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Ulrich Beck KkkKKKKKK Sobre el terrorismo yD) la guerra P PAIDOS Ponerinae te ‘ten gone rida ne tien rn dears ‘ticpprire tj ur tcknor och eases epoca Sari dee sha por cme mao foe eyes \nfeproeriay a rts nmi» mga Scola uaa agar ops pb Depa nat ova ‘avon carr t-Bu Bares) Impesen Espasa a oa Sumario 1:06 signin esocodad (et riesgo mundlab? 13 1 Terrorismo y guerra 26 neler 36 1. Bstad ysberana ' Perspectiv:portnidates ela sociedad del nage Notas 61 E111 de septiembre de 2001 repre- sentara muchas cosas en la histo- ria dela humanidad; entre otras, el fracaso, el silencio del lenguaje ante aconteci- mientos como «guerra», «crimen», «enemi- go», «victoria» y «terrorismo»: «Los conceptos se deshacen en la boca como hongos podri- dos» (Hugo von Hofmannsthal). La OTAN declaré el «ataque contra todos» pero no se trataba ni de un ataque del exterior ni del ataque de un Estado soberano sobre otro Estado soberano. Asimismo, el 11 de sep- tiembre no representa ningiin segundo Pearl Harbor. Los ataques no iban dirigidos a la ma- quinaria militar de Estados Unidos, sino a ci- viles inocentes. Hablan el lenguaje del odio ge- 8 nocida, que no conoce la «negociacién» ni el «didlogo» ni el «compromiso» ni, por lo tanto, Ia «paz». Incluso el concepto «enemigo» indu- cea error: proviene de una imagen del mundo en la que los ejércitos ganan o pierden bata- las que se sellan con «armisticios» y «acuer- dos de paz». Ahora bien, los atentados terro- ristas tampoco son s6lo un «crimen», un caso para la qjusticia nacional», como tampoco el concepto y la institucion «policia» son apro- piados para hechos cuyos efectos devastado- res son equiparables a ataques militares. La policia no esta en condiciones de eliminar a una cuadrilla de criminales a los que eviden- temente nada atemoriza. En consecuencia, la «proteccién de civiles contra catastrofes» pierde su sentido, etc., ete. Vivimos, pensa: mos y actuamos con unos conceptos anti. cuados que, no obstante, siguen gobernando nuestro pensamiento y nuestra accion. Bs de temer que si los militares, atrapados en este viejo mundo conceptual, responden con me- dios convencionales, por ejemplo, con bom- wo sigui6 una explosién de silencio parloteante y acciones triviales. Para citar a Hugo von Hofmannsthal una vez. mas: «Yano conseguia comprender la realidad con la mirada simpli- ficadora de la costumbre. Todo se me deshacia en fragmentos y éstos a su vez. en més frag- mentos, ¥ ya no podia abarcar nada con un concepto. Las palabras flotaban sueltas ami alrededor, convertidas en ojos clavados en mi ya los que tenia que mirar fijamente».’ Este silencio de las palabras tiene que rom- perse de una vez, no podemos seguir callan- do. Si al menos se consiguiera nombrar el si- lencio de los conceptos particulares, medir la distancia entre el concepto y la realidad y tender con prudencia puentes para enten- der lo que la realidad surgida de nuestras ac ciones como civilizacién ofrece de novedoso, probablemente se ganaria, sino mucho, si algo. En esta conferencia desearia explicar el concepto sociedad del riesgo mundial y, en este horizonte, criticar una serie de concep- tos e intentar redefinirlos: 2 bardeos, el resultado seré contraproducente: se criarn nuevos Bin Laden. Este es, pues, el motivo por el que el ata- que suicida sigue siendo inconcebible ain meses después de ocurrido: nuestra imagen del mundo se sustenta sobre unas distincio- nes entre guerra y paz, milicia y policfa, gue- rray crimen, seguridad interior y seguridad exterior, o entre interior y exterior en gene- ral, ya superadas. ;Quién iba a pensar que la seguridad interior de Alemania, por ejemplo, tendria que defenderse en los valles mas re cénditos de Afganistan? (Otro concepto erré- neo: «defender»! La distincién entre defensa yataque ha dejado de ser univoca. ;Puede de- cirse atin que Estados Unidos «defiende» su seguridad interior en el suelo de otros paises, en Afganistan, por ejemplo? Ahora bien, si todos estos conceptos son erréneos, si nuestro lenguaje fracasa ante esta realidad, ;quées lo ‘que ha sucedido? Nadie lo sabe. Pero, en tal caso, {no seria més valiente callar? A la ex- plosion de las torres gemelas en Nueva York u —primero, los conceptos terrorismo y gue- rra. — segundo, los conceptos globalizacién econdmica y neoliberalismo, y —tercero, los conceptos Estado y soberania. I. ,Qué significa «sociedad del riesgo mundial»? {Qué es lo que tienen en comin aconteci- mientos tan diversos como Cherndbil, las ca- tastrofes climaticas, el debate sobre la gené. tica humana, la crisis fnanciera asidtica yla actual amenaza de atentados terroristas? Todos ilustran esta discrepancia entre len- guaje y realidad que yo denomino «sociedad del riesgo mundial». Aclararé a qué me refie- rocon un ejemplo. Hace unos afios el congreso norteamerica- no encarg6 a una comisién cientifica desa- rrollar un lenguaje o una simbologia que ad- virtiera de la peligrosidad de los vertederos 2 nucleares norteamericanos. El problema que habia que resolver era: zc6mo tienen que ser los conceptos o los simbolos para que al ca- bo de diez mil afios sigan transmitiendo unt. vocamente su mensaje a los que vivan en. tonces? La comisién se componia de fisicos, antro- pélogos, lingitistas, investigadores del cere- bro, psicélogos, biélogos moleculares, arqued- logos, artistas, etc. En primer lugar, tuvo que clarificar una cuestién irrelevante: gexistira Estados Unidos dentro de diez mil afios? A la comisién gubernamental la respuesta le pa- recié evidente: {USA forever! Pero el proble- ma clave, a saber, cémo es posible establecer un didlogo con un futuro mas de diez mil afios lejano, fue reveléndose poco a poco insolu- ble. Buscaron modelos en los simbolos mas antiguos de la humanidad, estudiaron la cons trucci6n de Stonehenge (1500 a. C.) y las pi- rémides, investigaron la historia de la recep- cién de Homero y de la Biblia, discutieron el ciclo vital de los documentos. Con todo, éstos “ de los peligros que hemos generado en el mundo al servirnos de determinadas tecno- logias. El mundo moderno incrementa al rit- mo de su desarrollo tecnol6gico la diferencia entre dos mundos: el del lenguaje de los ries- g0s cuantificables, en cuyo ambito pensamos y actuamos, y el de la inseguridad no cuanti- ficable, que también estamos creando. Con las decisiones pretéritas sobre energia nuclear y nuestras decisiones presentes sobre la uti- lizacion de la técnica genética, la genética humana, las nanotecnologias, la ciencia in- formatica, ete., estamos desencadenando unas consecuencias imprevisibles, incontrolables, incluso incomunicables, que amenazan la vida sobre la Tierra. Pero {qué es lo que tiene de nuevo la socie- dad del riesgo mundial? ,No han estado siem- pre todas las sociedades, todos los seres huma- nos y todas las épocas rodeados de peligros? 