Kad
La democracia
en América Latina
Hacia una democracia de cludadanas y cludadanos
CONTRIBUCIONES PARA EL DEBATE
Bare Meers Joos1 Se presenta aqu/un abordaje de las democracias latinoamericanas
desde el punto de vista del proceso histérico de més extenso alcance
enel que éstas se inscriben, con sus distintas tradiciones ycontrastes.
Una peculiaridad de la democracia en la regién ha consistido en que
los propésitos de constituir el Estado, la nacién, la ciudadanta, la re-
resentacién politica y la sociedad civil se dieron como tareas que de-
bieron realizarse de manera simultdnea, Respecto de los derechos civi:
les, politicos y sociales, la metdfora de su perfeccionamiento cronolégico
sucesivo no resultaria aplicable, ya que tales derechos no han cobrado
forma por acumulacién sino por exclusién. Se sostiene la existencia de
tuna larga tradicién democrética en América latina, en cuya trama se in-
sertan diversos tipos de transiciones.
nl
NATALIO BOTANA
Doctor en Ciencias Politicas y Sociales de la Universidad de Lovaina, es
profesor y director del Departamento de Ciencia Politica y Gobierno en
a Universidad Torcuato Di Tella. Ademds, es colaborador del diario La
Nacién de Buenos Aires y miembro fundador del Circulo de Montevideo,
que preside Julio Marta Sanguinetti
Dimensiones histéricas de las
transiciones a las democracias
en América Latina
NATALIO BOTANA
La democracia en América Latina es un dato novedoso, que he-
reda una tradicion de fuertes contrastes. No s6lo el concepto de de.
‘mocracia contiene en nuestra regién, como en las otras partes del
mundo, el legado universal de una trayectoria de larga duracién, si-
no que el mismo revela, en un decurso que ya se aproxima a los dos
siglos, un cambio de significados y de contextos tan rico como per-
sistente. El proyecto de la democracia es, en efecto, parte ineseindi-
ble de nuestra historia y, por lo tanto, va forjando, mediante
merables acciones, un cartabén que permite medir éxitos y fracasos,
avanees y retrocesos.
La democracia en América Latina es un dato novedoso, que here-
da una tradici6n de fuertes contrastes.
‘Acaso esta confrontacién entre proyectos y resultados haya repro.
ducido en nuestros paises una matriz original en la cual coexisten en
conflicto formas ideales de organizacién social y realidades mucho
‘mas opacas, tehidas de un repetido sentimiento de frustracion. Si la
democracia es una forma de organizacion social, parece necesario apun-
tar quel abarcar las miltiples dimensiones vinculadas co
1 régimen Estado y a sociedad~ esa d
toma en cuenta el juicio temporal y normativo e
la ciudada-
jn tambien
lo de los actores.
32
deriva, precisamente, de ese contrapunto histérico
elvuelo rasante de un conjunto existente de repit
‘és 0 menos estables. Del mismo modo, las primeras im:
16 en la literatu
| pensam
el ensayo que exploraba fenémenos 50
jon y la trama decorrup-
entre una legal
ruptura,
mun rigido esquema de
fin, entre un paradigma de la
ratificacién social. En
igualdad
todo caso, tas estas expr
{go de perecer como una mera forma sin contenido. Los
entre ellos, cuya relevancia en el pasado se prolonga hasta la actuali-
ad, se refieren, en primer lugar, a la constitucién del Estado y la na-
de esta forma de organizacién social. Por su parte, as mudanzas y regre-
siones de los atributos republicanos de la representacin politica y de la
ciudadanfa tampoco avanzaron de acuerdo cbn un modelo que, alos de-
rechos civiles, superpone posteriormente los derechos politicos, y aestos
dos afade el escalon superior de los derechos sociales.
