DUCKOT, Otwrtd , 1 ToboRoV, Tauthe, (1444)
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fe 2944-402 iss]
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EL TEXTO COMO PRODUCTIVIDAD
Hemos dicho més arriba: el texto —entendido como cierto modo
de funcionamiento del lenguaje— ha sido objeto de una elabora-
cién conceptual en Francia, en el curso de los iltimos afos, en torno
a Ta revista Tel Quel (R. Barthes, J. Derrida, Ph, Sollers y sobre
todo J. Kristeva). Por oposiciéa a todo uso comunicativo y repre-
sentalivo —es decir, re-productivo— del lenguaje, el texto es defi-
nido esencialmente como productividad.
Esto significa —para acercarnes poco a poco a esa definicién,
‘como desde el exterior, a través de lo que ella implica de norma-
#ivo— que, en Ia practica, una escritura textual supone que se haya
desechado tacitamente el vector descriptivo del lenguaje para iniciar
un procedimiento que, al contrario, active al méximo su poder gene-
rador. Tal procedimiento sera, por ejemplo, en el plano del signi
cante, el empleo generalizado de andlisis y combinaciones de tipo
anagtamético. En el plano semintico, el empleo de la polisemia
(hasta el punto en gue, como en el dialogismo de Bakhtin [347].
‘ung misma “palabra” se revela conducida por varias “voces” hacia
el eruce de varias culturas) ; pero también seré una escritura “en
blanco”, que se despoja de todos los “espesores” de mundos, dese-
‘chando sistematicamente las connotaciones y restituyendo el aparato
del fraccionamiento sémico a su arbitrariedad. En el plano grama-
tical, serd el lamado a un cedazo [“grille”] 0 matriz que prescriba
las variaciones de la persona o del tierapo no ya seciin las estruc-
turas canénicas portadoras de verosimilitud (302 y s.], sino mediante
tun agotamiento organizado de las posibilidades de permutacién.
Sera también, y esto un poco en todos los niveles que acabamos de
nombrar, la puesta en marcha hasta en Ia escritura de la relacién
cemisordestinatario, escritura lectura, concebida como la relacién
de dos productividades que coinciden y al coincidir crean espacio.
Y sobre todo es decir —pasando ahora, y simétricamente, a las
397APENDICE
implicaciones teéricas y itimas de esta misma definicién— que
el texto siempre ha funcionade como un campo transgresivo con
reapecto al sistema segin el cual se ha organizado nuestra percep-
ién, nuestra gramética, nuestra metafisica y hasta nuestra ciencia:
sistema segin el cual un sujeto, situado en el centro de un mundo
que le suministra como un horizonte, aprende a descifrar un sen-
‘ido previo de ese mundo, es decir, originario con respecto 2 la expe-
riencia que se forma de él. Sistema que seria, inseparsblemente, el
del signo [121].
Al idealismo de un sentido anterior a lo que “expresa”, el texto
‘opondria asi el materialismo de un juego del significante que pro-
dace los efectos de sentido. Al estatismo de un discurco limitado
por To que se ha propuesto copier, el texto opondria un juego infi-
rito (“pre-sentido”), fraamentado en lecturas (o “lexias”) segiin los
caminos sin término éltimo en que se combina y recorta el signifi
cante, A la unidad de una subjetividad sustancial, cuva supuesta
rmisién consistirfa en sostener el discurso en su tofslidad, el texto
‘opondria la movilidad de una enunciacién vacta, variable sein el
srado de las reorganizaciones (percibidas o no percihidas) del enun.
clade. Al modelo fntime de la vor. préximo a la ver al alma y al
sentido (al “fone-lozocentrismo”) [389], el texto —con su juego de
significantes sin punto de partida ni término ni interioridad — opon-
dria necesariamente una reflexin sobre la eseritura 0 “gramatolo
sia” [391]. A la ideolosta extetizante del obieto de arte como obra
‘epositada en la historia, o dela literatura como objeto de una bis-
toria de las artes decorativas, el texto opondria la reinsercién de st.
préctica significante —concebida como practica especifica— en
4] todo articulado del proceso social (de las pricticas transformati-
vvas) del que participa [406]. Se ve asi que, no bien construido, este
concepto del texto se revela con valor operativo, y no sélo en el plano
fe Ia préctica literaria, sino también en el plano de une ruptura de
Ja tradicfn filos6tica y en el de una teoria de la revotucién.
