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Traduccén de Francie VL GAS ROBERT MUCHEMBLED HISTORIA DEL DIABLO SIGLOS XII-XX he er: FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEEIOo - ARGENTINA - Baasn. - Comomewa - Coe - Eapaka Eeranos Usipos of AMPRCA - GUATEMALA - Pert - Vexeeiea 2000 ec en Fal wc, Argentina), 20082 ar ib UPC, MECO) so04 Premera reienpeesion eee Robert del diablo. Siglos XIL-XA / Robert uM Histena Federico Villegas. — México : Muchembled ; trad. de ne 33 0 16cm — (Colec. Histaru) vtajooriginal Une histoire du diable, XII-XX sidcle SBN 968-1 6-057 0 ' Diablo 2. Satande I. Villegas, Federico, tr. Il. Ser iL. & LC BTS6) MSS Dewey 295.4 M466h wr GOBIERNO FEDERAL CON FINES DIDACTICOS FOE A SUVERTAO TET ast Le OPARON. 7 ESTA DESPOSICION ee roan 10S ARTKULOS 367, 368 BIS, 368 TER Y DEMAS IPUICABLES DEL C!eDG0 PENAL F** “1 DISTRITO FEDERAL EN MATERIA + PARA TODA LA REPOBUICA EW MA 5A FEDERAL. Se protube la reproducciin total o parcial de esta obra —ticluado el cisedo lipogrifics y de portada—, ba cual foere ¢l medio, eleckricice o mecdnioo, mn e} Consentimients por escrito del editer Comentarios ¥ sugerenciag: editor@fee. com.mx Conesta querira caliloge: werwfondodecul turaeconomica.com Titul original: Une Avista: © Editions du Seu re du diahle x07 stécte 2024031 179.8 D, EI ae Forno be CunTuRA ECONOMICA DE ARGENTINA, 5. A. DRO Pets Rowan Aires Ca ' SE CULTURA Econdmica “mera Picacbo-Ajuaco, 227; 14200 México, D. F IS En Be oo 8087-0 (segunda edicién) 957-496-7 (primera edicién) PIE en Méaicg « Printed in Mexice RECONOCIMIENTO La elaboracion de este libro ha sido considerablemente facilitada por und estancia de seis meses en Amsterdam, una ciudad magica, bajo los auspicias de la Academia Real Holandesa de Artes y Ciencias (Konin- klijke Nederlandse Akademie van Wetenschappen), donante generosa del premio Descartes-Huygens 1997. También debo expresar mi grati- tud ala Frije Universiteit de Amsterdam, un remanso acogedor, y muy particularmente a mi amigo Willem Frijhoff, historiador estimulante y¥ sutil. El] Warburg [Institute de Londres me ha permitido igualmente consultar y utilizar sus notables colecciones, por lo cual estoy muy agradecido a sus administradores., Hay muchas otras deudas intelectuales que no pueden ser todas ci- tadas aqui y aparecerdn en la lectura. Algunas establecen un fuerte vinculo entre generaciones sucesivas, a través de la confrontacién de log recuerdos de un autor. Debo expresar mi reconocimiento intelec- tual y sensible a personas desaparecidas cuyo pensamiento me ha for- mado y cuya voz no se ha extinguido: Albert-Marie Schmidt, Lucien Febvre, Robert Mandrou y Fernand Braudel. Este reconocimiento se extiende a mi viejo compinche, Bill Monter, por nuestras conversaciones en Europa y América. En Trois-Riviéres, René Hardy descubrira tam- bién interrogantes comunes, afinidades que superan el objetivo propio de las ciencias humanas, Jean-Bruno Renard, Véronique Campion- Vincent y Pierre Christin me han guiado on la jungla de rumores ur- banos y en el universo del cémic: les estoy infinitamente agradecido, como a mis colegas modernistas de Paris-Nord, por nuestras discusio- nes fecundas. Las nuevas generaciones también me han aportado cu- niosidades y desafios. Muchos de mis alumnos han estimulado mi de- seo constante de comprender mejor el pasado para tratar de descifrar nuestro presente tumultuoso. Las discusiones, a veces apasionadas, con los jvenes investigadores me han impedido repetir sin cesar lo que ya habia escrito y tener mas en cuenta la historia de las costum- bres. Laurence Devillairs, Sylvie Steinberg, Dorothea Nolde, Florike Egmont, Isabelle Paresys, David El Kenz y Paseal Bastien reconoceran sus contribuciones a este libro. Hay otro tipo de deuda que surge de una adolescencia formada tanta en la cultura de la imagen como en la cultura de lo escrito. Esta pa- 7 HECONOCIMIENTO ‘aiod de catablecer un puente entre la cultyr oral de Fy i es cinematdografo aon erieo lis extraordi NArion, Danco, aaile. a he explorade eon jubilo. Debo agradecer a Alfred Hitch. 