4Y no ha sido defenderse de estos peligros lo que ha cohesionado a dichas sociedades? El concepto de riesgo es un concepto moderno. 16 tenian, a lo sumo, una antigtiedad de dos mil aiios, nunca de diez mil. Los antropélogos re- comendaron usar el simbolo de la calavera. Pero un historiador recordé que para los al- quimistas las calaveras significaban resu- rrecei6n, y un psicdlogo hizo el experimento siguiente con niiios de tres afios: cuando los nifios veian una botella con una calavera, ex- clamaban asustados: «(Veneno!», mientras que, si veian la calavera en una pantalla, ex- clamaban entusiasmados: «Piratas!». Otros cientificos propusieron asfaltar lite- ralmente el suelo circundante de los vertede- ros nucleares con placas de cerémica, hierro y piedra alusivas a toda suerte de adverten. cias, Pero el juicio de los lingitistas fue claro: éstas se entenderian durante dos mil aftos co- mo maximo. Precisamente la meticulosidad con que procedié la comisién puso de mani- fiesto lo que caracteriza, revela y hace com- prensible el concepto de «sociedad del riesgo mundial»: nuestro lenguaje fracasa en la mi- sién de informar a las generaciones futuras 15 Presupone que se toman decisiones e intenta hacer previsibles y controlables las imprevisi- bles consecuencias de las decisiones que se to- man como civilizacién, Cuando alguien dice, por ejemplo, que el riesgo del fumador de tener uncéncer es tal y que el riesgo de catastrofe de una central nuclear es cual, lo que quiere decir es que los riesgos son consecuencias negati- vas evitables de ciertas decisiones, unas con- secuencias que, teniendo en cuenta las proba- bilidades de enfermedad o accidente, parecen calculables (y de ahi que no se consideren ca- tdstrofes naturales). Ahora bien, lo novedoso en la sociedad del riesgo mundial es que nues- tras decisiones como civilizacién desatan ‘unos problemas y peligros globales que con- tradicen radicalmente el lenguaje institucio- nalizado del control, la promesa de controlar las catdstrofes patentes a la opinién publica mundial (como fue Cherndbil y ahora los ata- ques terroristas a Nueva York y Washington). Aqui es precisamente donde se halla la explo- sividad politica de la sociedad del riesgo mun- 1" dial: en que tiene su centro en la opinion piiblica meditica, la politica, la burocracia y Ta economia, pero no necesariamente en el Iu- gar del suceso. La explosividad politica no pue- de describirse ni medirse en el lenguaje del riesgo o en las cifras de muertos y heridos 0 mediante formulas cientificas, En ella «explo- tan», si se me permite la metéfora, la respon- sabilidad, las pretensiones de racionalidad, la legitimaci6n que otorga el contacto con la rea- lidad. Pues la otra cara de admitir la presencia de peligros es reconocer el fracaso de las ins- tituciones, cuya legitimidad se deriva de su afirmacién de dominar el peligro. Por eso, el «nacimiento social» de un peligro global es un acontecimiento tan poco probable como dramatico, mas bien, traumético, un aconteci- miento que sacude a la sociedad mundial. En un shock difundido mediaticamente a escala mundial puede reconocerse por un instante que el silencio de las palabras o, segtin un aguafuerte de Goya, que «el suefio de la razon produce monstruos». 18 cin violenta. Asi pues, {cémo es posible ha cer politica en la era de la globalizacién? Mi respuesta es la siguiente: percibiendo la glo- balidad de los peligros, globalidad que funde el aparentemente férreo sistema de la politi ca internacional y nacional haciéndolo ma- leable. En este sentido, el temor engendra una situacién cuasi revolucionaria que, sin embargo, puede aprovecharse de maneras muy distintas. Repetidamente se ha preguntado y discu tido qué es lo que puede unir al mundo. La respuesta experimental era: un ataque de Marte. El terrorismo es un ataque del «Marte interior». Por un momento historico, bandos y naciones desavenidos se han unido contra el enemigo comin del terrorismo global. Precisamente la universalizacion de la amenaza terrorista contra los Estados de todo el mundo hace de la lucha contra el terroris- ‘mo global un reto para la gran politica, en la que hay que fraguar nuevas alianzas entre bandos contrarios, mitigar los conflictos re- 20 Pueden diferenciarse tres dimensiones de peligro en la sociedad del riesgo mundial que desarrollan conflictos diferentes segiin la légica que sigan, que resaltan o eliminan otros temas, que derrocan o entronizan prio- ridades: en primer lugar, las crisis ecologi- cas; en segundo, las crisis financieras globa- les; y,en tercero, desde el 11 de septiembre, el peligro de redes terroristas transnacionales. Estas tres dimensiones de peligro muestran, més alla de sus diferencias, un modelo comin de oportunidades y contradicciones politi- cas propias de la sociedad del riesgo mun- dial: en una era en la que la fe en Dios, la cla- se, la nacion y el gobierno se desvanece, la globalidad conocida y reconocida del peligro se transforma en una fuente de compromi- sos que abren nuevas oportunidades de ac- cién geopolitica. Los atentados terroristas han acercado a los Estados y han hecho que comprendamos mas agudamente lo que sig- nifica la globalizacién: comunidad de desti- no aescala mundial contra afan de destruc- 19 gionales y, de este modo, barajar nuevamente las cartas de la politica mundial. Hasta hace poco, en la accion y el pensamiento politicos de Washington reinaba el propésito de cons- tituir un sistema nacional de defensa anti- misiles. Ahora ya no se habla de tal cosa. Al contrario, parece imponerse la idea de que el més perfecto sistema de defensa antimisiles no habria impedido estos ataques y de que, por lo tanto, la seguridad interior de Estados Unidos no puede garantizarse siguiendo un camino nacional en solitario sino tinicamen: te enel marco de una alianza global. En dicha alianza, las relaciones entre los ex adversa- rios de la guerra fria, Mosctt y Washington, adquieren una