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Lecciones psicoanaliticas sobre MASCULINO Y FEMENINO Paul-Laurent Assoun J Nueva Visién CoLEgccION Freup ) Lacan Dirigida por Roberto Harari Paul-Laurent Assoun Lecciones psicoanaliticas sobre MASCULINO Y FEMENINO Ediciones Nueva Vision Buenos Aires Assoun, Paul-Laurent Lecciones psicoanaliiticas sobre masculino y femenino - 1° ed. - Buenos Aires: Nueva Vision, 2006 128 p.; 20x14 cm. (Freud 0 Lacan) Traduccién de Viviana Ackerman ISBN 950-602-536-3 1. Pasicoanalisis |. ASckerman, Viviana, trad. II. Titulo CDD 150-195 ‘Titulo del original en francés: Lecons psychanalytiques sur Masculin et Féminin © Ed. Economica, 2005 Traduccién de Viviana Ackerman LS.B.N.-10: 950-602-536-3 1S.B.N.-13: 978-950-602-536-6 Toda reproduccién total o parcial ‘de esta obra por cualquier sistema —incluyendo el fotocopia- do- que no haya sido expresamente autorizada por cl editor constituye una infraccién a los derechos del autor y sera reprimida con penas de hasta seis afios de prisidn (art. 62 de la ley 11.723 y art. 172 del Cédigo Penal). © 2006 por Ediciones Nueva Visién SAIC, Tucuman 3748, (1189) Buenos Aires, Republica Argentina. Queda hecho el depésito que marca la ley 11.723. Impreso en la Argentina / Printed en Argentina INTRODUCCION “Si nos fucra posible renunciar a nuestra envoltura corporal y una vez convertidos asi cn seres s6lo pensamiento, proce- dentes, por ejemplo, de otro planeta, observar con la mirada nueva y exenta de todo prejuicio las cosas terrenas, lo que mas extrafariamos seria, quizd, la existencia de dos sexos que, siendo tan semejantes, evidencian, no obstante, su diversidad con signos manifiestos.”! Asi formula el creador del psicoandlisis la cuestion de la diferencia sexual, en términos falsamente o mas bien sabia- mente ingenuos. Para nosotros, “terrestres”, va de suyo que hay hombres y mujeres. El género humano se compone de dos mitades, y “la existencia de dos especies entre las especies entre los hombres” (die Existenz zweier Geschle- chter unter den Menschen) es del orden de la evidencia. Ello procede del hecho de que estamos arraigados en nuestra corporcidad. Sugerencia notable: es el arraigo en lacorporei- dad (Leiblichkeit) lo que produce esta evidencia “prerreflexi- va” de lo sexual. A partir del momento en que existe la carne (Leib) hay lo “masculino” y lo “femenino” —manera de recor- dar que el cuerpo esta sexuado, anclado en Ja sexuaci6n y que es a partir de alli y por medio de esa brujula como el sujeto sc orienta en el espacio. Dado que existe el cuerpo, lo sexual ' Freud, S., “eorias sexuales infantiles” en Obras completas, Biblio- teca Nueva, Madrid, 1981, t. 11, p. 1263. G.W. VII, 174. estd presupuesto, ya que el arraigo corporal pre-supone la diferencia sexual, confirmada por la adhesién al cuerpo. Es en tanto sexuados como somos de este mundo. Lo cierto es que, si fuera posible desprenderse de esta pertenencia corporal y ponerse en la mirada, como “seres s6lo pensamiento”, como en la primera mafiana del mundo, este planeta en el que evolucionamos mas bien distraida- mente, lo primero que nos saltaria a la vista seria Ja diferencia sexual, ese “hecho fundamental” (Grundtat- sache) redescubierto como en un efecto de sorpresa. Una evidencia enigmatica Asi significa Freud dos cosas en un mismo impulso: por un lado, que la oposicién hombres / mujeres se plantea en parte en este punto, a la manera de un real primordial; por el otro, remite a “una pura diferencia de pensamiento”. Por un lado salta ala vista: “Masculino 0 femeninoes la primera diferen- ciacién que ustedes hacen al enfrentarse con otro ser huma- no...”;? por el otro, nada es mas opaco, incluso abstracto: “la masculinidad o la feminidad es un cardcter desconocido”. Es en tanto “diferencia de pensamiento” como, junto a la clara diferencia hombres / mujeres, surge la pareja “mascu- lino / femenino”. Este pasaje de lo sustantivo a lo adjetivo constituye un punto de oscilacién que abre toda una proble- matica: justamente va a aparecer que no todo lo masculino esta en el hombre, como tampoco lo femenino es el predicado exclusivo dela mujer. Es esto lo que, por de pronto, exige una légica de la sexuacion. 3A qué pensamiento corresponde entonces la dualidad de lo masculino y lo femenino, captada en su real inconsciente? Tal es la pregunta que despunta y que tiene consecuencias clinicas incalculables: basta recordar que la clinica analitica entera atestigua una vacilacién de esta evidencia bajo las 2 Freud, S., Nuevas lecciones introductorias al psicoandlisis, Leccion XXXII, en Obras Completas ob. cit., t. 11, p 3165; G. W. XV, 120. -—— formas de la neurosis, de la psicosis y de la perversién -sin contar los momentos de “duplicidad sexual” que represen- tan las figuras de la homosexualidad, del travestismo y dela transexualidad — jen estos ultimos casos el extraterrestre See podria dudar en cuanto a su identificacién el ser! _Si Freud recuerda esta intriga es para subrayar que el nino, por su lado, no se obsesiona con esto: en su “vision del mundo” se opera la doble ecuacién espontanea padre = hom- bre, madre = mujer; ahora bien, padre y madre van de suyo en la escena familiar; por lo tanto, el género humano se reparte naturalmente en dos mitades, tanto hemisferios del mundo como del universo humano. Al menos es la posicién de partida del nifio: luego, ese “hecho sexual” Ilegaré a re- velarse dramaticamente problematico. Al punto que el sin- toma —bajo su forma multiple- es un testimonio de la problematizaci6n de esta dualidad y de sus efectos profun- dos y activos. En efecto, revela que el sujeto “no se hace” tan facilmente aesta dualidad, de lo cual da pruebas su relaci6n sintomatica con la sexualidad. Por lo demas, si la diferencia (Verschiedenheit) es flagran- te, se observard que, en la formulacién freudiana, no es absoluta: los dos sexos también son “idénticos” en cierta medida, lo que esboza la pregunta: jen qué medida la dualidad sexual redefine la unidad del hecho antropoldgico? éAcaso la “antropologfa” no esta dividida en su entorno por el “hecho sexual”? La funcién m/f: lo sexual y lo viviente De hecho, es en el registro calificativo (médnnlich vs weiblich) donde la pregunta encuentra el “saber del inconsciente”. Por lo tanto, este adjetivo esta sustantivado como “mas- culinidad” (Méannlichkeit), en oposicién a “feminidad” (Weiblichkeit 0 Feminitdt). Se hablara, sustantivando el calificativo, de lo “Masculi- no” (das Mannliche), opuesto a lo “Femenino” (das Weiblis- che). Se observara una diferencia de régimen Ea las lenguas germanicas, se pasa en una continuida : Mannal mdnnlich, del Weib al weiblich, mientras queen las lenguas romances, si se mantiene la continuidad en el resi dela “femenina’ alo “femenino”, se produce un desenganc e, del “hombre” (homo) a lo “masculino” (masculinus). Muta- cién del radical que podria constituir una indicacién simbé- ae esta doble funcién, Freud designa lo que se pone en juego en el otro extremo de. su trayecto, en una nota de uso personal que permanecié inédita durante mucho tiempo: “En cuanto al origen de Eros -posibilidad que con el naci- miento de lo viviente haya tenido lugar simultaneamente desagregacion de sustancia m y f que, como lo ae Platon, quieren desde entonces reunirse. Aunque oe 0 encaja. Origen de Eros y de la muerte seria lo mismo. Pero, {de dénde proviene la simultaneidad de Jos dos aconteci- mientos?”* Formidable esbozo de la cuestién, entregada en estilo telegrafico, como si el creador del psicoandlisis ae sara consigo mismo en la antesala de la muerte acerca de esta perplejidad elemental: la cuestién de lo viviente es inseparable de la cuestién de lo sexual. Imposible panes se la pregunta por el origen de la vida sin chocar con la cuestién deladvenimiento de lo sexualalo viviente. Peroéste no es pensable sino en términos de corte y de “desagrega- cién” —“seccién” o “sexién” de donde surge esta dualidad m/ w(mannilich / weiblich)-, siendo un enigma la “simultanei- mbos acontecimientos”. Hee ooae pensar en ultima instancia la posibilidad de esta irrupcién de lo sexual en lo viviente? Si hay desagregacion, entonces Eros hacaido en la trampa de Tanatos. Masculino y femenino estan ubicados en el lugar estratégico de la seccién sexual. El propésito de las presentes Lecciones es atravesar este enigma y hacer oirla alusi6n freudiana final. itada Ilse Grubrich-Simitis, + Nota del 22 de setiembre de 1938, citada por Ilse ! Les manuscrits de Freud, Presses Universitaires de France, 1997, p. 116. 10 El “hombrecito” sélo descubre esta tiltima cuestion, como lo hemos visto y lo verificaremos sobre la marcha, en un momento que decide de la suerte de su deseo. Es entonces cuando se conecta con la cuestién del origen. Esto cae en el momento adecuado: genus, género, es también el origen. Los “cuatro discursos”: lingiiistica, biologia, sociologia... psicoandalisis Todo esto constituye cl meollo inconsciente del problema. Necesitamos retroceder ante esta cuestién para ver proyec- tarse en ella cl momento analitico. Digadmoslo de entrada: el terreno esta tan minado que aqui los discursos se exacerban. Empero, no hay treintay seis que sean consistentes sobre la cuestién de lo masculino y lo femenino. Esta esta atrapada en la lengua, en la sociedad, y por ultimo en la psique. Una nota de los Tres ensayos sitta el problema con claridad: “Ha de tenerse en cuenta que los conceptos ‘mascu- lino’ y ‘femenino’, cuyo contenido parece tan inequivoco a la opinion vulgar, son, desde el punto de vista cientifico, ex- traordinariamente complejos...”.‘ Toleran al menos tres “di- recciones”: un sentido de actividad y de pasividad, un senti- do biolégico y un sentido socioldgico. Si se quiere denominar al primero “psicolégico”, también hay que convenir, como Freud lo diré brutalmente poco después a sus primeros discipulos, que “{...] los conceptos de‘masculino’ y ‘femenino” no valen nada en psicologia”® —ja menos que la psicologia no valga nada para abordar la cuestién de lo masculino y lo femenino! Todo ello parece hecho para desalentar también toda referencia psicoanalitica. Mas bien hay que ponderar este clivaje entre “la opinién vulgar”, que se sittia en él con ‘Freud, S., Tres ensayos para una teoria sexual, en Obras completas, ob. cit., t. 1, p. 1223; G.W. V 121. * Sesion de la Sociedad Psicoanalitica de Viena del 23 de febrero de 1910, on Les premiers psychanalystes. Minutes de la Société psycha- nalytique de Vienne, Ediciones Gallimard, t. 1, 1978, p. 422. lL cierto confort y la cuestién que esto le abre al “punto de vista cientifico”. {Es por la prueba de lo masculino y lo femenino como la psicologia se convierte en psicoandlisis! Luego se vera como el psicoandlisis pone el pie en ese saco de nudos, con Freud en el rol de Tiresias que trataria de no perder el norte y de no pagar con alguna ceguera su clarividencia, teniendo por unica brijula el saber clinico del inconsciente... La cuestion gramatical: el género Tal vez haya que tomar el impulsomas lejos auno demanera mas literal. Desde mucho tiempo antes de que el saber del inconsciente se inmiscuyera en el asunto, lo masculino y lo femenino vienen trabajando su lengua. Por consiguiente, hay que empezar por abrir la gramatica. La lengua se topa con la cuesti6n del género de las palabras. Se trata de la clasificacién morfolégica de estas categorias gramaticales que son los sustantivos y los pronombres (“él”, “ella”). Es el género de las palabras el que dicta las reglas de la “concor- dancia” —jcon un predominio masculino de la concordancia en plural, premonitorio dela dificultad inconsciente! {Signi- fica esto que la lengua asimila los nombres de los objetos a seres machos o hembras? Decir que las palabras tienen un sexo no expresa sino una parte de la cuestion. Puesla lengua “masculiniza” y “feminiza” a su antojo. Pero ademas hay un fenémeno que viene a trastocar la norma gramatical. El “epiceno” es un fenémeno que indica que la lengua fracasa esporddicamente al accionar la dife- rencia de género, incluso descuidando su regla. El término epikoinés quiere decir “comun”, lo cual traduce laidea de que un mismo vocablo asume las dos funciones, las confunde o mas bien las suspende. En primer lugar, se denomina epiceno un sustantivo que resulta comtn al macho y a la hembra de una especie: “Aguila”, “codorniz”, “sapo”. No hay m4s que una voz para designar el espécimen macho y el espécimen hembra de la especie nombrada. 