Cees
La peculiaridad de la democracia en América Latina consistié en
hos de primera, segunda y tercera generaci
tun cardcter mucho més discontinuo. Los derechos no han cobra-
do forma entre nosotros por acumulacién sino por exclu:
comprende m
ramos tres
presentacién p
entze las
ion de sistemas hegeménicos e inclusivos que cubre gran parte
lo xx con la variante de diversos tipos de dietaduras
Ja instouraci6n con pleno alcance regional de la democracia en los ule
timos veinte afios.
contempordneo a nuestr
politicos debe procurar la vigencia de los derect
hondamente afectados por un contexto de insuficiencia
y de crecimiento de las desigualdades.
Asimismo, en cada trayecto preval
t6rico capaz de orientar la conciencia pit
‘transparencia del sufragio y la creacié: restrin-
sida ala poblacién nativa y masculina; en el segundo, la movilizacién
lademocraca 33de los sectores populares en pos dela justicia
cero, contracara de la violencia y del uso
ter
tica en cuya
diversos tipos de transiciones més exitosas, va de suyo, que las ante-
tares,o de los
a democracia,
Sibien los
parar con rigor
trance constructivo, muestran de qué manera los grandes,
iptos en el cuadro de larga tradicién vuelven a la
palestra una y otra vez. La cuestiOn del Estado y de la sociedad civil es
hoy tan relevante como en los periodos const que se sucedi
ron alo largo del siglo xix, en los cuales la apuesta del porvenir se re-
sumfa en la convocante palabra “organizacién’. La cuestién de la ciu-
dadania y de la representaci6n politica es en estos dias tan acuciante
ia en que las metas del progreso ciudadai
led
decues
historia y trazan en ella una direccién valorativa. Cada época los hace
suyos, pero fundamentalmente los transforma, introduciendo en ese
34 const
repertorio nuevas exigencias y respuestas. Esta es, en gran medida, la
condicién presente de América Latina, vista desde el Angulo que des-
taca, en la formacién de las instituciones de una civitas humana, el
jercicio dela soberanfa del pueblo, Sélo la democracia, ancladaen la
realidad de su existencia e impulsada por la fuerza de su proyecto, puede
crear el marco de esa paulatina y constante transformacion.
lademacain 35La siguiente nota ofrece una sintesis sobre el trayecto ideolégico y
politico que ha recorrido América Latina desde la segunda mitad del
siglo xx hasta la actualidad. Se hace hincapié en la importancia de otor-
‘gar mayor protagonismo alrol de la democracia politica para asi cons:
truir una sociedad mas equitativa.
CEE
‘Marco AuRELIO Garcia
Formado en Derecho y Filosofia en la Universidade Federal do Rio Gran
de do Sul, es profesor del Departamento de Historia de la Universidade
Estadual de Campinas, Se desempeha como asesor especial en politica in-
ternacional del actual presidente de la Repiiblica Federativa del Brasil
Democracia politica y desarrollo
en América Latina
Marco AURELIO Garcia
El Informe del PNUD sobre el “Desarrollo de la democracia en
América Latina” les presta un invalorable servicio a aquellos agen-
tes politicos que no admiten disociar los dos factores del binomio
democracia y desarrollo,
La regién recorrié caminos sinuosos en la segunda mitad del
siglo xx, en busca de una sociedad més justa y, en consecuencia,
con mejores condiciones de vida para sus ciudadanos. Instalado
el ciclo autoritario,.nos impusieron Ia falacia de que la libertad de-
bia ser sacrificada en pos del crecimiento econémico. Una vez he-
cha la redemocratizaci6n, se percibié que el cre
sido tan grande ni abarcador como lo pregonado.
10 no habia
EEanEEEEse ed
Instalado et ciclo autoritario, nos impusieron ta falacia de
que la libertad debia ser sacrificada en pos del crecimiento
fuerte, una cantinela ideolégica fragil, inconsistente, En algunos ca-
sos, los principales responsables de esos mantras perdieron sus
‘mandatos o bien fueron obligados a rendir cuentas ante el Poder
Judicial de sus propios pafses. Con la reconquista de las libertadesron la conciencia y el debate sobre las fracturas
dejadas por el crecimiento excluyente, Estamos ya muy avanzados
en la primera década del siglo xx La ideologia neoliberal se agot6, pe-
ro el legado que heredamos les hace sombra a los desafios del pasado:
'va, economia estancada, desarticulacién del aparato
ss dela regién, supo |
mas consecuencias con el fin de
comencar la penosa, aunque imprescindible,tarea de superar el abismo
de la exclusion soci
ea’
En los aos 90, América Latina fue visitada por vendedores de
ilusiones.