posicién destacada. En la so- ciedad del riesgo mundial el unilateralismo estadounidense fracasa. La ambicién nacio- nal y la necesidad de cooperacién pueden fomentarse reciprocamente (un buen hallaz- go para las relaciones de los Estados en la so- ciedad del riesgo mundial), A Estados Unidos le es imposible detener a Bin Laden en una a acci6n aislada de la CIA y el Pentagono con- trael resto del mundo. La sociedad del riesgo mundial fuerza un multilateralismo en el que Rusia cambie el papel de pretendiente por el de cortejado. La decision del presiden- te ruso, ante los desafios del terrorismo glo- balizado, de ponerse inequivocamente al la- do de la modernidad civilizada atacada le ha abierto nuevas oportunidades de poder y de configuracion en tanto que socio importante en lacorrelacién multipolar de fuerzas dela alianza global. En Europa también se desva- necen las oposiciones y crece la conviccion de que el futuro de la democracia y la libertad s6lo puede asegurarse en comtin: jmalos tiem- pos para los euroescépticos! {Buenos tiempos para el ingreso de Gran Bretaiia en el mundo del euro! Sin embargo, esto no puede conllevar el engano de, bajo mano, extrapolar la guerra contra el terrorismo transformandola en una guerra contra el islam, una guerra que no venza al terrorismo sino que lo alimente y 2 lizados pueden reivindicar que los paises en vias de desarrollo protejan recursos globa- les importantes, como las selvas tropicales, y al mismo tiempo reclamar para si mismos la parte del le6n de los recursos energéticos. Ahora bien, dichos conflictos ya sugieren puntos de contacto, pues inciden en que las soluciones hay que encontrarlas globalmen- te, yno por ventura mediante la guerra, sino ‘inicamente mediante la negociacién. De ninguna manera quiere decirse que s6lo haya una respuesta a los desafios de la sociedad del riesgo mundial. Los caminos ha- cia la sociedad del riesgo mundial son tan di- ferentes para los Estados y culturas europeos y extraeuropeos como puedan serlo, y de he- cho son, los caminos desde la sociedad del riesgo mundial. En este sentido, ya hoy se vis- lumbra que en el futuro coexistiran muchas modernidades. Los debates en tornoa una mo- dernidad asiatica o una modernidad china, usa, sudamericana 0 africana no han hecho mas que empezar: Tales discursos evidencian Pa acreciente y, de paso, suprima libertades im- portantes, renueve el proteccionismo y el na- cionalismo y demonice a los culturalmente diferentes, Dicho de otra manera, percibir la globa- lidad de los peligros tiene una doble cara: aparecen nuevas formas politicas para la co- munidad de riesgo y, a la vez, desigualdades regionales entre los afectados por los peli- gros. Por ejemplo, que el derrumbamiento de mercados financieros globales 0 el cambio climatico genere un efecto muy diferente se- giin las regiones, no cambia el hecho de que en principio todos podemos ser afectados y de que vencer los problemas exige esfuerzos politicos globales. Asi, los problemas medio- ambientales globales, como el calentamiento del planeta, fomentan la autopercepcion dela poblacién terrestre (de las generaciones pre- sentes y de las futuras) como una «comunidad de destino». Pero tal cosa no ocurriré sin con- flictos: por ejemplo, el que plantea la cues- tion de hasta qué punto los paises industria- 2 que en la sociedad del ri nopolio europeo de la modernidad esta defi- nitivamente roto. Desde este punto de vista, lacritica extraeuropea radical al windividua- lismo excesivo», a la pérdida de «la identidad y la dignidad culturales», en suma a la «Me- Donaldizacion del mundo» de la moderni- dad, se revela no como un simple rechazo de ésta sino mas bien como el intento de esbozar Y probar otras modernidades que recurran selectivamente al modelo de la modernidad occidental. Elespacio cotidiano de experiencias de la «sociedad del riesgo mundial» surge, pues, no como una relaci6n de amor de todos con todos. Surge de, y consiste en, percibir la miseria de las consecuencias globales de nuestras ac- ciones como civilizacién (da igual si esta glo- balidad de consecuencias se produce a través de la red informativa y teenoldgica, los flu- Jos financieros, las crisis naturales, los sim- bolos culturales, la amenazadora catastrofe climatica o la amenaza terrorista). Es la re- 25 flexividad de la sociedad del riesgo mundial la que, por un lado, quebraré el silencio de las palabras y nos hara dolorosamente cons- cientes de la globalidad en nuestro propio contexto vital y, por otro, daré lugar a nuevas Iineas de conflicto y a nuevos pactos. Lo que ya se ha visto en el caso de los Estados nacio. nales modernos, a saber, que s6lo pueden mantenerse en forma comunicandose perma- nentemente lo que los amenaza, parece veri- ficarse también en el caso de la sociedad del riesgo mundial. Con esto llego a mi segunda pregunta: ;c6- mo cambia el significado de los conceptos «terrorismo» y «guerra» en el horizonte dela sociedad del riesgo mundial? I. Terrorismo y guerra El concepto «terrorista» también induce a error por lo que se refiere a la novedad de la amenaza, pues parte de una familiaridad con 26 Sihasta ahora la mirada militar se dirigia a sus iguales, esto es, a organizaciones mili- tares de otros Estados nacionales y a su de- fensa, ahora son las amenazas transnaciona- les de criminales y redes subestatales las que desafian a los Estados del mundo entero, de modo que hoy experimentamos en el ambito militar lo ya ocurrido en el cultural, es decir, la muerte de las distancias, 0 sea, el fin del monopolio estatal de la violencia en una civi- lizacion en 1a que al final todo puede conver- tirse en un cohete en manos de fanaticos re- sueltos. Los simbolos de paz de la sociedad civil pueden transformarse en instrumentos del infierno, cosa que, en principio, noes nue- va, pero si omnipresente ahora como expe- riencia clave. Con las espantosas imagenes de Nueva York, los grupos terroristas se han consoli- dado de golpe como nuevos actores globales en competencia con los Estados, la econo- mia y la sociedad civil. Las redes terroristas son en cierto modo «ONG de la violencia». 