3 que he o*f aotado para hacer extremecer al espectador, lg dia stanley Kubrick y a muchos otros por 8u aporte a un te. : ido onicamente académico, porque habla del enigma de ma que oe il dite hombres entre ellow ¥ del axpecto sombrio del ser hay que evocar la sed de conocimiento, acicateada por el demonio de la jndagacién... amstordam-Paris-Lille INTRODUCCION 2E) diablo extaria abandonando Occidente a fines del segundo milenio de la cra cristiana? “Este puede ser el siglo de la desaparicion, o al menos del eclipse o de la metamorfosis del Infierno”, afirmé Roger Caillois ya en 1974.! Entonces, Satands parecia estar guardado en la seccidn de utileria teatral para la mayoria de los europeos, inclusive para muchos eatélicos creyentes y practicantes que preferian un cristianisme mo- dernizado, abierto al mundo y mas afin al Concilio Vaticano IT (1982- 1965) que a los esplendores tragicos del Concilio de Trento! 1545-1563). A mediados del siglo xvi, la derrota de los erasmistas, partidarice de una religién mas interiorizada ¥ menos dramatica, habia dejado el campo libre para cuatro siglos con la imagen de un dios terrible en sus designios inc ibles, amo del diablo, pero dispuesto a desencadenar su omnipotencia maléfica para castigar a los pecadores.* En los lindes del tercer milenio, la declaracién de Roger Caillois merece ser tenida en cuenta, “Rechazad al Infierno, que vuelve al galope", agregé, por otra parte, de manera premonitoria.? En 1999, la Iglesia catélica definid un nuevo ritual de exorcismos, multiplicd la cantidad de sacerdotes encar- gados de esa funcién (han pasado de 15 a 120 en Francia) y reaiirms enérgicamente a través del papa la realidad de la existencia del demo- nio. En el otro extremo del campo social y cultural, las sectas salanicas se han establecido firmemente en algunos paises, en particular en los Estados Unidos o en Inglaterra.‘ El diablo retorna con vigor. En realidad, jamas ha abandonado verdaderamente la escena desde hace casi un milenio. Insertado estrechamente en la trama europea desde la Edad Media, el espiritu del mal ha acompaftado todas sus me- tamorfosis, Es parte integrante del dinamismo del continente, una sombra negra en cada pagina del gran libro del proceso occidental de la civilizacién, del cual Norbert Elias ba sido su tedrico, sin plantearse realmente la cuestién del Mal y de sus relaciones con la tendencia ha- ' Caillois, “Métamorphoses de l'Enfer’, en Diogtne, roi. 85, 1974, p 7. : Este eriatianismo del miedo y de los tiempos de la brueria y de La boguera esta bren descrito en los trabajos de Jean Delumeau, particu en La Peur én Gecident, xtv- evn stéeles. Une Cité axnidgée, Paris, Fayard, 1978, y on Le Péché ef la Peur, Paris. Fayard, 1983. ? KR. Caillois, art, cit, p. 54- * Véase el capitulo vil. INTRODUCCION 10 cael Bien oel Progreso,” pues se ee ee de la Iglesia, ; resenta el aspecto oscuro de nu cultura, la antitesis Th grandes ideas que ella ha producidoe y exportado al mun. SF aro desde las Cruzadas hasta lia conguista del espacio interpla- Te a dee Bacaceecmuama ne kat hes aah eT Area FE} diablo, cuyo nombre significa “el separador” en el Nuevo Testamen- 1o, encarna el espiritu de ruptura frente a todas las fuerzas, religiosas, oliticas y sociales, que han buscado incesantemente producir la uni- dad del Viejo Continente. Por eso parece consustancial con la mutacién del universo curopeo, parte integrante de un movimiento que es sim- plemente el de la evolucién ¥ el triunfo sobre el planeta de una manera original de ser humano, de una manera colectiva especifica de dirigir la vida, de producir esperanza y de inventar mundos. Pero no se puede reducir al demonio de Occidente a un simple mito, ya sea religioso o de earacter laico, como en las representaciones romanticas francesas del sigto