Leanne
En Brasil, la eleccién del presidente Luiz. Indcio Lula da Silva,
en 2002, fue el resultado de un proyecto politico madurado du
rante dos décadas en la construccién del Partido de los Trabaja-
dores. Nuestro principal proyecto estratégico se consagré como
victorioso y nos lleva hacia una nueva fase.
ER
Con la reconquista de las libertades politicas se ampliaron la
conciencia y el debate sobre las fracturas dejadas por el cre-
cimiento excluyente.
La elecci6n del presidente Lula demuestra que las izquierdas k
tinoamericanas estan listas para el ejercicio del poder, en un réj
men democratico y de pluralismo politico, No sorprende que asi sea,
Para esas izquierdas, la democracia es un valor universal. Siese prin.
cipio vale cuando se esti en la oposicién, es absolutamente necesa-
rio cuando se esté en el poder. Tener a la democracia como factor
estructurante de la accién politica agrega complejidad a las tareas
del gobierno y amplia nuestra gama de opciones. Para alcanzar la jus
ticia econémica es fundamental profundizar la democracia pol
38 Contducones pare debate
CS
Para alcanzar la justicia econémica es fundamental profundi-
zar la democracia politica.En este trabajo se plantea la urgencia para el propio destino de la
democracia de abrir un debate sobre las causas del deterioro de la po-
litica y sus protagonistas, tanto en el nivel de los partidos politicos que
la articulan en los sistemas democrati
derazgo politico y en el aprecio a las instituciones representativas. Al
‘mismo tiempo, se impone una reflexién sobre nuevas propuestas que
fortalezcan el compromiso civico y aumenten la credibilidad politica e
ional. E50 es lo que proponen estas lineas.
ad
FELIPE GONZALEZ
Es ex presidente del gobierno espafol (1982-1996). i la actualidad, su
actividad discurre entre la presidencia de la Fundacign Progreso Global
(Madrid), la direccion de seminarios y conferencias,y las colaboraciones
periodisticas.
Crisis de la politica:
causas y respuestas eficientes
FELIPE GONZALEZ
En las dos tiltimas décadas del sig xx, América Latina ha vivido la
recuperacién generalizada de los sistemas democréticos y, como con
trapunto, un pobre crecimiento econémico que apenas ha mantenido
el producto por habitante con una redistribucién més desigual d
reso. Los efectos negativos de esta evolucién son, por cierto, muy
preocupantes. Por una parte, el debilitamiento de la confianza en el
funcionamiento del sistéma de libertades y en sus instituciones, al
tiempo que los partidos politicos tradicionales estan siendo desplaza-
dos. Por otra parte, el cuestionamiento de las politicas macroeconé-
micas, las reformas liberalizadoras y los procesos de privatizacion
emprendidos tras a crisis de la deuda de los afios 80, a los que se atri-
bbuye el fracaso del crecimiento y el aumento de las desigualdades.
el
En las dos diltimas décadas del siglo xx, América Latina ha vivido
la recuperacion generalizada de los sistemas democraticos y, co-
‘mo contrapunto, un pobre crecimiento econdmico.
Las elecciones se han ganado con programas de desarrollo y 10s go.
biernos se desempefiaron con programas de ajuste sobre las mayorias
sociales, tanto en los periodos de crecimiento como en los de crisis. En
general, se ha concentrado el ingreso y las condiciones de vida en edu-
caci6n, salud o necesidades alimenticias han empeorado, Como el pro-
bblema de la legitimidad es siempre doble -legitimidad de origen y de
ejercicio~ y lade origen obtenida en las urnas no ha ido acompafiada
aio en la ejecuci6n de los programas prometidos, es na-
tural que el fenomeno de debilitamiento de la confianza democritica
se haya extendido por el continente, con escasas excepciones.