28 Jos méviles de los movimientos de liberacion nacional que no se adecua en absoluto a los suicidas y asesinos en masa. Enel caso de es- tos uiltimos, el antimodernismo fanatico, el antiglobalismo y el pensamiento y la accion globales modernos estan estrechamente en- tremezclados, algo inconcebible para el ob- servador occidental. Hannah Arendt acuié la expresion cbana- lidad del mal» para referirse a los masivos asesinatos fascistas de Eichmann. Asi, pode- mos concebir que haya tecnécratas absoluta- mente malvados con sentido de la familia, pe- ro no terroristas en nombre de Dios casados en Occidente, poseedores de un titulo aleman de ingenieria y aficionados al vodka que, si- Ienciosamente y con gran perfecci6n técnica, planean durante aiios su suicidio colectivo en forma de masacres y después ejecutan sus planes a sangre fria. {Como puede entender- se esta abnegacién del mal, totalmente arrai- gada en la modernidad y al mismo tiempo arcaica? a Operan como organizaciones no guberna- mentales (ONG), desterritorializadamente, descentralizadamente, es decir, por un lado localmente y, por otro, transnacionalmente. Mientras, por ejemplo, Greenpeace y Amni tia Internacional juegan contra los Estados la carta de las crisis que afectan respectiva- mente al medio ambiente y a los derechos humanos, las ONG terroristas desbancan el monopolio estatal de la violencia, cosa que significa, en primer lugar, que esta clase de terrorismo transnacional no esta ligado al te rrorismo is/émico, sino que puede unirse con todos los objetivos, ideologias y fundamenta- lismos posibles. Por otra parte hay que dis- tinguir entre el terrorismo de los movimien- tos de liberacion nacional, que tienen una unidad territorial y nacional, y las nuevas redes terroristas transnacionales, que ope- ran desterritorializadamente, esto es, al mar. gen de fronteras, como consecuencia de 10 cual inutilizan de un plumazo la gramatica nacional de la milicia y la guerra. » Antaiio, los terroristas intentaban salvar la vida después de cometer su delito. Los te- rroristas suicidas extraen una enorme fuer- za destructiva de la renuncia premeditada a su propia vida. El que perpetra atentados te- rroristas es, por asi decir, la antiimagen mas radical del homo oeconomicus. Puesto que no conoce freno econémico 0 moral alguno, es ve- hiculo de la atrocidad mas absoluta. El acto suicida y el terrorista suicida son singulares en sentido estricto. Niel suicida puede come- ter dos veces un atentado suicida ni es nece- saria ninguna autoridadestatal que lo declare culpable. Tal singularidad queda sellada con Ja simultaneidad de acto, autoinculpacion y autoextineion. Estrictamente hablando, los Estados no tienen por qué buscar a los terroristas suici- das para probar la culpabilidad de los mismos. Los culpables se han revelado y condenado en su accién. Por eso, a quien quiere atrapar la alianza antiterrorista no es a los terroristas de Nueva York y Washington, que ya se han 30 civilizacién», la disposici6n de los autores a extinguirse a si mismos y, finalmente, la mul- tiplicacién exponencial de los peligros terro- ristas merced a los avances téenicos. Con las tecnologias del futuro, la técnica genética, la nanotecnologia y la robstica, estamos abrien- do una «nueva caja de Pandora» (Bill Joy). La manipulaci6n genética, la tecnologia de la co- municaci6n y la inteligencia artificial, estre- chamente entremezcladas ademas, burlan el monopolio estatal de los medios para ejercer laviolencia y abren la puerta, si no se le pone pronto un cerrojo internacional eficaz, a una individualizaci6n de la guerra, Asi, cualquiera, sin derroches excesivos, podria producir genéticamente una plaga que, pensada para largos periodos de incuba: cién, amenazara a determinadas poblacio- nes, o sea, una bomba atomica genética en miniatura. Y éste es solo un ejemplo entre otros muchos posibles. La diferencia con las armas atémicas y las biol6gicas es notable. Se trata de desarrollar, con una base cientifi- 2 pulverizado solos, sino a sus presuntos «hom- bres en la sombra», a los que «tiran de los hilos», a sus mecenas estatales. Pero, al con- denarse los criminales a si mismos, las cau- salidades se pierden, se desvanecen. Se dice ‘que los Estados son esenciales para la crea- ci6n de redes terroristas transnacionales, pe- ro gno seré precisamente la falta de Estado, a inexistencia de estructuras estatales que funcionen, el humus de las actividades terro- ristas? {No podria ser que la imputacién a Estados y hombres en la sombra siga tenien- do su origen en un pensamiento militar y que estemos en el umbral de una individuatiza cidn de la guerra en la que ya no «guerreen» Estados contra Estados sino individuos con- tra Estados? Hay una serie de condiciones que acre- cienta el poder de las acciones terroristas: la vulnerabilidad de nuestra civilizacién, la presencia mediatico-global del peligro terro- rista, el juicio del presidente de Estados Uni- dos de que estos criminales amenazan «a a ca, tecnologias que puedan divulgarse con facilidad y revolucionarse continuamente a simismas, de modo que escapen a la posibi- lidad de que los Estados las controlen y mo- nopolicen, posibilidad que si se daba en el caso de las armas atomicas y quimico-bi légicas (necesitadas de determinados mate- riales y recursos, como un uranio apto para uso armamentistico 0 costosos laboratorios). La potenciacion de los individuos frente a los Estados podria preludiar politicamente una nueva era mundial: no solamente caerian los muros que actualmente separan a milicia y sociedad civil, sino también los que separan a inocentes y culpables, sospechosos y no sos- pechosos. Hasta ahora el derecho ha hecho unas distinciones muy tajantes al respecto, pero si la individualizacién de la guerra nos amenazara, el ciudadano tendria que demo: trar que no es peligroso, pues, en estas cond ciones, al final cualquier particular resulta- ria sospechoso de ser un terrorista potencial. Por lo tanto, todos tendrian que avenirse a 38 ser controlados «por seguridad», sin razones concretas. Asi, la individualizacién dela gue- rra Ievaria finalmente a la muerte de la de- mocracia. Los gobiernos tendrian que unirse con otros gobiernos contra sus ciudadanos para conjurar los peligros que vendrian de éstos (y, a la inversa, jlos ciudadanos contra los gobiernos!). Y, yendo hasta el final, también se suprimi- ria una premisa de valor del actual debate so- bre el terrorismo, a saber, la distincién entre «buenos» y «malos» terroristas: nacionalistas alos que hay que respetar y fundamentalis- tas alos que hay que despreciar. Por mucho que en la época de los Estados nacionales mo- dernos estos valores y