xr, fo cual de ningiin modo significa que sea real, concreto. Mal que les pese a los tedlogos cuyo oficio es el de suponer, el historiador, que tie- ne por objetivo comprender lo que mantiene unidas a las sociedades, no necesita de ese postulado para apreciar en su eminente valor los efec- tos de la creencia. Esta dltima constituye a sus ojos una realidad pro- funda, pues motiva los actos individuales como las actitudes colectivas: aun cuando piense intimamente que el diablo no existe, debe tratar de explicar por qué aquellos que creian en su poder quemaban a las bru- jas en el siglo xvu, o bien por qué razones hoy se practican rituales sa- tanicos para rendirle culto, Las representaciones imaginarias son objeto de investigaciones, como las acciones visibles de los hombres. No se trata de una especie de velo global proveniente de los designios divinos, ni de un inconsciente colectivo en el sentido de Jung, sino de un fenémeno colectivo muy real producida por los multiples canales culturales que irrigan a una socie- dad. Es una suerte de maquinaria oculta bajo la superficie de las co Menon activa porque crea sistemas de explicacién y tam- motiva tanto las acciones individuales como los comportamientos e los grupos, Cada uno es depositario de partes de este saber y de las _ que lo rigen, lo cual permite comprender lo que le sucede al indi- , pints, decir, compartir con los otros un sentido comun cuyo nombre precigamente un efecto de unidad. El rumor pertenece a este 'N. Elias, La Our ‘gation dies merurs ique de MOccident, Parte, Calmann-Lévy, 1975; La celia Vines techn Munana-Lavy, 1973, y La Socihé de Cour, Paria, Cakmann-Lévy. 197 oe A" #iAcles, Paris, Seuil, met. société palicée. Politique et politesse en France iINTRODUCCION M1 universo, pues sélo Liene importancia porque se propaga conforme a mecanismos de participacién cultural poco evidentes. La representa- clon imaginaria colectiva es viva, pOderosa, sin parecer necesaniamen- te homogénea, pues se adapta infinitamente a los grupos sociales, las categorias de edad, los sexos, los tiempos y los lugares. Construida sobre bases comunes idénticas en el marco de una cultura nacronal dada, la representacién imaginaria francesa difiere, por ejemplo, de la norte- americana, y varia ademas para satisfacer necesidades especificas, distinguiendo asi el punto de vista de los jévenes suburbanos del de los otros representantes de su generacién. Pero también distingue las for- mas de las culturas de los jovenes franceses en general de las de los adultes. Considerado en un momento dado, el flujo de una civilizacion se alimenta de numerosas corrientes diferentes. Con frecuencia se ol- vida la importancia de las experiencias vividas por cada generacion, productoras de flexibilidad, pero también el sentumiento de diferencia con los otros, lo cual da sobre todo sentidos comunes desplazados, varia- ciones sobre la divisién nacional. Se puede ilustrar este sistema flexi- ble de la representacién imaginaria colectiva por medio de la imagen de un bosque surcado de canales invisibles que irrigan el mismo con- junto, pero no ofrecen la misma cantidad ni exactamente la misma calidad de ideas ¥ emociones a todos aquellos a quienes comunican, después de pasar por muchos filtres, Tampoco debemos olvidar las con- traculturas que niegan o tergiversan los mismos mensajes. Para comprender un sistema tan complejo, som indispensables los testimonios mais diversos. Los documentos utilizados por el historiador en este campo van mucho més alla de las fuentes manuscritas clasicas, de las cuales se nutren. Estudiar la cultura implica noo limitar el e¢s- fuerzo a las producciones “legitimas”, a los aspectos superiores de la c1- Vilizacién como las artes mayores o la literatura que represcotan la gran tradicién. La pequefia tradicién también existe. Todos los mecdios de transmisidn tienen su importancia, desde el séptime arte hasta las ilustraciones para nines