12 Ensegundo lugar, se designa conel término “epiceno” una palabra —sustantivo, pronombre o adjetivo— que no varia segiin el género: “persona”* puede designar a un hombreoa una mujer; “tt” no dice nada del sexo; “orden” puede aplicar- se a un vocablo femenino o masculino. Los epicenos son las excepciones que confirman la reglade la categorizacién gramatical fundada en la distincién natu- ral o convencional. Palabras literalmente bisexuales: son hermafroditas lingtifsticos que muestran la precariedad de “la identidad de género” en el orden de la lengua. La cuestion biolégica: macho y hembra Al menos deberiamos situarnos en la dualidad ofrecida por Ja vida entre lo que se llama “macho” y “hembra” -la cual, seguin Freud, “tolera la determinacién mas clara”: “Mascu- lino y femenino aqui estan caracterizados por la presencia de células respectivamente seminales y ovocitos” (Samen, Eizellen). O también: “Masculinos son el producto sexual masculino, el espermatozoo y su vehiculo; femeninos, el ovulo y el organismo que lo hospeda’”.6 He aqui material para Ja base histolégica orgdnica enunciada por “la ciencia anaté- mica”. La testosterona, producto de los testiculos, es el andrégeno que viene a atestiguar lo masculino, en simetria con el estrégeno, portador de lo femenino. La dualidad masculino/ femenino se escribe por medio de la diferencia genética, la que hace jugar la oposicién cromosémica XY / XX. Pero atin queda la pregunta: {por qué y como se ha sexuado lo viviente? ,Cémo se paso de los eucariotas, que se reproducen por clonacién y simple mitosis, a esos seres susceptibles de meiosis y de fecunda- cién, de modo que se requiere un partenaire? La pregunta * Elejemplo presentado en el original francés es enfant, que puede ser tanto “nifio” como “nifa”. El caracter epiceno de esta palabra sera retomado mas adelante por el autor. [N. de T.} © Freud, S., Nuevas lecciones introductorias al psicoandlisis, Leccién xxxil, en Obras completas, ob. cit., t. il, p. 3165; G. W. XV, 121. 13 sigue abierta; obsérvese cuanto de ella permanece oeulto: si los “testiculos” son los “pequefios testigos” visibles, disimu- lan lo esencial. El macho, en la vertiente del comportamiento, esta carac- terizado por “una actividad muscular mas potente, la agresividad, la mayor intensidad de la libido” -lo que se encuentra en la virilidad cuando viene a parodiar esta caracterizacién biolégica que Freud toma la precaucién de relativizar subrayando que hay especies en las cuales estos parametros supuestamente distintivos de los machos se encuentran en las hembras —advertencia en la que sobre- vuela la sombra de la “mantis religiosa”. La diferencia sexual se percibe en el momento en que se constituye el dimorfismo sexual, es decir la diferencia de talla, de masa grasosa, de pilosidad y el conjunto de Jo que se da en llamar los “caracteres sexuales secundarios”. Se polariza en forma de lo “genital” —cl del macho como saliente y convexo, el de la hembra discreto y céncavo (mientras que el cuerpo de la mujer presenta una convexidad mamaria, el hombre no puede esperar sino de una convexidad muscular la compensaci6n a esta concavidad toracica). Salvo advir- tiendo que el surgimiento del sexo femenino adquiere una sobre-visibilidad, reforzada por la “marca organica” de la efusion de la sangre menstrual. La cuestion social: la vestimenta Dirijamos la mirada hacia lo social. Esta vez, se trata de division de las funciones. En cada sociedad, los cédigos “masculino” y “femenino” se encuentran asignados por la estructura del parentesco. La afiliacion a lo masculinoy alo femenino esté regulada, en las sociedades tradicionales, por ritos de iniciacién debidamente codificados. En la légica de la modernidad social, todo documento de identidad lleva una mencién, justo después del apellido y los nombres de pila, del sexo, y ordena declararse de un lado o del otro de la 14 frontera donde lo sexual hace indice social. Funcién de asignacion altamente coercitiva. Estamos en el registro de lo “convencional”, en oposicién alo “natural” que implica la biologia. Lo social, sin embargo, esta trabajado por un secreto enloquecimiento: necesita fijar a cualquier precio ]o masculino y lo femenino por medio de los signos. En primer lugar, la vestimenta, pero también el peinado. Basta con leer los carteles: “masculino y femenino”, dupla que reina en los letreros de las peluquerias. Las géndolas de confeccién indumentaria prefieren “hombres / mujeres”. En cuanto a la “segregacién urinaria”, como por contraste, la oposicién empuja hacia arriba (“damas”/“caba- lleros”). Una vez mas, he aqui un punto de mezcla y trastocamien- to: puede medirse el aleance transgresivo del travestismo si se advierte que viene a introducir una confusién. Se com- prende la sensibilidad a la prerrogativa de la vestimenta para discernir lo “masculino” de lo “femenino”, que expresa la famosa proscripcién deuteronémica: “No levara la mujer vestidos de hombre, ni cl hombre vestidos de mujer, porque e] que tal hace es abominacién a Yavé, tu Dios”. “E] habito hace al monje”: jel proverbio es muy audaz, cuando se sabe que uno de los temas mitolégicos mas desarrollados es el de la mujer disfrazada de monje oel dela santa travestida para cumplir con su vocacion!