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Te vigilo en un mundo
de flor y de cristal perecedero,
y sigilosamente te protejo
de espadas enemigas.
Amor es el milagro.
Amor! Te estoy sintiendo
-desasido del mundovenir desde la sombra
en encendida sumisin de alas,
a dormirte en el nido
CARTA DESINTEGRADA
Margarita Paz Paredes
Necesito encontrarte,
a ti, que apenas me conoces;
dirigirte mi annimo mensaje
al sitio exacto
en que tu odo se despierta
al quehacer cotidiano;
escribirte
a cualquier direccin
donde tu prisa un instante repose
y descubras de pronto
el vuelo de las golondrinas
rumbo al estadio de la primavera.
Porque, sabes?, en tardes como sta,
en noches como sta,
el alma se rebela, se escapa,
quiere alcanzar un sueo,
su frgil, leve sueo
y entonces... qu solos nos quedamos!,
y ya no es posible estarnos quietos,
agnicos, callados,
con el peso de toda la ternura
llenndonos los poros, la soledad, la
muerte.
Y es por eso que uno quisiera gritar
y salir a las calles
y contarle a la gente
eso que nos florece solitario,
nos anega por dentro y se derrama
en las horas vacas
sin un vaso cordial que lo contenga.
Y de todos los rostros retenemos
el rasgo ms sensible,
y de todas las manos percibimos
el calor ms fecundo.
Luego la imagen define su contorno,
perfecciona su esencia
en el molde soado de la imposible
bsqueda.
Es como una compuerta que se abre de
repente,
S; verdaderamente te amo,
a ti, que eres la sntesis
de las briznas que la emocin convoca;
a ti te escribo,
a ti, que eres el aliciente
de la absurda embriaguez de mi poesa.
No importa que esta carta de amor
se desintegre,
que no llegue jams a tu ribera,
que vivas muchos aos
sin saber que una magia inesperada,
me hizo vibrar con tu presencia
efmera,
con tu estela de sueo inexistente.
En verdad, no te amo.
Pero un aire de ti, lleg a mis hombros
con tempestad de espinas,
desgaj la epidermis y los huesos
y surgi de la herida inevitable
el secreto caudal aprisionado,
que a la orilla del mundo se desborda,
lo inunda, lo avasalla
y aparece total, maravilloso
al estreno nupcial de mi sorpresa.
Amo entonces el canto, el dolor, la
lucha,
la esperanza; amo la vida con su
muerte
a cuestas, amo la muerte con su lirio
triste.
Pero ya no te escribo.
Se disuelven de pronto las palabras
en la luz que me habita.
Eres slo el pretexto
que dio a mi corazn su fuego antiguo,
y de nuevo en la noche de mi angustia
tiembla como una estrella la poesa.