En el plano socioeconémico el esfuerzo de la generalidad de los go-
biernos por adecuar sus comportamientos al llamado Consenso de
‘Washington ~mis alla de los errores de aplicacién~ ha ido producien-
do un creciente rechazo, avalado por la frustracién de los resultados,
que lleva ala tentacién de optar por ofertas politicas populistas.
En un contexto mas amplio, el desconcierto ideol6gico producido
por el fracaso comunista y el impacto en la politica del proceso de glo-
balizacién no han sido asumidos en términos de reforma:
nales y proyectos alternativos que dieran una nueva vigencia alos par-
tidos politicos tradicionales.
Estado nacién, como espacio de
realizacién de la democracia, de la soberania y, con frecuencia, de la
identidad, ha sido el principal receptor de estos impactos. El propio
desarrollo de una economia y de un sistema financiero global ha con-
icionado la soberania para decidir sobre la macroeconomifa nacional.
Los tiempos del desarrollo con inflacién, o de los desequilibrios pre-
supuestarios basados en la idea de que el Estado no quiebra, 0 de las,
ppoliticas de sustitucién de importaciones, pertenecen a una época su-
perada, Los margenes para las politicas macroeconémicas se han es-
trechado, y los gobiernos que escapan de estos margenes pagan un tri-
buto extraordinariamente alto en los mercados globales.
Pero, ademds, las tensiones descentralizadoras que procuran nue-
vos espacios de realizacién de la politica se han extendido por casi
todas las regiones del mundo. Se trata de descentralizacién hacia
arriba, en procesos regionales supranacionales (Unién Europea 0
Mercosur, por citar algunos) que buscan sinergias para enfrentarse
a los desafios globales, aun a costa de renunciar a una parte de la
antigua concepcién de la soberania; o de descentralizacién hacia
abajo, que busca en lo local una proximidad a la ciudadania en la
‘gestién de la cosa publica que no pueden tener los poderes centra-
les, Estos procesos, sin embargo, no han ido acompariados de refor-
mas suficientes en los poderes del Estado ni en las instituciones li-
gadas a él.
Ello hace que los ciudadanos que acuden a las urnas en elecci
nes nacionales entrevean que parte de las decisiones contenidas en las
42 Conbucones pare debate
practicas tradicionales de gobierno, ofrecidas en los programas electo-
rales, escapan a la capacidad de gestidn de sus representantes, tanto en
l Parlamento como en el Poder Ejecutivo. Por si fuera poco, la saluda-
ble descentralizacin interna se confunde frecuentemente con centrifu-
gacién del poder y cuestionamiento de la cohesi6n nacional. Tambi
‘podemos observar que los contenidos de las politicas concretas han cam-
biado. Las privatizaciones de servicios puiblicos considerados esenciales,
son algo més que una moda, aunque tengan componentes de esta na-
turaleza. El Estado se esté retirando de algunas de las responsabilida-
des que lo definian como garante de la defensa de los intereses gene-
rales y, en particular, de los intereses de los mas debiles,
Este feinémeno de debilitamiento del Estado ha sido aceptado por
la imagen burocratica y clientelar, cuando no corrupta, de la vieja
estructura, pero no ha sido sustituido por otra més eficiente. Asi,
la retirada del Estado de la generaci6n directa de producto bruto
mediante las privatizaciones de empresas puiblicas, ha seguido el
mismo repliegue en los servicios que responden a la satisfaccién de
derechos reconocidos como universales, tales como la educacion 0
la salud, Nos encontramos con poderes piblicos que han perdido el
control sobre contenidos de la politica que afectan a la ordenacién
del territorio, a la cohesién social, @ la formacién de capital huma-
no ola igualdad de oportunidades, y que por ello pierden parte del
sentido que les atributa y les atribuye la ciudadani
desafeccién y rechazo.