Pero sélo percibiremos claramente todo Io que contiene esta defini-
‘in del texto si retornamos, con J. Kristeva, al término ervcial de
productividad: por el cual es preciso entender aue el texto “hare
de la lengua un trabajo” remonténdose a lo que la precede: 0 mis
hen, que el texto abre una distancia entre la lengua de uso, “‘natu-
ral”, destinada a la representaci6n y a la comprensién, superficie
estruciurada de la cual esperamos que refleje las estructuras de un
‘exterior y exprese una subjetividad individual o eolectiva, y el volu-
‘men subyacente de las pricticas significantes “donde apuntan el sen-
398TEXTO
fido y su sujeto” en cada momento, donde las significaciones ger.
rminan “desde el interior de la lengua y en su mateviatidad misma”
segiin modeles y en un juego de combinaciones (os de une prictica
‘en el significante) radicalmente “extrafios” a la lengua de Ia comu-
nicacién. “Trabejar Ja lengua” es, pues, explorar cémo trabaja Ja
lengua: pero a condicién de precisar que los modelos no con los
rmismaes entre lo que, en Ja superficie, habla el sentido y lo que, en
el espesor. lo opera. “Desizmaremos con el nombre de sienifican-
cia I"'signifiance”| ese trabajo de diferenciacién, estratifieacién v
eonfrontacién que se practica en la lengua y deposita sobre Ia linea
del suieto hablante wna cadena significante comunicativa y gramati-
calmente estructurada.”
“No sometido al centro reculador de un sentido”. el proceso de
generacién del sistema significante no puede ser inico: es plural e
infinitamente diferenciado, es trabajo mévil. concentracién de sér-
rmenes en un espacio no cerrado de produccién v de autodestruccién.
Fx —en ol plano de lo que sera tanto el “sismificante” como el “
nifieado”. tanto #) material de la leneua como sus formas gramati-
ales. tanto Ja frase como la orzanizacién del discurso Yeon su
lnciém de un snietol— el jueso sin Himites ni centro de las
ss ceneradoras de sentido. Nada exve-
Cificn mejor In siznificancia ave esta “infinitu! diferenciada. cuva
combinatoria iFimitada no admite mircenes”. La simnifirancia. en
‘uma, ¢s el sinfin de oneraciones posibles en un campo dado de la
lengua. ¥ no es mas una de las combinaciones que pueden formar
un discurso dado ave cualquiera de las demés.
ud dindmica es Ya que, en todos los niveles, da cuenta
lades cracias a Tas coales el texto
como escritura en la cual se deposita la significancia— se dife
renicia de la frase comin v Ia “duplica” con un funeionamiento dife-
rente, a tal punto que debera Ilamérselo translingiistco, Es To que
‘ocurre con las catecorfas de la lengua. que el texto redistribuye en
rigor de su prictica: reemplazando Ta unidad sino pot un con-
junto significante minimo “que, para constituirse, puede dislocar la
palabra o bien no respetar sus confines, ya sea englobando dos lexe-
mas, ya sea rompiendo otro en fonemas”. El punto imoortante
cconsiste en que, por haber destraido el signo, este conjunto va no
rmarea sino una reparticidn ‘contingente de la significancia infinita,
Aestinada a deshacerse y a deslizarse: en este sentido, la unidad tex:
tual podria designarse con més exactitud como “diferencial signi.
ficante, o bien, reemplazando las unidades frases por complejas sig-
nificanies que, lejos de encadenarse linealmente, se aplicarén (en el
399APENDICE
sentido ligico del término) unos a otros, pluralmente, para formar
un texto, y que, sobre todo, lejos “de enunciar algo sobre un objeto”
(proposicién predicativa) s¢ construyen sobre una matriz de modi-
ficacién nominal (mucho més que verbal) donde nada se actualiza
sobre nada, donde la significancia, “en la germinacién siempre reac-
tivada de sus diferencias”, produciendo “un émbito inagotable y
cstratificade de desprendimientos y de combinaciones que se ago:
tan en Ia infinitud y el rigor de su marcaciSn”, s6lo permite ver Ia
sénesis sin limites de Ia significacién misma: “escena de la sign’
cumple todavia no existe porque siempre
Es Jo que ocurre con lag leyes de la gra
dela sintaxis y Ia semantica.afe el texto no
ita a xeclaborar: més bien reemplaza la idea misma de leyes
predeterminantes de la lengua por la de un orden cuyas partes inter-
dependientes “se imponen sucesivamente en diferentes condiciones
de empleo”, en una red de conexiones miltiples y jerarquia variable.