pasando por las fotonovelas, las series televi- sadas, la publicidad o incluso las costumbres de nuestras tribus urba- nas, asi como el piercing o los signos de pertenencia indumentarios. Las peliculas policiacas corrientes nos ensefian tantas cosas sobre la evolucién de las costumbres como las obras maestras de Murnau, de Dreyer ode Ingmar Bergman, pues todo tiene sentido en el crisol de las tradiciones que cimentan una civilizacién. Nada es irrelevante mi despreciable para tratar de explicar como se levanta el edificio, desde el sétano hasta el granero. Que nadie se asombre de encontrar en este libro a Victor Hugo, al obispo Jean-Pierre Camus, poligrafo olvidado, INTRODUOCION Le ' tas —_ icas’, ni a tode ol cine fantast; ador de “historias tragicas , nla ma | persed spe Hitchooek. «| catecisime en IMapenes, los autores cle iactupents O licidad ercial o los rumores de la jungla urbana. La comics. bi pu _ que es necesario considerar desde todos los aun tegido rico oo | ch aed vista, pues Cl MISO peedlividcl wo, nutrido de los clisicos ¥ de la Sak Psi, ahoonade al arte iustracda, ha podido liner en sus prime- ea aites los cuentos ilustrades para nites, escuchar el rock heavy me: fal, memorizar muchos clisés en el cine o mirando la televisidn, codear. ce con cores muy diferentes a él, consumir productos endiabladamente deliciosas, y presentades como tales, ¥ sonar que su dingel de la guarda Lo ceca de un apure... Negarse a tratar el conjuntoe seria no querer ver cl functonamiento de la sociedad, desestimar las connivencias funda- mentales surgidas de la evoluchin de la historia y activas, aun cuando permanercan ecultas. Tanto el ser como la cultura son nudos de senti- dos que se acumulan para redistribuir las experiencias de los siglos pasadoc, lo cual hace apasionante la historia y da la sensacidn de una continuidad en la diferencia caracteristica de cada época. Explicar la igure de Satanads con una definimidn filosdfica o simbdli- ca del Mal que todo humane debe afrontar taropoco aporta una clave de interpretacian suficrente, salvo para los pensadores deseosos de descu- brir una unidad profunda de la naturaleza humana, valida en todo momento ¥en todo lugar Ln enfoque ontoldmico semejante no es el de las cencias del hombre: ademas, alpunas hijas del diablo, ;no nacicron de la fractura fundamental que en los siglos xvi ¥ xix condujo a Occi- dente a rechazar al demonio cornudo e intentar explorar los meandros de la contiencia, pero también el inconsciente del sujeto, planteando el principal interrogante de las relaciones de este ultimo con el conjunto en el cual se inserta? Como estos investigadores no pueden extraer nada centr igual que eel as rants evaens sedan Inia eae a sus contem ens, nden Iai ee sociocultural constante de los fenémenos estudia- no 2 la manera del cardenal Nicolas de Cues en el siglo xv. ee cae que al término de una vida de trabajo el sabio podia lle- ~emutr que no sabia nada: esta *ignorancia docta™ condujo ano Ne ten eae en la fe, frente a los designios incognoscr ee a MMners autor taria de los grandes sistemas sado, del Inicismo erigidg on en reign obligatoria det pa: ientificiema “duro” oe creencia universal, del positivism®, TismDO de cierta a tedlogos del progreso o incluso del milene- to rechazan ecologia: todas Ins formas do monopolio del pensamien- te al adversario, no sin atribuirle un caracter INTRODUCCION 13 diabdlico de paso. El método, a la vez mas simple y mis ambicioso, uti- lizado en esta obra es el de dudar a Ja manera de Descartes, investigar la “carne humana”, como proponia Mare Bloch," tratar de deacubrir los vinculos secretos que mantienen unidas las complejas maquinarias que constituyen las sociedades —sin juzgar abruptamente ni perder posicién en los debates que superan lo objetivo, porque sélo tienen una respuesta en la creencia pura—. Al menos he tratado de no dejarme arrastrar hacia este terreno, buscando la objetividad a sabiendas de que nada es totalmente ni perfectamente objetivo. De esta manera, re- clamo el derecho a las opciones, evidentemente subjetivas, bajo el control de aquellos que aprenden a conocer, pero sin concesiGn a los militantes sectarios de todos los horizentes, para quienes el dogma hace las veces de verdad. Este libro es pues wna historia del diablo, un intento entre otros de abordar un tema que ha inspirade a una cantidad considerable de au- tores.