Esto no significa que las privatizaciones y la retirada del Estado
de funciones puramente empresariales, que se real
pre~ con mayor eficacia y eficiencia por los actores privados cuando
se hacen adecuadamente, no comporten beneficios para la ciudada-
lo que provoca
nia, Lo que se percibe como negativo en esta corriente de retirada del
Estado es su fuerte ideologizacion neoliberal, que consideré al Estado
‘minimo ~anoréxico— como el ideal para el desarrollo de suu modelo de
lobalizacién.
No parece discutible que el Estado deje de hacer coches 0 pantalo-
nes vaqueros, como funciones que no le corresponden, pero empieza
« plantear dudas la retirada de aquellos servicios que crean igualdad 0
desigualdad de oportunidades entre los ciudadanos, como la energia,
las comunicaciones, el agua o las telecomunicaciones. Estos servicios
“apueden ser privatizados, pero el criterio de la o
cio no puede imponerse a la consideracién de
tanto, debe ser compatible con un marco regulatorio que garantice su
prestacién en beneficio de los ciudadanos. Cuando la consideracién se
refiere a servicios que, como la educacién o la salud, afectan a derechos
bsicos con frecuencia reconocidos como derechos universes por el Es-
tado nacidn, la retirada provoca situaciones mucho mis graves.
SS
modelo de globatizaci6n,
A
Es imposible imaginar que los derechos universales a la educacion
sanitaria, que generan una obligacién para los pode-
res piblicos, puedan ser satisfechos por intereses privados librados a
Ja logica de la op
de las cérceles y otras muchas, que dejaron al Estado al margen de sus
responsabilidades. El 11 de septiembre de 2001, por ejemplo, puso al
descubierto esta absurda deriva en la seguridad aeroportuaria.
En este cuadro, c6mo recuperar una leg
gobiernos legalmente elegidos que evite ls
de largo alcance: las reformas institucionales y los cambios,
ica como funcién, para el fortalecimiento de un nuevo mo-
delo superador de la crisis actual
En primer lugar, surge la necesidad de mantener equi
‘con6micos sanos, una constante lucha contra Ia inflacién y una vigi
«ia seria de los equilibrios extemnos. Nada de ello deberia perjudicar si-
no, por el contrario, favorecer el desarrollo de politicas econémicas
alternativas. En las economias més fuertes, en particular la de Esta-
dos Unidos, se realizan politicas pragméticas, que incluyen déficit y
superavit segtin las necesidades del ciclo, protecciones para los sec-
tores menos competitivos 0 desequilibrios en las cuentas externas,
mientras se exigen politicas fuertemente ideologizadas a los paises
emergentes, aperturas comerciales desventajosas y equilibris
nos que ellos no respetan.
4Cémo recuperar una legit
galmente elegidos que evi
a los paises emergentes en la senda del desarrollo?
El principio de funcionamiento parece evidente. Los paises centra-
les disfrutan de renta historica y relaciones favorables de poder, que les
ddan margenes para hacer politicas de ajuste o fomento de la demanda,
'y para mantener y ampliar las ventajas sobre los emergentes, al tiempo
‘que pueden exigir a éstos jento de una rotunda ortodoxia
neoliberal codificada por el
Los resultados de este doble estindar en la aplicacion de pol
por parte del mundo desarrollado estan siendo devastadores para
‘América Latina. Por eso, es necesario redefinir algunas lineas basicas
de actuacién, El equilibrio de ingtesos y gastos ha de relerirse alos co-
rrientes y no computar de la misma forma ingresos obtenidos por
vatizaciones gastos destinados a inversiones. Ahora que se ha
lemiticas, seria conveniente una revisién adecuada de las conta-
bilidades nacionales. El brusco frenazo a las inversiones necesarias pa-
ra el desarrollo ha sido, en parte, consecuencia de la imputacién ina-
decuada de su costo en los presupuestos nacionales.