Asi ocurre con el discurso mismo, que lejos de ser una unidad ce-
rrada, siquiera sea sobre su propio trabajo, es trabsjado por otros
textos —"todo texto es absorcién y transformaciéa de una multi-
plicidad de otros textos”—-, atravesado por el suplemento sin reserva
y la oposicién superada de le intertextualidad,
En todos estos niveles, lo que se encuentra (y lo que hace posible
Ta Jectara) es Ja “expansidn en el texto de una funcisn que lo orga-
nina”, de alli la generalizacién propuesta del modelo del anagrams
saussuriano [24] como paragrama. “Llamamos red paragrami-
tica el modelo tabular (no lineal) de Ia elaboracién” del lenguaje
textual, “El término red reemplaza le univocidad (le linealidad)
englobindola y sugiere que cada conjunto (seouencia) 9 finaliza
ign y principio de una relacién plurivalente.” Fl término paragrama
indica que cada elemento funciona “como marca dinmica, como
‘grame’ mévil que, mis que expresar un sentido, lo hace”.
Por fin, es preciso que exista, englobando la légica del signo
(que ¢s la misma de Aristételes), una ligica textual, si el texto fut
ciona como “un cédigo infinito ordenado” con respecto al cual
todos los cBdigos (y en especial el de Ia légica Fineal) no son mis
‘que subconjuntos; une légica con dos rasgos principales: 1) sola-
mente la teoria de los conjuntos puede permitir la formalizacién
de un funcionamiento en expansién como es el de los paragramas;
2) al transgredir las interdicciones cldsicas sin suprimitlas, la légica
del texto las desborda en una reunién sin sintesis, a través de una
negacin sin disyuncién: “coexistencia del discurso monoligico (sin-
{ético, histérico, descriptivo) y de un discarso que destruye ese
400 =TEXtO
monologismo”: dialogismo, en el sentido ultimo de este técmino
hakhtiniano.
Esta serie de desvios hace que la oposicién primera entre lengua
de la comunicacién y significancia se desplace hacia, una segunda
‘oposicin, en el texto mismo, en la medida en que fle es una esc
tura “de doble fondo” que abre el “interior” del signo al “exterior”
de la significancia: oposicién entre el feno-texto (donde, en un
sentido, el trabajo de la significecién aparece “fenomenalizado”,
desplegado en una significacién estructurada que funciona como
pantalla de ocultamiento, pero donde, en otro sentido, la lengua
‘comunicativa marca y manifesta la productivided significante me-
diante el juego de su transeresién: y hasta en la posicidn de la esteu
‘ura aparece entonces inscrito, “expuesto” o “depuesto”, el rspesor
de trabajo de su “engendramiento”) y el geno-texto que es este
engendramiento y, por consiguiente, Ia significancia misma, como
“operacién de generacién del feno-texto” en el tajido y las categories
de la lengua y hasta en la instalacién (por el “extra-sujeto” [“le
Aors.suject” de la lengua) de un sujeto para el discurso. “La espe-
cificidad textual reside en el hecho de que es una traduecién del ge-
nowtexto en el feno-texto, discernible durante Ie lectura mediante la
apertura del feno-texto al geno-texto.”
Ha de advertirse que si los dos términos no pueden definirse el
‘uno independientemente del otro, sus relaciones no son las que unen
Ia estructura profunda y Ia estructura superficial (274] en Chomky,
ya que seria initil buscar en el geno-texto una estructura que fuese
el reflejo, bajo una forma arquetipice, de las estructuras de Ia frase
‘comunicativa (S-P); el geno-texto consiste en los significantes en
su infinta diferenciacién, de la cual “el significante de Ia f6r-
mula-presente-del-sujeto-dicho no es més que un hito”. El feno-
texto est4 situado en el geno-texto que lo excede por todas partes
y para el cual no es un fin, sino un corte o un limite, trazado en cl
interior del dispositive posible en el lenguaje en un momento dado:
proceso generador con respecto al cual podra decirse también, aun-
‘que qui2d mis metaféricamente, que el feno-texto es “un resto”.
una divergencia metodo-
égica radical entre el trabajo del significante ‘ai’ como ‘aparece
Implicito en esta definicién del texto y Ie cadena sig
redefiniciin deda por J. Lacan (393]. Porque podria surgir una
confusién del hecho de que uno y otra desbordan In lingistica del
signo y la comunicacién mediante un lamado a aquello que, en el
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