® Se imita al Occidente, desde la Edad Media hasta nuestros dias. Otras civilizaciones viven con sus demonios, pero no seria sensato pre- tender abarcarlas todas ni considerar ¢n conjunto los fendmenos que edlo tienen un verdadero sentido en el seno mismo de 4u universe de produccién, El collage mental que se apoya sélo en el poder de la evoca- qdn de un autor ¢s uno de los més grandes peligros que mcechan al his- toriador, ya que en el orden de la aventura de la homanidad siempre se pueden establecer ficilmente correspondencias entre las civilizacio- nes midis diferentes, al menos en un plano superficial. El tema diabdélico ae presta muy particularmente a ello. No importan los malos habitos en la materia ni las falsificaciones, voluntarias o simplemente crendas por una imaginacién desbocada. El periodista anticlerical Léo Taxil publicé en 1897 una broma pesada que conmociondé a los medios catd- eos ¢ incluso indujo a Thérése de Lisieux a escribir a una tal Diana Vaugham. Esta dltima se presentaba come una antigua gran sacerdo- tisa de Palladium, una secta satdnica que habria acogido sobre todo a judios ¥ francmasones, y denunciaba un complot dirigido a tomar el poder mundial, en una obra sobre E! diablo en ef siglo xx, publicada en Lao3 por el doctor Creonge Bataille, jPolladium y Diana misma eran puras invenciones! ;Qué decir igualmente de la tesis de la inglesa Mar- garet Alice Murray, una egiptéloga distinguida, que se aventuré en * M. Bloch (1885-1544), Historiador francis, fundador, con Lucien Febwre, de la revis- ta Annales, y water de La saciid Modate. |W. del E | marRODLCCION it ser 1921 sobre un lerreno muy diferente para ee el culto a Lana bru. F.uropa, es decir, lo que ella suponia que cra 1a Bupervivencia ac- Te edt icada a una deidad payana c tiva de una religron primitive dedicada A u pass Ppagana fon Cucr- nos, que daba lugar a aquelarres muy reales? Su obra, traducida al ainte en 1957, fue un clasico durante mas de medio siglo entre log especialistas munihales en la materia, que se prolongo con los trabajos recientes del italiano Carlo Ginzburg, y siempre ejerce una influencia considerable, tanto en las sectas satinicas Inglesas Oo ¢xlranjeras como en el cine y load comics, por ejemplo en La Belette (1983) de Didier Comiba.” En otro orden de ideas, una obra consagrada al diablo no puede evi- (ar una aproximaciin a lo sobrenatural, con el riesgo de contrariar a la vez las convicciones de las pertonas que creen firmemente en can ¥ de aquellas que no creen cn absoluto. Ante todo, ea necesario decir que el problema oo se plantea aqui en ¢sos términos y que no xe da lugar a nin- guna toma de posicidn de mi parte, al menos de manera conaciente o razonada, Lo que me interesa de manera prioritaria ew poner los fend- Dehia nuevamente en wu contexte y separarlos de las evoluciones cul- turdies y sociales, no adherirme a ellos o negarlos, Los sufrimientoa del parroco dhe Ars frente a su demonio que él lamaba Lo Grappin, dexde 1823 hasta su rouerte en 1859, sus alogatosa concernientes a la existen- cia de siete millones de diablos, oe) hecho de que cada hombre poxec un Angel de ls guorda persunal, sirven en principio como un testimo- nia sobre el tipo de catoliciame que él vivia en su época. Me recuerda Wualmente ef hecho de que muchos de nuestros contompordneos siem- pre ven en esto una verdad inexorable, ala manera de una audioncia catdlica que dialogs, ef 13 de marzo de 1980, con los animadoros del programu “Le diable dans tous sew