* Puede adop- tar, como coronaci6n de su carrera transgresora, el lugar del papa. Para pruebas, obsérvese el ritual que ha sucedido ala historia de “la papisa Jeanne” y que impuso la verificacién de los testiculos (“pequenios testigos”)’ jlo cual recuerda que la tiara no hace al papa! Por lo demas, el papa protege tan poco lo femenino que reintroduce la potencia tutelar de la Diosa Madre en la figura mariana. * La Biblia, Deuteronomio, 22, 5, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1977, p. 231. *B. Patlagean, “L’histoire de la femme déguisée en moine dans la premitre hagiographie byzantine” en Etudes médiévales, 1976. * Alain Bourau, La papesse Jeanne, Aubier, 1988 De la confusién de los géneros al mito en accién Puede apreciarse Ja leccién de esta primera exploracién, hecha para dar vértigo. La dualidad masculino / femenino esta perturbada en el plano gramatical por el fenémeno de los epicenos, en el plano bioldégico por el de los hermafroditas o andréginos y en el plano social por el del travestismo. En cada nivel, la norma dual —género gramatical, género social, género biolégico— se encuentra dividida y revelada por una anomalia. Este micleo oscuro del problema es el espacio que viene a ocupar el mito. De Hermafrodito a Tiresias, la escritura mitol6gica hace los maximos esfuerzos para entregar una version de aquella historia. Tenemos pues nuestra cuestién enmarcada. Aqui resulta esencial Ja distincién de los discursos: si hay un punto cronico de confusién [Verworrenheit], es el de lo masculino y lo femenino. En la materia, la culpa recae especialmente en Adler: en él, “los sentidos biolégico, social y psicolégico de lo ‘masculino’ y lo ‘femenino’ quedan aqui fundidos en un estéril producto mixto [Mischbildung] ”.° Esta “confusién de los géneros” designa el punto de mezcla, de Verwirrung, que el psicoandlisis esta llamado a asumir. Como se sabe, es su vocaci6n: el psicoandlisis se especializa en este resto de los discursos bio-, socio- e incluso psicolégicos, sin dejar por ello la ultima palabra a los mitolégicos, al tiempo que encuentra sus avances por la via de la ciencia. Nose propone ni evitar la cuestién de ese “desecho” que intentan borrar los discursos de la ciencia, ni disolverlo en la magia de un relato. El psicoandlisis provee la “criba” que permite discriminar los sentidos “biolégico”, “social” y “psicolégico”, es decir la hipotesis del inconsciente. © Freud, S., “Historia del movimiento psicoanalitico”, en Obras completas, ob. cit., t. 11, p. 1923. 16 Masculino y femenino puestos a prueba por el inconsciente En una primera parte, necesitaremos despejar la problema- tica freudiana, situando y tomando prestadas las entradas en este laberinto. La primera puerta de entrada es el punto de trastocamiento, es decir la bisexwalidad. Ello nos dara acceso, a partir de este nucleo oscuro, a la cuestién, es decir a la funcion pulsional de la pareja masculino / femenino, que abre ala cuestion de lo activo / pasivo y de lo falico/cas- trado. Por ultimo, ello implica abordar la cuestién en la vertiente de la dialéctica edipica que provee, con la introduc- cién de la alteridad, la coyuntura del advenimiento a lo masculino y/o alo femenino, de la identificacién y del fan- tasma. Bisexualidad, pulsién, edipo: es lo que permite situar los avances basicos. Asi se demuestra, en cada una de estas etapas, el incremento del nucleo de verdad inconsciente del mito y su desmitificacién en la vertiente de lo real incons- ciente. Esto impone la verificacién, en una segunda parte, por medio de las figuras clinicas, de cémo la dialéctica toma cuerpo en el ordenamiento estructural del sintoma. La psicopatologia cobra sentido en psicoandlisis a partir de estas funciones. Neurosis, psicosis y perversion se ordenan, si se me permite la expresién, en torno de las respuestas organizadas a esta pregunta. Aqui se trata no de las entida- des psicopatologicas, sino de las ecuaciones basicas de la conflictividad de lo masculino y lo femenino. Enunatercera parte, volveremos alo que se pone enjuego de la cuestién —lo que lleva a volver a interrogar, como do- ble detonador, los efectos de retorno por una parte en los destinos socioclinicos, y por la otra en el registro del cuerpo— lo que permite ver el pasaje que posibilita retomar la proble- miatica freudiana por la via de la légica lacaniana de Ja se- xuacion. Entonces habra Hegado el momento de calibrar la “penetraci6n” freudiana de la cuestion. 17 Una cuestion y lo que en ella se juega El hecho de que hayamos cruzado la bifurcacién de lo mascu- lino y lo femenino, de la angustia" al masoquismo” pasando por la prueba de las fobias,” antes de dar la medida a las relaciones entre cuerpo y sintoma,"' imponia encararla en si misma, de modo tal que las presentes Lecciones, prolongando este movimiento, sitten la red donde se entretejen estos hilos, lo cual conduce, a través del “ser masculino”," al interrogante “zqué quiere la mujer?”.'* Lo que se pone en juego en esta puntualizacién sobre la cuestién resulta considerable. Digdmoslo de una buena vez: la confusion de los discursos, enérgicamente biologizada o indiscriminadamente culturalizada, llega al colmo en este terreno. Esimperativoconstatarlo, puescl aporte del psicoana- lisis se caracteriza por ser tomado con una gran ligereza en el campo de los discursos que, a la sombra de lo viviente o de la cultura, se ponen a salvo del enigma, auncuandose trata de los mas “abiertos”. El discurso analitico no es solamente un com- plemento en este dominio; a condicién de ser correctamente restituido, es la inica posicién que se confronta, en tanto van- guardia, con la angustia de este interrogante articulando un saber. Por eso vuclve a interrogar ese punto oscuro de (dis)yuncién de lo viviente con la cultura. A buen entendedor... 4 P.-L, Assoun, Legons psychanalytyques sur Langoisse, leccién 1x, “L’homme et la femme: le sexe de Fangoisse”, pp. 75-79.| Lecciones psicoandiliticas sobre la angustia, Buenos Aires, Nueva Visién, 2003] PL, Assoun, Lecons psychanalytyques sur le masochisme, leccion v1, “Le masochisme et le féminin’, pp. 60-66 Lecciones psicoaniliticas sobre el maso- quismo, Buenos Aires, Nueva Visién, 2005.| P.-L, Assoun, Lecons psychanalytyques sur les phobies. 1! P.-L, Assoun, Corps et symptome. Lecons de psychanal site somatique du symptéme: le féminin”, pp. 312 sq | Lecei sobre cuerpo y sintama, Buenos Aires, Nueva Visién, 1998.| “P.-L. Assoun, “L’étre-homme inconscient, Figures freudiennes du masculin”, en “Le Masculin”, Trames n° 28, Editions Trames Associa- tion, 1999, pp. 15-31. “ PLL, Assoun, Freud et la femme, Calmann-Lévy, 1983, 4° ed., Payot, 2003.