Compaera de trabajo

Ella era de esas que no te causan una gran impresin apenas verla, ni una ereccin
fulminante, pero que cuando ibas conociendo y viendo cada vez ms, comienzas a
encontrar su encanto. Ella era mi compaera de trabajo, en la oficina donde consegu
trabajo, a efectos del relato, la llamaremos .
Como acabo de decir, los primeros das, ms bien semanas que estuve en la oficina, no me
caus ningn tipo de inters, era simptica s, no tena un mal cuerpo, pero tampoco era una
musa despampanante. Result que al poco, fui fijndome cada vez ms en sus atributos,
piel bien cuidada, ojos marrones, y unos 1,65 mts. de altura.
Desde esa primera radiografa que le saqu, no par de mirarla cada da al llegar, intentando
seguir descubriendo esos ocultos encantos (por lo menos para m). Ella era simptica, como
ya expliqu, pero no por eso iba a creerme yo que tena alguna posibilidad de entrarle. A
veces almorzbamos juntos en el trabajo, junto con otro compaero, y otras veces
nicamente los dos.
En fin, llegar Al da en que finalmente decid liberar mi imaginacin durante el trabajo,
permitindome una desesperada ereccin. Ese da claro, su ya no tan discreta figura para
mis ojos se dejaba mostrar muy bien, y yo ya imaginaba arrinconndola contra su
escritorio, ansioso por abrirle esas bonitas nalgas y descubrir todo aquello que no mostraba.
Pero claro, no era ms que una simple fantasa absolutamente improbable. Ese da nos
quedamos a almorzar, el calor que haca era tpico de un mes como julio, y su camisa
escotada no me ayudaba en nada a dejar de mirarla con ganas.
Comimos, todo estuvo en orden, ella hablaba y yo solo la miraba pensando en cogrmela
sobre la mesa, el piso, o donde mierda fuera. Mi miembro peda a gritos ser liberado, y mis
pantalones ya no conseguan disimular nada. Ella se levant a lavar su plato, y yo fui al
bao dispuesto a dedicarle una bien rpida y furtiva (s, me dirn degenerado, pero en ese
momento no me importaba ms nada). Ya encerrado, me baj furiosamente los pantalones y
empec a manosearme. Por todos los cielos, que buena paja (cualquier hombre coincidir
conmigo en que hay pajas y pajas), herva por todos lados, y solo tena en mi mente la
necesidad de abrirla entera. No podra asegurarlo, pero dira que dej escapar algn que
otro gemido ansioso.
Sal del bao hacindome el despistado, intentando esconder a la bestia, que iba
durmindose. Al rato, cuando se acerc a mi escritorio a llevarme unos papeles, jurara que
una leve sonrisa ilumin su rostro, sin mirarme.