Está en la página 1de 20
LA TRANSCRIPCION DEL GRIEGO MODERNO AL ESPANOL 1, CONCEPTOS PREVIOS 1.1. Cuando hablamos de transcripciones del griego a nuestra Jengua pensamos casi exclusivamente en el griego antiguo, asi como en la utilizacién que hacemos del griego como cantera para la acu- fiaci6n de terminologia técnica. Ambas situaciones no suelen, en principio, plantear problemas de coherencia y sistematismo, aunque bien es verdad que por factores histéricos y culturales Ja asimilacién de todo el vocubulario relacionado con el mundo griego antiguo no siempre obedece en la practica a la norma suficientemente afianzada que existe en el campo de la filologia cldsica. Esta norma afecta primordialmente a la transcripcién de nombres propios —onomés- ticos y topénimos— que en un estudio basico de M. Fernandez Ga- Yiano! se acometié hace ya tiempo. En aquel trabajo se establecen con rigor los criterios para Ja regulacién de tales transcripciones y seria desde Juego de desear que esa norma tuviera una aplicacién generalizada en campos como la historia y geografia de la Antigiie- dad o en Argqueologfa, donde atin perviven criterios dispares y gene- ralmente miméticos de transcripciones a lJenguas distintas de ia nuestra. En cuanto a los tecnicismos de otros campos cientificos, la transcripeién al espafiol marcha a veces por caminos diferentes, suele tratarse ademas de una terminologia tradicional y comin a las 1 La ivanseripeion castellana de los nombres propios griegos, Madrid, Socie- dad Espajiola de Estudios Cldsicos, 1961. XIV, 2-4 272 PEDRO BADENAS DE LA PENA lenguas cultas modernas. Tampoco aqui suelen encontrarse dificul- tades, salvo en terrenos muy espectficos y que afectan mds a la acu- fiacion de terminologia cientifico-técniica como mecanismo regulador de la entrada indiscriminada de préstamos. Esto wltimo, sin embar- go, excede el objetivo que aqui me propongo. No obsiante, a titulo de ejemplo, recordaré la confusidn existente a la hora de transcribir correctamente la nomenclatura para el estudio de la ceraémica griega y en el que yo he intentado fijar unos criterios normalizadores, tanto para la transliteracién como para la transcripcién, partiendo del tra- tamiento ya dado para la onoméstica. 1.2. Con las iranscripciones espafiolas del griego moderno, nos hallamos un panorama absolutamente dispar. Pura y simplemente no hay normas. El problema no es nuevo, es el que plantea cualquier lengua por fa obvia razén de la diferencia de graffa. En principio, y mientras no exista una norma generalizada para los hispanohablan- tes, lo m4s correcto podria ser acudir a las normas internacionales de transcripcién del tipo de las [SO o BSI/ASA, aunque debido a su inaccesibilidad para cuando se necesitan dejan en la prdctica las cosas como estén. Pero, ademés, este tipo de normativas, por st escasa divulgacién entre nosotros y los criterios de que parten —~por lo general mejor adecuados para el mundo anglosajén—, estd falto de un debate y de propuestas que atin no se han realizado, La cues- tién es mds amplia, pues no sélo afecta al griego moderno. Pensemos en Ja anarqufa reinante en nuestros medios de comunicacién cuando tropezamos con nombres rusos, arabes, hebreos, etc., lo cual produce, quigrase © no, una erosién intensiva en nuestra cultura. Es mucho Jo que atin queda por hacer en este terreno, a veces lo fundamental ya existe, como p. e. la aportacién de J. Calonge? sobre el ruso, pero es necesario insistir sobre el segundo paso, que es Ia difusién. En otras ocasiones, los sistemas de transcripcién son exclusivamente profesionales, como en el caso de las normas para el 4rabe o hebreo usadas en las revistas cientificas 3, En situaciones asf hay que pensar en su adaptacién a las necesidades propias del lenguaje escrito co- min, ya que obviamente no se puede modificar nuestra graffa con 2 Transcripcién del ruso al espaiiol, Madrid, Gredos, 1969. 3 Sepharad 0 Al-Qantara, del C. $. I. C. LA TRANSCRIPCLON DEL GRIEGO MODERNO AL ESPANOL 273 un sinfin de signos diacriticos extrafios que sélo tienen cabida —iy ‘a qué precios!— en los trabajos especializados. Debo reconocer que el griego moderno no es una lengua que por su difusién internacional o por el nimero de sus hablantes plantee situaciones tan delicadas como las del ruso 0 et arabe, pero el pro- plema de fondo es el mismo y, por otra parte, recientemente la presencia griega en el plano cultural y en las relaciones internacio- nales, asi como la preocupacién sobre aspectos relativos a Grecia en publicaciones en lengua espafiola va en aumento. Para compro- parlo basta acudir a cualquier repertorio bibliografico o simplemente hojear los medios escritos de comunicacién de masas. Cuando se trata de adaptar un nombre griego a un contexto espafiol vemos que suele reproducirse conforme a normas de otras lenguas europeas, asi, p. €., es frecuente observar galicismos: Papandreou, Papadopou- los, etc. 0 anglicismos: Hassiotis 0 Hania, germanismos como Chalkis 0 Arachova, cuando no disparates como Patrais. Esto es lo habitual cuando se parte de modelos de transcripcién ajenos o simplemente erréneos, pero cuando se tiene la necesidad de transcribir directa- mente un nombre griego, incluso conociéndose algo Ja lengua, suele sobrevenir una auténtica inhibicién, con la consiguiente inseguridad para tomar decisiones que reflejen por escrito algo que tiene posi- bilidades diversas. 