Los procesos de privatizacién se deben analizar con prudencia y por
sus propios méritos, sin las presiones que se derivan de intereses fordneos
1 de grupos oligopélicos propios. En muchas ocasiones, los procesos de
privatizacién poco o nada han tenido que ver con la liberalizacion que
se pregonaba para mejorar la competencia y si se han rela con
intereses particulares internos 0 externos. El modelo de crecimiento
Una poiiaparatademeccla 45econémico concebido como algo ligado al sector externo, sin considerar
la economia interna como variable de crecimiento potencial, debe serre-
visado, Nos encontramos, en esta propuesta, con la cuestién del aprove-
chamiento de la economia interna de los paises y regiones emergentes,
sin que esto suponga descuidar los equilibrios externos ni las posibilida-
des de insercién en la economia global
NN
En muchas ocasiones, los procesos de privatizacién poco 0 nada
tenido que ver con a liberalizacién que se pregonaba para me-
competencia y si se han relacionado con intereses particu-
rnos o externos.
LN
Superadas las teorfas de la sustitucién de importaciones para po-
tenciar el desarrollo autarquico, se ha caido, sin embargo, en el perma-
nente menosprecio de la economia interna en aquellas lineas de pro-
duccién que no necesitan insumos externos (0 en aquéllas cuyos
insumos externos facilitan la capitalizacién del pais), al tiempo que
pueden generar numerosos puestos de trabajo, potenciando el propio
‘mercado, En paises grandes de América Latina y las regiones que los,
circundan, cubrir las necesidades de vivienda por ejemplo, impactos
extraordinariamente intensivos en empleo y poco 0 nada dependien-
te de insumos externos, constituye un motor del crecimiento y de la
redistribucién.
Lo mismo cabria decir del desarrollo de algunas infraestructuras
bisicas, dela modernizacién de la produccién agroalimentaria y otros.
Los retrasos histéricos en materia de comunicaciones, telecomunica-
ciones, energia 0 agua son cuellos de botella para el desarr
pueden enfrentarse con esfuerz0s piblicos y/o privados, tanto ni
nales como regionales, y con financiamientos mixtos que hagan sopor-
tables sus impactos presupuestarios. La necesidad de este esfuerz0 es
permanente, pero en la coyuntura de crisis internacional de las econo-
‘mias centrales es imprescindible para contener Ia hemorragia social
producida por las recetas de las dos si
Necesitamos, en fin, p
ideol6gicas de ajuste permanente. También debemos revisar la relacién
46 Contitacons pare abate
que se denomina equidad social para problema
moral. De este enfoque se derivan dos posiciones que jamas se encuen-
tran porque —ahi esta la paradoja~ todo el mundo parece estar de
acuerdo en la necesidad moral de
que nunca quede claro el momento oportuno para realizar el esfuerzo
redistributivo que conduzca a ella
no p
de ajuste permanente. También debemos revis
Necesitamos politicas pragmaticas de desarro
id
de riqueza y de rei
as sostenible y exitoso para todos. Esto nos situaria a
‘més razonable del funcionamiento del mercado y del Estado, sin aban-
donarlo todo al primero ni exagerar la intromisién del segundo. La for-
‘macién de capital humano y de capital fisico més la productividad por
persona ocupada, y no los bajos salarios o la reduccién de ga
afectan a la educacion, la sanidad o las
serin los que fort
senda del desar
La pregunta sobre la compat
cesté mal formulada, cuando no pl posa. Porque
tuna parte de ella -1a del crecimiento dice referirse a los condiciona-
ientos técnicos que lo hacen posible, y la otra -Ia de la equidad— se
relaciona con imperativos éticos respecto de los menos favorecidos y
no con razones técnicas econémicas. Parecen enfrentarse,
rnimeros la primacia de lo t€cnico reduce el espacio de los conceptos
solidarios o humanitarios, se los convierte en imperativos deseables
pero no necesariamente alcanzables.48. Conti
Por eso, es preferible hablar de redistribuciOn del ingreso antes que
de equidad, situando el debate en el terreno de la mayor 0 menor efi-
cién moral de uno u otro. Si aceptamos hablar de re-
ingreso,en los términos expresados, podemos invertir
¢lplanteamiento de la cuestién basica: Es posible un crecimiento eco-
recta del ingreso tiene que estar vinculada a los.
ividad para mantener y me}
revolucion tecnologica.