{Freud y la mujer, Buenos Aires, Nueva Visién, 1994. | °, leecién xv, “Le Wes psicoandliticas 18 Primera parte TEORIA LAS FUNCIONES Leccién I BISEXUALIDAD Y BISEXUACION La bisexualidad es un asunto que, con toda la confusién que entrafia, viene a plantear la cuestién de lo masculino y lo femenino y a tornarla insoslayable. No hay otra entrada, y ninguna otra resulta tan obligada como ésta. Se la aborda por medio de una doble paradoja. Extrafia nocién la de sexo (Geschlecht): fuertemente iden- titaria, ya que designa una categoria identificatoria —se es “hombre” o “mujer”, obligado(a) a presentar Ja propia iden- tidad al mismo tiempo que la “partida” de nacimiento-, incluye, con la distincién del otro sexo, la referencia a una alteridad: se “tiene” un sexo porque no se tiene el otro. La bisexualidad (Bisexualitét) redobla la paradoja, for- zandonos a pensar la presencia de una dualidad de sexos (Zweigeschlechlichheit) en el interior de una sola y misma individualidad. En psicoandlisis no hay otra teoria de la individuacion que este in-dividuo... dividido por el sexo. De entrada, esto se relaciona con la pregunta siguiente: gen qué medida la bisexualidad afecta, mas alldé de lo organico, lo que se designa como psique? Entonces, {cémo pensar la bisexualidad y entender la idea de una “bisexualidad psiquica”? He aqui el Schibboleth planteado desde el principio en la cuestion masculino / femenino. 21 Lo viviente y el mito éCémose plantea la cuestion de la bisexualidad para Freud? En un primer momento, como se sabe, la encuentra via Fliess, en la fase de eclosion del psicoandlisis. Jamas se insistira lo suficiente en el hecho de que Wilhem Fliess fue su iniciador-mediador en este tema y que Freud jamas lo perdera de vista, aunque esta historia, que se inaugura tan claramente, concluye con un olvido, cayendo en Ja “psicopa- tologfa de la vida cotidiana”. Sostener que existe lo bisexual es afirmar que hay, en el mismo ser 0 en el mismo proceso, “lo” masculino y “lo” femenino. Pero vemos que nosindica la entrada analitica en la cuesti6n: lo bisexual —esa “complicacién” inherente a la dualidad masculino / femenino-, debe ser encarado y atra- vesado para ubicar la cuesti6n de las funciones inconscien- tes, de lo masculino y lo femenino en su propio lugar. En este terreno, el mito precede de lejos al psicoandlisis y la biologia la precede escasamente. La biologia capta la bisexualidad bajo la forma de un ser que posee los dos érganos, macho y hembra, o caracteristicas histolégicas y / u hormonales mixtas. Estos dos aluviones —mitol6égico y biolégico— van a encon- trar en la contribucién de Wilhem Fliess un eslab6n inter- medio. El abordaje biolégico gira alrededor de la cuestién factica; la palabra mitolégica respeta su enigma sin salir del relato. Es en este punto donde la especulacién fliessiana va a cobrar todo su sentido. El hermafrodita: del relato mitico... Es la figura del hermafrodita la que presta su rostro y su cuerpo a la bisexualidad. Es bajo]a estampa del monstruo ~el hermafrodita andrégino— como se expresa la tematica de la duplicidad sexual en un primer momento. Por ende, hay que partir del relato mitico que lo comprueba. 22 El personaje mitico de Hermafrodito nacié de la violacion. de un joven muchacho por parte de una mujer, la nayade Salmacis. Sitén es hermafrodita: “por una derogacion delas leyes de la naturaleza, ser ambiguo, Siton fue ya hombre, ya mujer”. Nifo violentado por una nayade disoluta, nacido, por metamorfosis, del coito: “Asi como al replegarse la misma corteza en dos ramas, se las ve, cruzando, unirse y crecer juntas como una misma rama, andlogamente, desde que sus miembros se han mezclado en un abrazo tenaz, yano son dos seres, y no obstante participan de una doble natura- leza; y sin que se pueda decir que es una mujer ni un nifo, el aspecto no es nicl de una ni el del otro, al mismo tiempo que es e] de ambos”.' Obsérvese elaspecto confusionantedel coito. El niiio es un “semimacho”. Hijo de Hermes (Mercurio) y de Afrodita (Venus), anhela, luego de su desventura, que “todo hombre que se haya bafiado en esta fuente ya no salga de ella sino como hombre a medias y que no bien toque esas aguas, pierda al instante sus fuerzas”. Por consiguiente, Hermafrodito es una mujer-nifio o un nifio-mujer. {Qué ha ocurrido? Este nifio apenas puber, inseguro en su sexo, invadido por la pulsion de una femini- dad violenta que irrumpe brutalmente en la virilidad, se convierte en un hombre, no sin retener almismo tiempoalgo de suinfancia ¢ integrando en élla feminidad de supartena I- re. Relacién contranatura entre una mujer lasciva y un nino macho inocente violentamente “avivado”. En ningun mo- mento puede descarla como hombre. Lo que aparece, al cabo de esta copula desordenada, es un injerto de Jo femenino en la masculinidad. Ella lo hace hombre obstaculizandole si- multéneamente la ruta del sexo masculino. Recuérdese que el hermafrodita nace de una violencia 0 de una hiperactivi- dad de lo femenino que toma por objeto “al hombre en ciernes”. \Ovidio, Les Metamorphoses, libro wv, Garnier, 1966, pp. 119-121. 23 ... ala cuestién biolégica En espejo, la ciencia de Jo viviente se deja captar por la du- plicidad sexual. Simbélicamente, Freud toma contacto, a partir de sus afios de estudiante de medicina, con el herma- froditismo biolégico bajo la forma mas concreta, la de las células sexuales de las anguilas que va a disecar a Trieste a partir de 1876.2 Asi pues, habraé experimentado desde el comienzo la cuestién de lo masculino y lo femenino, resbala- diza como una anguila... “Nadie” [personne] jamas ha descu- bierto una anguila macho adulta, nadie jams vio, a pesar de los innumerables esfuerzos desplegados a lo largo del si- glo, los testiculos de la anguila’: jesta conclusion dela tesina de 1877 podr{fa ser premonitoria del cardcter problemati- co de lo masculino experimentado mas tarde en el “ser hablante” [parlétre]! Freud dara su formulacion en su ensayo sobre Jo sexual: “Pero la ciencia conoce casos en los que los caracteres sexuales aparecen borrosos (verwischt), dificultando la de- terminacién del sexo ya en el terreno anatémico”.’ El herma- froditismo se presenta como la reuni6n de caracteres mascu- linos y femeninos en las partes genitales.