états" on la emisora protuatante Radio Notre-Dame. El tema del angel do la guarda sigue siendo muy Sar hte para muchiw de nuestros contempordineos, no sdlo en los Da Unidos, come lo demuestran Jos tibros o reviatax de gran difu- eae oe! cine de un mado mis lidico cuands le pide a Philippe Nairet Wace aun difunto (Fantéme avec chauffeur, de Gérard Oury, ral oa rérard Depardieu y a Christian Clavier que sigan loa conse fe cee fe aus pectectotes colestiolon roepoeclivos on Jucha comtra . ond familiar con la imagen de cada uno do ollos (Les Anges Aan of Mtr Bong rd tas rece een M, Macey, Tha Muha titre, ee ily Prews, 101 dtrnl. fr Le Deu dew wor: Pet ot Fromantt: HRET C Chnuburg, Lee lntuiles nocturues, Morcelerse ct riwel™ Waruites & : ea Baul, ave avin sedelen. Lagraase, Verdwer, 108011" pd. italiane, JARI) aa Gin ibe ono, la vievia fuse a laree, Pans, Walmer ieee feruniu, incluso con (', Cindhury. INTHODLACCION is gardiens, de Jean-Marie Poiré, 1905)" La coriosidad divertida de low expectadores o de los lectores proviene de una conexién implicita esta- blecida en su imaginachin con una serie de ideas ¢ imagenes extraidas de eetratos cronolégicos diferentes. Ya dulcificada en los cateciamos con imagenes de fines del siglo x1x, la visidén terrorifica casica del infier- no llegd a ser ain més familiar en los oimicea de la década de 1980: en Tintin aw Tibet, publicado por Hergé on 1960, Milou, ef perro del héroe, ao encuentra secundado por un dingel y un demonio que s¢ le parecen, mientras que en low mismos afios Jean Chakir dibuja para el peridcice ilustrado Pifote las aventuraa de Tracassin, acompahade de au angel Séraphin y de ou demonio Angelure. El tema termina por llegar a las comedias que desdramatizan la muerte en la pantalla.’ ;Quien dudaria que una evolucién semejante puede debilitar la impronta diabilea so- bre nuestra cultura, ain negarla totalmente? Fete libro abarca y explora todo un capectro de la representacién Imaginaria cocidental. El diablo, bajo eu forma corrientemente admi- lida, no ea el Unico centro de interés, pues las metamorfosis de lo figura del Mal en nuestra cultura también hablan de la desdicha de los hom- bres on el seno de au sociedad, Extrechamente imbricadas entre elias, la historia de! cuerpo, Ja historia del espiritu y la del vincule social componen Vastas lincas de influencia en el transcurso del segundo mi- lenio de la era cristiana, dividida en cuntro grandes secuencias crono- logicas. FE) primer capitula estd consagrado a In entrada de Satands on la oscena occidental, deade el siglo x1 hasta el siglo xv. Es en ese mo- mento precisamente que comionza a encarnarsc realmente la nocién teoldgica en cl univorso de los miembros de la Iglesia ¥ Sue dominios laicos, bajo la forma de imagenes perturbadoras alojadas de las repre- sentaciones populares de un demonio casi semejante al hombre, que, como él, podia ser burlade y vencido, Entonces se inventé y se difundid lentamonte un deble mito de gran porvenir: el del terrible soberano lu- ciforino que reina sobre un inmenso ejércite demoniaco en un espantoss inflerno do fuogo y azufre y, también, ol de la bestia inmunda AgRrA pa da on low ontrafas del pecador, que siguo teniondo tanta importancia Para muchos de nuestros contomporineos. Los tres capitulos siguien- tes forman |a parte modular en lox aiglos xvi y xvu. Por gusto personal, *Kodio Norte-Dame, emnisora protestants, presenta “Le diabbe dana tous ae #tala™ durante uns semana, del 19 al Ade mares de 1000 (Agradeaco a Pascal Bastien pao aa er deapertado mi interés on eene cminiones,) Véanen tambien, de BE. Mrasey, Bngodte aur Poxisience dew anges rebelles, Paris, Filipacchi, 1994, resetia publicada en Parue March, Gin. 2416, del Tce soptiombre de LM, pp dA, uel come ol capitals vn de sete libro * Rl capitulo vi andion eelas formas toodennas de la difueiin de Grdgeties relecionn- das con e) demonio

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