diferenciaciones en- cuentren justificacién, en la sociedad terro- rista del riesgo mundial, y ante la posibilidad de la individualizacion de la guerra, se con- vierten en una perversion moral y politica. iSe puede responder politicamente a este desafio? Quisiera mencionar un principio: el del derecho, Lo que en el contexto nacional poder sancionador aliado de todos los Esta- dos. {No seria éste un deseo que Europa y Rusia, por motivos historicos, podrian hacer suyo con la finalidad de destacar su perfil po- litico en la alianza global y contribuir al éxito dela lucha contra el terrorismo en un sentido opuesto al de la dinamica militar? De esta manera llego a mi tercera pregun- ta: gcOmo se desplaza el significado de concep- tos como «globalizacién econémica» y «neoli- beralismo» en el horizonte de la sociedad del riesgo mundial? III. Globalizacién econémica y neoliberalismo Déjenme empezar con una anécdota. Cuando igo la palabra «globalizacién», enseguida aparece ante mis ojos la caricatura politica siguiente: 1os conquistadores* espafioles pisan 36 vulnera el sentido del derecho del mundo civilizado, a saber, que las victimas de los atentados adopten simulténeamente el papel de acusador, juez y ejecutor (esta especie de acto de «tomarse la justicia por su mano»), también tiene que descartarse en el contexto internacional. Y aunque las relaciones entre Jos Estados no hayan Ilegado todavia tan le- Jos, el pacto contra el terrorismo tiene que ba- sarse en el derecho, de lo que se sigue que hay que constituir y ratificar una convencién in- ternacional contra el terrorismo, una con- vencién que no sélo clarifique los conceptos sino que sittie sobre una base legal la perse- cucién interestatal de los terroristas, que cree, por lo tanto, un espacio legal unitario y universal (cosa que presupone que elestatuto del tribunal internacional sea ratificado por todos los paises, incluido Estados Unidos).’ El objetivo seria convertir el terrorismo en un crimen contra la humanidad punible en todo el mundo. Los Estados que rehusaran esta convencién tendrian que tener en cuenta el Fo en medio del brillo de sus armaduras, con ca- ballos y armas, el suelo del Nuevo Mundo. «Hemos venido—dicen—para hablar con vo- sotros de Dios, la civilizacion y la verdad.» Y un grupo de nativos, mirandolos perplejos, responden: «Claro, ¢qué queréis saber?». Laescena puede trasladarse facilmente al presente, En el Moscti postsoviético, expertos en economia del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional, presidentes de mul- tinacionales, juristas y diplomaticos bajan de un vuelo intercontinental y dicen: «Hemos venido para hablar con vosotros de democra- cia, derechos humanos y econom{a de libre mercado». Una delegacién de bienvenida res- ponde: «Claro, ;qué hay de la abierta violen- cia con la que los alemanes tratan a los ex- tranjeros en sus calles?», Sin embargo, puede ser que esta caricatura reproduzea la situacién de ayer y yano sea va- lida hoy. Los atentados terroristas, el éntrax plantean una pregunta que no se puede barrer bajo la alfombra por mas tiempo: jya ha pasa- a do el triunfo de la economia? ;Se ha redescu- bierto el primado de la politica? ;Se ha deteni- do de repente el desfile victorioso, aparente- mente imparable, del neoliberalismo? De hecho, la irrupcién del terrorismo glo- bal es comparable a un Cherndbil de la globa- lizaci6n. Alli se sepultaron las bendiciones de la energia nuclear y aqui las promesas de salvacion del neoliberalismo. Los atentados suicidas y asesinatos masivos no solamente han puesto al descubierto la vulnerabilidad de la civilizacién occidental sino que a la vez nos han dado una idea de la clase de conflic- tos a los que puede conducir la globalizacion. En un mundo de riesgos globales la divisa del neoliberalismo, a saber, sustituir la politica y el Estado por la economia, pierde répida- mente poder de conviecion. Eneste sentido, es especialmente simbéli- ca la privatizacion de la seguridad aérea en Estados Unidos. De este tema se ha hablado hasta ahora con desagrado, pues, en parte, la tragedia del 11 de septiembre fue de elabora- 38 mocracia, debia haberse hecho algo mas ob- vio: organizar y profesionalizar estatalmente la seguridad aérea. Y éste es s6lo un ejemplo entre muchos otros Asipues, la vulnerabilidad de Estados Uni- dos frente al terrorismo es producto de su autocomprensién neoliberal, de la tacafieria del Estado, por un lado, y de la triada desre- gulaci6n, liberalizacién, privatizacién, por otro. A medida que esto vaya reconociéndose, el poder hegeménico que ha conseguido en Jos tiltimos afios el neoliberalismo en el pen- samiento y la accién se hard trizas. En este sentido, las espantosas imagenes de Nueva York encierran un mensaje todavia no desci- frado: un Estado, un pais pueden neoliberali- zarse a muerte. Intuyéndolo, los comentaristas econémi- cos de los grandes periédicos de todo el mun- do juran que lo que era verdadero antes del 11 de septiembre no puede ser falso después del 11 de septiembre. En otras palabras: el modelo neoliberal también se impondra des- 40 cin casera. Es més, es muy probable que la vulnerabilidad de Estados Unidos tenga algo que ver con su filosofia politica: Estados Uni- dos es una nacién del todo neoliberal, reacia a pagar el precio de la seguridad publica. Al fin y al cabo, se sabia desde hace mucho que Estados Unidos era objetivo de los ataques terroristas, pero, a diferencia de Europa, en Norteamérica se privatizé la seguridad aérea, se encargé a las empresas del «milagro labo- ral», o sea, a empresas a tiempo parcial alta- mente flexibles cuyos sueldos son incluso inferiores a los de las empresas de fastfood, es decir, aproximadamente seis délares la ho- ra, Las personas que ocupaban esta posicion de guardianes, central en el sistema de la seguridad civil interior, slo recibian unas horas de «formacién» y por término medio no ejercian este trabajo de fastfood-security mas de seis meses. Antes de recortar como proteccién contra el terrorismo los derechos fundamentales de todos los ciudadanos ame- nazando con ello el Estado de derecho y la de- 90 pués de los ataques terroristas porque no hay alternativa a él. Pero esta afirmacién es falsa Lo que expresa es una falta de alternativa en el pensamiento. El neoliberalismo arrastra Ja mala fama de ser una filosofia para los bue- nos tiempos, de funcionar s6lo si no surgen conflictos o