1.3. La primera disyuntiva que se presenta es la de transliterar o transcribir, frontera no siempre facil de distinguir. Por translite- racién entiendo la adaptacién de un sistema grafico a otro, p. e. Olxovopltyg = Oikonomidés. Ahora bien, la transcripcién es un pro- cedimiento mas complejo que persigue dotar de una representacion gréfica a un sistema fonoldgico extrafio. Asi, en la transcripcién no existe una reduccién de los grafemas de una lengua a los de otra, sino que neutralizando las diferencias fonéticas se tiende a arbitrar un medio de reflejar la fonologfa de la lengua de entrada con los grafemas de la lengua de salida. En el paso del griego antiguo al espafiol se ha seguido tradicionalmente la mediacién del latin con las imprescindibles modificaciones a veces para lograr Ja regulariza- cién. La transliteracién en sentido estricto tiene ventajas e inconve- nientes. En primer lugar resuelve las dificultades de familiarizacién © de reproduccién del alfabeto extrafio. Hoy, con el progresivo dete- 274 PEDRO BADENAS DE LA PENA rioro de Ja tipografia, mas por causas econémicas y por falta de profesionalidad que por motives tecnoldgicos, nos vemos obligados con mucha frecuencia a servirnos de la transliteracién. De ahi que haya que ser sumamente estrictos y rigurosos en su utilizacién. En tal sentido la transliteracién del griego antiguo y moderno deberia ser uniforme, incluso con ia representacién de vocales largas, aspi- racién y acentuacion, Este tipo de transliteracién implica por supues- to que la morfologia sigue siendo la de la lengua original, no la de la de salida; asi, si hablamos de kydria como un determinado tipo de recipiente, el plural sera hydriai, pero nunca hydrias en forma pseudohispanizada. En suma, que la transliteracién no consiste nada mas que escribir en lengua griega pero con graffa latina previamente sistematizada. La transcripcién, por el contrario, supone no ya sdlo una norma grAfica, sino que implica algo mucho més importante: a través de la escritura incorporamos nuevo vocabulario a la lengua de salida, con lo que se precisa, ademds, regularizacién y adaptacién gramatical a la lengua receptora. Asi d8pla (= hydria) sera hidria, pla. -as o AiKo8og (lékythos) sera lécito, plu. -os y ademds masculino, aunque en griego sea femenino. Vemos, pues, que transliteracién y trans. cripcién son algo muy distinto, pese a que en muchas ocasiones todos hayamos hecho un uso laxo y prdcticamente sinénimo de uno y otro. 14, Existen precedentes para intentar poner orden en las trans- cripciones al espafiol del griego moderno, como el de M. Fernandez Galiano‘, donde recuerda ativadamente Ia principal diferencia del tratamiento del griego moderno respecto al antiguo, que es la im- posibilidad de mediar con el latin, se opta entonces por una adap- tacién que tienda a reproducir la realidad fonética del griego actual, habida cuenta la proximidad fonolégica de esta lengua con la nues- tra, lo cual facilita considerablemente Ias cosas. El intento de Fer- ndndez Galiano completaba y desarrollaba unas muy escuetas nor- mas en nota a pie de pagina en un articulo de J. Alsina y C. Miralles 5. ‘ «Sobre el sistema de transliteraci6n de nombres griegos», Estudios Clasi- cos 12, 1968, 35. 5 En Ja revista Estudios Clasicos 9, 1965, 411-412, En el sentido inverso, es decir, sobre Ia transcripcién al griego de nombres espafioles, se han realizado LA TRANSCRIPCION DEL GRIEGO MODERNO AL ESPANOL 275 Sin embargo, creo que conviene ahondar més en esta linea que con- sidero correcta y que de hecho hemos venido siguiendo los que, atm en mémero reducido, trabajamos sobre esta lengua. La escritura det griego moderno es, como tantas otras, fruto de Ia historia de la lengua y no representa ya una adecuacién con su sistema fonolégico. Por tanto, la base para establecer um sistema de transcripcién es analizar su sistema grafico en relacién con su fonologia y estudiar sus homdlogos en la lengua de salida. 2. VocaLismMo 2.1, El griego moderno consta de un sistema vocdlico muy sim- ple, con cinco timbres, idéntico al del espafiol: Anteriores palatales | Central | Posteriores velares Cerrada i a Media e ° Abierta a Sin embargo, grdficamente el griego mantiene un sistema més complejo de siete vocales simples y cuatro grupos vocdlicos, hoy fonéticamente monoptongados. El vocalismo moderno no mantiene ningtin tipo de distinciones de cantidad. La situaci6n podemos repre- sentarla esquematicamente as’ algunos intentos de interés, pero que no han tenido atin el eco suficiente, pues todavia se sigue recurriendo, por lo general, a adaptaciones fonéticas a través de, o confundidas con, el francés y el italiano. Estos trabajos son: uno de N. Condosépulos,

También podría gustarte