* Incluso puede afirmarse que cierto grado de hermafroditismo anatémico constituye la norma. Se lo sittia bajo la forma de huellas del aparato del otro sexo, de supervivencias de 6rganos sin funcioén y de transformaciones funcionales. A propésito dela hibridez (Zwitterschaft, Zwitterbindung), se constata una disposicién bisexual originaria que se ha desarrollado en Monosexualitdt con los restos del sexo atrofiado. Freud, al redactar los Tres ensayos, exclama, dirigiéndose 2E. Jones, La vie et oeuvre de Sigmund Freud, t. I, cap. 1v, Presses Universitaires de France, 1958; 1970, pp. 41-42. |Vida y obra de Sig- mund Freud, Barcelona, Anagrama, 2003.] + Freud, S., Tres ensayos para una teoria sexual, en ob. cit., t. i, p. 1176.;G. W. V, 40. ‘Cf. Taruffi y Neugebauer; Gley, Les aberrations de l’instinct sexuel (1884), Chevalier, Inversion sexuelle (1893); Krafft-Ebing, Arduin, Hirschfeld, Herman, Fliess, Weininger, Geschlecht und Charakter, 1903. 24 a Fliess: “[...] evito tanto como puedo el tema de la bisexua- lidad”, salvo en dos lugares donde ello no es posible: “la explicacién de la inversién sexual” y “la tendencia homo- sexual en los neurépatas”.® Aprovecha para recordar que “hermafroditismo e inversién son totalmente independien- tes uno del otro: La inversion en el hombre es completamen- te compatible con la mas completa masculinidad psiquica”. En el otro extremo, a propésito de las “metamorfosis de la pubertad”, observa que “(...] ha sido posible realizar asi el experimento (E. Steinach) de transformar un macho en hembra, y viceversa [...]’.6 En consecuencia, Freud no se muestra desinteresado por estas manipulaciones bioldgi- cas: “Es perfectamente posible que nuevas experiencias revelen que la disposicién normal dela glandula puberal sea hermafrodita, merced a cello la teoria de la bisexualidad de los animales superiores encontraria un fundamento anato- mico”. : El punto aparece reafirmado aunque problematizado a propésito de la “psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina”: “Los casos de homosexualidad masculina [...] cumplian la condicién, no siempre dada, de presentar un marcado hermafroditismo somatico”.’ La Leccion sobre la bisexualidad La problematica de la bisexualidad se remonta al horizonte del pensamiento de los afios 1860-1900, y Freud se deja atrapar por dicha cuestién desde los origenes, en los afios decisivos de la creacién del psicoanélisis, en 1895-1897, por intermedio de Wilhem Fliess, quien la elabora en una obra 5 Freud, S., Carta a Fliess del 23 de julio de 1904, en “Pour ma propre cause”, reproducido en Une question incontournable. La bisexualité (Freud Fliess Weininger). Lysimaque, 1994, p. 34. Freud, S., Tres ensayos para una teoria sexual, en ob. cit., tI, p. 1220. 7 Freud, S., “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina”, en ob. cit., t. 11, p. 2561, G. W., XII, 301 (en referencia a Steinach) 25 publicada en diciembre de 1896, Les relations du nez avec les organes génitaux. Simbolicamente, para la Pascua de 1897, en su segundo “congreso” de Breslau, Freud, ya familiariza- do con la nocién, recibe de alguna manera su jniciacién de la Bisexualitdislerhe fliessiana —mientras que en el momento en que se desencadene la controversia resonante sobre el plagio, hara gala de un extrano olvido sintomatico—. No deja de tener interés la observacién de la dualidad de los términos cuasisinénimos: Bisexualilat, que enuncia el caracter binario de la sexualidad y Zweigeschlechtichkeit, que enuncia la “dualidad” [duellité; zwei) del sexo como género (Geschlecht-lichkeit) y de “contra-sexuidad” (Gegen- geschlechilichkeit), término del que Fliess va a apropiarse mediante una infima pero no insignificante modificacién de las letras: Zwiegeschlechtigkeit (donde la “g” reemplaza la “ch” de la ortografia corriente).* {Qué es lo que Freud etiqueta como “bisexualidad”, en tanto lector de Fliess y luego de la cosa inconsciente? Algo que puede juzgarse en los textos en los que se elabora dicha nocién, desde ‘La relation du nez avec les organes génitaux (1897) hasta Le cours dela vie: fondement d’une biologie exacte (1906) y De lavie et de la mort (1909) -con el texto titulado Masculin et féminin (1914) como la recapitulacion. Para Fliess se trata de representar lo viviente como atravesado por estas dos tendencias: al quedar constituido lo “masculino”, éste hace pasar al estado latente lo “femeni- no”, asi como lo “femenino” se constituye haciendo pasar lo “masculino” al estado latente. La torpeza* sexual La idea de la bisexualidad tiene un doble correlato, morfol6- gico y relativo a la nocién de proceso. En efecto, Fliess En este apartado el autor juega con la homonimia entre el sustantive gauche (“izquierda”) y cl adjetivo gauche (“torpe”). [N. de T-| ’Porge, E., Vol d'idées? Wilhem Fliess, son plagiat et Freud suivi de Pour ma propre cause de Wilhem Fliess, Editions Denoél, 1994. 26 atribuye gran importancia a la idea de bilateralidad, y la relacién “derecha” / “izquierda” viene a figurar la realidad bisexual: “en el hombre y en la mujer el lado derecho corresponde a la sustancia del mismo sexo, y el izquierdo al del sexo opuesto”.° Por otra parte, lo bisexual se inscribe en el cuerpo bajo la forma de “ciclos”: si el modelo es el del ciclo menstrual distintivo de lo femenino, ciertamente debe ha- ber un ciclo simétrico masculino, que Fliess sittia en medio de una especulacién numerol6gica y que estima tiene 23 dias. Calculo destinado a encontrar la escritura de la rela- cion sexual: 28 y 23 vienena cifrarla duracién de vida deuna “unidad de materia” respectivamente “femenina” y “mascu- lina” y que encuentra su prueba orgdnica en un uterus masculinus, localizado en la préstata."° Es este hombre gelinkt (“entorpecido” 0 “vuelto torpe” [gauche]) el que resulta més adecuado para figurar el enig- ma bisexual: “Si un hombre es ‘gelinkt’, entonces es mas femenino en todo suhabitus”, sin excluir la eventualidad de agregar que “si una mujer es gelinkt, entonces es mas masculina que la media de sus compaferas de sexo acentua- das a la derecha”."' Fliess habra tenido la intuicién de la torpeza [gaucherie] fundamental de lo sexual. Su teoria de la simetria despeja la idea de una disimetria radical. La angustia histérica hacia “los torpes” [les gauches]” podria esclarecerse mediante esta apuesta sexual inconsciente. La Doppelgeschlechtigkeit Esta trilogia—bisexualidad, bilateralidad, biprocesualidad— es lo que constituye la “doctrina’” fliessiana, que se encierra “Flies, W., “Droite et gauche”, 1925, reproducido en Erik Porge, Freud Fliess. Mythe et chimére de Uauto-analyse, Anthropos/ Economica, 1996, p. 101. Kliess, W., Masculin et féminin, 1914, traducido al francés on Littoral n° 23 / 24, 1987, Eres, p. 64. ‘Tbidem, p. 65. _ "Pierre-Michel Bertrand, Histoire des gauchers. Des gens & Venvers, Editions Imago, 2001. 