crisis escandalosos. El imperati- voneoliberal parte de que demasiado Estado y demasiada politica, de que la mano regula- dora de la burocracia son precisamente las causas de problemas mundiales como el de- sempleo, la pobreza global 0 los derrumba- mientos econémicos. El desfile victorioso del neoliberalismo se basaba en la promesa de que una economia sin ataduras estatales y la globalizacién de los mereados resolverian los grandes problemas de la humanidad y de que la liberaci6n del egoismo combatiria la desi- gualdad a escala global y propiciaria la justi- cia global. Pero esta fe de los fundamentalis- tas del capitalismo en la fuerza redentora de los mercados se ha revelado, al menos por ahora, como una ilusién peligrosa. a Es evidente queen tiempos de crisis el neo- liberalismono dispone de ninguna respuesta politica. La propuesta de, ante la amenaza 0 larealidad del colapso, radicalizar atin més la dosis de la amarga medicina econémica pa- ra corregir asi las problemétticas consecuen- cias de la globalizacién es una teoria ilusoria ala que ahora se pasa cuenta. La amenaza te- rrorista, por el contrario, vuelve a hacernos conscientes de verdades elementales que el victorioso desfile neoliberal habia negado: es imposible separar la economia mundial de la politica. Sin Estado y sin servicios pabli- cos, no hay seguridad. Sin impuestos, no hay Estado. Sin impuestos, no hay educacién ni sanidad asequible ni seguridad social. Sin impuestos, no hay democracia. Sin opinion piiblica, sin democracia y sin sociedad civil, no hay legitimidad. Y sin legitimidad, otra vez, no hay seguridad. Conclusién: sino hay foros y procedimientos regulados legalmente, estoes, reconocidos y no violentos, para diri- mir los conflictos nacionales (y en el futuro 2 los Estados nacionales y se daba a si misma reglas transnacionales. Al mismo tiempo, se basaba en que el Estado seguia jugando su viejo juego y mantenia las fronteras naciona- les, Ahora, después del ataque terrorista, los Estados descubren que también tienen la po- sibilidad y el poder de cooperar transnacio- nalmente (aunque de momento sélo en el sec- tor de la seguridad interior). De repente, el antiprincipio del neoliberalismo, la necesi- dad del Estado, vuelve a ser omnipresente, y ademas en su mas antigua version hobbesia- na: como garante dela seguridad. Lo que has- ta hace poco era impensable, una orden de detencién europea que sobrepasara las sa- gradas soberanias nacionales en cuestiones de derecho y policia, esta al aleance de la ma- no. Y ante las eventuales crisis de la econo- mia mundial quizé viviremos pronto una convergencia parecida. La economia tiene que establecerse sobre nuevas reglas y condi- ciones marco, Ya han pasado los tiempos del cada-uno-lo-mejor-que-quiera-y-pueda. “ sobre todo globales), no habré en tiltimo tér- mino economia mundial alguna, en la forma que sea. eDénde encontrar, pues, la alternativa al neoliberalismo? De ninguna manera en el pro- teccionismo nacional. Necesitamos un con- cepto de politica més amplio que sea capaz de regular convenientemente el potencial de crisis y conflicto de la economia mundial li- bre, y necesitamos comprender la sociedad burguesa y civil activa, los movimientos so- ciales que estan tomando en sus propias ma- nos esta transformacion. ;Dénde estan estos movimientos de la era postsoviética en Rusia y la Europa del este, estos movimientos que dan visi6n y alas al cambio? Igual que no hay una Europa desde arriba, tampoco habra desde arriba una Rusia abierta al mundo. La tasa Tobin sobre flujos de capital incon- trolado, exigida por cada vez mas partidos en Europa y el mundo entero, s6lo es un primer paso programatico. El neoliberalismo insis- tia en que la economia rompia la cdscara de “2 A este respecto, la resistencia terrorista contra la globalizacién ha producido exacta- mente el efecto contrario al que se pretendia, ha dado paso a una nueva era de la globaliza- ci6n de la politica y los Estados: la invencion de la politica transnacional a través de la in- terconexi6n y la cooperacién. De esta ma- nera se confirma una regularidad singular inadvertida todavia por la opinion publica, a saber, que la resistencia contra la globaliza- ci6n, voluntaria o involuntariamente, acele- ra el motor de la globalizacién. Pensemos en esta paradoja: globalizacion es el nombre de un curioso proceso cuya realizacién sigue dos caminos opuestos: 0 se esta a favor 0 se esta en contra. Detractores y defensores de la globalizacién no sélo comparten los medios de comunicacién. Ambos operan también so- bre la base de derechos globales, mercados globales, movilidad global, redes globales. ‘También piensan y actitan a partir de catego- rias globales, a las cuales dan publicidad y notoriedad globales con sus actos. Nétese, «6 por ejemplo, con qué precisién los terroristas del 11 de septiembre escenificaron televisiva- mente los hechos de Nueva York como catas- trofes en directo, como masacres en directo. Contaban con que la destruccién dela segun- da torre mediante un avion de pasajeros con- vertido en cohete se transmitiria en directo a todo el mundo gracias a las camaras de tele- visién, que, mientras tanto, se habrian hecho omnipresentes, iHay que considerar que la causa de los ataques terroristas es la globalizacién? ;Po- drian incluso ser una reaccién comprensible a la apisonadora neoliberal que, segtin los criticos, quiere allanar todos los rincones de este mundo? No, eso son tonterias. Ninguna causa, ninguna idea abstracta, ningiin dios puede justificar o disculpar esos ataques. La globalizacion es un proceso ambivalente e irreversible. Precisamente los Estados pe- ‘uefios y débiles abandonan sus politicas de autarquia nacional y pugnan por conectar con el mercado mundial. ¢Cudl era el titular 46 lastrada por un pasado colonial y no obstan- te se sabe obligada a este didlogo a causa del Holocausto? Asi se suscita la cuarta y tltima pregunta: como y en qué medida cambian los concep- tos «Estado» y «soberaniay en la era de la so- ciedad del riesgo mundial? IV. Estado y soberania Vaya por anticipado: el atentado terrorista fortalece el Estado pero devalia su forma hist6rica central: el Estado nacional. En la época de los riesgos no localizados, y ésta es la gran leccién del atentado terrorista, la se- guridad nacional ya no es tal seguridad na- cional. Alianzas seguramente las ha habido siempre, pero la diferencia