comunicacién prestan
al auge cultural y vial que se vive en Madrid. A partir de 1983, “la movida"
seré patrocinada y oficializada, con fines claramente electorales, por el
alealde de Madrid, el socialistaTierno Galvan, quien impulsa los conciertos
{gratuitos y las fiestas populares, animando a los jévenes a ‘colocarse’. De
igual manera, la despenalizaci6n de fa tenencia de drogas en la reforma
del Cédigo Penal de 1983, realizada por el primer gobierno socialista,