27 en este neologismo, Doppelgeschlechtigkeit, “doble sexua- cién permanente’ que “atraviesa la vida entera”, es decir “el hecho de que todos los hombres estén constituidos de sus- tancia femenina, y todas las mujeres de sustancia mas- culina”."* En el hombre, domina lo masculino (la sustancia mascu- lina); en la mujer, domina lo femenino (Ja sustancia femeni- na). Pero precisamente la otra parte, para cada uno de los dos sexos, exige ser representada con obstinacién. Precisamente, es del maestro Fliess de quien Freudrecibe esta ensefianza completa que los plagiarios habrian des- membrado: Weininger robandole la bisexualidad y Swoboda la periodicidad, inducida de una ley demografica. Pero, {qué uso le va a dar? En la traduccién puede verse lo que hard mas tarde: Fliess, al afirmar “la constitucién bisexual de los individuos humanos”, supone que “en todo individuo el combate de los caracteres sexuales seria el motivo de la represién”. En efecto “El sexo mas fuertemente formado, dominante en la persona, habria reprimido en la representacién psiquica al sexo inferior”. Entonces : “El nucleo del inconsciente, lo reprimido, seria en cada ser humano aquella parte suya que pertenece al sexo opuesto (das Gegengeschlechtliche)”.4 En resumen: “En el hombre, lo reprimido inconsciente debe ser levado a las mociones pulsionales femeninas; inversamen- te, en la mujer”, lo reprimido inconsciente debe ser llevado a las mociones pulsionales masculinas. Cuando Freud le declaraa Fliess: “Y me precipité literal- mente sobre tu acentuacién de la bisexualidad, idea tuya que cuento entre mis temas mas importantes, desde el dia de la ‘defensa’”,!® esta proporcionando una primera indicacién: no solo la bisexualidad es tan importante como la defensa, sino que puede ser registrada por el creador del psicoanalisis s6lo para ser inscripta en una teoria dela “defensa”, dela que *Fliess, W., “Droite et gauche”, ob. cit., p. 100. “Freud, S., “Pegan a un nifio”, en ob. cit, t. , seccién VI, p. 2478; G.W., XH, 222. 6 Freud, S., cartade Freud aFliess del 4 deenero de 1898, ibidem, t. 1, p.3596. 28 se sabe que es la pieza maestra original de la teoria de la conflictividad. Lo que le interesa a Freud en la bisexualidad no es tanto la respuesta —“organolégica”— que constituye como la problematizacién —“psico”-légica— que elabora. Si bien admira sinceramente la “grandiosa sinceridad” de la idea —ya no perdera de vista en lo sucesivo “la bisexualidad general del hombre”,’* y acudira a ella para otorgarle una mayor complejidad. La histeria o la bisexualidad del fantasma El momento en que se opera este desprendimiento es lo que atafe particularmente al fantasma en su funcién histérica. Se trata de aquello que se puede considerar el viraje de 1909, en el escrito donde la bisexualidad adquiere un poder de nominacion: “Un sintoma histérico es expresién, por un lado, de una fantasia masculina y, por otro, de otra femeni- na, ambas sexuales e inconscientes”.” Puede apreciarse nitidamente lo que esta en juego: “Esta significacién bisexual de los sintomas histéricos, comprobable de todos modos en numerosos casos, es una prueba mas de mi afirmacién anterior de que en los psicoanalisis de sujetos psiconeurdticos se transparenta con especial claridad la supuesta bisexualidad original del individuo”.* Esta todo dicho: jel texto bisexual del fantasma histérico traduce la aptitud del neurético para traicionar la “disposicién bisexual” de la especie humana! El fantasma histérico constituye la verdadera “pieza jus- tificatoria” de la bisexualidad. Esto es lo que sittia a la “fantaseadora” [“fantaste”| en posicién de representar simultaneamente los dos roles: tales el © Freud, S., “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina”, en ob. cit., t. 11, p. 2551; G. W., XII, 283. "Freud, S., “Fantasias histéricas y su relacién con la bisexualidad”, en ob. cit., t. 11, p. 1352; G. W. VIL, 197. Tbidem, p. 1352. 29 caso de la histérica que, imitando la agresién sexual, “sujetala ropa interior con la mano contra el cuerpo (como mujer) y con la otra mano trata de arrancarla (como hombre)”. Nadie resulta mas adecuado para emblematizar el fantas- ma bisexual sublimado que Leonardo da Vinci, artista del sexo, que mezcla en la representacién del acto sexual elementos masculinos y femeninos, con errores anatémicos reveladores.'* Pero tenemos el segundo viraje, el de 1919, con el examen del fantasma paradigmatico en “Pegan a un nino”: “(La primera de estas teorias es anénima.] [...] Se apoya en la constitucién bisexual de los individuos humanos, y afirma que la lucha de los caracteres sexuales es en todos y cada uno de ellos el motivo de la represién”.”” Por consiguiente, el niicleo de Ja represién seria el “contrasexo”. En consecuencia, no es casual que la puesta al dia del trabajo bisexual del fantasma indique que Iegé la hora de poner en su lugar a Fliess y a Adler, por cierto dandose la espalda; lJego la hora, en efecto, de ajustar las cuentas al mismo tiempo con el campeon de lo bisexual biolégico y con el del “complejo de la masculinidad”. Freud procede a efectuar un verdadero “testeo” de las dos teorias sobre el texto del fantasma en la seccién vi de “Pegan a un nifio”, refutando a ambos para realizar su propia inteleccién del asunto, cuyos alcances en cuanto a la légica de la repre- sién y al estatuto de lo masculino y lo femenino en las neurosis tendremos ocasién de apreciar mas adelante (infra, lecciones IV y V). La identificacién bisexuada Detras del] fantasma se revela Ja identificacidn. Por medio de la identificacién, el sujeto endosa alternati- yamente el rol “masculino” y/o “femenino”. Aqui encontra- “ Froud, S., “Un recuedo infantil de Leonardo da Vinci”, en ob. cit.. t. n, seccién I, p. 1577, G. W. VIII, 137-138 (en referen a Reitler). *" Freud, S., “Pegan a un nifio”, en ob. cit., t. 1, seccion VI, p. 2478: G. W. XI, 222. 