decisiva es que hoy las alianzas globales son necesarias no s6lo para la seguridad exterior sino también para la interior. Antes, se consideraba que la politica exterior era cuesti6n de eleccién, no 48 de un gran periédico ucraniano con motivo de la visita del canciller federal aleman? «Per- donamos a los cruzados y esperamos a los in- versores.» Efectivamente, sélo hay algo peor que ser arrollado por los inversores extranje- ros: no ser arrollado por los inversores ex- tranjeros. Sin embargo, es necesario unir la globalizacién econémicaa una politica de en- tendimiento cosmopolita. En el futuro habra que tomarse en serio la dignidad de los seres humanos, su identidad cultural, la otredad de los otros. A tal efecto, zno tendria pleno sentido alzar una nueva columna en el pacto contra el terrorismo y tender al mismo tiem- po un puente cultural, un didlogo entre las culturas tanto interiores como exteriores de Jos paises, un didlogo, con el mundo islamico sobre todo, pero también con los paises de los Mamados tercer y cuarto mundo que se consi deren victimas de la globalizacién? ¢Y no po- dria representar una Europa culturalmente extravertida un papel avanzado en este senti- do, en particular Alemania, que est menos a de necesidad. Hoy, en cambio, lo que prevale- ce es un tanto-lo-uno-como-lo-otro novedoso: la politica exterior y la interior, la seguri- dad nacional y la cooperacién internacional estan perfectamente ensambladas. Ante la amenaza del terrorismo globalizado (pero también de las crisis financieras, las catas- trofes climaticas, el crimen organizado), el ‘inico camino hacia la seguridad nacional es la cooperacién transnacional. El parad6- Jico principio de que los Estados tienen que desnacionalizarse de intereses nacionales y transnacionalizarse, o sea, ceder parte de su autonomia para superar sus problemas na- cionales en el mundo globalizado, tiene plena validez. La conquista de nuevos espacios de accion y potestad para gobernar, esto es, la ampliacion de la soberania y la gestion poli- ticas, se paga con una «autodesnacionaliza- cién» activa. La reduccién de la autonomia nacional y el crecimiento de la soberania na- cional no s6lo no se excluyen logicamente si- no que incluso pueden fortalecerse y acele- 49 rarse reciprocamente. La légica del juego de suma cero, valida para los imperios, las gran- des potencias, el colonialismo, el imperialis- mo econémico y cultural, los Estados nacio- nales independientes y los bloques militares, pierde fuerza explicativa. Por este motivo es central introducir la distincién entre soberania y autonomia. El Estado nacional se basa en la equiparacion de soberania y autonomia. Desde este punto de vista, la dependencia econémica, la diver- sificacién cultural y la cooperacién militar, legal y tecnolégica entre Estados conducen automaticamente a la pérdida de autonomia ¥, consiguientemente, a la pérdida de sobera- nia. Si se mide la soberania por el poder de configuracién y se juzga con este criterio el éxito de un Estado en ganar perfile influencia en el escenario politico mundial y aumentar laseguridad y bienestar de sus ciudadanos, la interdependencia y la cooperacién crecientes, sea, la pérdida de autonomia, resultan una ganancia de soberania, En otras palabras: él 50 Se, son conflictivas. Que este etnicismo haya vuelto a despertarse y encenderse en los pai- ses y Estados de la Europa central y oriental, que quiera retrotraer el Estado nacional a un particularista «Estado étnico», parece a pri- mera vista contradecir el descubrimiento y despliegue de Estados cooperativos transna- cionales ante los desafios de la sociedad del riesgo mundial. Es justo al contrario: estos desafios pueden contribuir a apaciguar las tensiones nacionales y étnicas existentes en el mundo de los Estados postsoviéticos, unas tensiones que ya no tienen fronteras. Si, al definir su situacién, estos paises coinciden en que se enfrentan a unas misiones histori- cas comunes, sera posible y necesario esta: blecer marcos y coordenadas politicos para armonizar las soluciones y pretensiones de soberania nacionales con las condiciones de la cooperacién transnacional. Esto se est empezando a descubrir y apuntar ahora en las discusiones geopoliticas sobre la «seguri- dad interior» (ya sin fronteras) de Estados 52 prestigio internacional de un Estado como Rusia se basa en desarrollar un potencial y un arte ya no confrontativos (como en la gue- ra fria) sino cooperativos, en la posicién que ocupe en la red estatal y comercial mundial, yen su presencia en las organizaciones su- pranacionales. Asi pues, la soberania, com- partida y entrelazada, no se reduce; al con- trario, potencia la soberania de los Estados particulares. No es tinicamente la amenaza_ terrorista global sino mas bien la sociedad del riesgo mundial entera la que abre una nueva era de cooperacién y soberania trans- nacionales y multilaterales, oportunidades que los Estados pueden dejar pasar y perder en nombre de un interés nacional mal enten: dido. Es sabido que la desintegracién de la Union Soviética, Yugoslavia y Checoslovaquia ha Ievado a una multiplicidad de Estados su- cesores definidos nacionalmente en los que las filiaciones étnicas, nacionales y civiles, en parte solapandose, en parte excluyéndo- st 6tnica y nacionalmente solapados, pero tam- bién puede trasladarse a la cooperacion eco- némica regional, la contencién de las crisis financieras globales, la amenaza de catastro- fes climaticas y riesgos medioambientales, la pobreza y los derechos humanos. Con otras palabras: en las conocidas y reconocidas ame- nazas del futuro quiza se halle una clave para atenuar cooperativamente la violencia hist6- rrica y la actitud violenta de los etnicismos or- ganizados estatalmente, no s6lo en el ambito postsoviético sino también en los paises del tercer mundo» y donde sea. Se perfilan dos tipos ideales de coopera- ci6n transnacional entre Estados: los Esta- dos vigilantes y los Estados abiertos al mun- do, En ambos casos la autonomia nacional se reduce para renovar y ampliar la soberania nacional en la sociedad del riesgo mundial. Existe la amenaza de que con este nuevo po- der de cooperacién los Estados vigilantes se conviertan en Estados fortaleza, unos Esta: dos en los que seguridad y milicia se escri- 5 ban en maytisculas y libertad y democracia en mintisculas. Ya corren voces de que las so- ciedades occidentales, acostumbradas a la paz y el bienestar, carecen de un pensamien- to amigo-enemigo lo suficientemente agudo y de la predisposicién a sacrificar la preemi- nencia que poseia hasta ahora la maravilla de los derechos humanos frente a unas me- didas de defensa imprescindibles. Este in- tento de construir una fortaleza occidental contra los culturalmente distintos es omni- presente y seguramente sera progresivo en os préximos afios. De ahi que pudiera ser la fragua de una politica de autoritarismo esta- tal (étnico) que, puertas afuera, se adaptara a los mercados mundiales y, puertas adentro, se comportara autoritariamente. Para los ga- nadores de la globalizacion, el neoliberalis- mo es lo pertinente; para los perdedores dela globalizacién, asi se aviva el miedo al terro- rismo y lo extranjero y se inocula dosificada- mente el veneno del racismo, Tal cosa equi- valdria a una victoria de los terroristas, ya ot lo luchan contra el terrorismo sino también contra las causas del terrorismo en el mundo. Obtienen y renuevan su poder de conviccion de solucionar problemas globales candentes para la humanidad que una sola nacién no pa- rece poder resolver. Los Estados cosmopolitas se basan en el principio de la indiferencia nacional del Es- tado. De modo parecido a como la paz de West- falia puso fin a las guerras civiles confesiona- les del siglo xv1, separando Estado y religion, la tesis es que podria responderse a las gue- ras mundiales (civiles) nacionales del siglo xxy el incipiente xx separando Estado y na- cién. De modo parecido a como el Estado arreligioso posibilita la practica de religio- nes diversas, los Estados cosmopolitas debe- rian garantizar, mediante el principio de la tolerancia constitucional, la coexistencia de identidades étnicas, nacionales y religiosas. En este sentido, se podria y se deberia re- pensar el experimento de la Europa politica como un experimento de formacién de Esta- 56 que los paises modernos se privarian espon- téneamente de lo que les hace atractivos y su- periores: la libertad y la democracia. En el futuro, por el contrario, lo esencial sera plantear la pregunta siguiente: {para qué discutis, para qué discutimos, cuando se trata de combatir el terrorismo transnacio- nal? La respuesta la tiene un sistema de Esta- dos cosmopolita basado en el reconocimiento dela otredad de los demas, En definitiva, es dificil que los Estados na- cionales cerrados exterior e interiormente estén a la altura de la fuerza explosiva de las identidades étnicas y nacionales solapadas y excluyentes. Los Estados cosmopolitas, en cambio, acentitan Ja necesidad de unir la auto- determinacién nacional la responsabilidad por los otros, extranjeros dentro y fuera de las fronteras nacionales. No se trata de negar o incluso condenar la autodeterminaci6n. Al contrario, se trata de liberarla dela estrechez de miras nacional y abrirlaa los intereses del mundo. Los Estados abiertos al mundo no s6- dos cosmopolitas. Una Europa cosmopolita denaciones conscientes de si mismas que ex- trajera su fuerza politica de una lucha contra el terrorismo abierta al mundo podria ser, 0 Megara ser, una utopia enteramente realista. V. Perspectiva: oportunidades de la sociedad del riesgo mundial Seftoras y sefiores, ya termino. Es casi super- fluo decirlo: e! conferenciante esta arraigado sin remedio, aunque criticamente, en la tra- dicion de 1a Iustraci6n. Con este espiritu ha intentado, de manera muy deficiente y provisional, reflejar cémo una gramatica de Io politico concebida al parecer para la eter- nidad se descompone y modifica en el hori- zonte de la sociedad del riesgo mundial. Qui- zs a ustedes les sorprenda tanto como a mi que la atrocidad de los peligros que nos ate- rran nos impida ver las amplisimas perspecti- vas politicas que simulténeamente se abren. so He apuntado tres de estas oportunidades, s6- lo paradajicas en apariencia, de la sociedad del riesgo mundial. En primer lugar, me parece posible y ne- cesario crear un fundamento legal interna- cional para el pacto contra el terrorismo, un régimen antiterrorista que regule tanto la evasi6n de impuestos como la extradicién de criminales, las atribuciones de las fuerzas ar- madas, las competencias de los tribunales, etc. S6lo por esta via se hard frente de verdad a los desafios a largo plazo que se produzcan en contextos hist6rica y politicamente cam- biantes. En segundo lugar, seria necesario que la promesa de la alianza no se difundiera tinica- mente por medios militares, sino con una politica del didlogo creible (ante todo con el mundo islamico pero también con otras cul- turas que vean amenazada su dignidad a cau- sa de la globalizacion). Solo asi, dicho sea de paso, puede evitarse lo que las acciones mili- tares provocan, a saber, que los terroristas 58 Permitanme, pues, acabar con una cita de Immanuel Kant: «Pensarse como miembro conciliable con una sociedad cosmopolita se- giin el derecho de ciudadania es la idea mas sublime que el hombre pueda tener de su de- terminacién, una idea en la que no puede pensarse sin entusiasmo». Les doy mis mas efusivas gracias por su atencion, consigan unir a la poblacién islamica de todo el mundo. Quizas Europa, mas dialogante en cuestiones culturales y de politica exterior, esté mas capacitada para ello que Norteamé- rica, culturalmente mas introvertida. En tercer lugar, los peligros de la sociedad del riesgo mundial podrian transformarse en oportunidades para crear estructuras regio- nales de cooperacién entre Estados multina- cionales cosmopolitas. B] tiltimo ejemplo de esto —si bien s6lo provisionalmente— es la inclusién de Moscti en Jas estructuras de deci- sign de la OTAN (aun sin una incorporacién formal). Por lo demas, los peligros de la socie- dad del riesgo mundial también son una fuen- te de movimientos sociales activos a escala global y local, movimientos que pueden poner en marcha un cambio social que es necesario. Permitan al intelectual la alegria de pen- sar que estas metas pudieran dar alas a la colaboracion entre el pais cuya lengua hablo, Alemania, y el pais que me ha concedido el honor de dar esta conferencia, Rusia. 59 Notas 1. Hugo von Heimann, Jae Einsamkeiy on Prank ‘ber Brief des Lard Chandos, fare Algemene Zan 886 Surtgat, 0, pes tsk. septembre de 200, « quien (teed, cast: Carta de lard agradencoeste emp. (Chandoyersteicenproa, "8 Halter Garzén. 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