30 mos una referencia al “masturbador’”, que “en sus fantasias conscientes procura infundirse tanto en el hombre como en ja mujer de la situacién fantaseada”” lo cual supone la identificacién altcrnativa con los dos partenaires. El mastur- bador masculino sélo puede obtener la ganancia esperada representando, en su teatro, el doble rol, el del hombre y el dela mujer. Es su manera de “reciclar” la escena primaria en su economia autoerética y con un doble feeling. Es lo que impone pensar la bisexualidad de las formacio- nes inconscientes. Asi, se sorprende “la inclinacién del sueno a utilizar bisexualmente los simbolos sexuales”, lo cual “{...] revela un rasgo arcaico, dado que la infancia desconoce la diferencia de los genitales y atribuye los mismos a ambos sexos “22 Mas alla del “simbolismo sexual bisexual”, hay que destacar que “en muchos suefios se produce una modifica- cién general de los sexos, de manera que lo masculino queda presentado por lo femenino y alainversa”.” El ejemplo dado no fortuitamente concierne a la identificacion: “preferir ser un hombre” sirve para expresar “el anhelo de una mujer”. Confirmacién de que el ejemplo es la cosa misma. El “error de Fliess” y la equivocacién de Adler Por lo tanto ya es hora de evaluar esta teoria de una “grandiosa simplicidad”,* lo cual tiene lugar entre 1918 y 1919, entre el caso de! Hombre de los lobos y el estudio del fantasma de “Pegan a un nino”. Por lo demas, Freud elige en cada oportunidad ajustar sus cuentas al mismo tiempo con Fliess, el amigo perdido, y con Adler, el discipulo apéstata, es decir con Ja bisexualidad y con la “protestamasculina”. Lo 2! Freud, S., “Fantasias histéricas y su relacion con la bisexualidad”, en ob. cit., t. i, p. 1352; G. W. VIL, 197, “Freud, 8., La interpretacion de los suenos, cap. v1, E, . en ob. cit., t. 1, p. 564, agregado de 1911. 2Tbidem, agregado de 1925. [La traduccién es nuestra. N. de la T.| 2 Froud, S., “Pegan a un nifo”, en ob. cit., seccién v1, G. W., xu. [La traduccion es nuestra. N. de la T.} 31 que seria “comin” a estos dos pensamientos tan diferentes —jqué abismo entre el pensador de lo bisexual y el creador de la “psicologia individual”!— seria “la sexualizacién del proce- so de la represién”. La compleja economia del Hombre de los lobos permite precisar el problema: “Por lo tanto, la acentuacién de la bisexualidad como motivo de la represién seria insuficien- te”.2°5Mas precisamente, el error de Fliess consiste en “expli- car la oposicién de los sexos como la ocasién propiamente dicha y la Urmotiv de la represién”, lo que equivale a “sexualizar la represi6n”. Por el contrario, ésta es justamen- te una accién psiquica, tal como lo expresa Freud cuando afirma “[...] me niego a sexualizar la represién de ese modo; es decir, a explicarla por motivos biolégicos en lugar de por motivos puramente psicoldégicos”.?° La “complicacién” bisexual E] hecho de que “ciertos elementos del aparato sexual masculino sean también, aunque atrofiados, parte integran- te del cuerpo femenino, e inversamente” le permite a Freud observar, en el campo histoldgico, que “la ciencia ve en esta circunstancia un signo de una bisexualidad [Zwiegesch- lechtlichkeit, de una Bisexualitét], como si el individuo no fuera hombre 0 mujer, sino siempre ambas cosas, s6lo que alternativamente una mas que otra”.”* Hay aqui un “carac- ter desconocido” que la anatomia no puede concebir. Freud lo expresa en la ltima formulacién, en el Compen- dio de psicoandlisis, ala manera de un lamento en forma de constatacién: “En la vida psiquica sélo hallamos reflejos de esa gran polaridad, cuya interpretaci6n se ve dificultada “Freud, S., “Una neurosis infantil: el Hombre de los lobos”, en ob. cit., t. HW, p. 2002, seccion ix; G. W., XII, 145. * Freud, S., “Analisis terminable e interminable’, t. 111, p. 3362; G. W. XVI, 98. “Freud, S., Nuevas lecciones introductorias al psicoandlisis, Leccién xxxiul, en ob. cit, t. 1, p. 3165; G. W. XV, 121 32 por el hecho, hace mucho tiempo sospechado, de que ningun individuo se limita a las modalidades reactivas de un solo sexo, sino que siempre concede cierto margen a las del sexo opuesto, igual que su cuerpo Ileva, junto a los érganos desarrollados de un sexo, también los rudimentos atrofiados y a menudo inttiles del otro. Para diferenciar en la vida psfquica lo masculino de lo femenino, recurrimos a una equivalencia empirica y convencional, precaria a todas lu- ces. Llamamos masculino a todo lo fuerte y activo; femenino, a cuanto es débil y pasivo. Este hecho de que la bisexualidad sea también psicolégica pesa sobre todas nuestras indaga- ciones y-dificulta su descripcién”.*® Como si con ello signifi- cara lo siguiente: “la bisexualidad es tal que necesariamente viene acomplicar nuestra tarea”. La formula parece circuns- cribir la potencia de la bisexualidad, cuando ésta emite una sefial destinada a los partidarios de lo Bisexual. Para Freud se trata, contra esos bardos de lo Bisexual, esos gnésticos del sexo, de Ilevarlos a un real y de estar a la altura de la tarea de complejizacién que se impone. La doble deuda: Freud con Fliess Freud menciona un extrafio olvido: dirigiéndose a Fliess, en el verano de 1900 (en aquel momento estaba muy interesado en la precisién de los procesos de plagio, conflicto de anterioridad en el que cuentan todas las fechas), le dice sin miramientos que “laneurosis es ininteligible sin la hipétesis de una bisexualidad originaria del individuo”,” a lo cual Fliess replica que él ya se lo habia dicho literalmente dos afios y medio antes —con lo que su interlocutor tiene que terminar por estar de acuerdo-. Es facil comprender la estupefaccién de Fliess al oir de la boca de suamigo(no por demasiado tiempo mas) el enunciadoliteral de su propia palabra. Hermoso simbolo de que Freud recibe de » Freud, S., Compendio del psicoandlisis, en ob. cit., t. 1, p. 3406; G. W. XVI, 115. Freud, S., Psicopatologia de la vida cotidiana, cap. vil, G. W.1V. [La traduccién es nuestra; N. de la T.] 33

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